8: Lo que te hace hermoso

Fashion” Fic Twc / Toll escrito por MizukyChan

Capítulo 8: Lo que te hace hermoso

If only you saw what I can see. You’ll understand why I want you so desperately

(Si pudieras ver lo que yo veo, entenderías por qué te quiero tan desesperadamente)

Los días que siguieron, Tom conoció a Andreas, mejor amigo de Bill, ambos le ayudaban a acostumbrarse a su nuevo estilo de vestuario, y sobre todo a tener una actitud acorde a su nuevo “look”.

Afortunadamente, sólo le tomó un par de días aprender a caminar sin sujetarse los pantalones, pensando que se caerían, el resto del proceso iba bien. Pero a pesar de sus avances, Tom se negaba a vestir así en la escuela.

Haremos una prueba hoy, Bill —dijo el rubio a su lado, en la banqueta del frente de la escuela.

¿A qué te refieres con una prueba? —preguntó el pelinegro viendo las fotos, que el detective de  Andreas continuaba sacando tanto de Tom como de Gustav, las víctimas de la apuesta.

Esta noche lo llevaremos a un club —confirmó el rubio.

¿Saldremos esta noche? —preguntó Georg al integrarse al grupo—, es genial.

Pero es miércoles —dijo Bill con un poco de pánico en su voz—, mañana hay clases.

Nunca te ha importado antes —dijo el castaño, extrañado por la actitud de su amigo.

¿Qué ocurre?, ¿no confías en las habilidades de Tom?, ¿piensas que te dejará en ridículo? —dijo el rubio con un tono malicioso.

¿Hablan de Tom: “la víctima”? —preguntó el castaño.

Georg —el pelinegro tomó la mano de su amigo y le miró a los ojos batiendo sus largas pestañas pintadas—. No le vuelvas a decir “la víctima”, o a mencionar nada de la apuesta frente a él o… —su voz cambió a uno de total seriedad—, te castraré.

Gmñs —no se comprendió nada de lo que el castaño quiso decir, pero no cabía duda de que entendió el mensaje.

Entonces, ¿esta noche? —insistió el rubio.

Le preguntaré ¿ok? —ya no había vuelta atrás y Bill sentía que el que no estaba preparado para mostrar al mundo su tesoro era él. Era egoísta de su parte, pero no podía negar que le gustaba Tom, no sólo físicamente, se sentía tan bien en su presencia, tan cómodo, que sabía que cualquiera que lo conociera se sentiría atraído por él, Tom era como la miel que atraía a todas las abejas. ¿Y si alguien lo alejaba? ¿Si ahora que ya no era un “patito feo” le daba fuerzas para irse con alguien mejor? Todas esas interrogantes le hacían dudar.

&

Bill pasaba el peso de su cuerpo de un pie a otro, mientras esperaba a que la práctica deportiva de Tom acabara, repasando mentalmente lo que había planeado decirle para invitarlo a un club esa noche. Ni siquiera había notado que cerca de las gradas estaban las porristas.

Vamos, Bill, tú puedes convencer a todo el mundo de todo lo que quieras, porque eres irresistible —se decía bajito el pelinegro—, entonces ¿por qué tienes tanto miedo a que te rechace? —de pronto sus manos comenzaron a sudar.

¿Bill? ¿Qué haces aquí? —preguntó el rastudo acercándose al menor, quien de inmediato se sonrojó.

Tom… yo… oh Tom…

Hey… —al mayor no le gustaba acercarse demasiado a Bill cuando estaba sudado, pero no pudo evitarlo, no le gustaba ver al pelinegro tan inquieto. Le tomó la mano y lo llevó a las bancas—. ¿Qué te ocurre?

Tomi yo… —levantó ligeramente la mirada, pero al toparse directamente con los achocolatados ojos del rastudo, se quedó sin aliento—. Yo quiero, bueno…

¿Qué quieres?

Quiero ir a bailar… con los chicos —bajó la mirada—, y sé que es día de escuela, pero me gustaría que estuvieras ahí —jugaba con el dobladillo de su playera, nerviosamente—. Me sentiría más seguro si tú estás presente.

¿Eso era tan difícil de decir? —El mayor sonrió y le levantó el rostro a Bill por la barbilla—. Es parte de mi trabajo, claro que lo haré —esas palabras fueron una punzada para el pelinegro.

Pero si te sientes obligado, mejor no… no quiero obligarte, además Bushido no estará ahí, no tiene como saber que yo iré —dijo rápidamente para tratar de deshacer el nudo en su garganta.

Calma, Bill, comprendo que quieras divertirte, siempre lo haces. Yo estaré ahí contigo. ¿A qué hora? —preguntó y entonces un sudor frío le recorrió la espalda.

A las diez paso por ti.

Mmm Bill… —le miró con vergüenza—, te pido perdón desde ya.

¿De qué hablas?

Por si te avergüenzo delante de tus amigos —bajó la mirada, y esta vez fue el turno de Bill de tomarle la mano.

No lo harás.

&

Puntualmente el pelinegro llegó al departamento del mayor y, sin aliento, tocó la puerta.

Bill estás exhausto, voy por agua —dijo Tom entrando de vuelta a su departamento.

Un día moriré antes de llegar a verte —dijo dramáticamente el pelinegro y se hundió en el viejo sofá.

Abrió grandemente los ojos cuando Tom regresó a la sala con el vaso de agua, su atuendo era impecable, sus rastas se mecían pese a estar firmemente atadas atrás. Tragó grueso.

Te ves genial —le dio un cumplido.

Es sólo la ropa, sigo siendo un alien —terminó el rastudo sentándose junto al menor.

No te había visto con todo puesto y luces realmente genial —volvió a decir el pelinegro, ignorando el comentario anterior—. Luces sexy —le guiñó un ojo.

Estás loco, Bill. Me da mucha pena salir así.

¿Por qué? Eres un galán —le golpeó el hombro juguetonamente.

Pero tus amigos son diferentes.

Ya conoces a Andreas —le dijo el menor.

Sí, pero…

Tom, sólo… divirtámonos esta noche, ¿ok?

Está bien.

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Entraron al salón VIP y se reunieron allí con otros chicos. Bill tomó la mano de Tom para que se sentaran juntos. No quería que ocurriera algún accidente y que por causa del alcohol  a alguno se le escapara su secreto: “la apuesta”.

Pusieron una ronda de cervezas y una soda para Tom, quien prometió que conduciría de regreso a casa. Por causa de la ansiedad, Bill no había comido nada en el día y el licor rápidamente se le fue a la cabeza. Era todo risas y guiños para el rastudo quien se reía de las gracias del menor.

Pasaron las horas y unas chicas guapas se acercaron a ellos. Una claramente se le insinuó a Tom y Bill apretó los dientes, cuando ella tomó la mano del rastudo guiándolo a la pista de baile, él tomó a  otra chica y le siguió.

Bill se puso frente a Tom para verle y mostrarle lo buen bailarín que era. Su guardaespaldas por otra parte estaba feliz de verle contento, pero la rubia frente a él también era una tentación.

Oh Tomi —se acercó a su oído para que le escuchara—. Esta canción habla de ti.

You’re insecure. Don’t know what for. (Eres inseguro y no sé por qué) —comenzó a cantar con la canción. Tom puso atención y sonrió.

You’re turning heads when you walk through the door. (Haces que giren la cabeza cuando cruzas la puerta) —el rastudo se sonrojó al pensar en lo que Bill le cantaba.

Don’t need make up to cover up. Being the way that you are is enough (No necesitas maquillaje para cubrirte. Ser como eres, es suficiente) —el menor hizo muecas mostrando su propio rostro maquillado y Tom sonrió más.

Everyone else in the room can see it. Everyone else but you (Todos aquí pueden verlo. Todos menos tú) —todo iba bien hasta que sonó el coro.

Baby you light up my world like nobody else (Iluminas mi mundo como nadie más) —esas palabras eran más profundas.

The way that you flip your hair gets me overwhelmed (la forma en que mueves el cabello me sobrecoge) —Bill señaló sus rastas y otra vez Tom se sonrojó.

But when you smile at the ground it aint hard to tell (Pero cuando sonríes y bajas la cabeza no cuesta darse cuenta) You don’t know Oh Oh You don’t know you’re beautiful (Que no sabes, no sabes que eres hermoso)

Esas palabras hicieron que Tom se quedara quieto. Bill lo consideraba hermoso, ¿qué significaba eso? Eso no era propio de amigos, ¿o sí?

Esa canción es tan linda —dijo la rubia acercándose a él.

Sí, eso creo —contestó él titubeando. No quería levantar la mirada y ver a Bill.

Es ideal para conquistar a una chica —volvió a hablar la mujer.

¿Conquistar? —casi se ahogó con la palabra—. Creo que necesito un trago.

Regresaron a la mesa y observaron a Bill seguir bailando con la morena. La rubia llenó el vaso de Tom, pero no con cerveza, sino con vodka, pero el rastudo estaba tan obsesionado con la palabra “conquistar”, que no le importó el escozor en su garganta y lo bebió hasta el fondo.

La chica tenía su mano peligrosamente cerca del miembro de Tom y éste no se daba ni por aludido, hasta que Georg se acercó a su oído y le susurró.

Creo que deberías llevarla a follar por ahí —y le guiñó un ojo.

¿Eso crees? —preguntó, dándole una mirada a la chica, era bastante atractiva.

Sí, pero ten cuidado, nada sin protección —le aconsejó el castaño.

Mierda, como no venía a eso, no traje nada —Georg se rió de este chico, pensando que era obvio que Tom no pensara en sexo, ya que para él, Tom era un nerd en proceso de cambio. Sonrió y sacó su billetera y de ahí dos plásticos.

Por si hay segunda vuelta.

Gracias —tratando de disimular, el rastudo guardó los condones en su bolsillo, pero la chica le vio y se lanzó a su boca, sabiendo lo que venía.

Justo en esos momentos. Bill y la morena llegaban a la mesa y les dijeron adiós al ver que se marchaban. Una oleada de celos invadió el corazón del pelinegro, quien llenó su copa y la vació de un solo trago.

Tu víctima no salió tan nerd como creímos, Bill —dijo riendo el castaño, sin percatarse del ceño fruncido del menor.

¿A no?

Le acabo de entregar dos preservativos para ir a jugar con la rubia.

Puta de mierda —gruñó el pelinegro en la mesa y vació otro trago, y luego otro, y luego otro…

&

Después de muchos vasos vacíos, Tom reapareció sin mujer, pero con un rostro completamente satisfecho. Se sentó junto a Bill, quien le ignoró y sonrió ante el guiño cómplice del castaño.

¿Y cómo estuvo?

De uno a diez —llevó la mano a la barbilla, como pensando—, se ganó un cinco.

Claro amigo, si has visto una vagina, las has visto todas —gruñó Andreas tomando una copa y alzándola como brindis—. Por las vaginas.

Por las vaginas —brindaron los demás, excepto el pelinegro, quien apretó los dientes, furioso.

Son unos cerdos —y volvió a llenar su vaso.

&

A las dos de la mañana decidieron marcharse y cuando Bill trató de hacerlo, todo el piso se tambaleó, tuvo que sujetarse fuertemente de la mesa para no caer.

¿Estás bien? —preguntó preocupado el rastudo.

No creí que estaría tan borracho —gimió el pelinegro.

Te ayudaré —Tom le sujetó por la cintura y pasó el delgado brazo por su cuello, para que pudieran estabilizarse—. Cuando respires te sentirás mejor.

Pero al salir, el aire fresco sólo empeoró la sensación de vértigo en el pelinegro, quien se aferró fuertemente a su guardaespaldas.

Dios, Tom, no puedo regresar así a casa —respiró con dificultad—, será mejor que me vaya con Andreas.

Se fue hace más de media hora, ¿no lo recuerdas? —dijo irónico el mayor.

Mierda, me castigarán, no puedo llegar allá. Llévame contigo, Tom —suplicó al caer en el asiento del copiloto.

¿Estás seguro? —preguntó el rastudo sentándose a su lado, y asegurándole el cinturón—. No quiero que mañana despiertes y quieras matarme.

Suponiendo que logre despertar en la mañana… —dijo con ironía el menor—. Anda, vámonos.

&

Tom prácticamente cargó a Bill a su departamento y agradecía a todas las deidades que sus pantalones no se cayeran mientras subía por las escaleras.

Lo llevó a la cama y con suavidad lo acostó allí. Le vio respirar con dificultad y pensó que se estaba asfixiando con lo ajustado de sus ropas y procedió a quitarle los zapatos, la chaqueta de cuero, le desabotonó el pantalón y sintió que el menor levantaba las caderas para ayudarle.

Lo siento, Tom, soy un desastre —susurró, con los ojos cerrados, demasiado avergonzado y sentido por todo lo que había ocurrido esa noche.

Tranquilo, eres un adolescente, puedes hacer este tipo de cosas.

No lo hago siempre, ¿sabes? Es que estaba tan… —apretó los dientes.

Ssshhh calma. Déjame quitarte esto, huele a cigarrillos —le quitó la playera y las joyas que traía. Sacó uno de sus pijamas y le ayudó a ponérselo—. Ya está, duerme.

No me dejes solo, Tom, quédate por favor.

La cama es pequeña —quiso rehuir el mayor, pero la mano del menor y sus ojos suplicantes le hicieron cambiar de idea.

Tomi…

Está bien, deja que me cambie.

Tom se puso su pijama y Bill se movió para darle espacio. Cuando se acostó, le dio la espalda al menor quien suspiró cansado y dijo.

Lo siento tanto, Tom —su voz sonó rota y el mayor pensó que estaba llorando, se giró y abrazó al pequeño—. No quiero que seas como ellos.

¿Eh?

No seas como nosotros —lloró en el pecho del rastudo, hasta que se quedó dormido.

&   Continuará    &

¿Habrá entendido algo Tom sobre esas frases? ¿Qué pasará cuando Bill vuelva a estar sobrio? No se pierdan la continuación y gracias por venir.

Escritora del fandom

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