Saludos, gente bella, aquí viene la continuación. Han pasado algunos días desde que Bill estuvo borracho en cama con Tom abrazándolo. ¿Qué pasará hoy? Pues no los distraigo más y los invito a leer.
“What if…” Fic Twc/Toll de MizukyChan
Capítulo 2: ¿Es muy tarde ya?
Era viernes por la noche y Tom se encontraba frente a la pantalla del televisor, viendo un episodio más de “Game of Thrones”.
Bill bajó de la habitación, completamente vestido para salir, y se dejó caer junto a su gemelo en el sillón. La mirada atenta de Tom en la pantalla, obligó a Bill a girar el rostro y ver qué rayos estaba viendo. Al reconocer a los personajes, el rubio sonrió—. Este capítulo ya lo vimos —dijo, tomando el control remoto.
—Ni siquiera te atrevas —amenazó el barbudo—. Hay maratón esta noche y debo aprovechar, porque estaremos en tour cuando comience la nueva temporada.
Bill sonrió—. ¿Qué pasa contigo, Tom? —El mayor no despegó la vista de la pantalla, pero le escuchaba—. Primero no te despegas del celular y ahora de la tele.
—Tal vez ya me aburrieron las fiestas, Bill —respondió, quitándole el mando para subir el volumen—. Y las consecuencias que traen.
—¿Hablas de ellos…? —Bill no necesitaba dar nombres, los gemelos sabían perfectamente quienes habían arruinado su cercana relación.
El teléfono del menor sonó y al reconocer el número, se levantó del sofá para contestar en la cocina. Tom lo miró partir, tenía los puños apretados y el ceño de la misma forma. Había una sensación extraña en su vientre, estaba molesto, muy cabreado con ese tipo. ¿Por qué insistía en llevar a Bill a esas fiestas que lo dejaban en calidad de zombie al día siguiente?
—¡Maldito Shiro! —Gruñó Tom con los dientes apretados.
El barbudo escuchó el sonido de las llaves y supo lo que ocurriría. Se levanto del sillón y dio dos grandes zancadas hasta la puerta—. ¡Bill! —Llamó fuerte, logrando que el menor se detuviera en seco—. ¿Por qué no te quedas conmigo esta noche?
Bill sonrió. Apuesto a que le hubiera encantado la idea… siete años atrás. Pensó Tom con tristeza.
—Acabo de confirmar a Shiro que estaré ahí —respondió el cantante.
—Pues llámalo otra vez y dile que te quedarás conmigo. Que teníamos planes y te olvidaste. Inventa algo —pidió el barbudo.
Bill dio un par de pasos hasta su gemelo—. ¿Por qué no vienes tú conmigo?
—Porque si vas, tendré que estar sobrio para cuidar tu pobre trasero cuando regreses aquí —dijo Tom, girando. No había caso, Bill no dejaría su vida alocada sin una buena razón. Él podría darle una buena razón, pero quizás ya era demasiado tarde para ayudarlo.
—¿Tom? —Lo llamó al ver su semblante derrotado—. ¿Qué pasa contigo?
Tom no giró, no le dio la cara—. Me siento como un abuelo contigo, Bill. No puedo… No quiero seguirte el paso. No quiero acabar con mi vida, como tú estás haciendo con la tuya.
—Tom, eso no es justo. Somos jóvenes…
—Jóvenes —lo interrumpió el mayor y esta vez sí giró. Bill se dio cuenta lo molesto que estaba—. Es cierto, somos jóvenes, pero no idiotas, Bill.
—Tom, yo…
—Estás actuando como un idiota, Bill. ¿Y sabes qué?
Bill arrugó el ceño, no le estaba gustando el rumbo que estaba tomando esta conversación.
—Ya me estoy cansando.
—¿Tom, de qué estás hablando?
—Me estoy cansando de ver cómo te destruyes. Si tú no quieres cambiar, pues… ya no quiero estar aquí para verte caer…
Bill se quedó de pie allí, viendo como Tom corría escaleras arriba y regresaba con una chaqueta de cuero. ¡Mierda! Sabía que usaba esa chaqueta cuando salía en la moto.
—Tom, no vas a…
El mayor lo ignoró, tomó sus llaves y salió de allí, dejando a Bill con el ceño arrugado y una enorme preocupación en el corazón. Odiaba cuando Tom salía en la moto solo. Y para empeorar las cosas, iba molesto.
Sacó el celular de su bolsillo y marcó el número de Shiro—. No voy —dijo y colgó. Dejó el número en silencio, porque sabía que no dejaría de molestarlo hasta que cambiara de parecer, pero no podía irse de fiesta si Tom andaba en la moto, a toda velocidad y cabreado por su culpa.
—Mierda, Tom.
Bill sabía que la relación con su gemelo no estaba bien, al contrario, iba en picada, gracias a sus constantes salidas de parranda. ¿Qué estaba pasando entre ellos?
Bill se apretó el puente de la nariz, sabía que no podía llamarlo por teléfono ahora mismo, jamás se perdonaría si provocaba que Tom tuviera un accidente.
—¡¿Pero qué demonios?! —Exclamó cuando el sonido de un celular inundó la habitación.
Bill corrió por la sala, hasta que lo encontró en el sofá. Era el teléfono de Tom—. Pero qué hijo de puta. Ahora no podré llamarlo. —Bill se enfureció todavía más cuando vio el nombre de quién llamaba—. Ría —dijo con voz monótona al aceptar la llamada.
—¿Y tu hermano?
—Salió y dejó el teléfono aquí.
—No te creo. Llámalo, por favor —pidió la mujer.
Bill ni siquiera se dio el tiempo de responder, oprimió el botón de apagado—. Maldita bruja —gruñó y volvió a tirar el celular al sofá.
El rubio se dejó caer en el sillón y suspiró. Todo estaba mal.
—Tal vez… tal vez así es como se siente Tom cada vez que salgo de fiesta…
Durkas y Pumba llegaron a su lado y se acurrucaron a sus pies. Pasó la mano por sus cabezas, tranquilizándolos.
¿Es esto lo que hace Tom cada vez que salgo a celebrar? Se preguntó, sin dejar de sentir unas mariposas molestas en su estómago. ¿Será posible volver a ser los hermanos unidos que éramos? ¿O es muy tarde ya?
Cerró los ojos y sintió como una lágrima descendía por su mejilla—. Tom… vuelve a mi.
& Continuará &
Seguiré usando el nombre de Durkas para el boy de Tom, ok? Prefiero dejarlo así por respeto a su privacidad. ¿Y bien, qué les ha parecido? Tom explotó y se enfrentó a Bill, dejándolo tirado ahí. ¿Creen que pase algo mientras está fuera, en la moto? Pues tendrán que seguir leyendo para averiguarlo. Gracias por venir y me harán feliz con sus comentarios.