«Backstage» Fic TWC de LadyScriptois
Capítulo 14
Antes de las vacaciones de Tokio Hotel.
Ya no eran los mismos chicos de dieciséis años que vivían su pequeño mundo donde todo era un romance eterno. Con los días, las semanas y los meses, dejaron de ser simplemente una banda famosa en los alrededores de Alemania, se rompieron las fronteras de Europa y eran: ¡Tokio Hotel!, unos chicos mundialmente conocidos, con muchos premios y una carrera musical prometedora.
Pronto, David no estaba a cada hora recordándole a los gemelos que tenían que mostrarse muy juntos ante el público, porque había nuevas estrategias de marketing y aquella medida publicitaria pasó al olvido, sólo dejando algunas bromas.
El estrés era demasiado, la presión constante, y cada quien parecía tener la manera de combatirlo. Georg y Tom, con las hormonas alborotadas y fama, disfrutaban de cada noche que podían como cualquier chico de su edad, sólo que con algunas limitaciones y algunos privilegios dado a su posición; Gustav algunas veces los acompañaba, leía libros, escuchaba música y se encerraba en su mundo; mientras que Bill, él parecía ser el más agotado con todo eso.
El cantante sólo quería descansar en las pocas horas que podía, preferiblemente al lado de su hermano. Algunas veces, aunque sencillamente quería estar en la habitación del hotel y darle descanso a su cuerpo que lo pedía con urgencia, él decidía ir a fiestas con el resto del grupo y así pasar ese tiempo junto a su gemelo. Sin embargo, no siempre parecía funcionar, porque Tom se enfocaba más en las competencias con Georg sobre quién conquistaba a más chicas.
Él decidía irse del lugar y pasadas un par de horas su hermano iba a buscarlo a su habitación, asegurándole que nada sucedía con esas chicas y que sólo era parte del fanservice. Luego, cuando Tom le afirmaba que lo amaba, él sonreía y se sentía un poco tonto por desconfiar. El gemelo mayor le besaba con amor y Bill dormía a su lado, recostado en su pecho, pensando que podía pasar todo el día lejos de su hermano, sometido al estrés, entrevistas y fotógrafos, pero que sólo un par de horas al lado de Tom y todo desaparecía y podía sentirse como nuevo.
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Todo lo que conllevaba la fama le estaba afectando. El poder tener todo lo que un adolescente soñaba, mujeres que darían todo por un simple beso y dispuestas a lo que sea, pero no poder tomarlo por estar atado a alguien, empezaba a confundirlo y aunque amaba a Bill, se estaba dejando arrastrar por lo que deseaba: estar en fiestas, con mujeres y divertirse.
Con el tiempo y la adolescencia, Tom empezaba a debatirse su relación con su hermano, las promesas de amor y sus propios sentimientos. Nuevamente: ya no tenían dieciséis. Había nuevas responsabilidades y no había demasiado tiempo para ellos, y aunque Bill era feliz con acurrucarse un par de horas a su lado, no parecía ser suficiente para Tom y empezaba a cuestionarse qué demonios estaban haciendo.
Empezaba a ver esa relación más con la mente que con el corazón, entendía que eso no estaba bien, que no era bien visto por la sociedad, y se sentía paranoico de ser descubiertos; para él ya no era correcto tener que esconderse siempre, ni el pensar cómo actuar ante alguna situación para no crear desconfianza ante el otro, porque aunque en público ellos eran solo hermanos, realmente tenían una relación, y como en toda otra hay celos, algunas desconfianzas y sentimientos involucrados.
Empezaba a pensar que diría su madre, que pensarían sus amigos, todo eso que no se interrogaba porque sus ojos estaban cubiertos por un velo de amor, ahora salía a flote y comenzaba a sentirse asfixiado, cansado, descubierto, vigilado, paranoico, atado, necesitado de algo más, tal vez un poco de libertad.
Llegó un punto, en que sin darse cuenta, empezaba a sentirse incomodo en la relación. Ya las muestras de afecto de Bill no le parecían tan aceptables como antes y sin poder evitarlo empezaba a rechazar a su hermano.
Habían veces, en las que su corazón se estrujaba y le recordaba que Bill seguía mandando allí, que lo que tenía en la cabeza eran inseguridades normales, pero que no se dejara guiar por ellas, que valorara lo que tenía con su gemelo, que lo escuchara a él: a su corazón; y eran esas veces, donde le hacía el amor al menor con esa ternura que lo desbordaba y que hacía que Bill temblara de amor. Pero luego, su corazón dejaba de hablarle, o él dejaba de escucharle, y volvía a alejarse de Bill.
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El menor de los Kaulitz se sentía muy confundido con las actitudes de su gemelo, pero había inseguridades desde el inicio de su relación que nunca fueron cumplidas, había promesas de amor, y Bill se aferraba a ello. Así que, él decidió ser considerado con su hermano.
Él estaba cansado, tal vez su gemelo también lo estaba. Tom pasaba horas tocando la guitarra, tal vez por eso necesitaba una cama para él solo y poder descansar mejor. Su gemelo era realista, mientras él era el soñador, tal vez por eso estaba agotado mentalmente y quería distraerse en las noches. Él lo aceptaría, él le permitiría a su gemelo que se relajara y no lo atosigaría, dejaría que distrajera su mente aunque se muriera de celos preguntándose si aquello que Tom llamaba fanservice, y que David medio apoyaba, pasaba a algo más; él soportaría que el frío de una cama de hotel abrigara su cuerpo si Tom podía descansar completamente el suyo. Él aceptaría cualquier cosa para que su hermano fuese feliz.
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Apenas había pasado cuatro meses desde que los gemelos celebraron sus diecinueve años y estaban a dos meses de finalizar su agenda y tener sus vacaciones, cuando Natalie, su estilista, tuvo que marcharse por problemas familiares.
Y el corazón de Tom fue silenciado totalmente.
Su nombre era Melanie, pero se presentó como Mel. Tenía veintitrés años, sus ojos eran azules como el mismo cielo y su piel blanca como el algodón. Sería su estilista mientras Natalie volviera, pero fue algo más para Tom.
Era divertida y tenía un aire embriagante de esa extraña libertad que ansiaba Tom. Carismática y con una manera peculiar de ver la vida. Fue envuelto totalmente por ella. Tom no se había sentido más lleno de adrenalina y libertad que en esos últimos meses, donde se volvió un maestro al ser infiel.
Gustav y Georg eran los únicos que sabían de sus andanzas con Mel y que hacía más que bailar con las chicas en las noches de fiesta. Era algo que debía mantener en secreto y que empezaba a ser peligroso.
Su cuerpo seguía reaccionando ante su gemelo, como ningún otro cuerpo lo podía hacer reaccionar. Aunque luego se sentía mal; porque Bill se sentía amado cuando él no estaba seguro de lo que sentía; e incluso un poco incómodo por estarse acostando con su propio hermano. Sin embargo, no podía evitar hacerlo suyo, no con Bill tan dispuesto como nadie más.
Pero mantener relaciones con Bill empezaba a ser un problema.
Una de las características de su hermano es que era un poco ruidoso en la cama y dejaba marcas con sus uñas. A Tom nunca le importó hasta ahora que tenía una aventura con una chica del staff.
Si los G’s llegaban a escucharle hacer el amor con Bill, podrían creer que era Mel, y si Mel llegaba a escuchar esos comentarios sabría que no era ella, porque Tom nunca tenía relaciones con ella en su habitación, siempre era en otra. Por el contrario, si los G’s llegaban a hacer algún comentario de que lo escucharon tener relaciones con Mel y Bill estaba presente, el menor sabría que no era él y dudaría de Tom.
Lo mejor era prevenir cualquier caso, así que ni Mel, ni Bill, ni ninguna otra chica podían ser muy ruidosos y mucho menos dejarle marcas en el cuerpo.
El mayor en las noches, cuando nadie estaba a su lado, cuando Bill no estaba a su lado, la luna le obligaba a pensar. Todo era confuso para él, se sentía incómodo en su relación con Bill, con sus muestras de amor, pero su corazón latía desenfrenado ante sus tímidas sonrisas y cuando se acercaba a él casi temeroso. El tener sexo con él le hacía sentir culpable, porque era su hermano y porque alimentaba algo del que no estaba seguro, pero no podía evitar desearlo.
Una vocecita le decía que le estaba haciendo daño a su gemelo, que el menor no se merecía sus desprecios, que estaba pisoteando ese amor, ese amor que le incomodaba, que él creía ya no querer y mucho menos corresponder. Y tomó una decisión.
Que no fue precisamente la que le estaba indicando esa vocecita.
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Tom se empezaba a sentir vivo y relajado, pero seguía en su mente el tormento de su relación con Bill. Mas no era consiente que Bill estaba decaído y se sentía mal por no saber qué le sucedía a Tom. El menor no podía darle más del espacio que le daba e incluso había días en los que no hablaban más de lo necesario, sentía que cualquier cosa que hacía podía ser errónea y terminar de tirar su noviazgo por la borda y eso le provocaba un gran dolor.
Tom sólo tenía contacto con él cuando lo tomaba en la cama y Bill simplemente se dejaba hacer, aunque su corazón lloraba por sentir que en Tom no quedaba amor y todo pasaba a un plano sexual. Sin embargo, pronto Tom simplemente dejó de mantener relaciones sexuales con Bill.
El menor de los gemelos intentó hablar con Tom una vez y el mayor simplemente le mintió: que el estrés le sobrepasaba, que le disculpara, que le entendiera, que era la presión, que la banda, que blah blah.
A Bill se le ocurrió la idea de realizar un viaje para ambos y Tom, con fingido ánimo, aceptó.
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Faltaba una semana para que la banda tuviera sus merecidas vacaciones, y un día antes había vuelto Natalie. Bill rio con ella porque la rubia quería deshacerse con urgencia de esas rastas bicolores que él se empeñó en hacerse antes de que ella se fuera.
Esa misma noche en la que Natalie llegó, se hizo una fiesta de despedida para Mel, ya que había sido buena con todos, y la banda y el staff le querían. Esa noche, Bill durmió solo en su cama como ya le era costumbre, mientras Tom pasaba su última noche al lado de Mel. No era una despedida sentimental, porque no había sentimientos, sólo buenos recuerdos.
Al día siguiente, Bill desapareció con Natalie, la estilista se llevó todas las horas de Bill para cambiarle el estilo y para cuando empezaba a oscurecer, el menor lucía su cabellera larga, en capas, negra y totalmente lisa.
No tuvo mucho tiempo para admirarse en el espejo, sólo esperaba que le gustara a Tom, y se dirigió rápidamente a la agencia de viajes donde tenía una cita. Sonrió al salir del lugar y esa sonrisa no se borró mientras volvía al hotel y llegaba al piso de su habitación. Allí fue cuando la sonrisa se esfumó dejando solo ojos húmedos y labios temblorosos.
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La tarde con Mel estaba siendo mágica. Ella toda era magia y a Tom le encantaba.
—Fue bueno haber pasado por tu cama. – le confesó, besando con lujuria cuello, mientras pegaba su cuerpo desnudo al del trenzado.
—Supongo que pasaste más tiempo en ella que en mi cabello. – rio besándola y ella suspiró contra sus labios, mientras buscaba entre las almohada un sobrecito que contenía una preparación especial. — ¿Quieres un poco? – le ofreció, mostrándole la bolsita antes de levantarse de la cama y dibujar una línea blanca con ese polvito sobre una de las mesitas de noche.
Tom sabía que Mel consumía ciertos fármacos, nunca le prestó mayor intención y tampoco le interesó.
—Sabes que no. – contestó.
—Sólo un poco. – pidió. —Por hoy. Son estimulantes, nada grave. – dijo, encogiéndose de hombros. —Así podemos estar hasta que me vaya. – ofreció, balanceando la bolsita entre sus dedos y Tom rio antes de aceptar probar un poco.
Cuando la hora de la partida de Mel llegó, el cuerpo de Tom no había liberado la suficiente energía para que el efecto de la sustancia pasara, porque lo que sentía una molesta pulsación en su sien que le fastidiaba de sobremanera.
Tom estaba besando a Mel, mientras se despedían y cuando la de ojos azules desapareció entre las puertas del elevador, el trenzado se fijó en que Bill había presenciado la escena y que parecía a punto de romperse a llorar.
Con un semblante impenetrable, ni siquiera ante el rostro de tristeza de Bill, tomó su mano y los guio a su habitación. No estaba dispuesto a tener esa discusión en pleno pasillo.
Bill no salía de su conmoción. Sus lágrimas estaban humedeciendo sus mejillas y él ni siquiera parecía ser consiente. Sus pies se movieron con los de Tom y llegaron a la habitación, pero él seguía sin poder emitir algún sonido.
Estaba empezando a romperse…
—Di lo que tengas que decir. – pidió Tom y luego suspiró. Su pulso estaba realmente acelerado y eso le estaba molestando.
Bill pestañeó rápidamente intentando salir de su desconcierto y limpió sus mejillas húmedas.
— ¿Qué-qué digo? Yo… – sus ojos volvieron a humedecerse, extrañamente a Tom le molestó eso. —No entiendo. – dijo bajito. — ¿Por qué estabas con ella? – preguntó con lágrimas y con la voz débil. —Nosotros…
—Nosotros necesitamos un tiempo. – fue lo que dijo Tom, mientras maldecía mentalmente a Mel por lo que sea que le dio.
— ¿U-un tiempo? – preguntó Bill, aún sin entender mucho de lo que sucedía. ¿Tom ya no lo quería? —Está bien. Uhm. – limpió sus mejillas. — ¿Un tiempo es cuánto?
— Mucho Bill, no lo sé. – contestó un tanto desbordado por la situación.
¿Por qué de pronto no se sentía tan bien lo que hizo al engañar a su gemelo? ¿Qué era lo que sentía en su pecho que le molestaba? La situación le estaba irritando, su cabeza estaba a punto de estallar y Bill sólo estaba allí, esnifando constantemente mientras intentaba no irse en llanto.
—Tom. – Bill se acercó a su gemelo cuando veía a este demasiado alterado y el mayor retrocedió.
El pelilargo se sintió más afligido de lo que ya estaba, así que simplemente se quedó apoyado a la pared.
—Si lo necesitas está bien, estamos cansados y… – quiso excusar a su gemelo.
—No es eso, Bill. – dijo con una voz tan firme que asustó un poco al menor. —Es mejor que terminemos con esto. – sentenció.
— ¿Te-terminar? ¿Po-por qué? Te daré el tiempo que necesites, Tom. – aseguró, siendo inundado por las lágrimas. —No es necesarios que hagamos el viaje, podemos hacer lo que tú quieras, puedes ir tú solo. Pe-pero – rompió a llorar, sintiéndose desesperado ante la situación, ante el semblante inafectado de Tom al decirle que quería terminar con su relación. —Yo-yo te amo, Tomi.
— ¡Y eso está jodidamente mal! – afirmó. —Joder, deja de llorar. – le pidió y Bill limpió sus lágrimas; intentó controlar sus espasmo y apretó sus labios para que no brotara un sollozo que parecía molestar a su hermano.
Bill le miró sin entender lo que decía. ¿Por qué ahora estaba mal? ¿Acaso Tom no lo amaba?
—Eso no está mal. – se dijo a sí mismo con un hilo de voz. — Yo no puedo evitarlo. – confesó con voz bajita, como si eso justificara todo, mientras su triste rostro sólo era invadido por intensos ríos salados. —Tom. Yo-yo no entiendo. ¿Qué sucede? – pidió suplicante de una respuesta.
— ¿Qué no puedes entender? – le preguntó, acercándose a él y acorralándolo.
¿Por qué Bill no podía entender que ya no quería estar a su lado?
Bill estaba un poco asustado, su hermano lo miraba con algo extraño en sus ojos, haciéndolo sentir chiquito e indefenso. ¿Tanto le molestaba a Tom?
— ¡Ya no puedo con esto! Está mal, es errado, es incómodo, es repulsivo, sucio. – le dijo en su cara y Bill se sintió quebrar, acorralado entre esos brazos que esta vez no le sostendrían.
— No lo es. Só-sólo es amor. – justificó, bajando la mirada.
—Pues no lo quiero. – informó con dureza, haciendo que el menor lo viese sorprendido.
Bill empezó a llorar sin control y eso estaba haciendo que la cabeza de Tom palpitara de forma completamente insoportable.
—Tom. – sollozó cuando este le tomó con rudeza por sus hombros.
—No lo quiero. – le repitió. —Tú y tu amor son asquerosos y me molestan. ¿Lo entiendes? – dijo antes poder pensarlo.
Maldición, ¿Cuándo volvería su pulso a la normalidad?
…Terminó de quebrarse.
Los sollozos de Bill se detuvieron y por un momento dejó de respirar.
¿Él era una molestia para Tom? Bill no quería ser una molestia para su hermano, lo amaba demasiado como para serlo. Él le estaba causando malestar a su gemelo. Él debía irse.
Las manos del mayor dejaron de lastimar los brazos de Bill al verlo tan inofensivo, mientras la mirada del menor vagaba por toda la habitación, incapaz de mirar a Tom a los ojos, a la vez que pestañeaba con rapidez para sacudir las lágrimas que reposaban en sus espesas pestañas.
La respiración del mayor estaba completamente agitada y vio a Bill asentir ligeramente ante su pregunta, mientras derramaba silenciosas lágrimas. Sí, sí lo entendía.
Se alejó completamente del cuerpo de Tom y salió de la habitación.
El trenzado se sentó en su cama, incapaz de poder tranquilizar su respiración y pulsaciones. A los minutos dejó de sentir ese constante pulsar en su sien y se quedó dormido entre las sabanas.
A la mañana siguiente, fue plenamente consciente de lo que hizo y dijo.
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—Mamá, necesito hablar con Bill. – pidió por teléfono.
Habían pasado dos días desde que Bill había vuelto a Magdeburgo y que él le puso fin a esa relación. El celular de su hermano estaba apagado y él necesitaba saber cómo estaba su gemelo, decirle que él no lo consideraba asqueroso, que no le molestaba que lo amara, que volviera, que tuvieran el viaje, que fue su mente confundida, que regresara a su lado.
—Cariño, Bill está tomando un baño.– le explicó Simone a su hijo mayor cuando Bill le negó con la cabeza desde el otro extremo del sofá.
La madre de los Kaulitz no sabía de qué magnitud era la discusión entre sus hijos que no querían hablar, pero ella no interferiría, confiaba plenamente en que ellos resolverían sus asuntos como siempre lo habían hecho.
—Por favor, dile que responda su celular. Claro, también te quiero. Adiós.
Tom colgó su celular y lo aventó a algún lugar de la habitación del hotel, por suerte los compromisos restantes antes de las vacaciones sólo eran unas entrevistas a medios impresos y las responderían por correos.
Su aspecto era deplorable y su corazón también lo estaba.
¿Cómo es que le había dicho esas cosas a Bill?
Ni siquiera las sentía, es decir, si estaba incómodo con la relación, si se sentía paranoico de ser descubiertos, si se sentía un poco asfixiado, pero no era por Bill, era por las responsabilidades y la nueva fama que le desbordaba, sólo que él no supo canalizar las cosas. No estaba incómodo como para considerar que su gemelo era repulsivo. Eso nunca.
Una semana después: Tom estaba desesperado.
Su hermano se había comunicado con su manager y por boca de su madre supo que había abandonado su casa.
Y fue ese día cuando Tom se arrepintió por todo, cuando cada palabra que dijo le dolió hasta hacerle llorar.
Cuando despertaba y no veía los enormes ojos de su hermano queriendo hacer algo que sea de su agrado, cuando no estaba su actitud tímida en el backstage o el sabor de sus labios.
¿Cómo es que llegó a sentirse incomodo en la dulzura de Bill, en sus suaves caricias y en ese amor que le profesaba en cada canción, en cada respiro? ¿Cómo es que no escuchó a su corazón que se estaba muriendo por su hermano? ¿Cómo es que fue tan tonto en no valorar a su gemelo?
Tom dejó de intentar comunicarse con Bill y pensó que tal vez si necesitaban un tiempo. Un tiempo donde pudiese poner sus sentimientos en orden y cuando volviese con Bill, poder cumplir con esas promesas que no cumplió y poder amarlo por siempre.
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Bill parecía un zombi desde que abordó el avión, hasta que lo bajó y estuvo en casa de su madre. No había derramado una lágrima más, aún estaba en shock. Su cuerpo estaba en conflicto, su mente trabajaba a toda máquina para poder asimilar todo.
Desde pequeños, Bill podía aguantar cualquier insulto, cualquier desprecio, pero nada tenía tanta mella en él como las palabras de su hermano. Si medio mundo decía que él era extraño y le recriminaba, pero Tom le decía que a él le gustaba, Bill seguiría siendo extraño, porque tenía la aprobación de Tom, porque lo único que importaba para el menor era Tom.
Tom era la mitad de su mundo, de su vida; Tom estaba en cada uno de sus sueños e sus ilusiones. Era él el dueño absoluto de su amor, el que se proclamó como dueño de su cuerpo, el que descubrió en su anatomía las áreas nunca exploradas, el que marcó como suya cada centímetro de su piel, el que gobernó su corazón.
Bill no sabía que era vida sin Tom a su lado, sin su Tom hermano, sin su Tom gemelo, sin su Tom amante.
Y el saberse la causa de un malestar para su hermano estaba haciendo una enorme herida en su corazón y en su mente. Se sentía perdido. Su cabeza parecía querer explotar y él solo podía sostenerla en sus manos mientras se balanceaba intentando calmarse.
Tom no quería su amor. Tom dijo que era asqueroso y que eso a él le molestaba. Bill no sabía qué hacer, él no podía dejar de sentir ese amor. Era demasiado fuerte, pero estaba mal, era asqueroso y habitaba cada milímetro de su sangre.
Cada vez que pensaba así, su corazón se apretujaba; y no fue hasta la tercera noche estando en casa de su madre, durmiendo en la cama donde se entregó a su hermano, que lloró amargamente, dejando ir todo ese dolor que le embriagaba. Y su mente dejó de trabajar a toda marcha, para llegar a una conclusión: él era asqueroso.
Tom tenía razón, los gemelos no se entregaban de manera carnal, los que tenían la misma sangre no gemían el nombre de otros, ni se sentían en el paraíso cuando sus hermanos estaban en su interior y depositaban allí su semen; no eran tan dependientes el uno del otro, ni pensaban en sus hermanos como hombres.
Los hermanos no se amaban.
Por eso Tom no lo quería, porque él disfrutaba de todo eso, porque él lo amaba, porque él era repulsivo.
Esa noche, fue la primera vez que vomitó por las intensas náuseas que provocaban su asquerosidad.
Continúa…
Gracias por leer.
Es el primer fanfic donde deseo que Tom y Bill no acaben juntos, Tom no lo merece 😠