11: Venganza

Como dice el título, este es un capítulo de venganzas. ¿Contra quién? Tendrán que leer para saberlo. Espero les guste. Besos.

Long-Fic original de MizukyChan

Capítulo 11: Venganza

&   Llamada telefónica   &

—¿Tom?

—Dime Georg.

—Tengo noticias de Lee.  Ayer mordió a una mujer.

—¿La contagió?

—Al parecer sí.   ¿Sabes lo que eso significa?

—Que firmó su sentencia de muerte.

—Lo estoy siguiendo ahora. Apenas me confirme la patrulla, debo proceder. ¿Quieres ayudarme?

—Será un placer.   ¿Te alcanzo esta noche entonces?

—En el bosque norte.   A las 8.   En caso contrario te aviso

—Te veo a las 8.

&   Fin llamada   &

 «Algunos lobos nunca entienden» Pensó el trenzado tras cerrar su teléfono.

Bill le había contado a su esposo sobre la existencia del “Concejo vampiro” y de su misión dentro de la sociedad vampírica, pero admitió que nunca había confiado del todo en el círculo de los no-muertos, para él solo eran unos asesinos y nada más.

Dentro de la raza de los licántropos, también había leyes como la de los vampiros y uno de los estatutos principales prohibía contagiar humanos, ya fuera en forma consciente o no. Si lo hacías, la patrulla procede con la caza y posterior ejecución del lobo rebelde.

Pero en este caso, Tom se alegró, porque por fin vengaría a Bill. Este hombre, una vergüenza para sus clanes, era el último que faltaba dentro de la lista de los que abusaron de su pareja y por fin recibiría su castigo y sería… en sus manos.

&

Llegada la noche y la hora acordada, los amigos licántropos se reunieron.

—¿Te ayudo?   —preguntó Georg, al ver a su colega sacar al hombre inconsciente del coche.

—Amigo, esto es personal   —respondió el trenzado con la voz fría.

—Entiendo.

Tom cargó el cuerpo al interior del bosque, no quería que nadie fuera testigo de su venganza. Usaría el dolor como medio para ejecutar un castigo. Haría sufrir al maldito, por profanar el cuerpo de su muchacho.

Lo arrojó al piso sin ningún escrúpulo y esperó hasta que abrió los ojos.

—¿Sabes quién soy yo? —preguntó con los ojos achinados. Su postura era amenazante, daba escalofríos.

—¿Un patrullero?

—Más que eso… soy tu verdugo, tu juez.

—¿Qué me vas a hacer?

—Primero quiero que recuerdes. Hace unos años atrás, estabas con una pandilla, escoria de los humanos. Entraron en un callejón fuera de un bar. Un chico delgado salió a botar la basura.

—De cabello negro, creímos que era una chica  —dijo el hombre, recordando.

—Y lo violaron.

—¿Qué tiene que ver eso con la patrulla?

—¿Lo hiciste, verdad?

—Sí y disfruté. Ese chico tenía un aroma extraño, pero agradable, ¿por qué?  No me puedes hacer nada por eso. Los humanos no son parte de su jurisdicción.

—Él es mi marca. —El hombre palideció, toda la arrogancia de sus respuestas se esfumó.

—Yo… lo siento.

—¿Sabes cómo matamos a los vampiros? —Sonrió al ver pánico en las facciones del otro—. Les arrancamos la cabeza, luego los desmembramos y al final los quemamos. Contigo haré un cambio… primero te arrancaré los brazos, luego las piernas y luego la cabeza. Y… no te atrevas a desmayarte.

El hombre intentó correr, pero Tom era muy veloz y estaba furioso.

Al alcanzarlo, tomó fuertemente su brazo izquierdo y lo arrancó de raíz. El bastardo gritó como loco.

—Así gritaba mi niño aquel día… y tú… seguiste violándolo.  —Apretó los dientes al pronunciar esas palabras, para mostrar el odio que sentía por ese maldito.

Tomó su brazo derecho y repitió el procedimiento. La sangre corría sin control.

—No, no, no, no te desmayes. Aún te queda por sufrir, animal.

Al tener el cuerpo tirado en el suelo, cogió una de sus piernas y la sacó con una fuerza asombrosa y luego hizo lo mismo con la otra.

No le importaron los gritos y gemidos de dolor, no le importó nada. Nunca perdonaría a nadie que lastimara a Bill, no le importaba sacar lo más oscuro de su alma.

—Y ahora, muere maldito.

Arrancó su cabeza. Miró el desastre de sangre y suciedad con las manos empuñadas. Juntó los trozos del cuerpo y los apiló. Después de unos minutos, le prendió fuego y salió del bosque.

Georg estaba en su auto esperando el regreso de su colega y amigo. Al ver su silueta, bajó del coche.

—¿Estás bien?

—Sí.   ¿Puedes terminar de limpiar?

—Vete hombre, yo me encargo.

El trenzado subió a su auto y partió. Lloró mientras conducía, nunca había provocado dolor de esa manera. Nunca había usado la tortura. Y aunque su conciencia estaba limpia, su alma lo resentía.

Ahora venía lo más difícil… debía contarle a Bill. No sabía cómo se lo tomaría su pequeño. Quizás él solo quería olvidar todo, quizás no… Ahora lo averiguaría.

&

«Algo anda mal»  Pensó el pelinegro.

Tom lo había llamado para decirle que llegaría tarde por un asunto de la patrulla, pero el chico sentía su pecho oprimido. Tom estaba triste y furioso, lo sabía.

Se paseó por la sala del departamento hasta que escuchó la puerta. Al ver a su marido, corrió y lo abrazó. Estaba lleno de sangre.

—Me tenías preocupado. Te amo, mi amor. ¿Estás bien?

—Ven Bill, quiero contarte algo.  —Lo llevó hasta el sofá y se sentaron.

—Dime.

—Esa vez que me contaste sobre tu abuso, por nuestra conexión pude ver a los sujetos que te atacaron.

—Tom… yo…

—Déjame terminar, Bill. Usando los privilegios de patrullero, pude rastrearlos, a todos ellos.

—¿Qué?   ¿Y para qué harías algo así?

—Por justicia. Todos los malditos tenían registros policiales y algunos tenían delitos muy fuertes y sin embargo… estaban libres. Así que busqué todas las pruebas para incriminarlos, los atrapé y los metí a la cárcel, con los criminales como ellos. A todos excepto a uno, un lobo. Nuestro pueblo se mantiene alejado de todo lo humano para que no se descubra nuestra existencia, pero este imbécil mordió e infectó a un inocente, por lo que fue condenado a muerte.

—¿Y tú lo ejecutaste, verdad?

—Sí.    —Bajó la cabeza—.    Solo quería hacer justicia.

—O más bien, cobrar venganza. —Tom miró a su vampiro con angustia en los ojos. Pero el moreno tomó sus manos y las besó—. Tus manos me han sacado el trauma que esos malditos me dejaron y además has manchado tu alma para vengarme. Eres increíble. Tu amor no tiene límites.

—¿No estás enojado?

—No.  Vuelvo a comprobar que contigo estoy a salvo. Te amo, Tomi.

—Abrázame Bill, por favor, lo necesito.

—Aquí estoy amor. —Se abrazaron fuertemente, sintiéndose cómplices de esa venganza.

Los días pasaron, Tom recuperó sus ánimos de siempre, todo era perfecto para la pareja, pero el destino nunca deja que sus hilos se entumezcan por mucho tiempo y tenía deparado algo para ellos.

—Mi amor debo ir al pub esta tarde y luego me voy con Gustav, prácticamente estoy viviendo aquí y debo buscar algo de ropa, pero regresaré en la noche. ¿Está bien?

—Lo que digas, mi vida y ahora ven que el desayuno se enfría.

—Ahí voy.

Esa misma tarde, los hermanos adoptivos se reunieron nuevamente.

—Gracias por ayudarme con la limpieza, ya sabes que Raúl es muy cumplidor, pero debía acompañar a su madre al médico y tú sabes que no me puedo negar a nada que tenga que ver con “mamás”.

—Lo sé, Gustav. Y no te preocupes, yo siempre te ayudo con gusto.

—Pero como ahora estás con Tom, no quiero que te lo pases todo el día aquí y menos si no abrimos.

—Ya basta, este pub es como mi segundo hogar.

—Tercero. El primero: mi casa; el segundo: la casa de Tom y por último.

—Ya te entendí.   —Ambos se rieron.

—Hola chicos guapos.   —Una dulce voz llegó desde la puerta.

—Ana, mi amor.   —Prácticamente, Gustav corrió a besarla.

—Estamos listos señorita, así que ya nos vamos.

Llegaron a la casa del rubio y el pelinegro abrió la puerta. Se dirigió a la cocina por un vaso de agua y notó la puerta del patio abierta. Achinó los ojos y alzó la voz.

—¿Gustav? Dejaste la puerta de acá abierta. —Rápidamente, el rubio llegó a su lado, comprobando lo que decía.

—Ana, quédate allí y llama a la policía. Bill, revisemos.   —Mandó.

La chica tomó el celular con manos temblorosas y de pronto, un hombre le cogió la cabeza y la giró. Se oyó un ruido de huesos romperse y un grito de horror.

—¡NOOO!    ¡ANA!

Bill se quedó completamente paralizado. En su mente, solo atinó a gritar el nombre de Tom.

Vio a Gustav llorando, con el cadáver de la chica en sus brazos y luego escuchó una risa… una maldita risa burlesca… muy familiar.

—Hola, hermoso.   —Bill sintió un nudo en la garganta. Esa voz…

Giró lentamente la cabeza hacia la procedencia del sonido. Allí estaba el muy bastardo.

—Tú… —Lo señaló con el dedo—.  Te iban a ejecutar.

—Me escapé… si lo haces una vez, puedes hacerlo una segunda.

—Eres un asqueroso.

—¿Lo dices por mi aspecto? —El vampiro tocó su rostro con suavidad, acariciándose una mejilla—. Tu maldito noviecito me dejo así: “asqueroso”, pero no te preocupes, me recuperaré.

—No, no lo harás, con los poderes de vampiro ya deberías estás bien, pero ese daño no se borrará tan fácilmente…

—Porque fueron golpes de hombre lobo.

Al escuchar esa frase y la forma en que lo dijo, el menor se sorprendió y retrocedió un paso.

—Me enteré, cariño… las paredes tienen oídos… y hoy me vengaré del lobo infeliz y de ti.

—No te atreverás.    —Espetó el pelinegro.

—Claro que sí, el concejo me ha condenado, ya no tengo nada que perder, voy a morir de todas formas, pero antes te violaré y asesinaré.

—¡Maldito! —Saliendo de la nada, apareció Gustav con un cuchillo y le dio con él a Raymond en el hombro. Este ni se inmutó, le arrebató el arma y la arrojó lejos junto a su portador.

—¡Gustav, vete de aquí! —Gritó Bill, con la esperanza de salvar a su amigo, pero el rubio se puso de pie y volvió a abalanzarse sobre el vampiro. Esta vez Raymond lo sujetó del cuello y dijo.

—¿Quieres reunirte con tu zorra?

Bill no podía permitir que le hicieran daño, así que trató de juntar el máximo de su poder se lanzó sobre él, logrando que soltara al rubio.

—Vaya, quieres pelear, así me gusta, te ves más sexy.

—¡Maldito!  —Gruñó el pelinegro.

Gustav quedó inconsciente en un rincón, tirado en el piso y Raymond se arrojó sobre el más delgado, poniéndose a horcajadas sobre él.

—Te haré mío. —Le dio una lamida en la cara e hizo un gesto de asco—. ¿Qué demonios has hecho? ¡¿Estás marcado?! ¡¿Y por un animal?! Eres una puta perversión de la naturaleza.

—¿Y qué harás al respecto?  ¿Correr a esconderte?   —dijo irónicamente, sintiéndose enormemente protegido.

—Ya te dije que de todas formas estoy muerto, no tengo nada que perder. Te voy a hacer daño y voy a disfrutarlo.

—Anda… inténtalo.  —Lo desafió—. Y verás cómo mi lobo te caza. —Agregó seguro de sus palabras.

Los ojos del  vampiro mayor mostraron terror y sin previo aviso, le dio un puñetazo a Bill, rompiéndole el labio. El chico pudo sentir el sabor metálico de la sangre, pero no tuvo miedo, Tom ya estaba en camino, lo sentía dentro de su pecho.

—¿Qué tal estuvo?   Apuesto que nunca te habían dañado esa dulce carita.

—¿Qué, es eso todo lo que tienes? —Contra-atacó el pelinegro. Raymond le propinó otro golpe, pero esa vez liberó sus manos, lo que dejó que Bill tratara de defenderse. Obviamente, en fuerza física estaba en desventaja con respecto de los otros vampiros, pero a Bill no le importó, no se dejaría, se defendería.

—Ya deja de luchar y disfruta.

¡Y plum!  Un jarrón explotó en la cabeza de Raymond.

—¡Deja a mi amigo, animal! —Gritó Gustav y se arrojó sujetando el cuello del vampiro, tratando de asfixiarlo, pero lo único que consiguió fue enfurecer más al otro.

—Te mataré de una vez por todas, insecto.

—¡NOO! —Gritó Bill poniéndose de pie, viendo como el hombre enterraba sus colmillos en el rubio—.   ¡NOOO!

En ese instante, la puerta se abrió de golpe y entró Tom, quien al escanear la escena vio a la chica muerta, al vampiro mordiendo a Gustav y a Bill con el rostro ensangrentado. Su aura se enfureció y corrió hacia Raymond, le quitó al rubio, que empezó  a convulsionarse, y lo arrastró hasta el patio, sin ninguna dificultad. Su esposo, lo siguió con la miraba y esta vez Tom no le dio de golpes, sin siquiera dudar: le arrancó la cabeza.

—¿Bill, estás bien?  —preguntó una voz femenina.

—¿Eva?   —El pelinegro no entendía nada, ¿Qué hacía ella ahí?

—¿Gustav?  Oh no. Bill ayúdame, hay que lavar la herida.

El vampiro hizo como le mandaron, fue por un paño a la cocina, lo mojó hasta empaparlo y se lo llevó.

—El muy maldito no lo mató, lo contagió   —dijo ella limpiando la sangre.

—¿Podrá sobrevivir?

—No lo sé, tú sabes que el concejo escoge a personas especiales para convertirlas, la gente normal no aguanta el cambio y finalmente mueren. Ya empezó el primer estado: la fiebre. Anda, ve con Tom.

Bill no lo dudó, se levantó y fue al patio, pero la escena que vio lo aturdió. El cuerpo estaba completamente desmembrado y apilado ordenadamente.

—Voy por combustible —dijo el trenzado, con voz fría y salió. Bill no podía dejar de ver los restos ensangrentados, de lo que fue Raymond—.   Cuidado, Bill, debo quemarlo.

—Sí…

—No te asustes, estaba condenado, yo solo fui el verdugo.

—Entiendo.   ¿Cómo… cómo lo supiste?

—Recibí una llamada de Eva, hubo una falla de seguridad y el maldito escapó. Decidí venir de inmediato y cuando estaba cerca, te oí llamándome, entonces aceleré y solo actué. La primera vez no lo maté porque no había recibido confirmación de la patrulla y yo… pues… no puedo matar solo por matar… debo cumplir la ley…porque yo soy la ley.

Cuando Bill oyó esas palabras y la calma que le transmitieron, simplemente corrió hasta Tom y lo abrazó.

—Eres mi héroe, ¿lo sabes?

—¿Cómo está Gustav, lo mató?

—Peor, lo contagió y no sabemos si logrará sobrevivir al veneno.

La pareja se quedó en el patio hasta que el fuego se consumió y solo quedaron cenizas del vampiro loco.

Al entrar, dos vampiros se llevaban el cuerpo de Ana. Al ver la incertidumbre en el rostro de los chicos, Eva les dijo:

—Ella es humana, hay que hacer que la encuentre la policía y desaparecer nuestro rastro. Ustedes deberán venir a vivir aquí y cuidar a Gustav por lo menos una semana, para saber si logra sobreponerse. Yo ahora me voy y trataré de averiguar quién es el espía.

—¿Espía?   —preguntó Tom.

—No se cometen errores en el concejo y este cretino escapó dos veces, debió tener ayuda desde adentro. Debo investigar, no quiero que nadie de con su paradero. Pero si logro encontrar al espía… no podré matarlo yo sola. ¿Tom, me ayudarías?

—Si es por proteger a Bill, lo haré.

—Es por protegerlos a ambos y el secreto que guardan sus genes y que tarde o temprano descubriré. Por el momento con los hechizos que puse en la casa bastará. Adiós y estén alerta.

—Lo haremos    —dijo Tom, apretando los hombros de su pequeño, para darle ánimo.

Llevaron a Gustav hasta la habitación, su cuerpo ardía en fiebre. Bill comenzó a hacer algunos encantamientos para ayudarle.

—Madre… madre… Ana está muerta.  —Le oyeron delirar.

—Mi amor, déjame verte. —Pidió el trenzado. Bill giró hacia él, venía con una toalla humedecida—.  El muy bastardo se atrevió a golpearte aunque llevabas la marca.

—Pretendía violarme, pero no se atrevió, ni siquiera me besó, así que este golpe no es nada.  ¡Auch!  —Se quejó cuando la toalla descendió en la herida de su mejilla.

—Mañana este ojito se va a inflamar, el labio te dolerá un poco, no comas nada ácido, ni sal, para que no te arda, ¿ok?

—Gracias, mi amor. A propósito le dejaste la cara deforme a Raymond la primera vez.

—Pero los vampiros se recuperan.

—Pero no te tus golpes de lobo. Estoy tan orgulloso de ti.

—¿Es eso posible?

—Sí. Eva me había contado relatos sobre los ataques de hombres lobo a otros vampiros, pero nunca había visto los efectos por mí mismo. Eva dijo que tuvo que inventar unas historias, para que no asociaran al hombre lobo, contigo. Insisto, estoy orgulloso de ti.

—¿De que sea un matón?   —preguntó serio.

—No eres un matón, eres la ley, eres la justicia de los débiles, eres mi guardián, mi protector, mi héroe, mi amor   —respondió Bill con seguridad, para luego abrazarlo.

Cuando enterró su cara en el cuello de Tom, su móvil sonó con una llamada. La tomó de inmediato.

—¿Eva?  —habló Tom, sorprendido por la rapidez de la llamada.

—Lo tengo.  Lo llevamos al bosque norte.  ¿Sabes dónde es?

—En una hora estoy allí.  —Colgó—.   Mi amor, debo ir.

—Entiendo… Tom… no te sientas mal, estás haciendo lo correcto.

—Lo sé   —respondió besándolo.

Las horas pasaron, Bill no podía irse a dormir pensando en que Tom estaba exterminando a un traidor y al ver a su amigo sufriendo por el contagio. Se sentía angustiado sin saber qué hacer.

Se tensó cuando escuchó la puerta y que alguien lo llamaba.

—¿Bill, ven por favor?

—Ya voy.   —Bajó corriendo al reconocer la voz—.  ¿Eva?  —Tom estaba serio a su lado.

—Bill, hemos descubierto al traidor del concejo y lo que es peor, desenmascaramos una conspiración. —Eva lucía seria y eso asustó a Bill—. Algunos nombres salieron a la luz y ustedes ya no están a salvo aquí. Mis colaboradores aún están en las sombras, por lo que puedo seguir confiando en ellos, pero ustedes deben irse lo más rápido posible, mañana o pasado mañana a lo sumo.

—¿Irnos, a dónde?

—A Leipzing. Uno de mis ayudantes les pasará una casa y Tom será trasladado allí por su trabajo, pero Tom. —Giró hacia el lobo—. Tú debes arreglar tus acciones con la patrulla, no quiero tener problemas con los hombres lobo, después de todo nos han ayudado bastante con los vampiros “locos”. Váyanse ahora, yo me quedaré con mi hijo.

—Pero Eva, él cree que estás muerta.

—Si Gustav sobrevive, tendrá que saber la verdad de mis labios. Ahora, váyanse.

Tom tomó de la mano a su esposo y se fueron. Bill se sentía muy inseguro, a pesar de haber viajado por muchos lugares, huyendo de su familia real, tenía su vida allí, en ese pequeño pueblo y temía empezar de nuevo.

Como si leyera sus pensamientos, su amado Tom le dijo—. No importa dónde estemos, mientras nos tengamos el uno al otro, estaremos bien y tendremos un hogar.

—Tienes razón mi vida. Mientras esté contigo, nada me faltará.

&   Continuará   & 

Joder, ya empezaron los problemas y las huidas. Ya vemos que el destino ha puesto trabas no solo con los lobos, sino también con los vampiros. Ahora tendrán que huir, pero no tienen nada seguro, no mientras haya conspiraciones atentando contra ellos y el misterio de sus genes. Los invito a seguir leyendo, gracias por visitar el lugar y no olviden comentar.

Escritora del fandom

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