“Dark Friend” Fic de MizukyChan
Capítulo 4: Tortura
Tom no esperaba que el par de psicópatas regresara tan pronto. Ni siquiera había logrado relajarse lo suficiente como para idear un plan de escape. La tensión lo estaba matando, al igual que el dolor punzante que sentía en la cara, de hecho no podía ver nada con el ojo lastimado. Natalie había hecho un buen trabajo al golpearlo allí, lo había destrozado, porque Bill no dejaba de mirarlo con lágrimas en los ojos.
—Tranquilo —susurró a través de la tela de su boca.
Pero Bill negaba con la cabeza, cómo podría estar tranquilo si estaban en manos de alguien loco. Alguien que probablemente los asesinaría antes del anochecer.
—Mira, cariño —dijo el hombre, abrazando a Natalie por la espalda—. Nuestros huéspedes están despiertos —La mujer soltó una risita burlesca, pero no dijo nada—. Creo que ya es hora de empezar a jugar.
Bill tembló y todos lo notaron. Tom quiso negar con la cabeza, en las películas que había visto, los criminales siempre atacaban al más débil, para hacerlo gritar y suplicar y así disminuir la voluntad de los restantes.
—¡Él! —exclamó Natalie, señalando a Georg, quien cerró los ojos fuertemente.
—¿No te cae bien? —Preguntó el secuestrador, considerando darle en el gusto a su nueva macabra asistente.
—Él me coqueteaba —respondió la mujer, con tal elocuencia, que todo el mundo creyó su mentira.
Georg la miró con cara de pánico, pero no movió ni un músculo. La mujer no sabía si era porque estaba cagado de miedo, o porque leía entre líneas.
—Él será —dijo el secuestrador, empujando la silla de Georg frente a las demás, dejándolo de espaldas al resto de los capturados, pero en la misma habitación.
El psicópata se sentó frente al castaño, observando su actuar, mientras la rubia miraba los instrumentos de tortura desparramados en el suelo. Finalmente se agachó y tomó lo que parecía ser un aplasta huesos, se lo entregó al hombre, cual arsenalera en plena cirugía.
Caminó alrededor de la silla, mientras el hombre acomodaba dos dedos del bajista en el aparato. Cuando al sonido de crak le siguió un angustioso gemido de dolor, la mujer cerró los ojos y estalló en carcajadas histéricas.
Bill lloraba sin parar, pero sus sollozos eran amortiguados por los gemidos de dolor de Georg y las risas de Natalie, quien parecía haberse vuelto totalmente demente.
La tortura prosiguió por el espacio de unas horas, para cuando el secuestrador acabó, Georg estaba inconsciente y ensangrentado.
—Esto me ha puesto muy cachondo —dijo el hombre, logrando captar la atención de Natalie.
La mujer lo miró y leyó las intenciones del hombre, pero no estaba dispuesta a perder su protagonismo en aquella experiencia.
—Ni te atrevas a mirar al principito —dijo amenazante—. O te quedas sin coño, ni asistente gratis.
El hombre rió—. También me gustan otros agujeros.
—Ah, pues tengo una idea —dijo ella, llevando un dedo a su barbilla, cual escultura meditabunda.
—¿Quieres que te tome a ti, por detrás?
—Nah, después no puedo cagar por semanas —respondió ella a modo de broma, haciendo reír al otro, quien comenzó a tocarse por sobre la ropa, sin pudor alguno.
—¿Quieres que tome al de barba? —Insistió el tipo, señalando su erección completamente endurecida.
Natalie le dio una mirada a Bill, quien tenía una expresión de horror en la cara, y río—. Te contaré mi plan.
—Te escucho…
—Estos dos son hermanos —dijo señalando a los gemelos—. Has que follen ellos.
—¿Y qué hay de mí?
—Toma al gordo, a mi me va el voyerismo morboso —dijo como si nada.
El secuestrador estalló en risotadas y asintió—. Me has puesto más duro con la idea. Voy por mi arma.
El hombre se separó para sujetar el revolver con que disparó a Saki, mientras Natalie cortaba las amarras de Tom y decía con voz fuerte y clara—. Hazlo bien. Haz que me corra con solo verlos o lo pagarás.
—Desata también al gordo para montarlo mejor —dijo el tipo, sin dejar de apuntar a Tom a la cabeza.
Natalie fue obediente y desató a Gustav, ubicándolo en la misma mesa en la que ella fue poseída, atando sus manos con unos grilletes que el hombre señaló. Estaban demasiado juntos y cualquier movimiento agresivo de parte de los capturados habría resultado en la muerte inminente de Bill, quien tenía el cañón del arma directamente en la cabeza.
—Me pongo inestable cuando follo —amenazó el hombre, penetrando a Gustav de una sola estocada, rasgándolo por dentro y sacándole un gemido de dolor—. Si veo algo extraño, tu hermanito morirá.
Tom no podía moverse, estaba aterrado por lo que sucedía, no era la primera vez que hacía el amor con Bill, pero esta era una situación completamente diferente y su cuerpo no respondía como era adecuado.
—Yo te ayudaré —dijo Natalie, abriendo los pantalones del chico, masajeando su polla lo suficiente para endurecerla, pero no daba resultado—. Esto no está funcionando.
—Si no lo folla él, lo haré yo —dijo el tipo y eso pareció ser suficiente para que Tom decidiera hacer algo, aunque fuera fingir.
El barbudo se acercó a Bill, quien estaba sobre la mesa, al costado opuesto de Gustav y bajó sus pantalones. Natalie se acercó hasta ellos y escupió fuertemente sobre la entrada del cantante, metiendo un dedo ahí, lubricado con sus propios fluidos corporales, porque también había comenzado a masturbarse.
Bill gimió bajo, pero no se quejó más, sabiendo que eso sólo empeoraría las cosas para ellos dos. Tom cerró las distancia y metió su polla flácida en la entrada, al no estar completamente endurecida, no fue doloroso para Bill.
—Muévete —dijo la rubia a espaldas de Tom, empujándolo desde atrás, para que comenzara a mecerse.
El movimiento constante ayudó a Tom a continuar, mientras el secuestrador continuaba vejando a Gustav, golpeando sus nalgas y haciendo sonidos roncos de placer, hasta que se corrió.
Tom no pudo alcanzar el clímax y perdió la erección cuando el hombre los miró con expresión demencial.
—Esto ha sido horrible, este par no me calienta nada. ¡Quiero que me folles bien rico! —Exclamó Natalie, cambiando su lugar desde atrás de Tom, para acercarse al secuestrador.
El hombre soltó una risita y miró a la mujer—. Eres un demonio, ¿lo sabías?
—No lo sabía, pero tú sí… —respondió en un susurro—. Lo supiste apenas me viste, ¿no es así?
El hombre asintió y sonrió satisfecho. Tenía las manos ensangrentadas por la tortura contra Georg y manchó de sangre la pálida piel del rostro de la mujer, quien se había aseado para comer.
—¿Me dejarás quedarme aquí? ¿Quiero seguir haciendo esto contigo? —Pidió ella con voz dulzona.
El hombre entrecerró los ojos y ella vio sus dudas. La mujer giró sobre sus talones y buscó por el suelo hasta hallar un filoso cuchillo, de al menos diez centímetros de largo, y lo enterró en el pecho del inconsciente Georg.
Gustav, Bill y Tom abrieron los ojos de golpe y jadearon amortiguadamente, pero el hombre rompió a reí.
—Mañana lo trozamos como a Saki —dijo la mujer—. Ahora, amarra a estos tres y ven a hacerme el amor —ordenó como si nada.
El secuestrador rió a carcajadas y procedió a atar a los tres miembros restantes. Aquella noche, ninguno de los cautivos pudo dormir por los gemidos de placer que se escuchaban en la habitación del lado.
& Continuará &
Parece que el peor monstruo resultó ser Nataly en lugar del secuestrador, ¿no creen?