Hola gente linda, gracias por seguir leyendo esta historia, que poco a poco irá cobrando sentido. En cuanto a los vampiros, el tema es muy repetitivo, así que tal vez algunos de los hechos que se mencionan aquí les parezcan familiares, en todo caso, prefiero que no le den mucha importancia a esos detalles, porque el verdadero fuerte de este fic, se viene mucho más adelante. Besos y que disfruten el capítulo.
Long-Fic original de MizukyChan
Capítulo 2: Encuentro
Georg había sido amigo de Tom desde que eran unos niños y lo conocía más que él mismo, por eso sabía que estaba molesto, sabía que su amigo odiaba cazar.
Su situación era extraña para cualquiera de su raza, porque los hombres lobo eran criados con la idea de destruir a los asesinos del ser humano, los llamados vampiros, esas oscuras criaturas de la noche que se ocultan tras sus encantos y belleza, para finalmente alimentarse de esos pobres e indefensos seres.
Según la historia, los licántropos solían servirles y protegerlos durante el día, que era su momento de vulnerabilidad, pero con la tecnología, los vampiros lograron crear un gen que en la actualidad les permitía caminar a pleno sol como uno más en el mundo, aunque su poder obviamente se incrementaba durante la noche. Eso les confirió, según ellos, la autoridad de ser la raza gobernante y su deseo de sangre les llevó a matar indiscriminadamente, no solo a personas, sino a quien se cruzara en su camino. Se volvieron híbridos sedientos de sangre y poder. A tal grado llegó su deseo de dominar, que no convertían en vampiro a cualquiera, solo personas especiales tenían ese privilegio, el resto no era más que basura, que se volvía alimento o solo un desdichado cadáver.
El pueblo de los lobos, abandonó los lazos de esclavitud y se entrenó para poder seguir a los “chupasangre” y destruirlos. El folklore no servía de nada, la típica estaca de las películas, fue remplazada por un método cruel, pero efectivo: arrancar la cabeza, desmembrar el cuerpo y quemarlo. Y debían hacerlo con mucho cuidado, ya que esas criaturas que lucen débiles por el exterior, tienen una fuerza sobre humana y cuando se ven bajo ataque, pueden segregar un venero mortal para un licántropo. Todos los lobos lo sabían, es por eso que habían formado un grupo especial que patrullaba las calles nocturnas y tras asegurarse de que objetivo es un vampiro… ataca.
Cuando eran pequeños, Tom y Georg soñaban con ser “guardianes”, como les llamaban a los patrulleros, y así poder matar a los sucios bastardos. Pero un día en el que Tom fue al bosque a practicar… todo cambió. Llegó muy tarde y con un brillo diferente en sus ojos. Nunca le contó a su amigo qué pasó allí. Sin embargo, su suerte había sido echada y él tendría que ser entrenado para ser un patrullero. Tom solo obedecía órdenes, pero su corazón sufría. Cuando llegó la primera luna llena de los chicos y cambiaron, su corazón se desgarró y ya no fue el mismo de siempre. Georg creía que para Tom había sido la confirmación de que estaba condenado a seguir con la “maldición”, como le llamó una vez, llorando.
Finalmente, después de algunos años, Tom pareció aceptar su destino y se entrenó lo mejor que pudo, se hizo muy fuerte, se podría decir que era el más fuerte de toda la patrulla, lo que es una carga peor para él, porque cada vez que había un cabrón difícil de matar, se le pedía a él terminar con el problema. Él lo hacía, sin decir nada, pero su alma lo sentía y lamentaba.
A pesar de sus tareas como guardián, Tom dejó bien en claro que deseaba tener una vida normal. Consiguió un trabajo como oficinista y al parecer eso le daba paz a su alma. Según él, el estar rodeado de la gente a la que protegía, le hace sentir bien y al decir estas palabras puedes ver una sonrisa genuina en su rostro, de esas que te hacen sonreír a ti también.
Ese día era uno de esos malos. Habían seguido el rastro de un vampiro maldito y miserable por un mes, hasta que llegó a su zona de vigilancia. Era muy fuerte, por eso Tom fue llamado y, aunque no fuera su turno, aceptó como siempre. Lo acorralaron a las afueras de la ciudad para no lastimar a inocentes (requisito de Tom) y allí estaban, los dos amigos.
Tom podía sentir la maldad de esa criatura en particular y mentalmente se dijo que tendría que acabarlo pronto, para que no lastimara a Georg. Sabía que el castaño era fuerte, pero no lo suficiente para este cabronazo.
Como leyendo los pensamientos del trenzado, el vampiro en una carrera que duró solo una fracción de segundo, atacó a Georg, quien alcanzó a sostener la mandíbula de su atacante, evitando una fatal mordida.
Esta pequeña lucha fue suficiente para que Tom se posicionara detrás del vampiro y le tomara la cabeza con sus fuertes manos, desgarrándola de raíz del cuerpo frío, que comenzó a moverse y caer. Su ropa se manchó de sangre oscura y el hedor que apareció, le hizo fruncir la nariz.
Arrojó la cabeza y rápidamente, ambos chicos comenzaron a desmembrar el cuerpo: los brazos, la piernas y luego, el castaño se alejó a su vehículo, para traer consigo un galón de combustible, mientras Tom apilaba los miembros del ahora cadáver y en un momento, ambos observaron el cuerpo incinerarse y volverse polvo.
Los ojos del trenzado estaban opacos y su compañero, como sintiendo su pesadumbre, le apretó el hombro es señal de apoyo.
Al extinguirse el fuego, los chicos se retiraron cada quien a su auto y Tom, tras cambiarse la chaqueta manchada de sangre, pensó que necesitaba un trago con urgencia.
Condujo en silencio, tratando de buscar un pub abierto, en el que hubiera gente disfrutando de la vida, para llenarse de ese sentimiento que él ya consideraba perdido… la felicidad.
En su mente solo un pensamiento.
«Vampirito, el día ha acabado y nada bueno ha pasado… espero que el momento feliz lo hayas tenido tú en algún lugar, ajeno a este mar de dolor y sangre, espero que tú sí seas feliz»
Pero el día aun no terminaba y la noche le traería una sorpresa aun desconocida, pero que estaba a punto de descubrir.
A pesar de vivir allí, esa era la primera vez que Tom estaba en aquel lado de la ciudad, así que estuvo vagando por casi una hora, hasta que vio un lugar que parecía sacado de una playa brasilera. Por las luces y la música, el chico supo que era el lugar perfecto para su, tan necesitado trago.
Estacionó el vehículo y caminó hacia la entrada, había un cartel con el nombre del local, pero eso no fue lo que llamó la atención del chico de trenzas. Bajo el nombre, había una inscripción que decía “Prohibida la entrada a vampiros y hombres lobo”, cualquiera se habría echado a reír, pero junto a las palabras había dibujado un símbolo “mágico”.
Durante su entrenamiento, Tom estuvo con un lobo antiguo que le enseñó magia. En un principio, él creyó que estaba loco y que esos meses serían una pérdida de tiempo. El lobo le contó que los vampiros antiguos usaban magia, para cubrir su rastro del agudo sentido del olfato de los licántropos y así poder matar sin ser jamás descubiertos. Aunque también habían otros vampiros, que la usaban para protegerse, ya que no eran lo suficientemente fuertes para enfrentarse a un lobo. Pero algo que quedó muy claro en la mente de Tom fue que un vampiro mago, era muy peligroso.
Al acercarse a la entrada principal, pudo sentir el peso de la magia en su aura. Tom pensó que ese vampiro debía ser muy poderoso como para impedir que se acercara, sin embargo, él también contaba con los hechizos para defenderse de esa energía.
El problema sería si no podía reconocerlo y el vampiro a él sí, entonces estaría en un gran lío. Pero sus dotes de patrullero le obligaban a investigar. ¿O era algo más?
«Hasta aquí llegó mi hora de descanso. Al menos es viernes y mañana no debo trabajar, ni patrullar» Se dijo mentalmente con una sonrisa de lado.
Cualquier otro hombre lobo, habría buscado ayuda, porque se notaba que muy pocos podrían entrar allí, pero Tom era poderoso y además, también sabía magia. Sin embargo, más que sentirse confiado por su poder, Tom se sentía… intrigado. ¿Qué clase de vampiro pondría un local como ese? Seguramente estaba muy orgulloso de sus poderes.
—Tengo que entrar. —Conjuró unas palabras y lo hizo.
Caminó, viendo gente reír y disfrutar del ambiente, era muy cómodo en realidad, a pesar de ser un pub, las personas parecían conocerse, ya que muchos se saludaban o se hacían gestos amigables.
Entonces Tom ubicó la barra y se acercó, sentándose en uno de los pisos altos. Un chico alto y delgado estaba de espaldas a él, sirviendo tragos al otro lado, uno rubio un poco más bajo le ayudaba. El pelinegro se giró y sus miradas se conectaron. El mundo se detuvo unos instantes y Tom tuvo una extraña sensación en el pecho. El otro lo miró y sonrió.
—¿Te sirvo algo?
Era la sonrisa más maravillosa que había visto… como un ángel. Entonces la imagen del vampirito de hacía diez años atrás, volvió al trenzado, quien no pudo evitar sonreír también.
—Claro, lo que sea.
—Ok, pues empecemos con algo suave. ¿No querrás perder la conciencia, verdad? —Volvió a sonreír y Tom parecía estúpido, sin despintar la suya de sus labios.
—Claro. ¿Una cerveza entonces… —Alargó la frase para saber su nombre.
—Bill, soy Bill. Encantado…
—Tom.
«¿Acaso las coincidencias existen?» Pensó el trenzado y volvió a sonreír.
—No eres de acá, ¿verdad, Tom? —preguntó, mientras servía la cerveza—. No te he visto antes.
—La verdad no, vine por un… trabajo.
—Ya veo —dijo alegremente el pelinegro—. Aquí quien viene, siempre vuelve, es muy familiar.
—Seguro vuelven por la buena compañía. —Soltó Tom de repente, a lo que Bill pareció sonrojarse.
—Gracias… te dejo… tengo más clientes. —Agregó alzando los hombros.
«¿Por qué tengo esta sensación de comodidad?» Se preguntó mentalmente el licántropo, para él todo lo malo pareció desaparecer en ese instante. Pero al recordar al vampiro mago, trató de agudizar el olfato, sin embargo, instantáneamente solo pudo sentir a Bill y su esencia lo hizo sentir tan bien.
El chico pelinegro se acercó de nuevo a Tom y preguntó—. ¿Y en qué trabajas?
—Soy oficinista, algo aburrido pero cómodo.
—¿Y cómo eso te trajo aquí?
—No fue exactamente la oficina, solo vine a ayudarle a mi jefe, algo más bien personal.
—Vaya… pero ¿Qué te hizo acercarte al pub?
—El aspecto playero me encantó —respondió el de trenzas con una gran sonrisa.
—Es genial, yo no puedo visitar mucho la playa, por eso decidí traerla hasta acá.
—¿Y por qué no puedes?
—Piel sensible.
—Oh, es verdad, eres muy blanquito.
—Y tú bronceado. —Se quedaron mirando el uno al otro y se echaron a reír.
—¿Te puedo decir algo? —preguntó Tom, a lo que el otro asintió—. Hueles muy bien. —De nuevo ambos rieron.
Y así pasaron las horas, entre cliente y cliente, Bill volvía a al lado del lobo y hablaban, reían y Tom sintió que había pasado el tiempo más maravilloso de su vida, se sintió… normal.
—Tom… lamento decirte esto, pero tenemos que cerrar.
El aludido giró y notó que solo había una pareja sentada y el otro chico, Gustav, les decía lo mismo a ellos.
—Tienes razón, es solo que me he divertido tanto… Mmm ¿Trabajas mañana, Bill?
—Claro, es sábado.
—Vendré a saludarte entonces… si no es molestia.
—Claro que no, puedes venir y seguiremos hablando, eres genial.
—Y tú muy especial.
—Gracias, te has pasado la noche dándome cumplidos.
—Es que en verdad eres diferente.
—Lo sé, único en mi especie jajaja.
—Pero es verdad… bueno no te distraigo más y te veo mañana.
—Hasta mañana.
Tom se dispuso a salir y una vez fuera, sintió como su fuerza regresaba. En verdad si había un vampiro allí, no tuvo modo de saberlo, ya que estuvo demasiado distraído con Bill para notarlo.
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Dentro del local, el rubio de gafas había notado el cambio de humor en su amigo pelinegro. Observó que estuvo platicando con ese Tom, toda la noche. Se preguntó mentalmente qué le habría pasado, Bill era muy amistoso de verdad y muy carismático, por eso la gente siempre regresaba al pub, pero esa noche, Bill tenía un brillo especial en sus ojos, se veía… feliz.
«Solo espero que siga así, últimamente lo he visto muy desconfiado, tal vez solo se siente solo, no le conozco ninguna novia, aunque siempre tiene esas escapadas en que no lo veo por días. Bueno al menos mañana también estará así de contento, ya que Tom vendrá» Pensó, mientras iba de regreso a la cocina.
—Y ahora a limpiar, estoy muy cansado y ya quiero que volvamos a casa —dijo en voz alta, ganándose una risita y una afirmación de parte del moreno.
Sin embrago, el rubio de gafas sabía que debía esperar por algo más. Debía esperar a que el chico realizara su ritual para la buena suerte y luego, podrían retirarse tranquilos.
& Continuará &
Al parecer Gustav no tiene idea que ese “ritual para la buena suerte” no es tan inocente como él piensa. Era tan poderoso, que ni siquiera Tom se dio cuenta que Bill lo realizó. ¿Lo notará mañana sábado, cuando regrese a saludar a Bill? ¿Qué hará si descubre que el simpático pelinegro es en verdad un vampiro y su “enemigo por naturaleza”? No se pierdan la continuación. Besos y gracias por la visita.