Hoy conoceremos algo sobre los síntomas del embarazo de Bill. Aunque como pueden darse cuenta, el embarazo de un vampiro no debe ser muy similar al de las mujeres humanas, ¿no creen? A leer y no olviden comentar.
Long-Fic original de MizukyChan
Capítulo 14: Síntomas
Durante la mañana vendría el doctor Roy a examinar al pelinegro. El chico estaba muy nervioso, ya que por fin sabría cuánto tiempo de embarazo tenía.
—¿Bill, cielo, estás listo? Tengo preparado el desayuno —dijo con cariño, su amado esposo. Ese día, el lobo no iría a trabajar para acompañar al pequeño con lo del doctor.
—En seguida bajo. —Gritó el vampiro. Terminó de peinarse y bajó las escaleras, para unirse a Tom.
—Toma, amor: leche con chocolate como te gusta, no más cafeína, solo leche para los reyes de la casa —dijo tocando el estómago del pelinegro que no pudo evitar sonreír.
—Vamos, que ni siquiera te oye.
—Claro que sí, él es muy inteligente.
—Pero aún no está formado, no tiene oídos.
—Pero me siente, lo sé.
—¿La conexión? —preguntó creyendo que el bebé también compartía esa mágica unión con su padre.
—No lo sé, tal vez sea eso, o simplemente estoy feliz y quiero que él lo sepa.
—¿Él? Puede ser niña también.
—Tienes razón, pero no importa, lo amaré de igual forma, sea niño o niña.
—¿Qué te gustaría?
—Varón, porque si fuera chica, no sabría enseñarle muchas cosas.
—Tienes razón, además serías muy celoso con ella.
—Claro, sería mi tesoro, mantendría alejado a todos sus novios.
Continuaron desayunando y hablando del bebé, era pronto, pero la pareja estaba tan ilusionada, que no paraban de hacer comentarios sobre su hijo. Así estuvieron hasta que llegó el médico.
—Buenos días doctor, pase —Le invitó el menor, dándole espacio por la puerta.
—¿Ha volado? —preguntó Tom.
—No, conduje toda la noche. Debía traer el equipo y preferí no arriesgarme a que me vieran. Sé que sueno “paranoico”, pero es mejor prevenir. —Sonrió y se volteó al vampiro—. ¿Cómo has estado Bill? ¿Has tenido algún episodio raro?
—Bueno… he vomitado todas las mañanas… el otro día vomité sangre y me quedé exhausto. Tom tuvo que “recargarme”, por así decirlo.
—Ya veo —dijo un poco preocupado—. Tendré que dejar el equipo aquí. ¿Hay alguna habitación que podamos utilizar como “hospital”?
—Sí, señor. Venga por aquí —respondió Tom, guiando al hombre al segundo piso.
—Es perfecta —comentó Roy al verla—. Ayúdame Tom, necesito prepararla para traer el equipo.
—Yo también les ayudo —dijo Bill entrando al cuarto.
—No —dijeron ambos al unísono.
—Es mejor que no hagas fuerzas, Bill. —Agregó Roy, con más calma.
—Está bien.
Después de preparar el lugar, subieron el equipo médico. Roy ordenó todo y probó el instrumental, cuando se vio satisfecho, hizo pasar al pelinegro para la revisión.
—Ya está listo, Bill. Ven, recuéstate y descubre tu estómago, desabrocha tu pantalón y bájalo hasta la cadera.
El vampiro siguió las instrucciones un poco apenado, ya que solo Tom lo había visto sin ropa, en ese sentido seguía siendo muy tímido. Se recostó en la cama y esperó. Tom se puso a su lado y tomó su mano.
—Bien… primero te voy a examinar, ¿ok? —Informó el hombre.
—Sí.
Tomó el estetoscopio y le oscultó el vientre. Luego lo palpó y dijo—. Creo que aquí está el bebé. Veámoslo en la pantalla. —Untó gel en el vientre de Bill y comenzó a pasar el objeto por él—. Aquí está.
—¿Dónde? —preguntó el pelinegro y vio que Tom miraba atentamente la pantalla.
—Justo aquí. —Roy señaló un pequeño punto, casi ni se veía.
—Es muy pequeño —comentó Bill muy emocionado.
—Claro que lo es, con la muestra de sangre que te tomé la semana pasada, descubrí que tiene tres semanas. Por eso sufriste los dolores. La primera semana estaba recién dividiendo células y al estar listo, limpió el lugar donde se albergaría. Hoy es la tercera semana.
—Wow —dijo Tom—. Ese es nuestro hijo.
—Y la salvación de quienes quieran escapar a la maldición de ser vampiros u hombres lobo. Si todo sale como esperamos. —comentó el médico, con los ojos llenos de esperanza.
—¿Qué quiere decir, doctor? —preguntó preocupado el pelinegro, de pronto tuvo miles de dudas, no quería exponer a su hijo a futuros experimentos.
—Si todo sale como lo esperamos —comentó pensativo—. Primero, tu cuerpo de hombre puede expulsar al niño en cualquier momento.
—¡No! Pero usted dijo que tiene genes fuertes. —Apretó con fuerzas la mano de su esposo.
—El niño sí, pero tu cuerpo es el problema, Bill. Tus genes funcionaron como femeninos para engendrar al bebé, pero tu cuerpo se está adaptando al proceso, si piensa que es peligroso para ti, lo abortará.
—Dígame que tengo que hacer, no quiero perderlo. —Pidió casi suplicante.
—Tendremos especial precaución los tres primeros meses. Nada de hacer esfuerzos físicos, nada de estrés, y sobre todo, nada de sangre.
—Eva ya me lo había dicho, ¿por qué tanto énfasis en la sangre?
—Porque padecerás una sed abrumadora, tal vez pierdas los sentidos y te veas atacando a alguna persona con el fin de obtenerla.
—Pero nunca lo he hecho.
—El embarazo aumentará la intensidad de tus sentidos, sobre todo de tu sed.
—Entiendo.
—Comenzarás con las náuseas, serán espantosas el primer mes, los dos meses siguientes bajarán su intensidad, pero los olores y sabores se intensificarán, por lo tanto también te los pueden provocar.
—Sí, ya empezaron.
—Tendrás dolores físicos, tu estómago sufrirá, eso sucederá principalmente porque tu cuerpo no es femenino, no tiene la elasticidad de este. El bebé no crecerá mucho en este tiempo, pero debe rodearse del líquido amniótico y eso es lo que te hará doler.
—Comprendo.
—No es que tengas problemas con el niño, será solo un problema de espacio. En todo caso, si llegas a tener dolores muy intensos y cualquier clase de sangrado, me debes informar de inmediato.
—Sí, doctor —respondió Tom, haciendo notas mentales de todo lo que el médico decía.
—Te traje unos folletos sobre los procesos que vivirá el bebé dentro de ti y de los cambios emocionales que te provocará.
—Gracias, doctor.
—Ahora arréglate, yo bajaré para darle algunas instrucciones a tu esposo.
—Está bien.
&
Roy y el lobo bajaron a la sala, mientras Bill se arreglaba la ropa. El doctor estaba muy serio, cosa que preocupó a Tom.
—¿Hay algo más, doctor?
—Algo muy grave Tom. Verás… el bebé puede matar a Bill.
—¡¿Qué?!
—Él viene programado para sobrevivir a costa de lo que sea, es un parásito en el cuerpo de tu esposo. El otro día en que vomitó sangre, su cuerpo estaba reaccionando. Como dije arriba, si el cuerpo de Bill considera al bebé una amenaza, lo abortará. Sin embargo, instintivamente, Bill quiere salvarlo, aun acosta de su integridad, él no lo sabe, lo hace simplemente por amor. —Explicó Roy con el ceño apretado.
—¿Qué puedo hacer? Quiero al bebé y comprendo su importancia, pero bajo ninguna perspectiva voy a arriesgar a mi Bill.
—Lo dejaremos a la naturaleza, Tom. Si el cuerpo de Bill lo rechaza, será un aborto espontáneo, si puede soportar el embarazo, el bebé podrá nacer sin problemas, o al menos eso espero. Como ya dije, el cuerpo de Bill no está creado para engendrar un niño, así que siempre está la posibilidad de tener problemas.
—¿Qué clase de problemas tendrá? ¿El bebé puede tener daños neurológicos, malformaciones o algo así?
—Lo dudo, genéticamente es muy fuerte.
—¿Entonces?
—Como dije arriba, Bill despertará sus instintos más básicos, por no decir animales. Tendrá que estar vigilado, él solo no podrá contener su sed. Será como un vampiro nuevo, sediento de sangre. Tendrá que estar con alguien que pueda contenerlo si se pone agresivo.
—No puedo creerlo, mi Bill, mi dulce pequeño será…
—Un monstruo.
—Dejaré mi trabajo, yo me encargaré de cuidarlo. —Afirmó, sin ninguna duda.
—Además, está nuestro principal objetivo, el prevenir el aborto durante los tres primeros meses.
—Entiendo. ¿Hay algo más que deba saber?
—Sí, estará emocionalmente muy inestable, llorará por todo y luego estará feliz, o furioso, depende de la ocasión, son las hormonas. Como su cuerpo masculino no las tiene, al generarlas por el embarazo, éstas lo enloquecerán, o más bien a ti, deberás tener mucha paciencia.
—La tendré, doctor. —Afirmó, esta vez con una sonrisa.
—Otra cosa, sus sentidos estarán muy despiertos, tendrá mucho deseo sexual y tú tendrás que complacerlo, para que esté relajado, ¿entiendes a lo que me refiero? —Le hizo un pequeño guiño.
—Sí, señor —respondió el lobo, sonrojándose.
—Una cosa más. Dale de tu energía solo cuando sea necesario. Y solo para que recupere fuerzas, nada más.
—¿Por qué?
—Por su sentido de supervivencia, como no consumirá sangre, buscará llenarse como sea de energía, si tú le estás entregando la tuya, él no se medirá, para él será como una droga, te quitará toda la que pueda.
—Él no haría algo así. —Lo defendió el trenzado.
—El Bill normal, no lo haría nunca, pero el embarazado con un parásito adentro, lo hará, porque no está consciente de ello. Podría llegar a matarte si tú, en un impulso, le das todo lo que tienes.
—Ya veo. —Apretó el ceño.
—Debes usar la conexión, de la que me has hablado, para asegurarte de que él reciba lo necesario y solo debes entregarla, cuando realmente sea urgente. Y ten mucho cuidado cuando estés íntimamente con él, podría intentar morderte.
—Lo haré —contestó, arrugando aún más el ceño.
—¿Qué tanto hablan? —preguntó el pequeño entrando a la sala.
—De nuestro hijo, cielo —respondió Tom, tratando de ocultar su preocupación.
—Bueno… ¿tienen alguna pregunta que hacerme antes de partir?
—Doctor… —habló el moreno sonrojándose—, ¿podremos…Tom y yo… intimar? ¿No le haremos daño al bebé?
—Claro que pueden hacerlo, no hay ningún problema, de hecho será muy bueno para que te alejes del estrés. —Sonrió y miró el reloj—. ¿Algo más?
—No, gracias.
—¿Tienes mi número, verdad?
—Sí.
—Cualquier cosa, me llamas. Yo estaré viniendo cada dos semanas, para chequear que todo vaya bien.
—Gracias doctor.
&
Una vez que Roy se fue, Bill pasó todo el día regaloneando con Tom. No sabía que le había dicho el doctor, pero el lobo estaba muy tierno con su pequeño vampiro, bueno… más que de costumbre.
Al estar en la cama, Tom lo abrazó y le preguntó—. ¿Cielo?
—¿Mmm?
—¿Qué pasaría si pierdes al bebé?
—Eso no pasará —contestó con firmeza, apretando el abrazo—. No lo permitiré.
—Mi vida… no quiero que nada malo te pase, ¿ok?
—Y nada me pasará, ni al niño, le daré toda mi fuerza para que esté bien.
—A eso me refiero, pequeño, si tu cuerpo no resiste el embarazo, el bebé se irá, pero no quiero que tú te esfuerces demasiado.
—No entiendo —dijo el moreno, apartándome un poco para mirarlo a los ojos.
—Quiero decir, que si el bebé aguanta los primeros meses, todos seremos felices, pero no quiero que tú lo retengas a costa de tu vida. Yo de verdad amo al niño, pero si se va, podemos volver a intentarlo. —Besó castamente sus labios y agregó—. Pero si algo malo te pasa a ti, yo me moriría, no podría soportar perderte, ¿me entiendes?
—No te preocupes, tanto el bebé como yo aguantaremos, y seremos una familia.
—En serio Bill, me destruiría perderte.
—Tranquilo Tom, si te pone más tranquilo, dejaré que las cosas fluyan, tengo tres meses para sostener al bebé, me cuidaré, pero entenderé si se va. Después de todo, te tendré a ti.
—Gracias, mi amor.
—Ahora… sé que estamos hablando de cosas serias, pero yo… —Tocó el miembro de Tom—. Yo quiero… tú sabes.
—No sé, mi amor… a ver dime… ¿qué quieres? —preguntó juguetón, tocando el miembro contrario.
—Quiero hacer el amor.
—Vaya… que directo. —Sonrió—. Ven aquí.
Se besaron apasionadamente, sus lenguas sincronizaban perfectamente. Bill deseaba a su esposo como nunca antes. No entendía por qué se sentía tan excitado, pero le gustaba.
Le gustaba escuchar los gemidos roncos de Tom. Ya no era solo él quien emitía sonidos de placer y esos ruidos lujuriosos, solo lo enloquecían más.
Tom recorrió la espalda de su marido y sus manos apretaron las redondas nalgas, haciéndole gemir. Sus miembros se frotaron y Tom se ubicó entre sus piernas. Se detuvo para sacar el lubricante del velador.
—Déjalo. —Mandó el vampiro—. Te quiero dentro de mí, AHORA.
—Claro que no, no te haré daño aunque esté muerto de deseo.
—Ese es mi hombre, siempre preocupado por mí. —Bill sonrió.
—Obvio, soy tu esposo. Ahí voy. —Anunció. Lo besó mientras lo preparaba con sus dedos y cuando estuvo lo suficientemente dilatado, lo penetró.
—Dios que rico. —Gimió el pelinegro al sentirlo dentro de su cuerpo.
Tom lo embistió con rapidez, movido por el deseo, estaban a punto de explotar. El trenzado estaba besando su cuello y, sin darse cuenta, Bill sacó los colmillos, deseando sentir el cuello de Tom, preguntándose cómo sería probar su sangre.
El orgasmo los golpeó con fuerza y con gemidos roncos. Tom abrazó a su pequeño, pero este se puso a llorar.
—Soy un monstruo, Tom.
—Mi cielo, es natural tener estos deseos.
—Quise morderte, Tom, casi lo hago. —Se sentó en la cama, cubriéndose la cara—. Y si te muerdo, te mato. Soy un animal. ¿En qué me estoy convirtiendo?
—Tranquilo, ya pasará, son solo tus hormonas. —Mintió el lobo y lo abrazó.
Pero Bill sabía que no era así, algo le estaba pasando, algo lo estaba cambiando, se estaba dejando llevar por los instintos, como los animales. Arrugó el ceño, jamás podría perdonarse si llegaba a dañar a su esposo. No podría vivir con ese karma.
Tom siguió acariciando su blanquecina espalda, hasta que ya no pudo mantenerse despierto.
& Continuará &
Wow, que fuerte para ambos, ¿no creen? Tom sabiendo la verdad y tratando de ocultarlo para que Bill no sufra. Y Bill sintiendo que se está convirtiendo en un monstruo, por querer morder a su amado esposo. Esta es una nueva jugarreta del destino. ¿Logrará separarlos, haciendo que Bill luche por el bebé hasta morir con él? ¿O logrando que Bill sucumba a su sed de sangre, y llegue a matar a Tom de una mordida? Para saberlo, hay que seguir leyendo. Y no olviden comentar para darme más ánimo. Besitos.