10: Maldición Taurina

Minotaurus. Temporada I

Capítulo 10: Maldición Taurina

— 18 años —

Gustav llegó completamente agitado a la casa de su rastudo amigo. Si había alguien capaz de aclararle las cosas en esos momentos, era Tom.

Llamó a la puerta con fuerzas, sin oprimir el botón del timbre, completamente desesperado. Simone abrió la puerta y se sorprendió al ver el estado del, al parecer, único amigo de su hijo.

Señora, necesito ver a Tom —sentenció con la voz ronca. La mujer asintió y le dio espacio por la puerta para que entrara, agregando un simple.

La última puerta del segundo piso.

El rubio corrió escaleras arriba, y nuevamente tocó fuertemente la puerta.

Un tanto enojado, Tom abrió, pensando que era su padre, dispuesto a enfrentarse a él por molestarlo de buena mañana.

¿Gus? —preguntó al ver el acongojado rostro de su amigo, quien solamente entró al cuarto y se sentó en la cama del rastudo, cubriéndose la cara con ambas manos.

Debes ayudarme —susurró el rubio, con la voz cada vez más temblorosa.

¿Qué ha ocurrido? —Tom cogió una silla y se ubicó frente a su amigo.

Es Geo, me llamó hace unos momentos, llorando —Alzó la mirada y mostró todo el dolor de su alma—. Dijo algo de que estamos perdidos, de que está maldito.

¿Por qué?

Dany está embarazada.

Oh no… —susurró Tom y comprendió todo.

¿Qué pasa? No entiendo nada —Gus sacudió negativamente la cabeza—. Ya habíamos hablado de esto con Geo. Comprendí lo de su “Mate”, lo acepté, pero ¿por qué está tan desesperado? —Su voz sonó al borde del quiebre.

Prácticamente está maldito, Gustav —Razonó el rastudo y suspiró—. Cuando nosotros los Taurinos NO tenemos un “Mate”, nuestra vida es completamente libre y simple, tú me viste, fui un promiscuo y nunca embaracé a nadie ni cogí ninguna enfermedad —explicó el chico, mientras el rubio asentía a sus comentarios—. Pero tienes hasta los dieciocho años para encontrar a tu pareja, a tu “Mate”.

No me dirás que le debes fidelidad a tu pareja, porque no es lo que hemos estado practicando con Geo —dijo sarcásticamente el rubio.

No es eso precisamente. Cuando encontré a Bill, seguí con mis andanzas, para mantener a raya los comentarios en la escuela de que yo era un marica —dijo el rastudo, sintiéndose un poco avergonzado de tal comportamiento infantil—. Lo que ocurre, es que cuando encuentras a tu “Mate”, el lazo que los une es tan fuerte, que ya no quieres estar con otra persona.

Pero Geo y yo…

Ustedes están enamorados —aclaró Tom de inmediato—, suele ocurrir, que las parejas Taurinas, no siempre se enamoran, y eso es lo que causa mayores inconvenientes —Sonrió para sí mismo al pensar en que Bill y él eran “Mates” y se amaban perdidamente—. La mayoría de los Taurinos, con el paso del tiempo, se enamoran de sus “Mates”.

¿Y el embarazo? —preguntó el rubio, al notar que Tom le estaba dando muchas vueltas.

Eso Gus, es otra cosa —Suspiró largamente—. Cuando un Taurino embaraza a su pareja, todo cambia, es parte del legado del Minotaurus. Para prolongar la especie, los hijos son “pura sangre” y ambos “Mates” se comprometen en el momento de la fecundación. Es algo especial. La persona que lleva al bebé —omitió el hecho de que también los hombres podían hacer eso—, siente que el niño está creciendo sanamente, eso ocurre cerca de los dos meses. Cuando informa a su “Mate” del embarazo, el padre procede a ponerse un piercing.

¿Un piercing?

Sí, un septum.

¿En la nariz?

Sí, es la señal de que es padre. En caso de cualquier guerra o problema, en el que deba haber un enfrentamiento, los Taurinos reconocen el piercing, y evitan matar a esa persona. Los padres llevan el piercing hasta que su hijo cumple los 13 años y recibe su propia marca en el brazo. Eso, ya posibilita al niño de ser parte independiente de la manada. Es decir, podría vivir sin su padre.

Que conveniente, pero no explica la conducta de Geo —agregó el rubio.

El septum trae conjuntamente otra distinción para toda la manada —Tom alzó la mirada al cielo—. Será fiel de por vida.

¿Qué?

Puede estar profundamente enamorado de otra persona, pero por esta marca del toro, jamás podrá tocar a otro ser, que no sea la madre de su hijo.

Oh no… —susurró el rubio, sintiendo que el peso del mundo caía sobre sus hombros.

Exacto, Gus.

Pero yo… lo amo, con todo mi ser —agregó y esta vez, Gus no contuvo las lágrimas que se agolpaban en sus ojos—, no puedo dejarlo.

Y estoy seguro de que Geo está sufriendo tanto como tú, amigo —Le consoló el rastudo, acercándose y palmeando su hombro.

No lo haré, aunque no pueda volver a tocarlo, no lo dejaré —agregó el rubio y levantándose con pesadez salió del cuarto.

Tom lo miró asombrado y no dijo una palabra. Cogió su celular y marcó.

Billa, cielo —dijo bajito cuando escuchó la voz al otro lado.

¿Qué ocurre Tomi?

Geo será padre.

No… —susurró el moreno—. Debe estar destrozado —Asumió, al estar plenamente consciente de los sentimientos de su primo por Gustav.

Lo está —se llevó la mano al rostro—, Gus estuvo aquí, está muy mal.

Llamaré a mi primo. Te amo Tomi.

Y yo a ti —La llamada se cortó y el rastudo volvió a suspirar.

&

Días antes de la “reunión” de los jóvenes Taurinos, el Club Bohemio se volvió a congregar por motivos específicamente económicos, sin embargo, todos los miembros esperaban que se diera alguna información sobre los padres del “elegido”.

La asamblea discutió los temas con total frialdad y casi dos horas después, los hombres habían perdido las esperanzas en que se mencionara algo con respecto a los elegidos. Hasta que…

Creo que por hoy daremos por finalizada la sesión —comentó el líder, el señor Phillips, consciente de la decepción que causaba en el resto de los miembros—. ¿Alguna pregunta?

Sí —Alzó la mano Jorg Kaulitz—. Deseo preguntar sobre los avances en la búsqueda de los padres del elegido.

El resto de los presentes fijó su mirada en el líder, pues Jorg había sido el vocero de todos en aquella ocasión.

Aún no hay informes —respondió el hombre, dando por zanjado el asunto.

Tal vez deberíamos darles una mano —continuó Jorg, esta vez captando la atención de todos los presentes.

¿A qué te refieres Kaulitz? —preguntó Dylan Rog, mano derecha del líder.

Me refiero a que si ya son “Mates”, deberíamos darle una mano para que ocurra pronto la fecundación —agregó Jorg, completamente seguro de sus palabras—. Hablo del “Hechizo del Minotaurus” —Se oyó un murmullo generalizado.

No hemos tenido la necesidad de usar el “Hechizo del Minotaurus” por décadas, Kaulitz —agregó Phillips, pero considerando en su mente aquella opción.

Lo sé, pero tal vez si forzamos un poco las cosas, podríamos ayudar no sólo a los padres del elegido, sino también a aquellos que aún no consiguen a su “Mate” —agregó el hombre, con una ceja alzada, ésta sería su venganza perfecta contra Tom—. Recordemos que la “reunión” que se avecina es la de los dieciocho y de ese grupo, hay varias parejas solas, me refiero a que aún no han mostrado a sus parejas.

Kaulitz tiene razón —agregó Dylan, meditándolo y dándole una mirada a las estadísticas que yacían frente a la pantalla de su PC—. Hay varios jóvenes que no han presentado interés en hallar a su “Mate”, tendremos problemas con esta generación si hay alguno que simplemente no acepta a su compañero.

Bien —agregó el líder, mirando a toda su congregación—. Pensaremos en ello.

Con una sonrisa de satisfacción, Jorg Kaulitz regresó a su casa, había matado dos pájaros de un tiro, primero, intervenir en una sesión del Club, y segundo, poder vengarse del agravio que le hizo Tom al enfrentarse a él hacía un tiempo atrás, por defender a la perra de su madre.

&

Había llegado la última “reunión” de Tom, y este año debía confesar a su familia y al clan, que había hallado a su “Mate”, y que era justamente Bill Kaulitz, hijo del enemigo de su progenitor.

A diferencia de años anteriores, Tom estaba dispuesto a hacerle frente a su padre, no tenía miedo, ya que defendería a Bill ante cualquier cosa, aunque Jorg, siendo Taurino, debía comprender que un miembro de la manada estaría dispuesto incluso a dar la vida por su pareja.

Al tener la mayoría de edad, el rastudo viajó hasta el resort, en su más preciado regalo de cumpleaños… el hermoso Cadillac Escalade negro, que su madre le había obsequiado.

Apenas llegó al lugar, hizo el recorrido acostumbrado, inscribiéndose y retirando su tarjeta de la cabaña 483. Caminó con una sonrisa hacia su destino, saludando a los rostros familiares que veía, incluidas sus vecinas: Pixie y Alexa, quienes le sonrieron contentas, derrochando olor a sexo.

Abrió la puerta, notando que su Billa aún no llegaba. Guardó sus cosas y tomó una ducha.

Sonrió entre el vapor del baño, cuando unas delicadas manos envolvieron su cintura con cariño. Su olfato se llenó del aroma característico de su “Mate” y aguardó hasta que sus labios fueran cubiertos por los otros, cosa que no tardó mucho en suceder.

Mi amor —susurró el menor, separándose apenas, sintiendo como el agua caliente caía también por su cuerpo desnudo.

Billa —respondió el mayor, apretando ambos cuerpos en un abrazo tierno.

Llegaste antes —afirmó con una sonrisa.

Lo sé. Quería aprovechar al máximo nuestro tiempo juntos —respondió el rastudo, alejándose para poder mirar de frente a su amado y besarle con ganas.

El agua caliente los envolvió y el pelinegro, acarició la espalda de su pareja, sintiendo el jabón en forma resbaladiza, tuvo una idea cachonda y se separó de su Tomi, para coger el jabón en sus manos y pasárselo sensualmente por su torso, bajo la atenta mirada de su pareja.

¿Qué haces, bebé? —preguntó el mayor, comprendiendo de inmediato cuáles eran las intenciones del moreno.

Sólo quiero tomar un baño, cielo —dijo en forma infantil, pero alzando su ceja perforada, en forma sexy.

Entonces, déjame ayudarte —Se ofreció el rastudo y tomando más jabón en sus manos, comenzó a acariciar la tersa piel del menor.

Volteó su delgado cuerpo y pasó sus manos por la espalda de Bill, bajando lentamente, dejando la pálida piel, muy resbaladiza.

Debo limpiar más abajo, bebé —Le tentó el mayor.

Claro, Tomi —dijo el pelinegro, poniéndose frente a la pared, separando sus piernas, y levantando su respingado trasero, poniendo a la vista sus firmes y pequeñas pompas.

Tom puso más jabón en sus manos y masajeó las nalgas del menor, estrujando y escuchando los jadeos que soltaba su pequeño, fascinado con su labor. Con suavidad, pasó un dedo tentador por la rosada entrada de Bill.

¡Aaahhh! —gimió fuertemente, provocando y excitando a su rastudo novio.

Tom, entendió que tenía permiso para proseguir con su labor, y con lentitud introdujo su índice, pasando el anillo de músculos.

La preparación fue tortuosa para ambos, pues estaban deseosos de entregarse físicamente con rapidez.

Ahora Tomi, fóllame —Pidió el moreno, jadeante y respirando pesadamente por el deseo. Podía sentir que su cuerpo estaba listo para recibir a su “Mate”.

Claro, bebé.

Sujetando su miembro, Tom lo guió hacia aquel lugar del que era el dueño y señor. Entró con lentitud, sintiendo como la calidez de la cavidad lo envolvía, casi succionándolo, su pene palpitaba de deseo y ganas de explotar. Cuando estuvo dentro del todo, soltó el aire que estaba conteniendo.

Embistió con suavidad, ayudando a Bill a acostumbrarse a su tamaño, feliz de escucharle soltar jadeos y palabras de amor. Aumentó la intensidad, a petición de su Billa y también para demostrarle el inmenso deseo que tenía de volver a estar con su “Mate” de esa forma tan íntima y carnal.

Tomi, Tomi, Tomi —repetía el pelinegro, como un mantra, sabiendo que el único que le prodigaba tal placer era justamente Tomi.

Billa… —gimió el rastudo, tocando aquel punto mágico que enloquecía a su pequeño. Debía golpearlo con fuerzas, porque ya estaba a punto de llegar al clímax.

Más, más, más —gemía el menor hasta que Tom cogió su miembro y lo bombeó al ritmo de las embestidas.

En cosa de segundos ambos alcanzaron el orgasmo, con el nombre del otro en los labios.

Te amo Billa —susurró el mayor, en el oído de su novio, al salir de su cuerpo.

Temblando, el moreno giró y abrazó a su pareja, le besó con dulzura, con la respiración entrecortada y dijo con una sonrisa en los labios.

Ahora sí debemos bañarnos —Sus pieles aún jabonosas les gritaban que era cierto.

Después de limpiar sus cuerpos en forma completa. Ambos se recostaron en la cama, completamente desnudos y frescos. Entonces, Tom se puso sobre su pequeño y acarició su cabello.

Siempre me ha gustado tu cabello azabache, pero aun no entiendo por qué te hiciste rastas —dijo tomando una delicada rasta con terminación blanca.

Es porque somos uno Tomi, quería tener algo que me recordara a ti cuando no estuviéramos juntos —respondió con una sonrisa en los labios, y también tomando una rasta rubia de su novio, la apretó y dijo—. Las tuyas son únicas.

Las tuyas son elegantes —Le alabó el mayor, sabiendo que a su novio le encantaban los elogios.

Te amo, Tomi.

Y yo a ti, bebé.

&

Después de degustar el almuerzo, los chicos salieron a recorrer el resort, como hacían desde que se iniciaron en ese mundo. Sonriendo y sin soltarse de las manos, los pasos les guiaron hacia el arrollo en el que estuvieron su primer año, cuando apenas tenían catorce.

De pronto, Bill se quedó callado y luego, cálidas lágrimas brotaron de sus ojos.

¿Billa? —Le llamó el rastudo, abrazándolo por la espalda—. ¿Qué te ocurre?

No lo sé —susurró el menor, con la voz quebrada—. Tengo un mal presentimiento.

Calma cielo —Tom movió las rastas bicolores y le besó en el cuello. Siguió allí, respirando en su nuca, hasta que el llanto subsidió.

Tengo miedo Tomi —respondió después de quince minutos.

No hay por qué temer, Billa, todo saldrá bien —Le aseguró el rastudo, pero él también sentía esa extraña sensación en su pecho.

Vamos a la cabaña, quiero que me hagas el amor una vez más —Pidió con la mirada llena de angustia por un futuro incierto.

&

Por la noche, los Kaulitz decidieron que era inútil presentarse a la fogata, después de todo, ellos ya eran “Mates” y no querían exhibirse ante el resto de la manada.

Tom cogió una jugosa frutilla y la pasó tentadoramente por los labios de su adormecido pelinegro.

Mmm —Se saboreó el pequeño, al sentir el delicioso aroma de la fruta.

Muerde —Le mandó el rastudo.

Bill, sin abrir los ojos, entreabrió los labios y dejó que su novio le alimentara. Había estado triste desde aquel instante en el arroyo, y pese a que ya no lloraba, ese pesar en su alma… no se alejaba.

&

A las ocho de la noche en punto, Phillips supervisaba la ejecución del “Hechizo del Minotaurus”. El oráculo había sido la persona más difícil de convencer. La joven virgen, se negó cuanto pudo, aludiendo que esa no era la voluntad del dios toro, pero una amenaza contra la vida de su familia, la convenció o más bien, la obligó a ejecutar el ritual.

&

Tom sintió algo extraño en Bill, estaba acostado a su lado, y sentía que su piel se calentaba a cada segundo que pasaba. Tuvo temor de que estuviera generando una fiebre y le despertó.

Billa… ¿estás bien? —Le llamó con suavidad.

Encendió la luz y notó que su amado estaba rodeado de un aura roja que no podía descifrar. Pensó en las palabras que Geo le había comentado acerca de esa aura que los envolvía a ambos, pero no vio nada en torno a su persona.

En esos momentos, Bill giró y le vio a los ojos con una expresión vacía, no estaba el brillo característico de sus ojos achocolatados. Tom sintió un escalofrío recorrerle la espalda y quiso hablar, pero la boca del pelinegro sobre sus labios, lo imposibilitó. Respondió el beso, pero de inmediato sintió el poder que envolvía a Bill.

¿Qué haces? —preguntó cuando se pudo separar, sintiendo todo el peso de su novio sobre su cuerpo, inmovilizándolo.

No hubo respuesta. Bill no decía nada, parecía ser la marioneta de alguien que movía los hilos a la distancia. Tom sintió temor, esa persona NO era su Billa. Sin embargo, no había nada que pudiera hacer, el cuerpo del pelinegro era mucho más fuerte que el suyo, no comprendía la razón, pero así era en esos momentos.

Bill utilizó sus rodillas para abrir las piernas de Tom y ubicarse entre ellas. Una ola de pánico llenó el corazón del rastudo, supo lo que pasaría, quiso luchar, pero Bill lo dominaba, era demasiado fuerte. Su último intento fue empuñar su mano y golpear con todas sus fuerzas la mandíbula del menor, sin ningún resultado.

¡No! —gritó y le pareció ver lágrimas en los ojos de su moreno, pero no cambiaba su actitud, seguía frotándose contra su cuerpo. Tom sentía el miembro de Bill completamente erecto, mientras el suyo estaba flácido por el temor de lo que podría ocurrir.

Al notar que no tenía cooperación del cuerpo bajo suyo, Bill, giró al rastudo, poniéndolo boca abajo.

¡No, Bill! ¡Déjame! —Se quejó cuanto pudo, pero sus palabras traspasaban los oídos del pelinegro, pues su mente no estaba allí.

Con muchísima fuerza, Bill alzó las caderas de Tom con una mano, mientras que con la otra, mantenía su espalda abajo. Entre sus piernas, rozó con su miembro las nalgas de Tom, quien gritaba más fuerte que le dejara.

En un sólida y fuerte estocada, Bill entró en el cuerpo de Tom, rasgando sus paredes ante la brutalidad de la entrada.

¡Noooo! —Se escuchó un grito desgarrador. Tom estaba adolorido tanto en su cuerpo como en su corazón.

El pelinegro, no pensó en el sufrimiento del chico bajo su cuerpo, se movió fuertemente, embistiendo con fuerzas, sin decir una palabra, sin jadear, sin amor.

Tom por su parte, apretaba los dientes, tratando de que el aire entrara en sus pulmones, su respiración entrecortada, parecía imposibilitarle la tarea de recibir el oxigeno en su cuerpo. Se mecía ante la fuerza que empleaba el pelinegro, apretando los puños, incapaz de hacer algo.

Esa era su maldición, la marca en su brazo derecho, lo había destinado para que esto ocurriera. Sin embargo, nunca pensó que pasaría de esta manera, Bill le amaba, él era una persona sumamente dulce, con dolor quería convencerse de que quien le estaba destruyendo por dentro no era su Billa. Su pequeño, siempre le susurraba palabras de amor mientras se entregaban, ahora… nada.

Las embestidas eran cada vez más fuertes, destinadas a alcanzar un solo fin, que estaba pronto a ocurrir. Un fuerte suspiro abandonó el cuerpo del pelinegro, cuando toda su semilla llenó el interior de su “Mate”.

Tom apretó los ojos, respirando por fin.

Bill hizo lo mismo, su consciencia estuvo presente todo el tiempo, pero no era él quien se movió, su cuerpo fue controlado contra su voluntad.

Tomi… —gimió con la voz completamente rota.

Sabiendo lo delicado que estaría su novio, salió de su cuerpo muy lentamente, viendo la sangre mezclada con su semilla. Shockeado, soltó el llanto y se tiró en la cama, al lado de Tom, llorando incontroladamente a su espalda.

Tomi… —gimió, hipando ante la inmensidad de su pesar—. No fui yo, te lo juro… no era yo… no era yo… no fui yo jamás…

Pero el rastudo no podía decir nada. Estaba en blanco, se sentía traicionado y maldito. Silenciosas lágrimas cayeron por sus mejillas, mientras oía los sollozos de su pareja.

No se movió, su cuerpo estaba totalmente expuesto, no sentía dignidad para cubrirlo, había sido ultrajado, qué sacaba con taparse, Bill había robado todo lo que él atesoraba.

Bill lloraba sin parar, molesto con lo que le había ocurrido, incapaz de comprender quién le había obligado a cometer semejante acto animal.

Estuvo así por horas, sus fluidos le empapaban la cara, y lo que más le dolía, era que no había obtenido ninguna reacción del rastudo, ni siquiera una palabras, un golpe, nada. Sentía que lo había perdido. Finalmente se durmió.

Al despertar, Bill abrió los ojos, esperando volver a encontrarse con la espalda de su Tomi, para poder hablar y arreglar lo que había ocurrido la noche anterior. Pero estaba solo, tocó la cama a su lado, estaba fría.

¿Tomi? —Le llamó, y al no oír respuesta, buscó en el baño, por alguna señal de su novio. No había nada, no estaban sus cosas, estaba solo.

Empuñó las manos y golpeó la cama con fuerzas, una y otra vez. Se sentía impotente y nuevamente lloró.

&

El día después de la “reunión”, Simone preparaba el almuerzo, cuando la puerta de su casa se abrió, caminó para ver si era su esposo, pero se quedó de piedra al ver a su hijo.

Tom… tu cabello —Se acercó y tomó una de las trenzas negras que ahora adornaba la cabeza de su hijo.

No comeré —avisó de inmediato y con su mochila firmemente sujeta, corrió a su cuarto, cerrando la puerta con llave.

Tom no comió nada durante todo el día. El dolor físico pasaba de a poco, pero el hoyo en su alma, era algo totalmente diferente. Aún podía oír las palabras de su Billa, cuando lloraba a su lado… “No fui yo”.

Su celular sonó tantas veces, que finalmente optó por apagarlo. No tenía las fuerzas para enfrentarse a Bill, si lo hacía ahora, en lugar de romperle el cuello, lo más probable era que se echara a llorar enfrente de él.

&

Dos días más pasaron y Tom no dejaba su cuarto. No regresó a la escuela y no contestó ningún mensaje de su correo. El celular permaneció apagado todo el tiempo. Y con el único que habló “a medias” fue con Gustav, quien le visitó el primer día en que faltó a clases.

Simone estaba muy nerviosa, no entendía qué pudo haber ocurrido en la “reunión” para haber alterado a su hijo de esa forma. Pues al parecer su “Mate” era alguien a quien amaba, no se imaginaba qué problema tuvieron para que Tom cambiara de esa manera, tal vez la respuesta de todo fuera Jorg. Quizás su hijo temía contarle a su padre acerca de su “Mate” y esa era la principal razón por la cual se aislara en su cuarto.

Cuando estaba preparando la cena, su esposo llegó con arrogancia y preguntó por su hijo. Tratando de no molestar a Tom más de lo necesario, ella le dijo que se sentía un poco agripado y por eso no bajaría a cenar con ellos. Jorg no se quedó tranquilo con eso, y de todos modos subiría a su habitación para molestarlo.

Golpeó la puerta, ya que se encontraba con llave, y a regañadientes, Tom abrió.

¿Qué quieres? —preguntó con el ceño fruncido.

Bajarás a cenar con nosotros —Le mandó el adulto.

No tengo hambre —respondió el ahora trenzado y quiso cerrar la puerta, pero el pie de su padre lo impidió, y empujándolo, entró del todo a su cuarto.

Finalmente pasó ¿no es así? —preguntó con malicia—. Te tomaron —Tom apretó los puños con fuerzas, sus nudillos rápidamente se tornaron blancos.

¡Lárgate! —Le pidió el trenzado con los dientes apretados.

¿Quién es él? ¿Quién te dio por el culo? —preguntó irónicamente.

¡Vete! —Le volvió a pedir, Tom se sentía tan impotente, que su cuerpo temblaba.

¡Eres una desgracia! —gritó Jorg y alzando su mano, se acercó para golpear a su hijo.

Pero su mano nunca llegó a su objetivo. Bill había tomado por detrás su mano.

¡Nunca! —gruñó con los dientes apretados.

Jorg giró para encontrarse con el aura cargada de ira del pelinegro, que lucía una cresta de mohicano, y un septum orgulloso en su nariz. Dio un paso atrás, casi por instinto de supervivencia.

¡Nunca… te atrevas a pensar… en dañar a mi “Mate”! —dijo el pelinegro.

Simone observaba desde la puerta. Segundos atrás el chico se había presentado a “reclamar” a su hijo, para llevárselo de allí.

Continuará…

¿Podrá Bill llevarse a Tom? ¿Qué hará Jorg al ver que Bill es el “Mate” de su hijo? ¿Aceptará Tom irse con Bill, después de lo que ocurrió? ¿Por qué Bill lleva el septum, si sólo estuvo con Tom una vez? ¿Pudo embarazarlo?

Escritora del fandom

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