15: Verdades

Minotaurus. Temporada I

Capítulo 15: Verdades

— 18 años —

El hombre miró por toda la calle en busca de algo extraño y al no hallarlo, cerró la puerta. Al entrar, se dirigió hacia la ventana y corrió las cortinas. Descolgó el teléfono y les invitó a sentarse.

¿Están bien? —Fue lo primero que preguntó.

Tom necesita comer —dijo de inmediato el pelinegro, preocupado del bienestar de su pareja e hijo.

Claro, claro, el bebé —Sonrió el adulto, ganándose una respuesta similar de parte de los G’s—. Los felicito. Pondré la olla, mientras conversamos un poco. ¿Me acompañan a la cocina?

Los jóvenes le siguieron. Veían como el hombre se movía con rapidez por toda la enorme cocina. Tom no pudo evitar, sentir nostalgia de la cocina de su departamento, lugar al que tal vez nunca podría regresar.

¿Vives solo? —preguntó el rubio, al saber por experiencia propia, que sólo hombres, solos aprendían cocinar.

Sí. Cuando Jorg se llevó a Simone, le juré que siempre la esperaría, esa es la razón, por la que continuo solo. —contestó el hombre, soltando un suspiro, que tensó a Tom.

¿Por qué harías una promesa como esa, Gordon? —preguntó el de trenzas, buscando sentarse, la tensión lo estaba matando.

El adulto se detuvo y miró al joven, quien le devolvió la mirada con la misma intensidad.

Ella no te dijo nada, ¿cierto? No te ha contado sobre mí —Suspiró el hombre, debió haber imaginado que ella guardaría esa clase de información.

¿Eh?

Yo amaba a tu madre, Tom —Gordon, siguió mezclando unas cosas en la cacerola—. Aún la amo como el primer día.

Pero, ella es…

Una Taurina, lo sé —Confirmó, paseando la mirada por los cuatro jovencitos—. Siempre lo supe, bueno, no siempre. Es una larga historia.

Tenemos tiempo, Gordon —agregó el pelinegro, cogiendo la mano temblorosa de su “Mate”.

Ahora comprendía por qué Simone quería que fueran hasta ese lugar apartado del mundo. Esta historia le daría a Tom la respuesta que siempre estuvo buscando. La verdadera razón del odio de su padre contra él.

Sin dejar de revolver, el adulto comenzó a relatar.

Me mudé aquí con mis padres hace mucho tiempo —dijo suspirando—, yo tenía sólo diez años. Mis vecinos eran adolescentes, mayores que yo y la única chica de mi edad, era la dulce Simone. Ella tenía nueve —Sonrió al recordar su rostro infantil.

A esa edad ella vivía con la abuela —comentó el trenzado—, pero no vivían aquí. No reconozco este lugar.

Me mudé hasta aquí, más que nada por ti, Tom, porque Simone sospechaba que tú y tu “Mate” eran los elegidos —Les miró con dulzura—. Ella desconfiaba de Jorg, sabía que él, no tendría problemas en entregarlos a los líderes del Clan. Planeamos esto hace un tiempo, cuando tú fuiste al Laberinto del Minotaurus, en la isla de Creta.

Mi padre no era el único paranoico —Bromeó el rubio, pero recibió un codazo de parte de Geo—. Lo siento.

Continúa, por favor —Pidió el pelinegro.

Bueno… déjame pensar… cuando éramos niños, siempre jugábamos por todos lados, hasta que ella recibió la marca en su brazo —El hombre suspiró resignado—. Un día la encaré y le pregunté por qué había cambiado tanto. Solía molestarla, diciéndole que tenía su período y por eso había cambiado tanto, pero no era eso —Volvió a suspirar—. Ella me explicó lo del clan, por supuesto no le creí, y seguimos siendo amigos.

La marca aparece a los trece y a los catorce es la primera “reunión” —comentó el castaño, tratando de acelerar la historia.

Exacto Georg.

¿Cómo sabes mi nombre?

Tengo fotografías de ustedes cuatro. De lo contrario, no los habría dejado entrar —agregó Gordon con una sonrisa—. No me he mantenido con vida todos estos años, por ser alguien confiado, chicos.

¿Te han amenazado? —preguntó el de trenzas un tanto preocupado.

Tu padre jovencito. Él siempre supo que Simone y yo nos amábamos, así que siempre he tenido que cuidarme las espaldas.

Tom maldijo por millonésima vez a su padre. Era un hombre amargado y siempre había interferido en la felicidad de sus seres queridos.

Mi querida Simone vino llorando un día y me contó que debía ir a la “reunión”, donde debía entregar su virginidad a alguien de la manada, para buscar a su “Mate” —Sin poder evitarlo, Gordon apretó los puños—. Aquella noche lloramos juntos, pero no había nada que un par de mocosos como nosotros pudiéramos hacer contra un clan como ese.

¿Qué hizo mamá?

Ella fue. O más bien, la llevaron.

«Como a mí» Pensó el trenzado.

Ella me contó que se había escapado y ocultado en el bosque y que nadie la había tocado, pero que no podría hacerlo por siempre. Así que le prometí, que la protegería —Suspiró—. Pero no había nada que yo pudiera hacer, y peor aún, me enamoré perdidamente de ella.

Ella es así, demasiado entrañable —Le alabó el trenzado.

Pero el destino nos seguía acosando y el tiempo se nos acababa. Cuando cumplió los quince, debía ir nuevamente a esas orgías. Y para evitar que lo hiciera sólo por instinto, ella y yo…

No lo digas por favor —Tom se cubrió los ojos. Amaba a su madre, pero no quería tener ese tipo de imágenes mentales. Mamá + sexo era “no way”. Sus amigos rieron.

Bueno, el asunto es que Simone, estuvo escapando de sus encuentros por cuatro años, hasta que Jorg la descubrió. Ese hombre… —Gordon estaba completamente furioso y Tom comprendió que su padre sólo habría podido tomar a Simone por la fuerza, más odio contra él surgió en su pecho.

Es un maldito —Gruñó Tom, y su pareja le confortó golpeando suavemente su hombro.

El problema es que la embarazó y haciendo uso de su potestad dentro del clan, se la llevó de aquí. Cuando yo podía, viajaba hasta Berlín y nos encontrábamos en algún café, pero dejé de hacerlo cuando noté que él la golpeaba. Sabía que era por mi culpa, así que sólo nos hablábamos por teléfono. Además, nosotros no podíamos tocarnos, por su bebé.

Es por eso que Jorg nunca la perdonó —dijo el trenzado—, porque nunca te olvidó, nunca lo amó.

¿Y quién podría? —Agregó Bill, molesto—. Si hace todo con violencia, es justo que se quede solo.

Y luego comenzó con los maltratos hacia mí.

Lo lamento mucho, Tom —dijo el adulto, con sinceridad—. Lo que ocurre es que Jorg, siempre desconfió de su paternidad. Él siempre creyó que tú eras mi hijo y no suyo.

¿Y es posible?

No lo sé. Nunca lo comprobamos —agregó el hombre—. La comida está lista. Vamos a alimentar a ese pequeñín —dijo con una sonrisa.

Pese a la tensión del relato y a la pregunta que quedó en el aire. Los jóvenes se sentaron en la mesa, contentos de poder compartir una comida juntos, aún vivos y a salvo.

&

Mientras, en algún sitio oculto, en Berlín. Varios miembros importantes del Club Bohemio residentes en Europa, tomaban el té, con un deje de angustia, por la premura con la que fueron citados aquel día. Pese a todos los compromisos, que empresarios como ellos tenían, ninguno tenía el valor de negarse a asistir a una reunión con el líder del Clan Taurino.

¿Dylan? —llamó uno, dejando su taza de lado.

Señor —respondió cordialmente, la mano derecha del líder.

Llevamos aquí más de media hora —dijo, checando su reloj, haciendo alusión al tiempo que llevaban allí esperando. Recordándole que “El tiempo, es dinero”.

Oh, no se preocupe, el señor Phillips está en estas instalaciones —comentó el más joven—. Llegará en unos cuantos minutos.

Está bien. Gracias Dylan —respondió en forma, igual de cortés el mayor. Si Phillips estaba allí, y estaba tardando, lo más probable entonces, sería que no los necesitaran. Ya que el líder acostumbraba a resolver los problemas en forma autónoma.

Transcurrieron quince minutos más y por fin, las grandes y brillantemente labradas puertas, se abrieron, dejando pasar a Phillips, con el rostro ligeramente sudoroso y una expresión, que mostró a todos los presentes, que había problemas.

Señores —dijo a modo de saludo, a los allí reunidos—. Tengo malas noticias.

Incluso el joven Dylan Rog, se tensó con esas palabras. Y procedió a hacer señas a los empresarios, para que procedieran a tomar ubicación, en torno a la enorme mesa de conferencias. Ubicándose él mismo, al lado derecho del líder.

Lamento el retraso —habló por segunda vez el hombre.

¿Qué ha ocurrido, señor? —preguntó Dylan, siendo el vocero de todo el grupo.

Hemos tenido la deserción de dos miembros muy importantes de nuestro equipo de seguridad —Comenzó Phillips con su explicación.

¿Se refiere a Tobi y a Saki? —cuestionó el joven a su lado.

Si los contamos a ellos también, entonces nuestros desertores serían cuatro en total —agregó el líder, y un gran murmulló se dejó oír en todo el salón—. Les explicaré, señores.

¿Saki y Tobi? —No paraban las voces en sus susurros.

¿Se habrán reunido los “siete”?

¿No son ellos, parte de los “siete”? —se oyó por ahí.

Señores, por favor —Pidió Dylan, tratando de calmar a los presentes, aunque él mismo, sentía que su pulso se aceleraba.

Estimados miembros —Comenzó Phillips—. Hace ya un par de años, que reclutamos a un grupo de excelente agentes para resguardar la seguridad de nuestro Clan —Los miembros, asentían al oír y recordar a cada uno de los guardaespaldas—. Eran tan buenos, que dos de ellos, cambiaron sus nombres, por los dioses de Asgard.

Thor y Loki —comentó uno de los presentes, acariciando su cabeza calva.

Exacto. Otros dos fueron Saki y Tobi. También, excelente soldados —Secundó Phillips, arrugando el ceño. Ellos, sin duda, eran también, una gran pérdida para el Club Bohemio.

¿Fueron? ¿Fueron? —Intervino otro de los hombres—. ¿Acaso ellos…?

¿Están muertos? —preguntó uno de cabello casi platinado.

Sí, Bayrond —respondió, prontamente el líder—. Murieron por amotinarse contra toda la manada y ayudar a los padres del “elegido” a escapar de nuestra “protección” —dijo golpeando la mesa, como si aquella traición fuera una afrenta personal. Siendo que todos los empresarios, sabían que Phillips utilizaría al “bebé elegido” sólo con fines económicos, y no con devoción, como debía ser tratado, el hijo del dios Minotaurus.

Continúe, por favor, señor Phillips —Pidió Dylan, moviendo sus manos, para acallar a los presentes.

Señores, como decía. Saki y Tobi han muerto —Su ceño permanecía completamente arrugado, en una clara señal de molestia—. Y nuestros queridos Thor y Loki han desertado —Un nuevo murmullo se dejó oír—. Al parecer, aquellos que ustedes conocen como “El grupo de los siete”, tenía un plan. Ellos… —Sus manos se hicieron puños—. Ellos estaban bajo nuestra jurisdicción, porque tenían planes de sacar a los padres del elegido de aquí. Ellos planeaban utilizar al bebé elegido, para su propio provecho.

Su mentira era descarada, y cada uno de los presentes, incluido su fiel sirviente Dylan Rog, sabía aquello. Sin embargo, nadie osó a decir nada, ni siquiera cambiaron sus semblantes. Allí, cualquier movimiento facial, sería tomado como una señal de lealtad o traición. Phillips escrutó cada uno de los rostros, conforme con el resultado. Todos temían demasiado al poder del Clan, nadie se declararía en “guerra” contra el líder, porque eso conllevaría la inminente muerte de él y su familia.

Está demás solicitarles —Volvió a mirarlos, casi retándolos—. Si tienen algún dato o informe sobre cualquiera de los “siete”, y los Kaulitz, deben reportarlo de inmediato. Si omiten información importante, serán considerados “traidores a la causa”. Pueden retirarse.

Cada uno de los presentes, volvía a respirar, tratando de que el oxígeno, efectivamente llegara a sus pulmones. Si debían ser sinceros, ninguno quería ayudar al líder. Pero si alguno entregaba información valiosa, las recompensas también serían muy suculentas. Y siempre era preferible, estar del lado de los gobernantes.

Se retiraron en silencio, bajando la cabeza, en señal de respeto hacia el líder.

Cuando por fin, el cuarto de conferencias quedó vacío, Dylan sirvió dos copas de whiskey y las puso en la mesa, frente a Phillips, sentándose a su lado.

¿Qué ocurrió, señor? —preguntó, sabiendo de ante mano, que la información entregada a los empresarios, había sido parcializada.

Thor y Loki huyeron de las instalaciones —afirmó el mayor.

¿Qué hicieron?

Nos han dejado ciegos —dijo con los dientes apretados y volviendo a empuñar las manos—. Los malditos cabrones… —Trató de respirar con normalidad—. Ellos, anularon nuestros satélites espías.

¿Cuáles? —Pidió más detalles.

Los aeropuertos —respondió sencillamente el líder, tomando de un trago, todo el contenido de su vaso—. Todos los malditos aeropuertos del mundo.

Entonces los Kaulitz saldrán de Alemania —Asumió el pelinegro.

No estamos seguros, Dylan. Quizás todo sea una trampa. Tal vez quieren exactamente, que pensemos eso, para que les busquemos en cada pequeño país del planeta, mientras ellos se esconden bajo nuestras propias narices ¡¿Quién demonios puede saberlo?! —Gruñó el líder, completamente fuera de sí.

Señor —susurró Dylan, como un perro asustado, cuando su amo le da un golpe. Esta era la primera vez que veía al líder así de desesperado y debía admitir, que le atemorizaba.

¡Esos malditos! ¡Perros traidores! —Casi gritó, lleno de ira e impotencia—. ¿Cómo no me di cuenta antes? —Se hundió en su sillón y miró su vaso vacío.

Lo siento, señor —Se disculpó el más joven, aun cuando nada de eso, era su culpa.

Debí saberlo, Dylan. Debí ver las señales. ¿Qué haré ahora? —preguntó y miró a su sirviente con ojos suplicantes.

Debemos encontrar al resto de los “siete” —comunicó, como si fuera obvio.

Eres muy ingenuo Dylan —Sonrió el mayor—. Primero que todo, todo el mundo los conoce como “Los siete”, pero en realidad, siempre conocimos sólo a seis de ellos. El “siete”, nunca existió. Y pese a todas las preguntas que pudimos haberles hecho, nadie reveló el paradero de ese “séptimo” integrante —Completó el líder.

Aun así, señor. Debemos intentar contactar con los otros miembros —Agregó el pelinegro—. Si es que todavía están vivos, debemos dar con su paradero, y ver si Thor y Loki están conspirando con ellos.

Tienes razón —Phillips se puso de pie y llenó su vaso de licor—. Descontemos a Saki, está completamente muerto.

¿Y qué pasó con Tobi? —cuestionó de inmediato el más joven—. Creí que también estaba muerto —agregó, para aclarar su punto.

Según me informaron, le dispararon y lucía muy mal herido, pero no han encontrado su cadáver… aún.

¿Han buscado ya en… —No alcanzó a terminar, pues el líder le cortó un poco molesto.

Claro que han buscado Dylan, no son niños pequeños. Todos nuestros agentes, son profesionales.

Lo siento señor —Bajó la mirada, y empuñó las manos.

No lo han encontrado. Seguramente está muerto, es sólo cuestión de tiempo hasta dar con su cuerpo —Continuó el hombre, calmando un poco, el tono de su voz. Después de todo, Dylan no tenía la culpa de la ineptitud de sus otros sirvientes.

Sí señor.

En cuanto a Thor y Loki, no tenemos ninguna pista —El hombre se apretó las sienes con sólo una mano y volvió a sentarse—. Son demasiado listos.

Los dioses de Asgard.

Los dioses de la tecnología —Corrigió el líder—. Malditos cabrones, quizás tienen saboteados todos nuestros sistemas, por eso pidieron esos puestos en particular —Gruñó con los dientes apretados y luego, le dio otro trago a su whiskey.

Tenemos a cuatro de los “siete”. ¿Qué hay de los otros dos? —preguntó el moreno. Él no llevaba tanto tiempo en ese puesto y no estaba al tanto de los asuntos previos a su participación como asistente del líder.

Anis y Sam —explicó Phillips, suspirando—. Fueron expulsados, exiliados de la manada, por diferentes motivos.

¿Y por qué están vivos? —Dylan preguntó curioso, ya que si alguien era expulsado, pronto fallecía por alguna clase de “accidente”.

Fueron agentes ¿recuerdas? —agregó con ironía, como si eso lo explicara todo—. Nadie pudo encontrarlos. Prácticamente, se los tragó la tierra.

¿Y sus “Mates”?

Se desvanecieron junto a ellos —Terminó su trago.

Bueno señor, parece que estamos jodidos —Anunció Dylan, terminando también su propio trago.

Daré la orden de que sigan investigando, si damos con Sam o Anis, entonces, los tendremos —comentó el hombre—. Buscaremos en todo el bendito mundo.

Bien, señor.

&

Dos días después de aquella reunión especial del Club Bohemio, el líder pidió una audiencia con Jorg Kaulitz, a quien habían tenido recluido, por causa de su “locura temporal” al enterarse de que Tom, junto al hijo de su peor rival, eran los padres del “elegido”.

Dylan observaba de reojo a Jorg, mientras esperaban la llegada del señor Phillips a su oficina personal. El pelinegro, se preguntaba qué le pudo haber ocurrido a ese hombre, que siempre mostró señales de lucidez y ambición, para haberlo convertido en un hombre temeroso, con apariencia de “demente”. Si tenía suerte, el mismo líder le preguntaría a Kaulitz sobre eso.

Buenos días —Saludó el hombre, entrando al despacho, y sentándose frente a ambos, en su hermoso y costoso sillón.

Señor —Su siervo respondió el saludo, pero Jorg, no levantó la vista, seguía perdido en sus zapatos, mordiendo ligeramente sus uñas.

¿Jorg? —Le llamó con la voz calmada—. ¿Jorg, puedes escucharme? —preguntó como si se tratara de un niño. El aludido levantó la cabeza, con claras muestras de temor.

Ellos me matarán —susurró y volvió a esconder la mirada.

¿Lo han torturado? —preguntó un tanto molesto.

No señor. Él llegó en ese estado, gritando que los elegidos le matarían —Explicó Dylan—. Tuvimos que usar mucho tacto, para poder saber que se refería a los Kaulitz jóvenes, señor.

Bien —Phillips miró a Jorg con lástima, y a la vez, podía entrever cuál había sido la razón por la que perdiera el juicio—. Jorg, cuéntame ¿Quién quiere matarte?

Ellos —Fue la única respuesta, en forma de susurro.

¿Quiénes son ellos? —Insistió el líder.

Los escogidos por el toro —El hombre levantó el rostro—. Pude ver al mismísimo Minotaurus detrás de Kaulitz hijo, me odia… pude ver que… ya estaba escrito… moriré en sus manos.

Tanto Dylan como Phillips, contenían el aliento. Ambos habían escuchado rumores, antiguas historias, que relataban cómo personas importantes habían perdido la cordura por haber tenido encuentros con el dios Minotaurus. O se habían vuelto paranoicos, al haber recibido alguna visión como la que contaba Jorg, una visión en la que se anunciaba tu muerte, por no haber sido un siervo fiel del toro. Sintieron lástima por Jorg, pero… como buenos empresarios, sacarían provecho de aquella información.

Jorg —habló el líder—. ¿Te gustaría vengarte de los Kaulitz? —Tentó el hombre, y utilizó a propósito, el apellido de los chicos, no mencionando que uno de ellos, era su propio hijo, Tom Kaulitz.

Yo… no lo sé —Jorg miró temerosamente a Phillips, quien le ofrecía una cálida y paternal sonrisa—. ¿Qué cree que deba hacer? Usted es el líder.

Esa era justamente la respuesta que Phillips esperaba. Su sonrisa se tornó en una mueca de satisfacción y prosiguió.

Jorg, creo que debes tomar al toro por los cuernos.

¿Eh? —susurró el hombre, sorprendido.

Lo que quiero decir Jorg, es lo siguiente. Los Kaulitz son los traidores enemigos del Clan —Mostró enojo en su mirada—. Y si el Minotaurus te llevará a la muerte por causa de ellos, entonces lo mínimo que debes hacer, es… —Tomó aire mientras Jorg contenía su respiración—. Debes ¡Matarlos! —Gruñó fuertemente, sobresaltándolos, tanto a Jog como a Dylan.

¿Señor? —El hombre no podía creer, lo que sus oídos escuchaban.

¡Mátalos Jorg! Mata a los traidores, antes de que ellos te maten a ti.

Sí señor —dijo, enfocando su mirada.

De pronto todo el temor inicial, se había convertido en una mirada de odio. Era increíble, la capacidad que tenía Phillips, de influir en la mente de las personas.

¿Dónde están ahora, Jorg? ¿Lo sabes?

La perra de su madre los ayudará, señor —Anunció él, llevando toda su ira, contra la mujer que nunca le amó.

Simone está vigilada, Jorg. Los Kaulitz no la han visitado, ni han hablado con ella por teléfono —Intervino Dylan, pues estaba al tanto de esa información.

El amante de Simone, seguramente él los tiene ocultos —Agregó él, apretando los puños y mirando hacia la ventana, lleno de odio—. Gordon, en Loitsche —susurró.

Eso es suficiente —dijo el líder—. Ve a tu casa Jorg y enséñale a tu mujer, que los Taurinos no deben tener amantes —Su voz cargada de veneno, erizó los bellos en la nuca de Dylan, quien de inmediato pensó en lo peor.

Sí, señor.

Continuará…

OMG ¿Qué le hará el desgraciado de Jorg a Simone? Además el estúpido está “demente”. Tiemblo de miedo. Además, ahora ya reveló el nombre de Gordon y el nombre de la ciudad ¿Los encontrarán allí? ¿O ya se habrán ido al extranjero? No se pierdan la continuación.

Escritora del fandom

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