“Pumba y sus amigos” Fic Twc / Toll escrito por MizukyChan
Pumba perdona
Al ver partir a Durkas con el rabo entre las piernas, Pumba se sintió peor. Creyó que al enfrentarlo, su hermano le explicaría por qué le había quitado a su padre, pero no lo hizo, al contrario, lucía confundido y perdido y eso lo hizo sentir aún más mal, casi tanto como cuando descubrió a papi Bill abrazándolo en la cama.
—¡Mierda! —Soltó un suave gruñido y volvió a bajar las escaleras.
—No puedo creer que el favorito hiciera algo tan bajo como eso. —El perrito oscuro descendió junto a Pumba, negando con la cabeza. Era cierto que él siempre competía con Durkas, pero era justamente porque lo admiraba, aunque jamás en la vida lo admitiera.
—No vayan a tomar a mal mis humildes palabras —dijo la voz fina de Oliver—, pero creo que el can de impresionante estatura no tiene conocimiento de la acusación que hiciste contra él, estimado y atractivo, Pumba. —Llegó a la primera planta antes de los otros dos y se giró para esperarlos—. Tu hermano, debe tener una explicación para su comportamiento, de lo contrario no habría osado a robarte a tu amo, ya que, como mencionó mi queridísimo primo, Rafael, eso es algo muy bajo entre los de nuestra especie.
—¡¿Y tú por qué lo defiendes?! —preguntó indignado el perrito oscuro.
—Sé identificar a alguien culpable cuando lo veo y Durkas, no tenía rastros de culpa en sus ojos, sino más bien, confusión…
—Sí, claro… —dijo irónicamente Rafael—. Apuesto a que te gustó el gigante.
Pumba notó un ligero rubor en las pálidas mejillas de Oliver y no comprendió de qué hablaba el otro, así que decidió proseguir con su marcha hasta el jardín. Necesitaba pensar y sacarse ese malestar que tenía en la panza.
—No digas bobadas, Rafael, hay niños presentes. —Gruñó, señalando a Pumba con la cabeza, pero este se alejaba de ellos—. Ve a consolar al cachorro, mientras yo voy a buscar pistas sobre la verdad de este gran misterio, o más bien… malentendido.
Al cabo de un rato, Pumba se había cansado de decir las pocas palabras obscenas que conocía, repitiéndolas en más de una ocasión (porque en verdad no sabía muchas) y se había echado en la mullida alfombra de un sector aislado de la casa. Por supuesto, Rafael lo había acompañado todo ese tiempo, no dejando que aullara en ningún momento, porque (pese a su dueño, el humano Alex) él era su amigo y camarada canino.
Cuando ambos estuvieron a punto de quedarse dormidos, se oyó una voz cantarina, llena de felicidad y un aroma delicioso llenó el aire.
—¡Bebés! —Llamó la voz de papi Bill.
Por la fuerza de la costumbre, las orejas de Pumba se alzaron de inmediato y se obligó a olvidar su cansancio, para levantarse y moverse en dirección de su padre.
—¡Huele delicioso! —Exclamó el perrito negro, lamiéndose el hocico de gusto.
—Seguramente hicieron cuchi-cuchi, por eso huele tan bien: son comidas especiales. —Explicó el perrito anfitrión, alzando las cejas.
—Joder, adoro a tus padres. —Pumba habría jurado que vio corazones en los ojos de Rafael y sin poder evitarlo, sonrió.
Llegaron a la cocina y Durkas junto a Oliver, ya estaban con las cabezas enterradas en los platos de comida. Pumba no los culpó, es que olía maravillosamente, así que corrió a su propio plato.
—Mira que bebés tan hermosos —dijo Bill a su gemelo, quien entraba a la cocina.
—Adorables, aunque solo veo sus colas —respondió el barbudo—. No como ayer, mira esta foto. Te veías hermoso durmiendo con “mi niño”.
Pumba paró las orejas, pero no fue el único, los demás animales también lo hicieron.
—Me quedé dormido esperándote —comentó Bill, tomando el celular de Tom—. Estaba tan cansado y asustado por tu enojo.
—No eras el único cansado. —Agregó Tom—. Durkas no fue capaz de moverse, creo que ni siquiera sintió que te durmieras a su lado, con lo loco que eres para dormir, el pobre tiene suerte de que no terminaras aplastándolo.
—GUAU —Ladró bien fuerte el cachorro.
Los brazos del rubio cogieron al pequeñín y lo alzaron en el aire, para poder darle un beso en las orejas, como sabía que le encantaba a su bebé.
El sonido de un clic, más la leve luz del flash del celular, anunció otra perfecta toma para el álbum familiar, Bill y su bebé. Pero Tom siempre atesoraría la otra foto, pues estaban sus dos amores abrazados, esperando ser protegidos por él.
Pumba sintió que su panza volvía a llenarse de amor incondicional por su papi regalón, Bill. Mientras que otro sentimiento se expandía en su cuerpo, era amor, pero otro tipo de amor, uno que llagaba hasta las patitas. Durkas era su héroe y nunca le había fallado, había sido todo un malentendido.
—¿Ves a qué me refería, Rafael? —dijo Oliver, dándole un pequeño coletazo a su primo.
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Después de la deliciosa comida, los cuatro perros salieron al jardín del frente, por petición de Oliver, quien había admirado los bellos tulipanes de colores que crecían allí.
De pronto, unos sonidos extraños, llamaron la atención del más pequeño del grupo, quien se fue hasta la cerca y se asomó lo más que pudo y dio un chillido de susto.
—GUAU.
Alarmados por el grito de Pumba, los otros tres canes corrieron a su lado—. ¿Qué te pasa, pequeño? —preguntó el moteado, preocupado por la seguridad de su hermano—. ¿Te clavaste la nariz con alguna espina de las rosas?
El perrito negó con la cabeza y temblorosamente, giró el rostro hacia afuera. Los perros mayores miraron como una perrita callejera era montada por otro perrito de la vecindad. Durkas le dio una mirada a los otros dos, pidiendo ayuda. Explicarle a Pumba qué era el cuchi-cuchi era una cosa, pero que viera estas cosas pornográficas en la calle, era otra.
Carraspeando, Oliver giró y echó a andar, para que el cachorro lo siguiera—. Déjame explicarte, querido anfitrión. —Pumba lo siguió despacio, tenía los ojos muy abiertos y estaba un poco asustado—. Verás, la compañera hembra que viste en la calle, tiene un problema con las piernas, le cuesta caminar. Lo sé, porque he pasado por su casa un par de veces.
—Eso es mentira —susurró Rafael a Durkas, pero ninguno de los otros perritos escuchó.
—Y el otro perrito, el que venía detrás de ella, se ha dado el trabajo de ayudarla a caminar, empujándola por detrás… eso es todo. —Explicó como si fuera la cosa más natural del mundo.
—Oh, con que era eso. —Pumba soltó un suspiro de alivio, mientras que Durkas y Rafael, se mordían los labios por no largarse a reír—. Gracias por explicarme, por un momento pensé que ese perro la estaba violando o algo peor.
Los tres perros mayores abrieron los ojos como plato (¿o.o?) ¿Se dónde conocía la palabra violar, si solo era un cachorro?
—Están suspendidas las horas de televisión sin que yo esté a tu lado. —Anunció el perro moteado, poniéndose al lado de su hermanito.
Oyeron unas risotadas y todos los perritos giraron—. ¡Los tíos G’s! —Gritaron tanto Durkas como Pumba. Se miraron en forma cómplice, si el día había empezado mal, estaba cambiando rápidamente a ser un día grandioso.
& Continuará &
Como pueden ver, esta pequeña pelea entre los hermanos, bebés de los Kaulitz, se transformó en un período de tregua con Rafael, eso sumado a las patitas de pollo que traerán los tíos G’s, volverán el siguiente capítulo en una cosa chistosa, no se pierdan “Pumba se Divierte”