OMG estamos muy cerca del final. Gracias por su apoyo.
“Fashion” Fic Twc / Toll escrito por MizukyChan
Capítulo 54: Orgullo
Don’t go changing, trying to please me, you never let me down before. I would not leave you in times of trouble. We never could have come this far. I took the good times, I’ll take the bad times. I’ll take you just the way you are (Just the way you are)
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No vayas a cambiar para tratar de complacerme, nunca antes me has decepcionado. No te dejaría en tiempos de problemas, de lo contrario nunca habríamos llegado tan lejos. Tomo los buenos tiempos y tomaré los malos. Te tomaré a ti, así, tal como eres (Barry White)
Tom no podía dejar de sonreír al ver a su pelinegro jugar con la pequeña bolita de pelos. Pese a la terrible situación en la que se vio sometido por ese estúpido de David Jost, su adorado cantante, aún mantenía aquel brillo en su mirada y la inocencia que lo distinguía cada vez que estaba en su presencia.
«Debe ser porque me ama» Pensó y sin poder contenerse, estiró los brazos, para cogerlo y pegarlo a su pecho.
—Te amo, Billa —susurró cerca de su oído, logrando erizar el vello de la nuca del moreno.
—Mmm, Tomi —Ronroneó el menor, tal como el gatito que jugaba entre sus piernas.
—¿Me amas, bebé? —preguntó, aún sabiendo la respuesta, pero por el puro placer de oír esa afirmación en voz alta.
—Tomi, Tomi, Tomi —respondió juguetonamente, girando en los brazos de su amado, para quedar frente a él, pasando una pierna a cada lado del cuerpo del rastudo y finalmente sentándose en su regazo—. Sabes que te amo más que a mi propia vida.
El mayor sonrió, pero agregó—. Debes amarte más ti, precioso, porque si algo te pasa a ti, yo me moriré.
La mirada del cantante se oscureció y arrugó el ceño—. Hoy tuve mucho miedo, Tomi.
—Lo sé, pude sentirlo.
—David quería…
—Ssshhh —interrumpió el rastudo y apretó el abrazo en torno al cuerpo más delgado.
—Si no hubieras llegado a tiempo…
—Pero lo hice, porque jamás te dejaré —Prometió el mayor.
—¿Lo juras, Tomi? ¿Que jamás me dejarás?
—No te dejaré, mi dulce Billa. Lo juro.
Sus miradas se conectaron y sus labios se unieron en un suave beso, un mero roce que mostraba todo el afecto que ambos tenían por el otro. A aquella breve unión, se agregaron caricias en la espalda contraria. Las manos de Tom bajaron hasta la pequeña curva que daba inicio al trasero del cantante y se posaron allí, escasamente levantando la tela, para tocar la piel expuesta.
—Dios, como extrañé esto —murmuró el mayor, apenas alzando la voz, pero lo suficiente como para ser oído por su pareja. Hundió su rostro en la curva del cuello de Bill y aspiró su aroma único, con la mezcla de perfume y cigarrillos.
—Aahh, Tomi —suspiró el pelinegro, dejándose acariciar tan tiernamente por su rastudo—. Nunca vuelvas a irte así —Pidió, apretando la espalda contraria—. Incluso si estás muy molesto conmigo, no te vayas. No huyas de mí. Recuerda que juré que sería tu sombra.
—Lo sé, bebé. Y tú, como mi sombra, no me dejes escapar otra vez —Suspiró largamente y agregó—. Hoy me sentí muy orgulloso de ti, cielo.
—¿Por qué, Tomi? —indagó el pelinegro, sin moverse de su cómoda posición.
—Por todo lo que provocas en tus admiradoras. Tus fans te defendieron esta noche con uñas y dientes —Dio un beso en el cuello del menor—. Ellas decían que tu música las inspiraba a buscar su belleza interna y a escapar del consumismo, siendo que tú eres toda una “diva” consumista —Ambos sonrieron levemente—. Ellas te adoran.
—Escuché lo que esa chica, Adriana, dijo con el micrófono.
—Y recuerdas su nombre. Estoy impresionado —Tom volvió a besar el níveo cuello.
—La recuerdo, porque ella dijo exactamente lo que yo pensaba en esos momentos.
—¿Y qué pensabas?
—Que te amé desde el momento en que vi tus hermosos ojos chocolate, aquel día de la apuesta, que no me importó toda tu ropa vieja, que sentí mucha curiosidad por ti y que me demostraste que nada de lo que se viera por fuera, era importante, que tu valor iba por dentro.
—¿Entonces me encuentras feo? —Tom sonrió, sin salir de su escondite en el cuello del cantante.
—Al contrario, Tomi. Tu belleza interna, salió a flote con un poco de ayuda. Ahora soy yo quien tiene celos de todos los que se acercan a ti, por lo guapo que luces.
Se quedaron en el sofá, susurrándose frases al oído, sin presiones, ni intención de culpar al otro, sólo asegurándose de que sus sentimientos quedaran claros. Los minutos pasaron y el frío del invierno hizo presa en ellos, pues el viejo departamento de Tom no contaba con calefacción, pese a las mejoras que el padre de Bill había logrado.
—Estás temblando, bebé —comentó el mayor, pasando sus manos por los delgados brazos del pequeño.
—Tengo frío —confirmó el pelinegro, mirando hacia el reloj de la pared—. Es tarde.
—Vamos a la cama —Sin mayor esfuerzo, Tom cogió las piernas del menor y lo alzó por completo, mientras Bill se sujetaba de su cuello, emprendiendo el camino a su cuarto.
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Gustav llevó a su novia hasta su casa y, contra su voluntad, tuvo que subir con ella hasta la habitación. La chica había confesado que estaba muy nerviosa por lo ocurrido en el club y no quería estar sola esa noche. El rubio alegó que sus padres estaban en casa y que probablemente, el ex marine lo mataría si descubría que se había quedado con ella, pero finalmente accedió a sus caprichos.
Abrazados en la cama, el rubio besó el oído de la chica y susurró—. Estoy muy orgulloso de ti, Chanty.
La mujer sonrió y se sentó en la cama, escapando de sus brazos, para verle a los ojos.
—¿Por qué? No es que no me guste, pero… nadie me ha dicho que está orgulloso de mí —Ella sacudió la cabeza, no es que aquello fuera algo malo, ella sabía que su forma de vida era muy superficial, así que agregó—. Es que soy muy simple, o plástica, o una Barbie jajaja —Río para quitarle importancia al asunto.
—Hablo en serio, Chanty —Gus volvió a usar el apodo cariñoso de la joven—. Esta noche, cuando encaraste a Heidi, pensé que sólo se pondrían a discutir cosas tontas y pensé que hasta yo mismo saldría perjudicado —La chica arrugó el ceño, lo que ella menos quería era lastimar a su novio—. Sin embargo, desviaste la atención de la apuesta y defendiste a Tom y también a Bill —La chica hizo una mueca—. Y sé cuánto lo odias.
—Oh… eso…
—Es que ustedes que se supone eran los victimarios, se convirtieron en las víctimas —agregó el chico y puso expresión cursi—, las víctimas del amor —Ambos estallaron en risas.
—Es cierto. Este chico rudo me conquistó —Se ubicó sobre el cuerpo del joven y besó dulcemente sus labios—. Aunque lo rudo se queda sólo en tu atuendo, porque en serio eres un osito de peluche. Eres mi único y exclusivo Osito Gus.
—Jajaja —Rió el aludido, apretando sus brazos en la cintura de la mujer, volteando sus posiciones, para quedar sobre ella.
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Varios minutos antes, fuera del Club Listing, los últimos jóvenes emprendían el regreso a sus hogares, después del desastre de esa noche. Uno de ellos, de cabello platinado, dejó abandonado su coche y caminó cabizbajo, sumido en sus lúgubres pensamientos y la culpa que lo seguía devorando por dentro.
Las fuertes luces de un carro y el sonido de los frenos, lo despertaron de su trance.
—¡Qué demonios! —Gruñó el chico castaño que salió del vehículo.
—Lo siento —Las luces altas, le impidieron al rubio, ver al dueño de los insultos que no paraban.
—¿Andreas, eres tú? —preguntó finalmente el joven, acercándose más al rubio—. ¿Estás bien? Luces raro, y estoy seguro de que no te golpeé con mi coche —dijo sonriente el muchacho.
—¿Gabriel? —Soltó Andy, reconociendo al amigo de Tom.
—El mismo. ¿Por qué estás todavía aquí? —Insistió el castaño.
—Yo…
—Ven, te llevo. No sé si estás muy borracho o algo malo te pasa, pero no dejaré que alguien te mate en las calles a estas horas. Mi querida “diva” se moriría si algo te sucede —agregó dramáticamente. El rubio quiso sonreír, pero le salió más como una mueca.
—Gracias.
Notando que el rubio a su lado no tenía intenciones de regresar a su casa, Gabriel condujo su carro a un restaurant de 24 horas. Andreas miró por la ventana cuando se detuvieron y sonrió.
—Gracias —repitió y caminó detrás de él.
Se sentaron en una mesa alejada, aunque sólo había una pareja más dentro del lugar. Ordenaron café y unas rosquillas, simplemente para poder estar allí. Cuando llevaron su pedido, los chicos bebieron de sus humeantes tazas y suspiraron.
—Estoy muy preocupado por los chicos, ¿sabes? —Comenzó el castaño, sin levantar la vista de su brebaje.
—Todo esto fue culpa mía —comentó Andreas, logrando llamar la atención del chico frente a él—. Yo sabía lo de la apuesta, desde el principio.
—No eras el único —intervino el castaño.
—¿Eh? —El rubio se sorprendió ante la tranquilidad del mejor amigo de Tom, por un momento llegó a pensar que aquel chico le reventaría la nariz de un puñetazo, pero jamás imaginó que Gabriel ya supiera la verdad.
—Ustedes los “pretty people” son bastante idiotas a veces o… muchas veces —Sonrió—. Yo me enteré al poco tiempo que Bill le pidió las clases particulares a Tom.
—¿Quién te lo dijo? —Insistió el rubio.
—Nadie, hombre. Sólo lo escuché —Alzó los hombros—. Por eso te digo, ustedes son muy descuidados, hablan de todas sus locuras y nosotros los “no one ugly allowed”, escuchamos.
—Oh —Andy tuvo la decencia de lucir culpable, al recordar su antiguo lema, el que ya no se usaba casi nunca—. Lo siento.
—Fue así cómo escuché de la apuesta de la “Diva Kaulitz” con la porrista Chantelle —Gabriel le dio una mordida a su rosquilla y masticó lentamente, haciendo sonidos de gusto—. Esto está de muerte.
—¿En serio? —El chico asintió y Andy imitó su acción y mordió la rosquilla, cerrando los ojos, al sentir el dulzor de la misma—. Mmm muuu gica —agregó con la boca llena. Ambos sonrieron.
Gabriel tragó su bocado y dio un suspiro—. Adoro los dulces Ñami, ñami.
Andreas sonrió, recordando las caras de placer que ponía su amigo Bill, cada vez que comía dulces y chucherías.
—Bueno, como decía —continuó el castaño—, ya sabía que Bill debía estar con Tom por la apuesta, pero no dije nada porque vi como mi querida “diva” caía redondita ante los ojos bellos de mi amigo de rastas —explicó casi melodramáticamente, logrando hacer reír al otro joven.
—Yo también me di cuenta de eso, por eso oculté las fotos —destacó el rubio.
—Estabas celoso —afirmó el castaño, guiñándole un ojo.
—¿Qué? No —Se sonrojó y luego le dio un sorbo a su café—. Bueno…
—Sí lo estabas. Tenías toda la atención de la “diva” y de pronto apareció Tom, te lo quitó y tu mundo colapsó —Gabriel soltó las palabras como una bomba, pero lejos de recibir un insulto, el rubio se quedó viéndole a los ojos fijamente.
—¿Fui tan obvio? —preguntó, casi avergonzado.
—No —El castaño estiró su mano y le dio unas palmaditas a la mano de Andy—. Es que soy bueno observando.
—De todos modos, ahora mismo Bill debe estar odiándome, ¿no crees? —Andreas le dio otra mordida a su rosquilla, manchándose un poco la mejilla con el azúcar que la espolvoreaba.
—No. Seguro Tom y Bill odian a la porrista idiota que tienes por novia.
—¡Ya no es mi novia!
—¿Terminaste con ella?
—Bueno no —Gabriel le dio una mirada de “¿lo ves”?, y para defenderse agregó—. Pero terminaré con ella, apenas la vea.
Gabriel sonrió y luego estalló en carcajadas, incomodando al otro joven
—¿Qué?
—Tienes —Levantó la mano, pero no podía dejar de reír.
—¿Qué, qué tengo?
—Déjame —Gabriel se acercó todo lo que pudo, teniendo la mesa en medio, y con una servilleta, limpió suavemente la mejilla del rubio, quien le vio atentamente.
—Gracias —El sonrojo de Andreas sólo se intensificó con esta acción.
—Mmm, esto está muy bueno —dijo Gabriel, mordiendo una vez más su rosquilla, para evitar sonrojarse también, porque pensó que los ojos de Andreas eran muy lindos.
—¿Crees que los otros sabores sean igual de buenos? —preguntó el rubio, buscando quedarse más tiempo allí, con este chico “extraño”, que le hacía sentir cosas “extrañas” en la boca del estómago.
—Ño lo she —Trató de responder el castaño, con la boca llena.
—¿Quieres… probar? —indagó, pero la última palabra le salió con un tono casi seductor, que hizo sonrojar al otro, y sin poder hablar sólo asintió.
Andreas llamó a la camarera y ordenó más rosquillas, suficientes para pasar un par de horas en el lugar, con esa singular, pero agradable compañía.
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Entre tanto, en el departamento del rastudo, la pareja estaba firmemente abrazada bajo las mantas, buscando entrar en calor.
—¿Crees que Kazimir pase frío? —preguntó el pelinegro, con clara señal de pánico en la voz.
—No, bebé. El gatito ha estado aquí desde que regresé de casa de mis tíos, tiene una camita, además su pelaje le protege de los cambios climáticos —afirmó el mayor, frotando sus manos por los brazos de Bill, quien parecía haberse congelado.
—¿Lo trajiste desde allá?
—Sí. Ese minino siempre iba a la casa de Celine a comer.
—¿Y quién es Celine? —«¿Y por qué demonios estabas en su casa?» Pensó. Bill no quería sonar celoso, pero la brusquedad de su tono de voz, hizo sonreír al rastudo.
—Es una chica muy hermosa.
—¿Eh? —El cantante se puso rígido en los brazos de Tom, quien siguió sonriendo, sólo para molestarlo.
—Es tan bella. Tiene un estilo similar al tuyo, por eso le tomé una fotografía —Tom estiró la mano, para coger su celular, mientras Bill se escabulló de su abrazo y se apartó hasta el otro extremo de la cama, sintiéndose herido. El rastudo no le dio importancia y se volvió a acercar a él para mostrarle la imagen.
Bill vio la fotografía y le dieron ganas de gritar, la chica era realmente muy guapa.
—Ella es Celine, mi adorable prima de quince años y medio —Tom la presentó, notando como los labios de su novio se curvaban en una sonrisa, ante la confirmación de que era un pariente y no una posible amante.
—Adoro su vestido, si fuera mujer, me vestiría como ella —Confesó el pelinegro y Tom estalló en risas.
—Es lo que yo le dije jajaja. Le aseguré que te encantaría salir de compras con ella. Tiene unas botas de combate, preciosas —agregó Tom, metiendo las manos bajo las mantas, para abrazar la estrecha cintura de su pequeño.
—¿Ella es la hija de Alice? —preguntó de pronto el menor, volteándose a ver el rostro de su novio con seriedad.
—Sí.
—Ha de estar desolada.
—Lo tomó mejor de lo que esperaba —comentó Tom, pero su tono de voz denotaba su tristeza—. Celine y mi tío, vieron sufrir demasiado a Alice, y comprendieron que su muerte, fue más que nada un descanso para ella.
—Lo siento mucho, Tomi.
—¿Quieres saber lo bueno de todo esto?
—A-ja.
—En lugar de perder una tía, recuperé a mi familia. Aquellos que creí que me odiaban, me explicaron muchas cosas y ahora, todos estamos en paz —Sonrió.
—Estoy tan orgulloso de ti, Tomi —Bill le acarició con la nariz—. Eres tan fuerte y comprensivo. Estoy seguro de que tus padres también están muy orgullosos de ver el hombre que te has vuelto.
—¿En verdad crees eso, Billa?
—Estoy seguro —Le robó un beso—. Además tu padre debe ser el más orgulloso de que su hijo sea considerado un héroe por todas mis fans, por haberme salvado una vez más esta noche —El pelinegro buscó su mirada y el brillo en sus ojos, mostraba todo el amor que sentía por el rastudo—. Nuevamente me has salvado, Tomi.
—Esta vez sí pude detenerlo, Billa. Para que no se repitiera lo que ocurrió con Manzur.
—Me has salvado, tal como dijiste que harías.
—Haría todo por ti, bebé.
—Mi héroe.
—Mi Billa…
Sus bocas se encontraron en un beso necesitado y húmedo, sus brazos se enroscaron en el cuerpo contrario, con posesión, marcando territorio. Sus cuerpos se frotaron al estar tan unidos y el calor del deseo, aumentó la temperatura de sus pieles.
Gemidos y jadeos se oyeron por todo el cuarto y el gatito Kazimir se asomó por la puerta, para investigar qué ocurría con sus jóvenes amos. Al ver que ambos eran como una sola masa, su pequeña mente se turbó y huyó asustado a esconderse en su camita.
—Ah, Tomi, entra en mí —Pidió el menor, sintiendo como los dedos lo preparaban con facilidad y le hacían estremecer.
—Un segundo, bebé —El rastudo, anhelaba el cuerpo del pequeño, desde aquellos días en que estuvo lejos de él, pero lo amaba demasiado y no lo dañaría sólo por dejarse dominar por sus bajas pasiones.
Unos minutos después, Tom entró lentamente en Bill, ambos conteniendo la respiración, por lo íntimo y magnífico del momento. Sus miradas se encontraron y una sonrisa se dibujó en sus rostros. El vaivén comenzó pausado y tranquilo, pero el placer se intensificaba a cada segundo y las embestidas cobraron velocidad y profundidad.
Tom se mostró tan vocal como Bill, gimiendo roncamente, haciéndole saber a su pequeño que aquel acto de amor, era sumamente placentero para él. Finalmente, sintiendo como las olas del orgasmo se aproximaban, cogió en sus manos la hombría de Bill y la masajeó, tratando de hacerlo al compás de sus movimientos, aunque el hormigueo de sus sentidos, le traicionaba y simplemente se quedaba con la mano quieta.
—Aahh, Tomi —Casi ronroneó el pelinegro, alertando al mayor de que también necesitaba atención.
El rastudo entonces, masturbó a su pareja con ganas. Y un simplemente movimiento en las caderas del menor, le hizo gritar de placer, porque ya no era sólo un roce en su punto mágico, sino una estocada certera en su centro de gozo.
Dos segundos más tarde, el pelinegro se corrió en la mano de su novio, apretando sus canales internos, llevando a Tom al límite de la locura, haciéndole eyacular en su cálido interior.
—Oh Tomi, oh Tomi, oh Tomi —repetía sin parar el cantante, con la respiración agitada por el esfuerzo físico.
—Billa… —Gimió como respuesta el mayor, buscándolo en un abrazo.
—Te amo, Tomi.
—Y yo a ti, bebé. Ahora —Lo miró a los ojos—. Cuéntame sobre la apuesta.
Bill asintió, ya no tenía temor. Haber hecho el amor sólo segundos atrás, le demostraba que Tom no huiría de él, que le escucharía y no lo abandonaría por algo tan frívolo. Ahora se sentía seguro de su relación.
—Todo comenzó al inicio del año escolar… —Empezó el pelinegro, contando con detalles cada una de las emociones que sintió al lado de su rastudo. De cómo se había enamorado de él, del sobre de fotografías que Andy tenía por el detective que evidenciaría el cambio de look, de cómo estaba celoso de todos lo que se acercaban a él cuando ganó la carrera y salió en televisión, del miedo que tenía cada vez que escuchaba la palabra “apuesta” y del ultimátum que le había dado Xaviera para contarle la verdad. Le relató a su novio, los momentos angustiosos que vivió, pensando que se había enterado de toda la verdad y que se había marchado, sin dejarle explicarle que su relación no era una farsa, que lo amaba con todo el corazón.
Tom escuchó sus palabras en completo silencio, asintiendo y limpiando una que otra lágrima que brotaba de los ojos de su pequeño. Finalmente lo abrazó y besó su frente.
—Debiste contarme esto hace meses, así no habrías sufrido tanto, bebé —comentó besando tiernamente su frente.
—Lo sé, pero tenía pánico de que te enojaras conmigo.
—Lo habría hecho. Me habría molestado —Tom se separó para verle a los ojos—. ¿Pero sabes qué habría ocurrido después?
—¿Habríamos peleado? —Bill chanceó y arrugó un poco el ceño.
—Sí, habríamos discutido, pero después de eso… te habría buscado y te habría hecho el amor, con locura —Le dio un beso largo y tierno.
—¿Sexo de reconciliación? —Alzó las cejas—. Me gusta la idea.
—¿Con que te gusta la idea? —Tom alejó sus brazos del moreno y fingió enojo—. Estoy muy molesto por la apuesta, Bill.
—No, Tomi, era broma, no te enojes —Pidió el pelinegro, sintiéndose inseguro.
—Sígueme el juego, tontito —Sonrió de lado, pasando la lengua por un lado de su labio.
—Oh, está bien —Se aclaró la garganta—. Sólo era una broma, Tomi.
—Una broma muy cruel. Ahora tendré que castigarte —Bill estalló en risitas nerviosas.
—¿Me darás de nalgadas?
—Mmm, creo que se me pueden ocurrir un par de cosas.
Se abrazaron y besaron con lujuria una vez más. Sus miembros cobraron vida lentamente y al verse a los ojos, Bill susurró.
—Te quedaría tan sexy un piercing en el labio.
—¿Lo dices por la apuesta? ¿Para seguir haciéndome cool?
—Olvida la apuesta —Bill mordió traviesamente el labio de su novio—. Justo ahí.
—Mmm —Jadeó el de rastas—. ¿En serio?
—Te haría ver demasiado sexy, pero como tú no disfrutas de las perforaciones, no importa. Te amo igual —Sus bocas se conectaron y un sonido húmedo se oyó cuando se separaron.
—¿En qué íbamos? —preguntó el mayor.
—¿En las nalgadas?
—Mmm, oh sí.
& Continuará &
Hola todo el mundo. Ya estamos llegando al fin, sólo un capítulo más y estaremos listos. Espero les guste lo que tengo preparado.
Respiro tranquila estoy muy feliz 🥰🥰🥰🥰🥰🥰💋🤗
Un momento de calma, te lo merecías
MUAK, muchas gracias por todos los comentarios