Saludos, gente bella, como prometí aquí está la última parte de la serie y como dice el título del fic, habrá un encuentro entre los chicos, pero ¿cómo sucederá? Eso tendrán que leerlo ustedes. Espero que lo disfruten.
“Encuentro” Fic twc/Toll de MizukyChan
Capítulo 1: Casualidad v/s Mala suerte
Bill despertó con una sonrisa en los labios, había tenido un sueño maravilloso donde Tom llegaba a su casa y lo besaba en los labios, llevándose con ese beso, la maldición de las fiestas de fin de año. Bostezó y giró en la cama para acomodarse mejor, y fue entonces que vio los trozos de su celular. Arrugó el ceño y resopló.
—Demasiado lindo para ser cierto —dijo en un susurro apenas audible.
—¿Bill, estás despierto? —Su tía Emma entró en la habitación, llevando una charola con el desayuno encima.
El pelinegro sonrió y se sentó en la cama, recibiendo con una sonrisa el delicioso desayuno. ¿Cómo es que una mujer tan dulce podía ser madre de un pesado como Andreas? Se lo había preguntado con frecuencia y nunca llegaba a una respuesta satisfactoria. Andy no podía ser de la familia, era muy diferente a los demás, era arrogante y pesado con todos, excepto con su madre, obviamente, pero en el aspecto físico también era diferente, partiendo por su cabello platinado.
—Andy me contó lo que hizo anoche —dijo la mujer, tomando una mano de su sobrino—. Lo siento, Bill. Sé que no tienes muchos amigos en esta ciudad y él arruinó una buena oportunidad para que lo pasaras en grande.
Bill se alzó de hombros y tragó el nudo que de pronto se formó en su garganta. En momentos como este extrañaba mucho a su madre.
—No te preocupes, tía. Esto no tiene que ver contigo, es sólo… mi mala suerte —dijo lo último casi con un suspiro de resignación.
—No digas eso. Sabes tan bien como yo, que la mala suerte no existe.
—No es lo que me repite constantemente Andreas —agregó Bill, bajando la mirada, tampoco quería portarse como un niño, acusando a su primo por meterse con él.
Su tía movió la mano hasta el largo cabello negro de Bill y lo revolvió un poco, antes de levantarse susurrando un—. No le hagas mucho caso, dice cosas así porque se quiere parecer a su padre, pero en el fondo es sólo un niño inseguro.
—¿No lo habrán cambiado en el hospital, tía? —Preguntó Bill alzando una ceja, cosa que hizo reír a la mujer.
—Es posible —respondió ella, llevando un dedo a sus labios—, pero mejor lo mantenemos en secreto, ¿te parece?
—Hecho —dijo Bill y, con una sonrisa, dio la primera mordida a la deliciosa tostada con mermelada que venía en la charola.
—Ah, antes que me olvide —dijo su tía, metiendo una mano a su pantalón—. Te dejaré mi teléfono por si logras comunicarte con tu amigo.
—Gracias —respondió el pelinegro, aunque sabía que era inútil, pues no había memorizado el número.
&
El resto de la mañana, Bill se quedó en su habitación y aprovechó el tiempo para envolver los regalos que había comprado para sus tíos y dudó si darle el obsequio a Andy, no se lo merecía después de arruinar su encuentro con Tom. Suspiró y procedió a sacar un nuevo papel colorido para envolver el CD que encargó dos meses antes para el idiota de su primo.
—Más vale que arriba estén observando esta buena acción —dijo en un susurro.
Bill dio un bote en el asiento cuando la puerta se abrió de golpe, revelando a la fuente de sus pesadillas.
—¡PRIMO! —Gritó el rubio—. Están tocando el timbre, ¿puedes abrir? Tengo que terminar de maquillarme para mi cita de hoy. Tal vez y sea ella, aunque no debería, se supone que yo pasaré por ella… —siguió hablando, mientras corría hasta su cuarto.
Sólo entonces, Bill se dio cuenta que el timbre sonaba sin parar. Se levantó y rápidamente corrió hasta la puerta principal, abrió de golpe, pensando que era su tía quien había olvidado las llaves, pero se congeló cuando vio a la persona que estaba de pie allí.
—¿Tom?
El trenzado sonrió, iluminando el día del pelinegro—. Bill, sabía que te encontraría.
Bill dio un paso al frente y abrazó al otro, sin importar lo que los transeúntes pensaran—. Creí que no te vería nunca más.
—Y yo te prometí que nos encontraríamos hoy —correspondió el abrazo con cariño y frotó la espalda del pelinegro, quien se negaba a soltarle.
—¿Cómo… cómo me encontraste?
—Me dijiste que no vivías lejos del centro comercial —explicó—, así que tomé una guía telefónica y busqué tu apellido, lo recordaba por el reclamo que hicimos en el aeropuerto, por tus maletas perdidas, ¿te acuerdas?
Bill no lo podía creer—. ¿Y me encontraste tan rápido? —Se separó para ver al trenzado, quien bajó la mirada, luciendo un sonrojo adorable.
—Bueno, la verdad es que esta no es la primera casa a la que llamo, pero eso no es lo importante —agregó Tom, sujetando la mano de Bill.
—Me encontraste, eso es lo que importa. Le has ganado a mi mala suerte —dijo Bill y su voz tembló.
—Hey —Tom llevó una mano a la barbilla del otro y se acercó para rozar sus labios—. No te pongas triste. Ya te dije que la mala suerte no existe. Esto sólo fue una gran coincidencia.
Bill sonrió de gusto—. Tampoco fue eso, me buscaste, eso fue lo que pasó. —Sus mejillas también tomaron una tonalidad rosada—. Nunca nadie me había buscado antes. Nadie se tomó tantas molestias por estar conmigo.
—Me alegro de ser el primero —susurró Tom—. ¿Quieres tomar el café que te debo desde ayer?
Bill se dio cuenta de que todavía estaban en la entrada de la casa y tiró de la mano de Tom, para cerrar la puerta.
—Dame un segundo y regreso.
El pelinegro desapareció por el corredor, dejando a Tom con una enorme sonrisa, la que se desvaneció al ver una cabeza platinada asomarse y caminar en su dirección.
—¿Tú eres Tom? —Preguntó, entrecerrando los ojos.
—Sí, soy Tom.
—Será mejor que te vayas por donde has venido, podrías contagiarte de la mala suerte de mi primo —dijo con saña el chico.
Tom notó las malas intenciones del joven y simplemente sonrió—. Si realmente creyeras en eso, serías tú quien debería huir.
—¿Por qué lo dices?
—Porque he venido a romper el hechizo, pero ya sabes lo que se dice sobre las maldiciones —dijo Tom, alzando una ceja y cambiando el tono de su voz por uno más oscuro—, nunca se rompen en realidad, simplemente cambian de persona.
En esos precisos instantes, el celular del rubio comenzó a sonar. El chico contestó la llamada con una enorme sonrisa—. Baby, ¿cómo estás?
La expresión de felicidad del rubio se disolvió lentamente, con cada palabra que se escuchaba a través de la línea, hasta que de pronto Andreas terminó la llamada.
—Me han dejado plantado.
—Te lo dije —susurró Tom, haciendo que el rubio girara en su dirección—. Sólo cambia de persona. Y al parecer… tú has sido un chico muy, muy malo.
—Tom, ya estoy listo —dijo la voz cantarina del pelinegro.
—Perfecto, me muero por tomar un latte de vainilla junto a ti —respondió, tomando la mano de Bill—. ¿Nos vamos?
—Sí —contestó y sólo entonces se dio cuenta de la cara pálida de su primo—. ¿Andreas, estás bien?
—Yo, yo…
—Está sorprendido porque lo han dejado plantado —Tom respondió en su lugar. Y luego susurró muy bajito, para que sólo Bill lo oyera—. Parece que eso no pasa muy seguido.
—¿Andreas. Estás bien? —El pelinegro repitió la pregunta—. ¿Quieres que nos quedemos contigo?
—No, no, no. Vayan, vayan. Quiero estar solo —Andreas retrocedió y salió corriendo a su habitación.
Tom sujetó la mano del pelinegro y lo sacó de la casa.
—Creo que mejor no vamos. Andreas se veía… asustado —dijo el pelinegro, deteniendo sus pasos.
Tom giró y acarició la mejilla del otro—. Tienes un alma muy noble, ¿sabías? —Bill sólo sonrió ante su cumplido—. Tu primo está así porque me permití jugarle un broma.
—¿Eh?
—Sé que fue él quien interfirió en nuestra llamada, así que no me contuve y le dije que venía a romper tu racha de “mala suerte” —hizo comillas—, pero que se traspasaría a él y, por pura coincidencia, la chica con que saldría lo canceló. Y gracias a eso, creo que él creyó todo lo que inventé.
Bill estalló en risotadas y nuevamente tomó la mano de Tom—. Está bien, entonces no hay nada de qué preocuparse.
—Nada en absoluto.
—¿Vamos por ese café? —Preguntó Tom, alzando las cejas sugerentemente.
—Sí, vamos a recuperar nuestro encuentro frustrado.
& Continuará &
Les dije que me vengaría de Andreas, pero al parecer, Tom lo hizo por mí jajajaja. ¿Les ha gustado? Espero que sí, gracias por venir a leer.