7: Yo apoyo el paso del Pingüino

El paso del Pinguino

Fashion” Fic Twc / Toll escrito por MizukyChan

Capítulo 7: Yo apoyo el paso del Pingüino

Fashion, put it all on me. Don’t you wanna see these clothes on me?

(Fashion pónmelos ¿no quieres verme con esta ropa? “Fashion”)

Gabriel trataba de animar el ambiente en el auto deportivo de Bill, aunque casi sin efecto. A la “diva” no le gustaba esperar y ya llevaban una hora completa en el aparcamiento de la biblioteca esperando a Tom.

No puedo creerlo —decía el pelinegro mirando su nueva manicura.

¿Qué cosa? ¿Tom siendo buen samaritano? —dijo sarcástico el otro chico—. Pues debes acostumbrarte, Bill, mi querido amigo, Tom siempre hace buenas obras.

Pero… limpiar la biblioteca los sábados… ¡¿gratis?! —dijo casi con indignación.

El señor Collins siempre ha tratado de pagarle, pero Tom se niega —admitió Gabriel—. Según él, es su forma de agradecerle por darle el trabajo.

¿Cuándo termina?

Me has preguntado ya tres veces, Bill, relájate, saldrá en un rato. Además… —el chico se mordió el labio y giró incómodo en el asiento.

¿Qué pasa? —preguntó el pelinegro, preocupado al ver esa curiosa reacción.

Él no sabe nada —admitió.

No sabe nada de qué…

Tom cree que saldremos de compras.

Pues eso haremos —corroboró Bill.

Pero no sabe que iremos contigo. —Gabriel arrugó el ceño, esperando un golpe de la fiera.

¿Tom no sabe que lo estoy esperando? —preguntó alzando una ceja, el otro chico asintió—. Por eso ha tardado tanto —dijo sonriente. Tomó su celular y le marcó.

Hallo Bill —el pelinegro dejó de respirar al escuchar la voz al otro lado de la línea, sonrió bobamente y Gabriel rodó los ojos.

Hola Tom, estoy afuera esperándote junto a Gabriel.

¿Qué? ¿Por qué? —su voz sonaba sorprendida, pero alegre.

Iremos de compras, creí que él te lo había dicho.

Oh, veras Bill… este día…

Haces la limpieza, lo sé, ¿te falta mucho para terminar? —dijo haciendo un puchero que Tom no podía ver, pero sí adivinar.

Saldré lo más rápido posible.

Gracias Tomi, eres un amor —dijo con voz angelical, escuchando una risita al otro lado.

Bien, pequeño, ya voy —la llamada se cortó y el pelinegro soltó un suspiro.

Oh my God —dijo Gabriel abanicándose—, si no te conociera…

¿Qué? —le regañó el menor—, mantente con la boca cerrada que te ves mejor.

Lo que digas Bill.

&

En tan sólo diez minutos, Tom salió del edificio luciendo un poco polvoriento, pero completamente sonriente y radiante. Con sólo verle, toda la ira de Bill desapareció y bajó casi corriendo de su vehículo.

Hola Tomi, mi magnífico guardaespaldas —dijo coqueto, Gabriel rodó los ojos dentro del auto, pero miró la escena divertido.

Hola Bill, pensé que hoy no te vería —dijo acercándose un poco, casi rozando un brazo del menor.

Mira tu cara, Tomi —tomó la mejilla del rastudo—, te pareces a cenicienta, estás lleno de polvo. Creo que tendremos que pasar por tu departamento para que te des una ducha.

Eso suena estupendo, aunque… ¿está Gabriel allí? —giró hacia el auto.

Sí, pero no te enojes con él. Fue mi idea en realidad —se culpó el pelinegro, sabía que Tom quería mucho a su amigo y no quería que pelearan por una tontería.

¿Qué exactamente fue tu idea? —preguntó el mayor, mirando a Bill a los ojos, provocándole un sonrojo.

Él quería salir de compras, pero yo me “auto-invité” —hizo comillas y puso su mejor cara de ángel—, ¿me perdonas Tomi? —el rastudo cayó redondito, ¿cómo no creerle a uno rostro así? Imposible decirle que no.

Me da un poco de pena que vayas, Bill —asumió el mayor y bajó la mirada.

¿Y eso por qué? —preguntó el pelinegro levantándole el rostro para verle.

Tú tienes un sentido natural de la moda y yo… bueno… —señaló sus ropas.

Justamente por eso es mejor que yo esté aquí —dijo el menor besando su índice y llevándolo a su mejilla, era su “auto-beso”—. Yo te ayudaré a verte sensacional.

Ya dejen de coquetear y vámonos —gritó Gabriel desde el vehículo y los otros, tras sonrojarse, se subieron en él.

&

En el centro comercial, Tom seguía a sus amigos con la cabeza gacha y sin intenciones de mirar a ninguna parte, sabía que sus ingresos no eran los suficientes como para gastar en ropa de marca, él prefería ir a las liquidaciones y ahorrar.

Primero la ropa interior —dijo el pelinegro, ocultando con su cabello el sonrojo que tenía al pensar en Tom llevando sólo interiores.

De acuerdo —agregó Gabriel tras la “diva”—. Ya llegamos —dijo y el de rastas levantó el rostro sólo para volverlo a bajar.

No puedo comprar Calvin Klein —susurró.

Vamos Tomi —sin esperar ser rechazado nuevamente, Bill tomó la muñeca del rastudo y lo guió al interior.

El pelinegro caminó entre los dispensadores buscando diferentes estilos y colores, cogió unos cuantos y se los llevó a Tom, quien ni siquiera quiso extender su mano para tomarlos.

Sabía que esto era una mala idea —susurró, pero el menor alcanzó a oírlo.

Nada de eso, recuerda que eres el guardaespaldas de una estrella de rock, debes vestirte casi tan sexy como yo —dijo con toda su terquedad. Gabriel los miraba desde lejos con una sonrisa.

Bill… —Tom se acercó a su oído y al pelinegro se le pararon los vellos de todo el cuerpo—. No puedo gastar todo mi sueldo en ropa interior, ¿con qué compraré lo demás?

Es parte de tu suelo como guardaespaldas —dijo como si fuera lo más natural del mundo—. Vamos Tomi, me encanta ir de compras, dame en el gusto y ponte esto ¿sí?, al final si no te gusta, no lo llevamos —alzó los hombros y Tom se rindió.

Está bien.

Yey… vamos —nuevamente le sujetó de la muñeca y lo guió hacia los probadores.

Tom entró al cubículo con todas las prendas escogidas por el pelinegro y al cerrar la puerta escuchó que Bill le decía.

Quítate todo para apreciar bien cómo te quedan.

¿Qué?

Que te quites toda la ropa…

Sí te oí, pero ¿para qué?

Tengo que ver cuál es mejor para ti.

No voy a modelar, Bill —dijo el de rastas un poco molesto.

Basta Tom, no te pongas en ese plan. Sólo te daré mi opinión profesional de “experto en moda” —dijo el pelinegro con un tono absolutamente neutral, sin embargo las ganas de volver a ver el cuerpo de Tom al descubierto, le subían la temperatura. Se abanicó con las manos, tratando de aumentar el aire en su rostro y bajarle el sonrojo.

Tras unos sonidos de ropa cayendo y unos golpes en la puerta, ésta se abrió, dejando ver a un esplendoroso Adonis, con cuerpo escultural, piel bronceada, abdominales suavemente marcados, unas caderas de muerte, pero sin duda lo mejor, era el bulto que yacía justo al frente… wow… tamaño considerable considerando que no estaba excitado. Bill tragó grueso.

Esto es muy vergonzoso —susurró el mayor, mirando hacia abajo y  jalándose una rasta.

¿Por qué?, soy sólo yo Tomi, además… soy hombre como tú.

Justamente eso lo hace más vergonzoso.

Tonto… —bromeó el pelinegro—, me gusta cómo te queda ese modelo. Pero el color… —titubeó y el rastudo lo miró divertido, porque tenía la mano en el mentón como buscando algún detalle.

Tampoco me gusta el color —aclaró Tom.

¿Seguro?

Sólo me gustan en blanco y negro —le aseguró el mayor.

Perfecto —lo volvió a ver con ojo crítico—, la talla está muy bien ¿puedes girarte? —Tom se sonrojó hasta las orejas, pero lo hizo—. Te queda genial. Dime Tom ¿te sientes cómodo?

Sí, eso creo.

Agáchate.

¿Para qué?

Para que te asegures de que no es muy ajustado, ya sabes, Tomi Jr. necesita espacio —Tom no pudo evitar la carcajada y obedeció al pelinegro.

Sí, está muy cómodo.

Perfecto. Llevamos ese en blanco y negro.

&

Repitieron la operación con cuatro prendas más y Bill decidió llevar todos los modelos en blanco y negro, lo cual era exagerado en la opinión del rastudo, pero no se podía negar a las excusas bastante “lógicas” que inventaba el pelinegro junto a Gabriel.

&

Mientras comían algo, el pelinegro y Gabriel, conversaban sobre el “look” que debía llevar Tom. Ya que este siempre vestías ropas deportivas o demasiado grandes que hacían que se perdiera la esencia de su personalidad. O más bien lo delicioso de su cuerpo, en opinión del pelinegro.

Sin embargo, si Tom llevara ropa que lo mostrara más, sería como poner pescado delante de los gatos, todos los que le vieran, le desearían… eso no era muy bueno, los celos  hacían que el pelinegro viera las cosas desde otro ángulo.

Dejen de hablar de mí como si yo no estuviera presente —les regañó el chico, saboreando su sándwich de pollo.

Es que tú no tienes sentido de la moda, sólo mírate —jugueteó Gabriel—, deja que Bill y yo nos encarguemos.

Si va a ser mi guardaespaldas, debe tener estilo —dijo el pelinegro, escudriñando a Tom atentamente—. Pero también debe parecer “rudo”.

Ja, ja —rió Gabriel—, tiene el porte de guardaespaldas, es alto, buena contextura, pero que no lo escuchen hablar, porque este niño es un angelito —todos rieron, incluido Tom.

Qué puedo decir, les caí del cielo.

A mí sí, Tomi, eres mi salvavidas —Bill le ofreció una sincera sonrisa al mayor, quien correspondió con un guiñó.

Tienes que hacer eso más a menudo Tomi… te ves… sexy —dijo el pelinegro tomando otra papita.

¿Un chico malo, eh? ¿Qué tal el hip hop? —preguntó Gabriel.

Me gusta esa música —añadió el rastudo—, además las rastas me ayudan.

Bien… —«ya me encargaré de las rastas», pensó el pelinegro. Además las ropas serían más anchas y podrían cubrir su a tesoro.

&

Entraron a otra de las tiendas exclusivas del centro comercial y tanto Bill como Gabriel, tomaron casi el mismo estilo para Tom y reían cada vez que sus manos tomaban la misma camisa o pantalón.

Completamente avergonzado, Tom siguió al pelinegro a los vestidores y entró en uno cargando toda la ropa. Sin embargo le estaba  tomando demasiado tiempo salir.

¿Tienes algún problema, Tomi? —preguntó el menor impaciente.

No puedo…

¿Qué no puedes? Ábreme la puerta, yo te ayudo —con un leve clic, Bill se encontró con la imagen más adorable que pudiera haber visto.

Tom estaba completamente sonrojado, con una camiseta negra, ajustada a su escultural torso, sus nuevos bóxers negros y una clara lucha con los pantalones talla extra grande.

Oh my God —susurró el menor al verle, casi al borde del infarto.

Sí, son muy grandes, ni siquiera los puedo mantener en su lugar —se quejó el rastudo, pensando que la anterior frase era por su apariencia ridícula.

Esa es la gracia de ellos —dijo Bill acercándose—. Déjame enseñarte —se arrodilló frente a la caderas de Tom y tragó grueso al ver su hombría justo frete a su rostro—. Lo abotonas aquí —le indicó y en un movimiento para poder verlo, Tom inclinó su espalda hacia atrás, dándole en pleno rostro a Bill con todo su miembro.

Aahh —se le escapó un jadeo al pelinegro.

Lo siento, Bill —Tom se llevó ambas manos al miembro y lo cubrió—, no fue mi intención —casi tenía lágrimas en los ojos por la vergüenza y el menor estaba completamente rojo, pero por una razón completamente diferente a la que Tom pensaba.

Tranquilo, no fue nada —se mantuvo de rodillas, respirando tratando de bajar el problema que estaba creciendo en sus ajustados pantalones.

No fue mi intención… —siguió disculpándose el rastudo—, por eso pensé que esto no era una buena idea.

Calma, Tom, fue un accidente es todo, en el mundo del modelaje, siempre pasan estas cosas —le aseguró el menor, moviendo su cabello—. Mira sigamos con esto —tomó nuevamente el pantalón, subiéndolo justo entre las nalgas del rastudo y ató el cinturón firmemente—. ¿Ves?

Aún titubeando por el momento y la posición tan íntima en la que estaban, el mayor miró al más delgado y le sonrió.

Gracias, Bill.

¿Qué tanto hacen ustedes dos aquí? —entró preguntando Gabriel y al ver a Bill de rodillas en el suelo, con las manos en el cinturón de Tom, levantó las cejas y sonrió—. Vuelvo más tarde.

Los otros dos se quedaron perplejos y en silencio.

Creo que esto no se ve muy varonil, ¿no crees? —dijo Tom en tono de broma.

Tienes razón —con mucho cuidado, Bill se levantó, asegurándose de que el bulto en sus pantalones ya no estuviera—. Bueno, completemos el atuendo con la camiseta sobrepuesta, me gusta la leñadora negro con rojo, pero cualquiera estará bien.

Bien, eso sí puedo hacerlo.

Llamaré a Gabriel.

&

Tras explicarle a Gabriel que estaba malinterpretando las cosas, volvieron a los vestidores para buscar a Tom y se quedaron petrificados en la entrada.

Ja, ja —ambos estallaron en risas.

Con un rostro de total desconfianza, afirmándose los pantalones, dando pequeños pasos como si estuviera recién aprendiendo a caminar, Tom se detuvo y les regañó.

Esto es culpa de ustedes. Le daré un ataque de risa a ese tal Bushido en vez de un susto de muerte —dijo el chico sentándose en la primera butaca que encontró.

No Tomi… —Bill corrió a su lado y le tomó de las manos—. No es eso.

Yo apoyo el paso del pingüino —siguió bromeando Gabriel, quitándose las lágrimas de los ojos.

Cállate tonto —le volvió a regañar el rastudo.

Tu apariencia está bien —dijo Bill ayudando a Tom a levantarse—. Te ves rudo y sexy a la vez.

Pero tendría que estar quieto para no hacer el ridículo —le cortó el mayor.

Nada de eso —el pelinegro frunció el ceño—. Aprenderás a caminar con esta ropa.

Pero yo amo a los pingüinos —seguía molestando Gabriel—. ¡Viva el medio ambiente! —rompió a reír y esta vez los otros chicos le siguieron, después de todo Tom era demasiado ingenuo como para estar molesto con alguien por una tontería.

Aprenderás, Tomi, yo te ayudaré —le aseguró el pelinegro guiñándole un ojo. Besó su índice y lo llevó a su mejilla—. Soy el mejor.

Espero que lo seas —rió el rastudo.

&    Continuará    &

¿Aprenderá Tom a caminar con sus ropas de gánster?, ¿tendrá la suficiente paciencia el pelinegro?, ¿vendrá finalmente Bushido a la fiesta? No se pierda el siguiente capítulo y muchas gracias por sus comentarios.

Escritora del fandom

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