2: Viudos Endemoniados

Este capítulo tiene un soundtrack en la escena final, llamado “The Grudge Theme Song”. Pero si en tu país está bloqueado por copyright, puedes buscarlo por el título.

Maldición II: Cazadores de Demonios” Fic Twc / Toll de MizukyChan

Capítulo 2: Viudos endemoniados 

Aunque el pelinegro estaba en los fuertes y protectores brazos de su amado Tom, no pudo pegar un ojo en toda la noche. Y el chico creyó que el trenzado estaba igual que él. Ninguno se movió, para no despertar al otro, pero estaban los dos muy intranquilos.

Bill creía tener un punto a su favor: su cuerpo. Desde que salió del espejo, notó que su figura era diferente a la del resto de los humanos, que se curaba con mayor velocidad. Cuando fue atacado por el gemelo maldito, pudo sanar rápidamente y luego, por su cuenta, hizo algunos experimentos, auto infringiéndose pequeños cortes y viendo con asombro como sus heridas cicatrizaban con rapidez.

Pero Tom era humano, guapísimo, pero un humano común y corriente al fin, y el pelinegro no quería ni pensar en verlo herido o lastimado. El dolor causado por las garras del mal, era incluso más doloroso que el filo de una navaja, era terrible e indescriptible.

Bill vio las luces del amanecer aparecer en la ventana y se movió.

—¿Ya estás despierto?  —preguntó el joven trenzado.

—La verdad es que dormí muy poco   —respondió. «Nada en realidad»

—Yo estoy igual. ¿Nos duchamos juntos? —Invitó, moviendo su piercing en forma traviesa. Bill  sabía lo que eso significaba.

—Claro, guapo. Será un placer.

Se levantaron de la cama y de la mano, se fueron a la ducha. En silencio y algo ansiosos, se desvistieron, y entre besos y caricias, hicieron el amor bajo el agua.

Una vez listos, arreglados y satisfechos del desayuno, el pelinegro comentó—. Ya empaqué todo, ¿estás listo?

—Es ahora o nunca.

—Vamos a la Iglesia.

Tom condujo hasta allí, donde se reunieron con los Sacerdotes.

—¿Están bien, chicos?  —preguntó Biagioni—.   Se ven un poco cansados.

—No pudimos dormir bien, supongo que fueron los nervios —respondió Bill con una sonrisa. En parte era cierto, el resto fue el placentero agotamiento del sexo.

—Sabía que eso pasaría. Nos ocurrió lo mismo la primera vez que salimos a cazar —dijo el Padre Jost, con una leve sonrisa en los labios.

—¿Ya habían cazado antes? —Preguntó Tom un tanto sorprendido, nunca antes lo habían mencionado. Eran expertos, eso estaba claro, de otra forma no habrían podido entrenarlos, pero de allí a llevar el conocimiento a la práctica, era otra historia.

—Yo solo un par de veces —contestó David—, pero el Padre Biagioni tiene una amplia experiencia en este campo.

—La verdad es que soy enviado especial del Vaticano en “ese” aspecto —dijo modesto el hombre más bronceado, pero sin duda estaba orgulloso de lo que hacía—. Pero basta de chácharas y pongámonos en marcha.

—Bien   —respondieron al unísono los tres restantes.

Tomando sus pertenecías, todos subieron a los vehículos. Tom junto a Bill, en uno y los Sacerdotes, en otro.

&

Después de unas horas, llegaron a Freiburg. La ciudad se veía bastante normal, gente por las calles, niños riendo, vida en abundancia. Bill arrugó el ceño y se regañó mentalmente. «No sé por qué tenía la sensación de que habría una nube negra sobre la ciudad, después de todo hay un demonio aquí, pero tal vez era una imagen demasiado inmadura de mi parte»  Pensó.

Los más jóvenes, siguieron al auto de los Sacerdotes hasta una parroquia y se detuvieron allí.

—Será mejor que nos esperen, debemos atender unos asuntos eclesiásticos y luego nos contactaremos con ustedes   —dijo el Padre Jost. El trenzado sonrió, después de todo eran curas.

—¿Por qué no van a desayunar?  —Sugirió Biagioni.

—Excelente idea  —dijo el pelinegro y le dio un apretón a la mano de Tom.

—Vamos, cariño —respondió de vuelta.

Prefirieron dejar el coche y caminar cerca de ahí, hasta un pequeño café. Ordenaron y comieron en silencio. Bill devoró todo a su paso, haciendo reír a su pareja, hasta que finalmente habló.

—Sé que estás preocupado, Tomi, pero por favor, confía un poco más en mí. Sé que estoy flaquito, pero sabré defenderme, ya verás.   —Consiguió otra sonrisa.

—Gracias.

—Con este, son tres los asesinatos sin esclarecer que llevamos en tan solo una semana   —sonó la emisora local por la radio.

—Disculpe —llamó Tom a la camarera—. ¿De qué va esa noticia? —Ella pareció gustosa de cotorrear, más aun con un hombre tan guapo.

Se acercó a su mesa y dijo—. Verán chicos, primero hubieron cinco muertes muy extrañas la semana pasada, la policía no encontró ninguna huella y obviamente ningún sospechoso, lo más extraño es que a los muertos, prácticamente les arrancaron el cuello de una M-O-R-D-I-D-A —dijo la última palabra, para darle mayor extrañeza al relato y así asombrar a los clientes.

—¡Oh, que horrible!   —Exclamó el pelinegro, con un estremecimiento.

—Y eso no es todo… —continuó la mujer—. Esta semana, ya van tres casos de asesinatos, en los que encontraron a las víctimas “comidas”.

—¿Cómo es eso?  —Preguntó Tom, arrugando el ceño.

—Algo o alguien las estaba devorando. Y lo más extraño es que encontraron lodo en todas las escenas del crimen.

—Gracias por la información, madam —dijo muy cortés el trenzado, la mujer mayor, casi se derritió con el elogio.

—Si necesitan algo más, solo llámenme, soy Nataly.

—Gracias, Nataly  —respondió el moreno con una gran sonrisa.

Tras la partida de la camarera, los chicos se miraron un segundo, analizando la información.

—Billy, creo que estos casos están relacionados. ¿Tienes el laptop?

—Sí.   —El chico lo sacó de su bolso y lo entregó a Tom, quien comenzó a teclear rápidamente.

Tras unos minutos dijo—.   Lo tengo, sé de quién se trata.

—Dime, Tomi.

—Es el demonio “Akop”, una criatura de las Filipinas que devora viudos y viudas. Dice que no está comprobado, pero si este demonio marca a una víctima, ésta vuelve a la vida como un zombi. Entonces, si “Akop” marcó a esas cinco personas que murieron la semana pasada, lo más posible es que se hayan convertido en zombies.

—¿Y eso qué tiene que ver con que se coman a los muertos?

—Los zombies son nigromantes, comen carne muerta.

—Los humanos también comen carne muerta.

Tom sonrió—. Olvidé que eres vegetariano. Pero concéntrate. Ellos lo hacen para marcar a sus presas, todos aquellos que han sido marcados por un nigromante, despertarán de la muerte.

—Me quieres decir, ¿que no solo lidiaremos con un demonio, sino con un ejército de zombies?

—Exacto.

—¡Dios mío!

—Tenemos que detener a las cinco primeras víctimas.

—¿Los viudos?

—Sí, creo que al haber sido los primeros mordidos por el demonio “Akop”, ellos poseen el virus o lo que sea que tengan, que transforma a sus víctimas en zombies.

—Debemos contarle a los Sacerdotes de nuestras averiguaciones, Tomi.

—¿Ya terminaste de desayunar?

—Con zombies y nigromantes, se acabaron las ganas de desayunar  —respondió con ironía.

—Entonces vamos.

Regresaron caminando y esperaron en el auto. Los Sacerdotes salieron un rato después con caras largas y ceño fruncido. Les pidieron que los siguieran y una vez más, emprendieron la marcha.

Llegaron a una casa pequeña, pero muy cómoda.

—Nos quedaremos aquí el tiempo que dure nuestra misión.  —Informó el Padre Jost.

—Espero no les moleste compartir habitación  —dijo casi con ironía el Padre Biagioni.

—Podemos acostumbrarnos  —respondió el pelinegro con la misma mordacidad.

—Hemos descubierto algo, Padres  —comentó Tom.

—Sentémonos.   —Pidió Jost—.   Cuéntanos hijo.

—Hemos escuchado las noticias locales y con un poco de ayuda de internet, hemos encontrado al demonio.

—“Akop”   —dijo Biagioni.

—¿Cómo lo sabe?   —preguntó Bill, intrigado por la rapidez de su respuesta.

—En eso estábamos en la parroquia. Nos encontramos allí con John Paige, un cazador antiguo, nos contó sobre los nigromantes y que todo indicaba que el demonio es “Akop”, por lo tanto…

—Estamos en problemas   —dijo el moreno con el ceño apretado.

—Debemos detener a los zombies   —agregó el trenzado fieramente.

—Los zombies son complicados, Tom —contestó Jost bajando la mirada—. Son como animales, no piensan sino en devorar. Y basta solo una mordida para convertirte en uno de ellos. Es muy peligroso enfrentarse a ellos sin un plan.

—Comprendo   —dijo bajando la mirada también.

—¿Y qué proponen?  —preguntó Bill,  para romper la tensión.

—Una visita a las tumbas —contestó Biagioni—. Debemos saber si los muertos salieron de ahí solos o recibieron la ayuda del demonio. Irán ustedes, aprovecharán que todavía hay luz y los zombies salen solo por las noches.

—Nosotros haremos averiguaciones con la policía.   —Afirmó Jost.

—Bien —dijeron los dos jóvenes.

Terminaron de llevar sus pertenecías a la habitación y se pusieron en marcha hacia el cementerio.

&

La joven pareja subió a su vehículo y siguiendo instrucciones, llegaron al cementerio general. Con cuidado, buscaron las sepulturas y con horror vieron que estaban cubiertas de cintas que señalaban peligro.

Decidieron preguntar al guardia del cementerio.

—Estos pobres infelices perdieron a sus parejas y ni aun muertos pueden descansar en paz.

—¿Por qué lo dice?   —preguntó el de trenzas.

—Se trata de vándalos, profanadores de tumbas. Seguramente sacaron sus restos para algún ritual satánico.

—¿Por qué dice que fueron profanadores?   —Volvió a preguntar el mayor.

—Porque la tierra fue removida por fuera. No es como si los muertos salieran de sus tumbas a pasear a media noche.

—¿Podemos ver los ataúdes?  —Inquirió el más joven.

—¿De dónde me dijeron que vienen?

—Servicio Nacionales. —Ambos sacaron identificaciones falsas, que previamente les entregó el Vaticano.

—¿No son muy jóvenes para estos puestos?   —Sospechó el guardia.

—Es solo trabajo de campo, no es nada del otro mundo —respondió el pelinegro con una gran sonrisa.

—Síganme. —Pidió el guardia y la pareja obedeció.

Llegaron a un depósito y se pusieron sus guantes de látex, pues no debían dejar sus huellas.

—Los dejo hacer su trabajo señores  —dijo el hombre y se retiró.

—Muchas gracias.   —Sonrió el menor.

—No me gusta que sonrías mucho.   —Reprochó un poco molesto el de trenzas.

—La amabilidad es el mejor medio para conseguir trabajar con personas, Tom. ¿No me dirás que estás celoso?

—No tengo motivos, ¿cierto?

—Claro que no. —El menor le palmeó el trasero al de trenzas, lo que le sacó una sonrisa al otro.

—Ven acá.   —Tom lo abrazó y besó fuertemente.

—Sigamos con nuestro trabajo, en poco tiempo oscurecerá y no quiero estar afuera con los zombies sin un plan.

—Tienes razón.

Revisaron las puertas de los ataúdes por dentro, viendo efectivamente rasguños desde el interior. Pero se dieron cuenta de que no fueron lo suficientemente fuertes como para abrir el ataúd por sí mismos, por lo que efectivamente el demonio vino a ayudar a salir a sus hijos infectados.

Decidieron salir nuevamente hacia las tumbas, a buscar huellas y descubrir dónde se estaban ocultando los zombies. Caminaron y encontraron rastros de pisadas extrañas, que podrían ser del demonio.

—Tomi, estamos en invierno el sol se oculta pronto, creo que debemos irnos.

—No podemos perder esta oportunidad, si nos vamos ahora, tal vez los rastros desaparezcan.

—Tienes razón, pero de todos modos avisaré al Padre Jost.

—Llámalo mientras caminamos.  —El menor tomó su celular y frunció el ceño.

—No hay cobertura.

—¡Rayos! —Gruñó Tom y luego arrugó el ceño—. Mira Bill. —Señaló a las murallas más alejadas del cementerio.

—¿El qué?

—Allí, cerca del arbusto, parece un agujero. Ven.  —Se dirigieron hacía allí.

—Sí, es una especie de cueva.

—Entremos. —Mandó el trenzado, arrojándose al suelo dispuesto a gatear para entrar.

—¡Tom! —Gritó el pelinegro—. Está oscureciendo, no te dejaré entrar ahí. —Lo sostuvo de un pie.

—Dios Bill, estamos tan cerca. —Alegó el trenzado, levantándose del piso.

—No Tomi, es nuestra primera cacería y no quiero perderte por una estúpida mordida de zombie, ¿está claro? Ahora, vámonos.

—Rayos, Bill. ¿No te das cuenta que todas estas muertes son nuestra maldita culpa? ¡Tenemos que hacer algo!

—¿Y qué quieres hacer? ¡¿Morir también?! Volvamos cuando tengamos un plan. Por favor, Tomi, no salí del espejo solo para perderte.

—¡Bien! —Exclamó molesto— ¡Vamos! —Caminó adelante, dejando que el moreno lo siguiera.

—Tomi, no seas niño.   —Gritó el menor desde atrás.

—¿Y qué quieres?   —Se volteó molesto.

—Tengo una idea —dijo Bill alzando una ceja, lo que fue demasiado tentador para el de trenzas.

—¿Cuál?

—Quedémonos fuera del cementerio, en el auto, si al anochecer vemos salir algún zombie, sabremos que esa cueva es su escondite, si nada pasa, entonces vendremos por la mañana a revisarla. ¿Estás de acuerdo? —preguntó mordiéndose el labio, queriendo terminar con su tonta discusión.

—Está bien. ¿Por qué nunca me puedo enojar contigo? —Lo abrazó y así salieron del cementerio.

Se ubicaron en un lugar estratégico y que no fuera sospechoso. No quería que los fueran a culpar a ellos de ser los profanadores de tumbas.

—Tengo mucha hambre.   —Se quejó el pelinegro.

—Para ser tan delgado, comes mucho. Ten.  —Le extendió una bolsa de chocolatinas.

—Tomi, ¿qué haría yo sin ti?  —Le besó los labios.

(Dar play)

—¿Ya se fue el guardia?   —Preguntó el de trenzas, mirando su reloj de pulsera.

—Se iba a las nueve, ¿por qué?

—Porque pasan de las diez y no lo he visto salir y la luz de la oficina aún está encendida.

—¿Vamos a ver?  —Sugirió el menor—.  Puede estar en problemas.

—Vamos.

Ambos salieron del auto con linternas y unas pistolas de bengala, ya que el agua bendita y los otros artilugios no eran de utilidad con los nigromantes. Caminaron despacio. La reja principal estaba con llave, así que la escalaron, afortunadamente no era muy alta. Saltaron al otro lado y sin hacer ruido, se acercaron a la ventana de la oficina donde horas antes habían estado. La televisión estaba encendida y tenía mucho volumen. El de trenzas abrió un poco la puerta y se paralizó. Lo que fue un hombre, estaba sobre el guardia, devorando sus intestinos. Tom se echó para atrás aterrado y volvió a cerrar la puerta.

—Vámonos de aquí   —dijo en un susurro.

—Estamos en problemas, Tomi —agregó en un hilo de voz el pelinegro, al ver que dos seres cojeando, se acercaban peligrosamente a ellos.

—¡Corre, Bill! ¡Corre! —Gritó Tom, y sujetando la muñeca de su pareja emprendió la fuga.

Pero los zombies no eran para nada lentos y torpes como los mostraba el cine. Corrieron hasta casi alcanzarlos. Los jóvenes iban a escalar la reja y un zombie se lanzó contra Tom, arrojándolo al piso. Se preparó para morderlo y Bill se interpuso, recibiendo él la mordida. Agarrando fuertemente Tom y con una rapidez inimaginable, ambos saltaron la reja, dejando los zombies atrás. Se subieron al auto con la respiración entrecortada y se fueron a su casa.

Al llegar allá, Bill relató la aventura a los Sacerdotes. Tom permanecía en silencio, todavía en estado de shock.

—¡Ustedes están absolutamente locos! —Gritó Jost—. ¿Qué parte olvidaron de no hacer nada sin un plan?

—Teníamos un plan. —Se defendió el pequeño—. Y resultó, porque ahora sabemos dónde están los zombies, probablemente el demonio también esté allí. Vamos Tom, di algo.

—El… el…  el zombie te mordió, Bill  —tartamudeó.

—¡Santa madre de Dios!   —Exclamó Jost, haciendo la señal de la cruz.

—Déjame ver.   —Mandó Biagioni.

—No es nada.   —Se cubrió el más pequeño.

—¡Muéstrales, Bill!  —Alzó la voz, pero al ver la tristeza de su pequeño al sentirse agredido, se calmó—. Tal vez te puedan ayudar. —Pidió Tom, todavía temeroso. Bill accedió.

—De verdad ni me duele. —Se levantó la manga y mostró el brazo, tenía los rastros de una mordida. El padre bronceado miró el daño con cautela.

—No hay restos de necrosis, el tejido está vivo, se ve como una herida normal y no como una mordida de zombie.  ¿Estás seguro que era un zombie?

—¡Dios mío, Padre! —Gruñó Tom casi con desesperación—. Los vimos comerse al guardia, claro que eran zombies.

—Es por mi cuerpo   —respondió Bill—,  sana rápido.

—Cuéntanos Bill…    —Pidió Jost, tomando la mano del moreno para llevarlo hasta el sofá más cercano.

—Lo descubrí cuando salí del espejo. Cada vez que me atacaba el gemelo maldito, bastaba una noche y me regeneraba. Las heridas desaparecían.

—No quiero que te asustes, Bill —dijo Biagioni con el semblante serio—. Nosotros pensamos que tu cuerpo no es humano.

—¡¿De qué demonios está hablando?!  —Exclamó furioso el de trenzas.

—Creemos que tu cuerpo se generó en otra dimensión y al romperse el espejo llegaste al mundo humano. Sin embargo, cómo no sabemos nada de él, queremos pedirte que no te expongas, porque no sabemos qué cosa de este mundo sí podría ser dañina para ti. ¿Está claro, Bill?

—Entiendo.

—De ahora en adelante, yo me encargaré de que no se meta en problemas. —Afirmó Tom.

—Más te vale, para que no pasemos más sustos como el de hoy  —comentó Jost.

—Mañana iremos a la guarida de los zombies —dijo Biagioni—.  Ahora descansen.

—Hasta mañana.   —Se despidieron los jóvenes y se retiraron a su habitación.

&   Continuará   & 

¿Traerá alguna consecuencia a Bill, el haber recibido esa mordida zombie? ¿Será este el origen de “The walking Dead”? (Ok, no, pero no pude evitar hacer el comentario >_<)  ¿Podrán hacer frente a los zombies y al demonio que los creó? Los invito a seguir leyendo este fic. Besitos y gracias por la visita.

Escritora del fandom

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