Déjate amar 2

Fic Toll de Millah

Cap. 2: Debo mantener mi promesa

Después de dejar a Tom y volver a casa, Bill y Heather se pusieron rápidamente sus pijamas y se metieron cada uno en su cama, compartían la misma habitación por petición de Bill, que a pesar de su carácter hostil no podía estar separado de su amiga. Se conocieron a los cinco años y nunca más se separaron, se volvieron casi hermanos pues entre ellos no había secretos, compartían todo y hasta hace solo dos años Bill era el chico más tierno y adorable que Heather hubiera conocido, pero una pena de amor le hizo cambiar o más bien le hizo formar una dura coraza para que nadie más pudiera llegar a su corazón y romperlo en mil pedazos, se había prometido a si mismo que jamás volvería a enamorarse y lo había cumplido muy bien hasta ahora.

-Buenas noches- dijo el pelinegro al apagar la luz.

-Buenas noches…-cerró lo ojos y guardó silencio por unos segundos- ¿de verdad no te cayó bien Tom?.

-¿Vas a seguir con lo mismo?.

-Es que…cuando lo mirabas…pensé que…

-Pues será mejor que no pienses en nada, no quiero volver a repetirte lo mismo…y no lo miraba.

-Pero Bill, eso pasó hace dos años, debes olvidar y empezar de nuevo, o si no…

-¡Basta!, ¡ya cállate de una vez!- le gritó el pelinegro levantándose de la cama.

Heather encendió la luz al escuchar los pies de Bill posarse en el suelo -¿a dónde vas?- preguntó al verlo abrir la puerta de la habitación.

-A dormir en otra habitación, como debí hacerlo desde de que llegué aquí.

La chica se dio cuenta que su amigo estaba llorando, se levantó y corrió tras de él, pero antes de alcanzarlo el pelinegro cerró la puerta y le puso llave, desde afuera su amiga le pedía disculpas y le suplicaba que abriera la puerta para poder consolarle, pero él solo tapó su cabeza con una almohada y lloró con amargura, ella se dio por vencida y volvió a su habitación arrepentida de haberle recordado por millonésima vez su triste pasado, se metió en su cama y trató de quedarse dormida.

El amanecer llegó pronto y Heather no pudo pegar ojo, se levantó y se fue a dar una ducha, desayunó sola y después de terminar le subió el desayuno a su amigo esperando que con eso la perdonara, giró la manilla pero la puerta aun estaba con llave así que tocó y esperó a que Bill abriera, pasaron algunos segundos y la puerta no se abría, entonces optó por llamarle.

-¡Bill, abre la puerta te traje el desayuno!…¡Bill!…¡Bill!- pero el pelinegro no contestaba- ¡BILL ABRE LA MALDITA PUERTAAAA!.

En menos de cinco segundos la puerta se abrió, revelando el rostro demacrado por el llanto de casi toda la noche, el pelinegro bajó su mirada, pero su amiga ya había notado sus ojos rojos e hinchados, junto con el maquillaje corrido esparcido por sus mejillas, dejó la bandeja con el desayuno sobre la mesita de noche y se sentó al lado de su amigo, sin decir nada le acarició el cabello y le volvió a pedir perdón, el pelinegro levantó la mirada y apoyó su cabeza en el hombro de Heather.

-No tienes que pedir perdón, solo no me vuelvas a recordar el pasado, sabes que me hace mucho daño.

-Lo se, pero…es que…no quiero que sigas así…

-Ya te dije… por favor no sigas con eso- le pidió levantándose.

-Es que me resulta inevitable, porque quiero verte bien, quiero que seas feliz…a mi también me hace daño verte así, has cambiado tanto…ya no eres el mismo Bill que yo conocí y de verdad te extraño.

-Pues así nadie me volverá a hacer daño- dijo dejando caer una lágrima.

-Y así te quedarás solo para siempre- le dijo enojada.

La mirada fría y llena de disgusto de Bill se clavó en su amiga, intimidándola- si sigues con lo mismo tomaré mis cosas y me largaré de aquí, ¿entendiste?.

-Yo solo quiero verte feliz, pero bueno, si tú quieres lo contrario allá tú, solo no te vayas, no quiero estar sola en esta casa tan grande y a la vez tan fría.

Bill sintió un nudo en la garganta, decirle a su amiga que se iría estuvo mal, ella también estaba sufriendo, pero hacía todo lo posible por tratar de superar el dolor de la separación de sus padres y enfrentar el duro y triste divorcio por el que pasaban, él era el único apoyo que ella tenía, y en cierto modo envidiaba el sentido de superación que ella poseía, así que le pidió disculpas y le prometió que jamás la dejaría sola. Al apaciguar la situación ambos se abrazaron y Heather acompañó a Bill a tomar su desayuno.

La tarde llegó y la lluvia no cesaba, en la mañana habían hecho planes para salir pero la lluvia torrencial les deparó otra cosa, aburridos y sin nada que hacer prepararon palomitas de maíz pusieron una película de terror, Silent Hill, la tarde era oscura y los relámpagos y truenos no cesaban, el ambiente perfecto para disfrutar de la película favorita de Heather.

Disimulando el miedo que la película de producía, el pelinegro comenzó a entablar una para él entretenida conversación.

-Ya se acerca tu cumpleaños, ¿qué harás?.

-¿Mmm?.

El pelinegro volvió a formular la misma pregunta.

-Amm, no lo se.

-Pero, ¿lo celebrarás?.

-¿Mmm?.

-Heather ya has visto esa película miles de veces, ponme atención.

-Pero…es que me encanta, mira, esta parte es la más sangrienta.

Bill se levantó bruscamente del sofá para evitar ver esa parte de la película, caminó a la ventana y observó la lluvia caer, mientras observaba vio a alguien pasar por la calle de enfrente, el paraguas que le cubría no dejaba ver quien era, pero la ropa ancha le hizo sospechar de una persona en especial, le vio caminar lentamente y sin darse cuenta esbozó una leve sonrisa y suspiró bajito, pero esta acción no pasó inadvertida para Heather quien lo observaba parada justo a su lado, él estaba tan concentrado en ese chico que no se dio cuenta de que su amiga le observaba hacía mucho rato.

-Esa sonrisita y ese suspiro me dicen muchas cosas- se burló la joven.

Bill sintió que la cara le ardía y supo al instante que se había sonrojado, se alejó de la ventana y volvió al sofá -no se de que hablas – dijo nervioso.

-Ese era Tom, el chico que caminaba afuera…y tú suspiraste por él.

-¿Estás demente?…yo…suspiré por la nostalgia que me produce la lluvia.

-¿Y esa sonrisita?, ¿también fue por la nostalgia?.

-Al fin que no tengo porque darte explicaciones -dijo el pelinegro dando por terminada la conversación, se puso de pie y subió para encerrarse en la habitación.

Su amiga solo reía en voz baja, a Bill le fue difícil ocultar lo que sintió en ese momento, y él mismo tumbado en la cama no podía creer lo que había sentido al ver a Tom no era posible, se lo había prometido a si mismo, no más ilusiones, no más amor, pero su corazón le decía que le sería muy difícil mantener su promesa, porque algo en ese chico le había atraído, tal vez su sencillez, tal vez su transparencia y para que negar que era guapo, muy guapo, eso si no lo podía negar.

Pasadas una semanas la joven decidió que celebraría su cumpleaños, por lo menos para hacer algo distinto y salir de la enfermiza rutina, los invitados no serían muchos, solo unos parientes y unos cuantos conocidos, entre ellos Tom, nada grande solo una fiesta un poco recatada, solo ponche, algo para picar y el pastel. Faltaba solo una semana para su cumpleaños y solo había invitado a sus parientes más cercanos que eran dos primos y una tía, no había visto a Tom desde esa tarde lluviosa y ya los ánimos se le estaban yendo abajo, pero mientras regaba las flores de la entrada de su casa justo le vio pasar.

-¡Tom espera!.

El de rastas paró enseguida su caminar y esperó a la castaña -dime- le dijo cuando estuvieron frente a frente.

-Ay, esto me da un poco de vergüenza…

-¿Vergüenza?, ¿por qué?…vamos dime -le dijo poniendo una mano en el hombro de la joven.

-Es que…en una semana será mi cumpleaños y pensé en celebrarlo- Tom la miró sin comprender nada- y me preguntaba si tú querrías venir.

-¿Harás una fiesta?- preguntó ilusionado.

-Una fiesta no, pero algo parecido solo que más pequeño…es que no vendrá mucha gente, porque no conozco a casi nadie…

-¿Bill estará ahí? -no pudo evitar preguntar, poniéndose rojo como un tomate.

-Obviamente él…

Tom no le dejó terminar- no te preocupes, yo estaré ahí- aseguró con una sonrisa tonta- amm ¿puedo invitar a unos amigos?.

-¿Te refieres a Georg y a Gustav?.

-Pues…aamm, si y algunos más- dijo sonriendo como un niño inocente.

-Claro, no hay problema.

-Entonces en una semana nos veremos -dijo mirando a la casa de Heather, específicamente a una ventana, en donde pudo ver la silueta delgada del pelinegro de sus sueños, que le observaba y cerraba de golpe la cortina al sentirse descubierto.

Continúa…

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Escritora del Fandom

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