Saludos, gente bella, hoy veremos qué ha pasado con Bill y qué puede hacer él para ayudarlo. ¿Por qué el título menciona a Manuela? ¿Cómo regresará? Espero les guste el capítulo.
«Manuela en Navidad» Fic Toll de MizukyChan
Capítulo 2: El regreso de Manuela
Dada la extraña condición de Bill, la doctora Wilson llegó a la casa de Tom en menos de una hora.
—Gracias por venir —dijo rápidamente el rastudo, guiando a la mujer hasta la habitación, porque pensó que sería más cómodo para Bill, descansar en su cama.
—¿Qué le ha pasado? —Preguntó ella, al notar el estado febril del pelinegro.
—No lo sé. Ayer estaba bien y esta mañana, ni siquiera ha abierto los ojos.
La mujer lo revisó y tomó unas muestras de sangre—. Creo que está sufriendo un shock anafiláctico.
—¿Qué rayos es eso? —Preguntó Tom, con las manos en la cabeza.
—Es una crisis alérgica, más fuerte —respondió la mujer.
El rastudo se detuvo en seco y dijo—. Ayer, estornudó. Nunca lo había hecho, pensé que era gracioso, pero no pensé que…
—Tranquilo, Tom. Esto no es tu culpa —dijo Kathlyn rápidamente, al ver que Tom se desmoronaba por los remordimientos—. Dime, ¿qué lo hizo estornudar?
—El árbol de Navidad, el pino. Oh, Dios y anoche dormimos en la sala —gruñó y se tiró las ratas, dolorosamente.
Kathlyn se levantó y sujetó los brazos de Tom, siendo parásito, ella tenía mucha fuerza y lo obligó a detenerse—. Mírame, Tom. No me serás de ayuda si no te calmas —el rastudo asintió con lentitud—. Bien, escúchame…
Guió a Tom hasta el borde de la cama y lo obligó a sentarse, entonces se agachó para hacer contacto visual y dijo—. Ya me ha tocado atender parásitos enfermos.
Tom abrió grandemente los ojos—. Pero yo creí que ustedes…
—Somos perfectos, lo sé. Sin embargo, cuando cumplimos más o menos un año en este planeta, nuestras funciones orgánicas se debilitan y nos enfermamos —explicó la mujer.
—¿Bill está enfermo? Pero él es humano… no…
—No, Tom. El cuerpo de William es humano, Bill continúa siendo un parásito.
—Pero no ha vuelto a usar sus habilidades —lo defendió el chico.
—Lo sé, era parte de su plan desde un principio, salvarte y unirse al cuerpo de William, sin interferir en sus procesos naturales, nunca pudo conectarse con William de la forma en que hacía contigo —explicó la mujer—, por eso ahora está enfermo, como un humano normal.
—¿Entonces, qué hago? ¿Lo llevo a un hospital?
—Si le das medicina normal, Bill, más bien William, morirá —dijo Kathlyn con tono sombrío.
—¿Y qué demonios hago?
—Tendrás que volver a inyectarle un poco del parásito que es en esencia —comentó la doctora—. Ya lo he visto funcionar en otros como Bill, seres separados de su huésped original.
Tom arrugó el ceño—. ¿Lo… lo volverá un monstruo caníbal?
—No, porque no lo inyectarás directamente en su organismo, Tom. Lo inyectarás en tu propio cuerpo y lentamente lo pondrás en él…
—¿Cómo?
—Mediante el sexo.
Tom estaba boquiabierto cuando la doctora Wilson terminó su explicación. Los detalles bailaban en su mente como las escenas eróticas de una película, imaginar a Bill en todas esas poses, sólo consiguió hacerlo carraspear, antes de avergonzarse frente a la mujer parásito.
—¿Estás dispuesto a hacerlo?
—Por supuesto —vino la rápida respuesta.
El procedimiento sería indoloro, según Kathlyn, y secretamente, anhelaba volver a sentir las habilidades del parásito en su propio cuerpo, así que no había nada que dudar, ni temer. La vida de Bill estaba en sus manos y él haría hasta lo imposible por protegerlo.
Preparada con lo necesario, la doctora sacó una extraña pieza tecnológica de su maletín, era similar a las pistolas que inyectaban medicamentos, salvo que en este caso, le inyectarían parte de un parásito sin voluntad, sólo la esencia misma de la vida.
—Descubre tu mano derecha —ordenó la mujer y procedió a aplicar la inyección.
Tom arrugó el ceño al sentir el pinchazo, pero no más que eso—. ¿Eso es todo? —Preguntó.
—Es todo.
—¿Hay algún tiempo de espera? ¿Alguna reacción adversa, para Bill o para mí? —Insistió el rastudo, pero la mujer ya estaba guardando sus pertenencias.
—Duerme ahora, Tom. Necesitarás tener todas tus fuerzas para cuando empieces el proceso. Y recuerda, esto durará sólo 24 horas —miró su reloj y el calendario del mismo—. Hoy es 23, mañana a esta misma hora, el efecto habrá terminado. Debes sanar a Bill en sólo este tiempo, ¿está claro?
—¿Volverá a enfermarse después de esto?
—Posiblemente, la siguiente Navidad —respondió la mujer, caminando hacia la puerta—. Llámame mañana cuando todo termine.
—Lo haré y gracias por venir.
Tom fue hasta el baño y se miró al espejo. No había nada extraño en él, ni una gota de sudor, ni un cosquilleo peculiar, nada.
—Será mejor que coma algo —se dijo a sí mismo y caminó hasta la cocina, con intención de calentar un poco de la cena que Bill preparó la noche anterior.
Comió en silencio, tragando con esfuerzo por la preocupación que sentía por su amado pelinegro. Cuando hubo acabado, llevó lo usado al fregadero y notó como los dedos de su mano derecha comenzaban a estirarse, moviéndose ágilmente para limpiar velozmente lo que estaba bajo el agua.
—Ya ha empezado —dijo en un susurro bajito.
Guardó todo y se dirigió hasta la habitación, donde Bill todavía dormía con la respiración agitada. Se quitó la playera y los pantalones, quedando sólo en ropa interior.
—Vamos, esto es por tu Bill —se dijo a sí mismo para darse ánimos.
Como si la parte parasitaria de Bill sintiera lo que estaba ocurriendo, se movió en la cama, destapándose y susurrando—. Tom… Tom, tienes que darme… vida…
Tom sintió que su pecho se apretaba al ver a su adorado amigo y amante en esas condiciones. Se sentó en el borde de la cama y lo besó suavemente. Con cuidado le quitó la playera, acariciando su pecho de porcelana en el proceso.
Bajó la mano derecha a su miembro y comenzó a frotar por sobre la tela del bóxer. Contrario a lo que pensó, se empalmó rápidamente y bombeó con más fuerzas para llegar pronto al orgasmo. Los dedos de sus pies se curvaron, estaba cerca, muy cerca. Se puso de rodillas sobre la cama y llevó su masculinidad a los labios de Bill, quien como bebé recién nacido, succionó la preciada leche.
Tom quedó vacío. Su respiración entre cortada le impidió notar que había más respiraciones en la alcoba.
—¿Tom?
La voz de Bill le hizo dar un salto en la cama. Sentía vergüenza, ¿cómo le explicaría a su pelinegro lo que acababa de hacer, sin parecer un pervertido?
—Supuse que tendría que hacer esto tarde o temprano —dijo Bill, sentándose en la cama, mirando a su novio con adoración—. Lamento haberte asustado de esta forma, Tom.
—¿Qué? ¿Sabías de esto?
—No podía estar seguro, pero a medida que pasaba el tiempo, sentía que me debilitaba, sería cuestión de tiempo pescar algún resfrío o enfermarme de algún modo —explicó Bill.
—Bill, hablas como si…
—Escuché todo lo que la doctora Wilson te dijo, Tom. Mi mente nunca dejó de funcionar y lamento haberte asustado tanto.
Tom abrazó al chico con fuerzas y besó su cuello con cariño—. No sabes el miedo que tuve. Pensar que te podría perder otra vez. Pensar que estaría solo en Navidad.
—Tomi… lo siento… Pero aún estoy débil.
—Lo sé, Kathlyn dijo que no sería suficiente con una vez. Ella me recomendó… —su cara se puso roja de pensar en todas las poses que tendrían que realizar.
—La escuché y lo haremos, sólo deja que me de una ducha antes. Estoy todo sudado —dijo, arrugando la nariz.
—¿Quieres que vaya contigo?
—Absolutamente.
Entraron a la ducha, activando el agua caliente, Tom puso jabón líquido en sus manos y comenzó a frotar el torso y la espalda de Bill, empalmándose en el proceso. Bill disfrutó de las caricias de su novio y se sujetó contra una pared, guiando una mano de Tom hasta sus nalgas, para que lubricara su entrada. Sabía que debía recibir todo lo que Tom le diera, era por su salud y si debía ser sincero, le encantaba esta medicina.
Sin dudarlo más, Tom se presionó contra el delgado cuerpo del pelinegro, dejando que su erección se frotara contra las resbaladizas nalgas de su amado, logrando que su polla se endureciera más. Achinó los ojos, porque de verdad vio su pene al menos cinco centímetros más largo.
—Debo estar viendo visiones —susurró.
—¿Me incluyes en tus visiones? —Preguntó Bill con voz seductora.
—Claro, mi amor.
Poniendo jabón en su propia erección, Tom entró lentamente en el cuerpo de Bill, gimiendo por el calor que sentía allí. El pelinegro sintió que había llegado hasta el fondo y estiró una mano hacia atrás, notando que Tom no estaba dentro del todo. Extraño. Pensó, esa no era la primera vez que hacían el amor y Bill recordaba cada sensación y medida de su novio. Estiró la cadera más hacia atrás, para recibir por completo a Tom, gimiendo alto en el proceso, porque con esta nueva longitud, el rastudo llegaba directamente hasta su punto mágico.
—¿Puedo moverme? —Preguntó Tom, sujetando las caderas de Bill, buscando estabilizarlo. Cerró la llave del agua, porque no quería que cayeran por algún descuido.
Bill no podía hablar sin gemir. Sentía que la puta del pene de Tom tocaba directamente aquel nudo de nervios que lo hacía enloquecer. Apretó sin querer sus canales internos, sacando un gemido ronco de su novio y asintió.
Tom comenzó a mecerse de adelante hacia afuera, en un vaivén lento, que desesperaba al pelinegro, quien apretaba sus nalgas inconscientemente, llevando a Tom al límite, apenas iniciado el coito.
Sin poder evitarlo, Tom embistió más fuerte y más rápido, sintiendo que su miembro era apretado deliciosamente por el cuerpo de Bill.
El pelinegro por su parte, sentía que sus rodillas no iban a soportar, porque el estímulo de ser golpeado directamente en su punto, era demasiado. Sintiendo el familiar cosquilleo del orgasmo, correspondió las embestidas, llevando las caderas hacia atrás, para ser penetrado con más fuerza, hasta que con un grito, se corrió contra la pared del baño.
Tom sintió que su pene era estrujado exquisitamente por el culo de Bill y derramó su semilla entro del otro. Bombeó un par de veces más, hasta quedar completamente vacío y, con mucho cuidado, salió del cuerpo de su novio.
Lo sujetó, al sentir que perdía fuerzas y lo abrazó por la cintura—. ¿Estás bien?
—Muy bien —respondió entre jadeos.
Tom bajó una mano hasta el trasero de su novio, como hacía por costumbre, para tocar los restos de su semilla, pero no encontró nada ahí. Apretó cada nalga, buscando, pero no había rastro de su semen.
Como comprendiendo lo que hacía, Bill levantó la vista y dijo suavemente—. Mi cuerpo lo ha absorbido, Tom. Es mi medicina. Tú eres mi medicina.
El pelinegro accionó nuevamente el agua, para terminar de limpiarse el sudor y, de re ojo, miró el pene de Tom. Parecía tener la misma medida que recordaba, ¿por qué entonces, lo sintió tan largo hace sólo unos minutos?
—¿Será posible?
—¿Qué cosa? —Preguntó Tom, cortando el agua y entregando una toalla a su novio, al haber terminado de ducharse.
—Tengo que comprobar algo…
& Continuará &
Ok, ya vimos que a Bill le dio alergia el pino de Navidad, y para sanarse debe recibir el semen de Tom como medicina, porque ahí va la vida parasitaria que tenía antes. Pero… ¿qué es lo que desea comprobar Bill? Se viene otro lemon 😉 Están invitados a comentar y muchas gracias por leer.
Dios. ..leer esto en la mañana antes de levantarme. Jajajajaja^//^
.pues dicen que hay que seguir las indicaciones del médico y sj esta les pidió a Tom follar como conejo y ser ordeñado pos. .pos a hacerle caso xD no desperdicies la leche Bill (jajajajaja y lo guarra que hay en mí sale a la luz).
Leí tus notas en el capitulo anterior y me dio risa que te alente a incluso hacerlo más pervertido XD Quizá manuela pudiera volver en esta navidad más recargada…total han pasado años y Bill y se sigue enfermando ^//^
Besos mi Clau ♥
jajajajajajajaja ganas no me faltan, querida Ady. Como desearía poder hacer que vuelva Manuela al 2.0 jajajaja pero diciembre es un mes demasiado ocupado para mi, así que habrá que esperar, tanto al tiempo como a la inspiración jajajaja (aunque esa la puedo recuperar, viendo las manips y videos antiguos, ahí sí que había twc por montones)