“Fashion” Fic Twc / Toll escrito por MizukyChan
Capítulo 26: I love you like a love song
No one compares, you stand alone to every record I own. Music to my heart That’s what you’re… A song that goes on and on.
(Nadie se compara, eres el único en todos mis registros. Música para mi corazón, eso es lo que eres… una canción que sonará y sonará. “I love you like a love song”)
(Lunes, noche del atentado)
Simone degustaba un exquisito té de limón, mientras observaba las noticias, esperando que mostraran todo el caos que ocurrió en las afueras de la escuela de su hijo, cuando una extraña canción comenzó a sonar cerca de ella. Se movió buscando la fuente del sonido y descubrió que una lucecitas brillaban bajo un cojín. Era el celular del pelinegro, frunció el ceño y vio la pantalla.
—Papá llamando —decía con letras luminosas. De inmediato oprimió el botón y habló.
—Hola Gordon, cariño. ¿Cómo estás? —dijo muy melosa.
—Hola, mi linda y radiante esposa —coqueteó él de vuelta—. ¿Qué haces con el teléfono de Bill? —Preguntó recordando que llamaba a su hijo y no al teléfono familiar.
—Oh… al parecer lo olvidó en casa —respondió ella frunciendo el ceño, no le gustaba la idea de estar desconectada de su pequeño, mucho menos ahora con todos estos atentados.
—¿Olvidado? —Respondió el padre, con la voz claramente molesta—. Simone ¿viste la hora qué es?
—Sólo pasan de las nueve, no es tan tarde y él es un adolescente —se defendió ella, aunque comprendía claramente a qué se refería su marido.
—Linda, no me salgas con eso. ¿Dónde fue? ¿Saki está con él? —Preguntó para ponerse al día de las noticias de su casa.
—Oh, Bill pasará la noche con unos amigos —comentó Simone, podía sentir que se aproximaba una tormenta.
—¿Pasar la noche? —Gordon volvió a molestarse—. Cariño es lunes, acaba de empezar la escuela, además te advertí que estuviera en casa, has visto las noticias, el “caso 69” está cobrando más víctimas —tomó un largo suspiro, no sacaba nada con enojarse, porque Simone a veces no podía controlar los ataques de “diva” que le daban a Bill, ni siquiera él podía lidiar con la “diva Kaulitz”—. Lo siento, linda.
—Está bien… tienes razón, no debí dejarlo salir… pero Tom es un buen chico y siempre lo está cuidando.
—¡¿Qué?! —Casi gritó el hombre al otro lado de la línea—. ¡¿Está con Tom?!
—Sí, el chico volvió a ser su guardaespaldas —mintió ella. Cuando Tom le pidió formalmente ser el novio de su hijo, ella trató de contarle a su marido, pero él se tomó las cosas muy negativamente, así que optó por mantener todo en secreto, hasta que el rastudo hablara personalmente con Gordon y le expresara sus sentimientos por Bill, ante eso, su esposo no tendría ningún arma.
—¿Por qué querría otro guardaespaldas? Saki es uno de los mejores de la empresa Page —dijo el hombre sarcásticamente, apretándose los ojos y comenzando a pasearse de un lado a otro en su habitación.
—Es que han pasado cosas malas aquí, cielo —y ahora Simone temblaba, ¿cómo le contaría sobre el atentado de la mañana?
—¿Qué ha pasado?
—Hubo un ataque en la escuela de Bill.
—Oh, Dios mío —el hombre suspiró—. Cielo, voy a cortar, hablaré con Saki.
—Está bien, adiós, te quiero.
La línea se cortó y Simone soltó un gran suspiro. Las cosas se pondrían muy feas.
(Martes, un día después del atentado)
Los chicos despertaron completamente abrazados, no queriendo separarse del calor del otro, por dos motivos, primero porque el ambiente en el cuarto de Tom era demasiado frío y segundo, porque no querían pensar en que ese amanecer era producto de un sueño.
—Mmm —se quejó el pelinegro, cuando un gruñido en su estómago lo delató.
—Mi vida tienes hambre —afirmó el de rastas, tratando de levantarse, pero siendo fuertemente aferrado por los brazos del cantante.
—No te levantes aún, Tomi —le pidió con cariño y la voz gruesa por el sueño.
—Pero tienes hambre —le reprochó el mayor.
—No es nada, sólo quiero estar contigo —le miró con sus ojitos de gato con botas y Tom se derritió.
—Siempre me haces eso —se quejó y volvió a abrazarlo.
—¿Qué te hago?
—Me convences con esos ojitos angelicales, o con es puchero irresistible.
—¿En serio es irresistible? —Bromeó el menor.
—Claro, quién podría resistirse a esa boquita —le robó un beso profundo, que fue correspondido de inmediato, sin importarle a ninguno el aliento mañanero.
El beso se prolongó lo suficiente para tener a ambos chicos jadeantes y calientes. Bill aún se encontraba desnudo después del episodio de la ducha de la noche anterior, así que sin dudarlo alzó sus caderas para frotarse contra el masculino cuerpo de Tom.
—Aahh —gimió Tom en el beso, cosa que excitó aun más al pelinegro, quien abrió sus piernas para darle el mayor acceso posible al de rastas.
—Te amo, Tomi —susurró el cantante, sintiendo como los brazos de Tom se negaban a abandonar su lugar y manteniéndose fijos en su cintura, lo alzaban para que ambas caderas se encontraran.
La mente del menor le indicaba que Tomi aún tenía miedo a un encuentro netamente homosexual, por eso prefería abstenerse de explorar su delgado cuerpo, pero los jadeos viriles del otro, le confirmaban que a pesar de sus temores, estaba disfrutando de su experiencia juntos y si era sincero consigo mismo, él tenía tanto miedo como Tom, pues no recordaba lo que había ocurrido con Oscar Manzur, ya que estaba muy borracho aquella vez y como hombre sabía que el sexo gay era doloroso para el pasivo, y era obvio que Tomi sería el activo en esta relación.
—Dios, Bill, aahhh… —gimió tan fuerte el de rastas, que el pelinegro no pudo evitarlo y su rostro se comprimió de placer, mostrando al de rastas su orgasmo.
Al ver el sudor en las delicadas facciones del pelinegro, y como su boca se abrió cuando el clímax lo alcanzó, el mayor sintió que nadie podría negar que esa era la imagen más erótica que un hombre pudiera haber observado jamás.
—Hermoso… —susurró, sintiendo como sus bóxers se llenaban de su propia semilla—. Eres tan hermoso, Bill.
El cantante aun se recobrara de la intensidad de su orgasmo y le ofreció una sonrisa, mientras trataba de recobrar el aire. Los brazos bronceados del mayor lo envolvieron nuevamente y Tom repartió besos de mariposa por todo el rostro del menor.
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Después de que Tom le prepara un delicioso desayuno al pelinegro, se puso nervioso al verle pasearse de un lado a otro buscando algo.
—¿Estás bien? —Preguntó tomando sus manos.
—No encuentro mi celular. Es que quiero llamar a mamá y decirle que estoy bien. Después de lo que pasó ayer, seguramente estará muy preocupada —admitió él.
—Te marcaré para que escuches dónde lo dejaste —ofreció Tom, buscando su propio celular. Presionó el número uno de marcación rápida y el nombre de “Sexy, naughty, bitchy Bill” apareció en la pantalla. Escuchó un timbrazo, luego dos y tres, pero ningún sonido se oía en la sala, hasta que de pronto una voz femenina se oyó.
—¿Tom, eres tú?
—Lo siento, estoy llamando al número de Bill Kaulitz —dijo el rastudo sin reconocer la voz al otro lado—. ¿Quién es usted?
—Soy Simone —respondió ella sonriendo.
—Oh… entonces Bill olvidó el teléfono allá —dijo en voz alta para que el cantante también le oyera—. Le pasaré a su hijo.
—Gracias Tom.
—Hola mamá —saludó el menor—. Quería llamarte para que no estuvieras preocupada.
—Gracias, pequeño, ya sabes cómo me pongo cuando pasan cosas raras como lo de ayer —dijo la mujer sonando cansada—. ¿Vendrás a casa?
—Tom me ayudará con una canción que estoy componiendo, así que me quedaré un poco más, ¿no te molesta?
—Claro que no, Tom es muy responsable. Sólo, mantente en contacto ¿Sí?
—Sí mamá.
—Ah, Bill, anoche llamó tu padre, te manda saludos —mintió ella. No quería preocupar aun más a su hijo, ya fue suficiente con que en un solo día estuviera a punto de perder a su novio y a su mejor amigo.
—¡Yey! Gracias mami, nos hablamos, bye bye —cortó la llamada y suspiró.
— ¿Te sientes mejor ahora? — Preguntó el de rastas, sentando a Bill en sus piernas.
—Mucho…
—¿En cuanto a la canción? —Preguntó el mayor—. ¿Hablas de aquella que escribiste en el hospital? —el otro asintió—, pero ya la tienes lista.
—Sí, pero he visto varias veces la guitarra en tu cuarto y muero de curiosidad —confesó el pelinegro—. ¿Tocarías para mí?
—Te tocaré a ti —dijo el rastudo y comenzó una guerra de cosquillas, que terminó otra vez en una sesión de besos en el viejo sofá.
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Bill aún no podía salir de su asombro al escuchar como su adorado Tomi rasgaba las cuerdas de la guitarra. Pero sin duda lo mejor, era ver el rostro de concentración del rastudo cuando tocaba una melodía más rápida y rítmica, sus labios separados y sus ojos cerrados, era casi orgásmico verle así.
—Dios mío, Tomi, ¿dónde estuviste todos estos años? —dijo dramáticamente, cayendo a los pies del mayor, volviendo a cubrirse con una manta, pues cada vez estaba más frío por el invierno.
—Billa, Billa, Billa siempre he estado contigo —suspiró y tocó una suave melodía—, lo que pasa es que nunca me viste —sonrió para sí mismo «porque era el patito feo»
—Lo siento, fui un tonto, ya llevaríamos cuatro años de novios.
—No realmente —admitió Tom, sin dejar de rasgar las cuerdas—. Recuerda que postulé a la beca después de la muerte de mis padres, llevó sólo dos años en la misma escuela que tú —la melodía seguía sonando.
Running through the monsoon, beyond the world, till the end of time, when the rain won’t hurt —comenzó a tararear el pelinegro, mientras Tom seguía rasgando aquellas notas que parecían fluir en su guitarra—. Fighting the storm into the blue, and when I lose myself I think of you —el sonido del acompañamiento se intensificó, obligando a Bill a ponerle más fuerza a las últimas frases—. Together will be running somewhere new and nothing can hold me back from you… Through the monsoon, through the monsoon, just me and you, just me and you.
—Wow —exclamó el de rastas.
—Es que en verdad es wow —confirmó el pelinegro.
—Tu voz es maravillosa. Todo tú eres maravilloso —le alabó el mayor.
—Dios, Tomi, no, fue tu música, fue simplemente perfecta —Bill se puso de rodillas y tomó las manos del mayor y lo miró de frente—. En verdad estamos sincronizados.
—Es cierto.
—¿Pero cómo fue que creaste esa melodía? —Preguntó curioso el cantante.
—A decir verdad, aquella vez de tu accidente en el auto con Bushido, no podía dejar de pensar en ti cada vez que tocaba cualquier melodía —suspiró, sin apartar la mirada—, recordaba cuando toqué tu estrella tatuada —se sonrojó—, y siempre este sonido llegaba a mi cabeza, por eso salió tan natural.
—Esa melodía fue perfecta para nuestra canción —añadió el menor y le robó un beso a Tom.
Estuvieron tocando y cantando por bastante tiempo, ya que Tom era un guitarrista casi experto y tocaba muchísimas melodías populares, que el pelinegro acompañaba con su hermosa voz. Luego de detenerse a descansar y aprovechar el tiempo para besarse, el ruido del celular del rastudo los distrajo.
—¿Quién será? —Preguntó, tomando el aparato—. Bill es de tu casa.
—Mejor contesto yo —dijo y tomó el celular—. ¿Hola?
—Hey Bill, soy yo, Geo —respondió una voz alegre al otro lado.
—¿Qué haces en mi casa?
—Vine a invitarte, pero tu madre me contó que estás con Tom, por eso llamé para allá —explicó el castaño—. En fin, te llamaba para invitarte al club esta noche.
—¿Esta noche?
—Sí, hombre, como no tenemos escuela, podremos divertirnos sin problema. Además es por mi hermano.
—¿Eh?
—Hoy instalarán un mini escenario, habrán presentaciones en vivo y queremos que vaya bastante gente para probar todo, ya sabes lo meticuloso que es con su adorado club je, je, je —rió bromeando el chico.
—Está bien, le preguntaré a Tom y te confirmo esta tarde.
—Gracias, amigo, nos vemos, bye.
—Bye bye —cortó la llamada.
—¿Quién era? —Preguntó curioso el de rastas.
—Era Georg, nos invitó para esta noche al club de su hermano. Dice que instalaron un mini escenario para presentaciones en vivo y quiere que vamos a apoyarlo. ¿Qué te parece? —le invitó con una ceja alzada—. Sería divertido.
—¿No será peligroso?
—Una vez dentro no habrá ningún problema, ya has estado allí.
—¿Cuándo? —de hecho Tom no recordaba haber salido a ningún club de gente rica, con excepción de aquella vez en que terminó follando a un niña tonta.
—Cuando besaste a Xaviera —dijo el pelinegro, con un deje de dolor en su voz.
—Oh, ella trabaja en ese club —admitió él de manera alegre—, podríamos saludarla y ver cómo está —Tom sintió la tensión en el ambiente de inmediato y se dio una bofetada mental—. Oh, simplemente podríamos bailar pegados y ser la envidia de todos los presentes —dijo acercándose al cantante por detrás y abrazándolo fuertemente por la cintura, comenzó a mecerse de un lado a otro como un baile lento creado sólo para ellos.
—Me gusta más la segunda opción —susurró Bill, derritiéndose al sentir como el mayor le mordía suavemente el lóbulo, su punto débil.
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Por la noche, tras pasar por la mansión Kaulitz, los chicos iban escoltados por Saki con rumbo al club Listing. Bill lucía radiante y Tom se veía muy guapo ahora que ya había dominado por completo la apariencia de chico malo.
Por ser amigos de los Listing, los chicos no hicieron fila y entraron de inmediato al salón VIP a reunirse con Georg. Le divisaron enseguida pues estaba al lado de una cabeza rubia platinada muy familiar: Andreas. Tom arrugó el ceño, pero no dijo nada.
—Sabía que no me fallarían —dijo el castaño como saludo.
—Hey Geo —le saludó el de rastas, mientras Bill se sentaba al lado del rubio para darle un abrazo.
—¿Cómo estás, Andi? —Preguntó de inmediato el pelinegro, aún no podía olvidar el rostro asustado de su amigo después del atentado explosivo.
—Estoy bien, Bill, no fue para tanto —contestó el otro al ver que su amigo volvía a ser su amigo, olvidando aquel enfrentamiento con Tom, por robarle un beso.
—Claro que es para tanto —intervino el rastudo—, te pudieron haber matado, hombre.
—¿Y a ti qué? Tendrías el camino libre —espetó, dejando a todos los presentes helados.
—No seas idiota —gruñó Tom y abrazó a Bill por los hombros—, no habría buena competencia si estás muerto —Geo rió ante el comentario y Bill sintió escalofríos, no quería tener que decidir entre su mejor amigo y el amor de su vida, era algo sumamente injusto, y los involucrados parecían tomarse sus emociones a la ligera y volverlo todo una broma.
Pasaron unas horas y el castaño se retiró, pues era el momento de la presentación de la banda en vivo y quería darle ánimos a su hermano por ello.
Cuando el trío se instaló en el pequeño escenario, que estaba muy cerca de la mesa de los chicos, una figura se puso de pie y caminó directamente hacia ellos, sorprendiéndolos a todos.
—¡Maldito chiquillo malcriado! —Gritó David Jost completamente furioso.
—¡Aléjese de Bill! —Gritó Tom, poniéndose de pie de inmediato, como escudo entre ambos pelinegros.
—Tú no te metas —volvió a rugir el adulto. Tom empuñó las manos y se puso en actitud de combate, intimidando al mayor con su audacia.
David retrocedió y volvió por donde había venido.
—¿Qué demonios fue eso? —Preguntó Andreas, perturbado.
—Tuvimos un problema con él y finalmente Bill lo despidió —explicó el rastudo, volviendo a sentarse al lado de su novio.
Se oyeron sonidos incómodos de los instrumentos siendo desconectados furiosamente y las miradas de todos los presentes se dirigieron al escenario, justo cuando Jost tomaba el micrófono y decía a la audiencia.
—Muy buenas noches, mi nombre es David Jost, soy el productor de la banda que iba a tocar esta noche. Lamento decirles que ya no habrá show, pues la estrella de pacotilla, Bill Kaulitz, nos ha causado demasiados problemas como para contarlos y gracias a él, nos iremos.
Una ola de murmullos se dejó oír por todo el club, mientras el grupo de amigos estaba completamente horrorizado por la acción tan infantil que el adulto estaba provocando.
—Esto es, francamente ridículo —dijo el rubio, rascándose la cabeza, justo cuando Geo se acercaba a ellos.
—¿Por qué está haciendo eso? —Preguntó el castaño, los otros negaron—. ¿Pueden venir conmigo?
—Claro.
Fueron al salón especial de Paul, el hermano de Georg y le saludaron con el rostro avergonzado por el escándalo.
—Lo siento, Paul, nunca creí que David hiciera esto en público, pensé que cuidaba más su carrera profesional.
—¿Por qué te ataca de esa manera? —Pidió saber el chico.
—Velo por ti mismo, hay un video en YouTube —revisaron la pagina y Paul arrugó el ceño.
—Con razón lo despediste. Vamos, saquemos a ese patán del escenario.
Con ayuda de los miembros de la seguridad, David Jost salió de allí completamente enfurecido. Pero la gente estaba molesta y comenzó a abuchear tan fuerte, que ni siquiera la música de fondo tapaba los ruidos.
—Damas y caballeros, me temo que no tenemos artista para esta noche —trataba de disculparse Paul, sin embargo, Tom se puso a su lado y le susurró.
—Tenemos a la mejor estrella Paul, Bill puede cantar.
—Pero no tenemos banda para apoyarlo —respondió el chico.
—¿Tienes una guitarra? —Preguntó el rastudo, tomando la mano de Bill, quien le miraba sin entender.
—Claro, tenemos una acústica y una eléctrica.
—Yo acompañaré a Bill —se ofreció y los ojos del cantante brillaron de emoción y adoración por su Tomi.
—Nosotros haremos el show —acordó el pelinegro—. Si no te molesta.
Enchufaron la guitarra acústica a los equipos de amplificación y Bill se sentó al lado de su Tomi, miró a toda la audiencia que le miró con interrogación y tomando el micrófono dijo.
—Me acaban de acusar de no ser una verdadera estrella —dijo él con una sonrisa—, pues hoy estoy aquí sin mi banda, sólo con mi novio y tocaremos temas a pedido, pero comenzaremos con nuestra canción, el himno de nuestro amor.
Con un dubitativo aplauso, el público aceptó la presentación y escuchó atentamente como los acordes de “Monsoon” comenzaban a sonar, llenando toda la estancia con la suavidad de tal hermosa melodía.
Al terminar la canción, el público se puso de pie para ovacionar al cantante y mostrarle el aprecio por tomar el lugar de la otra banda, demostrando que su talento no se hallaba tras grabaciones, sino en vivo.
—¿Quién quiere pedir una canción? —Preguntó el pelinegro al ver el entusiasmo de las personas presentes.
Una chica se acercó y le susurró algo al oído y luego volvió a su lugar. Bill le preguntó a Tom y éste asintió y comenzó a tocar.
It’s been said and done. Every beautiful thought’s been already sung. And I guess right now, here’s another one. So your melody will play on and on
(Ya se ha dicho y hecho. Cada hermoso pensamiento ya se ha cantado. Y supongo que ahora, esta es sólo otra más y tu melodía se tocará una y otra vez)
Aquellas palabras salían de la boca del cantante en forma tan natural, que parecía que la canción era suya. Tom no podía mirarlo, porque sentía que si lo hacía, se perdería en su belleza y en estos momentos debía concentrarse en tocar perfectamente para corresponder a tan perfecto talento.
You’re beautiful, like a dream come alive, incredible, a miracle, lyrical. You saved my life again and I want you to know baby. I, I love you like a love song baby
(Eres hermoso, como un sueño viviente, increíble, un milagro, musical. Has salvado mi vida nuevamente y sólo quiero que sepas baby, que te, te amo como una canción de amor, baby)
Esas palabras eran como el reflejo de lo que ambos chicos querían decirse mutuamente y en un momento sus miradas se conectaron, diciendo un silencioso “Te amo”.
El show fue un éxito y la mayoría de las personas pidieron hablar con el encargado para felicitarles por haber tenido a un artista de semejantes aptitudes allí.
La pareja salió del club completamente eufórica y llena de energías por la presentación. Andreas les acompañaba con una sonrisa, estaba feliz de ver a su amigo tan bien, y a pesar de sus sentimientos por el pelinegro, palmeó la espalda de Tom y le brindó una cálida sonrisa.
—Buen trabajo.
—Gracias —contestó el rastudo con sinceridad y Bill sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas de alegría y gratitud por sus dos amores, porque estaban montando una “tregua” y él era el más feliz por ello.
—¿Cómo se irán? —Preguntó el rubio buscando el deportivo de Bill.
—Saki —respondió arrugando el ceño. Tom sacó su celular y marcó el número del guardaespaldas.
—Hey, estamos en la entrada. OK —cortó la llamada—. Viene en camino.
—¿Les importa darme un aventón? Creó que bebí de más, me siento un poco mareado —pidió Andreas, llevándose la mano a la cabeza.
—¿Estás bien? —Preguntó preocupado el pelinegro—. No luces nada bien.
—Creo que no debí beber mientras tuviera los efectos de aquellas pastillas —murmuró el rubio y Tom lo sujetó con fuerzas.
—¿Qué pastillas?
—Me dieron unas pastillas por lo del accidente. Algo para relajarme —explicó el rubio.
—Andreas, no puedes mezclar los calmantes con alcohol —le regañó el de rastas—. Cuando llegues a casa te vas directo a la cama. Debes dormir bastante, para que pase el efecto.
—¿Qué, eres médico ahora? —Preguntó para molestarlo.
—Es lo que nos han enseñado los policías —contó el rastudo, al ver que los otros le miraban con cara de no entender, aclaró—, es por lo del grupo de apoyo del “caso 69”, nos han enseñado primero auxilios y varias cosas útiles, en caso de tener que enfrentarnos a una emergencia.
—Saki llegó —dijo Bill al ver el auto familiar.
&
Tras dejar a un adormecido Andreas, Bill se acomodó en los brazos del rastudo y suspiró allí, se sentía pleno.
—¿Estás muy cansado? —Preguntó el de rastas y procedió a hacer suaves masajes en los brazos del cantante.
Pero esos leves roces, lejos de relajar al pelinegro, lo excitaron y a medida que se acercaban al departamento, sus deseos de tocar y ser tocado aumentaron.
Subieron las escaleras entre besos apasionados y fuertes abrazos, mientras la pasión despertaba en ambos cuerpos. ¿Sería posible que esa noche se fundieran en uno?
& Continuará &
¿Habrá llegado por fin el momento de “Hacer el amor”? ¿Podrá Tom derribar sus temores y hacer suyo a Bill? ¿Podrá Bill entender a Tom si eso no ocurre? No se pierda la continuación.