“Lazo de Sangre” Fic Twc de MizukyChan
Capítulo 23: Verdad
El trenzado abrazó a su gemelo una vez más y le besó tiernamente, acompañándolo hasta la ventana.
—¿Estás listo?
—Sí Tomi.
—Bien —Lentamente descorrió la cortina, hasta que un haz de luz dio directamente en el hombro de su gemelo…
No bien la luz llegó hasta Bill, el pequeño cerró fuertemente los ojos, pensando que ese sería su fin, sin embargo, el dolor nunca se hizo presente.
—Lo sabía —comentó Helen, aliviada.
—Oh Dios mío —susurró el rubio—. Por un momento, pensé que todo se acabaría.
—Igual yo —asumió el pelinegro, descorriendo por completo las cortinas.
—Mi Bill —El mayor, tomó a su gemelo en un abrazo fuerte y tierno—. ¿Estás bien?
—Claro que sí —Le aseguró el más delgado, aunque su corazón aún latía en forma irregular por el miedo.
—Ahora sí estamos en problema —afirmó el rubio, sentándose en el borde de la cama.
—Gustav tiene razón Kaulitz —Corroboró la mujer—. Lilith al igual que nosotros, está convencida de que ustedes son los elegidos, por lo tanto no parará hasta verlos muertos —Los gemelos se soltaron del abrazo y se sentaron en el piso, frente a los otros.
—¿Y qué hacemos ahora? —preguntó el menor—. No podemos dejar a mamá.
—Olvida el matrimonio Bill —Le regañó el mayor.
—Me refiero a ese ser que nos espía Tomi, ese ser le podría hacer algo a mamá y a Gordon —Detalló el pelinegro, mordiéndose el labio.
—Debo hablar con el Cardenal Caro sobre esto —comentó el rubio—, estoy seguro de que él nos aconsejará sabiamente.
—¿Están seguros de que podemos confiar en él? —preguntó la mujer, aun dubitativa.
—Sí, el Cardenal, no se parece en nada a su Eminencia, él no nos oculta nada.
—Si están seguros, entonces no me opondré —Admitió Helen.
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A pesar de todo el estrés, que la situación actual les ocasionaba, los gemelos yacían dormidos, abrazados en la cama, hasta que súbitamente el mayor abrió los ojos y se llevó la mano al pecho.
«¿Qué es esta sensación?» Se preguntó mentalmente y tras besar la frente de su hermano, se levantó de la cama. Ya era más del medio día, el sol brillaba fuertemente en el cielo y la opresión en su pecho sólo se intensificaba.
—¿Tomi? —Le llamó el pelinegro, abriendo lentamente sus párpados—. Ven acá.
—No puedo cielo —respondió en un suave susurro y comenzó a vestirse—. Debo salir.
El menor se sentó rápidamente en la cama y miró al trenzado con angustia, él también podía sentirlo.
—No debes salir solo —dijo tratando de imponer racionalidad a la situación.
—Pero me está llamando.
—¿Y si es una trampa? —susurró, casi suplicante el pelinegro.
—No lo es… tú también puedes sentirlo ¿no es así? —El menor asintió.
—Entonces, iré contigo Tomi.
—No —Su respuesta fue rotunda—. Si ellos ven que estás bajo el sol, descubrirán que no somos los elegidos y te pondría en peligro.
—Pero tú sí quieres arriesgar tu vida —El menor alzó la voz, molesto—. No es justo.
—No puedo explicarlo ahora Bill, pero sé que no me harán daño… sólo… créeme.
—Te creo, confío en ti, pero en ellos no.
—Amor —El mayor se sentó en la cama y abrazó a su hermano con cariño, se besaron con dulzura y luego el Tom susurró—. Te prometo que volveré.
—Lo sé, sólo… no tardes.
—Te amo.
—Y yo a ti —Tras una última mirada a su imagen en el espejo, el trenzado se fue.
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Tom caminó por las calles que tantas veces recorrió en su juventud. Protegido por unas gruesas gafas de sol, miró en todas direcciones, en busca del lugar que su presentimiento le indicaba.
—Aquí es —susurró y a paso firme entró a un pequeño restaurant.
Quitándose los lentes, miró alrededor hasta que un joven de cabellos castaños le hizo señas para que se acercara.
—Hola, yo soy Patrick —Se presentó el joven—. Te estaba esperando.
—Soy Tom.
—Lo sé. ¿Quieres ordenar? Debemos mantener las apariencias —Le entregó el menú.
—Gracias.
No bien el trenzado tomó la carta, el otro chico le dio un ligero corte con un objeto punzante.
—¡Rayos! —se quejó el trenzado, no había sido un dolor muy agudo, pero aun así le miró con enojo.
—Lo siento, sólo quise asegurarme —explicó Patrick, mirando con atención como el corte comenzaba a cicatrizar y como las hermosas y ajustadas trenzas de Tom cambiaban a unas alborotadas rastas rubias.
—No… —Se quejó el rastudo, cual niño pequeño, llevándose las manos a la cabeza—. ¿Tienes idea del tiempo que tardaron en hacerme las trenzas?
—Lo siento —Repitió el chico, aliviado por asegurarse de que el personaje en frente suyo, era quien realmente buscaba.
—¿Estás satisfecho ahora? —indagó Tom, mirando a la chica que atendía para pedirle un café y rogando para que nadie se diera cuenta del cambio que acaba de suceder con su hermoso cabello.
—Sí.
—Pues yo no —Le miró con determinación—. ¿Qué puedes hacer tú para hacerme confiar en ti? Porque fuiste tú quien me llamó.
—Es lo justo Tom. Bueno, debo decirte que soy como tú.
—Eres el lazo de un “vampire”, eso lo sé, puedo olerlo.
—Mi lazo es mi hermana —agregó el chico, si hubiese podido se habría sonrojado, pero los cambios en su cuerpo no eran como los sufridos por los Kaulitz, ellos sí estaban “transmutados”.
—Incesto… —susurró el rastudo.
—Esa palabra suena terrible y perturbadora, pero lo nuestro es…
—Amor —Terminó Tom por él—. ¿Qué quieres de mí?
—Dos cosas. Primero, te contaré una historia, lo segundo dependerá de ti, no te obligaré a nada.
—Comprendo —La chica regresó con la taza de café y dejó a los chicos para que siguieran con lo suyo.
—Todo comenzó cuando éramos humanos —Patrick dio un gran suspiro y continuó—. Amaba a mi hermana, la bella Marie y ella me amaba a mí, pero como ya debes saber, esa clase de amor aun en estos tiempos, está absolutamente prohibida.
—¿Qué hicieron? —preguntó Tom sin poder evitarlo.
—Ella huyó de mí. Por ser la mayor se sintió culpable, pensó que ella había instigado esa clase de sentimientos en mí, pensó que era un ser enviado del mal para corromperme.
—Eso es ridículo.
—Lo sé. Marie, para tratar de aliviar su supuesto pecado, tomó los hábitos y se hizo monja. Y para empeorar las cosas, se recluyó en un monasterio oculto bajo las montañas —Tom se tensó de inmediato. Tal vez él conocía a aquella mujer, pero si Patrick estaba fuera del monasterio, eso significaba que su lazo también debía estarlo.
—Continua, por favor.
—Como podrás darte cuenta, esta historia parece bastante normal —Pero el rastudo no pensaba eso en absoluto—. Lo extraño comienza ahora.
—¿Extraño? —«¿Qué podría ser más extraño que eso?» Pensó el mayor de los Kaulitz.
—Teníamos un vecino, mi mejor amigo Lestat.
—¿Lestat? —Interrumpió de pronto—. ¿Hablas del… —Bajó la voz—. ¿Te refieres al vampiro Lestat?
—Sí, aunque en ese entonces, él era tan humano como yo. Y tan igual a mí, que también se enamoró de mi hermana.
—¿Lestat enamorado? —Tom arrugó el ceño, eso era algo que le costaba trabajo creer.
—Sí, cuando Marie entró al monasterio, él enloqueció y estuvo a punto de morir, creo que intentó suicidarse, luego de ese incidente dejó el pueblo, aunque seguramente ese fue el momento en que se convirtió y dejó la vida normal, para abrazar la vida en las tinieblas.
—Wow —Fue lo único que escapó de los labios del rastudo.
—Yo sufría cada día por estar lejos de mi hermana, el amor de mi vida. Pero cuando Lestat se fue, me quedé completamente solo —Patrick volvió a suspirar—. Sin embargo, ella comenzó a hablarme mediante la mente.
—Bill hace lo mismo con mamá.
—Al principio era mi bendición, pero fue mi ruina cuando me enteré que Lestat había entrado al monasterio. Fue entonces que ella me contó sobre la clase de criaturas que habitaba el monasterio y que nuestro amigo Lestat era ahora uno de ellos, un vampiro, al servicio de la iglesia.
—¿Por qué fue tu ruina?
—Lestat seguía obsesionado con mi hermana y la violentó para poseer su cuerpo.
—¿La violó? —Patrick asintió y Tom apretó los puños, indignado—. ¡Maldito!
—Y eso no fue lo más grave.
—¿Qué? —¿Podía haber algo más grave que un abuso? pensó el rastudo.
—Lestat era y es, una clase de vampiro especial, tenía un alto rango, algo relacionado con la genética —Tom lo miraba confuso—. Eso le dio la capacidad de engendrar un hijo.
—Dios mío. Bushido —murmuró apretando los dientes, ¿qué haría ahora?, por el momento, guardaría silencio, no podría contarle que mataron al hijo de su hermana.
—¿Bushido? ¿Ese es el nombre que le dieron?
—No estoy seguro, si es que fue el único hijo que dejó en el monasterio, entonces sí.
—Marie estaba desconsolada cuando se enteró que producto de la violación, había un ser en su vientre, una criatura monstruosa a la que ella quiso eliminar, pero el cura a cargo se negó rotundamente, alegando que debían investigar a este “híbrido” para poder enfrentarlos en el futuro.
—¡Malditos curas! —Gruñó el rastudo, una vez más.
—Cuando llegó el momento del alumbramiento, y dada las precarias condiciones de la época, Marie contrajo una infección que apenas la dejaba mandarme sus pensamientos a mí —Patrick estaba muy triste recordando—. Fue entonces que ella se despidió y yo creí que jamás la volvería a ver —Alzó la mirada—. La di por muerta.
—¿Y qué ocurrió?
—Lestat huyó del monasterio, llevándosela.
—¿La iba a convertir?
—Sí, sus planes eran hacerla inmortal como él, pero para asegurarse de que ella estuviera atada a él para siempre, no la volvería un simple vampiro, la llevó con la gran madre para convertirla en un “vampire”.
—Dios…
—Lo que él no esperó nunca, fue su rápida huída. Marie volvió a mi lado, me explicó lo que habían hecho con ella y me contó sobre sus verdaderos sentimientos.
—Te hizo su lazo.
—Exacto. Nos volvimos uno. “Vampires” rebeldes, viviendo contra las reglas de toda la moralidad de la época.
—Como nosotros.
—Exacto Tom. Y ahora que ya te conté el cuento, viene la segunda parte.
—Dime.
—Necesito pedirte un favor —Los ojos verdes de Patrick se fijaron en los del rastudo— Necesito que mates a la gran madre.
—¿Qué?
—Debes matar a Lilith.
—¿No estás con ella? Pensé que estabas oculto, porque te podrían acusar de traición.
—Ni Marie ni yo queremos obedecerle, pero ella se ha encargado de mantener a Marie cautiva, ahora mismo nos obligó a espiarles y están preparando una estrategia, los atacarán la noche de mañana, a ustedes dos.
—¿Por qué me dices todo esto? —Tom estaba preocupado por su gemelo, ahora que sabían que eran vulnerables a Lilith, tenía miedo de no poder proteger a Bill y salvarle.
—Sabemos que están con los enviados especiales, pero no les hemos dicho nada de ellos a Lilith, queremos darles aunque sea un poco de ventaja. Te ruego Tom, que tú y tu hermano maten a esa maldita creadora de monstruos, para que por fin nos deje en paz, para que Marie y yo podamos vivir una vida tranquila, solos los dos, para poder amarnos libremente por toda la eternidad.
—Es curioso, eso es lo que todos los “vampires” desean —Sonrió el de rastas—. Comprendo.
—¿Lo harás?
—El enfrentamiento es inevitable.
—Me temo que sí.
—Entonces, daré mi mejor esfuerzo —Tom sonrió sinceramente—. Debo irme.
—Gracias Kaulitz. Y buena suerte.
Tom salió del restaurant con el corazón apretado, con ganas de correr hasta los brazos de Bill y esconderse bajo las cobijas como cuando eran pequeños, esta situación le superaba.
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En el hotel, el pelinegro se paseaba de un lado a otro de la habitación, el resto de sus compañeros estaban seguramente dormidos, pero él no podía pegar un ojo sin que Tom estuviera a su lado.
Podía sentir cada cosa que pasaba por la mente de su hermano, sabía que estaba a salvo, que podía confiar en la otra persona, pero aún no comprendía lo que ocurría por completo.
Al cabo de dos horas, la reunión había acabado, y la opresión en el pecho de Tom, era cien veces más grande en el cuerpo del pelilargo, quien no dejaba de apretar las sábanas para tratar de concentrar sus energías en ello y no terminar destruyendo la habitación. Podía sentir a Tom acercándose y abrió la puerta, corriendo para abrazar a su gemelo.
—Te extrañé —susurró.
—Y yo a ti, hubiera deseado que estuvieras allí y escucharas todo lo que yo oí —respondió el rastudo, sintiendo las manos de Bill en sus cabellos.
—¿Y tus trenzas?
—Patrcik, quiso probar si era yo realmente, me hizo un ligero corte y cuando éste sanó, mi cabello volvió a ser el mismo.
—Amo tus rastas —Sonrió el pelinegro—. Pero mataré a ese “Patrick” por dañarte. Estúpido idiota —Gruñó, pero sonrió al ver los ojos de su gemelo.
—Mi vida —Sonrió el mayor al sentir los celos de su pequeño. Se besaron largamente y luego Tom se puso serio.
—Habrá problemas ¿verdad? —afirmó el más delgado, su hermano asintió— ¿Por qué no podemos vivir para siempre felices?
—Es irónico.
—¿Qué?
—Es justamente lo que Patrick me pidió.
—Me dirás de una vez quién es Patrick.
—Por supuesto pequeño. Pero debemos estar todos. Reunámonos con los demás.
—Sí Tomi…
& Continuará &
¿Habrá combate contra las fuerzas del submundo? ¿Podrán evitarlo? Y si no pueden, ¿quién ganará? ¿Se salvarán los Kaulitz? No se pierdan la continuación.