“Regalo Especial” Fic Twc de MizukyChan
Una mujer aparece en la Academia y deja a Bill lleno de dudas ¿Será el momento de una confesión? Disfruten el capítulo.
Capítulo 5: Confesión
Bill había cumplido dos semanas en sus clases de música y trabajando como asistente de Tom. Durante el almuerzo, la jefa le pidió que al terminar sus labores, se presentara en su oficina para retirar su primer sueldo. El pelinegro estaba emocionado, tendría dinero para comprarle algo a Tom por su cumpleaños.
Al terminar la hora, se dirigió a la oficina de la señora Albornoz.
—Hola Billy, que gusto, tendrás tu primer sueldo en la Academia.
—Sí, gracias.
—Toma, aquí está. —Le entregó un sobre y una liquidación, pero al ver el contenido, el chico achinó los ojos y dudó.
—Jefa, creo que hay un error, es mucho.
—Mira Billy, está tu sueldo normal, más un bono.
—¿Un bono? ¿Por qué?
—Por tu beca de música. ¿Recuerdas lo dije cuando te di la beca?
—No exactamente.
—Te dije que me lo pagarías y así lo has hecho.
—Yo… —Bill volvió a dudar—. No entiendo.
—Desde que entraste a la clase de música, se esparció el rumor de que el guapo asistente del profesor Kaulitz estaba asistiendo a esa clase y, muchas chicas se inscribieron en ella.
—¿Y cómo no me di cuenta?
—Porque tuvimos que hacer otra clase y no ves a todas las alumnas, sin embargo ellas saben que los ensayos para las presentaciones se hacen en conjunto y todas esperan suspirando, el día en que te oigan cantar. —La mujer sonrió.
—De verdad usted es una gran empresaria. —dijo el chico, casi con admiración.
—Aunque me gustaría tener la misma suerte en el amor. —Suspiró.
—Ya le dije que por la fuerza no logrará nada de Tom. —Bill le sonrió con simpatía.
—¿Y contigo, bombón? ¿Tengo posibilidades? —Se levantó de su asiento y se puso al lado del menor.
—Pensé que lo había notado jefa… yo soy G – A – Y —dijo, deletreando las letras.
—Vaya que desastre. —Volvió a su puesto—. En fin Billy, me gustas, eres honesto y no me temes, eres como Tom y eso me agrada.
—Gracias jefa, yo de verdad le agradezco por la beca y por el trabajo.
—No me agradezcas nada, lo haces extremadamente bien, eres muy eficiente y si tienes algún problema con los demás, sólo dímelo.
—Gracias jefa. Adiós.
—Adiós bombón.
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El pelinegro volvió al salón a buscar a Tom, entró por la puerta de atrás, para coger sus cosas y al voltear, vio al trenzado abrazando a una mujer.
—Sabes que estaré ahí por ti —le dijo él al oído. Obviamente, Bill se enfureció.
—Lo sé cariño, te estaré esperando —respondió ella separándose. Al moreno se le cayó la mochila de las manos y con el ruido, ambos giraron y lo vieron.
—Billy, ven. —Obediente, el pelinegro se acercó hacia él, estaba temblando.
—Yo me voy —dijo ella, era muy atractiva y provocativa.
—Sí, no olvides llamarme. —Tom le besó la mejilla y con eso, ella salió. Bill había perdido el habla— ¿Billy, estás bien?
—No. —Sus ojos chocolate se llenaron de lágrimas, se sentía tan traicionado. Lentamente las gotitas empezaron a caer.
—Billy. —El mayor casi corrió a abrazarlo—. ¿Qué sucedió? ¿La jefa te hizo algo?
—No. —Sollozó.
—¿Entonces?
—Hablé con mamá. —Mintió.
—Oh ya veo. —Con cariño, Tom secó sus lágrimas con la mano y lo besó en la frente.
—Lo siento. —Se disculpó, sabía que no debía ponerse así, él no era su pareja, pero había dicho que lo quería, aunque tal vez, sólo lo quería como un hermano.
—¿Vamos a casa?
—Sí. —respondió apenas. Tom cogió la mochila, su bolso y la mano de Bill y, despacio, salieron de la Academia.
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El pelinegro se fue todo el viaje en silencio, tenía mucha pena.
—Billy cielo, tengo que salir esta noche. —Informó el trenzado y el aludido pensó que de seguro, iría con la mujer.
—Entiendo. —Bajó la cabeza, no quería seguir llorando, pero era inevitable.
—No te veo bien, será mejor que cancele el compromiso.
—No Tomi, no puedo interferir en tu vida.
—Pero no lo digas así, tú eres alguien muy especial en mi vida.
—Gracias, Tomi.
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Al llegar a casa, el celular de Tom empezó a sonar.
—Hola Carol, sí claro que iré, a las 7 está bien, debo hablar seriamente contigo antes, muy bien, adiós.
Para Bill estaba claro, Tom se iría con ella, se juntarían a las 7 y se preguntó qué sería eso tan importante de lo que hablarían. A lo mejor quería formalizar una relación con ella. ¡No! ¿Y si después querían vivir juntos? Él tendría que irse y ya no volvería a ver más a su Tomi adorado.
Sumido por la tristeza, el pelinegro volvió a llorar y se fue a su habitación. Echado en su cama susurró—. Tomi no me dejes. Por favor Dios, que él no me deje, no soportaría perder a otro ser querido, primero mi familia y ahora Tom, no podría soportarlo. —Golpearon a su puerta.
—¿Billy, puedo pasar?
—No, quiero estar solo. —La puerta se abrió de todas formas.
—Ya basta Billy, no quiero verte así.
—Pues cierra los ojos y no me veas —dijo un poco molesto y lastimó a Tom, lo supo por su mirada triste—. Yo…, yo lo siento. No quise hablarte así.
—Estás triste y frustrado lo sé. Mira cielo, tengo un compromiso, pero volveré lo antes posible, lo prometo.
—No te preocupes por mí, me dormiré y mañana estaré bien.
—Come algo antes, ¿sí?
—No me gusta comer solo.
—Has un esfuerzo, será sólo esta noche, te lo juro.
—Está bien, ve tranquilo. —Tom se acercó y le besó la mejilla. Al sentir su cálido aliento, el moreno se estremeció.
—Adiós bebé.
—Chao Tomi.
Bill escuchó la puerta cerrarse y lloró todo lo que pudo. Lloró como si su vida dependiera de ello. Lloró porque estaba perdiendo a su Tomi, lloró por ser hombre y no ser una mujer provocativa, para estar físicamente con él. No supo cuánto tiempo pasó, tal vez se durmió un poco y despertó, sólo para seguir llorando. Lloró hasta que una mano se posó en su hombro.
—Ya regresé.
—Tomi. —Al verlo, se sentó en la cama y lo abrazó con fuerza. Lloró en su pecho.
—No podía dejarte así. Ven conmigo Billy, aún tengo que volver a casa de Carol, ven conmigo, no quiero dejarte solo.
«¿Qué proposición absurda me está haciendo?» Pensó, arrugando el ceño.
—¿Qué, acaso estás loco? —El trenzado lo miró sorprendido o más bien, confundido.
—¿De qué hablas?
—No quiero ir con esa mujer. —Y con eso se descubrió.
—Billy… —Sonrió— ¿No me digas que estás celoso?
—¿Celoso? Claro que estoy celoso, te encontré abrazado a esa mujer, luego te llama para que vayas a su casa, tú partes corriendo aunque mi corazón se está muriendo y lo peor es que tú mismo me dijiste que ya no tenías nada con tus ex amantes, ¿y así no quieres que esté celoso?
—¿Billy, por qué estás celoso realmente? —preguntó el mayor aún sonriendo.
—¿Quieres que sea sincero? ¿No te enojarás conmigo?
—Yo jamás me enojo contigo, vamos dime.
—Tomi… me gustas. —Confesó finalmente el pelinegro y cubrió su cara con ambas manos.
—Billy. —Lentamente, sacó las manos y descubrió el rostro del pequeño, completamente sonrojado.
—Me gustas desde aquel día en la azotea del edificio, pensé que eras un ángel por lo guapo y atractivo que eras y luego me acogiste y todas tus palabras, tus acciones, tus consejos, tu ayuda, hicieron que ese sentimiento madurara en mi pecho hasta convertirse en un amor tan grande que estoy dispuesto a vivir, no a morir, sino a vivir por ti, por hacerte feliz, por complacerte, por darte todo lo bueno del mundo que estoy aprendiendo junto a ti… Yo… yo te amo Tomi, con todo mi corazón. —Los ojos del mayor se cristalizaron y Bill pensó que lloraría.
—Oh Billy eres taaaan…
—Tan tonto lo sé.
—Tan correspondido. —Bill lo miró con los ojos como platos.
—¿De verdad, Tomi?
—Yo tenía tanto miedo de estar contigo y que te dieras cuenta de mis sentimientos y salieras huyendo de mí. Te amo tanto.
—Bésame, Tomi. —Se besaron desesperadamente. Bill con sus manos recorrió la espalda amplia del mayor y acarició sus trenzas, luego con cuidado, puse una mano en su miembro y él gimió—. Ya lo he decidido, Tomi, quiero que me hagas el amor. Quiero que seas el primer hombre en mi vida, el primero y el único.
—Oh Dios mío me encantaría, pero me temo que aún debo volver donde Carol. —Un un tanto brusco, Bill se separó de él
—¿Por qué? —Casi gritó.
—Porque estoy cuidando a su hija y ahora mismo ella está en la sala.
—¿Qué? ¿Su hija?
—Sí, es Samanta, está en mi clase, es de las pequeñitas. —Bill lo miró sorprendido.
—Sí, la recuerdo. Pero… ¿por qué la cuidas?
—¿Qué tal si vamos y luego te cuento todo? El adelanto es que, por esta noche soy o, más bien, seremos niñeros.
—Oh ya veo, voy contigo. —Entraron a la sala y la pequeña estaba sentada escuchando música en su I-pod, Tom le tocó el hombro y ella se sobresaltó.
—Tío Tom… Oh ¿Tío Bill, vives con tío Tom? —preguntó sorprendida.
—Sí, pequeña.
—Oh, tú eres el asunto tan importante que tenía el tío Tom.
—Sí Samanta, yo quiero mucho a tío Bill y no quería que se quedara solo, así como tu mami no quiere dejarte a ti sola. —explicó el trenzado—. Ahora ¿qué tal si vamos por un pastel de fresas?
—¡Sí! —Gritaron la pequeña y Bill, Tom sonrió dulcemente.
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Los tres fueron a una pequeña pastelería y compraron una tartaleta de frutillas. Luego Tom condujo hasta a la casa de Samanta y Carol, su madre. Afortunadamente ella no estaba.
Comieron y la pequeña le contó al pelinegro, que su padre las abandonó cuando ella tenía cuatro, por un segundo, Bill pensó que lloraría, pero la niña ya lo tenía superado. El tiempo pasó y Tom la mandó a dormir, ella obediente partió sin quejarse.
Al estar solos, las ansias del moreno volvieron, ansias de saber el por qué estaban en esa extraña situación.
—Bill ven, siéntate a mi lado. —Pidió con dulzura y el menor fue y se acurrucó en su pecho.
—Cuéntamelo todo, Tomi —El mayor besó su frente.
—Carol y yo tuvimos un romance hace mucho tiempo, antes de que Samanta naciera —Bill se enojó un poco—. Sin embargo, como te conté antes, no resultó y terminamos como buenos amigos. Ella se casó y se embarazó, parecía feliz, él era un buen hombre, pero de un día para otro se fue con otra mujer, dejando a las dos absolutamente solas. —Al escuchar eso, Bill se sorprendió, personalmente él no creía que el amor se acabara de un momento a otro.
—Continúa. —Pidió, haciendo círculos en el pecho del trenzado con su índice.
—Como Carol no trabajaba, no podía mantener a su hija, yo le ayudé en lo que más pude, hasta que ella consiguió un empleo.
—Siempre eres tan bueno, Tomi —afirmó el menor y miró al de trenzas con cariño.
—Era mi amiga, debía ayudarla, además estaba la pequeña. Con el paso de los años, ella puso a Samanta en mi clase y empezó a correr el rumor entre sus amigas acerca de lo buen profesor que era y así me fui haciendo reputación en la Academia.
—O sea que quiso pagarte el favor.
—Claro y bueno… la pequeña me quiere mucho y cuando no encuentra niñera como hoy, no confía en nadie que no sea yo.
—Oh…entiendo. Pero, ¿no se molestará porque yo estoy aquí?
—No, por eso vine antes, quería decirle que estaría contigo, porque no quería dejarte solo en ese estado.
—¿Y aceptó de inmediato? Yo soy un desconocido.
—La verdad es que como ella me conoce, terminó por sacarme mi secreto. —Se sonrojó—. Que estoy enamorado de ti. —En esos momentos, sonó su celular y tras ver el nombre en la pantalla, contestó—. Sí Carol, ya estamos aquí, ella está durmiendo. ¿Qué? ¿Estás segura? Bueno, no hay problema, nos vemos por la mañana, adiós.
—¿Qué pasó?
—Que tendremos que dormir aquí.
—¿Por qué? —De pronto, Bill recordó que quería hacer el amor con Tom.
—Porque el hombre con el que salió, la invitó a pasar la noche con él. Bueno, ella se merece una nueva oportunidad.
—Entonces nosotros… tendremos que esperar —dijo el pelinegro y miró al trenzado, ambos se sonrojaron—. Lo haremos mañana, después de tu fiesta de tu cumpleaños, cielo.
—Será el regalo perfecto.
—Te daré lo único especial que tengo.
—No es lo único, todo tú eres especial para mí. Te amo Billy
—Y yo a ti, mi amor.
Se besaron en el sofá y después de asegurarse de que la pequeña Samanta dormía, se fueron a acostar.
—¿Estás seguro de que podemos usar su cama? —preguntó el moreno, extrañado.
—Ella me dijo que la usáramos, en todo caso sólo queda esta cama libre.
—Ya veo.
Se durmieron abrazados.
Bill despertó por un golpe en la puerta, se levantó y fue a la habitación de la niña. Ella estaba con los ojitos llorosos.
—¿Qué pasa pequeña?
—Nada, fue una pesadilla.
—¿Quieres que me quede contigo hasta que te duermas?
—Fui por tío Tom y ustedes estaban durmiendo como lo hacían papá y mamá cuando se querían
—¿Y eso te molesta?
—Me gusta tío Tom y también me gustas tú. Ambos son muy guapos. ¿A ti te gusta tío Tom?
—Sí, Samanta, lo amo.
—¿Y él te ama?
—Así es.
—Pero los dos son chicos.
—Eso no importa cuando hay amor. Puede ser entre un chico y una chica, dos chicas o dos chicos, si hay amor verdadero no hay problema.
—Entiendo, o sea los he perdido a los dos como novios. —Soltó un suspiro de frustración.
—Pero nos tienes a los dos como amigos.
—Eso es bueno. Ya me siento mejor, tío Bill, puedes volver a tu cama.
—¿Estás segura?
—Sí, ya he aclarado mis dudas.
—Ok. ¿Qué te parece si mañana vamos con tío Tom y tu mamá a la feria? Los juegos son estupendos.
—Sí, me encantaría.
—Hasta mañana entonces.
—Hasta mañana tío Bill y por cierto, creo que ustedes están hechos el uno para el otro, son los dos muy lindos.
—Gracias, pequeña.
El pelinegro regresó a la cama con Tomi, esperando no haberle enseñado algo malo a la pequeña, le había dicho lo opuesto a lo que le enseñaron a él siendo niño. Su padre siempre fue un homofóbico y nunca le habló claramente, sólo lo golpeaba cuando veía conductas extrañas en él y siempre se molestaba con el pelinegro por no ser como sus hermanos.
—Cielo, ¿qué pasó? —preguntó el mayor, dándole un abrazo.
—Samanta tuvo una pesadilla, pero ya está todo bien. ¿Dame un beso? —Contentos, unieron sus labios y volvieron a dormir.
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Por la mañana el pelinegro despertó por un aroma delicioso. Tom estaba en la ducha, así que se dirigió a la cocina y ahí estaba Carol, preparando el desayuno.
—Bueno días, Bill. —Saludó ella, volteando.
—Hola —respondió el chico, un tanto cortado—. Mmm Carol, tengo que decirte algo, anoche hablé con Samanta y bueno…, no sé si hice lo correcto.
—No te preocupes, ya hablé con ella. Le dije que estabas en lo correcto y que su amor estaba bien. No te sonrojes, el amor es maravilloso y te llevas al mejor de todos los partidos. Tom es simplemente espectacular.
—¿Aún te gusta? —preguntó al ver todos los sentimientos mostrados.
—Lo quiero, pero como un hermano, nuestro romance fue lindo, pero él no me quería como yo. Ahora lo siento como familia, él es muy especial y tú eres muy especial para él. —Bill se volvió a sonrojar—. Y me alegro mucho que estén juntos, ayer él parecía asustado, preocupado por ti, pero ahora veo que sólo estaba inseguro.
—Es verdad, ahora que ya hemos aclarado todo, estamos muy felices. —El pelinegro sintió que lo abrazaban por la espalda.
—Hola hermoso —dijo Tom con su voz varonil, logrando estremecer sin querer al más delgado.
—Bueno días amor —respondió, girando y lo abrazó también.
—Llamaré a Samanta para que tomemos desayuno, ya que tenemos un paseo por delante. —La chica salió de la cocina.
—¿Paseo? —cuestionó el de trenzas.
—Anoche para calmar a la pequeña, le prometí que iríamos a los juegos de la feria. Anda Tomi… ¿vamos? Me encantan los juegos.
—No me puedo negar a tus hermosos pucheros.
Desayunaron todos juntos y se dispusieron a pasar un rato agradable en el parque de diversiones.
& Continuará &
¿Qué aventuras tendrán en la feria? Además, se viene el cumpleaños de Tom y el regalo especial que Bill quiere darle. ¿Logrará romper las barreras y entregarse al trenzado? ¿O algo interferirá en su creciente relación? No se pierdan el siguiente capítulo. Y mil gracias por todas las lecturas y comentarios que me suben el ánimo. Me siento contenta porque veo que no soy la única que disfruta del m-preg. Besos y gracias por visitar el sitio.