Y aquí hay otro más *-*
“Fashion” Fic Twc / Toll escrito por MizukyChan
Capítulo 14 Especial: Chantelle Vs. Gustav (Parte III)
I know that when you look at me there’s so much that you just don’t see. But if you would only take the time I know in my heart you’d find a girl who’s scared sometimes. Who isn’t always strong. Can’t you see the hurt in me? I feel so all alone
(Sé que cuando me miras hay mucho que no ves. Pero si sólo te tomaras el tiempo, sé que en mi corazón encontrarías a una chica que a veces tiene miedo, alguien que no siempre es fuerte. ¿No puedes ver el dolor en mí? Me siento muy sola. “Run to you”)
La mayor parte del primer mes de clases, tanto Gustav como Chantelle trataron de evitarse mutuamente, después del desastre de las fotografías, y luego la venganza de la rubia contra el motoquero, era mejor evitar un encuentro, pues ambas partes estaban muy sensibles y lo más probable es que hubiesen terminado arrancándose el cabello el uno al otro. Sin embargo, el destino les tenía una sorpresa inesperada.
(Miércoles por la noche, dos días antes del baile)
La líder de las porristas, estaba de visita en casa de Jenny para probar unos nuevos esmaltes de uñas. Las chicas estaban ansiosas de verse bellas el día de la fiesta, especialmente Chantelle, quien se había enterado del accidente en auto sufrido por Bill Kaulitz, lo que le daría la oportunidad de ser el centro de atención en su ausencia.
—¿Crees que éste es muy llamativo? —Preguntó la anfitriona tomando un rojo pasión.
—Es lindo, además tu piel es muy pálida, te asentaría bien —dijo Chantelle, pensativa—, pero es muy rojo, te podrían molestar llamándote “puta” —dijo sin mucha delicadeza, pero la otra chica ya estaba acostumbrada a esta falta de filtro de la rubia y sólo asintió.
—¿Y de qué color será tu vestido? —Cambió de tema, siguiendo en su búsqueda del barniz perfecto.
—Había pensado en un negro tradicional, pero encontré una tela hermosa color turquesa y lo mandé a confeccionar —explicó la líder.
—¿Cuándo estará listo?
—Mañana en la tarde. Iré después de la práctica —anunció la chica, escogiendo por fin un esmalte y agitándolo con suavidad. Miró fijamente a Jenny, se moría de ganas de preguntarle algo, pero no quería parecer impaciente, pero su amiga notó aquella expresión y preguntó.
—¿Qué sucede?
—¿Por qué? —contraatacó la chica, sintiéndose descubierta.
—Tienes cara de querer saber algo —la miró con ojo crítico.
—No, estás inventando cosas.
—En serio Chantelle, pregúntame —Jenny sabía que su amiga tenía más información sobre cualquier tipo de rumor, así que no le preguntaría nada sobre Bill, lo más probable era que quisiera saber algo que sólo ella sabía, y eso sólo podría ser sobre…—. Quieres saber sobre Gustav ¿verdad?
—¡Jenny! —exclamó indignada la líder.
—No mientas, te conozco.
—No me interesa saber nada de ese chico —dijo alzando los hombros, restándole importancia.
—¿Ni siquiera por la apuesta? —insistió la anfitriona.
—Creo que tendré que hacerme ese maldito tatuaje.
—Si no pones de tu parte, tendrás que hacerlo —dijo la otra rubia—. Bueno, sólo para que sepas, Gustav no ha vuelto a venir a casa, esa fue una regla impuesta por mamá —Chantelle le miró orgullosa, pero a la vez triste, había sido una jugada sucia—. Sin embargo, sé que aun es amigo de James, los he oído hablando por teléfono.
—¿Sobre qué hablan? —preguntó curiosa la chica, de pronto quería saber si la habían mencionado en aquellas pláticas.
—Están obsesionados con el “caso 69”, ese de las drogas —dijo Jenny, como si le molestara recordar esas cosas que no tenían nada que ver con ellas.
—Oh… siguen con eso…
—Bueno, ya lo sabes, ¿qué harás para que Gustav cambie su apariencia?
—De momento, nada. ¿Crees que vaya a la fiesta? —preguntó de pronto muy interesada la rubia.
—Supongo que sí. Siempre acompaña a ese compañero raro que tiene —Chantelle la miró sin saber—, aquel chico que tiene problemas para caminar.
—No sé quién es.
—El asunto es que Gustav es un buen samaritano, no es tan rudo después de todo —explicó Jenny— y siempre acompaña a ese chico, seguramente hará lo mismo el día de la fiesta. Irá para no dejarlo solo.
—Puede ser una buena oportunidad —dijo la rubia levantando las cejas.
—Pero tú irás con Karl —dijo su amiga indignada—, no lo dejarás tirado ¿verdad?
—No tonta, pero me veré muy linda, tanto, que ni siquiera Gustav Shafer podrá evitar admirarme —dijo Chantelle completamente segura de sí misma.
(Jueves, un día antes de la fiesta)
Al día siguiente las porristas terminaron su entrenamiento sin mayores problemas y Chantelle se retrasó por quedarse conversando con el corredor misterioso. Y aunque le saludaba cada día después de entrenar, sólo sabía su nombre: Tom. El chico era guapísimo, pero siempre tenían una charla ligera, cosas triviales y nada importante, la rubia le coqueteaba cada vez que podía, pero él muy educadamente sólo le sonreía, sin darle mayores opciones.
Resignada, la líder salió del estadio y tomando sus pertenencias caminó rumbo al estacionamiento, esa tarde iría por su hermoso vestido nuevo, creado sólo para la fiesta de bienvenida de la escuela. Cualquiera hubiera pensado que eso era ridículo, que podría haber ocupado cualquier otro vestido, pero para alguien de sociedad como ella, era inaceptable usar el mismo vestido en dos ocasiones.
Distraída como siempre, la chica caminó balanceándose por la cantidad de bolsos que llevaba ese día, con mucha dificultad tomó las llaves de su vehículo y cuando lo iba a abrir escuchó un ruido extraño justo detrás de ella. Sus ojos se abrieron grandemente por la sorpresa y el terror…
—Tú… —susurró. Sus bolsas cayeron al suelo y en lugar de abrir el auto y escapar, salió corriendo de allí a toda velocidad.
El hombre que vio la siguió a corta distancia, afortunadamente la chica estaba en buenas condiciones físicas y corrió con rapidez, sin embargo, el hombre tenía una misión y, con eso en la cabeza, en cosa de minutos la tumbó al suelo.
—¡Noo! —gritó ella desesperada, pánico invadiendo todo su sistema.
—¡Chantelle! —escuchó un grito a la distancia y rogó al cielo que la persona que venía llegara a tiempo.
—Quédate quietecita, chiquilla —susurró el hombre que estaba sobre su espalda, presionándola contra el suelo. Ella forcejeó todo lo que pudo. Sabía lo que venía. Su padre le había contado sobre este caso y lo que estaban haciendo los traficantes para captar más clientes.
—¡Auxilio! —gritó a todo pulmón y recibió un golpe en la cabeza que la dejó tan mareada que apenas podía mantener sus ojos abiertos «Por favor, que alguien me ayude», pensó sin poder vocalizar su petición.
Por la semi inconsciencia en que se hallaba, Chantelle no se percató que un robusto chico de cabellera rubia, derribaba a su agresor y lo separaba de ella, golpeándolo con brusquedad, dejándolo rápidamente ensangrentado.
—¿Qué le hiciste? —Preguntó molesto el rubio.
—“…” —el hombre no abría la boca.
—¡Maldito! —le propinó un golpe más fuerte, aturdiéndolo.
Luego tomó su celular y marcó al encargado de la seguridad en la escuela. El mejor agente de la empresa Page.
—Tobi —le habló con la voz agitada por la pelea—. Atacaron a Chantelle.
—Mierda —gruñó el hombre—. ¿La inyectaron?
—No lo sé. Acabo de golpear al maldito, la revisaré, pero ella está inconsciente.
—Llamaré una ambulancia. Y dime dónde estás —mandó el hombre, se notaba que estaba tenso y no era para menos, esperaban ataques de esa índole, pero no contra la hija del encargado de la seguridad, sin duda era una especie de venganza contra los Page.
—Corrimos desde el estacionamiento, estamos cerca del estadio.
—Voy para allá —gruñó Tobi, cortando la llamada.
Gustav se agachó al lado de Chantelle y la volteó, temeroso de haber llegado muy tarde. La mujer gimió de dolor, sin abrir los ojos, tenía un hilo de sangre en su labio y una marca oscura en la frente. «Gracias a Dios no le rompió la nariz», pensó el rubio, buscando alguna marca de aguja, algún rastro, pero nada, sólo el notorio golpe en la frente.
—¿Chantelle? —Le llamó con suavidad—. ¿Puedes oírme? —Preguntó, acariciando su mejilla, la chica arrugó el ceño, sin duda estaba adolorida, pero no despertaba—. Espero que no te vuelvas una de ellos —pidió el chico en voz baja.
—Duele… —gimió la chica, estaba reaccionando, eso era una buena señal, aunque no estaría tranquilo hasta que le hicieran un examen toxicológico.
—¿Chantelle? —El rubio una vez más le acarició—. ¿Puedes abrir los ojos?
—Eso creo… —los párpados de la rubia se apretaron un momento para luego, dar paso a varios movimientos hasta que finalmente se abrieron, dejándola exhausta y sorprendida—. ¿Gus…?
—Sí, soy yo. Te atacaron, Chantelle —la chica se tensó de inmediato, recordando al hombre y como cayó sobre ella y se removió, ocasionándole más dolor a su cabeza, cerró de nuevo los ojos.
—Duele…
—Lo sé, calma, yo estoy aquí, nadie te hará nada —le aseguró el chico—. Abre los ojos, no te duermas, debo mantenerte consciente hasta que llegue la ambulancia.
—Él era…
—Uno de ellos, lo sé.
—Me atacó —explicó la rubia.
—Escúchame, Chantelle —la mujer le miró a los ojos, temerosa y aliviada de que él estuviera allí—. ¿Puedes recordar si él te inyectó? —sus ojos mostraron pánico.
—No lo sé… —unas lágrimas escaparon—, me golpeó y no recuerdo más —más lágrimas—, no quiero, Gus, no quiero.
—Calma, te harán un examen y sabremos si estás bien —le acarició la mejilla para calmarla.
—Gustav —la gruesa voz de Tobi se dejó oír.
—Aquí —le llamó el rubio—. Ahí está el maldito.
—La ambulancia está en camino —señaló el agente y luego se acercó al cuerpo del atacante y le dio una patada más (just in case= por si acaso).
Agachándose se puso a revisar si el hombre portaba armas y efectivamente, traía una navaja y un revolver sin registrar, seguramente comprado en el mercado negro, porque tenía raspado el número de identificación.
—Tuviste suerte de que este bastardo no te disparara —dijo el hombre grande al rubio, que tenía abrazada a la chica.
Tobi siguió vigilando y encontró lo que tanto buscaba, la jeringa y con suerte porque estaba intacta.
—Está limpia, Gustav —dijo el agente, mostrándole el objeto puntiagudo.
—¿Oíste eso, Chantelle? —Dijo el rubio a la mujer—. Estás bien —ella sonrió apenas.
La ambulancia llegó en unos momentos y Chantelle gimió temerosa, Gustav lo notó y tomó su mano y le dio una ligera sonrisa.
—¿Quieres que vaya contigo? —Preguntó mirando fijamente a la chica, mientras la trasladaban, ella asintió y el rubio subió a la ambulancia junto a ella, sin soltarle la mano—. Llamaré a tus padres.
&
En el hospital, la chica fue sometida de inmediato a un examen toxicológico y una pareja de policías llegó para tomar su declaración, ella palideció y el rubio se ofreció para hablar con los hombres, alegando que estaba al tanto de todo.
—¿Puede relatarnos los hecho desde un principio? —pidió un hombre de color, con una expresión seria en el rostro, una cosa era tratar con adolescentes y otra muy distinta era tratar con la hija única de la familia más prestigiosa en el ámbito de la seguridad.
—Mi nombre es Gustav Schafer, soy alumno de la escuela, voy en el mismo grado de Chantelle y un amigo me pidió vigilar a su hermana.
—Que yo sepa la señorita Page es hija única —añadió el otro policía.
—Sí, lo es. Yo debía vigilar a Jennifer Scott, hermana de James amigo mío. En resumen, Jenny es amiga de Chantelle, cuando me aseguré de que Jenny subiera al auto de sus padres, busqué a Chantelle y no la vi por ninguna parte —explicó el chico—, así que comencé a revisar la escuela.
—¿Por qué el interés en ella? —insistió el policía de color.
—Un amigo mío está en el hospital por causa de uno de los integrantes del “caso 69”, es algo personal, estoy ayudando a Tobi en la escuela —dijo el rubio molesto por la intervención, el policía le vio tensarse y agregó.
—No es para hacerte enfadar, chico, sólo debemos descartar posibles causantes de venganza contra el señor Page.
—Comprendo, pero conmigo no es el caso —suspiró el chico relajándose, ellos tenían razón, así es como debía funcionar.
—Continua —pidió el hombre.
—Bien, al no ver a Chantelle, fui al estacionamiento y distinguí la sombra de un hombre y lo seguí, justo cuando se acercaba a la chica.
—¿Entonces?
—La llamé, pero ella se asustó con el hombre y salió corriendo, y yo corrí tras ellos, pero no pude detener al hombre, la golpeó en el rostro cuando yo llegué —el chico los miró—, le di una paliza, espero no lo carguen contra mí, pero no sabía si había inyectado a Chantelle y debía noquearlo para poder revisarla.
—No te preocupes, el asaltante ya tenía antecedentes criminales, la paliza le asentó bien —agregó el oficial con una sonrisa cómplice.
—Lo bueno es que la jeringa estaba intacta, ahora nos queda esperar los resultados del examen toxicológico y saldremos de duda.
—Bien chico, creo que eso es todo.
—Oficiales —llamó un hombre con apariencia de marine.
—Señor Page…
&
Gustav volvió al cuarto de Chantelle para ver si estaba bien, al darse cuenta que su madre estaba confortándola, decidió regresar a casa, sin embargo la mujer mayor le detuvo.
—Mi hija me contó lo que hiciste y quiero agradecerte por ello —dijo con los ojos húmedos—, si no hubieras llegado a tiempo, mi niña… —rompió en llanto y el rubio se sintió un poco incómodo.
—Tranquila señora, al parecer Chantelle está bien —le calmó el chico.
—Mamá, ¿podrías dejarme un rato con Gustav? —pidió la rubia sentada en la cama del hospital.
La mujer asintió y salió, dejando a los chicos solos en el cuarto. La rubia se llevó una mano a la frente y suspiró largamente.
—Mañana es la fiesta y tengo un terrible chichón —se quejó, el rubio bufó.
—Podrías estar peor…
—Gustav… ¿por qué? —pidió con suavidad.
—¿Por qué, qué? —respondió con otra pregunta, mirándola con frialdad.
—Porque me ayudaste, después de lo que te hice.
—No me has hecho nada, niñita.
—No es cierto —ella alzó la voz—. ¿Por qué? —insistió.
—Tenía que hacerlo —respondió el rubio, derrumbándose en el asiento cercano a la cama—, se lo prometí a James.
—¿Qué le prometiste?
—Que cuidaría a Jenny y bueno… a ti —la miró y luego bajó la vista a sus zapatillas.
—¿Por qué? No lo entiendo.
—Claro que no lo entiendes, Chantelle, para ustedes la vida es como un juego, como jugar a las tacitas —dijo molesto—, la vida es dura y cruel, la gente sufre.
La chica lo miraba con angustia, Gustav se veía tan serio hablando y sus comentarios estaban tan llenos de dolor que ella simplemente no podía quedarse así.
—¿Qué ha pasado, Gus? ¿Por qué están tan obsesionados con el “caso 69”? —preguntó, provocando que la mirada del rubio se topara con la suya y ella vio todo el sufrimiento del chico—. Dime… por favor.
—Patrick —suspiró—, tal vez lo recuerdes del bar, el que llevaba el peinado de mohicano —la chica asintió, el joven era guapo, pero en ese entonces ella sólo pensaba en atrapar a Gustav—. Él fue atacado hace casi un mes, pocos días después de esa noche —volvió a suspirar—, los traficantes están adoptando un nuevo método para captar clientes.
—Papá dijo que inyectan a las personas para que éstas se vuelvan adictas y consumidoras —dijo la chica a lo que el rubio asintió.
—Patrick fue atacado, pero su cuerpo reaccionó mal —su rostro se ensombreció.
—¿Qué le ocurrió?
—Desarrolló un tipo de reacción alérgica, su cuerpo no lo soportó y simplemente dejó de funcionar —susurró.
—¿Murió? —preguntó horrorizada la chica, llevándose una mano a la boca en señal de shock.
—Casi, sufrió muerte cerebral, ahora está conectado a un respirador, pero la cuenta del hospital es muy alta y en dos semanas sus padres lo desconectarán.
—Oh, Dios mío, eso es terrible.
—Lo peor es saber que los culpables están fuera, haciéndole lo mismo a otros chicos, incluso menores que nosotros —dijo Gustav apretando los puños.
—Por lo menos uno cayó hoy. Todo gracias a ti —dijo ella sonrojada—. Te debo una.
—No me debes nada, hice lo que cualquiera haría en mi lugar.
—Sabes que eso no es cierto, cualquiera hubiera huido, escaparse y no meterse en problemas es lo que piensa la mayoría —dijo ella y bajándose de la cama se puso al lado de Gustav y le abrazó. La posición era incómoda, pero el chico la dejó.
—Bueno, será mejor que me vaya. Al hablar contigo puedo estar seguro de que no hay drogas en tu sistema, pero… ¿podrías llamarme cuando tengas los resultados? —pidió él con las mejillas levemente sonrojadas.
—Claro, ¿me das tu número?
& Continuará &
Bueno, los rubios ya no se odian jejeje, pero ¿podrá Chantelle hacer algún cambio en el chico rudo? ¿Pasará algo entre ellos durante la fiesta? No se pierda el siguiente capítulo. Cariños, disfruten de la lectura y comenten para hacerme feliz.