Saludos, gente bella, espero les guste. Advertencia mucho lemon.
Long-Fic original de MizukyChan
Capítulo 21: Hijos
Tom’s POV
Después de los disparos perdí la conciencia y temí lo peor, que mi pesadilla sobre la muerte de Bill se hiciera realidad. Pero por nuestra conexión pude sentir que una nueva energía lo llenaba y, no sé por qué, supe que eran mis hijos. Ellos me habían asegurado que cuidarían a papi, y así lo hicieron.
Roy me operó y sacó las balas, el maldito cabrón me había dado seis impactos, que bueno que Roy está de nuestro lado y que es un médico excepcional, entonces puse todo mi control mental en curar mis heridas.
Después de dos días, Bill me habló, gracias a él pude saber el paso del tiempo. Estábamos en la misma habitación lo sentía cerca y también a los niños. De hecho cada vez que Bill se ponía triste por mi estado, los pequeños lo irradiaban de amor, era maravilloso.
Cada día mi esposo me hablaba y me recordaba cuanto me amaba y que me estaban esperando. Hasta que un día desperté.
Bill estaba sentado en la cama, tenía a Vale en brazos dándole el biberón, supe que era ella, por su trajecito rosa. Y entre las piernas de Bill estaba Tom Jr. Jugando con sus manitas. Esa imagen me enterneció, allí estaban: mi familia.
—Te ves simplemente precioso —dije con una voz un tanto rasposa.
—¿Tom? —Se giró y abrió los ojos como plato, entonces comenzó a gritar.
—¡Dunja! ¡Tom despertó! ¡Ven aquí! ¡Rápido! ¡¿Dunja, qué esperas?!
—Tranquilo, cielo —le dije tratando de moverme, pero esta vez me gritó a mí.
—¡No te muevas! ¡Puede ser peligroso! Deja que Roy te examine primero.
—Tranquilo, no me duele nada.
—De todos modos no te muevas, ¿por favor? ¿Hazlo por mi? —me hizo un puchero irresistible.
—¿Tom? ¿Es cierto? —entró Dunja gritando.
—Sí —respondí un poco ruborizado, no me gusta ser en centro de atención.
—Toma, Dunja, toma a los niños —la mujer tomó a Vale y luego a Tom Jr. Y Bill trató de ponerse de pie rápidamente.
—Cuidado, Bill, puedes abrir un punto de la operación—le ayudó y él corrió a mi lado.
—Mi vida —me besó—. No sabes lo mucho que te he extrañado.
—Y yo a ti, te sentí cada día.
—Lo sabía, sabía que me sentías.
—Y a los niños también.
—¿Te diste cuenta del poder de su aura? —me acarició la mejilla—. Son fuertes como tú.
—Y son intuitivos como tú —le dije rozando sus labios.
—¿Te duele algo, cielo? —me preguntó tocando mi hombro derecho.
—La verdad, no.
—Roy dijo que tu raza sana rápido, pero no creí que tanto.
—Tu raza tiene la misma habilidad.
—Pero creo que ustedes, los lobos, son más fuertes… o tal vez estoy influenciada por el enorme poder que tienes tú —me besó.
—¿Quieres conocer a tus pequeños? —Preguntó Dunja, había olvidado que estaba ahí.
—Claro —Bill tomó a la niña y me la acercó.
—Mi amor, aquí está la pequeña Valerie.
—Y este es Tom Jr. —comentó Dunja con el niño en brazos.
—Mis bebés, son tan hermosos como su papi.
—No digas eso que me sonrojo —dijo Bill apenado.
—Pero hablo de mí —digo burlón.
—Ja, ja, ja, sí cielo, tú también eres hermoso, pero la belleza de la familia soy yo.
—No discutiré contra eso —me volvió a besar.
—Tom, el doctor está haciendo unos trámites, pero seguro llegará en una hora. Entonces podrás moverte, por el momento quédate así, ¿ok?
—No me moveré, lo prometo.
.
Al cabo de una hora, llegó el médico y comprobó que estaba bien, sólo tenía las cicatrices de las balas, que se borrarían con una loción especial que me dio. Sin embargo, me pidió que me quedase otros dos días, pues quería sacarle los puntos de la operación a Bill, y así lo hicimos. Tuvimos visitas de nuestros amigos cada día. Georg estaba baboso con los bebés, decía que le enseñaría a jugar fútbol a Tom Jr. y que le pagaría clases de piano a Vale.
Al final estuvimos tres días más en el laboratorio, Andreas dijo que era por una sorpresa, pero no aguantamos más y nos fuimos a casa.
Yo había dejado de cojear, lo cual me aliviaba mucho, así que conduje a casa sin problemas. Al llegar, tomé a Vale y Bill a Tom Jr. Entramos y un grito nos asustó.
—¡SORPRESA! —Todos estaba ahí, con regalos para los niños, para Bill, incluso para mí.
—Gracias amigos, no tenían por qué molestarse —dijo apenado mi pequeño.
—Pero vengan —nos quitaron a los niños y subimos con Andy.
—¿Les gusta? —preguntó Tania.
Era la habitación “hospital”, ya no tenía nada médico, la habían convertido en una “nursery” para los bebés. Tenía un color verde agua en las murallas, muy hermoso, y una cuna enorme en un extremo.
—Wow, está hermosa —dijo Bill, con expresión de sorpresa.
—¿Por qué solo una cuna? —pregunté.
—Ese fue nuestro mayor inconveniente —dijo Andy—, encontrar una cuna así de grande.
—No sé si lo notaste, Tom, pero los gemelos no se duermen si no están juntos, los primeros días era peor, si los separabas, lloraban desconsolados. Así ambos estarán bien y se cuidarán el uno al otro. Además…
—¿Además, qué? —Seguí preguntando.
—Ellos conversan —Andy puso una cara chistosa.
—¿Qué?
—Es verdad —Aseguró Bill.
—Son bebés —intervino Andy.
—Pero son bebés muy especiales —continuó mi pequeño.
—Te apoyo, Bill —dijo Tania—. Miren, estos son comunicadores, son los mejores.
—¿Para qué sirven? —pregunto, un poco ignorante.
—Este estará en esta pieza y el otro en la suya, en el de su habitación podrán escuchar todos los ruiditos de los bebés, si se quejan, si lloran, para que así los puedan atender, sin tener la necesidad de estar todo el día pegados a ellos.
—¿Y Ellos podrán escucharnos a nosotros? —preguntó mi niño.
—No, además, si lloran, seguro los bebés preferirán recibir un abrazo que sólo sus palabras -respondió la novia de Andy.
—Comprendo.
Nos siguieron dando más instrucciones, comimos pastel, conversamos y después de un par de horas, todos se fueron. Ya era tarde y queríamos descansar.
Bill me ayudó a cambiar el pañal de Tom Jr. Ya habíamos asistido a un curso de preparación, pero es diferente vestir a un muñeco a vestir a un bebé que se mueve a cada instante.
Les dimos el biberón y los pusimos en su cuna. Los observamos y en verdad ellos parecían conversar. Se sujetaron una manito y se durmieron
—¿Bill, crees que ellos se amen como nosotros?
—No lo sé, no estoy seguro si será un amor de pareja, pero sí actúan protectores el uno con el otro.
—Ya veo…
Nos quitamos la ropa quedando solo en bóxer y nos acostamos. Era raro ver a Bill tan plano.
—Cielo, te pondré la cremita para borrar tu cicatriz —me dijo y comenzó a masajearme en cada marca, hacía tiempo que no sentía las manos de mi esposo tan suaves sobre mi cuerpo, y no pude evitar excitarme.
—Ahora déjame a mí —bajé un poco su ropa interior y le puse la crema en la marca de su operación, y noté que Bill también estaba empalmado, pero ambos sabíamos que no podríamos hacer el amor hasta que Bill terminara su período de “cuarentena” en que eliminara los fluidos del embarazo.
—Ya basta, Tom, me estás prendiendo…
—Déjame aliviarte —le pedí.
—Sería injusto para ti… aunque… tengo una idea.
—Lo que tú digas… ya sabes que me encantan tus ideas —respondí, alzando una ceja.
—¿Has escuchado del 69?
—Sí… y nunca lo hemos intentado.
—Esta es una buena oportunidad.
—Está bien —me acerqué y lo besé con toda la pasión que tenía contenida por todo este tiempo en el hospital. Nos frotamos exquisitamente hasta endurecernos por completo. Bill con las manos, temblorosas por la pasión, me quitó la ropa interior y luego lo hice yo. Al estar completamente desnudos. Corrí las mantas de la cama hacia atrás y me giré.
Cuando estuve de frente a la erección de mi esposo, sentí como él puso todo mi miembro en su boca.
—Santa Madre de Dios —grité y luego procedí a darle placer a mi niño. No podía evitar soltar gemidos. Generalmente no practicábamos el sexo oral, pero sentir la lengua de Bill y su piercing en mi pene era de locos.
Pude sentir que el miembro de mi pequeño se hinchaba y ya podía sentir mi propio orgasmo venir. Estrellas, eso fue lo que vi. Lamí todo lo que quedó de mi niño y me moví un poco. Bill se veía increíblemente sensual ahí, todo sudado con el pelo revuelto y con una gotita de mi semen en la comisura de su boca. Me acerqué y lo lamí.
—¡Tom, escucha! —me dijo señalando el comunicador de los bebés.
—Se están riendo.
—Exacto… ¿estás seguro que no nos oyen?
—No. Tal vez sintieron que papi está feliz y ellos se rieron, es todo.
—Tienes razón. Durmamos.
—Me encantó tu idea, Bill, lo pasé muy bien.
—Tom, el embarazo ya pasó, pero no puedo evitar seguir sintiendo este deseo extremo por ti, basta sólo un roce de tus fuertes manos y yo me excito enormemente, ¿estará mal?
—A mi me pasa lo mismo. Nos electrificamos y me encanta.
—Te amo.
—Y yo a ti, con todo mi corazón… ahora descansa, cielo.
Bill’s POV
Pasaron cuatro días, Tom y yo seguíamos jugando al 69 y yo seguía escuchando a los bebés reírse. Mi esposo decía que eran ideas mías o que ellos sentían cuando papi estaba feliz y que más feliz que después de un orgasmo.
En fin, había dejado de botar fluidos por mi cuerpo y le pedí una cita al doctor Roy. El aceptó de inmediato y me pidió que fuera con Tom.
Dejamos a los niños con Tania, que los amaba, y condujimos al laboratorio.
—Pasen por aquí —nos pidió Roy.
—¿Por qué quería conversar con los dos? —pregunté con mucha curiosidad.
—Verán… sé que esto sonará raro, pero de ahora en adelante tendrán que cuidarse al intimar.
—¿Tendremos que usar condón? —preguntó Tom sonrojado.
—No es 100% efectivo, así que ambos tomarán estas pastillas, todos los días a las 10 de la noche.
—Estos son anticonceptivos femeninos —dije extrañado.
—Sí, recuerda que sus genes están mutados.
—¿Y yo también debo tomarlos?
—Es preferible, así pueden cambiar de roles. Además, si Tom llega a quedar embarazado sería terrible, no hay nadie tan fuerte como para contenerlo y darle energía vital.
—Ya veo.
—Ven, Bill, quiero revisarte —tras chequearme me dijo—. Todo está normal. Ya puedes comenzar a intimar.
—¿Doctor? —llamó Tom.
—Dime.
—Está seguro que Bill y yo podemos intimar, me refiero a que acaba de dar a luz, ¿no es peligroso?
—Para nada. Recuerda que él no tuvo un parto femenino. Además, los fluidos han cesado, todo está perfecto, y será bueno para él. Ya sabes… para aliviar el estrés, después de todo, tiene que lidiar con dos bebés.
—Comprendo.
—Bill, quiero que traigas a los niños en dos semanas, les pondremos las vacunas de rigor, no queremos que se enfermen, después de todo esas criaturitas son humanas, a pesar de la fuerza de sus auras.
—Sí, doctor.
—Si pasa cualquier cosa antes, sólo llámame.
—Lo haremos —respondió mi esposo.
Nos fuimos y Tom me preguntó—. ¿Quieres ir a comer algo antes de ir por los niños?
—La verdad quiero ir a casa.
—Entonces por los niños y a casa.
—No.
—¿Qué?
—Quiero ir a casa a hacer el amor y después, vamos por los niños.
—Eres un goloso.
—Así tendremos algo de intimidad.
—Propuesta aceptada.
Partimos a casa y apenas entramos, nos besamos con desesperación, claro ya llevábamos varios días sin hacer el amor, sólo jugábamos.
Tom me levantó y yo puse mis piernas alrededor de su cintura. Yo quería todo el contacto que pudiera tener. Deseaba estar con él, sentirlo muy dentro de mí.
Su boca era maravillosa, su lengua jugaba con mi piercing peleando por dominar. Me llevó a la pieza y me recostó sobre la cama.
Se quitó la ropa, mientras yo me deshacía de la mía. Se recostó sobre mí, sin dejar de besarme, nos frotamos, podía sentir su erección palpitante, sin embargo se detuvo.
—Bill.
—¿Dios, qué pasa?
—No quiero lastimarte.
—Nunca lo has hecho.
—En verdad, no te gustaría cambiar de posición, tú estar a cargo.
—Pero a ti no te gusta mucho, yo soy medio torpe y siempre te lastimo.
—En serio, es por tu bien, además igual me gusta, vamos, ¿hazlo por mí?
—Está bien.
—Ven… sobre mí.
Me puse entre sus piernas y me puse lubricante en los dedos. Seguimos besándonos y comencé a prepararlo. Tenía rostro de concentración, yo no quería que le doliese, pero no era tan bueno como él preparando.
—Ahhhh —se le escapó. Creo que había dado en el clavo.
—¿Te gusta? —le dije en el oído, lamiendo el lóbulo.
—Me encanta, bebé.
—¿Estás listo?
—Siempre listo para ti. —Lo penetré con suavidad, era muy cálido y creía ver estrellas al sentirlo tan estrecho.
—Oh, cielo… estás tan apretado.
—Estoy bien… muévete —tenía los ojos cerrados cuando comencé a embestirlo.
—Quiero que me veas.
Abrió los ojos y nos miramos, llenos de amor y comprensión el uno con el otro.
—No te reprimas, Bill, dame todo lo que tengas, libera tu pasión… mmm…
—Oh, Tooommm, quiero sentir el desenfreno.
—Hazlo, mi amor. AAAAhhhhhh…
—Quiero escucharte, mi vida, gime, gime mi nombre.
—Bill… Bill… Billl…
—Te amo.
—Ah, y yo a ti —lo embestía cada vez más rápido, no podía evitarlo, escucharlo gemir me calentaba más.
—Tooommmmiiiii
—Más duro, Billy, cielo, libera todo lo que tienes —mi cuerpo lo golpeaba casi con rudeza, pero en el rostro de mi esposo no había ninguna señal de dolor o malestar, sólo placer.
—Mmm, creo que ya voy Tomi.
—Y yo me voy contigo.
Dos embestidas más y el clímax nos golpeó con fuerza. Caí sobre el pecho de Tom y me abrazó con suma delicadeza.
—Me ha encantado, mi vida —dijo respirando con dificultad.
—¿Qué es ese ruido?
—Es tu celular, te lo pasó, está aquí en el suelo, seguro se cayó cuando te quitaste la ropa.
—¿Hallo?
—Bill, soy Tania, escucha —eran los gemelos riendo casi a carcajadas.
—Mis pequeños.
—Hace un segundo empezaron a reír así y tenía que contarte, se ven preciosos, es como si hubieran oído un chiste.
—Ya vamos por ellos.
—No te apresures que están bien y además me encanta tenerlos acá.
—Entonces llegamos en unas horas.
—Está bien, nos vemos —colgó.
—¿Era Tania? —preguntó mi esposo abrazándome de nuevo.
—Sí, para ponerme a los niños al teléfono, porque estaban riendo a carcajadas. Te dije que ellos saben cuando nosotros… hacemos… tú sabes.
—Saben cuando sus papis están felices.
—En fin, Tania los tendrá un par de horas más.
—Entonces… ¿por qué no aprovechamos esas horas para seguir jugando?
—¿Quién es el goloso ahora? —pregunté alzando la ceja.
—Vamos que también te gusta —me sonrió.
—Todo contigo me gusta —dije besándolo. Aquí vamos de nuevo.
& Continuará &
Jajajaja, los dos son un par de golosos. Aprovecharon el mismo día que el doctor les dejó volver a intimar, para hacerlo como conejos >//< No dejen de comentar. Ya queda muy poco para el final, lo que significa que la paz se acabará pronto.