Backstage 16

«Backstage» Fic TWC de LadyScriptois

Capítulo 16

Georg estaba cocinando unos emparedados en aquella cocina bien equipada y Gustav intentaba tomar uno.

—Gustav, dile a los chicos que vengan a comer. – le pidió, llevando la bandeja de emparedados a la barra de la cocina.

— ¡Bill, Anis. Vengan! – les gritó y tomó algo de la comida.

El día de ayer Bill, Gustav y Georg se habían mudado al nuevo lugar de la banda. Era una enorme casa de dos plantas, en la planta de abajo estaba la cocina, la sala, el comedor, una sala de distracción y una de instrumentos. En la planta superior las habitaciones y el estudio. Toda la decoración era muy moderna y bonita, nada comparado con la casa anterior.

Bill había estado nervioso durante toda la semana por volver a ver a Tom. No dormía bien, su estómago se contraía contantemente y tenía la sensibilidad a flor de piel. Anis estuvo a su lado y cada vez se preocupaba más al ver que su pequeño se encontraba tan retraído, pero a la vez necesitado de afecto. Bill se había acurrucado a él cada noche y el mayor sentía lo necesitado de amor que estaba, necesitado de algo que le reafirmara que él no le abandonaría, que no sentía rechazo por su persona.

Anis había experimentado en esa semana lo que era transmitir todos sus sentimientos mientras hacían el amor y, cuando le confesó todo lo que le quería, Bill lloró.

Sentía que retrocedía todo los pasos que había dado y eso le llevaba a ser excesivamente cuidadoso con lo que comiese, temiendo enfermarse nuevamente. Eso sería desbastador para Bill, si ya de por si tenía que cargar con el desprecio de su hermano, no aguantaría las lágrimas de su madre nuevamente.

Para el menor de los Kaulitz, el destino le había dado una nueva oportunidad cuando su gemelo informó que llegaría al día siguiente de lo planificado, es decir, hoy, el día de sus cumpleaños.

Anis estaba ayudándole con la decoración de su habitación. Y quién diría que se vería tan sexy martillando algo en una de las paredes.

— ¿Es el último cuadro? – preguntó el mayor.

—Sí. – afirmó Bill y le sonrió agradecido.

—Creo que escuché a Gustav llamándonos. – dijo, acercándose con cariño a Bill. — ¿Me das un beso antes de ir a comer? – preguntó con ojos esperanzados y se apegó al menor besando suavemente su cuello y el otro se estremeció. Anis acarició esa blanca piel con sus labios y le besó cuando este enredó sus manos en su corto cabello. Subió a su boca y le robó el aire antes de tomar su mano e ir a comer.

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Para Bill hubo una comida especial que consistía en una ligera ensalada que Georg preparó para él y, obviamente, tuvo prohibido si quiera recoger un vaso. Él era uno de los cumpleañeros y no podía hacer algo.

Anis y Georg estaban ayudando a Gustav a guardar una vieja batería en el salón de instrumentos y él estaba dándole los últimos detalles a su habitación.

El área de habitaciones se dividía en dos alas, cada una con dos habitaciones. Los G’s habían llegado el día de ayer antes que Bill, por lo que ellos se adueñaron de dos habitaciones cercanas. En la otra quedaban dos: una para Tom y otra para Bill, una frente a la otra. A Bill le había incomodado de sobremanera ese detalle.

Colgó sus últimas camisas en el armario y sonrió ante los resultados. Salió de la habitación y se consiguió a los otros tres en el estudio.

—Todos están aquí y me dejaron solo. – dijo con un puchero, tomando una mano de Anis y sentándose en una de sus piernas.

—Ah, el bebé está triste. – se burló Georg y Bill le sacó la lengua.

—Malo. Recuerda que es mi cumpleaños y que no puedes molestarme.

— ¿Quién lo dice? – preguntó divertido, afinando una guitarra acústica que había comprado en una tienda de reliquias.

—Yo. – dijo divamente y Gustav apretó sus mejillas.

— ¿Por qué hiciste eso? – le preguntó con el ceño fruncido y frotando sus mejillas. Gustav se encogió de hombros.

—Ni porque cumplas treinta dejarás de ser el bebé de la banda. – comentó y le pidió a Anis, quien veía divertido la escena, que le ayudara a mover algunas cosas.

El rapero apretó cariñoso la cintura de Bill y este le besó la mejilla antes de levantarse y permitir que le fuese a ayudar a Gustav. Los otros dos salieron y dejaron a Georg y Bill solos. El último se sentó al lado del bajista y miró con curiosidad la guitarra en las manos del otro.

— ¿De dónde la sacaste? – le preguntó. — ¿Puedo tocarla?

—No, la romperás. – respondió divertido ante el mohín de Bill.

—No la romperé. – aseguró. — Además, recuerda que me enseñaste unos acordes en la gira pasada.

—Nunca aprendiste. Sostenla un momento, iré por su estuche. – pidió, colocándola delicadamente en el regazo de Bill. —No la toques. – le recordó y Bill asintió, sonriendo como un niño complacido y que seguramente hará algo cuando nadie le vea.

—Tonto, Georg. Claro que aprendí. – bufó cuando el castaño salió por el estuche y la acomodó en su regazo. — ¿Qué era lo que tenía que hacer? Do era… – dijo y hacía los movimientos que creía correctos. —Así no, tal vez era así. – comentó para sí mismo y luego sintió un leve dolor en sus dedos. —Oh, mierda. – expresó aterrado y mirando a los lados. Georg le dijo que no la rompiera y él…

— ¿No puedes dejar tus manos tranquilas, cierto? – preguntó Georg amenazador y viendo como su guitarra antigua dos de sus cuerdas rotas. —Mejor corre, Bill Kaulitz.

Bill soltó un gritito de terror, demasiado agudo incluso para su voz, y salió corriendo, mientras Georg intentaba alcanzarlo.

—Lo siento, Georg. Las cuerdas eran demasiado viejas. – se disculpó sin dejar de correr con Georg tras de él.

Salió del estudio y, mientras bajaba las escaleras, localizó ligeramente la camiseta blanca de Anis. Volteó a ver a su compañero de banda que estaba a pocos pasos de él y le sonrió triunfante porque había conseguido a quien le protegería.

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Gustav y Anis terminaron de instalar la mesa de ping pong y el rapero fue por un vaso de agua cuando Gustav se dirigía a la puerta para recibir a quien acababa de llegar.

—Y yo que creí que no te vería. ¡Felicidades! – le felicitó a Tom.

—Gracias, hermano. – agradeció, correspondiendo el abrazo del rubio. — Lo siento, tenía unas cosas que hacer en Magdeburgo. – se disculpó y entró de inmediato.

—Hola Anne, ¿Cómo estás? – saludó a la rubia modelo.

—Muy bien, Gus. ¿Y tú?

—Bien, gracias. Es muy bonita la casa. – le aseguró a Tom. —Es una pena que tengas pasar parte del día desempacando, pero apenas terminemos, celebraremos. Ya Georg compró el licor, ya sabes cómo es él.

—No tardaré mucho en desempacar. – dijo riendo. — ¿Dónde están los demás? – preguntó, evitando cuestionar directamente si Bill se encontraba allí.

Desde que lo había visto, no había dejado de pensar en él. Sus dedos congelándose todos los días cuando estaba a punto de pulsar para llamarlo sin saber que decirle. Quizás reprocharle, quizás suplicarle, quizás decirle cuanto lo amaba y extrañaba.

De pronto, se escucharon algunas risas y rápidos pasos. Antes de que pudiesen preguntarse qué sucedía, Bill cayó en los brazos de alguien.

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El menor de los Kaulitz le sonrió victorioso a Georg, sobre el hombro del otro, cuando cayó en sus brazos. Esas fuertes manos se enredaron automáticamente en su delgada cintura, sintiendo el calor de su cuerpo. Bill estaba agitado y su respiración era caliente, el otro la sentía en su cuello y eso le hizo estremecer inmediatamente. No recordaba cuando fue la última vez que lo tuvo entre sus brazos, protegiéndolo, percibiendo su olor.

—Bu, protégeme de Georg. – pidió con voz inocente y pequeñita, y su sonrisa se ensanchó traviesa cuando el bajista se detuvo en seco.

Tom no supo que pensar, mientras el dulce aroma del menor lo estaban invadiendo, haciéndolo estremecer.

—Eso no es justo Bill, no solo tienes a Bushido, sino que ahora quieres poner a Tom de tu lado.

Bill le miró confundido y se confundió aún más cuando Anis salía de la cocina con un vaso de agua.

El menor de los Kaulitz reparó en quien se aferraba, casi ahogándose. Ese aroma no era el de Anis, ese lunar en el cuello no lo tenía el rapero y esas trenzas negras que casi tocaba con su nariz eran de su hermano.

¡¿Qué estaba haciendo?!

Estaba abrazando a su hermano, tocándolo, molestándolo. Bill entró en pánico y casi inmediatamente se separó de Tom, violentamente.

Bill observó a Tom y luego a Anis y se preguntó porque ambos utilizaban la misma camiseta.

—Tom, no…Tom. Yo-yo no… – comenzó a decir rápida y atropelladamente, con la mirada clavada en el piso.

Sentía que necesitaba disculparse, explicarle que no lo quiso abrazar, que no se repetiría, que conocía su lugar y que lo que había entendido aquella noche no lo había olvidado.

—Fu-fue un accidente, no-no lo volveré a hacer– Bill parecía colapsar de nervios y eso confundió a los presentes. —Di-disculpa. – pidió y aunque quiso moverse sus pies, estos no respondían.

— ¡Awww! – suspiró Anne. — No te preocupes, Bill. No le hiciste daño a Tom. – dijo sonriendo y pensando que Bill se disculpaba porque pensaba que había lastimado a su hermano al aterrizar en él. —No puedes ser tan adorable. – comentó y eso pareció relajar el ambiente, pero sin duda en las cabezas de todos algo no cuadraba.

Georg y Gustav sabían que algo sucedió entre los gemelos como para que Bill decidiera irse sin aviso aquella noche, pero no pensaron que no estuviese resuelto. Además, la forma en la que el menor había actuado ante ese erróneo abrazo era demasiado inusual viniendo de un cantante que vivía abrazado a su gemelo.

—Claro, Bill se preocupa por su hermano, pero no por como dejó mi guitarra. – dijo divertido Georg, simplemente porque odiaba cuando los ambiente eran muy tensos. Se dirigió al menor para revolver su larga cabellera, quien se dejó hacer pasivamente, casi sin registrar lo que sucedía, solo recriminándose mentalmente por lo que hizo. —Te salva que hoy es tu cumpleaños, pequeña diva. – comentó, haciendo reír a los presentes, claro que quien no reía era Tom.

Tom tomó sus maletas luego de ser felicitado por el bajista y, antes de subir con ellas, observó casi con molestia a su gemelo, que simplemente estaba ahí con su cabeza agachada, luciendo ese blue jean y largo cabello que le hacía ver más joven y un sweater gris holgado.

Así que ahora Bill se buscaba a Bushido para que le protegiera de Georg. Y él de estúpido que por un momento creyó que su gemelo le quería abrazar a él.

Y allí estaba el nuevo protector de Bill:

—Feliz cumpleaños. – le deseó el rapero, con un tono que no buscaba más que dar unas felicitaciones por cortesía.

—Gracias. – dijo frío y continuó su rumbo.

Se aseguraría de quitarse esa camiseta cuanto antes.

&

La tarde había llegado cuando Tom terminaba de desempacar, Anne le había ayudado, pero ahora estaba abajo con los demás chicos, organizando algunas cosas para la reunión que habría entre ellos para celebrar el cumpleaños de los gemelos.

Los hermanos Kaulitz no habían vuelto a verse, porque Bill no se había separado de Anis desde aquel incidente y porque Tom no volvió a bajar.

Tom no esperaba que Bill se lanzara a sus brazos luego de todo lo que le dijo e hizo, pero nunca se imaginó que su hermano prácticamente le estuviese temiendo.

Lo que Tom no sabía es que Bill no temía de él, temía de él mismo, de poder hacer algo que a su gemelo le molestara. Bill era consciente de que aún era asqueroso y que eso molestaba a su hermano. No sabía cómo actuar ante Tom, porque creía que cualquier cosa que hiciera cerca de él sería rechazada. Estaba temeroso de incomodar de nuevo a su gemelo, de que supiera que aún lo amaba.

Sin embargo, Tom desechó rápidamente la idea, Bill no le temía, simplemente estaba pasando de él como la mierda, pues bien, que se divirtiera con el rapero.

Tomó una última maleta, más pequeña que las demás, que le faltaba por desempacar. Al abrirla, lo primero que se encontró fue con el clon de Tomi, Anne lo había empacado para que no se olvidara de ella.

&

Anis acababa de marcharse, volvería dentro de algunas horas para la reunión de cumpleaños y los G’s estaban dándole los toques finales a la decoración que Georg se empeñó en utilizar. Obligaron a Bill a que se alejara de la sala y la mejor opción fue que le mostrara la casa a Anne.

No es que fuese lo que Bill más deseara hacer, pero debía darle la oportunidad a Anne, tal vez si se mostraba receptivo a ella, Tom pensaría que él ya no le amaba, y dejaría de ser molesto para su gemelo.

—Y esta es la sala de… ¿Entretenimiento? – dijo, señalando a su alrededor. Sólo estaba equipada por una mesa de ping–pong, un televisor, una consola y algunas cajas amontonadas.

—Parece que aún no han terminado de desempacar. – comentó Anne, sonriendo y acercándose a las cajas.

—Si… Uhm… Debe ser de los chicos.

—Esta caja dice: cosas de Bill y Tom. – señaló divertida y a Bill le dio curiosidad.

Él lo había arreglado casi todo ayer y finalizado hoy, pero fue el primero en dormir, tal vez los chicos encontraron algunas de sus cosas y otras de Tom y las amontonaron en una caja.

—No sé qué pueda haber en ella. – aseguró y curioso se acercó a abrirla.

Había gorras, unos lentes de sol, un CD de Samy Deluxe, unos cinturones con tachas, esmalte de uñas y estaba Tomi.

Algunas cosas de Tom estuvieron en poder de los G’s por circunstancias que sólo pueden darse cuando estaban de gira y por esos estaban en esa caja, para que pudiera ubicarlas. Las cosas de Bill eran aquellas que había olvidado en la habitación de hotel que utilizaba cuando descubrió a su hermano con Mel.

La delgada mano de Bill se acercó al peluche y lo tomó con cuidado.

«— Gracias por el peluche y por todo. – dijo.

Esa noche, habían tenido su primera cita y su hermano ganó un peluche para él.

Yo también lo pasé muy bien contigo. Espero que cuando lo veas –comentó Tom refiriéndose al peluche. — Me recuerdes. – y le devolvió la sonrisa.»

Apretó con fuerzas sus labios cuando lo observó. Era Tomi, el primer regalo que le dio Tom como más que hermanos y Bill nunca lo abandonaba. Pensó que lo había perdido y lo había extrañado mucho, era muy valioso para él.

—Oh, mi peluche. ¿Cómo llegó aquí? – dijo Anne arrebatándolo de las manos de Bill.

Bill se sintió como si le hubiesen quitado algo preciado.

—No, no. Es mío. – aseguró, intentando tomarlo.

—No, Bill. Yo lo empaqué en las cosas de Tom. Pera sabes cómo es tu hermano, de seguro lo colocó aquí.

—Es mío, Anne. – volvió a decirle, y en vez de ser un tono firme, parecía ser suplicante y triste al ver como Tomi estaba en manos de Anne. Él quería a Tomi. – Dámelo, por favor – pidió y lo tomó nuevamente.

—Bill, estaba con las cosas de Tom. – dijo un poco molesta, tirando de las patas del leoncito.

—Pero me pertenece. – afirmó, sintiéndose molesto con la modelo por como intentaba tirar de Tomi.

—No seas mentiroso. – pidió la rubia. No entendía porque Bill quería quedarse con su peluche.

—No lo soy. – respondió, indignado. —Suéltalo, lo vas a romper. – sus manos se aferraron con fuerza al peluche cuando Anne hizo lo mismo al halarlo.

Tomi era un peluche de feria, Bill sabía que era de mala calidad, por eso él lo cuidaba tanto, pero Anne estaba tirando con demasiado ímpetu.

—Suéltalo tú, es mío.

— ¿Anne, estás aq… – Tom entró buscando a Anne y la vio halando de un peluche con su gemelo.

—Tom, dile a Bill que me dé el peluche que tú ganaste para mí. – pidió con el ceño fruncido y halando con más fuerza del león.

Anne trastabilló cuando el peluche se rompió por la mitad y la fuerza que ella empleó le hizo casi perder el equilibrio.

Los ojos de Bill se abrieron ampliamente y luego se humedecieron al ver a Tomi roto.

Anne miró confundida a Tom, al ver el rostro Bill, y se arrepintió. Tal vez debió regalarle el peluche a Bill.

Bill apretó con fuerza la mitad del peluche que quedaba en su mano y la modelo observó, en la mitad que tenía, algo que no notó antes: ese peluche tenía en su patita derecha bordadas las iniciales BK, las cuales fueron hechas por Simone luego que el equipaje de Bill, donde estaba el leoncito, se extraviara en el aeropuerto.

— ¿Bill? Bill, lo siento. – se disculpó realmente avergonzada Anne. — Pensé que era el mío. – no recibió respuesta. —Tom… – le suplicó ayuda y eso hizo reaccionar al menor.

—Está bien. No te preocupes. – murmuró. —Uhm. – tomó la mitad del peluche que estaba en las manos de Anne. —Debo arreglarme. – se excusó y dispuso a irse.

—Bill. – le detuvo. —Tengo una amiga que puede repararlo. – ofreció la modelo.

—No, no. – se negó, él quería a su peluche, se había emocionado mucho al encontrarlo y ahora estaba roto, pero tal vez Tom pensaría que lo quería porque le recordaba a él y, mierda, esa era la realidad. —Ya estaba desgastado, tal vez se rompería más adelante. – mintió, aunque en su voz se mostraba claramente que le dolía lo sucedido. —Gracias de todas formas.

Tom observó a su gemelo irse, nuevamente sin siquiera mirarlo, pero él si lo vio y también notó su tristeza. Eso hizo que su corazón se apretujara y deseó que Bill extrañara a ese peluche por él.

—Tom, ¿Qué hago? – le preguntó la chica. —Se veía tan triste. – pero Tom no respondió.

Su mente estaba en aquella noche, donde tuvo su primera cita con Bill, donde estuvo a punto de besarlo. Aquella noche donde su gemelo fue a su cama con ese adorable sonrojo y le confesó como había nombrado al peluche que él le regaló.

«— ¿Pesadillas? – le preguntó Tom haciéndole un espacio en la cama.

No, sólo quise venir. – respondió sonrojado. — ¿Te molesta? – interrogó.

Sabes que nunca lo haces. – lo atrajo hacia él abrazándolo, quedando frente a frente el uno al otro. — ¿Cómo te fue en tu cita?

Muy bien. Él me regalo un peluche. Le puse su nombre. – contestó sonriente y escondiéndose en el cuello de Tom

Eso quiere decir que es importante ¿No?

Mucho. »

&

Bill, al llegar a su habitación, se apoyó en la puerta y limpió algunas de sus lágrimas rebeldes. Observó los restos de Tomi en sus manos y sonrió al recordar cuando luego de muchos intentos su hermano lo ganó para él.

Él tenía un estuche de costura, tal vez…

Te tenemos una sorpresa.”

Su celular le sacó de sus pensamientos, leyó el mensaje de Anis y Bill se preguntó que más podría regalarle el rapero ese día, si desde que despertó le estaba llenando de mismos y regalos.

Observó nuevamente al peluche, la sonrisa del leoncito le hizo sonreír a él y una lágrima se deslizó cayendo en la melena de Tomi.

Extrañaba tanto a Tom.

&

El día de ayer, David había notado algo entre Bill y Anis. El rapero, luego de consultarlo con Bill, tomó cartas en el asusto, informándole que tenían una relación. Bill también le hizo un comentario de su situación médica, animado por los G’s que eran consciente de que Jost tenía que estar al tanto y le aseguraron que entendería, y sin duda el productor se mostró tan compresivo como siempre lo había sido.

Sin embargo, en cuanto a la relación de Bill y Anis, les pidió que la mantuvieran a bajo perfil ante personas extrañas si no querían que se supiera o filtraran rumores. Por ello que acordaron mantener su relación oculta o al menos disimular, ante Anne, ya que no sabían si era de confiar. Pero de igual forma, el rapero no limitaba su contacto ante Gustav, Georg o ante Tom. Total, algún día tendría que enterarse.

Bill terminó de maquillarse y se veía impecable.

Ese suave maquillaje, aunque resaltante en sus ojos, su larga cabellera bien peinada con ondas en sus puntas, unos pantalones negros justos y un bléiser moderno del mismo color, dejando parte de su blanco y alunarado pecho desnudo. Usaba botas negras altas y estaba muy bien perfumado, todo parecía aumentar su belleza.

Anne estaba en la habitación de Tom, donde se bañaba y vestía, y su hermano ya se encontraba con Gustav picando algo. Así que, cuando escuchó que Anis llegaba, bajó y este le envolvió con sus brazos.

A Tom casi se le fue el aliento cuando observó a su hermano bajar de las escaleras, pero ese mismo aliento casi le ahogó cuando se dirigió a los brazos del rapero.

—Gustav, ¿Bill y Anis? – le preguntó Tom en un susurró y Gustav aclaró su garganta.

—Eso debe respondértelo Bill. – fue lo que dijo y a Tom sólo le bastaron esas palabras para saber que no quedaba ni una posibilidad con su hermano.

Anis había sabido conquistar a su gemelo.

&

La noche pasó rápido y Bill siempre estaba al lado de los G’s, de David, que había llegado hace poco, o de Anis, pero alejado de Tom. Le era un poco incómodo estar en ese espacio que parecía tan grande y pequeño a la vez, parecía no haber distancia suficiente entre los gemelos y eso tenía a Bill con el estómago en crisis.

Sus mariposas estaban descontroladas.

Su hermano estaba arrebatadoramente guapo, sus trenzas estaban perfectamente ordenadas, estaba un poco menos bronceado y sin duda mucho más ejercitado. Dejaba un aire de grandeza por donde pasara y no dudó en porque Anne cayó en Tom, él mismo había caído sin poder evitarlo.

Tom no había dejado de observar a Bill en toda la noche. A diferencia de la ropa con la que le había visto antes, esa se ajustaba al cuerpo de su hermano. Quiso pensar que era el negro que estilizaba su figura, pero él conocía tan bien el cuerpo de su gemelo que no le fue difícil asegurar que estaba sin duda más delgado. Eso le preocupó.

—Creo que es hora de partir el pastel. – informó Gustav.

— ¿Pastel? – preguntó Bill, no sabía que había uno.

—Georg, tráelos. – pidió el baterista.

El castaño fue a la cocina, mientras Gustav hacía espacio en la mesa de cristal y pronto había dos pasteles. Uno que parecía ser una explosión de chocolate y que era de mediano tamaño, y otro de finas capas hojaldre y fresa, muy pequeñito. Bill supo que esa era la sorpresa de los chicos, quienes no querían que sufriera por su situación el día de su cumpleaños.

—No podías quedarte sin comer tu pastel. – le murmuró el rapero sonriente y Bill contuvo el impulso de abrazarse a él.

—Los cumpleañeros en el centro. – pidió Georg, halando de Tom y de Bill hasta que estuvieron juntos.

Al mayor le pareció extraño que había dos pasteles. Eso nunca había pasado, ni siquiera cuando eran pequeños y discutían por todo. ¡Todo el jodido cumpleaños era una locura! Hace veinte años que nació al lado de Bill, de la persona que más amaba en el mundo. Hace dos décadas que Bill decidió seguirlo al nacer, que decidieron estar juntos por siempre. Y veinte años después ni siquiera se hablaban.

Tom sabía lo especial que eran los cumpleaños Bill, que celebraba porque se cumplía otro año estando juntos. Este año no había nada que celebrar.

Las velas fueron encendidas en el pastel de chocolate y, en toda la canción, Tom sintió tenso a su hermano a su lado. ¿Por qué Bill no podía relajarse en su cercanía, si antes Tom era su único alivio?

—Recuerden pedir su deseo. – recordó Jost.

Bill pareció pensar algo y esperó a que su hermano tuviese intenciones de apagar las velas para hacerlo él también, apenas lo hicieron, todo quedó en oscuridad absoluta. Bill y Tom estaban espalda contra espalda sin darse cuenta, separados por pocos centímetros.

—Felicidades, amor. – escuchó Bill que le decía Anne a su hermano, mientras le abrazaba y luego sintió las manos de Bushido, quien aprovechando las luces apagadas, rodeó la cintura de Bill y lo besó.

Tom estaba más cerca de la otra pareja de lo que podría ser consciente. Sintió cuando unas manos tomaron la cintura de Bill, su largo cabello rozó su hombro cuando ladeó la cabeza para darle más espacio a Anis y escuchó el ligero suspiro que salió de los labios del cantante en ese rápido beso.

—Enciendan las luces. – pidió rápidamente el guitarrista.

Cuando llegó la claridad, Bill era felicitado por David y estaba sonrojado. Tom odió ese sonrojo y más odió la causa.

—Bill, muchas felicidades. – le abrazó Anne. —Espero que te guste el pastel. Es una manera de pedirte disculpa por lo que pasó con el peluche.

—Gracias. – sonrió forzadamente. —No te preocupes, en serio.

—Felicidades, pequeño. – deseó Georg y le abrazó, cortando su conversación con Anne.

Tom observó a Bill, quien estaba siendo felicitado por Gustav, y al girar quedó frente a él, sorprendiéndose un poco.

—Feliz cumpleaños. – deseó Tom, apenas Bill le miró.

El menor no sabía qué hacer y Tom observó sus labios temblar, mientras escondía su mirada intentado buscar las palabras.

—Fe-feliz cumpleaños. – se esforzó en decir. Tom sonrió.

Las mejillas de Bill estaban muy coloradas, tan rosadas como sus labios que tentaban. Esas inquietas pestañas, ese trozo de piel blanca en su pecho. Se estaba muriendo por tocarlo.

Sólo supo lo que hacía cuando sintió a Bill sobresaltarse entre sus brazos, intentado no desmayarse en aquel no correspondido abrazo que le estaba dando.

Tom respiró el olor de su gemelo, pasando sus manos por su espalda baja, enviando por la columna de Bill sensaciones extrañas. Bill olía bien, a hogar, se sentía como el único lugar en el que quería estar. Luego fue consciente de que Bill no correspondía el abrazó, que el menor lucía un poco perturbado y afligido. Tom decidió romper el abrazo ante eso, no sin antes pasar su mano por la delgada cadera de Bill… La que ya no encajaba perfectamente en su mano.

Bill se alejó rápidamente ante ese toque, sabía lo que estaba haciendo Tom. E inmediatamente se apartó avergonzado, con miedo de ser humillado

&

—Bill, quiero probarlo. – dijo el castaño con sus ojos verdes suplicantes y Bill, quien estaba en el sofá sentado muy junto de Anis, tomó un poco en el tenedor y lo llevó a la boca del otro. —Dios, es deliciosa. Dame más. – pidió abriendo la boca luego de haber tragado.

—No. – se negó divertido Bill. —Es mía. Ya tú has comido mucho pastel de chocolate.

—Bill, no seas malo. Sabes que me gustan las fresas. – alegó y Bill le dio un poco más ante la divertida mirada de Anis.

—Eh, ya. Que me pondré celoso. – dijo juguetón y Bill se sonrojó ante las risas de Georg.

— ¡Bill! No has probado el pastel de chocolate. – dijo con un puchero Anne, quien venía con Tom luego de haber estado en la cocina con Gustav y David. — ¿Quieres que te sirva un poco? – ofreció.

—No, Anne, gracias. He comido pastel de fresa y estoy satisfecho. – alegó.

Lo cierto es que aquel pastel de chocolate no se le antojaba y el sólo olor le había hecho revueltos en el estómago.

Bill, como le recomendó Miller, seguía comiendo sencillamente lo que sentía que realmente deseaba comer para que su cuerpo sintiese mayor aceptación; y ese pastel no era parte de eso.

—Sólo un poco. –insistió. —Pruébalo y ya. No quiero irme sin saber que te ha gustado el pastel que compré. – dijo con sinceridad.

—Anne, es que…

—No seas tan descortés. – le cortó Tom, con voz fría y Anis sintió como Bill se tensaba.

—Anne lo ha comprado por nosotros y en especial para pedirte disculpa. Si aún estás enojado, supera el incidente aquel y acepta. – casi le ordenó y Bill se sobresaltó ante ese tono autoritario.

Tom estaba malditamente furioso.

Demasiada cercanía entre Bill y Anis. No se había sentido más celoso en su vida como cuando confirmó que Bill estaba en una relación con alguien. ¡En una jodida relación! ¡Con Bushido! Él ni siquiera estaba cerca de plan de novios con Anne, solamente salían. Bill ya no era siquiera capaz de dirigirle la palabra, su peso descendía, todo le confundía.

Mierda, alguien más tocaba a su gemelo, alguien más le besaba.

Claro, y luego él era el despiadado, si a Bill no le costó ni un segundo olvidarse de que lo amaba y ahora pasaba de él como si nada.

Entonces, él también le trataría como nada. A la mierda sus preocupaciones cuando se notaba que a Bill no le interesaba que alguien más se interesara por él, sólo Anis.

—Si Bill no quiere, no comerá. – intervino Anis, sonando tan firme como lo hizo Tom. Eso enojó al gemelo mayor.

— ¿Si Bill no quiere? Por favor, si se ve que es poco lo que quiere comer. – dijo despectivo.

Un silencio incómodo se formó.

Los ojos de Anis estaban sacando chispas mientras veía a Tom.

—Tom, no es necesario que… – intervino Georg, no le había agradado el comentario de Tom.

—Está bien, Anne. Comeré un poco. – aceptó con un nudo de vergüenza en la garganta, mirándole sólo a ella, cortando a Georg y finalizando la disputa.

—Bill, no tienes que hacerlo. – le susurró Bushido.

—Está bien. – le aseguró, Bill. —Gracias. – agradeció tomando la vajilla con un trozo de pastel y con duda, tomó el tenedor y se sirvió de un pequeño bocado.

Bill le sonrió ligeramente a los presentes al ver que era el centro de atención, aunque por dentro el comentario de Tom le estaba lastimado.

El fuerte sabor a chocolate y la intensidad del azúcar, que hace mucho no saboreaba y que tampoco le agradaba, le golpeó con fuerza. Tragó como pudo y le sonrió a Anne intentando lucir complacido.

—Está muy rico. – dijo y Anne sonrió.

—Me alegro que te animaras a probarlo. – Bill asintió y respiró profundo antes de tomar otro bocado.

Tom bufó cuando Georg le dio una mirada reprobatoria ante su conducta y se fue por otro trago.

Por su parte, Anis no dejó de estudiar las facciones de Bill mientras se obligaba a terminar la porción de pastel con dificultad, y aun que el rockero intentaba disimular, el rapero lo sabía: Bill tenía fuertes náuseas.

Continúa…

Gracias por leer. 

Publico y rescato para el fandom TH

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