«Reverse II» Fic de Alter Saber
Capítulo 43: Sacrificio
«La mayor declaración de amor es la que no se hace; el hombre que siente mucho, habla poco»
– Platón
Faltaban tan sólo dos horas para arribar; ese tiempo pasaba tan despacio a nuestros ojos; la preocupación nos inundaba de sobremanera; por más que intentábamos no desesperar; la idea de que Bill fuera raptado por ese animal feroz, inundaba nuestros pensamientos constantemente; Gustav movía sus manos con insistencia y yo no hacia otra cosa que no fuera revisar el reloj; nos urgía llegar cuanto antes; los minutos valían oro, un escaso segundo podía hacer la diferencia; eso podría significar la salvación de Bill.
– Gustav…
– ¿Si?
– ¿Crees que le encontremos?
– Georg, apenas bajemos de este avión, voy a patearte.
– ¿Qué? ¿Por qué?
– Hombre, ¿Cómo puedes si quiera pensar en algo como eso?
– Es que…
– Nada Geo; lo único que tiene que estar pasando por tu cabeza, es que Bill se encuentra bien y que Blake aun no llega hasta su ubicación.
– Si, perdona, yo…
– Lo sé, ¿Acaso no me regañaste por lo mismo en el Hospital?
– Si, si, si, ya, lo lamento, es sólo que no puede evitar sentirme algo cohibido.
– Te entiendo, pero, por lo menos, ya sabemos hacia donde tenemos que dirigirnos ¿No?
– Si, tienes razón.
Antes de salir de Sacramento, me contacté nuevamente con Sam y le informe que Gustav y yo íbamos de camino a visitar a Bill; aquel mayordomo me indico que en el Aeropuerto habría un chófer esperándonos para llevarnos hasta la residencia de los Trümper; agradecí en gran medida ese detalle, al menos, no nos perderíamos en el trayecto y el tiempo tampoco se desperdiciaría. Con la mente un tanto más tranquila, intente dormir las horas restantes a la llegada…
Sentí como una mano me sacudía el brazo con fuerza; abrí mis ojos y me di cuenta de que el avión ya había aterrizado:
– ¡LLEGAMOS!
Bajamos nuestras maletas, e ingresamos al Aeropuerto; era la primera vez en cuatro años que regresábamos a Alemania; aun cuando habíamos crecido en este país, nunca estuvimos en Frankfurt; vivimos la mayor parte del tiempo en Hamburgo y Núremberg.
Mientras caminábamos tratando de ubicar al chófer que nos estaría esperando; divisamos aquel cartel que tenía nuestros nombres; nos acercamos hasta aquel conductor, el cual se presentó, tomo nuestro equipaje y nos informó que él nos llevaría hasta la residencia, que no teníamos nada de qué preocuparnos, ya que Bill se encontraba en casa.
Esas palabras nos aliviaron de sobre manera; sentimos como si nos hubiesen quitado en peso de encima.
El camino a la residencia fue algo largo, pero, Gustav y yo estábamos asombrados por la casa en la que se estaba quedando Bill; era simplemente hermosa, tenía un aura victoriana junto con un aspecto moderno que la convertía en una estructura realmente encantadora.
Al ingresar, la perspectiva sólo mejoro, los lujos estaban en cada rincón del lugar; habían varios empleados caminando de un lado al otro; el mayordomo se acercó a nosotros y recogió nuestro equipaje para disponerlo en las habitaciones de la segunda planta; me resulto extraño que Sam no me saludara, es decir, dialogue con él dos veces por el teléfono ¿No?
Cuando estábamos por emprender la búsqueda hacia nuestro amigo; una chica de baja estatura, con una piel tersa, y unos ojos verdes grandes, bajo las escaleras y se acercó a nosotros…
¡Maldito seas Bill!
¿Por qué carajos no nos había dicho que vivías con semejante preciosidad?
Decir que era hermosa, en verdad, no era suficiente.
– ¡Bienvenidos! ¿Es su primera vez en Alemania?
– A-Ammm, no, es decir, nosotros…
– ¿Si?
– E-Esto, ya, habíamos vivido aquí.
– ¿En qué parte?
– Hamburgo.
– Oh, qué coincidencia. Yo igual; díganme, ¿Les puedo ofrecer algo de tomar?
– No, gracias. A decir verdad, estamos un poco preocupados por Bill.
– ¿Por qué? Bill está bien.
– ¿Si? ¿Dónde está? ¿Podemos verlo?
– Claro, síganme, por favor.
Aquella chica subió las escaleras hasta la tercera planta; se abrió paso a través de un enorme pasillo y con una llave de seguridad, desbloqueo la puerta; nos hizo señas para que ingresáramos, y eso hicimos.
Al entrar, esperábamos encontrarnos con Bill, pero, no fue así…
– Tomen asiento, Georg y Gustav.
– Espera, ¿Dónde está Bill?
– Si se sientan, podremos hablar con más calma ¿Si?
– ¿Quién eres?
– Oh, pero que vergüenza, no me he presentado aún; soy Anna.
– Bien Anna, ¿Qué es lo que está pasando aquí? ¿Esta es la residencia de los Trümper?
– No precisamente; verán, su amigo Bill me la ha jugado de una manera que no tolero.
– ¿Qué?
– Ummm digamos que, se metió con algo que es mío y pues, yo soy alguien que no aguanta las humillaciones, así que…
– ¿De qué carajos estás hablando? No te entiendo una mierda.
– ¿Conocen a Tom Trümper?
TODO.
Simplemente, todo, hizo Click.
La responsable de que Blake estuviese aquí…
El que Bill se encontrara en peligro…
Era ella.
– Déjame adivinar, Anna.
– ¿Qué?
– ¿Armaste todo este espectáculo sólo porque un hombre te robo a Tom?
Su rostro cambio de una facción de satisfacción a una mueca de furia…
Había dado en el blanco.
– Tu rostro me dice que acerté.
– ¿Y?
– Bueno, yo no conozco a Tom; pero, entre Bill y una mujer como tú; definitivamente, escogería a Bill, es decir, no sólo vale más que tú vida, sino que su belleza te deja por los suelos.
– Jajaja, no me hagas reír; él no me llega ni a los talones.
– ¿No? Entonces, ¿Por qué Tom lo escogió por encima de ti?
¡Touché!
Su cara se puso roja de inmediato; ella era una niña malcriada y caprichosa que llora cuando no puede conseguir el juguete que quiere.
Una embustera.
Una maldita mujer.
– No te conozco y ya siento lastima por ti.
– ¿Disculpa?
– Actúas como si fueras una maldita mocosa, ¿Cuántos años tienes, niña? ¿10?
– Mide tus palabras…
– ¿O qué? ¿Te duele que te digan la verdad de frente? De seguro eres de esas mujeres superficiales que están acostumbradas a que todos a su alrededor se rindan ante ellas; pero como no pudiste conseguir lo que querías, entonces, tomaste la absurda decisión de acabar con aquel que te «Arrebato» lo que era tuyo; pero, ¿No te lo has preguntado Anna?
– ¿El qué?
– ¿Si era tuyo, por qué no te escogió?
Ella se aproximó hasta mí y descargo su ira en toda mi mejilla; yo, estaba tratando de controlar mis ganas de aventarme encima de ella y sacarle toda la información que tuviera; era más que obvio que su berrinche, fue lo que ocasiono toda esta situación.
– ¿Eso es todo, Anna? ¿Crees que una cachetada me hará retractarme de lo que pienso? Me das pena, en serio, Tom no se equivocó a escoger a Bill por encima de ti; tú no mereces ni siquiera su tiempo, eres tan sólo una mocosa consentida con complejo de Alfa; sin embargo, deberías saber, que si en verdad fueras tan sorprendente como te crees; tu presa no tendría por qué huir ¿O sí?
– ¡Me importa una mierda tu filosofía barata! Bill pagara por esta ofensa.
– ¿Cuál ofensa, mujer estúpida? Él no te hizo nada; reconoce de una vez por todas que no eres suficiente ni siquiera para un pordiosero de la calle; eres basura, un desecho, podredumbre, escoria, sólo una vil y estúpida niña que no acepta sus derrotas.
– ¡CÁLLATE! Tú no sabes nada.
– Y tampoco quiero saberlo, no eres alguien que genere interés en mí.
– ¡Ja! Si te acostaras conmigo…
– Dios, pero, ¡Que puta tan barata! ¿Eso es lo único que tu diminuto cerebro te permite ofrecer? Si quisiera sexo de calidad podría conseguirme a una prostituta; de seguro, ella lo haría mil veces mejor que tú. Así que, será mejor que me digas como contactaste a Blake y donde carajos es que se encuentra Bill.
– Ya es demasiado tarde.
– No te creo.
– Es la verdad, Blake está con Bill y quizás, ellos ya no estén aquí.
– Eso es basura.
No pude reaccionar a tiempo…
Cuando me di cuenta, Gustav estaba asfixiando a esa mujer…
Su paciencia se había agotado…
Me acerque hasta él y lo aleje de inmediato; entendía su ira, yo mismo, estaba tratando con todas mis fuerzas de no golpearla; pero, no era el momento de gastar energías, debíamos salir de allí e ir por Bill.
– Tú, rubio asqueroso, ¿Cómo te atreves? Soy una mujer, ¿Qué no lo ves?
– Yo sólo veo a un montón de mierda.
– ¡Cabrón!
– Mira Anna, te recomiendo que nos digas las cosas y nos iremos de aquí.
– ¿Irse? ¿Y quién dijo que podían hacerlo?
– No necesitamos autorización.
– Claro.
Aquella chica corrió hasta la puerta y la cerro de inmediato; caí en cuenta de nuestro error…
¡La puta llave de seguridad!
Esa puerta no iba a abrirse si no fuera por esa condenada tarjeta.
¡MIERDA!
¿Y AHORA?
De repente, escuchamos del otro lado:
– Gocen de su estadía en mi casa; no se preocupen, sólo los retendré hasta el martes por la mañana; después, serán libres y podrán irse.
– ¡ERES UNA JODIDA HIJA DE PERRA!
– Ah por cierto, Blake acaba de contactarse conmigo y me dijo que ya se reencontró con Bill, ¿No es lindo?
– ¡PÚDRETE!
– Jajajaja, adiós chicos, disfruten de su compañía mutua.
Posibilidades…
Tenía que haber una forma de salir de allí…
Cuando gire mi vista hacia Gustav; me di cuenta que había amarrado un montón de sabanas al mástil de la cama y estas bajaban a lo largo de esa ventana…
– ¿Gus?
– Le dije a Bill que si pretendía enfrentarse a ese demonio, que por lo menos, lo hiciera junto a nosotros. No me voy a detener, así me parta los huesos del cuerpo, prefiero bajar por esta ventana y arriesgarlo todo, que quedarme sentado, esperando.
Dios…
¿Qué más podíamos perder?
A la mierda…
¡Teníamos que hacerlo!
– ¿Amarraste bien esas sabanas?
– Si.
– Bien, ¡Hagámoslo!
&
Sin duda alguna, el ambiente alrededor de Tom era algo nefasto; la perdida tan repentina de Jake, fue un impacto que lo sacudió con mucha fuerza; y no sólo a él, Andy estaba destrozado, y ni que decir de Rick; creo que jamás olvidare la forma en la que gritaba cuando vio el cuerpo de Jake en esa camilla; podía sentir como su sufrimiento se calaba por todo mi ser…
Fue una experiencia espantosa; de sólo imaginar que algo así le sucedería a Geo o Gus, provocaba que las fibras de mi cuerpo se estremecieran; sería un dolor demasiado grande como para soportarlo…
¿En dónde se pueden conseguir personas así de especiales como ellos?
Tarde más de la mitad de mi vida para dar con esos dos; su amistad era lo único que me quedaba, luego de la muerte de Simone; ellos eran la conexión más real que tenía en el presente, y por nada en el mundo, permitiría que ese lazo tan particular que nos une, se rompa.
Llegamos a la casa, después del entierro; Jörg y yo fuimos hasta la cocina para tomar una taza de café, mientras Tom iba a cambiarse al cuarto; cuando tomamos asiento, él dijo:
– Bill, ¿Te encuentras bien?
– Sí señor, no creo que sea correcto sentirme mal, cuando ellos están por los suelos.
– Claro, tienes razón.
– Pero, que rápido pueden cambiar las cosas, es decir, unos cuantos días y Jake se fue; aun no me lo creo.
– Bueno, a decir verdad…
Jörg estaba por confesar algo, cuando Sam ingresó y nos interrumpió:
– Sr. Trümper, Joven Bill, Bienvenidos.
– Gracias Sam.
– Joven Bill, tengo un recado que darle.
– ¿De quién?
– Georg Listing.
No sé porque, pero, mi mente maquino en cuestión de segundos lo que ese recado contenía…
¡Por favor!
Que no se trate de él…
Que no sea él…
– Y-Y, ¿Q-Qué dijo?
– «La pesadilla se ha vuelto real y por ende, la precaución es la mejor arma»
¡Cómo un demonio!
¿Es que los problemas no iban a parar de llegar?
¡DIOS!
Blake estaba en Frankfurt…
La pregunta es: ¿En qué parte de Frankfurt?
¿Cómo se enteró de mi paradero?
Era más que obvio que ni Georg ni Gustav soltarían una palabra; entonces, ¿Quién más pudo hacerlo?
En Sacramento, sólo ellos conocían mi posición y tenían relación con Blake…
¿Quién haría algo así?
¿Quién conoce tanto a Blake como a mí para traerlo hasta aquí?
¡Santo Dios!
Tengo que hablar con Tom; debo advertirle…
– ¿Joven Bill?
– Oh, lo siento Sam, ¿Georg dijo algo más?
– De hecho sí.
– ¿Qué seria?
– El joven me informo que él y un chico llamado Gustav, venían a visitarlo. Envié un chófer para que los recogiera, tienen que estar por llegar.
Sentí como las náuseas escalaban por mi garganta…
¿Así de seria era la situación como para que ellos hayan dejado todo?
Mierda, Mierda, Mierda…
Si Blake se enteraba de que ellos vinieron por mí, los iba a matar, de eso no había duda alguna…
¡Él no les iba a tener compasión!
Sentí como una mano se posó en mi hombro; giré y vi a Jörg, quien parecía estar deseoso de informarme algo…
– Sam, ¿Podrías dejarnos?
– Sí, Señor.
– Bill…
– Y-Yo…
– Lo sé.
– ¿Lo sabes?
– Blake está aquí.
Mi rostro se contrajo de inmediato, las lágrimas empezaron a salir y torpemente, trate de ocultar mi dolor con mis manos…
Jörg se aproximó y me tomo en sus brazos:
– Bill, no va a pasar nada malo ¿Si?
– Tú no le conoces, no sabes de lo que es capaz, es un animal.
– Lo sé, ya lo conocí.
¿Qué?
No, no, no…
Esperen…
¿Cómo?
– ¿Qué dijiste?
– Desde que me informaste sobre la existencia de ese chico; le solicite a Gates que lo mantuviese vigilado.
– ¿Gates?
– El investigador, ¿Lo recuerdas?
– Ah, sí.
– Hace unos días, Gates me contacto para informarme que una mujer se había comunicado con Blake y que le dijo que tú te encontrabas en Frankfurt en compañía de Tom.
Una mujer…
No necesitaba preguntarlo…
Sabía quién lo había hecho…
Pero, ¡Que pesadilla es esta mujer!
Espere, ¿Por qué le menciono a Tom?
– Espera Jörg, ¿Por qué Anna le mencionó a Tom? Es decir, Blake ni le conoce ¿No?
– Bill, yo no soy quien para informarte nada; eso es algo que Tom debe hacer.
¿Qué carajos estaba sucediendo?
¿Cómo iban…?
No me digas que…
¿Es enserio?
¿Qué era todo esto?
¿Una cruel broma del destino?
¿Tan ligados estaban nuestros caminos, como para tener el mismo enemigo en común?
– ¿Stuttgart?
– Si, hijo.
– Dios…
– Mira Bill, mis hombres le están buscando.
– Espera, ¿No lo tienes?
– Lo tuve, pero, se escapó.
BUM, BUM, BUM, BUM, BUM, BUM…
Ahora si…
Ya, estábamos jodidos.
Si desconocíamos el paradero de Blake, no había forma de prevenir nada…
– Jörg…
– Bill, te prometo que nada malo les va a suceder; primero muerto, antes que dejar que ese infeliz les ponga una mano encima.
– P-Pero…
– Mis hombres están desplegados por toda la ciudad…
– ¿Jörg?
– Dime.
– ¿Por qué no lo retuviste cuando pudiste?
– Eso hice, pero…Lo lamento hijo, yo…Les he fallado, perdón, yo…
Mi padre comenzó a llorar y ahí me di cuenta de lo insensible que fue mi interrogante…
¿Quién era yo para recriminarle algo?
Él había hecho todo lo que estaba en sus manos…
Pero, era Blake ¿No?
Es más que lógico que los resultados sean así de impredecibles…
– Lo siento Jörg, disculpa, mi intención no fue hacerte sentir mal; sé que estás haciendo lo mejor que puedes.
– Si, hijo.
– Por el momento, nos quedaremos aquí en casa y esperaremos respuesta de tu gente.
– Sí, eso haremos.
– Yo, iré a hablar con Tom.
– Bill, ese tema es muy delicado para él.
– Lo sé, Andy me lo advirtió, pero, de cierta forma, se vincula conmigo ¿No?
– Tom es muy renuente a mencionar algo sobre Stuttgart; se pone histérico de inmediato.
– Tratare de hablarlo con calma.
– Está bien, pero, no le insistas tanto; de verdad, le afecta mucho.
– Sí, no te preocupes y ammm…
– ¿Si?
– Gracias, papá.
Salí de la cocina antes de que él pudiese decir algo, me avergonzaba mucho llamarlo de esa manera; pero, sus acciones me demostraban con creces, que en efecto, ese hombre guardaba un profundo cariño hacia mí…
Subí las escaleras dispuesto a todo.
Teníamos que confrontar nuestros pasados para que nuestro presente perdurara y llegáramos a un futuro certero.
Sabía que Tom conocía a Blake desde su estancia en Stuttgart; lo que me preocupaba de forma desmesurada, era:
– ¿Fue en los Barrios Bajos?
De sólo pensar que Tom había caminado por esas calles llenas de tanta miseria; me generaban unas ganas tremendas de vomitar…
No me imaginaba a Tom en un sitio tan deplorable como ese, es decir, él no pertenecía a esa calaña ¿Verdad?
¿Cómo se habrá involucrado con Blake?
¿Por qué se conocieron?
Eran tantos los cuestionamientos que llenaban mi cabeza que no me permitieron percatarme de esa presencia infernal que se encontraba tras la puerta de la habitación de Tom…
Sin pensarlo mucho, abrí y la escena que encontré, segundos después, me pareció irreal…
Él…
Estaba aquí…
En mi casa…
Con Tom.
Algo dentro de mí se removió, cuando esas palabras salieron de su boca:
– Al fin nos volvemos a encontrar, Bill.
No lo podía creer.
¡ERA IMPOSIBLE!
¿Cómo había llegado hasta aquí?
¿Acaso no lo estaban buscando por todas partes?
¿Qué demonios hacia este tipo aquí en frente de mí?
Por un momento, dirigí mi mirada hasta Tom y su postura me quebró por completo…
Parecía estar en shock, él no reaccionaba; ni siquiera se había percatado de mi presencia; sus puños estaban apretados y su cabeza permanecía inclinada…
Ese no era Tom…
¿De dónde provenía toda esa aura maldita que lo estaba rodeando?
– Si te preguntas porque Tom no reacciona, quizás sea, que su pasado lo está empezando a atormentar.
Me acerque a él, estaba por tomar su mano, cuando la retiro de un golpe:
– ¡No te atrevas a tocarme!
– Tom…
– ¡No me llames! No…no lo hagas…
– Amor…
– ¡CÁLLATE! Te lo suplico, no me hables.
Tom se llevó ambas manos hasta sus oídos, de sus ojos caían lágrimas sin parar y podía escuchar con mucha claridad, el ritmo acelerado de su corazón…
Pero, ¿Por qué reaccionaba así?
Él se apartó de mí, y se dejó caer en el suelo, mientras escondía su rostro en las rodillas y empezaba a repetir una y otra vez:
– ¡No es real! ¡No es real! ¡No es real! ¡No es real! ¡No es real!
Tom estaba descompuesto; podía decir con suma confianza que él estaba roto; se veía tan perturbado, como si se hubiesen revivido traumas de ese pasado que no se atreve a confesar…
¿Acaso Blake fue el causante de todo esto?
¿Él le hizo esto a Tom?
– Bueno Bill, será mejor que te alistes porque nos vamos.
– ¿Disculpa?
– Oh, hasta que por fin hablas, creí que se te había olvidado hablar.
– Y yo creí que estabas pudriéndote en el maldito infierno, cabrón.
– Pero, ¿Qué es toda esa hostilidad? ¿Acaso hice algo para merecer este trato?
Algo se rompió…
Quizás…
¿El hilo de mi cordura?
– No, claro que no. ¿Por qué piensas en eso, Blake?
– Me alegra saber que no estás enojado.
– ¿Yo? ¿Contigo? Por supuesto que no, eso es imposible.
– Bill…
– Dejando un lado el hecho que casi me violas, digamos que lo de mi madre fue algo que no me esperaba; me sorprendiste, te felicito, buena jugada.
– ¿Cómo te enteraste?
– Sólo lo hice, y dime, ¿Lo disfrutaste?
– Como no te imaginas.
– ¿Ah, sí?
– Si, veras Bill, yo sé que esto de pronto te resulte difícil de comprender, pero, era necesario.
– ¿Su muerte te era necesaria?
– Exacto, es decir, ella no me iba a permitir quedarme contigo…
– Así que la asesinaste como si fuera un estorbo en tu camino.
– Sí, eso hice.
– Entiendo, claro, ahora lo comprendo.
– ¿En serio?
– Sí, sí, sí, claro, tú no tienes la culpa.
– ¿De verdad, lo entiendes?
– Completamente, por eso, ¿Me harías un favor, Blake?
– Claro, lo que quieras.
– Tírate por esa ventana.
– ¿Qué?
– Sino lo haces tú, te aviento yo.
Corrí hasta él, y con una fuerza descomunal alimentada por toda la rabia que tenía acumulada; lo tire al piso con fuerza, me puse sobre él y descargué una infinidad de golpes sobre todo su rostro…
Estaba sediento…
Quería acabarlo…
Como deseaba matarlo con mis propias manos…
Blake no demoro en contestar; tomo mis brazos y con un impulso, me tiro contra la pared…
Me levante de inmediato; no sentía miedo, no había ni una pizca de temor en mi ser; la mente estaba en blanco, mi pulso sereno y mis movimientos eran demasiado coordinados…
Parecía como si yo lo estuviese acechando a él.
Cogí el jarrón que reposaba en el escritorio de Tom, y lo revente contra el suelo; tome uno de los fragmentos más grandes que quedaron y empecé a acercarme a él; con lentitud, sin prisa, gozando de esa mirada que parecía no creerse mi comportamiento…
– De verdad, eres un maldito iluso, Blake. ¿En realidad creíste que iba a recibirte con los brazos abiertos después de todo lo que has hecho? No sólo me jodiste la existencia; me quitaste a mi madre, a la mujer que más amo en todo este mundo; te la llevaste sólo porque eres un maldito desequilibrado mental.
– ¡NO! Eso no es verdad, Bill, deja que te explique.
– No tienes derecho a pedirme nada. ¿Quién te dijo que los pecadores poseían el privilegio de la redención? Yo no soy Dios para perdonarte y si debo sacrificar mi humanidad por vengarme de ti; con gusto y la ofrecería las veces que fuera necesario.
Apresuré mi paso, estaba decidido a rajarle el cuello y marcar todo su cuerpo de cortes que le infligieran dolor; quería ver su cara retorcerse del temor; deseaba ser quien lo llevara hasta ese infierno que lo esperaba después de su muerte…
Necesitaba ver como su sangre se escurría por su cuerpo, justo como lo hizo, cuando decidió cortar las muñecas de mi madre…
¡No se lo iba a perdonar nunca!
¡El no merecía vivir!
Tomó la vida de mi madre y ahora yo haría lo mismo con la de él.
La espalda de Blake impactó contra la pared, ya no tenía escapatoria; quizás, el motivo por el que no me enfrentaba como debía, era porque dentro de su retorcida cabeza, había algo que le impedía hacerme daño…
Tal vez, «Mi pureza» era lo que evitaba que él me moliera a golpes; porque estaba más que claro que yo no era oponente para su salvajismo, por más que haya logrado reventarlo, sí el decidiera pelear en serio; hace rato mi cuerpo yacería desparramado por todo el suelo.
Usaría esa debilidad a mi favor, y le torturaría, justo como lo hizo con Simone…
Lo tomé por el cuello, acerque aquel pedazo de vidrio a su garganta y le sentencie:
– Despídete de este mundo, cerdo infeliz.
Faltaban escasos milímetros para llegar hasta mi cometido; cuando sentí como una mano sostenía con fuerza mi muñeca y me impedía moverla:
– ¿Tom? Pero, ¿Qué haces? ¡SUÉLTAME!
– No voy a permitirlo.
– ¿Qué? ¿Perdiste la jodida cabeza? Blake mató a Simone, ¿Qué no lo entiendes?
– No lo harás, Bill.
– ¡TOOOM! Suéltame ya, le voy a matar, juro que lo haré.
– ¡No! Tú no vas a mancharte las manos.
– Pero, ¿De qué hablas?
– Prefiero regresar al infierno a que tú pierdas tu pureza.
– Me importa una mierda.
– ¡PUES A MI NO! No lo vas a hacer y punto.
– Tú no eres nadie para mandarme, si tu no quieres vengarla, yo sí.
– Bill, deja ya…
Todo sucedió muy rápido; cuando me di cuenta, el brazo de Blake me rodeaba el cuello y aquel pedazo de vidrio, apuntaba justo a mi cuello, amenazando con cortarme sin piedad…
El brazo de Tom tenía un corte enorme; vi que en la otra mano de Blake, había una navaja…
¡Dios!
– Tom, tú y yo, siempre nos llevamos muy bien, ¿Verdad? Pero, jamás peleamos.
– Blake, óyeme muy bien, si le haces algo, voy a matarte no sólo a ti, si no a cada uno de los de tu estirpe.
– ¿Mi estirpe? ¿Te refieres a la misma a la que TÚ perteneces?
De nuevo, la reacción de Tom fue indescriptible…
Algo le estaba sucediendo a su cerebro…
Se estaba desquiciando.
– Si no quieres que le suceda algo a tu adorado novio; será mejor que me dejes ir de aquí.
– Blake, te están buscando y no van a tardar en llegar hasta aquí.
– Bill, tú no entiendes, ellos no darán conmigo.
– ¡Ja! Espera y veras: ¡JOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOORG! ¡SAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAM! ¡AYUDAAAAAAAAAAAAAAA! ¡POR FAVOOOOOOOOOOOOOR!
– Bill, Bill, Bill, ¿De verdad me crees tan estúpido como para entrar en terreno enemigo y no tomar precauciones?
– ¿Cómo?
– Mi aliada es muy adinerada y sus padres trabajan en la Industria de los Químicos ¿Te suena?
– ¿Qué hiciste?
– Nada malo, sólo, los puse a dormir a todos.
– ¡DIOS! ¿Los mataste?
– No, sólo, los inmovilice; programé una sustancia anestesiante para que se ventilara cuando yo enviara la orden desde mi móvil, lo que hace la tecnología, es sorprendente ¿No lo crees?
– ¡HIJO DE PUTA! ¡MALDITO INFELIZ! ¿QUÉ COÑOS ES LO QUE QUIERES?
– Te quiero a ti.
Esa aseveración descoloco a Tom; lo hizo reaccionar de su letargo; algo en él no andaba bien, esas sensaciones que brotaban en mí ser, amenazaban con quemarme; él estaba muy mal…
– Blake, suéltalo. Bill no tiene nada que ver, tú no le quieres a él, me deseas a mí.
– ¿A ti? ¿Te refieres al perro infiel que mordió la mano que le dio de comer?
– Por eso, llévame contigo, me iré y no escaparé, pero, deja a Bill fuera de esto.
– Tom, ¿Qué estás diciendo?
– Tranquilo pequeño, déjame esto a mi ¿Si?
– A ver Tom, ¿De qué me serviría llevarte conmigo?
– No tengo que responder a eso, sabes de lo que soy capaz, puedo entregarte todo en bandeja de plata; fui el único que le hizo frente a Karl, y puedo hacerlo de nuevo.
– ¿Y?
– Te daré el dominio de los Barrios Bajos, incrementaré tu negocio y te serviré para siempre; sólo, no incluyas a Bill.
– Aunque tu oferta es muy tentadora y lucrativa; la verdad es que tú no me interesas; me agradabas más cuando podía vislumbrar algo de humanidad en tus ojos; pero, de eso, ya no hay nada ¿Verdad Tom?
– A ti no te sirve eso, tú no necesitas de ello.
– Si lo necesito, cuando conocí a Bill me di cuenta de que si el me pertenecía, quizás, yo también podría recuperar algo de sensibilidad.
Mis forcejeos por librarme de su agarre eran inútiles; la fuerza que el ejercía era lo suficiente como para apenas y dejarme respirar bien; si me movía de manera imprudente; acabaría asfixiándome por mi cuenta…
No entendía para nada la conversación que ellos estaban teniendo, pero, lo que jamás creí, fue lo que sucedió después…
– Yo te propongo algo más interesante, Tom.
– Habla.
– Yo dejo que Bill viva, lo regreso a Sacramento, y tú no te opones a ello.
– Jajajaja, Debes estar muy mal de la cabeza como para creer que yo permitiré algo como eso.
– Sé de sobra que el Rey es alguien de temer, pero, ¿Y si le aplico esto? ¿Pensarías lo mismo?
Blake sacó una jeringa de su bolsillo y cuando la puso en el contacto visual de Tom; él se ensombreció por completo; su rostro se desfiguro y su mirada me demostraba la preocupación que estaba surgiendo de su ser…
– Blake, no lo hagas, por favor.
– Oh, ¿Ahora suplicas?
– No le inyectes eso.
– ¿Por qué no? ¿Acaso este no era uno de los métodos de tortura que más te gustaba emplear?
¿Métodos?
¿Tortura?
¿Tom haciendo algo como eso?
¡NO!
Imposible, él no es así…
Él…
No…
– Blake, si me prometes que dejaras a Bill vivo, yo, me inyecto eso.
– ¡TOM!
– Bill, silencio, por favor.
– P-Pero…
– Nada, mi vida no lo vale; pero tú… Tú mereces seguir.
– Así que, ¿El rey se sacrifica por proteger a su reina?
– Sólo si tú me juras que no le harás daño…
– Primero, debes inyectarte.
– Blake, el juramento; sé que guardas honor y no romperías tu palabra; si lo haces, yo, lo hago.
– Está bien, me parece justo.
– Te escucho.
– «Te doy mi palabra, y si esta te falla, que el Rey haga justicia sobre mi»
Tom se acercó, tomo la jeringa y yo no podía creer que el fuera capaz de hacer eso…
¿Por qué Dios?
¿Por qué no puedes dejarme en paz?
¿Por qué te ensañas conmigo?
Primero, dejaste a mi mamá sola y ahora te llevas al amor de mi vida.
¿Qué te hice?
¿Qué hice para merecer esto?
– Tom, te lo ruego, por favor, amor, no lo hagas, no en frente de mí; no, Tom, no te lo voy a perdonar nunca, jamás, no lo haré.
– Bien Tom, te veo.
Él alisto esa jeringa, y mientras se subía la manga de su camiseta, vi como una pequeña sonrisa se asomó en su boca…
¿Por qué estaba haciendo eso?
– Bill, no importa si no me perdonas, ya eso no interesa; sólo, prométeme algo.
– Tom, no, dije que no, no lo hagas, mírame…Por favor, mírame…
Sus ojos hicieron contacto conmigo, y tenían ese brillo tan particular; justo como aquella vez en la que me vio por primera vez…
– Pequeño, tú representas para mi más que mi propia existencia, ni siquiera las palabras son suficientes para describir lo mucho que me haces sentir, pero, si me lo permites, quiero agradecerte. Me regresaste la vida, con esa hermosa sonrisa, con esos ojos tan castos y puros, con esa personalidad tan arrulladora, con esas manos que son suaves al tacto, con el olor de tu cuerpo, con el sabor de tus labios, con el sonido de tu voz cada vez que me decías: Te amo!
Me has dado más de lo que te puedo pedir, por eso, yo sólo puedo ofrecerte lo poco que me queda; ojalá tuviera algo más para darte, pero por favor, confórmate con mi vida y no te sientas responsable por esto; yo me lanzaría al infierno las veces que fuera necesario, si con eso, logró salvarte.
Ojalá existiera algo que me permitiera poner en palabras lo que me has hecho sentir; pero, como eso no es posible, recuérdalo siempre, pequeño:
¡TE AMO! Una y mil veces, eres tú, sólo tú.
Mi vida.
Mi ángel.
Mi pequeño.
Mi amor.
Mi Bill.
Perdona a éste cobarde, que prefiere renunciar a su vida a soportar una existencia sin ti.
Lo veía en cámara lenta…
Esa aguja perforo su brazo y antes de desplomarse en el suelo, sonrió una última vez, para mí…
Mis ojos estaban inundados por las lágrimas, ya ni siquiera tenía las fuerzas para resistirme, quería morir, deseaba irme de una vez para no regresar a esta realidad donde él ya no existe.
Blake soltó su agarre, caí de rodillas y me acerqué hasta su cuerpo, el cual estaba completamente helado; su piel se veía tan pálida, y sus labios completamente morados…
¿De verdad se había ido?
¿Y está vez, para siempre?
Sólo logre colocar su cabeza en mi regazo, y mientras acariciaba su rostro, le dije:
– Adiós, mi amor.
Continúa…
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