«Backstage» Fic TWC de LadyScriptois
Capítulo 23
Los días en casa de Simone pasaron con un Bill lleno de atenciones y mimos por parte de Tom, por un Tom que no se rendía ante cada rechazo y que sonreía cuando Bill parecía ablandarse un poco con él y permitir un poco más de acercamientos, pero nunca los daba.
Tom entendía que había un límite que no podía traspasar y que tenía respetar. Lo recordaba cuando Bill no era quien iniciaba algún abrazo o alguna caricia, pero el que se relajara en sus brazos le hacía feliz.
La felicidad duró muy poco, menos cuando el rapero volvió de Francia y los días en casa de Simone terminaron.
Tom estuvo bastante feliz porque Bill permitió que se fuesen juntos a Berlín. Hablaron de muchas cosas durante el viaje, sobre los tatuajes del menor, sobre la experiencia de trabajar con Anis y los celos empezaban a aparecer en el aire. Sin embargo, cuando Bill le preguntó sobre su viaje a España, supieron que los celos estaban ocupando un asiento en el auto.
Luego, todo para Tom terminó de joderse cuando, una hora después de llegar a la casa de la banda, Bill se marchaba al apartamento del rapero.
—Llámame cuando llegues a casa de Bushido. – le pidió y Bill asintió, con sus mejillas rojas por las manos de Tom en su cintura que se sentían firmes y fuertes. — ¿A qué hora llegas? ¿Te espero con la cena lista?
—No-no te preocupes. – aseguró. —Volveré para la hora del desayuno.
— ¿Prometido? – le preguntó Tom, no queriendo que su hermanito pasará demasiado tiempo con ese rapero. Que se quedara a dormir ya era demasiado para él. Bill sonrió suavemente.
—Prometido. – le aseguró y recibió un beso en una de sus mejillas sonrojadas.
—Maneja con cuidado. – le aconsejó y le dejó cruzar la puerta.
Cuando Bill se marchó, Tom dio un grito de frustración contenida.
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—Hola, cariñ~ – no pudo seguir hablando por que Bill cayó sobre él. —Hey, princesa. – le abrazó su cintura cuando el menor enredó sus piernas en sus caderas.
—Viniste pronto. – dijo emocionado, abrazándole con fuerza con todas sus extremidades, mientras Anis cerraba la puerta con una de sus piernas.
—Sí, bueno, me lo pediste. – dijo divertido y Bill salió del escondite de su cuello para luego tomar el rostro de Anis con sus delicadas manos y sonreírle.
— Tu labio sanó. – comentó, acariciándole en ese suave colchón rosa que antes estaba herido.
—Tú golpe también. Aunque volviendo a mi labio, ya puedo besarte. – aseguró y fue por los labios suaves de Bill, los que se prepararon para darle la bienvenida con emoción. Bill suspiró estremecido cuando Anis entró a su boca y el rapero sonrió en el beso. —Extrañé esto. – confesó y Bill volvió a besarle. Anis cayó en el sofá con Bill sentado a ahorcadas sobre él. —Estas más pesado. – dijo divertido y Bill hizo un mohín.
—Tonto. – le insultó, mordiendo su cuello y Anis se encogió acariciando las delgadas caderas del menor.
—Simone te alimentó bien. – le picó.
—Tom también. – añadió antes de poder evitarlo y Bushido se apartó un poco, mirándole confundido.
— ¿Estamos hablando del mismo Tom? Porque el Tom que yo recuerdo te trató realmente mal, te golpeó y hacía comentarios desagradables hacia ti. – recordó, siendo el desagrado que tenía por el gemelo de su novio bastante palpable.
—Él… Uhm… – comenzó Bill, mordiendo su labio con timidez. —Tom se enteró de que me sucedía y él… – Bill se sentía bastante extraño hablando de su mayor cuando Anis le miraba fijamente. —Anis… – le miró acariciando su barba. —Él me cuidó muy bien esos días, y sólo ha estado pendiente de mí. Realmente parece arrepentido.
—Pero… – Anis quiso decir algo, pero Bill parecía tan ilusionado ante la idea de Tom siendo agradable con él, podía ver en sus ojos la felicidad que albergaba y sólo acarició la mejilla del menor, asintiendo. —Está bien. Sé lo mucho que extrañas a tu hermano, lo que te hace falta. – le entendió, recibiendo a Bill cuando este se recostó en su pecho.
—Me hace muy feliz que este a mi lado. – confesó con voz pequeña. —Yo realmente lo extrañaba. Él-él es mi gemelo… – continuó, con sus ojos humedecidos. —Ha estado a mi lado siempre, creo que la primera palabra que dije fue su nombre. – Anis le escuchó reír con añoranza. —Lo quiero con cada centímetro de mi corazón y no me importa lo que haya hecho. – Bill calló cuando un sollozo quiso atravesar su garganta.
—El verdadero amor perdona. –citó, y Bill sonrió.
Anis tenía razón, su amor era así de grande por su hermano. Tan grande como incorrecto.
—Gracias por entender. – agradeció y se dirigió a los labios del mayor besándole castamente.
—Supongo que… ¿Debo intentar llevarme bien con él ahora?
— ¿Crees poder hacerlo? – le preguntó con una sonrisita. — Tal vez, si él también lo intenta.
—Sólo si él pone de su parte. – condicionó y Bill sonrió abrazándole con fuerza.
— ¿Quieres ver un adelanto del video? – le preguntó y Bill asintió emocionado.
Al bajarse de las piernas del rapero, hizo accidentalmente una ligera presión en su entrepierna. Anis se apuró en mostrarle el adelanto.
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Sin Bill, los chicos trabajaron por unos momentos en las melodías. Cuando llegó la noche eso quedó atrás y estaban en su noche de vagos, jugaron ping–pong, y luego comenzaron una batalla de videojuegos mientras compartían unas latas de cervezas. Aunque eso no parecía resucitar a un pensativo Tom.
—Te ves miserable, amigo. – se burló Georg, lanzándole su décima cerveza y Tom la atajó con un gruñido.
Era pasada la media noche y Bill le aseguró que le llamaría cuando llegara a casa de Anis, pero eso pasó hace varias horas y no había recibido ni un mensaje. Y más que preocupado, estaba en fuego por dentro. Lo más seguro es que Bill haya olvidado de comunicarse con él cuando fue envuelto por los brazos de Anis. Se olvidó de él al ver al rapero.
—Infeliz. – murmuró en nombre de Anis antes de darse cuenta y Gustav le miró con curiosidad, a la vez que Tom casi vaciaba su lata de cerveza en un solo trago.
Tom recordó las bonitas piernas de Bill y sus muslos que pedían a gritos ser acariciados. Luego la idea de que Anis lo tuviese desnudo, agitado y húmedo entre sus brazos, no por las mismas razones por las que él lo tuvo en casa de su madre, le hizo sentir abrumado.
—Necesito algo más fuerte. – sentenció y se dirigió al bar.
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Bill apretó con fuerza sus labios, pero fue en vano, e inevitablemente un gemido alto salió.
Atrás había quedado el DVD con los avances del video. Cuando Bill bromeó sobre que había muchas chicas lindas alrededor del rapero, Anis se tomó en serio el hacerle saber que solo quería tenerle a él… De todas las maneras posibles.
La camiseta de Anis voló lejos, junto a sus calzados y varias prendas de Bill, quien en estos momentos sólo se encontraba con la camiseta gris que tuvo bajo su chaqueta desaparecida.
Los labios del rockero estaban hinchados de tanto ser besados, mientras Anis estaba arrodillado a los pies de la cama. Bill gimió bajito cuando el rapero lo haló de los tobillos, quedando su trasero casi al borde del colchón.
El rapero hizo flexionar sus piernas, separándolas y dejando que sus pies descansaran en el borde de la cama.
—Nunca me cansaré de esta vista. – le halagó a Bill, besando la cara interna de sus bonitos muslos y él aludido se hubiese sonrojado de no ser porque sería imposible aumentar el rojo de sus mejillas.
Bill observó como Anis continuaba besándole por ese camino y tuvo que cerrar sus ojos con fuerza, a la vez que apretaba las sábanas cuando la lengua del mayor se deslizó por su miembro.
—Oh. – maulló muy bajito y realmente agitado. Sus caderas moviéndose de la anticipación cuando el rapero besó la punta de su miembro.
—Tranquilo. – murmuró Anis con una ligera sonrisa. Nunca había hecho lo que haría, pero quería confiarse en su experiencia por haber recibido muchas veces.
—Espera, espera. – pidió Bill, al borde del orgasmo con sólo el aliento cálido del rapero en su pene.
El mayor le relajó besando su suave vientre y Bill parecía ronronear ante esas caricias, pero pronto su cuerpo tembló cuando la boca cálida del mayor rodeó su pene. Gimió agudo, sin pudor, arqueándose en el colchón.
La mano tatuada del mayor sostenía su cintura y la otra estaba arrullando sus testículos con tanta gentileza, a la vez que engullía su rosado miembro y Bill se sentía a punto de ser demasiado precoz. Bill respiraba como si hubiese estado corriendo por el desierto durante horas y sin descanso, su cuerpo empezaba a perlarse de sudor y sus piernas y caderas estaban demasiado inquietas. Anis lo advirtió, así que pasó sus brazos por la abertura que hacían sus piernas al flexionarse y con los pies en la cama, y de allí dirigió sus manos a su vientre plano, haciendo una ligera presión que dejaba a Bill un poco quieto y más expuesto.
Anis le dio una mirada penetrante y Bill se ahogó en un gemido que terminó en un ligero sollozo cuando el otro succionó en la punta roja de su miembro y luego lo engulló, tragando. Bill olía a limpio, a jabón, a loción. No podía describir su sabor; sabía dulce, a Bill.
—Anis. – gimió bajito y Anis sintió que sus boxers empezaban a humedecerse demasiado rápido.
La lengua del rapero bajó, hasta encontrarse esa hermosa abertura de pliegues suaves y fruncidos que sabía cómo hacer ceder y Bill se convulsionó cuando su entrada empezó a ser humedecida y ligeramente penetrada por la lengua del mayor a la vez que su miembro era acariciado de arriba a abajo. El menor se apoyó en sus antebrazos, alzando un poco su torso, para poder encontrarse con los labios del mayor. Dejó caer su cabeza hacia atrás, exponiendo su cuello, cuando un dedo le penetró y la boca de Anis volvía a su miembro.
—Anis, Anis, Anis, Anis.– empezó a gemir como un mantra, con dos lágrimas derramándose por la excitación, sus caderas alzándose y sus piernas imposiblemente abiertas. Bill lloriqueó, cuando los dedos del otro llegaron más dentro de sí, tocando su hogar despiadadamente.
Todo era demasiado para Bill y se sentía al borde del orgasmo. Con Anis las cosas siempre habían sido suaves. El mayor siempre había velado por que él se sintiese cómodo con su cuerpo, casi pedía su permiso para continuar, pero esta vez parecía estar decidido a recordarle todo lo que su cuerpo era capaz de sentir. Y lo estaba logrando. Su cuerpo hormigueando demasiado, temblando. Sentía demasiado calor como para solo vestir esa ligera camiseta gris.
Las manos del mayor se apretaban con fuerza ahora en sus caderas y Bill estaba seguro que dejarían marcas allí, pero no estaba tan consiente como para evitarlo y en caso de estarlo tampoco lo evitaría.
—Bu, me voy correr. – informó bajito y con voz demasiado aguda. Eso detuvo todos los movimientos de Anis por unos segundos.
Los dedos del mayor fueron aún más dentro del menor, a la vez que se erguía para ir por su boca, sin dejar de masturbarle.
Anis le escuchó casi sollozar y dirigir una de sus delgadas manos a la suya, intentando detener las caricias en su miembro desesperadamente por no aguantar tanto placer, a la vez que se corría con una fuerza que lo tenía tembloroso. Bushido continuó acariciándole suavemente, sin impedimento por esa mano que no hacía mucha fuerza y Bill terminó de correrse, dejándolo con los ojos brillantes, en su máximo sonrojo, estremecido, con su entrada dilatada y un hombre apasionado entre sus piernas desnudas.
El mayor tuvo que besarle.
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—Se lo digo en serio, chicos. – continuó Tom con su monólogo. —Nunca se enamoren. – repitió. —O no. ¿Saben qué? Háganlo. Pero no sean unos idiotas de mierda como yo. – les aconsejó, dándole un trago a su vaso de vodka.
—Repite eso. – pidió divertido Georg. — ¿Eres un qué? Te tiene mal Anne.
— Obviamente no estoy enamorado de Anne. – dijo Tom como si fuese obvio y se removió en el sofá. —No puedo enamorarme de alguien más. – murmuró bebiendo un poco más. —Ya no me ama. Me lo dijo.– añadió, haciendo hincapié en la última frase antes de eructar.
—Georg, no te aproveches de que está casi ebrio. – le regañó Gustav al bajista cuando este intentaba no reírse.
—Yo no estoy ebrio, tampoco casi. – apuntó Tom. —Y sí, soy un idiota. – gimió derrotado, mirando a la nada por unos segundos. —Bill está tan hermoso. – dijo y los G’s se miraron confundidos ante ese comentario que parecía fuera de la línea de lo que decía Tom. —Dios, tan bonito. – repitió bebiendo un poco más de aquel licor.
—Sí, lo que tu hermano sacó de guapo, tú lo sacaste de tonto. – bromeó el bajista.
—Por eso ese rapero de mierda se fijó en él. – aseguró. —Todo es culpa de Bill. – comentó. —Si no sé hubiese interpuesto, hubiera asesinado a ese mal nacido. Es un infeliz, ¿Qué se cree para aparecer de no sé dónde y besar a Bill y toquetearlo todo? – dijo con rabia.
—Alguien está celoso. – murmuró Georg.
—Y una mierda, claro que lo estoy. – confesó y los chicos rieron.
—Celos de hermanos, ¿Qué se puede hacer? – dijo Gustav, bebiendo un poco de su vaso y ambos se encogieron de hombros ante la miseria de Tom.
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El mayor tomó los bordes de la camiseta de Bill que ya estaba casi subida hasta su pecho y la sacó por fin. El menor inmediatamente volvió a los labios de Anis, a la vez que bajaba sus manos entre ambos cuerpo, hasta llegar a los jeans del rapero y desprendía rápidamente el botón y bajaba el zipper. Bushido se apartó un poco para que Bill pudiese bajarlos lo que podía.
Bill tomó el duro y caliente miembro del mayor entre sus manos, haciéndole gruñir entre el beso. Anis tomó las caderas de Bill y lo acercó más a él, besando su cuello haciéndole jadear y gemir bajo a la vez que acariciaba la punta húmeda del pene del mayor.
—Anis. – murmuró cuando el mayor pasó sus dedos por el semen que había derramado en su vientre y lo extendía hasta su miembro semierecto, acariciándole de tal manera que le hizo excitar a una velocidad alarmante.
Los dedos del mayor volvieron a entrar en él y cuando Bill empezaba a apretarle de la manera correcta, ambos supieron que era suficiente.
Volvió a recostarse a la cama, mientras Anis terminaba de desnudarse y besaba su pierna derecha, subiendo por su costado y llegando al cuello de Bill, donde le besó saboreando su sudor e instándole a colocarse costado. Anis se acomodó detrás de Bill, haciéndole sentir lo dura que estaba su hombría, mientras besaba tras su oreja.
Bill lo supo cuando se entregó por primera vez a Anis: era un pasivo perdido.
No era porque tanto su hermano como Anis fuesen bastante dominantes en la cama, nada que ver, simplemente era correcto y natural para él de esa forma. Cuando mantenía relaciones con su hermano siempre fue de esa manera y por un momento llegó a considerar que tal vez simplemente era la manera natural entre ellos. Una vez, aun con dieciséis y estando ebrios, una loca idea pasó por sus mentes e intentaron intercambiar papeles. Sin embargo, no fue realmente satisfactorio para los dos. Y lo cierto, es que Bill se sintió tan perdido y fuera de su rol como nunca en su vida.
Bill ladeó su cabeza para poder besar al mayor cuando este buscaba sus labios y le exhortaba a levantar un poco su pierna para una mejor posición. El menor llevó sus manos hacia atrás, aferrándose a la piel de Anis cuanto empezaba a entrar en él.
El pelilargo gimió bajito, mientras se acostumbraba a Anis y el mayor besaba con cariño su hombro. Apretó sus ojos ante los delicados embates del mayor, quien respiraba agitado en su oído.
—Levanta un poco. – le pidió con cariño y pasó su mano entre los muslos de Bill, haciéndole levantar la pierna un poco más, a la vez que iba ascendiendo su mano hasta reposarla casi en su rodilla interna y le instó a flexionar más, sosteniendo él la pierna en esa posición y haciendo sentir a Bill desorientado ante la profundidad a la que ahora llegaba.
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—Fue como un karma, saben. Es decir, su cuerpo estaba desnudo y húmedo contra el mío. – dijo con dificultad y con su lengua mal coordinada por el alcohol. —Sus caderas son tan suaves, como toda su piel. – suspiró con enojo. —Y yo estaba a punto de tener una erección. – confesó. — Y ni se dio cuenta de lo que provocaba con solo estar en desnudez tan cerca de mí.
—Oh, amigo. Por lo que pasas es realmente malo. – se apiado Gustav para que se sintiera escuchado.
Tom tenía rato diciendo cosas sin sentido, pareciendo despechado con su amiga la botella de vodka abrazada a él, porque de pronto utilizar un vaso pareció ser insuficiente. Los G’s al principio estaban riendo, hasta que notaron que parecía verdadera la miseria de su amigo por esa chica que le atormentaba.
—Gracias, Gustav. Me alegra que alguien me entienda. Porque es realmente malo. – le agradeció tomando un trago más.
— ¿Ese vodka es ruso? – preguntó Georg. —Porque mañana estará como la mierda.
—Ya estoy como la mierda. – apuntó. —Dios. – gimió y calló por unos momentos, luego miró a los chicos con curiosidad, antes de relajar su rostro en una sonrisa y hablar — ¿Ya les dije lo bonito que es Bill?
—Sí, Tom. Ya lo dijiste. – respondió divertido Georg.
—Y su personalidad es tan dulce. Él es muuuuuuuuy ingenuo. – suspiró. —Su cabello huele bien, ¿Se los había dicho?
—Sí, Tom. Al igual que dijiste te encanta la colonia que usa de noche, que suspira tiernamente cuando duerme, que te derrites cuando hace un puchero y que te arrepientes por decirle a los quince que acomodará sus dientes chuecos, porque realmente los amabas.
— ¿Ya lo había dicho? – cuestionó confundido. —Son unos buenos oyentes. – les felicitó y luego arrugó el ceño. —Bushido es un desgraciado. Se llevó a Bill. – murmuró y Georg le dio una palmada de apoyo mientras intentaba aguantar su risa.
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Las embestidas se hicieron más lentas, casi erradas y torpes y Bushido se corrió fuertemente dentro de Bill mientras se apoyaba en uno de sus omoplatos. Bill gimió entrecortado, temiendo desmayarse cuando todo se puso negro y su vientre era manchado por su semilla.
Anis nunca lo admitiría, pero le encantaba ver a Bill cuando parecía atontado luego del orgasmo.
El mayor salió del menor y Bill cayó boca abajo en la cama, aferrándose a la almohada, terminando de pasar las secuelas del orgasmo. Mientras el rapero se deshizo del preservativo y tomó unos cuantos kleenex, para limpiarse a él mismo y otros más para limpiar a Bill.
—Voltéate, cariño. – le pidió besando con dulzura sus omoplatos y Bill murmuró unas incoherencias, mientras se volteaba con ayuda del mayor para que limpiase la mancha de semen en su vientre. — ¿Estás bien? – le preguntó lanzando al cesto los pañuelos de papel y el preservativo usado, y luego fue por los labios de Bill.
—Estoy bien. – le aseguró sonrojado, mientras Anis le besaba con dulzura y acariciaba sus caderas.
Otra cosa que Anis nunca admitiría, es que sabía de la sensibilidad extrema de Bill luego del orgasmo. Tenía que tener mucho cuidado en cómo estimularle para que no fuese molesto o doloroso, pero las suaves caricias siempre hacían que Bill reaccionara.
Bill suspiró largo ante el cosquilleo provocado por Anis besando su cuello, acariciando suavemente su ingle pero sin animarse a tocar directamente su miembro que empezaba a ser víctimas de pinchazos placenteros. Anis besó sus pezones que empezaban a endurecerse, mientras Bill cerraba los ojos concentrándose en el placer y acariciando los hombros y brazos fuertes del mayor.
Pronto, Bushido estaba entre las piernas de un agitado Bill, quien tenía parte de su cabello pegado a su frente y cuello, humedecidas esas zonas por el ligero sudor.
—Oh-Anis. – gimió, intentado decir algo con dificultad. — ¿Qué-qué le hicieron a tus hormonas en Francia? –preguntó casi riendo, cuándo sintió ambos miembros, de nuevo orgullosamente duros, hacer contacto.
Anis parecía hambriento. Hambriento de él.
—A mis hormonas no les sucedió algo en Francia, pero sí cuando un sexy chico alemán entró por la puerta de mi apartamento. – rio contra su cuello y le tendió un pequeño paquete plateado a Bill cuando este se lo pidió.
Anis vio los delgados dedos del menor desenrollar el preservativo en su miembro y supo que no duraría mucho, ni él ni Bill.
—Ve con cuidado. – le pidió, aferrándose a sus hombros. Anis asintió sabiendo la sensibilidad del menor luego de dos orgasmos.
—Esto será muy rápido. – concluyó cuando la estrechez de Bill le envolvió y los músculos de su esfínter se contraían rítmicamente entorno a su miembro.
Anis besó a Bill mientras le embestía y Bill casi concluyó lo mismo cuando su miembro se apresó entre ambos vientres, pero era conocedor de la resistencia del mayor y estaba seguro que el placer no se extinguiría en los próximos minutos.
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—Voy a llamar a Bill. – informó, buscando su celular en su bolsillo y sacándolo. — Él dijo que me llamaría y no lo hizo. – comentó con un mohín de enojo y se levantó del sofá, trastabillando un poco mientras llegaba a la cocina.
—Bill. – dijo cuándo la llamada fue atendida y lo que escuchó no le gustó.
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Bill cayó rendido luego de derramarse por tercera vez. Apenas se mantuvo consiente para que Anis le limpiase y compartieran unos perezosos besos antes de caer dormido totalmente desnudo sobre el vientre del mayor, con una mano pasada por sus caderas, mientras Bushido, sentado en la cama y con la espalda apoyada en el respaldar, acariciaba sus cabellos y veía algo en la televisión.
El celular de Bill empezó a vibrar con insistencia en la mesita de noche y Anis le observó viendo el nombre en la pantalla. Era Tom, tal vez era urgente, ya que muy pocas veces Bill recibió un llamado de su hermano en su presencia. Aunque tampoco quería despertarle. Optó por responder la llamada.
—Bill.– se escuchó.
—No. Soy Anis. – respondió.
— Pásame a Bill. – le pidió.
—Bill duerme. Está muy cansado y salvo que sea urgente, no le despertaré. – le respondió y luego escuchó un gruñido molesto del otro lado.
—No le despiertes. ¿Él llegó bien? ¿Se encuentra bien?– preguntó Tom, intentado que su voz sonara lo menos pastosa posible.
—Sí, está bien.
—Ok. Solo quería saber.
—Bien, buenas noches. – le despidió, pero Tom pensó mejor antes de colgar.
—Espera, una última cosa.
—Dime. – dijo Anis.
—No te aproveches de él. Si me entero que le tocaste demasiado, te corto los huevos.– amenazó y Anis sonrió. Ahí estaba ese hermano del que siempre le hablaron, quizás ahora entendía por qué Bill estaba feliz. Tom volvía a ser el mismo.
—Está bien, Tom. – dijo divertido y colgó.
—Anis. – murmuró Bill, despertando un poco. Besó casta y repetidamente el duro abdomen del mayor, mientras buscaba con su mano el control de televisión. —Ven a dormir. – le pidió, irguiéndose un poco para besar sus labios, mientras apagaba la pantalla y Anis se dejó arrastras por Bill bajo las sábanas.
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—Maldito infeliz, rapero de quinta. – murmuró Tom, lanzando con fuerza su celular en la barra de la cocina. Demasiado cabreado luego de intentar sonar como gente los pocos segundos que habló con Anis.
Tomó de nuevo su botella de vodka y caminó hasta la sala donde se lanzó en el sofá, murmurando cosas inentendible.
—Se estaban acostando. – entendieron los G’s y se miraron confundidos. Al parecer Tom en vez de llamar a Bill terminó llamando a esa chica que le tenía hecho nada. —Já. Y que está durmiendo por cansancio. – arrastró las palabras. —Ese maldito cree que no sé leer entre líneas: está durmiendo porque acaban de follar. Hijo de puta. – insultó a Anis y bebió uno de los últimos tragos de la botella.
—Oh, ¿Así que hablaste con el otro? – cuestionó Georg.
— Y lo dice con tanta chulería el infeliz. – luego sonrió. —Lo que no sabe ese miserable es que yo. – se señaló. —Conozco cada milímetro de su cuerpo. – confesó. — Yo puedo hacer que se corra y luego me pide por más. – aseguró. —Maldición, puedo hacer que tenga un orgasmo cerebral y caiga inconsciente toda la noche.
—Sin tantos detalles, Tom. – pidió Gustav y Georg estaba partiéndose de la risa.
—Yo le hago mejor el amor que ese imbécil. – comentó, dándole otro sorbo a la botella. Hipó, para luego sentarse derecho en el sofá y sobresaltar a los chicos. — Le buscaré. Le diré que hagamos el amor y que luego decida si él o yo. – dijo su idea, que le parecía brillante, y tomó las llaves de su auto. —Soy un puto genio.
—Quieto ahí, genio.– dijo Gustav, arrebatándole las llaves. —Vamos a dormir. – le ofreció, quitándole la botella y haciéndole señas a Georg para que le ayudara.
—No, Gustav. Vamos a buscarle. Tú si quieres conduces. – propuso, intentando alcanzar las llaves de su auto.
—Hagamos esto. Ahora duerme ¿No es así? Mejor tú también ve a dormir, para que mañana le hagas el amor como un hombre y repitan todo lo que quieras, pero si vas tan borracho dudo que siquiera puedas besarle bien. – negoció y Tom le miró con interés.
—Gustav, tienes razón. – le dijo con seriedad. —Mañana me llevas. – le pidió y Gustav asintió pensando que era muy fácil negociar con un Tom ebrio. —Le haré el amor ocho veces. – aseguró. —No, mejor diez. Seguidas. Que no pueda caminar y recuerde quien es su hombre. – sonrió ante la idea, mientras Georg y Gustav le conducían a la habitación.
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La luz de la habitación era insoportable y su cabeza parecía a punto de estallar.
—Despertaste. – escuchó que alguien decía.
— ¿Qué~uh~Qué hora es? – cuestionó con voz ronca.
—Cinco de la tarde. – informó y Tom reconoció esa voz como la de Bill. —Toma, pastillas para la jaqueca y jugo para la resaca. – se lo tendió y el gemelo mayor hizo un esfuerzo para abrir completamente los ojos y enfocar a su hermanito, quien estaba sentando a su lado en la cama, usando sweater rojo con rayas blancas y unos jeans azules.
Gimió adolorido cuando se movió para tomar el vaso y las pastillas.
—Los chicos me dijeron que tomaste mucho vodka. – le comentó y Tom asintió, tragando las pastillas y bebiendo todo el jugo para luego entregarle el vaso a Bill.
—Siento que voy a morir. – se quejó, dejándose caer en la almohada de nuevo y colocando su mano en su frente para ocultarse de la ligera luz que había.
—No debiste beber tanto. – aseguró, apagando la luz de la mesa de noche para que no le molestara a su hermano.
—Uhm. – Tom gimió en respuesta, sintiéndose regañado, mientras se enredaba más en las sábanas. — ¿Cuándo volviste? – le preguntó.
—Para el desayuno, como te prometí. – le respondió con timidez y Tom gruñó.
—No me llamaste cuando llegaste a casa de Anis. – le recordó.
—Lo siento. – se disculpó, mordiendo ligeramente su labio y Tom quiso hacerse el desentendido ante ese tono de arrepentimiento, pero le estaba costando.
—Iré a llevar esto a la cocina. – comentó, desplazándose fuera de la cama de Tom.
—Déjalo en la mesita. – le pidió.
—Lo llevaré, no te preocupes.
—No, solo déjalo allí. – pidió y haló de la mano de Bill, tomando el vaso y dejándolo a un lado de la mesa.
— ¿Qué~uhm… – gimió de sorpresa cuando Tom haló de él más fuerte, haciéndole quedar recostado en su pecho desnudo.
—Quédate aquí. – le pidió, abrazándole con fuerza y descansando sobre el cabello de Bill para volver a dormir.
— ¿Tom? – le llamó bajito luego de minutos, bastante confundido.
—Déjame dormir. – le pidió con voz adormilada. —No te vayas. – solicitó y acomodó las sábanas también sobre Bill.
—Pero…
—Anis te tuvo ayer, sólo quiero dos horas a tu lado para dormir. – Bill no supo que decir. La voz de Tom no sonaba enojada, solo como la de un niño caprichoso.
Bill sonrió.
—Hueles a alcohol. – comentó luego de segundos y Tom rio suavemente, besando la frente de Bill. —Anis me dijo que llamaste preocupado por mí esta madrugada. – confesó y Tom se puso serio, preguntándose si le dijo algo acerca de la amenaza a sus genitales. —Gracias por preocuparte.
—Al contrario. Discúlpame por estarlo haciendo tarde. – dijo con sinceridad, bajando su rostro y besando la respingada nariz de su hermano.
Bill, con un poco de timidez y nervios por algún rechazó, hizo caso de su impulso y depositó un beso casto en la mejilla del mayor.
Tom sonrió, apretando más a Bill a su lado.
Continúa…
Gracias por leer.
Yo necesito que Tom sufra másssssss🤣🤣🤣🤣