Notas: Hola gente bella, hoy tendremos la música durante todo el capítulo, porque la batalla es estresante. Hay un link, pero si tienen copyright, pueden buscarlo como The Purge – Who Needs a Car On a Boat
“Maldición II: Cazadores de Demonios” Fic Twc / Toll de MizukyChan
Capítulo 20: Principio del fin
(Dar Play)
El mismo sentimiento se instaló en el corazón de todos los cazadores en ese momento. “Es el fin”. Esta sería la batalla final. Si lograban vencer a los demonios, todo se acabaría, si no lo lograban, lo más probable es que acabasen todos muertos. Sin embargo, pese a lo obscuro del pensamiento, aún había un rayo de esperanza: Bill, o más bien “Miguel”, el arcángel. Él podría ayudarles a vencer al mal. Más no todo era así de fácil, se habían enterado de que aquellos seres portaban armas angélicas, por lo tanto el mismo Miguel corría peligro. Un nudo en la garganta se formaba en sus gargantas, aun si ellos perdían sus vidas, debían proteger a Miguel, ya que si se llegaba a liberar a “Baal”, estaba escrito en las sagradas escrituras, que solo el comandante del cielo, Miguel, podría derrotarlo.
La mente de Bill trabajaba a mil por hora, tramando una estrategia para proteger a los cazadores y no dejarse herir por aquellos seres del inframundo. Apretó la mano de Tom, quien le miró con una sonrisa. No lo comprendió, hasta que el de trenzas le susurró.
—Este es el fin, terminemos y regresemos a casa. —Un suspiro salió de sus labios.
—Claro —Pensó él. Ya no habría más problemas, podrían regresar a casa y tener a su perro Scotty y ser felices para siempre. Sí, ese debía ser su motivación “regresar a casa”.
Los seres demoniacos venían en cuerpos usurpados a pobres humanos. Sus ojos completamente negros y una sonrisa pintada en sus caras, creían que la balanza estaba a su favor y por el momento sí lo estaba. Caminaron con pasos decididos y comenzaron el ataque.
—¡Un ángel! —Gritó Bill, cuando un fortachón voló hacia ellos.
—¡Cuidado, Bill! —Le empujó Tom, recibiendo él el impacto del otro cuerpo.
—Maldita criatura inferior. —Le espetó el ángel.
—¡¿Qué clase de ángel eres tú, que atacas a tu comandante?! —Le habló Tom quitándoselo de encima.
—Eres Rafael, seguidor de Zacarías — contestó Bill, poniéndose de pie.
—Vengo a matarte, traidor —dijo al pelinegro, mostrando una especie de sable plateado.
—No, si yo te lo impido. —Afirmó Tom, sosteniéndolo por la espalda—. Nunca le des la espalda a un cazador —dijo burlón—. ¡Vamos Bill! —El moreno pareció dudar, lo cual aprovechó el ángel para desaparecer— ¡Rayos! —Se frustró el de trenzas.
—No debes dudar, Bill —habló Gabriel quien vio lo sucedido—. Él no dudará en matarte. Además son unos traidores al Padre, no serás juzgado por ello —Le aclaró.
—Bien, lo siento Tom. —Lo miró apenado.
—No te preocupes. Ayudemos a los demás. Puedes reconocerlos, Bill, debemos saber sus nombres para realizar los exorcismos. —Pidió Tom mirándole.
—Aquella mujer. La rubia que sisea al hablar, ella es “Vritra”, diosa serpiente —Explicó Bill con seguridad.
—Vamos por ella. —Tom le tomó la mano y echó a correr en su dirección. Ya había tomado su escopeta con balas de sal y Bill su katana. Al acercarse Tom la golpeó alejándola del padre Jost.
—David, haz la trampa. —Le advirtió el pelinegro mientras la encaraban.
El cura sutilmente se alejó y tomando la bolsa de sal, comenzó a hacer un círculo alrededor de ellos. La demonio estaba tan absorta en golpear a Tom, que ni se inmutó.
—¡Toma, maldita perra! —Le dio un golpe fuertísimo, que la hizo perder el equilibrio.
—Ah, chiquillo, eres fuerte, pero no tanto. —Ella alzó su mano y le lanzó energía oscura. Tom gritó y al caer sus ojos comenzaron a oscurecerse.
—¡Tom! —Se enfureció el pelinegro y su cabello se alzó como melena. Empuñó su arma y corrió contra la mujer. Ella al verle, sacó de sus ropas un pequeño cuchillo plateado y se puso en alerta.
—Ven, Miguel, seré recompensada si le llevo tu cabeza a mi amo. —Y se lanzó al ataque. Bill la evitó y la golpeó con la base de su espada en la cabeza, haciéndola caer al piso.
—¡Está lista, Bill! —Gritó el padre Jost. Eso era su luz verde. Volteó su katana y decapitó a la mujer. El característico humo negro salió, pero estaba prisionero dentro de la trampa.
—¡Hágalo, padre! —Gritó el pelinegro y el sacerdote comenzó con el ritual.
—“Vritre” Exorcisamus te omnis inmundus spiritus, omnis satanica potestas, ominis incursio infernalis adversarii, ominis legio, omnis congregatio et secta diabólica. In nomine Patris, et Filii, et Spiritus Sancti, Amén —Terminó haciendo la señal de la cruz.
—¿Tom, estás bien? —Corrió Bill a su lado.
—Un poco aturdido, pero bien —respondió el otro poniéndose de pie—. Sigamos.
—¡Nos están acabando! —Escucharon a lo lejos la voz de Biagioni.
—Esta trampa está lista, solo debemos traerlos aquí —Dijo Tom seguro de sí mismo.
—Voy por Vasariah —Afirmó Bill al divisar la cabeza platinada cerca de allí.
—Espera Bill, te necesitamos para saber las identidades de los demonios. —Pidió serio el padre Jost—. La venganza puede esperar —dijo apretando su brazo, levemente. Bill lo miró y asintió. Se dedicó a analizar a los demonios para poder reconocerlos.
—Aquel padre, el castaño musculoso, de playera negra con rojo. Es “Semiazas” —Dijo apuntando.
—¿Qué haríamos sin ti, Bill? —Dijo sonriendo.
—Voy por él —Corrió hacia el hombre que acababa de romperle el cuello a otro de los cazadores. La rabia lo invadía. Tom lo vio y corrió tras él— ¡Maldito! —Gritó y corrió con su katana en alto. El sujeto sonrió y sacó de su cinturón un arma, corrió hacia Bill y alcanzó a herirlo con ella. El pelinegro gimió por el dolor y aun así le golpeó con su arma, pero el golpe no tuvo la fuerza necesaria contra aquella muralla de músculos.
—Vaya muñequito, no eres tan malo —comentó el ser, con una mueca en la cara.
—¡Biiiiiiiil! —Gritó Tom y se lanzó con toda su fuerza contra el demonio. Lo arrojó al suelo y se puso sobre él. Con sus propios poderes oscuros saliendo a la luz, lo golpeó con ansias.
—¿Tom, por qué me golpeas? ¿Tú eres de los nuestros? —Le miró confundido el demonio, mientras su rostro recibía sin cesar los golpes furiosos del trenzado.
—Jamás, jamás seré de los vuestros. —Gritaba mientras sus puños golpeaban la piel de aquel cuerpo. Bill se puso de pie con dificultad, no estaba acostumbrado al dolor, y corrió hacia Tom.
—Tom, llevémoslo a la trampa. —Le puso una mano gentil en el hombro, lo que calmó notoriamente al de trenzas.
—¿Trampa? —El demonio puso su mano en el cuerpo de Tom y lanzó un rayo negro, que sacó al trenzado de su posición y lo azotó contra el suelo—. No te dejaré bonito —Se arrojó contra Bill y este cayó de bruces al suelo—. ¿Sabes? Sería una lástima matarte sin probarte. —Le subió la camiseta a Bill, dejando expuesta su pálida piel. Pasó la lengua por la zona a la vista y gimió de gusto. Bill estaba horrorizado y asqueado, pero no podía moverse. De pronto una patada le arrancó dos dientes al demonio.
—Nadie más que yo puede tocar a Bill. —Gruñó Tom, con los ojos completamente negros. Su poder demoniaco estaba ganando fuerzas y lo quitó de encima de su novio, arrastrándolo hacia la trampa. El demonio se movía y luchaba, pero Tom era demasiado fuerte. Por último agarró el mismo cuchillo con el que atacó a Bill y se lo insertó en un costado. Tom gimió, pero no se rindió, hasta que lo hizo entrar en la trampa. Allí le propinó una soberana patada que lo dejó inconsciente.
—“Semiazas” Exorcisamus te omnis inmundus spiritus, omnis satanica potestas, ominis incursio infernalis adversarii, ominis legio, omnis congregatio et secta diabólica. In nomine Patris, et Filii, et Spiritus Sancti, Amén —Recitó el padre Jost, mientras el humo negro se desvanecía en el aire.
—¿Bill? —Tom se acercó a su amado y vio con horror que sangraba—. Estás herido, amor —dijo ayudándole a pararse.
—Y tú también —respondió Bill, al ver el carmesí en sus ropas.
—Hemos acabado con dos. Ya solo faltan tres —comentó Tom sonriente.
—Y Vasariah —Afirmó Bill, arrugando el ceño. Miraron alrededor y vieron a Gabriel atacando al rubio.
—Bueno, creo que tu amigo Gabriel se está encargando de él. —Volvió a sonreír.
La batalla entre los ángeles era extremadamente agitada. El mismo Gabriel se había encargado de curarle la vista al rubio hacía un tiempo atrás y ahora éste se defendía con uñas y dientes.
—¿Por qué haces esto, Vasariah? —Preguntó al recibir una herida de una filosa espada plateada.
—Por amor —contestó satisfecho al ver chorrear la sangre de su contrincante.
—Sabes que así nunca conquistarás el corazón de Bill. —Afirmó, apretando su costado.
—No le llames Bill, él es mi general, es Miguel —Dijo casi con admiración.
—Miguel jamás aceptará la traición, lo sabes. —Volvió a afirmar, poniéndose en posición de ataque.
—Lo sé y si no puede ser mío, entonces no será de nadie. —Gruñó el rubio, atacando nuevamente.
—No podrás matarlo, no a él —Dijo esquivando la filosa espada.
—No lo haré yo, será Baal. —Puso una sonrisa maligna y volvió a atacar, esta vez acertando en el brazo de Gabriel. Éste le lanzó un rayo de luz y lo alejó, haciendo que su espada cayera en el proceso. El ángel tomó el arma y atacó al rubio, dejándole herido en el suelo—. No Gabriel, por favor no me mates. —Suplicaba entre sollozos.
—Eres un cobarde, Vasariah, ni siquiera tienes dignidad para morir. —Dijo Gabriel y dándole la espalda caminó en busca de sus amigos, que estaban ocupados con el resto de los demonios. Pero el rubio traidor, no se encontraba herido de gravedad y se puso de pie sigilosamente y corrió tras Gabriel arrebatándole la espada y clavándosela por la espalda.
—Lo siento Gabriel, pero ya nada me importa en esta vida. —Dijo cerrando los verdes ojos del castaño y dejándolo tirado en el suelo.
Al verse libre, Vasariah corrió a lugar oscuro e hizo un círculo a su alrededor, conjurando palabras en latín y agregando algunos ingredientes que portaba en su abrigo. Hasta que finalmente, el círculo se llenó de luz y fuego y la tierra comenzó a temblar.
—¿Bill, qué está pasando? —Preguntó Tom casi no pudiendo sostenerse en pie.
—Siento una presencia maligna y poderosa. —Dijo el pelinegro preocupado.
Una nube negra se posó sobre el lugar y relámpagos sonoros hicieron acto de presencia, en cuestión de segundos la lluvia se dejó caer. La tierra se bambaleaba hasta que una grieta enorme se hizo en el pavimento. Una figura gigantesca se vislumbró con un relámpago y un grito ensordecedor se oyó. Baal había aparecido.
& Continuará &
Capítulo corto, lo sé. Pero no quería dejar la batalla contra al demonio supremo en el aire, por eso nos leemos el próximo capítulo. Ahora sí que viene el fin. Besos a todos y gracias por leer.