“Fashion” Fic Twc / Toll escrito por MizukyChan
Capítulo 42: Tormentosos recuerdos
“Catch me as I fall. Say you’re here and it’s all over now. Speaking to the atmosphere. No one’s here and I fall into myself. This truth drives me into madness. I know you can stop the pain”
“Atrápame al caer. Di que estás aquí y que todo ha acabado. Hablándole a la atmósfera, no hay nadie aquí y me encierro en mí mismo. Esta verdad me lleva a la locura. Sé que puedes detener el dolor” (Whisper, Evanescence)
Bill observaba a Tom de reojo, no había dicho una palabra, desde que lo llamó su padre. Podía notar la tensión en su cuerpo, la ira a flor de piel, pero tampoco podía culparle, él mismo sentía unas ganas enormes de darle un buen puñetazo al rubio, su supuesto “mejor amigo”. Y sin embargo, todos esos años juntos, le impedían odiarlo, debía saber la verdad, debía saber qué ocurrió aquella noche, saber por qué no hizo nada cuando le vio con ese chico encima.
Viajaron en taxi hasta la mansión Kaulitz y, al llegar, Tom entró con rapidez, evadiendo la mirada de los guardias de seguridad, Saki vio el enojo en el joven y lo siguió, tenía uno de “esos” presentimientos y debía evitar que algo malo ocurriera, sobre todo por las visitas que estaban dentro de la casa.
Bill temblaba ligeramente, mirando el piso, cuando la puerta se abrió. Nuevamente, Tom llevó la delantera y caminó hasta la sala de la familia, donde se encontró con el rubio. A grandes zancadas se acercó hasta Andreas, quien al verle se puso de pie, y le propinó un fuerte puñetazo. El rubio cayó desplomado al sillón por la fuerza del impacto, el labio y la nariz sangrantes, pero no dijo nada.
«Me lo merezco» Pensó con amargura.
—Tom —llamó el señor Kaulitz con la boca abierta.
—¿Tú? —La sorprendida voz del pelinegro desvió la atención del rastudo—. ¿Qué haces aquí?
El chico de cabello corto y castaño, miraba atemorizado al de rastas, quien frunció el ceño al verle y apretó los puños.
—Oscar —susurró Tom y llevó la mano hasta su bolsillo, cogiendo el revólver, apuntándole justo a la cara—. Te mataré —dijo en un gruñido apenas perceptible.
—¡Detente! —Gritó Bill, muy asustado.
La tensión llenó a cada una de las personas que estaban presentes, hasta que el guardaespaldas entró en la sala y con una rapidez inesperada, llegó hasta Tom y le habló al oído.
—Tranquilo, hijo. Tú no eres un asesino. —La mano del chico tembló y bajó el arma, que aún tenía el seguro puesto.
—Toma Saki —Le entregó el objeto, pero al verse libre de él, dio un paso al frente, cogiendo a Oscar por el cuello de su chaqueta y lo zarandeó en el aire—. ¡Eres un maldito! —Y con toda la fuerza de la que fue capaz, le dio un puñetazo, mucho más fuerte del que le dio a Andreas, apretándose la mano, pues le dolió horrores a él también.
—Tomi… —El pelinegro se acercó hasta él y tomó su mano herida entre las suyas con cariño, luego alzó la vista y le sonrió a su novio—. Gracias —susurró, siendo fuertemente abrazado por el mayor.
—Saki, te puedes retirar ahora —Pidió el jefe de familia. Nadie diría nada por el comportamiento agresivo del chico de rastas, porque todos los presentes sabían que los golpeados, lo merecían.
—Sí, señor —El agente le guiñó a Tom y salió de allí tranquilamente.
—Necesitamos hablar —dijo Andreas, limpiándose la sangre de la nariz con su propia ropa—. Señor Kaulitz, ¿podría dejarnos solos?
—Por supuesto que no —contestó el adulto—. Me enteraré de la verdad de todos modos. Y, si confiesan, puede que la condena no sea demasiado dura —agregó en forma amenazante. El rubio se hundió más en el asiento, Bill lo vio muy frágil, pero no pudo sentir compasión.
Bill se estremeció al sentir que Tom estaba completamente tensó, parecía un gato engrifado a punto de saltar sobre Oscar. Desvió su mirada hacia el castaño y sin poder evitarlo se acercó hasta él. Tom apretó los puños al ver que su Bill se ponía de rodillas frente a Manzur y le tocaba la mejilla.
«¡¿Qué demonios, Bill?!» Gruñó en su mente.
—Lunar —Bill abrió los ojos grandemente y miró a Oscar interrogante y furioso—. No fuiste tú. ¡¿Quién lo hizo?! —Se alteró furioso—. ¡Dime! —Gritó y Tom corrió a su lado, levantándolo del piso.
—Fue Alex, mi hermano menor —respondió el castaño, sintiendo que sus ojos escocían, pero negándose a derramar lágrimas. Su hermano no las merecía.
Bill pareció desvanecerse en los brazos de Tom, así que éste lo ubicó en otro sofá, sentándose a su lado. Rodeó sus hombros con sus brazos y le acarició el cabello, con cuidado.
Gordon miraba la escena y comprendió lo ocurrido, aquellos rumores sobre Oscar teniendo sexo con su hijo habían sido reales, en parte, sí había habido un acto sexual, pero había sido con el hermano de Oscar, el pequeño Alex, sintió un escalofrío, él recordaba a ese niño, un chico muy guapo a quien le cerró las puertas con su dinero y amistades y ahora que lo pensaba, sí tenía cierto parecido con Oscar, a diferencia del lunar en la mejilla, cosa que hacía muy llamativo al pequeño.
—¿Por qué? —preguntó el pelinegro, sintiendo que su voz se quebraba—. ¿Por qué me violó? Ni siquiera lo conozco. ¿Por qué me odiaba tanto?
El cuerpo de los presentes se tensó al oír la palabra “violación”. Gordon abrió los ojos grandemente y atando cabos comprendió la acción hostil de Tom con su arma, ahora mismo él quería tener un revólver y matar al pequeño renacuajo, al que sólo minutos antes estaba elogiando mentalmente. Sin embargo, se abstuvo de hablar, eran ellos los que debían aclarar las cosas, cuando esa charla acabara, él tomaría acciones legales.
—¿Y tú? —Señaló con su índice al rubio—. Eras mi amigo —Andreas apretó los puños—. Lo viste, lo viste haciéndolo, lo viste violarme —tartamudeó las palabras—. Y no hiciste nada. ¿Por qué? ¿Por qué no lo detuviste? ¿Por qué lo dejaste? ¿Por qué Andreas?
—¡Porque lo amo! —Casi gritó el rubio, ante el constante acoso—. Lo amaba —Se corrigió—. Alex fue mi primer amor y Dios… —Se cubrió el rostro, las lágrimas salían sin control—. Todo estaba tan jodido esa noche…
Bill se quedó con el aire en la garganta. No se esperaba esa confesión y la frase que tanto lo atormentaba en sueños lo golpeó con fuerzas.
“Fue tu culpa”
Había sido Andreas, todo el tiempo fue su voz la que le acosaba. Claro, su padre expulsó al familia Manzur, a todos ellos, incluido al amor de Andreas, por eso le culpó. Cuando se lo dijo de frente, cuando le gritó “Fue tu culpa”, decidió cortarse las venas, había sido por él, si su amigo le culpaba, no había nada que le impidiera suicidarse, eso pensó.
Instintivamente se llevó las manos a las muñequeras que cubrían sus cicatrices y Tom lo notó. Por su conexión comprendió todo lo que pasaba por la mente de su pequeño, y a diferencia del cantante, él sí habló.
—Fuiste un maldito egoísta, Andreas —Gruñó, logrando que el rubio lo mirara con la cara llena de lágrimas y sangre.
—No sabes nada.
—¡Tú no sabes nada! —Gritó—. Tú culpaste a Bill de ese acto vergonzoso, cuando sabías que era la víctima —Andreas tenía la mirada cargada de resentimiento—. Y se lo hiciste saber, ¿cierto?
Los ojos del rubio se abrieron grandemente—. No…
—Sí lo hiciste —Gruñó el rastudo—. Le dijiste que fue su culpa y ¿sabes qué ocurrió cuando su mejor amigo le culpó por lo que él ni siquiera recordaba? —Andreas apretó los ojos.
—No lo digas.
—Casi se mata. ¡Idiota! —Gritó. Tom apretó el abrazo hacia su pequeño y besó su frente.
El rubio sollozó y sintió que el mundo se venía abajo. Recordaba aquellos momentos en que estuvo al lado de Bill en la clínica, su piel aterradoramente pálida, sus muñecas fuertemente vendadas y atadas a la cama, para que no volviera a intentarlo. Y había sido por su culpa, porque el pelinegro no recordaba nada, nada de nada, sólo lloraba porque había sido malo, muy malo.
—Bill yo… —Quiso hablar.
—Cuéntame, Andreas —Pidió el cantante, oculto en el pecho de Tom, sin llorar, pero atento a todo lo que se decía.
—Yo… conocí a Alex en un casting de modelaje —Bill frunció el ceño, su amigo no modelaba—. Te acompañé a ti, fuimos con tu padre a la agencia de Kalvin Clain juvenil, teníamos como doce años —El moreno recordó, todo era broma en ese tiempo—. Cuando llegó tu turno, un chico muy lindo se sentó a mi lado. Era Alex, estaba nervioso porque era la primera vez que participaba en eso y quería lograrlo, era su sueño.
—Pero no lo contrataron —continuó el castaño—. Prefirieron al hijo de las empresas Kaulitz, claro que Bill es guapísimo, pero para ellos su apellido fue mucho más valioso —dijo con cierto desdén. Tom le dio una mirada de odio al chico—. Eso marcó a mi hermano y alteró su mente.
—¿Eh? —Bill se irguió para poner atención.
—Te odiaba por haberle quitado el puesto.
—Pero podía haberlo intentado en otra empresa —Se quejó el de rastas—. No tendría que haberse rendido a la primera.
—Te dije que ese fracaso dañó la mente de mi hermano. Se volvió una persona oscura y manipuladora. Lo único que había en su cabeza era odio y venganza —explicó, mirando al cielo, con tristeza—. Al primero que comenzó a utilizar fue a Andreas.
El rubio alzó los hombros resignado, lo sabía—. Se convirtió en mi novio secreto. Me enamoré de él y le seguí como un perrito faldero. Le conté todo de ti, todo lo que él me preguntaba, completamente cegado por sus palabras zalameras, fui un iluso —Suspiró—. Aún lo soy.
—Con esa información, Alex contactó con tu primera novia, le pagó para dormir contigo y luego botarte con algún pretexto, la verdad es que todo fue fríamente maquinado por mi hermanito —Oscar arrugó el ceño.
Bill se estremeció, su primera vez también había sido fiasco, la chica, la muy perra, se había acostado con él por dinero y no sólo eso, le rompió el corazón y ese recuerdo estaba grabado en la cicatriz que ocultaba bajo el tatuaje de la estrella.
Tom apretó los puños, cómo había sido posible que ese mocoso le hubiera causado tanto daño a su Billa, por algo que estaba fuera de sus manos. Su apellido pesaba, era cierto, pero Bill era un profesional en lo relacionado con su trabajo, tanto de cantante como de modelo. Ese Alex, no debió hacer todo eso. La sangre le hervía de rabia, todo el sufrimiento de su pequeño, sólo por los putos celos de un crío. Ese chiquillo se merecía un buen par de azotes y él estaba más que dispuesto a darlos.
—Todo fue obra de Alex —Siguió el rubio—. Ahora lo veo claramente y me siento realmente estúpido, pero estaba enamorado y aunque eso no justifica nada, me siento mal por ti, Bill.
—¿Por qué me violó? —Bill cambió el tema, buscando la mirada de Oscar.
—Fue mi culpa.
—Y también la mía —Aclaró Andreas.
—Cuando quedamos en el mismo curso, comencé a ver lo guapo que eras y lo equivocado que estaba mi hermano con respecto a ti —Confesó el castaño, la mirada asesina de Tom se intensificó—. A pesar de ser toda una “Diva”, siempre le ponías mucho empeño a todo lo que hacías y se lo hice saber a mi hermano. Le dije que tú no ganaste por las influencias de tu padre, sino porque eras hermoso y profesional —Bill se sonrojó—. Pero eso lo molestó… demasiado.
—Cuando Alex me pidió saber mi opinión sobre ti —habló el rubio mirando a su amigo—, le dije más o menos lo mismo, que te admiraba por tu esfuerzo y que eras muy hermoso. Pero lo que realmente rebalsó el vaso fue lo de nuestro futuro matrimonio.
—Más bien mi estupidez —Oscar bajó la cabeza—. Le pedí a Andreas que hiciera esta apuesta contigo para molestar a mi hermano, porque se había hecho pasar por mí y me había obligado a terminar con mi novia.
—Cuando Oscar me lo contó, me puse celoso y no tuve reparos en aceptar y fue así como prometimos que nos casaríamos al ser mayores —El rubio evitó la mirada de Tom, pues podía sentir la ira que emanaba del rastudo con cada nueva confesión.
Tom por su parte, quería saltar de su lugar y golpear a los dos estúpidos que tenía al frente, hasta dejarlos completamente morados. ¿Cómo era posible que fueran tan idiotas? Hicieron esa promesa, sabiendo el daño emocional que Bill arrastraba por la ruptura con su primera novia, se aprovecharon de su inocencia y su dolor, para vengarse de un ser sin sentimientos, que sólo incrementaba su odio contra Bill.
—Fue en esos momentos en que Alex comenzó su plan para destruir a Bill, quitándole lo que más amaba, el amor por su cuerpo —relató el castaño y el moreno se estremeció—. Para ese entonces, Alex ya había comenzado a consumir algunas drogas y no le fue difícil conseguir lo suficiente para el día de la fiesta —Bill se estremeció, tal vez no quería escuchar todos los detalles.
—El día de la fiesta —continuó Andreas—. Él provocó una pelea conmigo, sólo para que me pusiera furioso con él. Me dijo que mi mejor amigo, Bill, le había coqueteado y quería que se encontraran más tarde en la habitación, me dijo que yo no valía la pena y que Bill tampoco, pero que aprovecharía el sexo gratis —El rubio sintió nauseas al recordar ese día, la mirada de odio que brillaba en los ojos de su novio, el dolor que sintió al ser rechazado y la pena que tenía al haber creído que Bill lo había traicionado.
—Yo no sabía nada del plan de Alex hasta que fue demasiado tarde —aclaró Oscar—. Seguramente se hizo pasar por mí y te dio de beber —Bill asintió—. Con que sólo tomaras un poco, era más que suficiente para lograr que la droga entrara en tu sistema.
El cuerpo de Bill se tensó en los brazos del rastudo, quien de inmediato apretó su agarre, mostrándole que no estaba solo.
—Cuando finalmente me decidí a encararte, Bill —prosiguió el rubio—, subí a la habitación y lo encontré a él, al amor de mi vida, con mi mejor amigo. Estaba tan borracho y molesto, que no pensé que te estaba obligando.
—Te llamé —susurró el pelinegro, recordando esa escena en su cabeza.
—Quizás lo hiciste, pero lo efectos de la droga me hicieron oírte gimiendo —Apretó los ojos y bajó la mirada—. Sólo veía traición.
—¿Qué pasó con los rumores de la escuela? —interrogó Tom, furioso mirando directamente al castaño.
—Por eso fue que me enteré de lo que hizo mi hermano —respondió Oscar—. Alex me obligó a difamar a Bill.
—¿Te obligó? —Soltó el rastudo de manera sarcástica y despectiva—. ¿Con un arma?
—Chantaje —contestó. Todos lo miraron—. Mi novia había quedado embarazada y obviamente no podíamos hacernos cargo de ese pequeño, así que robé dinero a mi madre y pagamos un aborto —Bill abrió la boca indignado, pero no dijo nada—. Alex, como siempre, se enteró de todo y me amenazó con descubrir mi oscuro secreto. Para ocultar mi problema, me pidió que hiciera algunos comentarios sucios sobre Bill y yo. Él contaba con que Bill no lo negaría, pues no recordaría nada o quizás sí, pero a él le valía una mierda. Yo sólo dije que habíamos tenido sexo, el resto se esparció como pólvora, con detalles escabrosos inventados por ellos mismos.
Tom apretó los brazos del sillón con su mano libre, sintiendo que enterraría las uñas en él. Recordaba perfectamente los rumores, en esos momentos él no conocía a Bill y pensaba que la “Diva Kaulitz” gozaba de su reputación de perra, nunca habría desmentido aquel dicho sin haber conocido al verdadero Bill y seguramente sus compañeros nunca habrían comentado esas barbaridades si hubieran sabido la verdad.
—¿Y tú por qué demonios no hiciste nada? —Tom acusó abiertamente al rubio.
—Encaré a Oscar cuando escuché los rumores —Se defendió—. Sólo entonces me di cuenta de mi gran error. Oscar estaba tan molesto con su hermano que me contó todo lo que había hecho y como lo había chantajeado para mentir y difamar a Bill. Me explicó que lo había drogado y lo había…
—Violado —Gruñó el rastudo, furioso. Si tan sólo él hubiera estado allí. Habría defendido con uñas y dientes a su pelinegro. Habría golpeado al tal Alex hasta hacerle perder la consciencia y por sobre todo, habría evitado que esas terribles marcas, aparecieran en las muñecas de su novio.
—Lo siento. Quise pedirle disculpas a Bill, pero él no recordaba nada —Continuó Andreas—. Cuando regresaste a clases y esos chicos te molestaron, salí corriendo detrás de ti y me dolió tanto verte llorando. Entonces me prometí estar a tu lado, te lo debía.
—Pero me diste la espalda —Reclamó el moreno.
—El señor Kaulitz no sabía nada de lo ocurrido, no podía poner una acusación legal para encerrarme, así que sacó a toda nuestra familia de la ciudad. Mi hermano enloqueció y llamó a Andreas. Yo estaba allí cuando se victimizó y prácticamente lo obligó a decirte que era tu culpa, Bill.
—Pero yo nunca pensé que mis palabras te llevarían al borde del suicidio —dijo el rubio completamente apesadumbrado y con los ojos nuevamente anegados de lágrimas.
—Eras mi mejor amigo Andreas.
El rubio se encogió al ver que la oración estaba en pasado y sintió pena por sí mismo, se sintió patético por haber sido manipulado por la persona más fría del planeta.
Al notar que toda la verdad había sido descubierta, Gordon se aclaró la garganta, pues sentía que su voz no saldría del todo firme, a pesar de ser un hombre, se había enterado de que pequeño hijo había sido abusado sexualmente y eso no era algo sencillo de procesar, internamente quería llorar y abrazar a su pequeño hasta hacerlo dormir, como cuando era un niño, pero por otra, estaba su obligación como protector y debía hacer justicia.
—Hablaré con mi abogado, pondremos la demanda contra Alex Manzur.
—Él no podrá responder, señor —comentó Oscar, sintiendo una punzada en el pecho.
—¿Ha salido del país? —preguntó el adulto ofuscado.
—No, señor. Está en el hospital en estado de coma. Fue intoxicado por la droga sintética, posiblemente quede en estado vegetativo o muera definitivamente —Todos guardaron silencio—. Fue violado múltiples veces, antes de ser abandonado y dado por muerto por quienes le vendían la droga —Confesó y los ojos de Bill se llenaron de lágrimas. Oscar pensó que el chico era admirable, pues era capaz de sentir compasión por aquel que le hizo tanto daño, en lugar de odiarlo y desear su muerte.
—Creo que deben irse —susurró el pelinegro y se limpió las lágrimas.
—Bill… —llamó Andreas, pero el moreno alzó la mano, pidiéndole silencio—. Lo siento.
Los dos jóvenes salieron de la casa, dejando a los tres restantes en la sala.
—¿Qué quieres que haga, hijo? —Pidió su padre.
—No haremos nada. Ya ha cumplido su castigo. Yo no deseo nada más que olvidar.
—Lo que tú digas —Se levantó, sabiendo que su hijo necesitaba pensar.
—Será mejor que vayas a descansar, cielo —Tom se levantó y sin preguntar, cogió a Bill entre sus brazos, olvidándose del dolor en su hombro.
Caminó con él hasta el segundo piso y lo depositó en su cama, con toda la suavidad que pudo. Los ojos del cantante estaban sin luz y una ola de pánico envolvió al rastudo. Le quitó los zapatos y lo cubrió con las mantas, acostándose a su lado. Con cariño repartió caricias en sus brazos, hasta que los ojos del menor se cerraron.
Bajó y se topó con Gordon, quien al verle tan triste, le dejó partir.
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Al terminar su tercera cerveza, Gustav se sentó a su lado. Tenía ojeras y se veía agotado. Pidió una botella para él y bebió en silencio. Estuvieron así un rato, hasta que el de rastas habló.
—Soy un inútil. Nunca estoy cuando los que me aman me necesitan —El rubio frunció el ceño. Eso era completamente absurdo.
—¿Qué ha ocurrido?
—Lastimaron a Bill y yo no estuve para protegerlo —Gus pensó que se refería a los delincuentes del “Caso 69” y se sobresaltó.
—¿Los traficantes?
—No. Fue hace más de un año —Su voz sonó rota y el rubio le palmeó la espalda.
—No lo conocías. Sea lo que sea, no fue tu culpa.
Era cierto, pero de alguna manera se sentía terriblemente incómodo.
Siguieron bebiendo en silencio. Cerca de la medianoche, Gustav decidió que era suficiente y se llevó a un reluctante Tom a casa.
—¿Seguro que podrás subir las escaleras sin matarte? —preguntó medio en broma, no estaba tan borracho.
—Podría subir con los ojos cerrados —contestó el rastudo y con una palmada en el hombro, comenzó el ascenso.
Subió más lento de lo que había hecho en toda su vida. No quería llegar arriba y estar solo, extrañaba a Bill, quería tenerlo cerca, pero le avergonzaba llegar en ese estado a la mansión Kaulitz. Cuando estuvo frente a la puerta de su departamento, notó que había luz. Abrió con cuidado y se detuvo en la entrada, para escuchar si había algún ladrón allí.
—Tomi… —Oyó un gemido lastimero que reconoció en seguida. Corrió hasta la habitación.
—¿Billa? —llamó y el bulto que lloraba en la cama se levantó, mostrando el deplorable rostro de su novio—. Oh Billa, ¿qué ocurre?
—Pensé que snif te habías ido snif —gimoteó, limpiándose la cara—. Pensé que al oír toda la verdad no querrías volver a estar cerca de mí.
—¿Por qué pensaste una tontería así, mi amor? —preguntó el mayor, lleno de ternura.
—Porque al despertar tú no estabas a mi lado. Saki me trajo, pero no estabas aquí.
—Mi vida, lo siento tanto —Lo envolvió en un abrazo y besó su pelo—. Necesitaba un trago, es todo. Sabes que no soy violento, pero quería golpear a alguien cuando escuché toda la historia. No quería que me vieras así de molesto, porque justamente tú no tenías culpa de nada. Estaba molesto por no haber estado allí para protegerte, Billa. Estaba molesto porque yo también creí en esos rumores, sin saber la verdad. Me odié por todo eso.
—No Tomi, no. No te odies.
—No lo haré si dejas de pensar que me iré —Los ojos del cantante brillaron—. Te amo tanto, cielo. Sólo quiero estar contigo y ahora mismo, mientras subía sólo quería poder volver a verte.
—¿En serio? Snif.
—Lo juro. Duerme conmigo. Quédate, Bill, quédate para siempre conmigo —Pidió casi suplicante.
—Para siempre. Seré tu sombra.
—Mi hermosa sombra.
& Continuará &
Y ahí está la verdad sobre Oscar Manzur. ¿Qué les pareció? ¿Alguien se lo esperaba? Tal vez sí. Con las pistas que di en los capítulos anteriores era fácil distinguir que había otra persona involucrada. Bien. Ahora falta avanzar para que se sepa lo de la apuesta. ¿Alguien se imagina como se sabrá la verdad? Comenten.