Hoy aparece un nuevo personaje que será muy cercano a la pareja. Y también sabremos si el pequeño Kenshin será normal. ¿Qué creen ustedes?
“Regalo Especial” Fic Twc de MizukyChan
Capítulo 29: Niño especial
La pareja compartió su felicidad con las visitas por una hora, hasta que la puerta se abrió y el padre de Bill entró. Tom sintió como la sangre hervía de furia en su interior y, por un momento, no supo qué hacer o qué decir para no hacer sentir mal a su esposo.
—Perdón, no quiero interrumpir —dijo el hombre, bajando la mirada.
—Reverendo, quiero pedirle que bendiga a mi hijo. —Pidió Bill con ojos llenos de esperanza, omitiendo la palabra “padre”, aunque se moría por decirla.
—Antes de hacer nada, necesito hablar con Tom —respondió el religioso.
Tom lo miró de frente, desafiante y gruñó—. Si no quiere hacerlo, no lo haga —espetó, molesto.
—¡Tom! —Regañó la madre del trenzado, pero su esposo lo miró comprensivo.
—No es eso, Tom. Con gusto bendeciré a mi nieto, pero necesito hacer las paces con mi alma. Tú después decidirás si aceptas mis disculpas o no, pero necesitamos hablar.
—Tom, cariño. —Rogó Bill con la mirada.
—Está bien. Vamos. —Salieron de la habitación.
—Te invito un café —dijo el mayor con una sonrisa.
—Claro. —Caminaron hacia la cafetería del hospital. Allí pidieron dos cafés y se sentaron.
—Te contaré algo que me pasó cuando cumplí los seis años.
—Como sea —dijo el trenzado, resignado.
Escuchó atentamente el relato del reverendo y se quedó de a cuadros. Con razón tenía esa aversión con la homosexualidad. Lo cual lo llevó a pensar en sí mismo, en su propia amarga experiencia con su maestro.
—Y esa ha sido mi historia, Tom. No puedo pedirte que me perdones, pero sí… que me entiendas, que comprendas por qué mi primera reacción fue así de negativa.
—Reverendo, yo comprendo perfectamente cómo se sintió, pues a mí me pasó algo similar. Sin embargo, lejos de atacar a Bill, yo me prometí a mí mismo que jamás haría sentir a Bill utilizado, en ninguna forma. Me prometí amarlo, cuidarlo, protegerlo y serle fiel toda la vida.
—En ese aspecto eres mucho mejor que yo.
—No me alabe, que yo soy sólo un hombre —dijo Tom, bebiendo el final de su café.
—Pero, Tom, quiero que sepas que desde que hablé con el reverendo Lewis y me enteré del embarazo de mi hijo, quise arreglar las cosas.
—Siento mucho haber interferido en el proceso. —Agregó un poco apenado.
—Tenías tus razones, ahora quiero que me perdones porque sé que aquella vez en que dejé caer a Bill, el pequeño pudo haber sido lastimado. Yo, de haber sabido, jamás lo habría dañado, es mi hijo y lo amo, ni hablar del pequeño Kenshin, lo adoro.
—¿Ya sabe cómo se llama mi hijo?
—He obligado a mis otros hijos a hablarme de Bill y el bebé. ¿No te molesta, cierto?
—Ahora que ya tengo todo claro, no me molesta. Y me uno a Bill en su petición de bendecir al bebé. Sé por experiencia, que Dios escucha las oraciones de Bill, y me encantaría que ahora nos escuchara y Kenshin fuera normal. Pero si no lo es, ese bebé será inmensamente amado por nosotros dos y todos ustedes.
—Eres un buen hombre, Tom, lamento haberte juzgado mal.
—Ya basta de lamentos, ¿qué le parece si vamos con Bill?
—Excelente idea.
.
Subieron a la habitación y, al entrar, todos pusieron cara de expectación.
—¿Por qué esas caras? Pónganse felices, porque el reverendo bendecirá a Kenshin.
—Qué bueno. —Suspiró aliviado el pelinegro.
Tom se puso al lado de su esposo y retiró al bebé, para ponerlo en brazos del padre de Bill, quien sonrió.
—Les voy a pedir que todos tengan los ojos cerrados, mientras hago la bendición del pequeño. —Todos asintieron.
Tom volvió a situarse junto a su moreno y tomó su mano, bajando la cabeza y cerrando los ojos. El reverendo dijo palabras hermosas, confirmó el nombre del bebé, para que fuera conocido como “Kenshin”, en la Tierra y en el cielo. Le bendijo con salud, con inteligencia y para que fuera una luz en su nuevo hogar. Fue realmente conmovedor, el trenzado no pudo evitar sonreír cuando terminó. Le devolvió el bebé a Bill y le dio un abrazo a su padre.
—Muchas gracias, suegro.
—Gracias a ti, por darme este precioso nieto y por hacer feliz a mi hijo. —La puerta se abrió y entró el doctor David Jost.
—Bien señores, ya es hora de que Bill descanse. ¿Tom, te quedarás, verdad?
—Obvio.
—Muy bien, despídanse y volveré en un rato a revisar a Bill.
—Gracias doctor —dijo Tom al médico.
Todos se despidieron, tanto de Bill como del bebé. Eva dejó una maleta enorme con ropa y accesorios de bebé y luego todos se marcharon.
—¿Estás muy cansado, amor? —preguntó Tom a su pelinegro, besándolo.
—Estoy adolorido, cariño, me duele todo el cuerpo.
—Le preguntaremos al doctor.
—¿Tomi, qué te dijo papá para que cambiaras tu forma de tratarlo?
—No sé si deba contarte yo. Tal vez él quiera hablar contigo después. Necesita tu perdón.
—Yo ya lo perdoné.
—Lo sabía, tú eres un ángel, Billy.
—Es mi padre y todos me han dicho que él quería arreglar las cosas y quién soy yo para juzgar, sólo debemos perdonar, eso me lo enseñó él mismo en la iglesia.
—Ya veo, y te lo enseñó por una razón.
—Gracias, Tomi, por perdonarlo. Sé que lo hiciste por mí.
—Siento decepcionarte esta vez, pero la verdad es que sus razones fueron suficientes para perdonarlo, no tuve que hacerlo por ti.
—Wow. ¿Bésame, Tomi? —El mayor se acercó y lo besó profundamente—. Quiero comer dulces.
—Bingo, te compre gomitas en la cafetería, son ositos.
—Ay, Tomi, no sé qué haría yo sin ti.
—No, cielo, no sé qué haría YO sin ti.
Al cabo de un momento, el doctor Jost revisó a Bill y le dio unos analgésicos para el dolor, los que le hicieron dormir. Tom se quedó en la cama de al lado, pero cada vez que despertó fue a ver a su ángel.
Por la mañana, el trenzado se levantó temprano, quería sorprender a Bill con su pequeño. Así que subió al nido a buscar a su hijo. Al entrar, vio que había mucha confusión allí.
—¿Qué sucede? —preguntó a una de las chicas con traje de enfermera.
—Han encontrado a un bebé en la basura.
—¡Dios mío! ¿Está bien?
—Ya lo limpiaron y parece estar bien, pero está desnudo y no tenemos que ponerle. —Tom sin dudarlo, le extendió la maletita que traía consigo.
—Yo tengo ropita de mi hijo. Tal vez le quede algo.
—Muchas gracias, señor.
—Es un bebé, es lo menos que puedo hacer. —La enfermera sacó una muda de ropa y procedió a vestir al pequeño, al que nombraron Matías.
—¿Me puedo llevar a Kenshin? Quiero que su padre lo alimente. —Pidió cuando le devolvieron la maletita.
—Claro, ya le cambié el pañal y la ropita, ahora seguro tiene hambre.
—Si Matías necesita algo más, no dudes en ir a nuestra habitación, Kenshin estará feliz de compartir sus cosas.
—Muchas gracias, de verdad.
Tom regresó a la pieza de Bill y el pequeño comenzó a llorar, su marido por instinto despertó de inmediato.
—¿Quién ha venido a despertar a papá? —dijo con una sonrisa. Tom se acercó a él y le acomodó la cama, antes de entregarle a Kenshin.
—Tu hijo tiene hambre, mi vida —comentó el mayor, besando sus labios.
—Él no es el único —respondió el pelinegro con una sonrisa.
—Voy por tu desayuno, cariño. —Fue en busca de una enfermera, quien ya traía la charola con el desayuno. El mismo Tom la tomó y la llevó hasta el cuarto—. Dame al pequeño y come, cielo. —Tomó a Kenshin y prosiguió dándole de comer. Bill devoraba todo a su paso—. Sigues igual que con el embarazo. —Bromeó el mayor.
—Es verdad, mmm, está delicioso. ¿Tomi, vas a comerte todo el pan?
—Cómelo, si me da hambre después bajo a la cafetería.
—¿Y me podrías traer más gomitas de oso?
—Claro, corazón. —El bebé terminó su biberón y gruñó—. Tranquilo, bebé. —Con una gran sonrisa de satisfacción, Tom le sacó los gases a su hijo, que se durmió en seguida.
—¿A qué hora vendrá el doctor Jost, Tomi?
—Debe estar por llegar. Hoy le hará los exámenes a Kenshin.
—Tengo miedo.
—No tienes por qué. ¿Recuerdas que una vez me dijiste que si el pequeño salía especial, lo íbamos a amar el doble?
—Sí, lo recuerdo. Gracias, Tomi, por estar a mi lado en estos momentos, no sé qué habría hecho en esta situación yo solo. —Se abrió la puerta.
—Buenos días. —Saludó el doctor—. Te revisaré a ti primero, Bill, y luego secuestraré al pequeño, ¿les parece?
—Sí, doctor. —El médico procedió a ver la herida del pelinegro, chequeó las máquinas, los signos vitales y el historial, que tenía los exámenes de sangre.
—Todo está muy bien.
—¿Podré salir pronto? —preguntó ansioso.
—Lo siento, pero por el susto y la arritmia que sufriste, te tendremos en observación una semana.
—¿Una semana? Es mucho —dijo haciendo un puchero.
—Lo siento, caballero, pero debemos cuidarlo, de lo contrario, Tom nos golpeará a todos, ya me enteré de la pelea de ayer, pero no se preocupen, nadie se quejó.
—Lo siento, doctor —dijo Tom, apenado.
—No te preocupes, lo importante ahora es tu familia.
—Así es.
—Bien, me llevo al pequeño. —Lo puso en la cunita del hospital y se lo llevó, dejando a la pareja con mucha preocupación.
—Todo saldrá bien, cariño. —Aseguró Tom a su esposo, y ambos se sobresaltaron cuando la puerta se abrió, era la enfermera del nido, venía con otra cunita.
—Disculpen, pero otra vez necesitamos de su hospitalidad.
—¿Qué? —Bill no entendía nada, pero el trenzado le guiñó el ojo y se tranquilizó.
—El pequeño Matías necesita un pañal.
—¿Por qué no me lo dejas un rato? Yo lo cambiaré. —Ofreció Tom.
—Y hay que darle el biberón —dijo avergonzada la chica, se notaba que tenían mucho que hacer y no podían ser exclusivas con un sólo bebé.
—Yo se lo doy. —Se ofreció el pelinegro con una sonrisa.
—Ustedes son muy amables, gracias —respondió ella, agradecida, y dejó la cunita, saliendo rápidamente para regresar a sus labores del día.
—¿Me podrías explicar? —preguntó Bill, cuando la mujer se fue.
—Claro, esta mañana cuando fui por Kenshin, me encontré que estaban todas locas porque encontraron al pequeño bebé, recién nacido abandonado.
—Dios mío.
—Eso mismo dije yo.
—¿Quién haría algo tan terrible?
—Alguien desesperado, creo yo. En fin, el pequeño estaba desnudo, así que les ofrecí un cambio de ropa y si necesitaban algo más que vinieran aquí.
—Muy bien hecho, Tomi.
—Ven aquí, Matías, te voy a limpiar el trasero agu, agu, agu. —El pequeño sonrió— ¿Lo viste, cielo?
—Te quiere, Tomi. —Lo animó Bill, con una gran sonrisa.
—Te voy a cambiar, pequeñín. —Y procedió a mudarlo de ropa. El bebé se quedó muy quieto. Al terminar, se lo entregó a su esposo.
—¿Tienes hambre, bebé? —preguntó meloso—. Toma —Le dio el biberón y el pequeño bebió ansioso.
—Te ves muy bien alimentando a los niños —comentó Tom, besando la frente de su amado pelinegro.
—Es que son pequeños angelitos.
—Lo sé, por eso se llevan tan bien contigo, porque tú también eres un ángel. —Bill sonrió.
Estuvieron con Matías hasta que llegó la enfermera con un semblante muy triste.
—¿Qué pasa?
—Llegaron los resultados de los exámenes del pequeño Matías.
—¿Hay algo malo con el niño? —preguntó de inmediato Bill.
—Sí. Tiene Síndrome de Down, tal vez por eso fue abandonado —respondió la chica.
—¿Han encontrado algún dato de la madre? —Inquirió el trenzado.
—Nada, por los exámenes de ADN no hemos dado con ella, no tiene registro criminal, seguramente no quiso un hijo enfermo y lo abandonó.
—¿Qué pasará con el niño? —Volvió a preguntar Bill.
—Seguramente al cabo de esta semana lo mandarán a un hogar de adopción. Es triste.
Una idea surgió en la cabeza de Tom y al mirar a Bill, creyó que él había pensado en lo mismo.
—Muchas gracias por cuidarlo, ahora lo devuelvo al nido.
—¿Lo puedes traer para alimentarlo de nuevo? —Pidió el pelinegro con ojitos de cachorrito.
—Estaríamos encantados de cuidarlo entre tanto aparecen sus padres. —Agregó Tom con una sonrisa.
—Muchas gracias, así lo haré. Adiós.
Tom se sentó en la cama mirando a Bill—. ¿En qué piensas? —preguntó el mayor, mirando a los ojos de su pareja, que brillaban intensamente.
—Pienso en que Kenshin necesitará un compañero de juegos.
—¿Quieres adoptar a Matías?
—Él es un niño especial y está solo en el mundo, nosotros podemos darle padres y un hermano. ¿Qué te parece?
—Podemos hablar con David Jost para que nos oriente. Tú sabes que un niño discapacitado necesita muchos cuidados.
—Pero más que todo, necesita amor, Tomi. Además si tiene más necesidades, tú puedes responder a todas ellas, tanto económicas, como sentimentales.
—Tienes razón, sólo me estaba asegurando de que tú estuvieras seguro, porque ya no sería una, sino dos las responsabilidades. Necesitaremos una nana.
—Bien. Está decidido.
—Te apoyo. Adoptaremos a Matías. —Sin poder evitarlo, Tom lo besó con pasión, hasta que la puerta se volvió a abrir y vieron a su hijito que venía en su cunita.
—¿Doctor, cómo salió todo? —preguntó ansioso el pelinegro.
—Extremadamente bien. Todas las pruebas motrices salieron perfectas, y las neurológicas también. Kenshin es absolutamente normal.
—¡Dios mío, gracias! —Exclamó el mayor al aire. Bill lo tomó por los hombros y lo abrazó.
—¡Que felicidad Tomi, Kenshin es normal! —Tom cogió al pequeño y lo abrazó con dulzura.
—¿Doctor? ¿Ya se enteró del caso de Matías? —preguntó con el bebé en brazos.
—Sí, es una verdadera pena, pero casos como él ocurren siempre.
—¿Cree que podamos adoptarlo? —cuestionó el pelinegro.
—¿En serio harían algo así? ¿Ahora que saben que su bebé es normal?
—Ahora más que nunca sabemos que debemos ayudar al pequeño —respondió el trenzado con resolución.
—Sería un acto noble de su parte. La mayoría de estos pequeños no son adoptados y pasan gran parte de su vida en hogares, donde no siempre tienen los cuidados que su condición necesita.
—¿Usted podría ayudarnos con eso? —Insistió Tom, acariciando la frentecita de su propio bebé.
—Debe pasar una semana en el hospital y luego es trasladado, sólo entonces pueden comenzar a hacer los papeles de la adopción. Y por supuesto que les daré una carta de recomendación. Ahora dedíquense a celebrar que su pequeñín está sano del todo.
—Gracias doctor. —El médico salió y Tom se ubicó junto a su esposo, con su hijo en los brazos.
—Te amo, Bill, y a ti también pequeño.
—Y yo te amo, Tomi, mi vida.
& Continuará &
¿Quién está feliz porque Kenshin es normal? Levante la manito. Pero ahora las preguntas cambian ¿Podrán adoptar al pequeño Matías? ¿Aparecerán los verdaderos padres? ¿Qué pasara con el trabajo de la pareja? ¿Dejaran todo por sus hijos? Como siempre digo, la única forma de saberlo, es seguir leyendo. Espero les guste lo que viene.