Bueno, este es el comienzo real de la historia, donde el destino mueve sus hilos para entrelazar a los personajes. Espero les guste.
“Head Over Feet”
Capítulo 2: “Tomichu y Billucho”
& Tom’s POV &
Maldición, se acababan mis vacaciones y me tenía que levantar temprano para recoger al “nerd” de William Kaulitz. Me pregunto si será el típico “nerd” norteamericano con lentes gruesos y la cara llena de granos que solo piensa en pornografía. No puedo menos que reír ante ese pensamiento.
Ya se me hizo tarde y no alcancé ni siquiera a desayunar. ¡Rayos! Creo que este no será un buen día.
Conduje cerca de una hora Y llegué al aeropuerto. Había mucha gente, sería imposible encontrarlo adentro, además no quería ayudarle con las maletas. Soy un bastardo ja, ja, ja. Mejor lo llamo. Tomo el celular y marco.
—¿Hola? —Me contestó una voz cantarina.
—¿William Kaulitz?
—Sí… ¿quién es usted?
—Soy Thomas Trumper, vine a recogerte.
—¿Thomas? Viniste por mí, pero si eres un niño —dijo con un cierto desconcierto.
—No lo soy, de hecho creo que tenemos la misma edad y estoy en mi carro esperándote, ¿quieres venir? ¿O tomarás un taxi? —Pregunto un poco cortante.
—Oh… lo siento… creo que he mal interpretado las cosas.
—No te preocupes. —No sé por qué acepté sus disculpas así de rápido, tal vez sea la voz dulce que tiene—. Bueno, ¿vienes conmigo?
—Claro, dónde estás… este lugar está repleto.
—Estoy afuera por la salida norte, mira los letreros rojos, ubica el norte.
—Estoy en la salida sur… espérame, tengo que cruzar todo el hall.
—Hazlo y cuando llegues, me marcas de nuevo.
—Ok.
No sé por qué me siento nervioso, este chico de verdad será una carga para mí, sin embargo su voz me hace querer protegerlo. ¡¿Pero qué demonios?! No me gusta este sentimiento. Nunca he tenido hermanos por qué voy a querer proteger a alguien a estas alturas. El celular me sacó de mi trance.
—¿Llegaste?
—Si… pero tengo un problema.
Y aquí empiezan los problemas—. Dime, tal vez te pueda ayudar, ¿son los documentos?
—No… no me dejan sacar el carrito de las maletas.
—Está bien, yo te ayudaré a cargarlas. Dime como luces para ubicarte, pero no cuelgues el teléfono.
—Soy alto, delgado, tengo el pelo largo, negro y llevo unos pantalones negros y una playera blanca, manga ¾
—Lo tengo, voy para allá, no cuelgues
Crucé la calle y entré al hall, había mucha gente y me puse a buscar a este chico, pero solo se acercaba a la descripción una chica guapísima que estaba sentada sobre una maleta con un celular en la mano. ¡Oh, No! Una chica.
—¿William? —pregunto en el celular, para salir de dudas.
—Estoy dónde mismo, sentando en mi maleta.
¡Oh Dios Mío! El chico era “nerd” y “gay”, que problemón. Le hice una seña con la mano y se levantó emocionado, cerrando el celular.
—Thomas —corrió hacia mí y me abrazó, yo estaba en shock—. Gracias por venir por mí.
—Mejor vamos por tus maletas.
—Pero son muchas.
—Yo las llevaré, tú espera aquí, no queremos que se pierda nada en esta multitud.
¡Rayos! Como “chica” está buenísima, pero es un chico, joder y se quedará conmigo, ¿qué va a pensar la gente? Entiendo cuando mi madre dijo que se vestía raro. Llevé las maletas al auto y en verdad eran muchas, tuve que hacer muchos viajes y él solo me veía con una gran sonrisa angelical. “Angelical” ¡¿qué demonios estoy pensando?!
Cuando terminé de acarrear las maletas, le pedí que me acompañara al auto.
—Tienes un auto hermoso, mis padres no me dejan manejar.
—¿Por qué? Ya eres mayor de edad.
—No confían mucho en mí y en los lugares que visito. Además una vez tuve un accidente y desde ahí me quitaron el auto y me ponen chofer para todo.
—Tus padres se preocupan por ti, es lo más natural del mundo.
—No… no confían en mí.
—¿Por qué dices eso?
—Ellos dicen que soy ingenuo y que las personas son malas y que al saber de quién soy hijo, se van intentar aprovechar de mí. Ellos dicen que confío demasiado y que no veo las malas intensiones de la gente.
—Tal vez sea cierto, esa fue la razón que le dieron a mis padres para que vivieras con nosotros.
—Espero no ser una carga para ti y tu familia, Tom.
—¿Tom? —¿Por qué me dice Tom? Solo mi amigo virtual me llama así y mi familia, claro.
—Perdona, ¿te molesta? Es solo que Thomas es demasiado formal y tú aún eres joven para avejentarte con el nombre.
—Y cómo debo llamarte a ti, ¿“Willy”?
—¿Cómo la ballena de “liberen a Willy”? ¡NOOO!
—Además de ballena no tienes nada, eres un palo.
—Bill, llámame Bill —Sentí mi corazón dar un vuelco, recordé a mi amigo Bill. ¿Y si él también es así de raro?
—Está bien, Bill… —Repetí con una sonrisa—. Y dime, Bill, ¿por qué te sorprendiste tanto cuando te llamé en el aeropuerto?
—Porque pensé que eras un niño.
—¿Un niño?
—Mis padres siempre hablaban de ti como “el niño Thomas”.
—Ya veo —No me hizo gracia—. ¿Y por qué te vistes así? Pensé que eras una chica.
—¿Es por el maquillaje, verdad?
—Eso y el pelo, la ropa ajustada, los accesorios.
—Ya, ya, ya… entiendo, siempre me confunden con una nenaza, lo sé.
—¿Y no te molesta?
—Al principio me enfurecía, pero ves que soy delgado, así que no me podía ir peleando con medio mundo, así que dejé de hacerles caso.
—Ya veo —Es muy “gay”.
—Pero no me malinterpretes, puedo parecer mujer, pero soy todo un hombre, y obviamente no soy “gay”
—Oh… —¿Acaso me lee la mente? Le escucho rugir el estómago y pregunto— ¿Tienes hambre?
—Mucha, me levanté de madrugada para el viaje —Esta vez rugió MI estómago y me sonrojé.
—Creo que yo también estoy hambriento. Ya estamos cerca del centro, ¿quieres ir a un restaurant?
—No, algo más simple… ¿hay algún McDonald’s cerca?
—En dos cuadras, es mi lugar favorito, te encantará, las papas de ahí son las mejores. —Nos acercamos al sitio y veo que hay mucha gente—. Bill, baja y ponte a la fila, yo estaciono el auto y te alcanzo.
—Ok.
No me costó nada estacionar, porque el hombre que trabaja ahí me reconoció en seguida y me dio un aparcamiento.
Me dirigí rápidamente hasta donde estaba Bill y lo veo conversar animadamente con un hombre, hasta que éste le tomó la mano y Bill se molestó, me apresuré a socorrerlo.
—¿Tienes algún problema con mi amigo? —Le dije al tipo, poniéndome delante de Bill en actitud protectora.
—¿Trumper? —Me mira sorprendido—. No hay problema, el joven aquí saldrá a dar un paseo conmigo.
—Eso no es cierto —dice Bill enojado.
—Será mejor que te largues —le digo igual de molesto.
—¿O qué? ¿Me golpearás? —Se burló, pero yo lo miré con arrogancia.
—Te las verás con mis abogados —digo tomando a Bill y alejándonos un poco, pero el hombre se nos acercó por detrás y le dio un agarrón a Bill en el trasero. Me enfurecí y le di un puñetazo con toda mi fuerza. El hombre llegó a doblar la cabeza y me dio un golpe de igual intensidad.
—¡Tom! —gritó Bill muy asustado. Yo le iba dar otro puñetazo, pero los empleados del local ahuyentaron al maldito y se disculparon conmigo.
—Señor Trumper, lo sentimos mucho.
—No se preocupe, esto no tiene nada que ver con ustedes.
—Por favor, pasen, les serviremos en seguida, cortesía de la casa.
—No es necesario.
—Claro que lo es, pasen, por favor.
Nos llevaron a una de las mesas más solitarias y nos sirvieron esas ricas papas fritas y lo demás, pero antes de empezar a comer, Bill me detuvo.
—Gracias Tom, no debiste hacerlo, ese hombre era enorme.
—Hey, que no soy tan pequeño, además hago pesas. —Sonreí al ver su carita preocupada.
—Se nota que eres fuerte, Tom, pero no se trata de eso.
—¿Entonces de qué?
—Siempre me pasan estas cosas.
—Entonces siempre estaré contigo para que no te pasen —¿Por qué dije eso?
—No Tom, no te arrastraré a mis problemas, tú ni siquiera me conoces.
—Está bien —Me sentí desilusionado, quería protegerlo, pero ¿por qué? No lo sé, era su sonrisa, su inocencia, el mundo no era color de rosa y no quería que este chico se diera cuenta con un evento trágico.
—Tienes razón, las papas están deliciosas —Me dijo sonriendo, no hice más que corresponder a su sonrisa.
—Ves, te lo dije.
—Y la hamburguesa está genial. —Me dijo con la boca llena, de nuevo reí.
&
Llegamos a casa y los sirvientes subieron sus maletas.
—Tu habitación está al lado de la mía, es de las más grandes.
—Gracias, Tom.
—¿Quieres que te ayude a desempacar?
—No, puedo hacerlo solo.
—Tienes muchas cosas, si te falta un mueble, solo avísame.
—Lo haré… ¿Ah, Tom?
—Dime.
—No quiero ser una molestia, pero…
—¿Pero?
—Como no tengo auto… no… mejor olvídalo, tomaré un taxi.
—¿A dónde tienes que ir?
—Antes de venir estuve investigando y hay un lugar que quiero visitar, trabajaré ahí.
—Tú no necesitas trabajar.
—Lo sé, pero es algo que he hecho siempre y no quiero dejarlo por estar aquí.
—Yo te llevaré.
—Gracias —Me abraza, no sé por qué tiene esa manía de “tocar” a la gente. ¿No se dará cuenta que lo pueden malinterpretar?
—¿A qué hora?
—Bueno, ahora voy a desempacar, creo que después de almuerzo estará bien. Además tengo que estar aquí a las siete.
—¿Acaso ya tienes una cita?
—Se puede decir que sí, me conecto al chat, tengo un amigo genial.
—Ya somos dos… Bueno, ve por tus cosas.
—Gracias de nuevo, Tom.
Como me habían anticipado, mis padres estarían todo el día en conferencias, así que Bill y yo almorzamos solos. Él es muy simpático, por cualquier cosa me hacía reír, hizo que le contara cosas íntimas, que no le cuento a nadie. Me odio por ser tan débil con él, sin embargo me invadía un sentimiento muy especial. Esta noche le contaría a mi amigo Bill, sobre este nuevo chico.
Después del postre nos pusimos en marcha a la dirección que me dio Bill.
—¿Estás seguro que quieres estar por aquí? El sector se ve un poco peligroso.
—Es justamente por eso que vengo.
—No te entiendo.
—Allí es. —Me señaló un cartel que decía “Hogar de Cristo”
—¿Qué es eso?
—Estaciónate —Bajamos y entramos al lugar. Era una especie de albergue para indigentes, aunque no lo vi completamente.
Fuimos a la oficina y una monjita nos atendió.
—Hola jóvenes, ¿en qué puedo ayudarlos? —Preguntó muy efusivamente.
—Hola, soy William Kaulitz, él es mi amigo, Tom.
—Mucho gusto. —Le ofrecí mi mano.
—Estuve viendo su página web y me gustaría ofrecer mis servicios como voluntario —dijo sonriendo como si lo que dijera fuera lo más natural del mundo.
—¿Ya conoces en qué consiste el trabajo voluntario? —Preguntó un tanto incrédula, mientras que yo no salía de mi asombro.
—Sí, yo saldría por las noches recogiendo chicos drogados y los traería al albergue para que no murieran de inanición o congelados por el frío.
—¿Estás seguro que quieres hacerlo? —Preguntó, seguramente pensaba que era una broma de este chico bonito.
—Tome. —Le dio una carta—. También presté servicios en el “Hogar de Cristo” de Hamburgo.
—Ya veo —dijo la monjita mientras leía la carta—. Te inscribiré. —Tomó un cuaderno en mal estado y comenzó a hojear—. Verás hijo, la semana está copada, solo tenemos libre el día viernes, porque al parecer todos se van de parranda ese día.
Genial, ojala eso le bajara los humos a Bill.
—No hay problema, yo trabajaré el viernes por la noche —respondió como si nada.
—Entonces te tomaré los datos. Toma, llena este formulario.
—Deme uno a mí también, por favor —dije con voz trémula. Bill se quedó con los ojos como platos y me tomó del brazo.
—Permiso hermana. —Me llevó a otro lado— ¿Qué crees que estás haciendo? —Preguntó molesto.
—Me inscribo contigo.
—No te burles Tom, esto es muy serio para mí.
—No me estoy burlando, pero tampoco voy a permitir que recojas un montón de drogadictos tú solo. ¡¿Acaso estás demente?! ¿No sabes lo que un “drogo” te puede hacer?
—En la mayoría de los casos no hacen nada, porque están en otro mundo —contestó bajando la mirada.
—Pero la droga les aumenta la fuerza física, te pueden hacer mucho daño y no lo voy a permitir.
—¿No confías en mí?
—Claro que confío en ti y en tus buenas intensiones, pero no confío en ellos —respondo tocando su mejilla.
—Pero no quiero dejar el voluntariado, lo he hecho por años, me gusta ayudar.
—No te pido que lo dejes, solo que me dejes ayudarte.
—Pero… pero tú tienes una vida, no te quiero arrastrar a mis problemas y conflictos.
—Tendrás conflictos en casa si llegas a contar esto, mis padres te lo prohibirán.
—¿Qué hago? —Preguntó haciendo un puchero.
—Inscribámonos los dos y diremos que cada viernes salimos de parranda juntos.
—¿No crees que sospechen?
—Espero que no.
—Está bien. Gracias, Tom.
Llenamos el formulario, la hermana reconoció mi nombre, pero no hizo ningún comentario al respecto.
Estuvimos viendo la zona donde haríamos el voluntariado y agradecí inscribirme con Bill, era realmente inhóspito, y si Bill necesitaba ayuda, ahí estaría yo.
Nunca me peleo con la gente, lo encuentro denigrante y hoy ya me había peleado con un desconocido y pensaba que no sería la última vez que lo haría y todo por Bill. Sabía que este chico me traería problemas.
Al llegar a casa, casi eran las 7 y Bill salió disparado a su habitación a hablar con su amigo virtual. Yo estacioné el auto y también subí corriendo, quería contarle a mi amigo sobre este chico y quería convencerlo de que nos conociéramos en persona, eso sería más complicado, pero con mi poder de persuasión seguro lo lograría.
Me acuesto en la cama con el laptop sobre mis piernas.
—¡Hola Tomichu! —Las letras brillaban en la pantalla.
—Hey guapo, ¿cómo estuvo el viaje?
—Agotador, no me gusta despertarme temprano.
—Ja, ja, ja, pero cuando entres a la Universidad tendrás que levantarte realmente temprano.
—No me lo recuerdes ¬¬
—A propósito, ¿qué carrera seguirás? ¿Te irás con música?
—No, aunque me duela el alma, tendré que seguir con el negocio familiar, así que estudiaré negocios.
—Nooooo.
—Lo sé, es horrible.
—No es eso, Bill, es que yo también estudiaré negocios.
—No me lo habías dicho.
—Es también por el negocio familiar.
—Entonces el destino quiere que nos conozcamos igual.
—Así parece ^w^
—Está bien, dame tu dirección y te iré a ver mañana.
—¿Mañana? ¿Tan pronto?
—Oye, llevamos meses hablándonos, es justo que nos veamos.
—Tienes razón, Bill. Aquí va “Condominio Kasin Nº 483”
—Espera… déjame revisar ago…
—¡AAAAAHHHHHH!
Escucho el grito de Bill, en la habitación de al lado y asustado, dejo el computador en la cama.
Bill entró corriendo a mi cuarto, cerró la puerta de golpe y se lanzó sobre mí.
—¡Tú eres mi Tomichu!
—¿Qué? —No podía creer lo que me decía, solo mi amigo Bill sabía de ese apodo.
—No puedo creerlo, Tomichu.
—Dios mío, ¿eres Bill, mi amigo Bill? —digo emocionado, abrazándolo contra mí.
—No eres un niño horrible después de todo.
—Sí, lo soy.
—Claro que no, hoy me salvaste de ese mastodonte del McDonald’s y luego te inscribiste al voluntariado conmigo.
—Tenía que ayudarte, eres mi amigo.
—Solo era un desconocido, Tomichu, acabas de saber que soy tu amigo, eres increíble.
—No te pases royos, yo no suelo ser así.
—A mi me pareces de lo más genial —Me dice levantando un poco la cara, poniéndola solo a centímetros de la mía.
—Me encantan tus ojos maquillados.
—Yo tenía vergüenza de que me vieras y pensaras que era gay y salieras corriendo.
—Claro que no, somos BFF después de todo (Best Friend Forever, Mejores amigos por siempre) aunque este abrazo se puede mal interpretar, ¿me sueltas?
—No quiero —me aprietas más fuerte—. Quiero que me hagas un favor.
—Lo que quieras, guapo.
—¿Dime Billucho?
—¿Billucho?
—Claro, tú eres Tomichu y yo soy Billucho.
—Está bien, pero solo usaremos esos nombres cuando estemos solos, ¿está bien?
—Acepto.
—Ahora ve a dormir, porque el viaje te dejó muy cansado.
—Hasta mañana.
—Hasta mañana.
Salió de mi habitación dando saltitos, parecía un niño pequeño. ¡Rayos! Si en un principio quería proteger a Bill sin saber que era mi amigo, ahora mis deseos de salvarlo del mal, eran cien veces más grandes. Ahora sí que estoy en problemas.
Mañana es viernes, tendremos que ir a nuestro primer día de voluntariado del “Hogar de Cristo”, solo espero que nada malo vaya a suceder.
& Continuará &
¿Qué les pareció? Están invitados a continuar con la lectura. Besotes y gracias por la visita.
Nota: En Chile existe un lugar llamado “Hogar de Cristo” es para proteger a los indigentes y gente que necesita de ayuda en momentos de calamidad. Pero no realiza las labores que se describen en esta historia de recoger drogadictos de las calles.