Notas: El tema musical de este capítulo corresponde a una escena de acción. Se llama “Kikyo’s Angry Soul”
“Maldición II: Cazadores de Demonios” Fic Twc / Toll de MizukyChan
Capítulo 3: Zombies demoníacos
La joven pareja entró en la habitación en silencio. El mayor con un temor interno de que algo malo pudiera pasarle de un momento a otro a su novio, a causa de la mordida del zombie y el más pequeño ocultando el dolor que sentía por la misma herida.
—Me voy a dar una ducha. —Informó el pelinegro.
—Te acompaño. —Sentenció el de trenzas y el más joven abrió mucho los ojos—. Tranquilo que no te haré nada, solo quiero quitarme la sensación de suciedad. —La verdad es que temía que su pequeño terminara desmayándose o algo peor.
—Está bien. —Ambos entraron al baño y se desnudaron.
El agua caliente corría por sus cuerpos, el de trenzas pudo notar la hinchazón en el brazo de su pareja y como ésta le provocaba malestar, así que tomó el shampoo y masajeó el cabello del otro—. Que rico. —dijo Bill, suspirando de gusto.
—¿Te duele? —preguntó sin rodeos el mayor.
—Un poco.
—No necesitas mentirme, Bill.
—Está bien, sí me duele, me mordió un zombie es de esperarse, ¿no crees? —Tom lo abrazó.
—Lo siento, fue mi culpa. —Le acarició la espalda.
—Sabes perfectamente que prefiero haber sido mordido yo que tú, ¿cierto?
—Lo sé, pero no deja de inquietarme. No estamos seguros de los cambios que esa herida pueda producir a tu cuerpo.
—Con el suficiente descanso, me repondré, estoy seguro.
—No quiero que nada malo te pase, Bill, eres la razón de mi vida ahora. Toda esta caza, los demonios, en realidad sin ti, nada importa.
—Lo sé, Tomi, confía en mí, me repondré.
—Está bien, deja terminar de bañarte. —La pareja estuvo un rato más bajo la ducha y luego se fueron a acostar.
El de trenzas rebuscó entre sus pertenecías y dio con un frasco de tamaño mediano y fue con él hacia su pareja.
—¿Qué es eso, Tomi?
—Es una pomada que contiene agua bendita, sal purificada y otras especies, es muy buena contra los ataques de demonios. Te pondré un poco. Dame tu brazo. —El pelinegro le hizo caso.
—Pero Tomi, me mordió un zombie, no un demonio.
—Pero hay que tener un poco de fe, ¿no crees? Además, no perdemos nada con intentarlo. —Le guiñó un ojo.
—Bobo. —Ambos rieron y luego se abrazaron para dormir.
El de trenzas sentía que el moreno en sus brazos se agitaba mucho y sentía calor provenir de su figura. «Seguramente tiene fiebre» Pensó, pero el cuerpo en sus brazos seguía moviéndose, decidió despertarlo, a lo mejor tenía una pesadilla.
—¿Bill? Bill, despierta. —El moreno volteó a mirarlo y unos ojos amarillos lo sorprendieron. La boca del joven se abrió, dejando ver unos dientes afilados que se dispusieron a atacarlo—. ¡Aaahhh! —Gritó Tom, completamente desesperado.
—Tomi, despierta estás soñando —dijo un angelical pelinegro.
—Bill… —Tom abrió los ojos asustado.
—Fue una pesadilla. —Le sonrió—. Debe ser algo como estrés postraumático.
—Dios, Bill, fue tan real. Menos mal que estás bien.
—¿Por qué? ¿Soñaste conmigo?
—Que eras un zombie.
—Dios Tomi, todavía con lo mismo. —Arrugó el ceño—. Mira —Le mostró su brazo—. Ya está como nuevo.
—Ven acá. —El trenzado lo abrazó fuertemente—. Te amo pequeño.
—Y yo a ti, aunque seas tan sobreprotector. —Rodo los ojos y luego, con una sonrisa traviesa habló—. ¿Oye, Tomi?
—¿Qué, cielo?
—¿Qué tal si aprovechamos que ya estamos despiertos para…? —Se ruborizó.
—Me fascina la idea. —Lo besó profundamente.
&
A pesar de que los Sacerdotes siempre se levantaban temprano, se sorprendieron de ver a los chicos en la cocina, riendo y tomando desayuno. Siempre pensaron que los jóvenes normales se levantaban tarde, y claro, no se referían a cualquier joven, en su caso, hablaban de dos chicos malditos por demonios.
«Supongo que eso hace madurar a cualquiera» Pensó Biagioni con una sonrisa.
—¿Qué tal durmieron, chicos? —preguntó David, el más paternal de los curas.
—Tomi tuvo pesadillas, por eso nos levantamos temprano —respondió el pelinegro.
«Eso lo explica todo» Pensó Biagioni, sin perder la sonrisa.
—Es normal que pase eso cuando te conviertes en cazador.
—¿Bill, cómo está tu herida? —preguntó curioso el bronceado—. ¿Me puedes mostrar?
—Claro. —El cura se acercó a él cuando despejó su brazo. Y tal cómo Bill había anticipado la noche anterior, no había nada, ni rastro de mordedura o herida de cualquier clase. Eso solo lo inquietó más.
«¿De dónde llegó ese cuerpo? ¿Vendrán a reclamarlo algún día? ¿Podremos evitarlo, si eso pasa? Ya que de lo contrario, Tom quedará destruido» Pensó con el ceño apretado.
—Qué bueno que esté bien. ¿Tienes algún síntoma extraño? ¿Alucinaciones, recuerdos de alguien más, fiebre o algo parecido? —Indagó por si acaso.
—Ahora que lo menciona, anoche en mis sueños tuve visiones de esa especie de cueva que vimos, creo que efectivamente están ahí.
—¿Recuerdas algo más? —Insistió Biagioni.
—La verdad es que estaba tan oscuro, que apenas pude distinguir eso.
—Es suficiente, gracias.
—Bien, terminemos de desayunar y nos vamos —dijo David, los chicos asintieron.
—Una pregunta —dijo Tom—. ¿Cómo matamos un zombie?
—Básicamente un zombie ya está muerto —respondió David.
—Pero padre, ya sabe a lo que me refiero. —El trenzado rodó los ojos.
—Lo decapitamos —comentó Biagioni, dando un sorbo a su café—. Hoy llevaremos las hachas.
—¿Hachas? Genial, son muy pesadas para mí —dijo el pelinegro, hundiendo los hombros.
—Trajimos un sable japonés para ti, Bill, es igual de letal, pero mucho más ligero. Solo debes estar determinado a usarlo.
—¡Bien! —respondió él sonriendo, estaba muy feliz esta mañana.
—Entonces, es un plan. —Afirmó Jost.
Todo el grupo se puso en marcha en sus distintos vehículos. Tuvieron suerte de que la policía no llegara aún por la desaparición del guardia que fue asesinado la noche anterior. Sacaron las armas y saltaron las rejas para entrar en el cementerio. Tom guió el camino hacia la entrada de aquella cueva, que posiblemente era el hogar de los zombies.
Miraron por el agujero hacia el interior y estaba completamente oscuro.
—Yo voy primero. —Se ofreció Biagioni de inmediato. El cura tenía más experiencia y no quería poner en peligro a los chicos.
—Yo te sigo —dijo su compañero eclesiástico.
—Después yo. —Insistió el de trenzas, aunque Bill le golpeó el brazo.
—Está bien, voy al final, ya me quedó claro —dijo fastidiado.
Biagioni se agachó y gateó hacia la oscuridad. Al entrar por completo, se puso en posición de ataque y encendió la linterna.
—No hay nadie en la entrada, pueden venir —dijo silenciosamente y esperó a que entraran todos.
En realidad, no era un simple agujero en la roca, había una verdadera caverna y entraron. Caminaron solo un par de metros. Y allí estaban, Cinco cuerpos, de pie, mirando el piso, sin duda eran zombies.
—El guardia —dijo Bill bajito, pero su voz y las luces alertaron a las criaturas. Y se despertaron.
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Pasó todo demasiado rápido. Eran cinco bestias y se abalanzaron contra todo el grupo. Uno salió corriendo contra Tom y lo arrojó al suelo. Con sus brazos lo sostuvo por los hombros, girando el rostro para evitar que su saliva asquerosa le cayera encima. Logró mover una mano y sacar su pistola, le disparó una bengala en la boca, su cabeza comenzó salpicar sangre y aprovechó de sacárselo de encima. Rápidamente se puso de pie y con el hacha lo decapitó.
Volteó a ver a Bill, en el momento justo en que con su sable de Samurái, decapitaba a una criatura. Era hermoso, como un verdadero un ángel vengador. Pero a sus espaldas venía corriendo otro bicho.
—¡Bill, atrás! —Gritó y se abalanzó contra el zombie.
—Sostenlo de los hombros. —Pidió el pelinegro y así lo hizo Tom. Con un certero golpe, el moreno lo decapitó.
—Los curas —llamó Tom, mirando a su alrededor, soltando un suspiro de alivio al verlos vivos.
Cada uno de ellos estaba cubierto por algo viscoso, que podría ser sangre coagulada. Y Tom se dio cuenta de que tanto él como Bill estaban igual.
—Está hecho —dijo el Padre Jost.
—Solo hay cinco. —Se percató Biagioni, contando los cuerpos.
—El guardia de ayer y lo más probable es que estos, sean los zombies que convirtieron los viudos demoniacos —dijo Bill.
—De seguro el demonio está construyendo un ejército de nigromantes. Teniendo a los cinco viudos a salvo, puede continuar atacando —agregó Tom, molesto.
—Hemos hecho un buen trabajo hoy, chicos —comentó David—, eso también cuenta.
—Pero no ha terminado —Alegó Biagioni—. Tom tiene razón. Si el demonio quiere un ejército, seguirá matando indiscriminadamente. Y si hay más policías, nuestro trabajo se complicará. Por el momento no sacamos nada con quedarnos aquí.
—Vamos a sacarnos esta peste —Sugirió el moreno, frunciendo la nariz.
—Te apoyo en eso —respondió el trenzado, sosteniendo su mano.
—Bien, no se hable más —dijo Jost y todos salieron del agujero.
Regresaron a casa y se fueron a dar una merecida ducha.
& Dos días después &
—“Alienígenas invaden Freibug” Esto absurdo —dijo molesto el pelinegro—. ¿Qué se supone que buscamos en estos periódicos amarillistas? —preguntó tirando el ejemplar al piso.
—Paciencia Bill, buscamos pistas.
—¿En esa mugre? ¿Quién demonios cree en alienígenas? —Estaba tan molesto que causaba gracia.
—Esas “mugres”, como les llamas, se caracterizan por mostrar lo que los periódicos normales ocultan o disfrazan con teorías científicas —respondió el Padre Jost, tranquilizándolo.
—Escuchen esto —dijo Tom y procedió a leer—. “Desaparece matrimonio de su propia casa, encuentran a la mascota de la familia devorando restos de los intestinos de la pareja”
—¿Dónde fue eso? —preguntó Biagioni—. ¿Y cuándo?
—Este ejemplar es de hoy, los encontraron ayer, la dirección es en Reyhood 275.
—Vamos para allá. —Mandó—. Traigan sus identificaciones. Nos separaremos.
—Bien, al fin algo de acción —dijo Bill, sonriendo.
—Vaya que te gusta esto de ser cazador —comentó Tom, una vez en el auto.
—Es que no hemos tenido sexo. Estoy estresado —respondió bromeando.
—Prometo compensarte esta noche, amor.
Condujeron hacia la dirección. Una vez allí se dividieron en parejas. Bill y Tom venían como agentes del FBI, así que vestían sendos trajes negros, muy elegantes. Honestamente, Tom los odiaba, pero a Bill le encantaba verlo con él.
Golpearon la puerta de una casa y cuando la mujer abrió, se presentaron.
—Agente Kaulitz, FBI. ¿Podemos hacerle unas preguntas? —dijo el trenzado, completamente serio, pero con ganas de soltar una carcajada por esa presentación tan ridícula.
—¿Es por la desaparición del matrimonio McGee? —indagó la señora, preocupada.
—Así es —respondió Bill.
—Pasen. —Entraron y los invitó a sentarse—. La verdad no sé si los pueda ayudar mucho.
—Cuéntenos todo, por muy extraño que parezca. —Pidió Tom.
—¿Extraño?
—Todo. —Aseguró el moreno—. Somos agentes especiales, le aseguro que creeremos todo lo que nos cuente. —La mujer asintió.
—La verdad es que sí pasó algo… extraño.
—Díganos, por favor. —Volvió a pedir Tom.
—Verán, hace dos noche, cuando ellos desaparecieron, o más bien fueron asesinados, porque ustedes saben… el perro se comió sus intestinos…
—Sí, sabemos los detalles. —Confirmó Bill.
—Esa noche estaba con mi marido viendo televisión y de pronto el ambiente se puso muy frío, como si estuviésemos en pleno invierno, a tal grado que nuestro aliento formaba vaho. —Bill y Tom asintieron, conscientes de que esa era una señal demoníaca—. Mi marido se fue a reparar la calefacción, pero no encontró nada malo.
—¿Algo más? —preguntó el trenzado, tomando nota.
—¿No cree que estoy loca, o sí?
—Claro que no —dijo Bill de inmediato—, al contrario, su información es muy útil. Por favor, continúe.
—Eso no fue lo único extraño. Me asomé a la ventana y vi una figura extraña. Estaba como desnudo y su piel era amarillenta. Tenía el cabello negro enmarañado y muy largo. Pasó cerca de aquí y se fue a la casa de al frente, donde los McGee.
—¿Pudo ver algo más? —preguntó Tom, cerrando la libreta, intrigado. Ese sin duda era el demonio.
—Cuando pasó cerca de la luz, se volteó por un segundo, como si supiera que lo estaba mirando y me mostró los dientes, filosos y desapareció.
—¿Lo cubrió la sombra? —Preguntó Bill.
—No, de verdad, les juro que desapareció.
—¿Y qué hizo usted?
—Me asusté tanto, que corrí a mi pieza y no salí de ahí hasta el otro día.
—Ya veo —dijo Tom en forma cordial—. Hizo usted muy bien, de lo contrario podría haber sido la siguiente víctima.
—¿En verdad me creen? —preguntó feliz.
—Claro que sí. Muchas gracias por su información. —Se despidieron y salieron a su vehículo.
—Tomi. Estamos en problemas.
—Absolutamente. El demonio en persona vino a llevarse a esta pareja. Y lo que es peor, cambió sus hábitos y se llevó a un matrimonio, no a un viudo.
—Hay que informarle a los Sacerdotes, Tomi. Llámalos. —Y así lo hizo.
Al cabo de una hora, estaban en una cafetería, los cuatro. Los más jóvenes relataron su versión, esperando confirmación de los curas.
—El único error de su deducción, chicos —comentó el Padre Jost—, es que el matrimonio McGee sí eran viudos, los dos.
—¿Cómo? —Se sorprendió el pelinegro.
—Averiguamos que ellos se conocieron en un servicio de citas a ciegas después de perder a sus parejas en diferentes circunstancias. —Finalizó Jost.
—Ya veo, o sea que el demonio sigue siendo fiel a sus hábitos —comentó Tom en voz alta—, el problema es que si él, personalmente, está reclutando viudos, cuando los suelte, ellos crearán muchos zombies, tal vez más de los que podamos combatir.
—Tomi tiene razón. Debemos buscar una manera de descubrir cuándo soltará a los viudos endemoniados, para evitar que conviertan a gente inocente en zombies. ¡Debemos detenerlos a como de lugar!
—Padre Jost —habló Biagioni—, creo que ya es hora de comunicarnos con la familia Paige.
—Tienes razón, Josepe, si los viudos endemoniados atacan juntos, no podremos detenerlos.
—Los contactaré.
Salió del café, mientras el resto se servía el almuerzo. Al cabo de un rato, entró con el ceño fruncido.
—¿Y bien? —preguntó el trenzado.
—La familia está de cacería, pero nos reuniremos con el hijo mayor, Jonathan Paige, esta tarde a las siete pm.
—Solo espero que no nos ocasione problemas —dijo el Padre Jost mirando a Bill, con el ceño fruncido. Tom se percató de ello y pensó «Creo que esto no va a gustarme»
& Continuará &
¿Por qué Jonathan ocasionará problemas? ¿Podrán detener a los viudos antes de que ataquen en masa y los conviertan a todos en zombies? Y si se enfrentan al demonio en persona, ¿podrán detenerlo? Está invitados a seguir leyendo. Gracias por su visita.