22: Cazados I

Minotaurus. Temporada I

Capítulo 22: Cazados (P.1)

— 18 años —

& Anteriormente &

¡Esos malditos! ¡Perros traidores! —Gritó, lleno de ira e impotencia—. ¿Cómo no me di cuenta antes? —dijo Phillips.

Tenemos a cuatro de los “siete”. ¿Qué hay de los otros dos? —preguntó el moreno.

Anis y Sam —explicó Phillips, suspirando—. Fueron expulsados, exiliados de la manada, por diferentes motivos.

Daré la orden de que sigan investigando, si damos con Sam o Anis, entonces, los tendremos —comentó el hombre—. Buscaremos en todo el bendito mundo.

&

En algún lugar de Berlín, la sala de operaciones del Club Bohemio se hallaba rebosante de personas ansiosas y temerosas por los resultados de sus informes.

Bien señores —dijo, sin saludar el líder de la manada—. Comencemos con las buenas noticias.

Entonces es Roger quien debe comenzar —anunció Dylan, a su lado.

Señor Phillips, hemos encontrado a Sam —habló, sin poder ocultar la sonrisita de satisfacción en su rostro.

¿Dónde? —cuestionó de inmediato el líder.

Al sur de Argentina, oculto en la Patagonia —respondió Roger.

¿Están seguros de que es él?

Sí señor —Fue rotundo.

¿Lo apresaron? —Volvió a preguntar.

No señor. Estamos a una distancia prudente. Esperamos sus órdenes —El líder arrugó el ceño y Dylan lo notó de inmediato.

Señor, hemos aguardado, porque sólo hemos confirmado su identidad hace dos noches —explicó, entregándole algunas fotografías y documentos que acreditaban sus palabras—. No queríamos molestarlo con un error, señor.

Bien hecho Dylan —comentó Phillips, reconociendo que su ayudante tenía razón, habría estado furioso, si se hubieran equivocado.

Gracias señor —Todos los presentes estaban maravillados, el líder solía mover la cabeza en forma afirmativa cuando hacías algo bien, pero jamás te elogiaba en público.

—Organicen un grupo de agentes. Lo quiero aquí lo antes posible —Ordenó el hombre—. Díganme ¿su “Mate” está con vida?

Sí señor —respondió Roger.

Perfecto. Tráiganla con de esa forma, respirando —El hombre sabía que esa sería la única forma de sacarle información a uno de “los siete”—. ¿Alguna otra buena noticia?

No, señor —respondió Dylan, arrugando el ceño.

¿Noticias de Thor y Loki? —Insistió el hombre.

Nada —contestó otro de los agentes—. Tampoco hemos podido descifrar el código que nos impide volver a utilizar los satélites internacionales —explicó el joven de cabello corto—. Pero sí hemos infiltrado un nuevo control sobre los satélites gubernamentales y podemos controlar todo lo que ocurre aquí en Europa, señor —Trató de justificarse con ello.

Bueno, es peor que nada —comentó Phillips con sarcasmo—. Claro que se tardaron casi seis meses en lograrlo. Creo que la calidad de educación en nuestras escuelas Masónicas ha decrecido considerablemente —Todos querían contradecir ese comentario, pero nadie se atrevería a hacerlo.

Es el turno de Leville —agregó Dylan, para cortar la tensión.

Nadie sabe nada de Simone Thompson —Comenzó el hombre—. Después del parte policial contra la agresión de su esposo, nadie sabe nada.

El líder asintió, sus hombres eran profesionales, seguramente ya habían investigado a todas y cada una de las amigas de la mujer y de su supuesto amante, según las palabras de Jorg.

Y así, cada uno de los agentes, reportó sus informes, esperando no ser castigados por los pocos avances encontrados, en cuanto a los elegidos.

— Salk Lake City, Utah. Cinco meses después —

Unos días después de que los Kaulitz se enteraran del problema cardiaco que sufría la pequeña Karol, Bruce hacía los preparativos para dejar a su hija a cargo de sus tíos, los G’s.

Aquí están los números telefónicos de Clair y Ritha, el mío, el de Tom, recuerden que sólo pueden usar esos números, ningún otro, ya que…

Podrían estar intervenidos… —Terminó el castaño con una sonrisa.

¡Dios Anis! —Le reclamó el rubio—. Viví toda la vida con mi padre, investigando sobre conspiraciones, ya sabemos lo que hay que hacer —Los Kaulitz observaban la escena en silencio, pero con una expresión divertida en el rostro.

No te preocupes papá —dijo Paullette, cogiendo la mano de su progenitor—. Los tíos G’s son grandes, como tú y podrán cuidarme muy, muy bien —Movió su cabecita hacia un lado, batiendo sus largas pestañas—. Sólo será un día papá, pero te extrañaremos.

Bruce, con todo su porte de malo y su fortaleza de ex agente de los taurinos, sucumbió ante la dulzura de su hija y sintió que la emoción lo embargaba, ya que tan sólo unos meses atrás, su pequeña no decía ni una palabra.

Está bien mi amor —La abrazó y besó su mejilla—. Es que te extrañaré demasiado, es todo.

Te quiero papá.

Y yo a ti, princesa.

Ven aquí, linda —Le pidió Geo, para que los chicos pudieran marchar.

La pequeña le dio su manita y juntos caminaron hacia la puerta, observando como los Kaulitz se despedían haciendo un adiós con la mano y subían a otro coche, uno que Anis tenía oculto, y que usaba sólo cuando salía de Salt Lake, y que al parecer, tenía una patente falsa.

¿Crees que estarán bien? —preguntó el rubio a su novio, tomando su mano libre.

No te preocupes tío Gus —dijo la niña alzando la vista—. Papi es muy bueno cuidando personas. A mí me ha cuidado toda la vida de los hombres malos del Clan.

¿Y tú cómo sabes eso? —cuestionó el castaño, agachándose, hasta quedar a su altura, le parecía extraño que ella hiciera esos comentarios, ya que su padre, nunca mencionaba al clan o a la manada en frente de ella.

Un ángel me lo dijo —contó ella—. Me dijo en un sueño que él me cuidaría a mí y también a los elegidos, hasta que llegara su tiempo de actuar.

Los G’s quedaron con una expresión interrogante en sus caras ante esas palabras y se preguntaron mentalmente, si era posible que ella también hubiese tenido una visión del dios Minotaurus.

¿Estás segura? —Insistió el rubio y ella se llevó el índice a los labios.

Ssshhh es un secreto, nadie debe saberlo —Y salió corriendo a jugar con sus muñecas, entonando una suave melodía que ninguno de ellos reconoció.

—  Ciudad de Bountiful, Utah —

Bruce estacionó el vehículo en las afueras de un Motel al paso, en medio de la nada. Bajaron sus bolsos y pidieron dos habitaciones, pagando en efectivo y mostrando sus identificaciones falsas, siempre con una sonrisa para no llamar la atención.

¿Estás seguro de que podemos confiar en ellos? —preguntó el pelinegro, sujetando fuertemente la mano de Tom.

No hay nadie más confiable en el mundo que Thor y Loki, te lo aseguro —Sonrió el hombre.

La pareja entró a su cuarto y se abrazaron con cariño. Tom se apoderó de los labios de su pareja y lo apretó contra su cuerpo, soltando el aura de amor que sentía por él, logrando que el menor se relajara.

Tengo miedo —Confesó el moreno.

Lo sé, pero Anis ya nos ha contado la historia de “los siete” y de sus visiones —Levantó su barbilla para verle a los ojos—. Debemos confiar en ellos.

Pero si ellos nos encontraron ¿Cuánto pasará para que también los taurinos nos encuentren? —preguntó con la voz presa de los nervios, sus manos volvieron a temblar y Tom lo besó con pasión.

«Habrá que seguir el consejo de Clair» Pensó el trenzado y sin cortar el beso, quitó lentamente el abrigo de su “Mate”. Al sentir que se relajaba en el beso, siguió pasando suavemente sus manos por la espalda del pequeño y lo guió hacia la cama, donde ambos se acomodaron, para seguir besándose con lentitud.

Al estar cómodamente en la cama, Bill pasó su pierna por sobre su novio y presionó allí, logrando sacar un jadeo del trenzado, al sentir que su área más sensible había sido estimulada.

Ambos sentían la excitación del otro y simplemente se dejaron llevar. Sus respiraciones se entrecortaron y sus manos cobraron agilidad y comenzaron a quitar las prendas que estaban de más.

Después de hacer el amor, la pareja estaba abrazada, mirándose fijamente, guardando en sus memorias aquel preciso instante.

Tengo miedo —repitió el pelinegro y Tom sonrió.

¿Quieres volver a hacerlo? —preguntó medio en broma, medio en serio.

Tomi —Gruñó el menor—. Esto es importante, tengo un mal presentimiento.

Y yo —El trenzado se puso serio—. Pero mi ansiedad no es por “los siete”, es algo más. Desearía poder estar seguro de eso.

Todo lo que he escuchado sobre los elegidos no se parece en nada a lo que estamos viviendo —Renegó el pelinegro y su pareja le dio un pequeño beso.

No te enojes con el dios toro.

No es eso —Se disculpó.

Te entiendo, sabes que sí —Bill asintió—. Sólo desearía que eso que se dice, de que los elegidos tendrían poder para ver, estar en contacto con el Minotaurus, por el bien de los que aman, se hiciera realidad.

Él nos habló una vez —mencionó el menor—. En el Laberinto.

Y fue muy claro aquella vez, pero ahora… —Tom levantó la vista y vio hacia el techo—. Quisiera saber qué significa esta opresión en mi pecho. ¿Por qué no me lo muestras? —Pidió en voz alta y Bill sólo lo observó, su Tomi se veían tan majestuoso en esos momentos, que sin duda parecía un verdadero elegido.

Será mejor que descansemos, la reunión será de noche y no quiero que tu cuerpo se agote, mi vida —susurró el pelinegro, levantando la manta, para cubrir sus figuras desnudas.

&

Cerca de las tres de la mañana, Bruce tocaba la puerta de los Kaulitz, para anunciarles que la hora había llegado. Muy bien abrigados, los chicos salieron tomados de la mano y subieron al vehículo en silencio.

¿Dónde iremos? —preguntó el mayor.

A un lugar secreto, donde nadie podrá rastrearnos —explicó el hombre, sin apartar la vista del volante—. No se preocupen, no es muy lejos, sólo debo fijarme bien en el camino o perderé la entrada.

¿A qué te refieres? —Insistió el pelinegro.

Es la entrada a un bosque, no tiene ningún letrero, sólo debo observar bien —respondió.

¿Cuándo fue la última vez que viniste aquí? —cuestionó el trenzado, mirando la nada, pues estaba sumamente oscuro. Preguntándose si Anis, realmente podría dar con el lugar acordado.

Cuando Paul estaba aún con vida, hace como seis años —susurró Bruce, con la voz triste ante el recuerdo—, estaba embarazado por aquellos años.

¡¿Seis años?! —exclamó Bill—. ¿Y crees poder recordar el lugar?

Por supuesto —Le guiñó un ojo por el retrovisor—. Fue por eso que decidí volver a Utah. Ya verán cuando lleguemos.

Los chicos se tomaron de la mano y observaron por la ventana, hasta que Bruce bajó la velocidad y puso atención en los alrededores.

Allí está,

Girando, el hombre maniobró el vehículo entre los árboles. No había ningún camino, pero tampoco había dificultad para adentrarse entre ellos. Y cuando se detuvo, los chicos le miraron expectantes.

Miren eso —Abrió la puerta del auto y los jóvenes le imitaron. Señaló con su mano la forma extraña de un gran árbol justo sobre ellos—. ¿Lo ven?

Bill y Tom observaron el resto de los árboles y notaron la diferencia. Ese gran tronco, era enorme y sobresalía a la distancia, pero al bajar la mirada hacia la altura de sus ojos, vieron un grabado sobre su madera. Un corazón con dos cuernos, porque eran taurinos, y las iniciales A & P.

Anis y Paul —vocalizó el pelinegro y el adulto sonrió.

Mi Paul siempre quiso vivir cerca de las montañas —relató—, pero tuvimos que huir por mucho tiempo y cuando mi pequeña creció, decidí intentarlo de nuevo, en su memoria y es aquí donde estamos ahora.

Vaya… —susurró el de trenzas.

¿Y por qué vives en Salt Lake, si querías estar cerca de aquí? —preguntó Bill.

Paullette me lo pidió —El hombre los miró fijamente y continuó—. Ella no hablaba, pero un día despertó de un sueño y me dijo que debíamos vivir en las montañas de Salt Lake.

¿Crees que ella…? —indagó el trenzado.

Sí, estoy seguro de que recibió una visión.

Wow, es tan pequeña —agregó el moreno.

Por lo mismo, su corazón es puro, no está corrupto —Anis miró su reloj—. Debemos seguir, ya no queda mucho.

Volvieron a subir al carro y se pusieron en camino. Sólo pasaron diez minutos más, y las luces les mostraron otro vehículo detenido, justo en frente de ellos.

Allí están —comentó Bruce con una sonrisa.

Se detuvieron y bajaron. Por instinto, los Kaulitz se tomaron de las manos y siguieron al hombre, quien estaba feliz de encontrarse con sus amigos.

¡Anis! —exclamó el de cabello rubio.

¡Thor! —Saludó, abrazándolo fuertemente y dando sonoras palmadas en su espalda.

¡Maldito cabrón! —Gritó el otro, de cabello castaño y se unió al abrazo.

Hola para ti también Loki —Saludó el hombre, sin dejar de sonreír.

¡Qué gusto! —Siguió el llamado Thor.

Estamos vivos —Siguió Bruce—. Paullette y yo, y ahora nuestros elegidos —Se alejó, para mostrarles a los Kaulitz con la mano—. Tal como nos lo anunció hace años.

Pensé que Jorg Kaulitz nos había ganado —comentó Loki—. Qué gusto que no le creyeran al maldito.

Chicos —llamó Bruce con la mano—. Déjenme presentarles a mis amigos, él es Thor y él es Loki —Los señaló con la mano—. Los seres más inteligentes que conozco.

Los chicos sonrieron, no podían sentir ninguna mala intención en ellos, así que se acercaron y apretaron sus manos, correspondiendo sus saludos.

Tenemos mucho que hablar —dijo Thor con la mirada seria.

¿Cómo nos encontraron? —preguntó el pelinegro de inmediato.

Éramos agentes del clan, jovencito —explicó el hombre—. Controlábamos los mejores satélites espías del mundo. Los vimos venir a Utah, además nosotros fuimos quienes advertimos a Gordon de que huyeran.

Ustedes…

¿Saben algo de mi madre? —interrogó el de trenzas, sintiendo un nudo en la garganta.

Vamos con calma, Tom —Pidió Loki—. Hay mucho que explicar y tal vez no tengamos el tiempo necesario para hacerlo.

¿Por qué? —Insistió Bill.

Porque debemos ocultarnos antes del amanecer —dijo Bruce—. Sólo así dejará de ser sospechoso.

Anis tiene razón —agregó Thor—. Vamos por parte.

¿Mi madre? —repitió Tom—. ¿Cómo está ella?

Está viva —dijo Loki—, si eso es lo que te preocupa. Tu padre la atacó con claras intenciones de matarla, bajo la influencia del líder.

¿Está herida? —cuestionó el chico.

No, escapó por sus propios medios —continuó Loki.

¿Y dónde está ahora?

La ocultamos con Gordon —Tanto Bill como Tom suspiraron de alivio. Ellos estarían bien juntos, el de trenzas sabía que Gordon amaba a su madre y la cuidaría con su vida si era necesario.

¿Y mi familia? —preguntó el pelinegro y el resto de los presentes contuvo la respiración, porque el chico claramente no tenía idea de su parentesco con Tom.

Ellos están bien, el clan los tiene vigilados en caso de que tú tengas contacto con ellos, pero aparte de eso, están a salvo —respondió Thor, mirando a Anis, buscando una explicación.

Aún quiero saber si estaremos seguros aquí, ahora que ustedes nos han encontrado —agregó el pelinegro, causando una sonrisa en los dioses de Asgard.

Estás en lo correcto al ser paranoico chico —comentó Thor—. Es mejor prevenir que lamentar, pero te aseguro, le pusimos un buen virus al sistema, tardarán años en desbloquearlo —Finalizó con una sonrisa, recordando lo furioso que había estado Phillips al escuchar sobre su pequeña hazaña, situación que habían escuchado, desde sus posiciones ocultas.

¿Y por qué están aquí? —preguntó el trenzado.

Nos contactamos con Anis, cuando supimos de su posición, gracias a nuestros antiguos códigos y que él activó, cuando ustedes llegaron a su casa —relató Loki.

Eso no lo explica —agregó el pelinegro, aun desconfiado.

Es cierto, podíamos haber permanecido en las sombras, pero todo se complicó ahora que Karol está mal —Terminó Thor, con el rostro serio—. Debemos salvar a la pequeña hija del dios.

El rostro de los jóvenes cambió por completo, dispuesto a ayudar en todo lo posible, sabiendo que lo que ellos querían era proteger a su pequeña Karol.

A petición de Anis, hemos rastreado a los contacto de la doctora Morgan —dijo Loki, pero fue interrumpido por Bill.

¿Desconfían de Clair?

No joven Kaulitz —contestó mirándolo fijamente—. Pero ella buscaba ayuda para la cirugía que la niña necesitará, y nosotros debíamos asegurarnos de que esos médicos, no sólo fueran buenos médicos, sino también, gente honesta que no vendiera su alma al Club Bohemio.

Lo siento —Se disculpó al escuchar esto.

Tranquilo, Bill —dijo Anis, con una sonrisa—. Te dije que podíamos confiar en ellos.

Hablaron hasta las cuatro treinta de la mañana, y los dos vehículos se separaron. Bill y Tom se abrazaron en el asiento trasero y cerraron los ojos, pidiendo en sus mentes, la ayuda al dios Minotaurus, para poder proteger a su bebita.

—  Una semana después. Berlín, Alemania —

Dylan entró de golpe al despacho del líder del clan, sorprendiéndole y haciéndole fruncir el ceño.

Si no es importante, te daré un buen golpe —Le advirtió el hombre.

Señor, ya están aquí —declaró el pelinegro—. Roger y su equipo han traído a Sam y su “Mate”, tenemos a uno de “los siete”. Ahora…

Los tenemos —Una risa maligna se formó en la boca de Phillips.

Continuará…

Como les conté, este fic está llegando a su fin, así que a comentar, antes de que termine. Besotes y gracias por seguir leyendo.

Escritora del fandom

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