55: A mi manera

Sólo un capítulo para el final.

 “Fashion” Fic Twc / Toll escrito por MizukyChan

Capítulo 55: A mi manera

I’m beautiful in my way. ‘Cause God makes no mistakes. I’m on the right track baby. I was born this way. Don’t hide yourself in regret. Just love yourself and you’re set. I’m on the right track baby. I was born this way (Lady Gaga)

&

Soy hermosa a mi manera, porque Dios no comete errores. Estoy bien encaminada, porque nací así. No te escondas en lamentos. Sólo ámate y estarás bien. Estoy bien encaminada, porque nací así

Después de la conversación que tuvo con Saki por teléfono, Gordon Kaulitz preparó sus cosas y regresó en un vuelo privado a Alemania. Nada en el mundo lo retendría cuando el bienestar de su hijo estaba en juego.

Con el rostro cansado por el largo viaje y la diferencia horaria, llegó a su casa y conversó personalmente con su esposa, para explicarle el motivo de su repentino retorno y el infortunado ataque contra su hijo, por parte de su ex manager, David Jost.

La mujer estalló en llanto y cólera contra el adulto, y luego se molestó con Saki por haberle ocultado dicha información, pero Gordon se interpuso en sus intentos de ir a golpear a su más preciado agente. En cambio, ambos se dirigieron a la estación de policía junto a su abogado, con un solo propósito en mente, hundir en la cárcel a Jost y de ser posible, que lo internaran en la misma celda que a Bushido, para que nunca olvidaran que jamás debían meterse con los Kaulitz.

En la misma estación, los padres de Bill se toparon con los abogados de Chantelle, Gustav y Andreas, los tres, presentando una denuncia contra la porrista Heidi, por diversos cargos, pero en realidad buscando solamente alejar a la chica de la ciudad y asegurándose de enseñarle una lección a la rubia, de jamás intentar dañar a las “divas” de la escuela.

&

Algunas horas más tarde, Bill brillaba de felicidad al ver a su padre en casa. Simone los había invitado a un almuerzo familiar, sin mencionar la llegada del adulto, para que resultara toda una sorpresa. Y los saltitos emocionados del cantante le indicaron que su intento había resultado exitosamente.

Antes de pasar a la mesa, Gordon se había puesto de pie para acercarse hasta el rastudo.

Una vez más, te debo la vida de mi hijo —El hombre estiró la mano, que fue gustosamente estrechada por el joven.

Es mi deber proteger a Bill, señor.

Ese es MI deber, jovencito, porque soy el padre —alegó el mayor.

Comprendo, pero también es MI deber, porque soy el novio de su hijo —afirmó el chico de rastas con un singular brillo en los ojos.

Pero ese deber, sólo seguirá hasta que termine su relación —dijo Gordon, asustando tanto a su esposa, como al pelinegro. Pero su verdadera intención era crear un vínculo más duradero y significativo entre la pareja.

Nuestra relación no terminará, señor Kaulitz —Tom sintió las palabras del adulto como un “reto”, un desafío que estaba más que dispuesto a aceptar.

¿No?

No señor. Si usted y la señora Kaulitz lo permiten, me gustaría que la relación que tenemos Bill y yo, se perpetúe a través de los lazos sagrados del matrimonio —Bill se llevó las manos a la boca, en señal de asombro y emoción, sus ojos se llenaron de lágrimas de ternura y corrió a los brazos de su novio.

Los padres del pelinegro vieron la escena con el corazón en la garganta. Nunca creyeron que ese momento llegaría tan rápido. Que su hijo decidiera unir su vida con otra persona que lo hiciera realmente feliz. Y lo más importante, nunca pensaron que su hijo cambiaría su forma de ser, tan altiva y superficial, por una más sencilla, dónde lo principal era el cariño que sólo surge al compartir con la persona que amas.

Bueno, Tom —Gordon sonrió de lado, su plan había funcionado—. Supongo que la respuesta definitiva te la debe dar mi hijo, ¿no crees?

Yo sí, sí acepto —balbuceó el menor—. Acepto casarme contigo, Tomi.

Entonces sólo debo poner una condición, joven Trumper —agregó el adulto, cambiando su semblante a uno de total seriedad, asustando nuevamente a su esposa.

Gordon, cariño —Quiso interferir la mujer, pero no alcanzó a decir nada, pues su marido le guiñó un ojo.

Dado que serás miembro de esta familia, tendrás que hacerte cargo del emporio de los Kaulitz —Todos los presentes abrieron los ojos en extremo—. Mi hijo, Bill, al igual que su hermosa madre, no tienen mucho sentido de los negocios —Bill y Simone negaron con la cabeza—. Por lo tanto será tu misión mantener las finanzas de la familia, para que a nuestra “diva” nunca le falte nada. ¿Entiendes lo que quiero decir?

Sí, señor —contestó el rastudo sin dudar. Sus ojos brillaban con la luz de un nuevo desafío que cumplir.

Pero papá —Se quejó el pelinegro—. ¿Y si Tomi tiene otros planes?

Exacto, cariño —intervino su esposa—. ¿Qué te gustaría estudiar, Tom? —preguntó la mujer, dirigiéndose al otro joven.

La verdad —Tom no pudo ocultar una sonrisa—. Mi padre siempre quiso tener un negocio —Suspiró—. Y desde que era pequeño decidí que estudiaría algo relacionado con ello, para hacer realidad su sueño, que también se había vuelto mi sueño.

Asunto arreglado —dijo Gordon, moviendo las manos para invitarlos a todos a la mesa.

Sin embargo —alegó el rastudo—, no dejaré que sus empresas queden bajo mi mando, sólo porque me casaré con Bill, señor Kaulitz —Gordon alzó una ceja—. Le probaré mediante mi desempeño en la universidad, que seré capaz de cuidar financieramente a su hijo. Y que podré abastecerlo de todo lo que necesite, aún si tuviera que crear mi propia fortuna. Es una promesa, señor.

El adulto arrugó el ceño un segundo, pensando que el chico era más testarudo de lo que imaginó, pero luego caminó hasta él y le ofreció su mano, la cual fue estrechada con fuerzas.

Es un trato, Trumper. Te estaré vigilando.

Vamos a comer —agregó Simone, viendo como Bill se mordía el labio nerviosamente.

Sentados en la mesa, la plática se hizo mucho más ligera, hasta que el celular del padre sonó, el hombre vio quien era y activó la llamada.

Diga —contestando sólo con monosílabos y movimientos de cabeza, Gordon cortó la conversación.

Te has puesto muy serio, cariño —comentó su mujer.

Era mi abogado —Los jóvenes se tensaron—. Ya condenaron a David Jost.

Si me permite, señor —intervino Tom—. ¿Sabe usted qué hacía Jost en el club anoche? Toda la broma fue organizada por Heidi, no entiendo por qué un hombre de su condición se mezcló en un hecho casi criminal.

Según las declaraciones, Heidi contrató a unos matones para mantener a la banda atada, mientras ella exhibía las fotos —explicó Gordon—, y justamente uno de esos hombres, era David.

¿Trabajando de matón? ¿Cómo un vulgar criminal? —exclamó el pelinegro, entre sorprendido y ofendido.

Cuando el escándalo de Bushido se hizo público, él perdió mucha credibilidad —relató el adulto, sabiendo que sus influencias habían ayudado a hundir la carrera del manager—, pero cuando salió a la luz la entrevista de Dunja, afirmando los rumores, él decidió alejarse del mundo musical.

¿Un matón? —reiteró el cantante—. Si esto hubiera ocurrido algunos meses antes, habría asegurado que era parte del “caso 69” —Tom rió ante tal ironía.

Afortunadamente, tanto Saki como Jeremy los han protegido bien —agregó Simone.

La verdad es que no ha ocurrido nada, mamá —afirmó el pelinegro, alzando los hombros.

Te equivocas, Bill —comentó su padre—. En los diferentes reportes de los agentes, tanto Tom, como tú, al igual que Chantelle y Gustav, han sido asechados y atacados, pero ustedes nunca llegaron a enterarse, por la pronta y efectiva acción de los agentes.

Wow —El cantante abrió los ojos grandemente y cogió la mano de su novio.

&

El lunes siguiente, los chicos llegaron en forma separada a la escuela. A petición de Gordon, Bill estaría en casa las noches previas a días de clases, y su boda no se formalizaría, sino hasta que ambos se graduaran ese año.

Obviamente, Tom había estado de acuerdo, y pese a que amaba y extrañaba a Bill en su cama, en las frías noches invernales, debía admitir que la presencia del joven cantante lo distraía mucho y si quería mantener su beca, debía concentrarse en los estudios.

Sin poder evitar su obsesión por levantarse de madrugada, el rastudo fue el primero en llegar y se sorprendió de encontrar en la cafetería a su amigo Gabriel, con el rubio platinado, que siempre a esas horas, estaba en la banqueta de los chicos populares, burlándose de los demás.

Hola —Saludó, sintiéndose inseguro de acercarse, pues los chicos se veían muy acaramelados dándose galletas en la boca, el uno al otro.

Hola Tom —llamó el castaño—. Ven, ven —Golpeó la silla a su lado, para que se sentara. El aludido hizo caso y dio un sorbo al café que llevaba en sus manos—. Tenemos algo que contarte —anunció el chico con los ojos que ponía cada vez que hablaba de Bill.

¿Es sobre mi novio? —indagó Tom, utilizando deliberadamente la palabra “novio” y así molestar a Andreas, pero el rubio ni se dio por enterado.

Sí —Gabriel aplaudió y contó—. Andreas fue a la comisaría y puso una demanda contra Heidi, por robarle cosas y mostrarlas en la fiesta.

Oh —Tom dejó su vaso de café en la mesa y miró al chico—. ¿Te las robó?

Me robó las fotos y unas joyas —explicó Andreas—. ¿No habrás pensado que yo estuve de acuerdo con lo que hizo aquella noche?

Tom negó con la cabeza, sabía que no podía confiar en Andreas por lo ocurrido con Manzur, pero nunca pensó que el chico hubiera estado de acuerdo con su novia descerebrada para ridiculizarlo no sólo a él, sino también a Bill, en la fiesta del club. Lo que nunca sospechó, fue que la porrista le hubiera robado joyas, aparte de las fotos. Ella era de las chicas ricas, no tenía necesidad de hacer algo como eso. Pero si lo pensaba bien, en esa escuela, casi todos los alumnos eran hijos de familias adineradas, pero no por eso, dejaban de hacer tonterías.

Gracias, supongo —respondió le rastudo.

También Gustav y Chantelle estaban allí —comentó el rubio, mientras el castaño los veía interactuar de manera tensa—. Ellos también demandaron a Heidi por difamación y calumnias.

Y Heidi es mayor de edad —agregó Gabriel con una sonrisa maligna.

¿Irá a prisión? —preguntó Tom, aludiendo al comentario de su amigo.

No. Sólo la mandamos lejos —El rubio alzó los hombros—. No terminará el año escolar con nosotros.

Te quedaste sin novia —afirmó el rastudo, con un toque de ironía en la voz.

No del todo —Andreas sonrió y sus ojos brillaron cuando cogió una de las manos de Gabriel—. Le pedí a tu amigo que fuera mi novio —Las mejillas del castaño se tiñeron de rojo—. Pero él dijo que sólo respondería cuando tú nos dieras tu bendición.

Tom casi se ahogó con el café y se golpeó el pecho para que pasara la tos que tenía.

¡¿Novio?! ¡¿De Gabriel?! —Gritó y se puso de pie. Justo en ese instante, Bill entró en la cafetería, oyendo los gritos de su pareja.

¡Genial! Mis amigos… enamorados —El pelinegro casi corrió a la mesa y abrazó al castaño y luego a Andy.

Hola “diva” —Saludó el rubio.

¿Gabriel, por qué no me lo habías dicho? —Regañó el cantante y luego volteó al rubio—. Por fin, Andy. Hasta que encontraste a alguien que SÍ vale la pena.

No te dijimos nada, porque aún no es oficial —comentó el castaño.

Estamos esperando que Tom nos dé su aprobación —Los tres rostros giraron al de rastas, quien sintió la cara extremadamente caliente.

Primero, tú y yo vamos a tener una conversación —Señaló a Andreas—. Esta tarde, apenas terminen las clases, vendrás conmigo.

Ok —El rubio se sintió intimidado por el tono empleado por el rastudo, pero no le quedaba más remedio, le agradaba demasiado el otro chico, como para no luchar por él.

&

Tom estuvo pegado a Bill durante todo el día, ya que el pelinegro recibió miradas de todo tipo, como consecuencia de lo ocurrido en el Club Listing. Y pese a que el cantante tuvo sus arranques de “diva”, le dolía mucho saber que algunos menospreciaban a Tom, pensando que ellos estaban juntos sólo por la apuesta y no por el increíble amor que se tenían y que tantas veces se demostraban.

Con la última campanada de clases, Tom cogió sus cosas y besó larga y pausadamente los labios de su pelinegro.

Debo irme, bebé —anunció, dejando desconcertado a su novio.

¿Eh?

Saldré con Andreas, bebé. ¿No lo recuerdas? —Bill abrió los ojos al recordar su extraña conversación de la mañana—. Necesito hablar con él y asegurarme de algunas cosas. Te veré esta noche, ¿sí?

¿Vienes a mi casa o voy a la tuya?

Te llamo y nos ponemos de acuerdo. Después de la biblioteca te confirmo todo —Volvió a robar un beso y sonrió—. Te amo, Billa.

El cantante se quedó mirando a la puerta, mientras la espalda de su novio se perdía entre la multitud, hasta que una mano se agitó frente a sus ojos.

¿Estás en la luna? —preguntó Gabriel con una sonrisa.

No, sólo estoy enamorado.

Eso ya lo sé, mi adorada “diva” —Ambos soltaron un suspiro y al ver su coordinación, sonrieron—. ¿Estás muy ocupado? —Bill negó con la cabeza—. ¿Podrías darme un consejo de belleza.

Al cantante le brillaron los ojos y cogiendo el brazo de Gabriel, los dos salieron de la escuela.

&

Andreas apretó el volante de su coche, cuando Tom dio un portazo.

Mira, Tom, sé que Gabriel es tu amigo y…

Cállate, Andreas, aquí el que hablará soy yo. Arranca y conduce hasta el parque cercano a mi trabajo —Ordenó con la voz fría, pero en su interior había un aire nervioso debido a otra cosa, que le hacía contraer cada músculo de su cuerpo.

Condujeron en silencio, ni siquiera encendieron la radio, pues ambos estaban tensos, aunque por razones totalmente opuestas. Finalmente, el rubio aparcó y ambos bajaron del vehículo.

Te diré algunas cosas sobre Gabriel —comenzó el rastudo—, es un chico muy agradable, siempre te sentirás en confianza con él, es gracioso y nunca pasarás penas a su lado. ¿Has sentido eso? —Miró directamente al rubio y éste asintió—. Yo también lo siento, todo el tiempo, y pienso que es mi mejor amigo. ¿No crees que estás malinterpretando las cosas?

El rubio cerró los ojos, comparando las emociones que sentía con Gabriel y las que sentía con Bill. Eran sentimientos diferentes, así que negó con la cabeza.

Mira, Andreas, tú no has tenido buena suerte en el amor, y ahora mismo has terminado una relación con esa porrista. ¿No crees que tal vez, estás buscando a Gabriel por no sentirte solo?

No —El rubio dio un gran suspiro—. Cuando pasó lo de Heidi, sentí mucha rabia, no por perderla como novia y quedar en ridículo, sino porque por su culpa había te lastimado a ti, y por lo tanto, también había lastimado a Bill. Tuve mucho miedo, terror casi, a que me volviera a odiar como cuando pasó lo de Manzur. Esa noche, Gabriel me encontró y casi me mató —Tom le dio una mirada de incredulidad—. Pero luego de eso, me salvó… curó mis heridas de aquí —Señaló su corazón—. Ni siquiera me dejó besarlo, porque dijo que tú tenías muy buen ojo para las personas, y que tú decidirías.

Tom escuchó atentamente las palabras del rubio y suspiró resignado. Ese era el toque de Gabriel, su mejor amigo tenía ese don para cambiar a las personas, incluso Luis, quien resultó ser parte de los criminales del “caso 69”, no pudo resistirse a Gabriel, y gracias a sus intervenciones, sus secuaces no mataron ni drogaron a su amigo.

Andreas —Tom giró para verle a los ojos—. Te dejaré estar con mi amigo, bajo una condición.

¿Cuál?

Estarás para él, como yo he estado con Bill. Eso incluye protección física contra todos, incluyendo a los “pretty people”. ¿Estarás dispuesto a cuidarlo pese a tu estatus social?

Lo haré —El rubio no pudo evitar soltar una sonrisa—. Es un trato.

Está bien. Felicidades —Le dio un abrazo—. Tienes un excelente novio, uno tan bueno como el mío —Ambos sonrieron.

Gracias, Tom.

El aludido soltó un gran suspiro—. Ahora necesito pedirte un favor.

¿A mí? —El rastudo asintió.

&

A esas horas en una peluquería, Gabriel recibía los cuidados del estilista del cantante, quien le conversaba de las propiedades de la tintura que le estaba aplicando.

¿Y por qué negro? —Insistió Bill, quien hojeaba una revista a su lado.

Es por Andreas —Con sólo mencionar su nombre, el chico se sonrojaba.

No entiendo.

A él le gusta mucho el cabello negro. Es por eso que dicen, de los “polos opuestos” —explicó Gabriel—. Su cabello es rubio platinado, es natural que le guste lo contrario.

Aún no son novios y ya estás haciendo sacrificios por él. Wow, es asombroso —Bill lo vio con ojos soñadores—. A mi Tomi no le gustan este tipo de cosas —arrugó el ceño y el otro sonrió—. Ya viste lo mucho que nos costó cambiar su apariencia.

Es cierto.

No me gustan las rastas —Arrugó la nariz—. Y de no ser un recuerdo de su adorada madre, te juro que se las habría rapado mientras duerme —Ambos sonrieron.

Tienes razón, Bill —afirmó el otro chico—. Mientras esté en la universidad no habrá problema con sus rastas, pero si pretende formar una empresa, no podrá usar el cabello como le parezca, tendrá que lucir más formal.

Sí, pero no tengo corazón para hacerle algún comentario sobre ello —Bill bajó la mirada y susurró—. Y tengo miedo de que sea mi padre, el que finalmente le pida cortarse el cabello y eso.

Lo siento, Bill

Cuando el cambio de look de Gabriel estuvo listo, el pelinegro recibió una llamada de su amigo, quien sonaba bastante emocionado por teléfono.

¿Andy, estás bien? Parece que te tomaste diez latas de RedBull.

Sólo estoy feliz, Bill, no exageres —contestó el rubio.

¿Hablaste con Tomi? —preguntó cambiando de tema, notando como Gabriel se acercaba a su lado, para tratar de oír la plática.

Sí. Me dio batalla, pero finalmente aceptó que Gabriel fuera mi novio. Ahora necesito que vengas a mi casa y me ayudes a planear una velada perfecta con Gabriel —El aludido, se llevó las manos a la boca por la sorpresa y la emoción—. Quiero hacer las cosas bien, esta vez, Bill.

Estoy de acuerdo contigo, Andy —El pelinegro suspiró—. Pero quedé de ver a Tomi más tarde —El rubio rompió a reír.

No podrás verlo hoy —Tanto Bill como Gabriel arrugaron el ceño.

¿No le habrás hecho algo malo?

Como crees, físicamente Tom me mataría —Siguió riendo—. Lo que pasa es que lo llamaron de la biblioteca y tendrá más trabajo. Yo estaba con él cuando le informaron —Mintió, pero los otros no se dieron cuenta—. Pero me pidió que te avisara, que mañana fueras a buscarlo para ir a la escuela. Dijo que era muy importante que llegaras a su casa muy temprano, que te daría una sorpresa para compensar lo de hoy.

Qué raro.

No es raro. Él trabaja mucho y es muy eficiente, es normal que lo quieran tener allí.

Bueno…

Entonces, ¿vienes?

Está bien.

Bill colgó la llamada y Gabriel lo abrazó. Estaba radiante de felicidad y con razón, después de todo el miedo que tuvo que afrontar al ser secuestrado por los criminales del “caso 69”, ahora por fin le tocaba vivir su momento de amor y paz.

Pero el pelinegro tenía una sensación de incertidumbre en el pecho. ¿Qué le habría ocurrido a su Tomi?

& Continuará &

Eso mismo lo veremos en el siguiente capítulo y final de esta historia. Gracias por leer y están invitados a comentar.

Escritora del fandom

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *