Muchas gracias a las personitas bellas que siguen apoyando este fic *-*
“Fashion” Fic Twc / Toll escrito por MizukyChan
Capítulo 28: Problemas
Dicen que la vida baby no es como la ves, para aprender hay que caer, para ganar hay que perder, lo di todo por ti. Lloré y lloré y juré que no iba a perderte, traté y traté de negar este amor tantas veces, baby. Si mis lagrimas fueron en vano, si al final yo te ame demasiado, como yo, como yo nadie te ha amado “Bon Jovi”
(Miércoles, tercer día desde la suspensión de clases)
Las horas pasaban con rapidez y aún no había ninguna noticia clara sobre lo que le ocurría a Andreas. Bill, Tom, Gustav y Georg, estaban en la sala de espera, con vasos de cafés en sus manos temblorosas, aguardando por una razón para el extraño episodio de la mañana. En otra habitación de la clínica, la familia del rubio estaba reunida con el oficial Zullen, quien les informaba la fatídica noticia sobre la lista de las posibles víctimas de los delincuentes del “caso 69”.
Pasaban de las tres de la tarde, y Tom miraba de reojo a su novio, quien se veía bastante pálido y decaído. Aquella mañana, por estar experimentando con sus cuerpos, no habían alcanzado a desayunar, para llegar a la hora a la reunión a la que les llamó la policía. El rastudo sabía que Bill tenía un metabolismo sumamente rápido y si no comía, tarde o temprano colapsaría, ya lo habían vivido antes, cuando el cantante se enojó con Tom y dejó de comer por casi un día, terminando desmayado en la enfermería de la escuela.
—Cielo… —le susurró, pero el menor parecía estar en otro mundo—. Billa… —le volvió a llamar, besando con suavidad su mejilla.
—¿Eh? —respondió el cantante, sonando distante.
—Billa, mi amor ¿quieres ir por algo de comer? —Preguntó, acariciando su mano.
—No tengo hambre, Tomi… además —bajó la mirada—, quiero estar aquí cuando salga el médico.
—Comprendo. Pero cuando tengamos noticias vendrás conmigo, ¿está bien? —le dio una cálida sonrisa, provocando el sonrojo en las mejillas del menor.
—Gracias Tomi —jugueteó con su vaso de café—. Yo… no acostumbro a llevar bien estas situaciones. No me gusta ver a los que quiero así… sufriendo.
—Entiendo —el de rastas le pasó la mano por el cabello y le dio un suave beso en la frente. Gustav, quien los miraba desde el otro asiento, escuchó su conversación y añadió.
—Bill —la pareja lo miró—. Comprendo cómo te sientes, pero Tom tiene razón, debes comer, si te enfermas tú, Andreas se molestará con Tom, por no haberte cuidado.
En esos momentos Georg sacó de su chamarra de cuero una barra energética y se la entregó al pelinegro.
—Come esto, por ahora —le dijo con una leve sonrisa—. Todos estamos muy asustados, Bill, pero no debemos dejar que esos malditos hijos de perra nos quiten el apetito.
Los otros jóvenes sonrieron ante esas palabras, pues pese a sonar valientes, todos sabían que el más temeroso de allí, era justamente el castaño.
Finalmente, a las 5:30 PM, el médico apareció en la sala de espera, su semblante tranquilo, relajó un poco la tensión del ambiente.
—Entiendo que son los amigos del joven Andreas —comentó el hombre con una sonrisa. Los chicos asintieron y el médico prosiguió—. La familia está en estos momentos con él, pero me pidieron que les informara de su estado.
—¿Está bien, Andi? —Preguntó de inmediato el cantante.
—Ahora lo está —suspiró—. Ya llevamos varios pacientes relacionados con el “caso 69” y todo parece empeorar.
—¿Empeorar? —Preguntó el castaño, sintiendo un nudo en el estómago.
—En el caso de Andreas, me informó el oficial Zullen que sufrió un atentado el lunes pasado, pero que afortunadamente no salió herido —los chicos asintieron—. Sin embargo, en aquel momento un servicio de emergencias llegó al lugar, pero hubo alguien que se infiltró, seguramente haciendo uso de un disfraz, y esa persona le recetó unas pastillas a Andreas, supuestamente para descansar y relajarse, después del estado de shock que vivió.
—Sí, él nos comentó sobre eso —acotó Tom.
—Le hicimos un examen toxicológico al joven y los resultados mostraron la presencia de una droga sintética, similar a la encontrada por la policía en el “caso 69”.
—Dios mío —los ojos de Bill se humedecieron y luego preguntó—. ¿Se volverá adicto?
—No. Afortunadamente, Andreas tuvo una ingesta profusa de alcohol la noche pasada, lo que le provocó nauseas y se abstuvo de seguir tomando las pastillas, por lo que el daño no alcanzó a ser de gravedad.
—¿Qué pasará con él, doctor? —Preguntó Gustav, temeroso de la respuesta, ya que todo aquello le daba una extraña sensación de deja vú.
—Como les dije, el hecho de que haya dejado de tomar la droga, y como las dosis eran mínimas, no tuvo graves daños en los órganos internos de su cuerpo. Al tener los resultados de la cantidad de droga en su sistema, lo sometimos a una limpieza intestinal, que su cuerpo recibió bastante bien y ahora se encuentra descansando, dormirá por uno o dos días, pues la mezcla de la droga con el alcohol, le ha causado una fatiga intensa y la severa deshidratación por los constantes vómitos, lo ha debilitado mucho, así que se quedará por el resto de la semana aquí.
—¿Podemos verlo? —Preguntó el pelinegro con una chispa de esperanza.
—Me temo que no, la policía ha negado cualquier tipo de visita a no ser que sean los padres del implicado, es como medida de precaución. Mi recomendación es que se retiren a descansar, coman algo y se mantengan informados, a través de la línea familiar de Andreas.
—Muchas gracias doctor —terminó el rubio, saliendo de la habitación.
&
En el estacionamiento del hospital, Saki aguardaba a los chicos con una expresión indescifrable en el rostro, seguramente la conversación privada que tuvo con Tobi lo dejó así, más alerta que nunca.
—¿Dónde los llevo? —Preguntó, pensando que lo más sensato, era que regresaran a la mansión Kaulitz y se quedaran allí hasta que lo peor pasara.
—A casa de Tomi —respondió de inmediato el moreno.
En esos momentos, el celular de Tom comenzó a sonar como loco y el mayor reconoció el sonido de su mejor amigo Gabriel. Contestó de inmediato.
—Hola Gabriel, ¿cómo estás? —Preguntó temeroso, estaría más aterrado que Bill con Andreas, si algo malo le ocurriera a su mejor amigo.
—Estoy bien, me enteré de lo que le pasó a Andreas y me preocupé por Bill —confesó el chico—. ¿Dónde están?
—Saliendo del hospital —respondió el rastudo más aliviado al saber que estaba bien.
—Porque no vienen a la pizzería Raccontto para que comamos algo, estoy seguro que mi “diva” no ha comido nada —dijo con voz de “crazy fan girl”
—Exacto.
—¿Lo ves? Ven Tom, tráelo, él siempre se deprime cuando la gente que quiere se pone mal. Hay que subirle el ánimo —contó como todo un fan.
—Le preguntaré y te confirmo, ¿sí?
—OK. Nos vemos, Tom.
La llamada se cortó y el pelinegro miró a Tom esperando que le dijera quién era. El mayor, sólo lo abrazó y le dio un beso en la frente.
—A veces siento que tus fans te conocen más que yo —dijo suspirando, provocándole una sonrisa al menor.
—Tomi… yo quiero que seas tú quien me conozca y que realmente veas al verdadero yo, y no lo que muestran las revistas ni el internet —sonrió el cantante, dándole un piquito a su novio—. ¿Era Gabriel?
—¿Cómo lo sabes?
—Creo que es el fan que me conoce mejor —volvió a sonreír.
—Está preocupado por ti y nos invitó a comer a la pizzería Raccontto. Además me prometiste que comerías una vez tuviéramos noticias.
—Joven Bill —intervino Saki—, vaya con Tom a comer, debe hacerlo, yo estaré con ustedes, vigilaré el lugar —se ofreció como todo un profesional.
—Ok.
&
Al llegar saludaron a Gabriel y a Luis, que estaba a su lado. Entraron y Luis pidió una mesa exclusiva para todos ellos. Tom arrugó el ceño. Cuando se unió al grupo, Gus le entregó los informes de cada uno de los estudiantes, debían tratar de memorizar sus rostros y rasgos más importantes para descubrir a los chicos que se infiltraran, haciéndose pasar por alumnos de la escuela.
Trabajando en ello, averiguó sobre el novio de su mejor amigo, quien parecía ser un buen chico, pero que siempre le daba escalofríos al rastudo, y según su madre, esas corazonadas siempre eran acertadas, “sigue tus instintos” le repetía ella, fue gracias a ese consejo que él pudo sobrevivir al accidente en auto en que sus padres fallecieron.
Haciendo memoria, recordó que Luis Peterson, su compañero de clases, también estaba en esa escuela por una beca, especializada en el área de la informática. Por eso el chico siempre llevaba un laptop con él, no de la mejor calidad, pero siempre con nuevos programas y cosas que Tom realmente no entendía.
Si Luis era un estudiante becado, su situación económica no era de las mejores, entonces por qué pedía una mesa exclusiva, ¿pensaban acaso hacer que Bill pagara la cuenta? Eso sería un abuso, pero para el cantante no sería problema, sólo extendería la tarjeta y ya.
—¡Tom! —La voz fuerte de Gabriel lo volvió a la tierra.
—Lo siento, me distraje —se disculpó el chico y luego se fijó en una pulsera muy costosa que traía su amigo—. ¿Y eso? —Preguntó, señalando el objeto.
—Oh, es un regalo de mi querido Luis, porque cumplimos un mes de novios —se llevó las manos al rostro, cubriendo su timidez y Bill chilló a su lado como un adolescente.
—¡Ah! Es tan linda, es muy costosa, te queda muy bien —ambos chicos se tomaron de las manos, admirando la belleza de la joya, mientras Tom seguía frunciendo el ceño.
—¿Estás trabajando Luis? —Preguntó de pronto el de rastas.
—Claro, de medio tiempo —contestó el otro moreno sin darle mayor importancia.
—¿Y qué haces? —Insistió el rastudo.
—Ayudo en el laboratorio de computación de una escuela primaria —dijo el otro chico, como repitiendo un discurso dado cientos de veces.
Tom observó sus movimientos y sus frases durante toda la comida, y varios de esos comentarios llamaron su atención, no quería hacer presunciones falsas, pero el oficial Zullen había dicho “todos son sospechosos”. Cuando decidieron marcharse, Luis pagó en efectivo una elevadísima suma de dinero, provocándole más interrogantes al rastudo.
&
Cerca de las ocho de la noche, los chicos regresaron a la mansión Kaulitz a buscar más ropa para Bill y asegurarle a su madre que él estaba en perfectas condiciones.
—Mamá —llamó el pelinegro desde la puerta.
—Por aquí, hijo —respondió Simone, con un tono de voz bastante preocupado. Tom se dio cuenta de inmediato, sentía que debía volverse policía o detective, porque al estar alerta comprendía muchas cosas que llevando una vida normal pasaba por alto.
—Hola… pa… papá —Bill murmuró entre sorprendido y emocionado. Finalmente corrió a los brazos de su progenitor y fue recibido cálidamente allí.
—Hola hijo, ¿todo bien?
—Estoy sorprendido, ¿por qué? Aún no son las vacaciones de invierno —dijo el menor con una sonrisa.
—Vi lo que ocurrió por el atentado de Andreas y vine de inmediato a casa —explicó el adulto—, sin embargo, no me he encontrado con buenas noticias —dijo tornándose serio y mirando fijamente al rastudo.
—Señor Kaulitz —le saludó el chico con amabilidad.
—Nada de eso, Tom —gruñó el hombre, completamente hostil—. Quiero que te vayas y dejes de ver a mi hijo.
—¿Qué? —dijeron los chicos al mismo tiempo.
—Lo que escuchaste, chico. Quiero que te alejes de mi hijo, eres una mala influencia para él —repitió igual de enojado.
—¿De qué hablas, papá? Tom es mi novio, tú sabías que me gustaba desde hace tiempo, ¿por qué dices esas cosas? ¿Mala influencia? Tom me ha salvado más de una vez —decía sin parar el pelinegro, caminando hacia el rastudo y tomando su mano firmemente.
—Jamás le haría daño a Bill, señor Kaulitz —añadió el chico.
—Ahora dices eso, Tom, pero he investigado tus antecedentes y sólo estás con Bill por su dinero y popularidad —estalló el adulto—. Conozco a los de tu clase, ya hemos lidiado con gente así.
—¿Los de mi clase? —Tom se sintió ofendido—. Es cierto que soy pobre, la desgracia se llevó a mis padres siendo muy joven y he tenido que aprender a sobrevivir solo y padecer hasta hambre, pero no por eso estoy con Bill. Estoy enamorado de él —dijo de golpe, con absoluta seguridad en sus palabras.
—No te creo nada, chiquillo —gruñó el adulto—. Lo único que buscas es estar con alguien popular como Bill, con dinero con fama por la banda, todo para poder hacerte de influencias y salir de la pobreza.
—¡Basta! —Gritó el cantante—. Estás equivocado.
—Si esa hubiera sido mi intención, habría intentado acercarme a Bill mucho antes, señor Kaulitz —se defendió el rastudo.
—Tom tiene razón, fui yo quien se acercó a él. Fui yo quien le contrató y le pidió ayuda. Fui yo quien se enamoró de él en primer lugar —agregó el pelinegro.
—No seas ingenuo, Bill —dijo el padre—, seguramente ese fue su plan desde el principio. Ahora que ya has estado con él y te has sacado la curiosidad de si eres gay o no, te pido hijo, que dejes de verlo.
—¡Papá! —exclamó indignado.
—Yo he respetado a su hijo —intervino el de rastas, era cierto que se habían tocado, pero no había hecho el amor con Bill, no aún.
—Por favor, Tom —dijo con sarcasmo—. ¿Cuántas veces se ha quedado a dormir en tu casa? Y vas a decirme que no lo has follado, es absurdo.
—¡Gordon! —gritó Simone indignada.
—¡Papá! —le siguió la voz de Bill.
—Yo adoro a Bill y no lo “follaré” como dice usted, cuando llegue el momento “haremos el amor” —dijo un sonrojado rastudo—, lo amo demasiado para hacerle pasar por un mal momento como Oscar Manzur —reclamó el chico.
—¿Sabes sobre Manzur? Eso confirma que has investigado sobre mi hijo ¡qué descarado! —dijo más enojado.
—¡Papá! Yo le conté sobre eso. Deja de hablar mal de Tomi.
—¡Ya basta! —gritó el adulto—. Quiero que te vayas a tu pieza en seguida. Estarás encerrado en casa toda la semana. Es suficiente con el estrés de saber que estás en esa maldita lista de víctimas, como para agregarle este novio de pacotilla.
—¡No!
—Y tú, jovencito, vete ahora mismo y no vuelvas. No eres bienvenido en esta casa —gruñó Gordon, apretando los dientes.
—Señor Kaulitz, está equivocado —dijo el de rastas tratando de calmarse, al ver como las mejillas de Bill se bañaban en lágrimas.
—¡Largo! O llamo a seguridad —amenazó.
—Tomi… —la voz del pelinegro sollozante resonó en sus oídos y sin poder evitarlo, lo envolvió en sus brazos y susurró en su cuello.
—Tranquilo, no dejaré de quererte por esto.
—Tomi…
Con el dolor de su corazón, salió por la puerta de la casa y en las afueras se encontró con Saki, quien conversaba con un taxista.
—Lo llamé para ti, chico. Lamento lo que ocurrió.
—¿Sabías que el señor Kaulitz estaba de regreso?
—Me llamó el lunes y me dijo que vendría a sacarte de en medio. En serio lo lamento, sé que está equivocado. Pero los ricos son así.
—Lo sé.
Tom miró al cielo que estaba mucho más oscuro que de costumbre, seguramente llovería pronto. El guardaespaldas lo miró con lástima y volvió a hablar.
—Cuando llegues a tu departamento, llama a Bill, seguramente llorará toda la noche y dejará de comer si no sabe de ti. Toma este número.
—¿Por qué?
—Su padre le quitará el celular y seguramente también el computador, lo dejará incomunicado, este número es un teléfono mío, se lo daré a Bill más tarde.
—Gracias Saki.
—Eres un buen chico, Tom, Bill necesita más gente como tú cerca.
&
Dentro de la casa, otra batalla estallaba. Bill lloraba desesperadamente, mientras Simone trataba de hacer entrar en razón a su marido.
—¿Qué pasa contigo? Tú no eres un maldito clasista, Gordon —gruñó ella, paseándose por toda la sala, mirando de reojo a su pequeño que estaba llorando en el sofá.
—Bill, vete a tu cuarto.
—No hasta que cambies de opinión —dijo él con el maquillaje corriendo por sus mejillas, una visión terrible de ver.
—Eres un crio y no te arriesgaré, menos ahora que esos malditos delincuentes te tienen de blanco. ¿No te das cuenta que estás en peligro?
—He estado en peligro antes y tú no hiciste nada al respecto, papá —Bill gritó, poniéndose de pie, enfrentando a su padre—. Tom ya te había dicho lo que David me obligaba a hacer con Bushido, pero aun así no hiciste nada al respecto, sólo Tom se preocupó verdaderamente por mí.
—Basta Bill. ¡A tu cuarto ahora! —Ordenó con la voz firme.
—¿Por qué me haces esto, papá? ¿Obligarme a escoger entre tú y mi Tomi? No es justo —reclamó el chico, limpiándose furiosamente los ojos, negándose a seguir llorando frente a él.
—Soy tu padre y te quiero, él no, él sólo te está utilizando. ¿Qué no te das cuenta?
—Eres tú quien no se da cuenta de nada. Fui yo quien lo busqué.
—¿Por qué lo harías? ¿Acaso no lo viste antes? ¿Las gafas horribles que usaba? ¿La ropa de segunda mano que compraba? ¿La clase de comida que consumía?
—¡Cállate!
—¿Por qué buscaste a Tom? —Presionó su padre—. ¿Por qué te acercaste a alguien que no era de tu grupo? Dime Bill, porque no logro entenderlo. A ti jamás te habría gustado alguien como él. ¿Qué te obligó a acercarte a él? ¿Acaso tiene evidencia sobre Manzur? ¿Acaso te hizo algo? ¿Te forzó? ¿Te violó? ¡Contéstame Bill!
—¡NO! El no me ha obligado a nada, ni siquiera hemos intimado, él me ama.
—No te creo.
—Él me ama —repitió llorando más fuerte. No podía creer las cosas que decía su padre.
—Simone, llévatelo a su cuarto —mandó a su esposa, quien también lloraba al ver una discusión semejante.
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Mientras tanto, en el departamento del rastudo. El chico se paseaba de un lado a otro, temblando y sintiendo que el mundo de las clases sociales, era un lugar frío y sin misericordia. Temía que algo le pasara a Bill por las acciones que estaba tomando su padre. Miró el reloj y decidió esperar unos momentos más, antes de llamarlo.
Se sentó en su viejo sofá y tomó su celular, marcando el número de Gustav.
—Hola Gus.
—Hey Tom, ¿todo bien? —Preguntó de inmediato el rubio, sintiendo algo extraño.
—Sólo quiero comprobar algunas cosas, Gus —dio un gran suspiro—. Se trata del novio de mi amigo Gabriel. Luis Peterson, está en mi clase.
—Lo recuerdo, el chico de la beca tecnológica. ¿Qué hay con él?
—Bueno, no sé si me estoy volviendo paranoico o qué… —se llevó la mano a la cabeza y respiró hondo—. Desconfío de él —culminó secamente.
—¿Por qué las sospechas?
—El chico es becado y está gastando bastante dinero… en efectivo —terminó dándole mayor énfasis a la última palabra.
—Dame un segundo, estoy frente al computador ahora mismo —se oyeron los ruidos de teclas y luego el rubio volvió a hablar—. Tengo su expediente en pantalla, Tom. Luis Maximiliano Peterson Peterson, hijo único de madre soltera —leyó con voz pausada—. Su madre tiene un trabajo estable, como secretaria en una tienda comercial, su sueldo no es de los mejores, pero les alcanza para vivir tranquilos. Pero sin la beca, Luis no tendría los recursos para estudiar en nuestra escuela.
—Ya veo. Le pregunté si estaba trabajando y me dijo que sí, como asesor del laboratorio de computación de una escuela primaria, pero no me dio ningún detalle.
—Aun así, no podría ganar demasiado dinero, pues no tiene ningún tipo de título, ni siquiera ha terminado la escuela —comprobó el rubio—. Investigaré las escuelas primarias de la zona, buscando para quién trabaja. Pero Tom, ¿qué te llevó a desconfiar de él?
—Esta tarde, Gabriel nos mostró una pulsera preciosa que le regaló Luis, pero es demasiado valiosa como para regalarla por el aniversario de un mes de noviazgo, además él pagó la comida de todos nosotros, en una mesa exclusiva, fue muy elevada y él ni pestañó cuando entregó los billetes. Yo soy un alumno becado y jamás me gastaría el sueldo de todo el mes en una tarde —confesó el rastudo, arrugando el ceño.
—¿Hay algo más?
—Tengo un mal presentimiento, es todo.
—A veces los instintos son más valiosos que las pruebas que parecen reales —agregó el rubio—, muchas veces los escenarios de crímenes son alterados para fingir que algo pasó de tal o cual manera, y sólo los instintos de los buenos policías, han podido llevarlos a la verdad. Confía en tus instintos, Tom —comentó sacándole una sonrisa al de rastas, pues le recordó la frase de su madre—. Averiguaré todo lo que pueda y te llamaré apenas sepa algo.
—Gracias Gus.
La línea se cortó y el rastudo volvió a sumirse en la tristeza al pensar en los ojos llorosos de su querido pelinegro. Un fuerte trueno retumbó por todo el viejo departamento y se abrazó a sí mismo. Pensando que su pequeño tendría miedo de escuchar la inminente tormenta estando solo.
&
En la mansión Kaulitz, la tensión reinaba en el ambiente, el matrimonio seguía discutiendo la reciente pelea entre Gordon y Bill. Mientras el pelinegro, en su cuarto, se lavaba el rostro y trataba de recuperar la respiración normal. La tormenta había comenzado, pese a la sólida construcción de su casa, escuchaban a lo lejos los truenos y se estremeció.
Una vez más calmado, tomó su bolso de la escuela y lo llenó con un cambio de ropa y sus preciados cosméticos. Se dio una última mirada al espejo y sonrió.
—Allá voy, Tomi, espérame.
Otro fuerte trueno resonó por todo el lugar, sobresaltando al menor, quien comenzó a tararear la canción que había compuesto junto a su Tomi.
“Running through the monsoon, beyond the world, till the end of time. Fighting the storm into the blue, and when I lose myself I think of you”
La melodiosa voz del joven se perdió entre los fuertes ruidos que la lluvia provocaba. Con sumo cuidado salió por la ventana de su cuarto, como solía hacer cuando era pequeño, colgándose de la hermosa y firme enredadera que su madre había dispuesto a lo largo de todas las habitaciones. Cuidando de no caer desde el segundo piso, el pelinegro logró salir de la casa, ahora venía lo más complejo, burlar a los guardaespaldas.
Al cabo de media hora, un agente entró en la casa y pidió hablar con Gordon, quien aun estaba sumamente furioso por la actitud de su hijo.
—Señor hemos tenido una falla en la seguridad —explicó.
—¿Qué? —Casi gritó indignado—. ¿Qué ha pasado?
—El joven Bill se escapó, señor. Ahora mismo Saki lo está siguiendo —dijo el hombre.
—¿Que Bill qué? —Gordon casi se ahogó con sus palabras—. Ese chiquillo… Y ¿por qué demonios Saki lo está siguiendo? ¿Por qué no lo detuvo?
—Saki ordenó que le dejaran la tarea a él. Se pondrá en contacto apenas lo alcance, señor.
—Bien, puedes retirarte. Y corrijan el maldito error. Si Bill pudo escapar, alguien podría entrar.
—Sí señor.
&
Unas calles más allá, un empapado cantante corría a través de la tormenta, con sólo una idea en mente. Llegar con el amor de su vida.
El sonido de un claxon le devolvió a la tierra y vio que el auto familiar se detenía a su lado, quiso escapar, pero Saki le sujetó firmemente.
—Calma Bill. Te llevaré con Tom.
—¿Eh?
—Estás muy mojado, te enfermarás si sigues caminando bajo la lluvia.
—¿Y papá?
—Seguramente me regañará, pero es algo que estoy dispuesto a soportar, niño. Ahora, vamos al auto.
Sin dudarlo, el pelinegro obedeció y emprendió el camino lleno de esperanzas. De pronto un celular comenzó a sonar y su cuerpo se tensó, pensando que había sido engañado y que lo llevarían de regreso.
—Hola, lo siento Tom, no alcancé a darle el teléfono a tiempo. Ahora vamos para allá, él te explicará cuando lleguemos. Ok, adiós.
—¿Qué fue todo eso? —Preguntó el menor alzando una ceja.
—Un pequeño plan que teníamos, tu novio y yo. Toma —le entregó el aparato, mientras con la otra mano, giraba el volante—. Tom te explicará.
En unos minutos llegaron y Bill, tomando su mochila, corrió por las escaleras. Estaba agotado, pero las ganas de volver a ver a su Tomi, le regresaban la fortaleza.
Tocó la puerta y sus ojos se llenaron de lágrimas. El rostro de Tom apareció y se echó a sus brazos.
—Tomi… —lloró, con el cabello y la ropa mojada.
—Pequeño —correspondió el abrazo y lo guió hacia adentro.
—No podía estar sin verte y hay… hay… hay una tormenta.
—Lo sé… pero ya estás aquí, yo te protegeré, estás a salvo —se fundieron en un beso tierno rogando a los cielos que todo pudiera volver a ser como antes.
& Continuará &
¿Qué hará Gordon cuando sepa que su hijo está con Tom? ¿Despedirá a Saki? ¿Qué pasará con la salud de Andi? No se pierdan la continuación.
😭😭😭😭 Gordon estas idiota
Aaahhh, no sufras, sólo sigue leyendo (la abraza)