«I need you» Fic de Millah
Capítulo 15
-Definitivamente estaba celoso- afirmó David con una sonrisa de lado a lado -no te vas a poner a llorar por eso ¿verdad?- preguntó al ver a Bill con los ojos húmedos.
-¿Viste la mirada que tenía?…estaba triste, le hice sentirse muy mal…creo que me odia.
-Se lo merece ¿no?, sentirse mal por lo que te hizo a ti, pero no creo que te odie –le quitó importancia.
-No, no quiero que sufra por mi culpa, tal vez deba llamarlo para aclarar este asunto- dijo sacando el celular que Tom le había regalado.
-No lo llamarás -le ordenó el castaño quitándole el celular de las manos.
-¿Qué haces? – se extrañó el pelinegro.
-Mi experiencia en este tipo de cosas me dice que Tom volverá por aquí. Él aun te ama, eso se le nota. Se que volverá para intentar hablar contigo pero creo tu no deberías ponerle las cosas tan fáciles…
-No te entiendo, Tom salió hecho un desastre de aquí, seguramente ahora debe estar maldiciéndome por el camino.
-Seguramente. Pero eso no hará que deje de amarte.
-Tom no volverá por aquí, ahora se que no volveré a verlo nunca más -dijo con dolor.
David suspiró y volvió a acariciarle la espalda mientras le dedicaba una leve sonrisa -Espero que no canceles nuestra salida al cine.
-No tengo ganas –Bill se sentó y en una mesa vacía.
-Oh vamos ¿no me vas a cancelar por lo que pasó con Tom o si?… eso sería muy injusto.
-Esta bien –resopló Bill- lo haré por ti.
-No lo hagas por mi, hazlo por ti -David se acomodó a su lado –…te haría bien salir.
-Si, quizás tengas razón –aceptó el pelinegro aun sin estar convencido.
-Sabía que no me defraudarías Bill – Sonrió el castaño suspirando.
-Pero después de eso me iré a casa –agregó pensando que David no se conformaría con una simple ida al cine.
-Como tú quieras- asintió David teniendo esperanzas de que quizás cambiara de opinión.
Se notaba que David y Bill se complementaban muy bien. Se podría decir que hasta parecían novios por como se trataban, con tanto cariño. De todas formas el mayor no negaba que Bill tuviera sus encantos y que a veces le dieran ganas de lanzarse sobre él y besarlo con pasión… pero se contenía, era preferible tener su amistad a perderlo por un impulso estúpido. Él tenía 37 años y era el dueño del local. Desde un principio trabaron una amistad profunda pero Bill le dejó claro de inmediato que nunca podría existir algo mas allá de una buena amistad entre los dos, no por la diferencia de edad sino por su amor a Tom. David aceptó sin rechistar…tal vez con el tiempo Bill cambiaría de actitud, y si no, pues se conformaría con su valiosa amistad. Aunque nada le decía que si lo intentaba no lo conseguiría.
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Tom se fue a casa en medio de groserías dirigidas al pelinegro. Le dijo a Charlize que se tapara los oídos y que si escuchaba algo no lo fuera a repetir por ningún motivo.
No podía apartar de su mente aquella mano en la cintura de Bill, era cerrar los ojos y verle sonreír a ese hombre que se veía bastante mayor que él. Se sentía desfallecer al imaginar esa mano tocando otras partes de su cuerpo y se odiaba así mismo por no haberse contenido, pero sus celos eran más poderosos que su razón y no le dieron esa oportunidad.
Se pasó la tarde paseando de un lado a otro, no podía concentrarse en su maqueta y cada vez que iba a continuar rompía algo. Mejor era dejarlo para después si es que podía concentrarse.
Como a las 9:00 de la noche, después de haber acostado a sus dos hijos, se tumbó en la cama para pensar. Pensar en lo que podría hacer para recuperar a Bill, porque sin él no podía vivir eso ya lo tenía asumido. Pensaba en regresar al día siguiente con unas hermosas flores pero al rato se arrepentía, talvez unas simples flores no le ayudarían a recuperar el amor del pelinegro. Talvez una carta de amor o un peluche con un corazón que diga «Te Amo», no, eso es una niñería, bombones, no, a Bill no le gustaba el chocolate. Definitivamente no sabía que hacer, estaba muy triste y desesperado, la sola idea de perder a Bill para siempre le asustaba. Llorando sin saber como actuar, decidió llamar a su madre.
-Mamá…necesito tu ayuda -le pidió con la voz ronca.
-Tom… ¿estás llorando?… ¿por que cariño?- preguntó preocupada.
-Hoy vi a Bill… estaba con otro hombre.
-Ay, cariño… ¿estás seguro? –preguntó Simone encontrado muy extraño que Bill ya hubiera reemplazado a Tom, ella sabia que él amaba a su hijo con locura.
-Trabaja en un centro de comida rápida, como mesero- le explicó.
-¿Hablaron?
-No, solo habló con los niños, pero cuando lo vi con ese idiota lo traté mal y lo mandé al diablo y ahora estoy arrepentido –parecía que Tom fuera a explotar.
-¿Otra vez lo trataste mal? -Simone se escuchó enfadada – Tom, eso esta mal pero no se en que podría yo ayudarte.
-Dame consejos, quiero recuperarlo -pidió el rubio como un desesperado.
-Ya veo. Bueno pues… comienza mostrándote amable con él, pídele perdón por lo que le dijiste y trata de quedar para conversar –fue lo único que se le ocurrió a Simone.
-¿Quedar con él?… lo traté muy mal mamá, no creo que quiera una cita conmigo.
-No será una cita, solo dile que necesitas hablar con él para decirle cuanta falta te hace.
Tom suspiró – eso se oye tan fácil…
-Lo se cariño, pero si quieres recuperarlo debes intentarlo… no se de que otra manera de ayudarte hijo, lo siento mucho.
-No te preocupes mamá, te lo agradezco de todas formas… buenas noches.
-Buenas noches mi niño, trata de dormir, te quiero.
-Y yo a ti -colgó el teléfono para luego hundir la cabeza en la almohada.
Otro suspiro salió de su boca, talvez era así como debía empezar, recuperar primero su confianza y hacerle sentir a un le amaba, que nunca dejó de amarle ni un poco. Luego recuperar su cariño por medio de gestos románticos y así finalmente recuperar su amor.
Con la esperanza de que eso le resultara y con sus pensamientos en torno a Bill, pudo finalmente quedarse dormido.
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A esas horas Bill y David recién salían del cine, él mayor se ofreció a llevarlo a su departamento y el pelinegro aceptó finalmente después de pensarlo un rato. Teniendo en cuenta que era muy guapo y poseía un encanto natural que volvería loco a cualquiera, incluso, si se dejaba llevar, podría volverle loco a él.
-Podría invitarte a cenar – le dijo mientras conducía.
-No gracias, comeré algo en mi departamento y luego me iré a la cama.
-Ok -aceptó inconforme.
El resto del camino hablaron de cosas sin importancia, quedándose algunos minutos en silencio. Silencio en el que David deseaba decirle todo lo que sentía, callándoselo por saber que Bill aun estaba enamorado de Tom y que ni en sueños podría arrancarlo de su corazón.
-Aquí es- dijo Bill -gracias por traerme – le agradeció sonriéndole.
Abrió la puerta y se dispuso a salir cuando David tomó su mano y le detuvo antes de que se bajara.
-¿Qué pasa? –Bill tembló ante el agarre.
-Déjame subir, aun es temprano y no quiero irme a casa.
-No lo creo –negó Bill con firmeza.
-¿No confías en mi? ¿Piensas que podría hacerte algo malo? -preguntó con el cejo fruncido.
El pelinegro rodó los ojos y suspiró profundamente -está bien, pero solo por un rato… luego te irás a casa.
-Si -suspiró con emoción, le tomó de la muñeca ante la sorpresa de Bill y caminó con él hasta su departamento. David quería asegurase, no fuera a ser que una vez arriba le cerrara la puerta en la cara.
-Este es – dijo soltándole, metió la llave y abrió la puerta chillona, dejando ver un lugar que no tenía nada que ver con el pelinegro -es una pocilga, lo se – reconoció antes de que David dijera algo.
-Yo no he dicho nada -se defendió el mayor.
-Pero lo pensaste.
-¿Acaso eres síquico? -bromeó.
-Vi como miraste el lugar. Lo encontré de pura suerte.
-Bueno, es mejor que nada… ¿y donde nos sentaremos? -inquirió al ver que el lugar carecía de sillas o un sofá.
El pelinegro abrió una puerta y David pudo ver una cama, pensó maravillas, pero luego volvió a la realidad al verlo traer dos cojines.
-Uno para ti y otro para mi- dijo dejándolos caer al suelo.
Se sentaron y pasaron un par de horas en las que hablaron ya de temas más profundos e íntimos, mientras bebían de sus vasos de sano jugo natural. David le contó todo acerca su vida amorosa, nula en ese momento ya que estaba solo desde hacia siete meses. Le contó de sus penas de amor y también de sus más grandes e inolvidables momentos. Entonces Bill también le abrió su corazón y le contó en detalle todo lo que vivió junto a Tom. Las noches de pasión que vivían cuando Tom se colaba en su habitación de madrugada y hacían el amor por horas, procurando que nadie les escuchara.
-Vaya, ese Tom es todo un pillo. Viviendo con su pareja y su amante bajo el mismo techo, que descaro -rió negando con la cabeza.
-Reconozco que no fue una muy buena idea, pero las circunstancias lo quisieron así –se defendió Bill un tanto avergonzado por el comentario que hizo David.
-Si claro, las circunstancias -le guiñó un ojo- en todo caso debe ser muy excitante saber que te pueden pillar haciéndolo.
-En mi caso no, tenía miedo más bien dicho. Y me tenía que aguantar las ganas de gemir de placer y de gritar alto cuando los dos acabábamos – dijo con los ojos cerrados.
-Debe ser un amante magnífico.
-Solo te diré que me hacía llegar al cielo tan solo con tocarme.
-Vaya -sonrió David al verlo cerrar sus ojos nuevamente y suspirar. Verle así, tan dulce y cautivador era realmente irresistible.
Cuando Bill abrió los ojos vio a David a solo unos centímetros de su boca, a punto de besarle. Lo empujó para detenerle y lo hizo caer de espaldas -¡que diablos ibas a hacer! -le gritó levantándose.
-Lo siento -se disculpó sobando su espalda –no me pude resistir…
-Fuera –los ojos de Bill centelleaban.
-¿Cómo dices? –David mostró una sonrisita tonta.
-Fuera ahora- le ordenó indicándole la puerta.
-Realmente lo siento Bill, es que te veías tan deseable y no pude resistirme…
Bill caminó hacia la puerta y la abrió para que David saliera de una vez por todas.
-Pareciera que quisieras conservar sus besos – le dijo antes de salir.
-Adivinaste -asintió cerrando la puerta en su cara.
-No es el único hombre en el mundo – la voz de David sonó apagada.
Bill no contestó, solo le cerró la puerta en plena acara.
-Maldito traidor, quería aprovecharse… solo vino aquí para eso -habló para si mismo mientras caminaba a su habitación.
Se desnudó y se puso una camiseta, se metió a la cama y apagó la luz pensando en que era cierto, quería conservar los besos de Tom en sus labios y sus caricias en su cuerpo. No quería que nadie mas lo tocara y en ese instante moría al recordar a Tom sobre él, haciéndole pedir más y no se dio cuenta de cuando puso una mano alrededor de su miembro, pero ya estaba ahí y el pensamiento de Tom desnudo estaba en su cabeza, apretó ligeramente y comenzó a masajearlo, gimiendo enseguida pues llevaba tiempo sin hacer el amor y necesitaba un poco de distracción. Comenzó a recorrerlo de arriba abajo con sus finos dedos, deteniéndose de vez en cuando para jugar con la suave punta al tiempo que llevaba un dedo a su boca y lo lamía ligeramente. no tardó mucho en ponerse tan duro como su necesidad, que era mucha, lo requería y entonces si le dio con más fuerza, cerrando los ojos e imaginando a Tom frente a él, a esos ojos que le miraban penetrantes cada vez que le hacia llegar al orgasmo. Con un dedo en su boca y un último suspiro sintió como su cuerpo se tensaba al haber alcanzado el delicioso orgasmo. Se relajó y dejó que su respiración entrecortada se normalizara, se limpió el estomago empapado de su esencia y volvió a acurrucarse. La experiencia vivida fue muy buena, pero no podía comparase con el placer divino que se proporcionaban ambos cada vez que se enredaban en las sabanas… entonces una lagrima escapó y bajó por su mejilla, estar lejos de Tom lo estaba matando, el pensar que jamás volvería a verle era una tortura a la cual temía demasiado. Cerró sus ojos y se abrazó a la almohada, esperando que algún día él y Tom volvieran a compartir esos besos y caricias que tanto añoraba.
Continúa…
Gracias por leer.