“Lazo de Sangre” Fic Twc de MizukyChan
Capítulo 22: Los Caminantes
Tal como había propuesto, Tom se encargó de visitar a su madre durante el día, informó de los últimos acontecimientos a Gordon, quien de inmediato comprendió lo extremo de la situación y ofreció su ayuda en lo que fuera posible.
Apenas caía la noche, Bill se unía a su hermano y ayudaba a su madre con los preparativos del matrimonio. Simone percibía la tensión en el ambiente, pero las sonrisas de sus hijos le aseguraban que todo estaba bien y que ellos la ayudaría en todo lo posible, pues querían verla feliz junto a Gordon, a quien habían aprendido a estimar.
Pero lejos de estar tranquilos, los Kaulitz sentían algo en el ambiente, sabían que eran espiados. Tom, quien siempre tuvo una especie de sexto sentido, podía sentir una presencia oculta en las sombras, y lo que más le intrigaba era la quietud de la misma, no podía comprender por qué no los atacaban, ¿qué esperaban?, ¿qué bajaran la guardia?, ¿qué desprotegieran a su familia? O algo peor… ¿que estuvieran separados?
Aquella noche, cuando regresaron al hotel donde se hospedaban, el mayor llamó a los G’s para explicarles acerca de sus presentimientos, después de todo, fue el mismo Gustav quien le enseñó a confiar en sus instintos.
—Tom, ¿estás bien? —preguntó su gemelo, sentándose a los pies de la cama, entre las largas piernas de su gemelo, buscando que el mayor acariciara su cabello, como tanto le gustaba.
—No estoy bien cielo.
—¿Tiene que ver con lo que le dirás a los G’s?
—Sí.
—Comprendo —Levantó el rostro y susurró un—. Te amo.
Se oyó el golpeteo de la puerta y con sólo una mirada, el menor la abrió, sin duda él era el mejor en poder psicológico, la telequinesis era una de sus mejores habilidades.
—Hola chicos —Saludó el castaño.
—Hey —respondieron a la vez los gemelos.
—¿Alguna novedad del monasterio o de Sebastián? —preguntó el mayor de los Kaulitz, sin dejar de acariciar el cabello azabache de Bill.
—Nada —contestó el rubio—. El Cardenal Caro sigue tratando de ubicarlo, pero no hay noticia de ellos, es como si estuvieran ocultos del mundo.
—Sin duda la información que transportan es fundamental, como para protegerse de esa manera —Indicó Geo, buscando la mano de su lazo.
—Tengo algo que decirles —habló de pronto el trenzado y el rostro de los G’s se puso serio al percibir la gravedad del asunto—. Es la razón, por la que les pedí que vinieran.
—¿Qué pasa? —cuestionó el rubio.
—He… —Dudó un momento, pese a que el mundo de los “vampires” era raro, hablar de esto lo hacía sentir ridículo—. He tenido un presentimiento.
—¿Sobre qué? —Insistió Gus, sin duda, él siempre alentaba este tipo de sensaciones, sabía que ese tipo de comunicación existía, porque él lo había sentido también.
—Creo que alguien nos vigila —Todos los rostros giraron hacia él, incluido su gemelo.
—¿Estás seguro? —preguntó el castaño.
—No creo que esté aquí ni nada de eso. Creo que nos vigilan en casa de mamá —Bill se tensó y su hermano, le apretó los hombros para calmarlo—. Lo he sentido desde que llegamos, sin embargo, no ha hecho nada, no habla, no amenaza, no ataca y eso…
—Es raro —Terminó el pelinegro— ¿Por qué no ha hecho nada? Quizás espera instrucciones.
—Tal vez sólo está de reconocimiento —comentó Geo, pensando.
—Puede ser… o… está buscando el momento preciso para atacar —Completó Gus.
—Fue justamente eso lo que pensé —añadió Tom—. Y me preocupa que nos estén presionando para mantenernos separados —agregó el trenzado, indicando a él y su gemelo—. Odiaría si ellos nos atacan por separado.
—Es cierto —Concluyó el menor—. Cuando estemos vulnerables sin el otro.
—Sé que ambos son fuertes —asumió el rubio—, pero si los separan, seguramente les mentirán y los llevarán a pensar que tienen cautivo al otro.
—Es lo más probable —comentó Geo—, es lo más seguro “Divide y vencerás”, es una técnica de combate.
—¿Qué debemos hacer? —preguntó el pelinegro.
—Ellos no saben de nuestra estadía en el pueblo, o al menos eso parece, pues no hemos visitado la casa de Simone —comentó el castaño—. Confiemos en que eso nos ponga en ventaja.
—Lo mejor será que Tom permanezca con Bill —dijo Gus—, lamento mucho esto Bill, sé que crees que tu madre está en peligro, pero no podemos arriesgarnos a un ataque a traición.
—Tienen razón —respondió el menor de los Kaulitz, bajando la cabeza y soltando un suspiro—. Gordon tendrá que proteger a mamá.
&
En el submundo, la criatura oculta entre las sombras, volvía a rendir su informe al vampiro Lestat.
—¿Y bien? —preguntó el rubio, claramente molesto por la demora.
—Están solos señor, nadie los acompaña —explicó el ser, mostrándose apenas entre las penumbras.
—¿Algo más?
—El mayor de los elegidos visita a su madre en el día y por las noches, su hermano llega y luego se van juntos a un hotel —agregó la criatura.
—¿Has escuchado algo extraño?
—Nada señor.
—¿Algo de Lilith?
—La gran madre se enteró de que ellos están en la superficie señor, pero por otra fuente, sus amados “vampires” les han informado.
—¡Maldición! —Gruñó el rubio, como odiaba a esa raza traidora de sus propios orígenes vampiros—. ¿Quiénes fueron?
—El señor se molestará si le digo —El ser se retiró de su alcance, esperando ser golpeado en cualquier momento.
—¿Los conozco?
—Es ella… Marie.
—¡Maldición! ¿Cómo puede hacerme esto? —El rubio estaba completamente indignado y arrojó una copa que tenía en las manos, lo más lejos que pudo, estrellándola contra una pared. La criatura temblaba entre las penumbras, temerosa de recibir el siguiente golpe.
—Su hermano la acompaña, señor.
—¡Maldita sea! —Volvió a gruñir—. Mantén vigilados a los elegidos, yo me encargaré de Marie.
La criatura reptó entre las sombras, cual serpiente, dejando al rubio sumido en un mar de tristeza, disfrazada de ira.
—¿Por qué Marie?, ¿por qué no me amas a mí? —susurró.
&
En otra parte de las oscuras inmediaciones del submundo, la gran madre Lilith se disponía a hablar a sus súbditos.
—Mis queridos hijos —Comenzó ella, con un tono meloso e hipócrita—. Nos hallamos aquí reunidos, para poder planear el ataque que por fin acabará con la vida de los supuestos elegidos, aquellos que según la leyenda acabarían conmigo.
—Tonterías —Se escuchaba entre los gritos de apoyo a la reina de los condenados.
—Nadie acabará contigo madre —Se oyó más lejos.
—Lo sé, hijos míos. Es imposible que alguien tan efímero pueda terminar con la grandeza de mi existencia y la suya —A Lilith le convenía convencer a sus hijos y siervos, de que si ella moría, tarde o temprano ellos también dejarían de existir, pues ya no habría quien engendrara espectros como ella. Aunque eso también era una mentira, prueba de ello, eran los mismos vampiros, que podrían convertir a otros a su voluntad.
Procedió a detallar el plan de ataque contra los Kaulitz, que se llevaría a efecto dentro de dos noches.
&
Tras despedirse de su madre, los gemelos retornaron al hotel, para preguntar a los G’s si tenían alguna noticia del Cardenal Caro o de Sebastián.
—Date prisa Bill —llamó el trenzado, apenas entraron al hotel.
—¿Qué pasa Tomi?
—Está aquí. Siente…
—Los otros “vampires”.
—Exacto —Tomados de las manos, se apresuraron a llegar a la habitación de los G’s y la abrieron sin avisar, dispuestos a iniciar un combate si era necesario.
—Los esperábamos —dijo Gustav totalmente relajado.
Los gemelos escudriñaron el cuarto, fijando su atención en la pareja sentada frente a los G’s. El hombre, que asumieron era Sebastián, era alto y fornido de cabello negro y muy corto, estilo militar y su lazo, era una joven delicada, de ojos verdes y cabello castaño, muy linda.
—Soy Sebastián y ella es Helen, mi lazo —Se presentó el chico.
—Yo soy Tom y él es Bill —Presentó de vuelta el mayor.
—Tengo un mensaje muy importante para ustedes —habló el chico y todos le miraron con atención—. Lamento no haberles dicho nada a ustedes, sé que son los enviados especiales, pero Jorg me advirtió cuando nos separamos, que no confiara en nadie —Continuó explicando el chico.
—¿Hace cuanto fue eso? —preguntó el trenzado.
—Aproximadamente cinco años atrás, ustedes recién habían llegado al monasterio —explicó Helen, para ayudar a su compañero—. Ambos fuimos enviados por su Eminencia a investigar una leyenda y su relación con ustedes.
—¿Qué leyenda? —Insistió el pelinegro.
—La leyenda de los Caminantes —respondió Sebastián, con seriedad.
—Hemos escuchado de esa historia —aclaró el menor—. Las criaturas de las sombras que brillarían como el sol del medio día.
—Exacto —agregó la mujer.
—Tenemos muy malas noticias —dijo el chico, logrando que los cuatro le miraran con temor—. Ustedes no son los elegidos.
—¡¿Qué?! —exclamaron los gemelos a la vez. Los G’s se tensaron de inmediato.
—Ustedes son los Caminantes —Insistió Sebastián.
—Ni siquiera sé si puedo estar en el sol —comentó Bill, tratando de ahogar una risita, que claramente estaba llena de nervios.
—Tendrás que probarlo, y eso nos despejará todas las dudas —Continuó el chico moreno—. Pero lo más importante es mantenerte alejado de Lilith.
—Dios mío —susurró Gustav—, justo ahora que nos espían.
—No creo lo que dices —aseguró Georg, callando a los presentes.
—Hemos recurrido a las fuentes originales, hemos viajado por mucho tiempo —explicó Helen—, y todo nos lleva a la misma conclusión, los Kaulitz no son los elegidos.
—Pero… ¿y sus poderes? —Insistió el castaño.
—Pueden ser atribuibles a los Caminantes —Señaló la chica.
—¿Y el incesto? —Continuó Geo.
—Coincidencia —añadió Sebastián.
—Les dije que el incesto no era algo del otro mundo —comentó Tom con una sonrisa y Bill le miró con cara de “estás loco”.
—El caso es —Continuó el chico—. Si los Kaulitz no son los elegidos y Lilith los ataca, ellos morirán.
—Oh no —exclamó el rubio, mientras los gemelos se tomaban de las manos—. Debemos hacer algo.
—Primero debemos aclarar si ellos son los Caminantes —explicó Sebastián, con solemnidad—. Si es así, no habrá duda de que no son los elegidos.
—Pero si no es así —Siguió el castaño—. Tanto Bill como Tom podrían morir.
—Es un riesgo que correremos —anunció el pelinegro, siendo apoyado por su hermano.
—Si no lo probamos, moriremos de todos modos —añadió el trenzado.
—Si esto resulta como lo afirmas —dijo el rubio, mirando a Sebastián—, llevaremos a los gemelos de vuelta al monasterio y nos ocultaremos allí.
—Podríamos pelear con Lilith, pero para ello, necesitaríamos refuerzos —Admitió Geo—. Y estoy seguro de que los otros vampiros nos ayudarán.
—Sí, Jorg les ayudará, estoy seguro de ello —anunció el “vampire”.
—Bien, aguardaremos hasta la mañana —afirmó el castaño—. Entre tanto, les recomiendo comer.
&
Tras haber hecho el amor como si en ello se les fuera la vida, los gemelos se abrazaron, esperando el amanecer.
—Pase lo que pase, nunca olvides que te amo —susurró el menor.
—No seas negativo amor mío —pidió el mayor.
—En cualquier caso será terrible Tomi y lo sabes —Insistió el pelinegro.
—Si no somos los Caminantes, podrías morir en el sol y si lo somos, podríamos morir a manos de Lilith —comentó el trenzado, vocalizando los temores de su hermano.
—Tengo miedo —murmuró el pequeño, siendo besado por su gemelo.
—Yo también, pero tengo la sensación de que todo estará bien —La tranquilidad que emanaba de él, le infundió paz al corazón del menor, quien sonrió.
—Gracias Tomi, por estar conmigo.
—Para siempre amor mío.
&
La luz tenuemente se filtró por las gruesas cortinas de la habitación de los Kaulitz. Un golpeteo en la puerta les indicó que los otros lazos estarían allí para ayudarles en caso de que todo fuera un error catastrófico.
Tom abrió la puerta y dejó pasar a Gustav y Helen, que lucían expresiones de temor en sus rostros.
El trenzado abrazó a su gemelo una vez más y le besó tiernamente, acompañándolo hasta la ventana.
—¿Estás listo?
—Sí Tomi.
—Bien —Lentamente descorrió la cortina, hasta que un haz de luz dio directamente en el hombro de su gemelo…
& Continuará &
¿Serán los Caminantes o los elegidos? En cualquier caso, ahora están en peligro. No se pierda el siguiente capítulo.