“Fashion” Fic Twc / Toll escrito por MizukyChan
Capítulo 15 Especial: Chantelle Vs. Gustav
Parte V Un nuevo comienzo
You made me insecure. Told me I wasn’t good enough. But who are you to judge, when you’re a diamond in the rough. I’m sure you got some things you’d like to change about yourself. But when it comes to me I wouldn’t want to be anybody else
Me hiciste sentir inseguro. Me dijiste que no era lo suficientemente bueno. Pero quién eres tú para juzgar, cuando tú eres un diamante en bruto. Estoy seguro de que te gustaría cambiar algunas cosas de ti misma. Pero cuando hablo de mí, no quisiera ser nadie más.
(Domingo, un día después de la fiesta)
El padre de Chantelle estaba con el ceño fruncido, leyendo una carta sin remitente que esa mañana había sido dejada pegada en la reja de entrada de su casa. Sus ojos se pasearon varias veces por la frase escrita allí, que decía:
“LA PRÓXIMA ES TU HIJA”
Apretando los puños, volvió a llamar a los encargados de la seguridad de su casa, obteniendo la misma respuesta de la mañana. Nadie vio nada, ni escuchó nada.
—Revisen las cámaras otra vez —gruñó—, debe haber alguna imagen del maldito.
Los tres hombres se retiraron, a tomar sus posiciones para seguir vigilando y buscando alguna señal del intruso que amenazaba a la familia Page.
Mientras, el ex marine, tomó su celular y marcó el número de su hombre más confiable.
—Tobi —le habló con la voz firme.
—Señor, ¿pasó algo? —Preguntó, notando de inmediato la inflexión en la voz de su jefe.
—Esta mañana ha llegado un anónimo, una amenaza —aclaró y el hombre al otro lado de la línea, apretó aun más el teléfono.
—¿Qué decía?
—Lo que temíamos. Que la próxima será Chantelle.
—Entonces no fue un ataque al azar. Estaba marcada —afirmó el agente—. ¿Qué sugiere, señor Page?
—Por el momento me reuniré con la policía para que analicen el anónimo, aunque a simple vista parece estar limpio.
—De todos modos, no se pierde nada con intentarlo.
—Claro Tobi. Entre tanto me encargaré de que mi hija no salga hoy de la casa, pero mañana es día de escuela, será imposible retenerla aquí —gruñó el padre de la rubia—. Ya sabes cómo es ella, además tiene una presentación la próxima semana, no faltará a las prácticas.
—Por algo es la líder de las porristas —sonrió el agente Tobi.
—Exacto. Debo protegerla, pero se espantará si estás tú detrás de ella o alguno de los otros agentes.
—¿Qué hay de Gustav Schafer? —aconsejó el guardaespaldas.
—Rechazó la oferta la última vez que le llamé —suspiró el hombre, llevándose las manos a las sienes—, creo que Chantelle le hizo alguna travesura. Y además es rico, no aceptará cuidarla por dinero.
—Bueno… hay algo que sí le importa —habló Tobi—. Este chico está muy interesado en el “caso 69”, si pudiéramos darle acceso a las últimas novedades, creo que aceptaría.
—¿Él te dijo eso?
—Sí, es un asunto personal para Gustav. Uno de sus amigos fue inyectado y sufrió de muerte cerebral —explicó Tobi—, por eso, se ha tomado este asunto tan a pecho.
—Ya veo… ¿sabes dónde vive?
—Claro.
&
Después de asegurarse de que su hija no saldría de la casa, el ex marine fue a la dirección que Tobi le entregó y llamó a la puerta.
—Necesito hablar con Gustav Schafer —pidió a la empleada, quien le hizo pasar a la sala, reconociendo al hombre frente a ella.
El padre de Gustav estaba allí, cuando el señor Page entró y saludándole, le invitó a sentarse.
—Christopher ¿qué te trae por aquí? —preguntó amablemente el hombre.
—A decir verdad, es tu hijo Edward —el otro hombre frunció el ceño, preocupado.
—¿Qué ha ocurrido? —Preguntó justo cuando su hijo entraba a la sala.
—Señor Page —le saludó con la mano.
—Hola Gustav —respondió el adulto con una sonrisa.
—¿Qué necesita? —preguntó educadamente el joven de cabello rubio.
—Ahora que están los dos, les contaré —tomó un gran suspiro y los otros asintieron—. Ya saben en cuanto al “caso 69” —volvieron a asentir—. Mi hija fue atacada hace apenas unos días.
—Gustav me contó sobre eso —comentó Edward—. Lo lamento mucho.
—Esta mañana he recibido una carta anónima, amenazando a Chantelle —contó el ex marine, con la mandíbula apretada, todo lo que dañara a su familia, le ponía de los nervios y los otros dos hombres lo notaron.
—Eso confirma que el primer ataque no fue al azar —dijo el rubio en forma muy profesional.
—Exacto Gustav, y es por eso que te necesito.
—¿Por qué Christopher?, puedes protegerla con algún agente —comentó el padre del rubio un poco preocupado.
—Mi hija no es la clase de niña que anda feliz con un gorila a su lado —dijo el hombre riendo—, es una Barbie, le gusta estar con sus amigas, ser independiente.
—Lo sé —agregó Gus con una sonrisa.
—Por eso necesito contratarte como su guardaespaldas. Tú puedes pasar sin ser notado, ni por ella, ni por los traficantes.
—¿Qué? —el padre del chico se puso de pie—. Es muy peligroso. Además, Gustav no necesita trabajar.
—Lo sé. Esto no es por dinero —comentó Page—. Sé que Gustav está interesado en el caso, y puedo ofrecerte información.
—¿Habla en serio? —los ojos del rubio brillaron, esto era lo que él quería desde un principio.
—Yo no bromeo con esto, chico. Aunque debes saber que toda esa información, tiene carácter de confidencial, debes respetar eso.
—Me niego —interrumpió el padre—. No puedo arriesgar a mi hijo.
—Edward, tú hijo noqueó a uno de los atacantes, y gracias a eso, lo pudimos detener, está funcionando mejor que la policía misma —dijo con orgullo, si el chico fuera mayor, sin duda le habría ofrecido trabajo en su agencia.
—Acepto —susurró el chico.
—Gracias.
(Lunes, tres días después de la fiesta)
La joven rubia fue trasladada a la escuela por uno de los agentes de su padre, sin poder decir nada al respecto. Pero tan pronto llegó a su destino, corrió en busca de sus amigas, olvidándose del hombre y de su anterior ataque.
—Chanty —gritó Romina abrazándola—. ¿Estás bien? No pudimos hablar contigo el fin de semana, ¿qué pasó, estuviste presa junto a Gustav?
—No, tranquila, estoy bien —respondió ella sonriendo.
—Hey, ¿qué es eso? —preguntó Jenny, señalando su frente, a pesar del maquillaje, el golpe que recibió en el ataque, aun estaba ahí.
—Oh… es cierto, no les he contado nada.
Y así, el grupo de las rubias se sentó en el césped del frente de la escuela, escuchando atentamente el relato de la líder, sobre su ataque y cómo Gustav la había rescatado y además, lo que ocurrió después de la fiesta, llegando a la parte que le hacía hervir la sangre.
—Y quiero saber ¿quién demonios habló sobre la apuesta? —gruñó a todas las chicas, que le miraron atemorizadas, ella podía ser una fiera cuando se metían en sus planes, sobre todo si tenían relación con su apuesta con Bill Kaulitz.
—Ninguna de nosotras es tan tonta para decir algo Chantelle —dijo otra chica, en forma casi despectiva.
—Heidi seguramente fuiste tú —dijo la rubia furiosa, todas sabían que Heidi ambicionada el puesto de líder de las porristas.
—Claro que no, no tienes ninguna prueba para acusarme —se defendió la otra rubia, poniéndose de pie y saliendo del grupo.
—Esa estúpida —frunció el ceño—, quiero que la vigilen —pidió a Romina y Jenny, sus más fieles amigas, quienes de inmediato asintieron.
&
Por su parte, Gustav ya le había contado todo a su amigo Johnny, para que este tomara las precauciones necesarias para regresar solo a casa y cuidarse de los posibles integrantes de la banda de traficantes.
—¿Comenzarás hoy? —le preguntó el chico, guardando sus cosas en el bolso.
—Sí, me quedaré, ella tiene práctica con las porristas después de clases.
—Bien, me voy entonces. Suerte con la fiera —le dijo guiñándole un ojo.
—No seas tonto —le palmeó el hombro y se fue con dirección al estadio, detrás de la escuela.
Se ubicó entre las gradas para no ser visto por las rubias. Vigiló a todos los jóvenes que se hallaban practicando, debía reconocer todos los rostros, por si alguno de la banda se había infiltrado en la escuela.
Un corredor solitario le llamó la atención, no lo reconocía, pero el entrenador le daba instrucciones, así que debía ser alguien de allí. Escuchó su nombre: Tom. Hizo una nota mental de averiguar más sobre el tal Tom.
Ya había pasado la hora de la práctica y vio como las chicas tomaban sus cosas para retirarse. Fijó la vista en Chantelle, quien tenía las mejillas sonrojadas por el cansancio, se veía hermosa al natural, no con todo el maquillaje que siempre la cubría. Pero sus manos se hicieron puños, cuando la vio caminar coquetamente hacia corredor misterioso, sonriéndole y conversando animadamente.
«¿Por qué me siento así? Ella no es nada mío, ¿por qué entonces me siento celoso?» Pensó y rápidamente sacudió la cabeza.
Aquel Tom y ella siguieron conversando hasta salir del estadio. Ella le dio un beso en la mejilla y él se retiró a los vestidores. Justo en esos momentos, recibió una llamada telefónica.
—Hola —respondió molesto, no le gustó la idea de que la rubia lo hubiese cambiado tan pronto, no había pasado ni una semana de la fiesta y él ya era historia para la chica.
—Gustav, tenemos problemas —dijo Tobi al otro lado.
—¿Qué ha pasado?
—Hubo un accidente y el tráfico se suspendió. El auto que debía recoger a Chantelle, está atrapado en la calle.
—¿No me dirás que fue su auto el accidentado? —preguntó con el pánico creciente en su voz.
—Así es. Pero no debes decirle nada a ella —le mandó el guardaespaldas.
—¿Y qué hago? Ella acaba de terminar su práctica con las porristas y sus amigas ya se fueron —explicó el rubio.
—Debes traerla tú. Pero no tomes las rutas conocidas. ¿Conoces alguna otra forma de llegar?
—Sí.
—Gustav… —el hombre dudó un momento en el teléfono—. Si fuera posible…
—¿Qué?
—¿Podrías retenerla por lo menos unas dos horas?
—¿Qué?
—Su padre está herido, no queremos asustarla —dijo con la voz grave.
—Comprendo. Déjamelo a mí —cortó la llamada y suspiró—. Esto es más grave de lo que pensé —susurró.
Tomó su bolso y corrió hasta la chica, que esperaba en el estacionamiento por su padre. Apenas sintió los pasos, Chantelle giró asustada y dio un suspiro al reconocerle.
—Gustav, me asustaste.
—Lo siento, no fue esa mi intención —dijo él levantando las manos, como rindiéndose.
—¿Por qué estás en la escuela tan tarde? La mayoría ya regresó a sus casas —dijo ella en forma casual, limpiándose el polvo de su faldita de porrista. De algún modo, cada vez que estaba con el rubio, ella se sentía desnuda.
—Es cierto, casi todos se fueron ya, pero yo… te estaba esperando —dijo el chico y le brindó una sonrisa cálida—. Quiero mostrarte un lugar.
Ella se emocionó y mostró sus blancos dientes en una radiante sonrisa, pero luego la ocultó al ver la hora en su celular—. Lo siento Gus, pero deberían venir por mí.
—No, hablé con tu padre y me autorizó a llevarte conmigo unas horas —volvió a sonreír—. La pregunta es, ¿quieres venir?
—Sí —respondió ella, sintiéndose tímida.
—Bien. Vamos en mi moto —le extendió la mano y ella sin dudar la tomó.
&
Después de media hora de viaje, Gustav detuvo la moto en un lugar de mucha vegetación, la chica se sentía en el país de las maravillas, acostumbrada a la tecnología de la ciudad, no pensó que existiera un lugar semejante.
—¿Qué es esto? —preguntó ella, mirando con grandes ojos todo a su alrededor.
—Ven, aún no has visto nada —dijo él quitándose el casco y colgándolo en el volante de la moto.
—Esto es hermoso —susurró ella, siguiendo al rubio, sin soltarle la mano.
—Aquí está —Gus señaló un enorme cartel que decía refugio de animales.
—Wow. Yo creí que los refugios eran sólo las perreras.
—Las perreras son horribles —gruñó el rubio. Y la llevó hacia el interior—. Hey, Peter —saludó a un anciano que acariciaba a un gatito negro, con mechones claros en la cabeza.
—Gustav, que bueno verte por aquí —le respondió el viejo con una sonrisa—. ¿Y quién es la linda señorita?
—Ella es mi amiga, Chantelle Page.
—¿La hija de Christopher? —el rubio asintió—. Que hermosa niña —le alabó el hombre.
—Gracias señor —dijo ella, sonrojándose.
—¿Eres novia de Gustav? —preguntó al ver sus manos unidas.
—Oh… —ella sonrió nerviosa, pero fue el chico quien contestó.
—No Peter. Yo sólo la estoy cuidando —ella le miró con desconcierto, pero lo ignoró.
—¿Por qué no le muestras el lugar? —le sugirió el anciano.
—Si no te molesta.
—Claro que no, vayan.
Con las manos unidas, los chicos comenzaron a avanzar por el lugar. Había rejas para separar a las distintas especies, pero tenían espacio suficiente para ser felices dentro de ellas.
—Mira esos gatitos —dijo la chica totalmente melosa—. Son adorables.
«No tanto como tú» Pensó él al ver el bello perfil de la chica.
—¡Hay conejos! —gritó fascinada al ver otra de las rejas.
Gustav la seguía por todos lados como un perro fiel, sonriendo al ver a la “fiera”, completamente domesticada por la ternura de los otros animalitos. Cuando llegaron a un claro, se sentaron en una banca y respiraron el delicioso aire perfumado con las diferentes especies de flores del lugar.
—Gracias, Gus —dijo ella tomándole la mano y acariciándola con el dedo.
—¿Por qué me agradeces? —preguntó él, sin retirar la mano.
—Por haberme traído a este lugar maravilloso —respondió ella mirando a su alrededor—. Y por…
—¿Por…?
—No lo sé… ¿me perdonaste? —Preguntó directamente.
—¿Acaso me has hecho algo? ¿Por qué tendría que perdonarte? —dijo él fingiendo indiferencia. Ella le golpeó el hombro juguetonamente.
—Por la apuesta.
—¿Quieres que sea sincero, Chantelle? —Preguntó él, seriamente, mirándola directamente a los ojos. Ella asintió y se mordió el labio—. No tengo la menor idea de lo que se supone que es la apuesta.
—¿Eh?
—Sé que hiciste una apuesta con Bill Kaulitz, eso te lo dije, lo escuché, y en esa apuesta, yo soy la víctima —ella asintió—, pero no sé de qué va la apuesta.
—Oh…
—Así que si no quieres que esté enojado para siempre contigo, me dirás la verdad ahora mismo —dijo él amenazante, aunque en verdad a él no le importaba en absoluto esa dichosa apuesta.
Sin embargo, la chica estaba aterrada y muy nerviosa, se tiraba la pequeña faldita, para tratar de cubrir sus piernas y miraba entre el suelo y Gustav, hasta que finalmente le miró y asintió.
—Es algo realmente tonto, Gus, y me odiarás de todos modos, así que creo que lo mejor es que no te lo diga —dijo ella, bajando la mirada.
—Sé que todas las cosas entre tú y Bill son estúpidas, Chantelle, así que no creo que me vaya a molestar —asumió él y luego se puso de pie—. Pero si quieres seguir en mala frecuencia conmigo, mejor nos vamos.
—¡No! —dijo ella rápidamente—. No quiero.
—¿Qué no quieres? —preguntó el rubio, alzando una ceja. Se quitó los lentes y cerró los ojos, suspirando, esta chica era realmente un problema.
—¡Rayos Gustav! —dijo golpeando su bolso—. ¿Por qué eres así? ¿Por qué no…?
—No caigo bajo tus encantos —terminó la frase él.
—No quise decir eso.
—¿A no?
—No. De todos modos, tú eres muy diferente a los chicos con los que salgo —dijo ella decepcionada.
—Porque no soy un modelo de “Ken”.
—Deja de compararme con una muñeca —dijo ella indignada.
—Pero eres una muñeca, mírate Chantelle, eres… hermosa —susurró la última palabras, pero ella le escuchó y poniéndose de pie le abrazó.
—Gus… —él correspondió el abrazo por unos segundos y luego la alejó.
—¿Quieres regresar?
—Aun no. La verdad es que me gusta mucho este sitio, es muy tranquilo.
Se volvieron a sentar en completo silencio, suspirando de vez en cuando. Chantelle pensaba qué pasaría realmente si Gus se enterara de qué iba la apuesta y luego se preguntaba si era cierto que el rubio la encontraba “hermosa”.
Gustav por su parte, repasaba mentalmente la conversación que había tenido con Tobi esa tarde, si los traficantes habían planeado un ataque al vehículo que transportaría a la rubia, entonces ellos estaban mejor organizados de lo que la policía creía, lo que suponía mayor riesgo para la chiquilla a su lado. Giró el rostro para verla y suspiró, era muy linda, tonta, pero muy linda. ¿Quién querría dañar a una joven así? Nadie, era un golpe contra su padre, aquellos delincuentes no medían las consecuencias de sus acciones y no les importaba cuantas personas cayeran en el proceso, ni tampoco pensaban en las familias que destruían con su “negocio”.
—¿Qué te ocurre? —preguntó la chica al ver que Gus no dejaba de verla.
—Estoy preocupado por ti —confesó el chico.
—¿Lo dices por el ataque? —él asintió—. Eso ya pasó.
—¿Y qué pasaría si no es así? ¿Qué harías si vuelven a atacarte? —ella puso cara de pánico y sacudió la cabeza.
—Papá me protegerá.
—No tengo duda de ello, Chantelle. Pero creo que los malos querrán atacarte, justamente para castigar a tu padre.
—¿Crees realmente eso? —preguntó ella, temerosa.
—Sí lo creo.
—Gus… —ella le tomó ambas manos—. ¿Podrías… podrías cuidarme? —pidió ella con la voz temblorosa—. Podría pagarte, no sé, algo.
—Soy rico también, Chantelle, no necesito dinero.
—Lo sé, pero tú, tú eres fuerte, ya me salvaste una vez —lo miraba con ojos suplicantes—, no quiero que me droguen Gus. Sería horrible si me convierten en una adicta.
—Lo sé —soltó sus manos y abrazó a la chica—. Ya lo viví con mi amigo y no podría desearle a nadie algo así.
—Ayúdame, Gus, por favor —dijo ella en su pecho.
—Lo haré, siempre y cuando me obedezcas.
—¿Hablas en serio? —se soltó para mirarle.
—Sí, con estas cosas yo no bromeo.
—Lo haré, Gus, haré todo lo que me digas, te lo prometo.
—Bien.
& Continuará &
¿A Gus le gusta la rubia? ¿Y qué le pedirá para ser su protector? Se vienen cosas interesantes. No se pierda la continuación.