Bill se ve enfrentado a una situación extrema y tendrá que tomar una drástica decisión, relacionada con su familia ¿Qué decidirá? ¿Sus padres o Tom? Vamos a leer. Besos y gracias por su apoyo.
“Regalo Especial” Fic Twc de MizukyChan
Capítulo 10: Decisión
& Tres meses &
Tom tuvo que hacer unas clases particulares que tenía pendientes y por lo mismo, no pudo acompañar a su querido Bill al control con el médico. Obviamente, el trenzado no pudo concentrarse en su trabajo.
«Afortunadamente, ya solo quedan dos semanas para las vacaciones y con ello el acontecimiento más importante del mundo “nuestra boda”» Pensó el chico, sin poder evitar que una sonrisa se pintara en sus labios.
Analizando la situación, Tom se dijo que su madre se había vuelto loca planeándolo todo, aunque Bill, obviamente, había supervisado cada decisión.
El pelinegro quería que todo fuera sencillo, pero hermoso, dándole su toque especial. Tom se sentía como un simple espectador, fascinado por la entereza de su amado al coordinar todos los arreglos y además, seguir luciendo bello. «Oh Dios, lo amo tanto»
Tras retrasarse aún más con el tráfico, el trenzado por fin llegó a casa.
—Bill, cariño ya llegué —dijo cerrando la puerta.
—Estoy en la cocina, cielo —respondió el menor y Tom se dirigió hacia allí.
—Te traje un pastel de chocolate por no haber estado contigo en la clínica.
—Oh, no te preocupes. —Bill abrazó y besó a su novio—. Te estoy haciendo una deliciosa lasaña vegetariana.
—Por eso huele tan delicioso. —Afirmó el mayor, lamiéndose los labios.
—¿Te parece? —preguntó humildemente el pelinegro.
—Por supuesto, tu mamá te enseñó a cocinar realmente bien, mi madre lo intentó conmigo, pero no soy tan bueno como tú. —Bill lo volvió a besar.
—Siempre tan zalamero.
—Y dime, ¿qué dijo el doctor?
—Todo va muy bien, me pesó y dijo que subí dos kilos, pero la verdad… no los veo —dijo levantándose la playera y dejando a la vista su vientre plano.
—Pero yo sí sé dónde están esos kilos —dijo el trenzado coqueto, apretando las nalgas del pelinegro.
—¡Tom! —Gritó indignado el menor— ¡¿Me estás diciendo culo gordo?! —Sus ojos se aguaron.
—No cielo. —Tom tuvo que abrazarlo. Últimamente, Bill había estado demasiado sentimental—. Quiero decir… que tu hermoso trasero se ha respingado más y ahora está más sexy que nunca y me pone mucho como luce en esos pantalones ajustados —Terminó la oración, mordiendo el lóbulo de la oreja del pelinegro.
—¿Estás hablando en serio? Mm. —Gimió, mientras el trenzado volvía a pasar su lengua traviesa por el níveo cuello del menor.
—Muy en serio, estás super sexy, quisiera comerte ahora mismo.
—Aaaahhhhh.
¡TIN! —sonó la alarma del horno.
—La cena está lista, me comerás después porque ahora hay que alimentar al pequeño.
—Serás mi postre, bombón.
&
Era viernes y Bill se sentía un poco preocupado, nunca le había mentido a Tom, bueno, no le estaba mintiendo… exactamente. Lo que pasaba, era que su adorado novio debía completar horario en la Academia y se suponía que Andreas lo llevaría a casa. Sin embargo, había algo que el pequeño quería hacer.
—Hola, Bill. ¿Estás listó? —preguntó el rubio, cuando su amigo subió al auto.
—Andreas, necesito que me lleves a otro sitio.
—¿Qué? ¿A dónde? Tom me pidió que te dejara sano y salvo en casa, de lo contrario hubieras tomado un taxi —comentó, agitando el dedo índice en forma de advertencia.
—Lo sé, después de mi desmayo, no quiere que me quede solo en ningún momento.
—Si ya lo sabes, ¿entonces por qué lo contradices?
—Quiero ir a casa.
—¡¿Qué?! ¡¿Estás loco?!
—Toma. —Bill le entregó un sobre al rubio—. Ábrelo.
—Es… tu parte de matrimonio —dijo Andreas con una sonrisa en los labios, al ver la hermosa tarjeta—. Que rápido estuvieron listos, está bellísimo, muy elegante, pero muy de Bill, tiene tu marca, está absolutamente genial.
—Quiero llevarle uno a mi familia.
—Bill. —El platinado lo miró comprensivo—. Tú sabes que tu padre no estará de acuerdo.
—Lo sé, solo quiero que lo sepan… al menos… mi mami. —El pelinegro soltó un largo suspiro.
—Entiendo. —Andreas le acarició el hombro—. Pero… promete que lo entregamos y nos vamos de inmediato, no quiero tener más problemas con el reverendo, o esta vez sí me expulsará de la congregación.
—¡¿No te excomulgó?! Aunque te pilló con las manos en la masa. —Bill lo miró en verdad sorprendido.
—Cuando hablamos, dijo que no era mi culpa, que John, por ser mayor, me había inducido. Lo encontré patético realmente, porque fue muy duro contigo, siendo que tú ni siquiera tuviste un novio.
—¿Te puso penitencia?
—Sí, algo muy simple: que dejara a John.
—Es la primera vez que estoy de acuerdo con él, John es una mala influencia y te hace daño.
—¿Por qué lo dices?
—Por aquella vez que hablamos del sexo, mira Andi, Tom es un dulce conmigo a la hora de hacer el amor, tú no disfrutas nada con ese patán, al contrario, pienso que realmente te usa, cuando encuentres a un buen hombre te darás cuenta de mis palabras. En fin, ¿lo dejaste?
—Como crees, le dije a todos que sí, pero nos seguimos viendo, es como un amor prohibido, es más excitante de esta forma.
—Estás loco. —El pelinegro rodó los ojos, por lo absurdo de las palabras de su amigo—. Bueno vámonos, quiero estar en casa para cuando vuelva Tom.
Andreas condujo hasta la antigua casa del más delgado. Al llegar, temblorosamente, Bill cogió el sobre y caminó hacia la puerta. Tocó el timbre y esperó, nervioso. La puerta se abrió y salió su madre.
—Bill. —Ella se sorprendió y se asustó. Bill comprendió que de seguro el reverendo estaba en casa.
—He venido a dejarte esto mami. —Le extendió el sobre, la mujer lo abrió rápidamente y se llevó la mano a la boca.
—Te casas Bill. —Lo abrazó fuerte, pero en esos instantes salió el padre.
—¡¿Qué estás haciendo aquí?!
—Solo vine a saludar a mi madre —contestó el pelinegro, mirándolo desafiante.
—Tú ya no tienes madre, ni familia. Escogiste la vida del pecado, ahora estás condenado.
—Solo tú me condenas padre.
—No me llames así, yo tuve 7 hijos hombres, no tengo hijos maricas.
—Jorg por favor cálmate, Bill nos viene a invitar a su boda —agregó la mujer, con miedo en la voz.
—No me digas —dijo irónico— ¿Te casas con el de trenzas?
—Se llama Tom y es una persona impecable, profesional y de buena familia.
—No me importa. ¿Crees que me importan las personas como tú? ¿Y qué harás… tú llevarás el vestido de novia? —preguntó, claramente burlándose del menor.
—¡Cómo te atreves! —Bill exclamó molesto y lo empujó. Error. El reverendo lo tomó de los hombros y lo zarandeó con fuerzas—. ¡Ya no te temo, Tom me protege y me cuida, como tú nunca lo hiciste! —En cámara lenta, el menor vio el puño acercarse y estrellarse contra su ojo. Cayó al suelo como saco de papas. Su madre gritó y Andi trató de sujetar al mayor, para impedir que lo siguiera golpeando.
—Tú y los de tu clase son un error de la naturaleza. Nos habrías hecho un favor si finalmente te hubieras lanzado de aquel edificio. —Bill sintió un dolor profundo en su vientre, instintivamente lo sujetó con ambas manos. Su mamá se acercó hasta él y lo ayudó a ponerse de pie.
—Mamá. —Sollozó el moreno—. Mi bebé…
—Tranquilo, estará bien.
—Suéltalo Andriana, él ya no pertenece a esta familia. —El hombre la sujetó con fuerzas, apartándola del menor.
—Ven, Bill. —Andi lo tomó de la mano y lo guió al auto.
—Andreas si te vuelvo a ver con ese sujeto… te excomulgaré, ¿te quedó claro? —Amenazó y siguió gritando cosas que Bill ya no quiso oír. Simplemente cerró los ojos y sujetó a su bebé, protegido en sus entrañas.
—Por favor bebé, no lo escuches —susurró—. Vive por mí.
Andreas se fue rápido por la carretera, demasiado nervioso por lo que había acontecido.
Al llegar a casa, Bill se derrumbó. Gritó con dolor— ¡¿Por qué?!
—Cálmate Bill. —El platinado lo abrazó, sin saber cómo aliviar su tristeza. Bill solamente lloró en su cuello—. Tranquilo, estás a salvo, estás en tu casa, esta es tu vida ahora. —Pero el moreno continuó llorando. Sus llantos eran tan fuertes, que ninguno sintió la puerta al abrirse.
—Bill, Dios mío ¿qué ha pasado? —Tom corrió al lado de su pareja y prácticamente lo tomó en brazos y lo sentó en sus piernas. Bill siguió llorando y lo abrazó con todas sus fuerzas.
—Tom, lo siento. —Se disculpó Andi—. Yo sabía que era una mala idea.
—Shhh, tranquilo Bill, ya estás en mis brazos, nada malo te pasará. —Se volteó al amigo rubio y mandó—. ¡Explícate Andreas! —su voz sonó severa.
—Bill me pidió que lo llevará a la casa de su madre, para entregarle el parte de matrimonio. Le dije que era arriesgado, pero él insistió.
—¿Estaba su padre? —cuestionó molesto, se podía sentir la tensión en sus palabras.
—Sí… y… lo trató muy mal.
—Bill, mírame. —El aludido no quería levantar la vista, porque el ojo le escocía y pensó que de seguro lo tendría hinchado.
—Yo, yo… —tartamudeó el moreno, aún llorando—, lo siento. —Tom se separó un poco de Bill, para levantarle el rostro y ver qué ocultaba.
—¡Ese maldito! ¡Lo voy a matar! —Exclamó y se puso de pie, levantando también al pequeño.
—¡No, Tom! —Gritó.
—Le advertí que no te tocara y mírate. —Tom pareció reaccionar y pensar en algo más, porque y tocó el vientre de su pareja— ¿Te golpeó algo más? Bill, Dios mío ¿estás bien? ¿El bebé, está bien? —Pero el pelinegro seguía sollozando.
—Yo le impedí que siguiera pegándole, Tom. —Intervino el platinado un poco asustado por el cambio del trenzado—. Lo traje de inmediato, pero no ha parado de llorar.
—Voy para allá. —Tom se encaminó a la puerta y Bill lo abrazó por la espalda, impidiendo que saliera de la casa.
—No Tom, por favor, fue mi culpa, yo lo provoqué. —El mayor giró en sus talones y lo miró molesto.
—Ya te dije que tú no eres culpable, él es un estúpido, tú no lo provocaste y si así fuera ¡qué importa! Bill, un verdadero hombre no debe ser así de violento, basta de pensar que todo el daño que te hace te lo mereces, eso es falso.
—Pero…
—No Bill, tú eres un alma gentil, nadie en su sano juicio te haría daño, y menos en tu estado. —Lo abrazó con ternura.
—Lo siento. —Se disculpó, aún sollozando.
—No amor, perdóname a mí, debí saber que necesitabas a tu familia, aún eres un niño que necesita a sus seres queridos.
—Ahora ya no, te juro Tom que solo tú y mi bebé serán mi familia. Allá, ya no tengo a nadie. —Bill lo miró con los ojos nublados y Tom sintió un nudo en la garganta.
—Mejor me voy… Tom lo siento, te decepcioné —dijo el rubio.
—Andi, tú sabes la condición tan delicada en la que se encuentra Bill, si realmente eres su amigo, piensa más en protegerle que en consentirle.
—Lo siento.
—Tranquilo. —El rubio se retiró y Tom cargó en brazos a Bill hasta la pieza—. Voy a curarte ese ojo.
—Es solo un golpe Tom. —El menor trató de restarle importancia.
—Amor… —El trenzado se sorprendió—. Te rompió la ceja. —Bill pareció comprender y se tocó la zona afectada, donde efectivamente tenía restos de sangre.
—Tomi, estaba tan asustado. —Confesó y rompió a llorar de nuevo, siendo abrazado por su amado novio.
—Dime amor, desahógate, cuéntame todo tu dolor. —Tom ofreció su hombro y le besó la oreja.
—Él me dijo cosas horribles, Tomi, sus palabras me dolieron más que su golpe.
—¿Qué fue lo que te dijo?
—Dijo que hubiera sido mejor que me lanzara del edificio, él me hubiera querido muerto, Tomi.
—Amor. —El trenzado se separó de él para que se vieran a los ojos—. ¿Tú le dirías eso a nuestro bebé? —El pelinegro negó frenéticamente con la cabeza—. Un verdadero padre acepta a su hijo con todos sus defectos, lo ama y le demuestra su amor.
—Tienes mucha razón, Tomi. Soy un tonto al seguir creyendo que mi padre —corrigió—, que “ese señor” me pudiera aceptar.
—Son tu familia.
—Lo eran. Me lo dejó muy en claro, ya no puedo volver ahí.
—Pero me tienes a mí.
—Te amo. —Bill lo abrazó con fuerzas y pidió, casi en un susurro—. No me vayas a dejar nunca, por favor.
—Jamás lo haré, te amo demasiado y además, llevas a mi bebé en tu vientre, eres todo lo que quiero en esta vida, eres mi familia, Bill.
—Gracias.
—Ahora te curaré ese ojo, menos mal que es viernes y no tenemos trabajo, de lo contrario la jefa me mata si piensa que te golpeé jajaja.
—Jajaja tienes razón, seguro y ella te castra.
Tom trató por todos los medios, de no lastimarle más la herida, pero a Bill le dolía un montón. El pelinegro podía notar que Tom estaba molesto, porque apretaba los dientes, y aunque trató de hacerlo reír, Bill lo veía realmente frustrado y ofuscado.
—Bueno, ya está listo —dijo apretándole hombro—. ¿Tienes hambre?
—La verdad es que no. —Con todo el problema, el moreno no tenía ningún deseo de comer.
—Pues lo siento, pero debes alimentar a mi bebé y debes mantener tu hermoso trasero igual de redondito mmmm. —Se lamió los labios, con gracia. Bill no pudo evitar sonreír.
—Está bien, ¿y qué hacemos?
—Te prepararé algo.
—Mejor yo preparo y tú haces las ensaladas.
—Hecho. —Bill pensó que al estar haciendo algo, mantendría las imágenes de su padre alejadas de su cabeza.
&
Bill pasó muy mala noche, tuvo pesadillas y lloraba en ellas. Tom lo despertó en varias ocasiones, porque le atormentaba verlo sufrir. Bill lo abrazaba con desesperación y volvía a caer rendido. Él tampoco pudo seguir dormido, así que veló su sueño toda la noche.
El trenzado vio las luces del amanecer por entre las cortinas y miró el rostro cansado de su pequeño. El ojo estaba completamente hinchado y se preguntó ¿si acaso ese maldito sacerdote era boxeador? El daño que le hizo era horrible, el pobre Bill no podría abrir ese ojo en todo el día. Tom se sintió muy molesto por eso.
«¡Esto no quedará así! Ahora estoy yo para protegerlo y no dejaré que ese estúpido se quede impune» Se dijo mentalmente, apretando los puños y los dientes.
Se visitó en silencio, Bill estaba tan cansado que no lo sintió. Salió de la casa con dirección a la iglesia.
Entró a la capilla golpeando la puerta que se encontraba cerrada. El hombre estaba al frente, dando el sermón y se calló de golpe al verlo así de furioso. Tom avanzó contra él completamente decidido. Todas las personas lo miraban, pero el trenzado no vio a nadie, fue directo al reverendo y le propinó un golpe de igual o mayor intensidad del que él le dio a su Bill. El reverendo retrocedió por el impacto.
—¿Qué tal se siente? —preguntó el trenzado y el otro lo miró con furia, llevándose la mano a la parte golpeada.
—¿Qué haces tú aquí? —cuestionó con veneno en la voz.
—Defiendo al inocente. ¿No es eso lo que deben hacer los creyentes? ¿Proteger al débil y al afligido? Pues eso hago, lo protejo de usted reverendo, pero oh a usted eso no le importa, ¿verdad? Usted le dijo a Bill que hubiese sido mejor que se hubiera suicidado a aceptar que es gay, ¿no es cierto?
Se oyó un ooohhhh de la multitud. El padre de Bill alzó la vista, percibiendo la sorpresa en sus feligreses.
—¿Acaso no lo saben? —preguntó Tom, dirigiéndose al grupo de miembros—. Este hombre que dice adorar a Dios, golpea a su familia y echó a su hijo menor a la calle cuando este más lo necesitaba, cuando no tenía clara su orientación sexual. Es más, el pobre Bill a quien ustedes conocen, intentó quitarse la vida por las palabras de este hombre.
La gente cuchicheaba sorprendida, pero el hombre no dijo nada, ni para defenderse, ni para negar sus palabras.
—Pero ¿sabe qué reverendo? —Tom volteó, para ver al padre de su novio a la cara—Ya basta, Bill ahora me tiene a mí, yo lo cuidaré y desde hoy él desaparecerá de su vida, perderemos todo contacto con usted y jamás sabrá nada de él y de su nieto —El hombre abrió los ojos como plato por la sorpresa—. Lo siento señora Adriana, pero será mejor así, por la salud de Bill y del bebé. —La mujer lloró en silencio, pero asintió, sabiendo que era lo más sensato—. Hasta nunca.
Tom salió de ahí, sintiendo un alivio en su corazón. Sí, desde ese preciso instante, su familia serían solo ellos los tres y nadie se interpondría entre ellos.
Llegó a la casa sonriente, Bill venía saliendo del baño con una toalla en su cintura, al mayor le dio mucha pena verlo con el ojito así, pero el pequeño sonrió al notar su llegada.
—¿Dónde estabas? Desperté muy solito —dijo haciendo un puchero adorable.
—Fui por un pastel para el desayuno. —Le mostró el paquete que compró cuando venía de regreso a casa.
—Mmm que rico. —Tom lo acompañó a la pieza.
—¿Cielo, te duele mucho? —indagó el mayor, mientras Bill se vestía.
—Un poco, me punza, pero creo que se ve peor de lo que parece.
—Te voy a poner un poco de cremita milagrosa.
—Está bien. —El trenzado hizo como le prometió y al final Bill le sonrió, diciendo—. Parezco Rocky Balboa después de una de sus estúpidas peleas.
—No… tú eres sexy, aun con el ojo en ese estado. —Tom lo besó en los labios.
—Me muero de hambre.
—Vamos por el pastel.
Al terminar de comer, Tom cogió la mano de su pequeño y habló—. ¿Bill?
—Dime.
—No quiero que vuelvas a tener contacto con alguien de tu familia. —explicó, completamente serio.
—¿Crees que me voy a oponer, después de lo de ayer? —El trenzado asintió—. Pues no lo haré. Anoche tuve muchas pesadillas.
—Lo sé. —Tom acarició su mano.
—Pero también tuve un sueño bueno, y en ese sueño Dios me decía que debía estar feliz contigo, que tú y el bebé son mi familia ahora y que él nos protegería a los tres, pero que debía estar seguro de tu amor.
—¿Lo estás?
—Tu amor es lo único seguro en este mundo, desde el primer día en que nos vimos lo supe.
—Entonces todo estará bien, una vez más podemos decir que nos unió la mano divina.
—Y eso significa mucho para mí.
—¿Qué tal si le digo a Simone que venga para que veamos los detalles de la boda?
—Amo a Simone, pero no quiero que me vea así.
—Comprendo, ¿qué quieres hacer entonces?
—Busquemos nombres para el bebé, Tomi. —Sugirió entusiasmado—. Debemos pensar en nombres para niñito y niñita.
—Yo quiero un varoncito.
—Yo también, me sentiría muy cohibido si tenemos una niñita y le tuviera que explicar lo de la menstruación jejeje.
—Y yo sería muy celoso de ella. Pero la verdad, no importaría, voy a amar a ese bebé tanto como te amo a ti, cielo.
—Lo sé, no tengo dudas del amor incondicional que tienes en tu corazón Tomi.
& Continuará &
Pobrecito Bill, yo adoro a mi familia y sé que estar enojados con ellos no es nada agradable. Pero… el reverendo se sorprendió mucho, cuando escuchó a Tom hablar sobre el bebé. ¿Creen que intente acercarse a Bill, por esa razón? Y si lo hace… ¿creen que cambie su actitud negativa para con su hijo? ¿O seguirá igual de negativo, incluso con su nieto? No se lo pueden perder. Gracias por visitar el sitio.