Notas de MizukyChan: Hola gente bella, bueno Pumba tiene visitas y están disfrutando de su pijamada, pero como al pequeño le encanta aprender, descubre a otro miembro de su familia, Kazimir, además se entera del origen de su nombre. Que se diviertan.
“Pumba y sus amigos” Fic Twc / Toll escrito por MizukyChan
Pumba, su nombre y Kazimir
Luego que todos los perritos estuvieron de acuerdo con Pumba, sobre el parecido de sus padres a los felinos más amigables, los gatos, decidieron seguir viendo televisión, mientras esperaban que el tiempo del cuchi-cuchi terminara.
—Aun así, creo que no deberías ser tan ingenuo sobre los gatos, Pumba. —Advirtió Durkas.
—¿Por qué ese comentario tan contrario a tu naturaleza amable, estimado can de manchas bicolores? —preguntó Oliver, con su acostumbrada forma educada de hablar.
—Es porque ustedes no conocen a Kazimir —respondió el moteado.
—¿Quién es Kazimir? —cuestionó esta vez el pequeño Buddy, alzando las orejitas, ante ese nombre desconocido—. ¿Es alguno de sus otros hermanos?
—Sí, pero de otra raza —contestó Durkas, reflexionando sobre si revelar la identidad del otro o no. Pero al ver como todos los ojitos brillantes lo miraban inquisitivamente, no tuvo más remedio que hablar con la verdad—. Está bien, está bien, les diré.
—GUAU —Ladró Pumba, no podía evitar emocionarse cada vez que aprendía algo nuevo con su hermano mayor.
Durkas lo miró con mucho cariño, pensando que cada gesto del cachorro era muy similar al de su padre Bill y se preguntó internamente si él también hacía gestos como su padre adorado, Tom.
—Okey, Kazimir es uno de nuestros hermanos, que actualmente está con nuestros abuelos, en Alemania. Kazimir es un gato. Y vaya diva de gato que es.
—¿Diva? —preguntó Pumba, ladeando la cabecita, sin entender a qué se refería con eso.
—Diva es como se pone papi Bill cuando tiene que salir a un evento importante. Así todo fashion y a veces de mal genio. —Explicó el moteado a todos los presentes, quienes asintieron al comprender lo que decía.
—No creas que tu papi Bill es el único Diva del grupo —agregó Buddy, negando con la cabeza al recordar algo divertido.
—¿No me dirás que el tío Geo también lo es? —preguntó Pumba, girando casi por completo para mirar de frente al más chiquitito en estatura.
—Sip, mi padre es tan Diva, lo vieras ahora que va al gimnasio, se pasa horas allí con unas máquinas enormes.
—No tienes que mencionar lo temibles que se ven esas máquinas —comentó Oliver, tapándose el hociquito con una mano—. Una vez el humano Alex nos llevó hasta allá y casi sufro un paro cardio-respiratorio de la pura impresión.
—Ja, ja, ja, es cierto manito —dijo Rafael, soltando una sonora carcajada.
—¿Y qué pasó con el tío Geo? —Insistió el pequeño Pumba, con los ojos muy abiertos, cosa que era divertida de ver en su carita arrugada.
—Mi padre querido, me llevó, pero no me pasó nada, siempre me miraba y se preocupaba por mí —explicó Buddy a los perritos del humano Alex—. Ahora que sus brazos son más musculosos, se ha obsesionado por comprarse playeras sin mangas y se pone una tras otra, mirándose al espejo, siempre diciendo “Soy natural beauty”.
—Tienes razón, Buddy, eso es ser Diva. —Afirmó Durkas, con una sonrisa en su rostro perruno.
—Pero cuéntanos más de ese gato, Kazimir. —Pidió Rafael, girando sobre su espalda, para acomodarse mejor en un cojín.
—Bueno, es un felino completamente negro —comenzó.
—Ya me cae bien el chaval —dijo Rafael con una sonrisa—. Tiene buen gusto para la moda.
—No demuestres tu falta de cultura en público, por favor, primo —susurró Oliver—, hasta tú deberías saber que nosotros no escogemos el color de nuestro pelaje, eso lo heredamos de nuestros padres.
—Aguafiestas. —Gruñó el perrito negro, haciendo reír a los cachorros más pequeños.
—Vamos, hermano, cuéntanos más sobre Kazimir.
—Como les decía, es un gato negro, muy Diva, muy peleador, le gusta tener la razón en todo, pero no es como Oliver, a veces está equivocado, pero de todas formas se engrifa hasta que estás de acuerdo con él, de lo contrario…
Pumba abrió mucho los ojos, un poco asustado—. ¿De lo contrario?
—Te clava las filosas garras en plena nariz.
—UUUYYY —Gruñeron todos los presentes. Si había un punto delicado para ellos, era su nariz.
—Mhm, creo que es mejor que siga en Alemania —comentó Pumba, reflexionando sobre esta nueva información—. Aunque me gustaría conocer a los abuelos.
—Ellos te encantarán, tienen el corazón puro como papi Bill y papi Tom —respondió Durkas con una gran sonrisa.
Se escucharon risas y todos los canes corrieron hasta los pies de la escalera, para ver a los gemelos Kaulitz salir de su habitación. Solo vestían bóxers oscuros y se sostenían de la mano, mientras descendían peldaño a peldaño, mirando a los pequeños.
—Se ven adorables, bebés —dijo Bill, sin poder despintar su sonrisa.
—GUAU —Pumba ladró fuerte y corrió hasta saltar sobre el primer escalón, deseoso de ser besado en las orejas por su papi.
—Mira quien está feliz —dijo Tom, bajando para tomar al cachorro en sus brazos—. Hola precioso. —Saludó, dando un beso tierno en la cabeza del perrito, quien buscó la forma de darle un lametón.
Durkas vio la escena con un sentimiento cálido en la panza.
—Oohh, de verdad amo esta familia —dijo Rafael, girando sobre sus patitas, para alejarse de allí, con algo de tristeza en el corazón.
—Hey, perro, ¿a dónde vas? —Llamó el moteado, notando la amargura de su rival.
—Nah, voy a dormir un rato.
—Te perderás las galletas que nos dan después del cuchi-cuchi. —Al oír la palabra “galleta”, las orejas de Rafael se levantaron todavía más y giró mirando al moteado con los ojos brillantes—. Ellos dicen que cuando están felices, quieren compartir su alegría y nos dan galletas especiales.
—Oh, ok, el sueño puede esperar, pero la panza, no señores —dijo y volvió a sonreír.
—Gracias, Durkas —susurró Oliver a su lado, en forma muy bajita.
—¿Quién quiere galletas especiales? —preguntó papi Bill, al llegar a la primera planta.
—GUAU —Ladraron todos los perritos y casi bailando entre sus largas piernas, lo siguieron a la cocina.
Papi Tom cambió el agua de los bebederos y papi Bill puso galletas crocantes en los platos de los bebés y otros platos extras, para los invitados.
Pumba hundió su cabecita en el plato y devoró feliz de la vida. Estaba tan contento de tener una familia, donde su padres fueran tan amorosos, pese a ser de una raza diferente (gatitos) y estaba muy feliz de tener una pijamada con sus amigos y primos. Pero de pronto, algo en su panza se sintió extraño y tuvo que parar de comer.
—Mierda. —Gruñó muy fuerte y todas las cabezas caninas voltearon a verlo.
—¡¿Dónde has aprendido esa palabrota?! —Exclamó Durkas en estado de shock.
Rafael bajó la mirada, porque él se la había enseñado a su colega, cuando pensaban que el moteado le había robado el padre al cachorro.
—Algo no anda bien, mi panza se siente rara.
Oliver echó a reír y simplemente le dijo—. Puja amigo, cuando lo dejes salir, todo se sentirá mejor.
—No, no, no, si tienes que hacer popo, debes salir al jardín. —Advirtió Buddy, hasta él sabía las reglas de la casa, nada de popo adentro.
—No es popo. Ya verán que no es nada de extrema urgencia —explicó el perrito blanco.
De pronto, Pumba arrugó todavía más su carita y lo soltó. Un ruido extremadamente sonoro salió por su colita y un olor muy característico lo acompañó.
—Ugh, Pumba… —Rió papi Bill—. Sigues haciendo honor a tu nombre.
—¿A mi nombre? —Entonces, Pumba recordó la película del rey león que habían terminado de ver y arrugó el ceño—. ¿Por “ese” Pumba me pusieron el nombre? —pregunto en su lenguaje perruno.
Bill lo cogió en sus brazos y dijo—. Pero tú eres mucho más bello que el Pumba de la película. Eres mi bebé.
—Nuestro bebé. —Corrigió papi Tom.
Cuando terminaron de comer y bromear sobre los gases de Pumba, Papi Bill lo metió en su pijama y lo acomodó en un colchón que bajaron para que todos los invitados descansaran. Se despidieron, besando la cabecita de cada perrito, haciendo feliz a los cachorros, en especial a Oliver y Rafael, quienes casi lloraron de la emoción.
—Buenas noches, bebés —Se oyó a lo lejos y Pumba cerró los ojos, contento de vivir en el mundo.
& Continuará &
Bueno, la pijamada terminó, pero la cabecita de Pumba tendrá sueños extraños que quiere compartir con ustedes. Espero nos acompañen a leer “Pumba en el país de los Sueños” Besitos y gracias por su visita.