“Maldición” Fic Twc / Toll escrito por MizukyChan
Capítulo 2: Encierro maldito
& Tom’s POV &
Acerqué la silla a la cama de mamá y la contemplé. Su rostro se veía muy malogrado, no podía entender cómo se había puesto así de enferma en tan sólo unas horas. Es verdad que hace algún tiempo la empecé a notar más delgada y le preguntaba inquieto la razón, pero ella siempre negaba y lo tomaba como un halago diciendo que las mujeres siempre quieren estar más delgadas. Esta mañana al salir de casa, la noté tensa, pero no había ningún rastro de enfermedad en su semblante, no lo entiendo, soy su hijo, ¿cómo no me di cuenta?
Me atormentaba el pensarme como un mal hijo. Traté de apartar esas ideas estúpidas, porque a pesar de no ser muy cariñoso, siempre le demostré mi amor, esa fue una de las razones de no mudarme con los chicos ahora que entramos a la Universidad.
Seguía con mi meditación, hasta que vi sus párpados moverse y cerrarse bruscamente por la intensidad de la luz. Cogí su mano con fuerza.
—Mamá, estoy aquí —le susurré.
—Tom, mi pequeño Tom.
—Tranquila mamá, estás en el hospital, tuviste una crisis de tu… —me costaba decirlo—, de tu enfermedad —ella frunció el ceño.
—Lo lamento —me miró a los ojos con tristeza.
—No te preocupes mami, tarde o temprano me enteraría, aunque me hubiera gustado que me lo contaras para haberte cuidado mejor.
—Tomi, cielo, te debo decir otra verdad —sus ojos se humedecieron.
—También lo sé y tú siempre serás mi mamita linda —mi voz se quebró.
—En realidad tú eres mi sobrinito, la única familia que me queda.
—No es necesario que hables mami, no quiero que tengas recuerdos tristes —Apreté su mano y la acaricié con el pulgar.
—Debo hacerlo cielo, es por tu bien.
—Entiendo —tomó una gran bocanada de aire.
—Mi hermano, era un buen hombre, médico, uno de los mejores obstetras de Alemania.
—Ya veo.
—Él se enamoró de tu madre siendo muy jóvenes. Helen era su nombre. Sin embargo, algo muy malo pasó. Tu madre quedó embarazada, eran gemelitos, tu padre se encargó de atenderla, obviamente lo hacía con mucho esmero, sobre todo sabiendo que el embarazo era de alto riesgo. Pasaron unos meses muy complicados, los bebés o más bien uno de ellos, estaba absorbiendo al otro y además estaba debilitando en extremo a Helen. Tu padre optó por realizar un aborto terapéutico, a pesar de los riesgos, ya llevaban siete meses de gestación y podría ser peligroso. Pero ya te dije, él era el mejor, realizó la operación y salvó a un bebé: Tú Tomi.
—¿Y mi ma…? —bajé la mirada—. ¿Y Helen?
—Ella no resistió, la operación fue un completo éxito, pero el bebé se la llevó. En su agonía, yo le prometí que te cuidaría a ti y a mi hermano.
—¿Y papá?
—Él no soportó perder a su amada Helen, se suicidó unos días después frente al espejo de su alcoba.
—¿Espejo? —recordé las palabras del brujo “cuídate de los espejos”.
—Al morir Helen, él decía que la veía en los espejos y que ella lo llamaba —ambos suspiramos.
—Gracias mamá por contarme eso —le sonreí—, es triste, pero… es la verdad.
—Sin embargo Tomi, falta algo importante y terrible.
—No me asustes mamá —le dije un poco en broma.
—No te burles hijo, se trata de tu gemelo —y aquí vamos de nuevo con el gemelo—, él era malo Tomi, él traía una maldición, por eso toda la familia murió.
—Mamá —la detuve—, tú no estás muerta, ni yo tampoco.
—Escúchame Tom, debes buscar al Padre David Jost, él me ayudó a sobrevivir y a protegerte todos estos años, pero mis fuerzas se acaban, él está demasiado fuerte y no sé la razón, sólo sé que si él llega a encontrarte… acabará contigo.
—Mamá, ¿cómo un gemelo muerto me va a hacer algo? Es ridículo.
—Promételo Tom, que buscarás al Padre Jost si las cosas se vuelven raras. ¡Promételo! —me sacudió desesperadamente con sus delgadas manos.
—Está bien, lo haré, lo prometo.
—Tendrás que recibir el testamento de tu padre.
—¿Qué? ¿Un testamento?
—Te heredó unas tierras y una preciosa casa.
— ¿Por qué nunca la vi?
—No quise llevarte allí por miedo a los espejos, no quería que te volvieras loco como tu padre. Y ahora… ¡AAAAAHHHH! —Gritó de dolor.
—Oh Dios mío, madre —corrí a la puerta—. Enfermera mi madre —grité a todo pulmón, haciéndole señas con las manos.
—Tom, Tom, no lo dejes llevarte al infierno, no lo aceptes, él es malo ¡AAAAHHHH! —otro grito, me sentía tan impotente.
—Mamá tranquila —la abracé, era lo único que podía hacer.
—Señor aléjese —me corrió una enfermera—, le inyectaré un calmante —y así lo hizo, mi madre cerró los ojos en el acto. Por un momento, temí lo peor.
—¿Estará bien? —pregunté realmente asustado.
—El cáncer es una enfermedad muy dolorosa, pero no se preocupe el doctor hará la visita en un par de horas. Puede descansar entre tanto.
—Gracias —me sonrió, era muy joven y guapa y le gusté por cómo me miraba.
—Ana, soy Ana, estaré al pendiente, cualquier cosa que necesites me llamas —dijo sumamente coqueta para un momento tan delicado como ese.
—Gracias, soy Tom por cierto —se retiró aun sonriendo.
Me volví a sentar cavilando en las palabras que mi madre me había dicho. Será verdad toda la sarta de estupideces que me dijo el adivino. Maldición, gemelos, muertes, suicidios, demonios, eran demasiadas palabras malas para un solo día. Mis ojos se sentían realmente pesados.
& Sueño &
Me miré al espejo como cada noche… esperando…
—¿Bill? —le llamé, se estaba tardando demasiado—. Ven Bill —pedí. Me fijé en mi reflejo, mis ojos y el piercing en la ceja que yo no poseo—. Llegaste… —susurré con una sonrisa.
—Estás ansioso Tomi.
—Te extrañaba mucho y han pasado cosas raras.
—¿Qué te ha pasado? —puso su mano contra la mía en el cristal, cosa que siempre hacíamos, nos sentíamos más cerca de esa manera—. ¿Me quieres contar?
—Son sólo cosas malas. Me están asustando con una maldición.
—Oh bebé —juntó sus labios al cristal, yo me acerqué y lo correspondí—, no debes temer, yo te protegeré de todo y de todos.
—En serio Bill… ¿Puedo confiar en ti? ¿No me harás daño?
—Jamás podría hacerte daño, mi amor.
—Bill, mi madre está enferma, creo que va a morir.
—Ella no morirá —lo miré con los ojos grandes—, sólo entrará al espejo.
—Pero ya no estaré con ella, la extrañaré.
—Ella me dejará salir Tomi, ¿no quieres tenerme ahí afuera contigo?
—Claro que quiero tenerte, ¿pero cómo?
—Ella está entregándome su energía, mira cielo —sacó una mano del espejo y me acarició la mejilla, mis ojos soltaron lágrimas de felicidad.
—Dios Bill te siento. Estoy tan, tan feliz.
—Sólo debes dejarla ir Tomi. Déjame intentar algo —se concentró y su rostro salió por completo del cristal—. Bésame Tomi, no podré resistir mucho —me acerqué y lo besé con desesperación y amor.
—Te amo Bill —le volví a besar—. Te amo tanto, desde hace tanto.
—Ya queda poco mi amor, pronto estaremos juntos para siempre —me sonrió y volvió a ser sólo una imagen al otro lado. Le miré con tristeza, no podía evitarlo.
—No te vayas —le pedí, mi voz sonaba rota.
—Pero ya va a amanecer y tú debes despertar.
—No quiero, sólo quiero estar contigo Bill, regresa a mí esta noche.
—Lo haré como cada noche amor, siempre he estado contigo —la imagen se hacía borrosa y podía ver a mi madre en el espejo, Bill lo dijo, ella pronto cruzaría el umbral. Sentí un escalofrío
& Fin del sueño &
Desperté sonriente como cada vez que soñaba con Bill, más recordando el primer beso que nos dimos fuera del espejo. El sonido de la puerta me distrajo y observé a la enfermera, Ana, que me miraba coquetamente.
—¿Pasaste una buena noche?
—Sólo algo doblado. ¿Cómo está mamá? —ella revisó los papeles y las máquinas.
—Todo se ve normal, el doctor pasó mientras dormías y dijo que todo estaba bien. Hoy le realizarán la transfusión.
—Perfecto.
—¿Quieres un café? —me preguntó con voz sensual y un guiño de ojo.
—Claro, por favor —le concedí. Cuando la chica dejó el cuarto, tomé mi celular—. Hola Geo, ¿estás en mi casa?
—Voy en camino.
—Bien, me puedes traer el portátil, necesito hacer algunas averiguaciones.
—Claro, a propósito Gus llamó a Sofía, tu novia y le avisó, quedó de pasar por el hospital durante la mañana.
—Bien, gracias amigo.
—Nos vemos —colgué, es verdad, me había olvidado por completo de Sofía.
En fin, no es que la ame, sólo estoy con ella porque físicamente se parece mucho al Bill de mis sueños. Nunca había tenido problemas con mis sueños. Realmente amo tener esos sueños con Bill, los tengo desde que tengo uso de razón. Cuando éramos niños, él era igual a mí, como los ocho años su aspecto cambió, su cabello se puso negro, luego cambiaba su peinado, finalmente ahora tiene su hermoso pelo negro y liso, mi favorito.
Conocí a Sofía en la secundaria, era tan delgada y blanca como Bill, le pedí que tiñera su cabello de negro y nos hicimos novios, incluso entró a la misma Universidad para tenerme cerca, según ella, yo llamo demasiado la atención de las mujeres y tiene que cubrirse las espaldas. No es que le sea infiel, sólo aprovecho las oportunidades, además si hablamos de amor, entonces sólo hay una palabra en mi vocabulario que cubre esa definición: “Bill”. No soy homosexual, ni bisexual, pero amo a Bill, el Bill de mis sueños, mi ilusión, la única definición de amor que puedo aceptar es él. Sí… es loco, enamorarse de un sueño, definitivamente es una locura.
Al rato llegaron los chicos, y me fui al baño a asearme un poco. Me miré al espejo y el pequeño piercing de la ceja me alteró, era de día y yo no estaba soñando.
—Te amo Tomi —susurró.
—Bill, ¿estoy soñando? —Toqué su mejilla en el cristal.
—No amor, ya te dije, pronto estaremos juntos —posó sus labios en el espejo y me acerqué a él para corresponderle, como siempre hacía—. No me gusta la chica esa.
—¿Quién? —le sonreí encantado, Bill nunca se había mostrado celoso.
—La enfermera, es una zorra, tú no la quieres ¿cierto?—hizo un puchero adorable.
—Claro que no, sólo te quiero a ti.
—Odio este encierro maldito —dijo molesto golpeando el otro lado del cristal.
—Amor, calma —toqué su mano en el espejo.
—Ya no quiero estar aquí, todas esas zorras te pueden tener, pero yo estoy atrapado aquí, con este frío infinito y sólo quiero… —me miró triste—, sólo quiero sentir tu calor.
—Oh Bill, qué más quisiera yo que tenerte aquí y abrazarte fuerte contra mi pecho —dije con toda la sinceridad que pude.
—En serio Tomi, ¿me quieres a mí y no a esa mujer?.
—Estás celoso —afirmé y sonreí—, pero no te preocupes, yo soy sólo tuyo y de nadie más. ¿Puedes salir y besarme otra vez? —pedí, pero me aterré pues sus ojos se anegaron con lágrimas.
—No puedo —una gruesa gota cristalina se escapó de sus achocolatados ojos.
—No te preocupes, te esperaré —«estoy loco, ahora veo a Bill sin dormir, estoy loco sin duda»
—Debo irme Tomi.
—Te amo, recuerda eso —juntamos nuestras manos y él se desvaneció.
—Te tardaste —me dijo Gus cuando salí del baño—. Ni siquiera llamaste a Sofía, ¿qué clase de novio eres? —me regañó.
—Gus, déjalo en paz —calmó las cosas Geo.
—Lo siento, tengo mi cabeza en otra parte y además me muero de hambre.
—Geo, acompáñalo a la cafetería, yo me quedaré aquí, cualquier cosa los llamo al celular.
—Gracias Gus —dije cansado.
&
Ordenamos un desayuno simple y conversamos de cosas triviales. Al terminar le dije a Geo que se adelantara porque quería agradecerle el café de la mañana a Ana, la enfermera a quien divisé en una mesa sola. Geo rodó los ojos y se fue.
—Hola Ana —me senté a su lado—, quería darte las gracias por cuidar a mi madre y por el delicioso café de esta mañana.
—Lo primero, es mi deber y lo del café fue un agrado.
—Sólo quería decírtelo, por si no te vuelvo a ver.
—Tengo guardia esta noche, así que te volveré a encontrar, lamentablemente no creo que le den el alta a tu madre tan pronto.
—Sí, eso creo —me estiré un poco.
—Estabas realmente incómodo en la silla, ¿verdad?
—Sí, pero es mi madre, la única familia que tengo.
—Tengo un remedio infalible para los dolores musculares, ¿qué me dices? ¿Te animas?
—Claro —un buen medicamento me haría bien, ¿cierto?
—Ven conmigo
Me llevó de la mano a un vestuario del hospital y entonces se abalanzó sobre mí besándome salvajemente. Soy hombre, joder, así que le seguí el juego. Me empujó al sector de los lavados para tener más privacidad en caso de que alguien abriera la puerta. Una sombra en el espejo me hizo pestañar, pero la mano de Ana en mi entrepierna me obligó a cerrar los ojos. Sintiéndome un poco culpable los volví a abrir y la imagen que vi me heló la sangre. Mi moreno llevaba el pelo como una tremenda melena y sus ojos estaban maquillados de negro y mostraban odio, odio puro y por primera vez de todas las veces que lo vi, me hizo sentir miedo. Me separé de Ana, que aun jadeaba y me acerqué al cristal.
—Lo siento —dije en un susurro. La imagen se borró.
—No lo sientas, estás alterado por lo de tu madre, pero podemos volver a intentarlo —dijo la rubia abrazándome por detrás. Seguramente ella no vio a mi Bill.
—Debo irme —no miré nada, sólo sabía que la había cagado en grande. Salí del hospital y me subí a mi camioneta. Miré el espejo y lloré—. ¿Bill? ¿Bill me oyes? Lo siento… lo siento mucho —Gruesas lágrimas salían de mis ojos. Lo engañé y él me vio, estaba arruinado.
—Ya… ya tranquilo —una voz familiar me habló, automáticamente elevé la mirada al espejo retrovisor—. No fue tu culpa, ¿verdad? Ella te indujo, ¿no es cierto? —yo asentí cobardemente.
—Lo siento Bill, no me dejes —me limpié la cara.
—No lo haré, pero no vuelvas a hacerlo —su rostro no llevaba ni un rastro de maquillaje y su cabello estaba lacio, como me gustaba.
—No lo haré, Bill, por favor no me vuelvas a asustar.
—No lo haré, lo siento Tomi bebé, sólo quiero proteger lo que es mío.
—¿Tom? ¿Estás bien? —era Geo quién golpeaba la ventana. La imagen de Bill desapareció y salí del auto.
—Lo siento amigo —me limpié el rastro de lágrimas—. Necesitaba despejarme un poco.
—Entiendo, ven… Gus quiere que veas algo.
—Vamos —al llegar a la habitación, mamá seguía dormida.
—Mira lo que encontré, Tom —tenía mi ordenador en sus rodillas—, es acerca de la maldición de los gemelos.
—Esas son sólo tonterías Gus —le dije un poco molesto—. Son sólo supersticiones de gente ignorante.
—Sólo escucha.
—Está bien —dije resignado y me senté a su lado.
—En la antigüedad cuando una mujer daba a luz gemelos, debía matarlos a ambos.
—Que barbárico —dije haciendo una muestra de asco—, ¿por qué?
—Porque uno de ellos era portador del mal y terminaba consumiendo al otro.
—¿Y por qué no sólo mataban al malo? —Preguntó Georg, pensando que era ilógico matar a ambas criaturas, si sólo una era la portadora del mal.
—Igual es un crimen —dije alzando las manos.
—Si dejaban a uno vivo, cualquiera que fuera, todos los que estaban alrededor comenzaban a morir, es decir, recibían una maldición. A veces las madres por no matar a sus hijos, huían al menos con uno de ellos y se propagaba la enfermedad y mortandad por dondequiera que pasaban. Incluso la maldición abarcaba las cosechas y las manadas de animales que morían por pestes misteriosas.
—No creo en eso —dije serio.
—Es verdad Tom —dijo la quieta y agonizante voz de mi madre.
—Señora Simone ¿está bien? —preguntó en forma atenta Geo. Yo me acerqué a ella y tomé su mano.
—No te preocupes madre, ¿estás bien?
—Escucha Tom, esa leyenda es verdad, tu gemelo maligno pronto estará libre.
—No hables madre, son sólo delirios de tu enfermedad —los chicos nos miraban espantados, seguramente recordaban las palabras del brujo del tarot.
—No estoy tan loca Tom, el Padre Jost te lo explicará, él debe ayudarte a mantener al engendro encerrado en el infierno Tom.
—Mamá no hay ningún gemelo maligno, yo estoy bien.
—¿Tom? —susurró Gustav—. Por favor, escúchala, tal vez así nos podamos salvar, después de todo somos muy jóvenes para morir —lamentablemente, a pesar del susurro, mi madre oyó todo.
—¿Por qué van a morir jóvenes Gustav? Dime —negué con la cabeza, pero él no me hizo caso.
—Ayer un mago o brujo, nos leyó las cartas a los tres y nos dijo que pronto se liberaría la maldición de los gemelos y que moriríamos por ella.
—Dios mío —se llevó las manos a la boca—. Tom, ve por el Padre, su nombre es David Jost, lo podrás ubicar en un teléfono que anoté en la libreta, junto al televisor. Debes buscarlo lo antes posible, antes de que sea demasiado tarde. Ve ahora mismo.
—Madre… —traté de calmarla, pero era imposible.
—¡No Tom! Debes ir.
—Está bien.
—Geo, ve con él, yo me quedaré con Simone.
—Bien, nos vemos en la tarde.
.
Y así partí en busca de la caja de pandora. ¿Qué demonios pasará cuando hablemos con el supuesto Padre? ¿Será cura? ¿O de alguna otra religión? ¿Hará brujería? ¿O algún tipo de exorcismo? ¿Y los espejos…?, ¿por qué están todos en contra de los espejos?
Para mí los espejos son el portal para encontrarme con el amor de mi vida, con el único que me ha entendido siempre, con el único que me ha protegido del mal. Cómo pretenden que crea que él es el ser enviado del infierno, él no puede ser malo, él es mi vida, y la daría gustoso si pudiera cruzar el umbral y estar con él. Sí, lo he considerado innumerables veces, pero él no me ha dejado, él dijo que llegaría un día en que cruzaría el espejo y se uniría a mí en este mundo, y entonces nos amaríamos sin ningún impedimento. Yo… le creo… y hoy al verlo despierto, me lo ha confirmado. Yo te seguiré esperando Bill.
& Continuará &
¿Gustó? Bueno se vienen los problemas. ¿Será el Bill del espejo realmente maligno?