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“Fashion” Fic Twc / Toll escrito por MizukyChan
Capítulo 21: Sexy, naughty, bitchy Bill
Can we fall one more time? Stop the tape and rewind. Oh and if you walk away I know I’ll fade. ‘Cause there is nobody else. It’s gotta be you. Only you
(¿Podemos enamorarnos de nuevo?, detener el tiempo y rebobinar. Oh y si te vas, sé que me desvaneceré, porque no hay nadie más. Tienes que ser tú. Sólo tú)
Al ver a su adorado pelinegro besar a Ingrid, el mundo pareció detenerse, sintió un sudor frío recorrerle la espalda y sus manos temblaron, sintió ira, pero la culpa era más intensa.
—¿Tom, estás bien? Te ves pálido —dijo Xaviera sentándose a su lado.
—Tengo que salir de aquí —gruñó y tomando sus pesados libros salió de allí, dejando a Gabriel y a la mujer pensando.
Pasos más allá, el cantante sentía repulsión al sentir aquellos labios sobre los suyos, cuando tan sólo horas antes, era su Tomi quien le quitaba el aliento con su deliciosa y cálida boca. Sin soportarlo más, alejó a la chica y le guiñó un ojo, después de todo, el mundo del espectáculo le había enseñado a fingir, y eso era justamente lo que haría, alejar toda clase de rumores entre él y Tom, para volver a tenerlo, aunque fuera como su tutor.
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A las 7:00 PM, fuera de la biblioteca, el pelinegro esperaba al rastudo con sus libros y su excusa para estudiar. Tenía la capota del deportivo puesta, ya que el frío del otoño ya se hacía sentir.
Miró su reloj una vez más y vio la figura del chico saliendo por la entrada, esta vez no cargaba los pesados volúmenes y traía la cabeza gacha, sintió que su estómago se encogía y salió del auto.
—Tom… —le llamó, no estaba seguro de poder llamarle Tomi en público, así que sólo se limitó a usar su nombre.
—¿Qué haces aquí? —Preguntó el mayor con la voz más ruda de lo habitual. Notando de inmediato la ausencia del acostumbrado “Tomi”
—¿Qué? —El menor se sintió intimidado por la rudeza con que le habló, Tom nunca le hablaba así, ni siquiera cuando estaba molesto—. Es la hora del estudio… —dijo como si fuera obvio y trató de dibujar una sonrisa, que se vio más como una mueca.
—Ah claro, “para eso está Trumper” —repitió las palabras que Ingrid burlonamente utilizó para referirse al tutor.
—¿Qué te pasa? —Quiso acercarse, pero no se atrevió.
—“Tú”, me pasas… —le apuntó acusadoramente con el índice.
—¿Qué? ¿Qué demonios hice ahora, aparte de ser hombre? —Explotó el cantante, podría querer mucho a Tomi, pero desde que estaba con él sólo había bajado la cabeza, esa no era su forma de ser y por haber mostrado su lado sensible había salido lastimado.
—Te parece poco… estar haciendo espectáculo con Ingrid.
La indignación se reflejó de inmediato en el rostro del cantante, las mejillas aumentaron de color, pero no por sentirse halagado, sino de la rabia que le provocaba la desfachatez de Tom al decirle esas cosas, al mostrarse celoso, cuando todo había sido su idea.
—¿Y Xaviera?
—No la metas en esto.
— ¿Ah no? Tu ex noviecita vuelve en gloria y majestad, justo cuando tú me dices que quieres darte un tiempo, que no quieres que nos vean juntos… ¿sabes qué?
Tom bajó la mirada, se sentía culpable, en realidad no debía pedirle explicaciones a Bill cuando justamente todo era su culpa, si fuera un poco más valiente en sus decisiones, ahora lo estaría besando en lugar de escucharle pelear.
—Tienes razón, Tom… —dijo calmando todo su tono de voz, provocando que el mayor le mirara a los ojos—. Es mejor que nos separemos… —estaba derrotado y Tom pudo ver que hasta sus hombros se habían decaído—. Quedas relevado de tus cargos, ya no trabajarás más para mí.
—Bill…
—Adiós.
Caminó con lentitud y entró al auto. No se atrevió a voltear la mirada, porque si lo hacía, volvería corriendo hacia él y estaría dispuesto a caer de rodillas para pedirle que le perdonara y volvieran a ser… aunque fuera… amigos. Partió de allí con el corazón en la mano y fue al único lugar donde podría llorar tranquilo, donde Andreas.
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Le tomó más de media hora llegar a casa, y cuando por fin llegó a la puerta, se encontró con Gabriel esperándole.
—Te dije que debíamos hablar.
—No… no me siento bien…
—Ya veo, luces como si te acabaran de patear.
Entraron en el departamento y Tom fue directo al refrigerador por una cerveza, cosa que sorprendió a su amigo, él no solía beber, menos en día de semana.
—¿Qué pasó? —Preguntó cuando ambos estuvieron en el sofá.
—Bill me despidió.
—¿Qué?
—Eso… me despidió.
—Pobre Bill —dijo el castaño dando un tremendo suspiro, cosa que hizo reír a Tom.
—¿Pobre Bill? Me despidió —dijo el otro con la voz herida—. Deberías decir “pobre Tom”, ¿no crees?
—Perdóname, Tom, pero creo que aquí el único tonto culpable eres tú, y quien está sufriendo más en estos momentos es él —comentó Gabriel, mirándole fijamente.
—No…
—Hoy hablé con Bill, me contó lo que ocurrió entre ustedes —Tom no quería levantar la cabeza—. Como veo que esta será una conversación de una sola parte, procederé. Primero, debes saber que Bill es una persona muy sentimental, que pese a toda su apariencia de “diva”, que personalmente adoro —dijo con una sonrisa—, él es un soñador y seguramente le costó mucho revelar sus sentimientos.
—Gabriel…
—Déjame seguir… Bill te quería desde hace bastante tiempo, amigo, y como tú siempre estás en la luna no te dabas cuenta.
—Eso lo sé.
—Pero él no se quedó callado por eso, porque Bill siempre consigue lo que quiere —Tom le miró alzando una ceja—, el guardó silencio, porque tu imagen de hétero es muy importante para ti, él nunca se sintió digno de ser tu pareja.
—Pero él es…
—Increíble, lo sé.
—¿Entonces?
—Sólo cuando tú le besaste, él se sintió animado a confesarlo. ¿Y qué hiciste tú?
—Le pedí que fuera mi novio —se defendió el rastudo, bebiendo de su cerveza.
—¡En secreto! —gritó Gabriel, haciendo que el otro casi escupiera su trago—. ¡Dios! ¿Cómo pensaste en hacerle algo así, Tom?
—Pero él aceptó.
—Porque te ama, idiota, pero dime… sinceramente ¿te avergüenzas de alguien como Bill? —Tom sacudió la cabeza—. ¿Cómo podrías avergonzarte de un hombre tan guapo? Es un modelo, un cantante, es hermoso.
—Lo sé. Es… perfecto.
—¿Cómo pudiste hacerle eso?
—Lo siento.
—Pero no fue sólo eso… no… tú cuando metes la pata, la metes hasta el fondo.
—¿Qué más hice?
—Te acobardas y después de que le pides ser su novio, le dices que se alejen —sacude la cabeza indignado—, justo cuando aparece Xaviera. ¿Tienes idea de lo que pasó por su cabeza?
—No.
—Él pensó que debía fingir tener una novia, tal y como tú le dijiste… pero lo que más le duele es que… no puede competir con Xaviera… porque ella es una mujer —la voz de Gabriel temblaba, él mismo quería llorar.
—¿Y por qué cree que debe competir con Xaviera?
—Cuando ella llegó, tú la escogiste… no fuiste por él… te quedaste con ella —una lágrima se le escapó—. Ya dije todo lo que debía decir —suspiró.
—Gabriel…
—Yo pensé que Bill merecía lo mejor y tú… eras el mejor…
—Lo arruiné.
—Habla con él, pero sólo si vas a hacerlo feliz, porque si piensas tenerlo oculto, en un romance secreto, yo como amigo de Bill y su fan, te pido que lo dejes ir, porque Bill no se merece eso, él es una estrella y merece brillar.
Levantándose en silencio, salió de allí, dejando a un pensativo rastudo. ¿Estaría dispuesto a dejarlo todo por Bill?
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Al día siguiente, Tom trató de acercarse a Bill para poder pedir disculpas, pero le fue imposible, de una u otra manera, el cantante estaba rodeado de gente y Andreas nunca le abandonaba y gruñía cuando el rastudo se acercaba, no es que le temiera al rubio, pero sabía que no le haría fácil el camino.
Así pasó toda la semana, sin ningún progreso, Gabriel siempre estaba a su lado a la hora del almuerzo y charlaban de trivialidades, evitando el tema para no ponerse sensibles.
Lo único bueno era que Bill ya no estaba con Ingrid colgada del brazo, pero eso sólo había aumentado el deseo de todo el cuerpo estudiantil para con el chico, quien llegaba cada día a la escuela luciendo como una verdadera estrella de rock.
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Durante la semana siguiente, Bill ignoró todas las llamadas de Tom, pero siempre suspiraba cuando veía su imagen reflejada en el celular. Se sentía realmente patético, ya que todo volvía a repetirse, él entregaba el corazón y el que lo tomaba sólo lo pisoteaba.
Andi estaba tan molesto cuando le contó que Tom quería ser su novio “en secreto”, decía que no tenía las agallas de enfrentar a la sociedad por amor y que por lo tanto, eso que sentía, no era amor.
—Cómo se atreve a avergonzarse de ti y si tú no lo hiciste cuando él era sólo un nerd con gafas horribles —gruñó el rubio, aquella vez.
Bueno, tendría que ser valiente y volver a vivir su vida antigua, cuando era fuerte y nadie podía ver a través de su vulnerabilidad, volvería a ser la “diva”.
(un mes después del beso)
La cuarta semana en que los chicos no se hablaban, el cantante parecía ser el mismo de siempre, luciendo más “hot” que nunca y haciéndose notar por su lema que ahora circulaba por toda la escuela “No one ugly allowed” (No se admiten feos)
Era viernes y todos querían regresar a casa, agotados por los estudios y el tedio de los horarios de clases.
A la hora de la comida, los “pretty people” estaban en su acostumbrada mesa burlándose de medio mundo, cuando las porristas llegaron con unos parlantes portátiles.
—Escandalosas —gruñó Andreas, mientras Georg trataba de sonreír a su porrista favorita, Romina, quien le guiñó ocultándose detrás de Chantelle.
—Hey, chicos, ¿quieren ver nuestra nueva presentación? —preguntó la líder a los compañeros, que aplaudieron y les dieron espacio en el centro de la cafetería.
Las chicas pusieron la música y comenzaron un despliegue de movimientos y coreografías. Bill con sus gafas de sol puestas, miró a lo lejos y vio como Tom sonreía a Chantelle, dándole ánimo. Eso fue más que suficiente para enervarle la sangre y hacerle poner de pie completamente furioso.
—Chantelle, linda —dijo él fuerte para que todos le oyeran, la música se detuvo y todas las miradas se concentraron en él—. Son mujeres, por lo menos deberías moverte más… sexy, ¿no crees?
— ¿Podrías hacerlo mejor? —le retó la rubia.
—Tal vez, con la música adecuada —moviendo los dedos, Ingrid apareció con un pendrive, que instaló en los parlantes y puso la canción.
(Dar play a la canción es Sexy, naughty, bitchy de Tata Young)
Mientras la música sonaba, Bill cantaba la letra como si fuera suya, dándole con su tono más grave una sensualidad que erizaba la piel. Lentamente y sin dejar de agitar sus caderas, se quitó su chaqueta, dejándole sólo con una ajustada playera negra, y al alzar sus brazos, una parte de su estrella saltó a la vista.
—Dios, Bill. ¡Te amo! —gritó alguien por allí.
El aludido sólo sonrió sin dejar de moverse como si la coreografía ya hubiera sido practicada infinidad de veces, además que la letra parecía calzar con la naturaleza sexy del pelinegro.
—¡Déjame follarte! —pidió alguien desde atrás.
Cerca de allí, el rastudo estaba hipnotizado mirando la escena ante sus ojos. Comiéndose con la mirada cada parte de aquel ser que bailaba, cual felino, en el centro de la cafetería sobre una mesa. Sin darse cuenta que tenía la boca abierta, hasta que la mano de su amigo la movió, para que pudiera cerrarla y no babear sobre sus libros.
—Eso es lo que te perdiste —susurró y luego le pegó en la frente—. Tonto —gruñó.
Tom no podía pensar, hacía tanto tiempo que no veía a Bill de cerca, que tenerlo allí y de esa manera tan “hot”, le hacía estremecer. Pasó su lengua por sus labios, que de pronto estaban demasiado secos, y recordó como sabía el cantante, era tan delicioso y como sus lenguas jugaron y ese piercing…
—¡Déjame follarte! —escuchó que alguien gritó y eso lo hizo volver a la realidad.
—Dios Bill… —susurró.
—Eres un tonto —repitió nuevamente Gabriel.
“Can’t change who I am, sexy, naughty, bitchy Bill”
(No puedo cambiar quien soy, sexy, sucio y brujo Bill).
Terminó de cantar el pelinegro con la voz ligeramente más agitada por todo el baile, pero estalló una ronda de aplausos y vítores de todos los presentes.
—Deberías ser tú el líder de las porristas, Bill —gritó alguien por allí.
—Ese es un trabajo de chicas —dijo el pelinegro haciendo un puchero, como diciendo “pobre de mí”.
—Dios no, Bill, tú eres mejor que cualquier mujer —gritó un chico muy guapo por detrás y que rápidamente se acercó a él—. Soy capitán del equipo de basquetbol y me encantaría que me animaras.
Bill batió las pestañas por tal elogio y tímidamente se arregló el cabello y volvió a decir.
—¿Pero no te daría pena que te anime un hombre y no las chicas rubias? —Volvió a hacer su puchero adorable, batiendo las pestañas en forma sensual.
—Tendría que ser estúpido —admitió el chico.
Al mismo tiempo, Gabriel le daba un golpe en la cabeza al rastudo, ya que todos estaban escuchando aquella charla.
—Te lo agradezco mucho, pero ahora que no tengo tutor, tengo que estudiar mucho para no bajar mis notas —dijo el pelinegro, con su postura de damisela en problemas.
—Pero si necesitas ayuda, yo podría ayudarte a estudiar —Tom que escuchaba atentamente, tragó duro y apretó los puños.
—Es que eres muy guapo y no podría concentrarme —dijo Bill coquetamente.
—Ya no soporto esto —gruñó el rastudo y poniéndose de pie salió de allí, sin darse cuenta que la mirada del cantante lo siguió hasta el fin.
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Cuando las clases acabaron aquel viernes, Bill se quedó en la escuela esperando que Tom terminara su entrenamiento, se sentía culpable por lo que había hecho y a pesar de todo no quería que Tom lo terminara odiando.
Se encontraba sentado en la banqueta de la entrada, mirando sus apuntes de inglés, cuando un auto pequeño llegó a la entrada. Él reconoció el vehículo y a la chica que estaba dentro y esperó que aquello no fuera más que una coincidencia. Pero cuando volteó la mirada y vio que el rastudo se apresuraba hacia la chica, su corazón se apretó.
—Xavi —le llamó, abrazándola.
En esos momentos, el celular del pelinegro sonó fuertemente con la canción que había cantado a la hora del almuerzo y Tom giró a ver de quién se trataba. Cuando sus ojos se toparon con los del pelinegro, sintió que el pulso se le aceleró, el pequeño le miraba con gran tristeza y contestó su llamada casi susurrando y luego tomó sus pertenencias y caminó hasta su auto.
—¿Estás bien? —preguntaba la chica, pero el rastudo sólo miraba al cantante con un nudo en la garganta.
—Será mejor que nos vamos —pidió él.
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Bill estaba furioso con todo el mundo, pero Andreas sabía que en realidad, el chico sólo estaba herido, así que accedió a acompañarlo al club de Paul Listing, el hermano de Georg.
—¿Cómo luzco? —Preguntó el pelinegro dándole los últimos retoques a su melena de león.
—¿Quieres la verdad? —Preguntó el rubio con un toque de maldad. Bill giró por completo hasta verle con ojos asesinos.
—¿Me veo mal?
—Por supuesto que no, te ves formidable, como la estrella que eres —dijo con una sonrisa y le robó un piquito al más delgado.
—Siempre dices eso —dijo sonriente, le encantaba que le elogiaran.
—Apropósito, ¿por qué la insistencia en salir esta noche?
—Es que hoy cumplí un mes —dijo el cantante bajando la mirada.
—¿De qué?
—De que ya no veo a Tomi —se hundió en la silla.
—Bien, entonces hay que celebrarlo —canturreó el rubio, tomando la mano de Bill y dándole un abrazo lo guió hasta la puerta—. Vamos, hoy hay que emborracharse y terminarás conmigo en mi cama —dijo sonriendo y obviamente el cantante no entendió el significado oculto detrás de estas palabras.
& Continuará &
¿Logrará Andreas llevarse a la cama a un herido, vulnerable y ebrio Bill? ¿Quién podrá defenderlo? No se pierda la continuación de esta pareja que será publicada después del especial.