Minotaurus. Temporada I
Capítulo 8: El Club Bohemio
— 17 años —
El día en que Tom regresó de su penúltima “reunión” el ambiente era realmente tenso en la casa Kaulitz. Simone se dedicó a cocinar para así distraerse, temía que de alguna u otra manera, su esposo se hubiera enterado de que el “Mate” de su hijo, era justamente el hijo de su peor enemigo dentro del clan: Allen Kaulitz, su primo.
Por su parte, el rastudo estaba tan contento de haber estado con su adorado Bill, que prefirió pasar el día encerrado en su habitación. Allí, en la privacidad de su cuarto, podía recordar cada pedazo de piel que había besado y el aroma que sólo su pequeño le entregaba, era algo primitivo, lo sabía, pero en esos momentos ya nada importaba. A decir verdad, Tom nunca creyó posible que en aquellas uniones arregladas por los miembros del clan, pudiera existir el amor. Aunque si lo consideraba bien, ningún miembro del clan había intervenido en su conexión con Billa, había sido realmente un encuentro de aquellos “meant to be” (destinado a ser).
Sonrió bobamente, mirando una fotografía de su pelinegro. Aquellos ojos maquillados, habían sido el primer rasgo característico que le llamó la atención del moreno. Y al fijarse mejor, notó que Gus tenía razón y que tanto él como Bill tenían los mismos ojos, el mismo contorno, el mismo color… pero para él, Billa siempre sería el más hermoso de los dos. Estaba enamorado y era feliz por ello.
Jorg Kaulitz, sin embargo, era una historia totalmente diferente. Había regresado de la empresa antes de lo normal, pues debía preparar algunas cosas para compartir en el “Club Bohemio” que se reuniría aquella media noche.
Cuando Simone sirvió la cena, el ambiente se podía cortar hasta con una tijera. Tom comía mirando su plato, sin levantar la vista hacia ninguno de sus padres, era mejor así. Si conversaba con su madre, Jorg podría arruinarlo todo y de paso agredir verbalmente a su progenitora. Tom estaba consciente de que toda la ira de su padre, era por su causa, o más bien por el lugar donde llevaba la marca. Así que prefirió mantener la calma.
—Esta fue tu “reunión” de los 17 —dijo el hombre alzando un poco la voz—. ¿Ya encontraste a alguien que te de por el culo? —preguntó con la voz cargada de veneno.
Sin hacer caso del insulto, Tom se levantó de la mesa, dejando su plato a medio terminar y se despidió de su madre. Tan calmado como pudo, regresó a su cuarto.
Simone tampoco dijo nada. ¿Qué podría decir? No temía a Jorg, aunque sabía que podría golpearla severamente, pero si ella lo provocaba, su hijo llagaría a socorrerla y liberaría ese extraño poder, dándole en bandeja de plata a su esposo, la confirmación de que era uno de los elegidos. No, eso era inaceptable. Debía proteger a Tom de su marido, a como diera lugar.
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Justo a la media noche, un grupo de hombres con costosos trajes negros, se hallaban reunidos en un recinto tan privado como el resort en el que se efectuaban las “reuniones”.
El “Club Bohemio” era como lo indica su nombre, “un club privado”, sin embargo la peculiaridad de este grupo era lo que se discutía allí y las personas que lo conformaban.
Primero; los miembros, era sólo Taurinos exitosos, aquellos miembros de la manada que hacían algo vergonzoso, simplemente eran exiliados del grupo, bajo amenaza de muerte si alguno llegaba a divulgar los temas que allí se discutían.
Cada hombre llamado a integrar el club, hacía un juramento ante el altar del Gran Búho del Conocimiento, un pacto de sangre y fuego, donde prometía entregar su vida al servicio de la causa de los Taurinos. Es por ello que mientras más ascendías en el éxito de tus negocios, mejor era el trato que recibías dentro del club. Razón principal para el odio que se tenían los primos Jorg y Allen Kaulitz, ya que se encontraban al mismo nivel, y necesitaban hacer algo importante para recibir una mejor posición dentro del club.
Ambos hombres habían puesto su confianza en sus hijos, pensando en que cuando encontraran un “Mate”, éste les ayudaría a formar una alianza matrimonial, que los impulsara a aumentar las arcas financieras. Pero Jorg odiaba a su hijo, pues cualquier matrimonio que consiguiera, le bajaría el rango, por ser un “receptor”. Allen por su parte, había perdido el interés en obligar a su hijo a tener una linda chica, porque desde que comenzó a maquillarse, se dio cuenta de que a su hijo, le gustaban los hombres, por lo tanto sería una vergüenza para la familia.
Apenas se sentaron en torno a la gran mesa de conferencias, los Kaulitz se enviaron miradas de odio, que el resto simplemente ignoró. Sin embargo, algo llamó la atención de todos los presentes, su número había decrecido.
—¿Qué pasó con los miembros de América y Asia? —preguntó un hombre bajito.
—No han sido llamados —agregó Dylan Rog, el encargado de reunir a los presentes.
—¿Cuál es la causa? —insistió el hombre.
—Esta reunión ha sido programada sólo para los miembros de Europa —intervino el Señor Phillips, actual líder del club, haciendo notar su entrada al gran salón.
—¿No se referirá a… “los elegidos”? —preguntó un hombre con la cabeza totalmente calva.
—Exactamente Bronzz, el oráculo ha hablado —siguió explicando Phillips—, hace unos meses el gran “Minotaurus” dejó mostrar su poder en el Laberinto y su voz ha llegado a nuestro oráculo, informando que los padres del elegido están aquí, ya son “Mates” y han comenzado a aparearse.
Toda la audiencia soltó un suspiro de satisfacción. Cada vez que un elegido llegaba a la Tierra, aquel continente elegido para su nacimiento, prosperaba como ningún otro. Así mismo la pérdida del elegido desencadenaba “crisis económicas” y levantamiento de masas en disturbios de violencia.
—¡Hay que encontrar a los padres! —dijo Jorg Kaulitz con solemnidad, feliz por tan emocionante noticia, y a la vez decepcionado de que su hijo, no hubiera sido capaz de ser uno de aquellos jóvenes padres, por ser un maldito receptor.
—¿Saben en qué generación están? —preguntó Allen Kaulitz, quien no podía permitir que su rival participara en la discusión y él no.
—No lo sabemos —agregó el líder—. Es por eso que los he convocado hoy. Daremos grandes beneficios a quienes entreguen información valiosa sobre los padres del elegido. Esas personas estarán protegidas para siempre por el club.
En los ojos de cada uno de los presentes, el brillo de la codicia se reflejó y rápidamente comenzaron a idear planes para descubrir a los padres, y de paso ganarse una jubilación anticipada.
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Al mes siguiente, se realizaba la “reunión” de la generación que cumplía los 18 años, donde Georg Listing debía encontrar a su “Mate”, si no quería meterse en problemas con los del clan.
Imitando la actitud que llevaba Tom en su primera “reunión”, Geo estaba cabizbajo y molesto, era la primera vez que odiaba presentarse en el resort, oliendo sexo en todos los lugares y presenciando orgías privadas por doquier. No es que de un día para otro hubiera dejado de disfrutar del sexo, al contrario ahora le gustaba más, pero con cierta persona robusta de cabello muy corto y rubio, y que desgraciadamente No llevaba una marca en el brazo.
«Gus… perdóname» Pensó en el momento en que entró a su cabaña. Su compañero estaba descansado y por el aroma impregnado en el lugar, ya había comenzado a jugar.
Salió a caminar, para tratar de ordenar sus ideas y prioridades, pero todo se reducía a una palabra “Gustav”, suspiraba y deseaba, por primera vez en su vida, no estar bajo la marca del toro.
—Hola —le saludó una hermosa pelirroja.
—Hey… —respondió él, había que ser amable, pues ninguno de los presentes pidió nacer en este clan. Era como una maldición.
—Soy Danielle, pero puedes decirme Dany —ella trató de seguir con la conversación, acercándose más al castaño.
—Yo soy Georg.
—Georg Listing, lo sé… he… he estado investigando sobre ti —dijo ella sonrojándose un poco.
—¿Por qué harías algo así?
—Porque creo que eres mi “Mate” —el castaño se sorprendió de sus palabras, y sin embargo, abrazó a la chica y olió su cuello, era cierto, había algo diferente en ella, era su pareja.
—Creo que sólo tenemos una forma de verificarlo —susurró cerca de su oído.
La imagen de Gus en su mente, le hacía doler el corazón. Al parecer sus sentimientos habían evolucionado desde aquella vez en que se entregaron en el Laberinto. Geo siempre regañó a Bill por practicar sexo con hombres, pero en los oscuros túneles, cuando el rubio lo tomó por haber estado bajo el influjo del aura de los Kaulitz, se dio cuenta de que Gus le había complacido mucho más que cualquier hembra, pues al ser hombre, sabía exactamente lo que le gustaba.
Después de esa ocasión, lo habían hecho nuevamente en la habitación del hotel, por tres días, mientras estuvieron en Creta. Compartieron números telefónicos y su primer encuentro se volvió sólo el puente para comenzar una relación de “amistad con beneficios”, que había terminado en profundizar aquellos sentimientos, al grado de que el castaño, evitaba los encuentros fortuitos con otras mujeres.
Pero aquí estaba en su última “reunión”, en una búsqueda desesperada de su “Mate”, si no quería terminar siendo cazado por los miembros del clan. Y el aroma de Dany le llenaba y despertaba su miembro de forma inequívoca, ella era su compañera.
&
Cuando Georg regresó a casa, tras descubrir a su “Mate”, debía pensar en independizarse para poder casarse con Dany y también hacer los planes para tener un bebé. La sola idea de estar con alguien a quien no amaba, era atemorizante, pero era su destino. Sin embargo, no dejaba de ser irónico que mientras él siempre animaba a Bill a ser parte activa de los Taurinos, ahora era él quien quería huir a cientos de millas del poder del clan. Pero debía ser realista, ya era un adulto para la manada y debía comportarse como tal.
Tomó el teléfono y llamó a Gustav, aguardó hasta que le contestaron y esbozó una genuina sonrisa.
—Hola Gus —le saludó con alegría, aunque tal vez su tono de voz no alcanzaba a disfrazar el pesar que sentía su alma.
—Hey Geo, ¿estás bien? Te noto un poco extraño —el castaño volvió a sonreír, sentía que Gus le conocía mucho más que Dany, siendo su “Mate”.
—Te extraño, es todo —se disculpó, pero el rubio no cayó tan fácil en esa mentira.
—Hay algo más ¿cierto?
—La encontré…
& Flashback &
Los G’s yacían en la cama de un motel en las afueras de la ciudad de Gus, no querían levantar sospechas. Y habían aprovechado que los Kaulitz también se reunirían furtivamente, para hacer planes propios.
—Debo decirte algo Gus… —había comenzado con seriedad el castaño, sintiendo como las manos fuertes del rubio, acariciaban su musculosos brazos.
—¿Es algo malo? —preguntó al notar la seriedad del tono empleado por Geo.
—Tal vez sea terrible… —Gustav, dejó sus caricias y se sentó firmemente en la cama, buscando su mirada.
—Dime.
—Te amo… —los colores subieron al rostro del rubio, pero su personalidad fuerte, le hizo permanecer en el mismo lugar.
—¿Eso es tan terrible? ¿Amarme es terrible?
—Lo es, porque sé que no podré estar para siempre contigo —dijo en forma totalmente sombría, cosa que hizo estremecer a su compañero—. No quiero separarme de ti, no quiero que haya otra persona entre nosotros.
—¿Es porque somos hombres? —preguntó el rubio, pensando en la fobia del padre de Tom.
—No es nada de eso.
—¿Y qué es entonces Geo? —preguntó el rubio—. Dicen que el amor lo puede todo, si me amas, nada será imposible para nosotros. Además, tú ya tienes 18 y yo los cumpliré pronto, podríamos escaparnos si tienes problemas con tu familia.
—Justamente el problema es la familia Gus.
—¿Son homofóbicos como el padre de Tom?
—Peor que eso Gus. Nuestra familia, la mía, la de Tom y la de Bill, pertenecen a una de esas extrañas conspiraciones que te gusta investigar.
—¿Estás bromeando? Si buscas una forma para terminar conmigo sólo dilo claramente. No soy una chiquilla que te acosará por un rompimiento —agregó el chico, sin notar que su voz sonaba más ronca, al borde del quiebre—. No soy tan ingenuo como para que inventes un cuento, Geo.
—No miento Gus. Escúchame ¿quieres? Por favor —el rubio asintió. Geo le tomó la mano, y buscó su mirada—. Al igual que los Licántropos o los descendientes de Nosferatu, nosotros los Taurinos, hijos del Minotaurus, cargamos con una marca, que está en nuestros genes, incluso en nuestra piel y que a veces nos lleva a actuar como animales.
—¡Basta! —el rubio sacudió su mano y salió de la cama, dispuesto a vestirse, pero fue fuertemente sujeto por los brazos del castaño, quien lo volvió a abrazar.
—Te amo Gus, ¿por qué querría terminar contigo, si estoy locamente enamorado de ti?
Le besó con fuerzas, pues el rubio giraba el rostro para evadirlo. Pero con su fuerza Taurina, Geo lo arrojó a la cama y se lanzó sobre él, siguió besándolo, hasta que sus cuerpos nuevamente se calentaron.
Las manos de Gus se aferraron a la espalda del castaño y lo giró para quedar sobre él, entrando otra vez en su cuerpo, con jadeos roncos, meciéndose sobre él con profundidad y pasión.
Cuando ambos alcanzaron el orgasmo, sus respiraciones estaban entrecortadas y Geo, buscó los brazos del rubio, para acomodarse contra su pecho, le encantaba escuchar como el corazón de Gustav lentamente volvía a latir con calma.
—Si no te amara ¿crees que te permitiría que me usaras de esta manera?
—No te uso.
—Lo sé… aunque no lo digas, sé que también sientes cosas por mí.
El rubio sonrió, era cierto, él también estaba enamorado, pero algo en su interior le advertía que no lo dijera, porque cuando lo hiciera, perdería a Georg. Y al parecer el momento de la pérdida había llegado.
—Te amo Gus, y lo de la conspiración es real. Mi familia pertenece al clan de los Taurinos, somos descendientes del dios del toro, el “Minotaurus”. Y llevamos una marca grabada en nuestra piel. Mírala —le señaló el brazo izquierdo.
Los dedos de Gus recorrieron la marca casi con reverencia, él ya había visto esa marca antes, en un chico de la escuela que siempre buscaba hablar con Tom, pero el rastudo siempre lo ignoraba y se ponía de mal genio.
—Bill y Tom también la tienen, pero ellos son rebeldes y la ocultan con esas playeras que cubren por completo sus brazos. Ellos odian al clan, y yo estoy sintiendo lo mismo que ellos, porque es este clan, quien me aleja de ti.
—¿Por qué dices que los Taurinos forman una conspiración? —preguntó el rubio, un poco más receptivo a una explicación.
—¿Has oído hablar del “Club Bohemio”, “los iluminatis” o “los masones”?
—Eso creo —su mente sólo reconocía a los dos últimos, pero le causaba morbo todo aquello, esas organizaciones eran asesinas si sus miembros no se comportaban de acuerdo a las normas que exigían. Sintió temor de que todas esas teorías fantásticas fueran reales y que efectivamente su Geo estuviera envuelto en una de ellas.
—Los Taurinos lideran todas esas organizaciones, y la mayoría de los miembros originales, son Taurinos —explicó el castaño.
—¿Qué tiene de especial los Taurinos? ¿Por qué mencionaste al “Minotaurus”?
—La verdadera leyenda dice que el “Minotaurus” era una criatura celestial, un dios en la Tierra, y que dio vida a una nueva raza de guerreros, “Los Taurinos” —explicó Geo—, pero las otras razas, pese al temor que tenían de su fuerza sobrenatural, comenzaron a cazarlos, para eliminarlos. Ya sabes, todo lo que el hombre no entiende, simplemente lo destruye —se alzó de hombros—. Cuando el gran “Minotaurus” fue asesinado, el clan quedó a la deriva y todos huyeron por sus vidas.
—¿Entonces eres muy fuerte? —bromeó el rubio, apretando uno de los grandes bíceps del Geo.
—Sí, lo soy —rió el castaño y le robó un beso al rubio—. Pero el clan se estaba extinguiendo, así que optaron por organizarse, haciendo reuniones en las que las nuevas generaciones se mezclaran con otros Taurinos y así tuvieran hijos “pura sangre”.
—Por eso están todos emparentados. Tú eres primo de Bill y de Tom, y seguramente ellos también son primos lejanos, por sus apellidos —agregó el rubio, comprendiéndolo todo.
—Exacto…
—¿Y tú debes encontrar a tu pareja “pura sangre”? —preguntó, comprendiendo el punto de aquella conversación.
—Así es, aunque un poco más complicado que eso.
—Explícame Geo. Necesito entenderlo todo —aunque en su corazón, Gus comprendía, pues él mismo había sentido la fuerza del toro aquella vez en que estuvieron solos en los túneles del laberinto.
—Volvemos a la historia —suspiró—. Como el “Minotaurus” había muerto, podía ver lo que ocurría desde el cielo, y para poder ayudar a mantener la sangre pura de su pueblo, les dio una bendición, que ahora para mí es como una maldición —continuó el castaño, evitando la mirada del rubio.
—¿Qué fue?
—Nos dio un “Mate”
—Esa palabra… un “Mate” es un compañero, pero ¿por qué ese término? Se usa en los animales “The mating season” —recordó la frase de un libro de biología que leyó.
—Así es Gus. El cada generación de jóvenes Taurinos, viene alguien destinado a ser tu “Mate”, lo reconoces por el aroma y el sexo —agregó el castaño, apretando los puños. El rubio también se tensó y tras unos segundos dijo.
—Ya veo, por eso Tom odiaba a su familia. No quería ser tratado como un…
—Animal —Geo terminó la frase.
—¿Tú ya tienes una “Mate? Bill y Tom están unidos, eso está más que claro, hasta yo lo sé, y no soy parte de tu clan.
—Es cierto, ellos son “Mates”, pero yo… aun no tengo a la mía —los ojos del rubio se veían esperanzados—, sin embargo, este es mi último año para encontrarla, de lo contrario, el clan me cazará.
—¿Te cazarán? ¿Quieres decir que te matarán? —la voz del rubio subió una octava por el susto. Era cierto, las conspiraciones eliminaban a los miembros defectuosos.
—Tal vez en un principio me obligarían a someterme hasta unirme a ella y embarazarla, y si no cumplo con mis labores yo… desaparecería… en algún accidente o en algún evento extraño.
—Dios mío. Entonces… sí es cierto.
—Te dije que era una conspiración.
—¿Pero por qué mencionaste a los hijos de Nosferatu (vampiros) y los Licántropos? —preguntó el rubio, recordando su enojo inicial—. Esos seres son sólo fantasía del cine.
—No Gus. Los mencioné porque ellos también existen. Son menos en número y viven en forma clandestina, no son tan poderosos como los Taurinos, pero sí existen.
—No puedo creerlo.
& Fin Flashback &
Georg suspiró en la línea del teléfono y volvió a repetir.
—La encontré…
—¿A tu “Mate”? —preguntó el rubio, necesitaba asegurarse, pero el dolor en la voz de su novio le indicaba que no estaba equivocado.
—Se llama Dany.
—¿Es bonita?
—Sí lo es, es muy delicada, tiene manos pequeñas —su voz se iba cortando a medida que la describía, comparándola con el cuerpo grande y fuerte de Gustav.
—Calma Geo, calma… ya te lo dije una vez y lo repito…
—Lo siento Gus.
—No es tu culpa, Geo. Sólo recuerda que yo siempre estaré aquí, te quiero ¿Sí? Recuérdalo siempre.
&
Mientras, muy lejos de allí, Tom sostenía el teléfono en su mano, hablando con su adorado pelinegro, sonreía cada vez que el menor reía, le encantaba escuchar su voz cada vez más grave, pero que no perdía ese toque de inocencia que sólo su pequeño poseía.
—¿Y qué más me harías si me vieras ahora, bebé? —preguntó Tom, notando como cambiaba su inicial conversación a una mucho más erótica.
—Primero cielo, te sacaría esa enorme playera y pasaría mis manos frías por ese vientre tuyo, que está cada vez más marcado —oyó como el menor soltó un jadeo y casi podía imaginarlo, lamiéndose los labios—. Mmm cielo, pasaría mi lengua muy cerca de tu ombligo, porque sé que eso te calienta mucho.
—Aahh —gimió el rastudo, bajando su mano derecha hasta meterla bajo sus holgados pantalones. Acarició su sexo por sobre la tela del bóxer y gimió otra vez—. Billaaaa…
—Me encanta cuando gimes mi nombre Tomi…
—Es que tú eres tan… ardiente bebé.
—Y a mí me encanta calentarte, para que estés muy, muy duro y me llenes por completo cuando entras en mí mmeeooww.
—¡PLASH! —se oyó un ruido muy fuerte, incluso Bill lo escuchó al otro lado del teléfono.
—¡¿Qué demonios?! —gruñó el de rastas y Bill se alteró. Podía sentir todo el enojo de su “Mate”, aun a la distancia, lo sentía en cada fibra de su ser.
—¿Qué ocurre? —preguntó muy nervioso el pelinegro.
—Debe ser mi padre. Voy a ver.
—No cuelgues, lleva el móvil —pidió y Tom sólo corrió escaleras abajo con el celular en la mano.
—¡¿Por qué demonios vuelves a mencionar su nombre en mi casa, maldita perra?! —gritó Jorg a su madre en la cocina, ella estaba junto a la mesa con un vaso destrozado a sus pies.
—¡No te atrevas a gritarle a mi madre! —gritó Tom entrando en la cocina y escuchando sólo la última frase, se sentía completamente indignado. Dejó el móvil en una silla y se puso como escudo entre Simone y su padre.
—Tú no te metas. Eres un puto marica que no sabe ni siquiera defenderse, a puesto a que ya te han follado varias veces —le molestó con sorna, cosa que irritó increíblemente a Tom, quien de inmediato sintió que la ira lo invadía.
Jorg y su madre, notaron de inmediato el aura roja que se formó en torno al cuerpo del rastudo, quien apretó los puños y se acercó a su padre, dispuesto a golpearlo.
—¿Qué vas a hacer? —preguntó Jorg, incitándolo a demostrar su poder Taurino.
—Te mataré si vuelves a maltratar a mi madre.
—¿Tú y cuántos más? —presionó el adulto, advirtiendo que el rojo del aura se intensificaba y se ponía cada vez más densa.
—Te odio —Tom empuñó su mano, dispuesto a asesinar a su progenitor, pero la suave mano de Simone en su hombro le calmó.
—No hijo.
Tom le tomó la mano y la llevó hasta el cuarto de invitados y la dejó allí.
Mientras en la cocina, Jorg gruñía de molestia por lo que acaba de presenciar, su hijo al parecer era mucho más fuerte que él, podría haberlo matado de no haber sido por la intervención de su mujer.
El que también estaba furioso, era Bill que continuaba en el teléfono, oyendo los desvaríos de Jorg Kaulitz.
—Maldito, algún día me las pagarás. Apenas cumpla los 18 me llevaré a Tomi de allí.
Continuará…
¿Podrán realmente liberarse del poder de los Kaulitz? ¿Qué harán para evitar que los del “Club Bohemio” descubran que ellos son los padres del elegido? No se pierdan la continuación.