«Reverse III» Fic de Alter Saber
Capítulo 59: Caníbal
«Ya no le preocupaban los demás. El caos que lo rodeaba pareció drenar su humanidad y convertirlo en un animal. Lo único que quería era sobrevivir, llegar a ese edificio y entrar en él. Vivir. Ganar un día más»
– James Dashner
¡LA SUPERVIVENCIA DEL MÁS APTO!
Si eres fuerte, sobrevives, y si no, pereces; así de simple.
No lo digo yo, lo específica uno de los científicos y biólogos más representativos de los últimos milenios: Charles Darwin.
Y es que en sí, la capacidad de sobrevivir es un gen innato al ser humano; aun cuando algunas personas no hacen uso de ello, quizás, porque las condiciones en las que fueron concebidos, no los obligaron a potenciarlo. No obstante, si naces en medio de la escoria; las perspectivas cambian, y más que una decisión, el ser fuerte, se convierte en una enorme e imprescindible, necesidad.
Por ende, a la escasa edad de 7 años, yo, era reconocido como «El ladrón del Bronx»; no existía nada que no pudiera sonsacar de un establecimiento; poseía reflejos comparables a los de un felino promedio, una velocidad representativa y una flexibilidad incomparable; no tenía igual, nadie podía detenerme.
A decir verdad, mis padres eran por así decirlo, personas «Honorables»; a pesar de que vivían en medio de uno de los sectores más peligrosos en todo New York; jamás cedieron ante las prácticas ilícitas que se ofrecían para garantizar nuestra supervivencia.
Ellos destinaban todo su día al cumplimiento de sus horarios, en los incontables trabajos parciales que poseían; corrían de un lado a otro, no descansaban, siempre llegaban cansados a casa; y aun así, mamá entraba con una enorme sonrisa y papá jugaba conmigo hasta que era la hora de dormir.
Su sacrificio, su esfuerzo, su dedicación, su ímpetu, y en sí, su tenacidad; estaban dirigidas a un motivo en particular: Mi bienestar.
Ellos nunca se dieron gustos, jamás derrocharon dinero y no cayeron ante las tentaciones de obtener recursos de manera fácil…
¿Entonces? ¿Cómo es que dos personas tan honradas terminaron en un lugar tan miserable como el Bronx?
La respuesta es tan simple, que obedece a los designios de la Madre Naturaleza; debilidad; fue eso, lo que los trajo hasta un infierno terrenal como este; y ha sido su perseverancia en mantener aquella característica; que Dios, decidió no apiadarse de ellos, sino que, por el contrario, los ha vendido como corderos de expiación; para que algún día, su vida termine y por fin, logren descansar del martirio que les supone su propia existencia.
Nuestra convivencia era más que armoniosa; aun cuando yo, divagaba en pensamientos despiadados y practicaba actividades de moral inescrupulosa; amaba a mis padres; en verdad, sentía admiración por ellos; nada parecía perturbarlos, siempre tenían una disposición a todo y por alguna extraña razón, creían que yo, era digno de semejante atención.
En cierto porcentaje, tenían algo de razón; es decir, sólo semanas después de haber llegado a la escuela; fui promovido a un curso superior, pues, los temas de la academia eran demasiado elementales para mi potencial; la primaria no fue más que un viaje fugaz.
A la escasa edad de 10 años, ya estaba en el grado 8º de la secundaria; mi aprendizaje sobrepasaba el de cualquier niño de mi edad; quizás, si hubiese continuado la educación, a estas alturas de la vida, sería alguien exitoso; sin embargo, cierto evento dio un vuelco a mi existencia, despertando así, a la bestia que soy hoy.
Un día cualquiera de marzo, con doce años de edad; mi madre llego a casa más temprano de lo usual; algo en su rostro era diferente, ella siempre ingresaba con una enorme sonrisa, pero, hoy parecía estar eufórica por alguna razón en especial.
Cuando se sentó en la sala, me pidió que fuera hasta ella y que prestara mucha atención a lo que tenía que decirme; antes de pronunciar palabra alguna, vi como las lágrimas llenaban sus mejillas y me alerté; creí que le había sucedido algo, quizás, alguien la había insultado o ¿Abusado?
Totalmente destrozado, la tome de la mano y le pedí que se tranquilizara; si había algo que lograba sacudir mi diminuto corazón; era el sufrimiento de mi madre, odiaba verla en ese estado tan deplorable; me recordaba, lo débil que somos los humanos…
Sin embargo, ella no tardo en reponerse, diciendo que no sucedía nada malo; que por el contrario, tenía una noticia buena que darme:
– Mi cielo…
– ¿Si?
– ¿Has escuchado a tu padre decir que anhela tener otro hijo?
– Ummm, sí. ¿Y qué con eso?
– Es una realidad.
– ¿El qué?
– Estoy embarazada, Jared.
– ¿Cómo?
– Vas a tener un hermano, mi amor.
No sabía cómo debía explicarlo…
Pero, por algún motivo que desconozco, sentí como las náuseas escalaron a través de mi garganta…
Esa noticia ocasionó un caos total en mi ser…
Era una advertencia…
¡Corre, huye, desaparece!
Mi madre se percató de mi estado tan miserable y se alertó, creyendo que estaba enfermo o que algún virus estaba haciendo de las suyas con mi organismo; pero, la realidad era que, mi reacción alérgica a la noticia de tener un hermano, había provocado esa conducta tan anti-natural.
– ¿Jared? ¿Estás bien, hijo?
– S-sí.
– ¿Y qué piensas? ¿No eres feliz?
– Ummm.
– ¿Cielo?
– Claro, mamá.
– ¿De verdad? No pareces feliz…
– No es eso, sólo, me has tomado por sorpresa…
– Serás un gran hermano mayor, no tengo dudas de ello, por eso, puedo estar tranquila si algún día llego a faltar.
Sabía que mi madre no decía aquellas palabras con doble intensión; no obstante, calaban tan fuerte en mi alma, que, evocaban una parte de mí que hasta entonces, era completamente desconocida.
Y la llegada de mi padre, sólo, logro catalizarla al máximo.
Mis padres lloraban de la felicidad, y yo los observaba desde la puerta; como si no fuera parte de aquel cuadro familiar; como si me fuera imposible entrar en esa aura de emoción, como si la noticia, no hubiese sido otra cosa más que un enorme impedimento…
«Mi hermano o hermana», no había nacido, y ya tenía responsabilidades. Mi madre no fue explicita al respecto, pero, sus palabras se traducen a: «Sé que seguirás estudiando, que un día saldrás de aquí, conseguirás trabajo, serás exitoso y cuidaras de tu hermano, como yo lo hice contigo»
¡TENÍA 12 MALDITOS AÑOS!
¿Por qué debía pensar en alguien que no fuera yo mismo?
Yo no había pedido un hermano…
Ellos decidieron amargarme la existencia con otro competidor…
Porque de eso se trataba; un hermano representaba, una amenaza a mi status-quo; yo debía modificar la rutina a la que estaba acostumbrado, ya fuera para cuidarlo o alimentarlo…
¿Quién más lo haría?
Mis padres debían trabajar más de lo que ya lo hacían; ya que ahora, no se trataba sólo de mí; habría una segunda boca que alimentar…
¡Ridículo!
Ni siquiera estaba aquí, y ya, lo consideraba mi enemigo letal.
Esos 9 meses, fueron los más infernales de mi vida; mamá pudo trabajar sólo el primer trimestre, pues sus condiciones fisiológicas no eran óptimas y la vida del bebé estaba en riesgo; mi padre tuvo que doblar sus turnos, pasaban semanas enteras en las que no lo veía…
Cuidaba de mamá, hacia la comida, la ayudaba con los deberes de la casa, y en las noches, salía a hacer apuestas para ganar algo de dinero, por si en algún instante, escaseaba el alimento o por si mi madre tenía que ir directo al Hospital por algún tipo de urgencia.
Iba en las mañanas a la Escuela y en las tardes, sumado parte de las noches; me dedicaba enteramente a ella; en sí, no me molestaba hacerlo por mamá; la razón de mi enojo, se debía a que, mi esfuerzo estaba dirigido a un individuo que no era yo; su sacrifico era para alguien que aún no nacía…
Y si era así antes de estar aquí, ¿Cómo sería después de ello?
¿Se olvidarían de mí?
¿Vivirían para él?
¿Dónde quedaría yo?
Mis reflexiones existenciales tomaron lugar el día de su nacimiento; después de nueve meses de lucha y perseverancia; él, llego al mundo. El rostro de mis padres era indescriptible, parecía como si, nada más en el Universo importara, sólo él, mi hermano menor.
Los primeros años de convivencia fueron difíciles…
Mi madre renunció a sus trabajos para atender las necesidades de mi hermano; estaba las 24 horas del día, pendiente de lo que él bebé necesitaba; dejándome a un lado, como si, mi existencia hubiese pasado a un segundo plano.
Ella me pedía que lo cargara, que lo hiciera dormir, que lo alimentara; y yo sólo maquinaba las maneras de como asesinarlo sin ser descubierto…
Macabro, ¿Verdad?
Pero, esa era la realidad; mi vida se había reducido a unos escasos minutos de charla trivial con mi padre y unas ligeras conversaciones con mi madre sobre cualquier tema cotidiano…
Ya no me dedicaban sonrisas…
Ya no se sentían orgullosos de mis logros…
Ya no pensaban en mí…
Era él…
Sólo él…
Recuerdo que mis tardes de juego junto a mi padre; se transformaron en una repetitiva concepción sobre lo que yo tenía que hacer cuando fuera un adulto:
– Jared, debes conseguir un buen empleo.
– Jared, debes ayudar a tu hermano.
– Jared, sólo tú, lo sacaras de aquí.
– Jared, hazlo por él.
¡Jared esto, Jared aquello!
¿Y en donde quedaban mis decisiones?
¿Acaso no debía ser yo quien escogiera que demonios hacer con su desgraciada vida?
¿Desde cuándo mi existencia tenía que ser para alguien más?
¿Quiénes eran ellos para pedirme eso?
Yo, tuve que aprender a ser independiente desde los tres años de edad; ellos jamás se tomaron un descanso de su trabajo, siempre llegaban tarde, nunca me dieron regalos; pero ahora, no sólo se tomaban el tiempo de descansar y estar temprano en casa; sino que, traían cosas para el bebé y le daban su entera atención…
¿Yo, no merecía lo mismo?
¿Por qué era diferente a él?
¿Acaso, él, es superior a mí?
¿No soy competidor suficiente?
¡NO!
¡Eso nunca!
Si yo iba a ser catalogado como «Débil», primero, prefería morir, antes que encasillarme en esa cuadricula miserable en la que más de la mitad de la población del Bronx, se encontraba.
¡Debía comprobarlo!
Llevaba unas semanas planeándolo…
Esperaría a que mi hermano de cuatro años se durmiera y haría mis movidas; prepararía todo un escenario para él…
Papá llego a casa un poco más tarde lo normal, y mi madre yacía en el sofá de la sala, observando un programa de variedades; ambos, discutían sobre los gastos del hogar y contemplaron la posibilidad de solicitarme que iniciara a trabajar; para que así, colaborara con los deberes del hogar y la protección de mi hermano…
Yo, tenía 16 años, y estaba becado en una Universidad pública, en la que estudiaba Medicina forense; mis calificaciones estaban por los cielos, mis docentes me admiraban y mis colegas se peleaban por hacer parte de mi grupo selecto…
¿Y mis padres?
Bueno, ellos, sólo tenían ojos para el pequeño e indefenso bebé…
Trabajar no me suponía un problema; pues los deberes de la Universidad eran sencillos y los exámenes no requerían de mi atención; recordaba todo con suma destreza; sin embargo, el dilema estaba, una vez más, en que mi esfuerzo estaría enfocado en el bienestar de alguien que no era yo.
¡Era inaudito!
Por eso, decidí, acabar con esta farsa de una vez por todas…
Una persona que se excita al ver cadáveres desangrándose por las heridas de sus asesinos, no puede considerarse normal…
Y yo, no sólo fantaseaba con las diferentes maneras en las que podría torturar a una persona; me fascinaba hacer protagonista a mi hermano menor, de mis más depravadas presunciones.
No creía en Dios…
No tenía fe en la humanidad…
No poseía anhelos…
No tenía objetivos…
Sólo, deseaba, darle rienda suelta a esa parte de mí que pedía a gritos ser expuesta ante la sociedad…
Aquella noche, mientras mis padres hablaban y observaban la televisión, me uní a ellos para festejar el inicio de una vida con un poco más de sentido que la actual:
– Mamá, Papá, hay algo que deseo decirles.
– ¿Si, hijo?
– Dinos, mi cielo.
– ¿Sabían que fui promovido dos semestres adelante en la Universidad?
– ¡Oh! Hijo, ¡Felicitaciones!
– Eso es sorprendente, Jared, no esperaba menos de ti.
– ¿Lo sabían?
– No, bueno, no lo habías mencionado.
– ¿No?
– No, ¿Por qué?
– Se los comenté el 21 de abril, a las 8:30 pm, mientras ustedes jugaban con mi hermano.
– ¡Cielo! Como lo siento, no te preste mucha atención.
– Bueno Jared, entenderás que tu hermano, necesita de nuestra entera dedicación.
– ¿Y yo no?
– Jared, estamos pendientes de ti.
– ¿Si? Tanto que ni siquiera se percatan de mi existencia.
– Hijo, eso no es así, estamos muy orgullosos de ti.
– Ah, sí, claro, claro; están tranquilos porque aseguran que me haré cargo del fenómeno que tienen por hijo menor ¿No?
– Jared…
– Pues, deseo informarles algunos aspectos que están fuera de discusión:
1. Dejaré la Universidad.
2. Me voy de esta casa.
3. Yo de ustedes, aprovecharía la oportunidad de despedirse de su hijo adorado.
– Espera, ¿Cómo que dejaras la Universidad?
– ¿Qué es eso que te vas de casa? Jared, no puedes hacer eso, aun eres menor de edad; estas bajo nuestro cuidado.
– ¿Su cuidado? ¡Jajajajajajaja! ¿Desde cuándo yo, soy motivo de angustia para esta familia?
– Jared, detén esto, no tiene sentido nada de lo que dices.
– No, no es eso. Lo que sucede es que ustedes están tan ensimismados en su mundo de fantasías, que no se dan cuenta la mierda que yo he tenido que soportar para mantener los estudios a flote y «cuidar» de su hijo menor.
– ¡JARED! ¡Él es tu hermano!
– Yo, no lo considero así.
– ¿Qué?
– Lo que escuchaste, mamá. Para mí, él no es más que un estorbo en el camino, una piedra, un obstáculo, un competidor, un usurpador, un miserable e infeliz ladrón.
– J-Jared…
Quizás, fue la mirada en mis ojos…
O la postura de mi cuerpo…
La esencia…
La verdadera naturaleza…
Mi ser real,
Los puso en estado de alerta.
Fue su pánico lo que me incito a cometer semejante delito…
Mientras ellos me observaban desde el sillón, yo, me coloque en pie y me dispuse a posicionarme frente a ellos:
– Ustedes y yo, nos vamos a divertir el día de hoy.
– ¿D-De que hablas?
– Jugaremos, así, como lo hacíamos antes; pero, con una ligera variación de las reglas, ¿Están listos?
– Jared…
– Venga, Papá, adorabas compartir tiempo conmigo ¿No?
– S-Si…
– ¿Entonces? ¡Hagámoslo!
– ¿Qué cosa?
– Yo haré una pregunta, si ustedes la contestan correctamente, yo, me quedo quieto; pero, si fallan, iré acortando algunas distancias o extremidades.
– No te entendemos…
– Ya lo harán… ¿Preparados?
– S-S-Si…
– Bien, primera pregunta: ¿Cómo se llama la carrera que estoy cursando en la Universidad?
Los dos se observaron entre si y no lograron vislumbrar la respuesta…
No me sorprendía, a fin de cuentas, ninguno de los dos se interesaba por mí…
– ¿No lo saben?
– Y-Yo…
– ¿No? ¡Qué lástima! Habría reconsiderado muchas cosas si lo hubiesen contestado, pero, como no fue de ese modo; tendré que cobrarlo.
Tomé a mamá del brazo y la lleve hasta una silla del comedor, ate sus manos y piernas con cinta; inmovilizándola, así, ella podría observar más de cerca, el show que estaba por brindarle…
Mi padre estaba de pie, había algo de arrogancia en su mirada, como si creyera que nada dentro de mí, sería capaz de dañarlo…
¡Dios!
Pero, ¡Que ingenuo era!
Mientras mi madre me suplicaba que no fuera a perder el control; yo, me plante frente a mi padre, y con un solo movimiento; lo obligue a arrodillarse frente a mí…
¡Eso era!
Sí él iba a observarme, que fuera desde el suelo…
Hice que pegara su rostro con el piso, y me senté sobre su espalda…
– Segunda pregunta: ¿Cuál es mi color favorito?
– Jared, cielo, ¡Por favor! No lo hagas…
– Creo que te pregunté algo…o ¿Acaso te dije que suplicaras? Y como no aprovechaste la oportunidad, esta es tu recompensa.
Me levante de la espalda de mi padre, fui por una de las sillas del comedor y la acomode de tal forma que uno de sus brazos quedara sobre ella, para que así, cuando ejerciera presión con mi pie; el hueso se fracturara sin posibilidad de recuperación.
¡Fantástico!
Los gritos de mi padre llenaban toda la casa…
Mi madre estaba llorando como nunca…
Y mi hermano golpeaba la puerta de su cuarto para que lo dejara salir…
¡Pobre pequeño!
Si algo debía agradecer de mi comunidad, era que, nadie se entrometía en los asuntos familiares…
Podían escuchar o presenciar un asesinato y pasar de largo; como si no hubiesen visto nada; la carencia de sensibilidad era una norma jerárquica de supervivencia en el Bronx.
Por eso, no debía preocuparme de ser entregado a las autoridades…
Tras dislocar el hombro izquierdo de mi padre, de causar ruptura permanente de ambos brazos y piernas; fui por su cuello:
– ¡Míralo, mamá! Disfruta de esto…Sí él no te hubiese dejado embarazada, nada de esto habría pasado…Él nunca te amo, siempre te fue infiel con cuanta puta arrastrada se le ofrecía, y venia aquí a engañarte, haciéndote creer que era un esposo ejemplar…
¿Le odias?
¿Quieres verlo morir?
– Hijo, por favor, detente, tú no eres así, eres mi ángel.
Ella había dicho ¿Ángel?
No, no, no…
Tome su cuello con ambas manos y en un solo movimiento, lo gire para que se fracturara solo…
Mi madre aumentó su lamento; gritaba como loca, y se movía en la silla como si deseara escapar de mí.
¡Que irónica era la vida!
En un inicio no deseaba alejarse de mí, y ahora, usa todas sus fuerzas para apartarse…
– Oye mamá, ¿Qué prefieres? ¿Fractura cervical (Cuello) o muerte por descarga eléctrica?
– Jared, no, por favor, tú hermano…
¿Es en serio?
Incluso en estos momentos, ¿Ella sólo podía pensar en mi hermano?
¿De verdad?
– Eres una aburrida, hubieses escogido, pero, como no lo hiciste; pues, elijo yo.
– ¡Jared!
– Iremos gradualmente, iniciaremos con una intensidad de 10 miliamperios ¿Si? Hasta llegar a los 2.300 mA.
– Hijo, ¡Por Dios!
Vacié una cantina de agua en el suelo, amarré a mi madre a la mesa y obligue a que sus pies entraran en contacto con el sector húmedo; traje una de las lámparas a base de luz led para que ella la tomara con una de sus manos; de esa forma, la corriente viajaría a través de su cuerpo, y al tener sus pies sobre el piso, su intensidad incrementaría por si sola…
– ¿Esta lista mamá?
– No, no, no, por favor, no…
– Tomare eso como un «Si».
Al comienzo, la obligue a que sostuviera la lámpara por 1 o 2 minutos; y de manera escalonada, 10, 15, 20, para que la intensidad de la corriente fuera de 100 a 300…
Su cuerpo empezaba a calentarse…
Su piel estaba roja…
Podía oler ese aroma tan excitante…
– P-Para ya…
– Oh, ¿Quieres que acabemos con esto? Está bien, iremos a toda marcha, entonces.
Potencie la intensidad de la corriente, colocando un Taser en el charco de agua; así, ella elevaría al máximo la electricidad a través de su cuerpo; y alcanzaría por sí sola, los 2.300 mA.
¡Toda una maravilla!
No duro más de 10 minutos…
Escuchaba su tos ensordecedora, y como los latidos de su corazón incrementaban, provocando una contracción de sus arterias, las cuales, desencadenaron su muerte…
Su cuerpo cayó rendido y me cerciore de no tocar el agua, para evitar un accidente; mi vida, valía mucho como para desperdiciarla en un incidente tan banal como ese.
Deje a mis padres allí…
No altere nada de la escena, al fin y al cabo, ese era mi regalo para él…
Subí las escaleras, fui hasta mi cuarto y dormí como en años no lo hacía…
A la mañana siguiente, me levanté, tome una ducha, me vestí y fui hasta el cuarto de mi hermano; quien se encontraba llorando en el suelo…
Cuando abrí la puerta, él salió disparado de allí, bajo las escaleras, y al entrar a la sala, los vio…
Su expresión era inclasificable.
Sus ojos se llenaron de ese molesto líquido tan particular, sus rodillas se doblaron y tocaron el suelo; su mirada recorría todo el salón, y yo, no pude evitar decirle:
– ¿Te gusta? Lo hice para ti, «hermanito».
– T-T-Tú…
– Sí, yo lo hice, ¿No es increíble?
– M-Monstruo…
Esa pequeña declaración me consterno la cabeza…
¿Monstruo?
¿Yo?
¿Y él quien era?
¿Un ser puro?
¡Ja!
B-A-S-U-R-A.
– ¿Disculpa? Me he tomado la delicadeza de preparar una sorpresa para ti y me llamas ¿Monstruo?
– Jared.
– ¿Si?
Aquel pequeño de 4 miserables años, se levantó del suelo, giro su rostro y me vio por primera vez…
Sus ojos tenían llamas por doquier…
Sus puños estaban apretados con fuerza…
Sus venas se tensaban al más mínimo movimiento…
¡Estaba furioso!
¿Acaso él también era un monstruo?
¿Lo había enloquecido?
– No importa el tiempo que pase, ni mucho menos, cuanto me tome hacerlo, pero, si de algo estoy seguro, es que tú caerás.
– ¿Ah, sí?
– Si.
– ¿Por qué estás tan seguro de ello?
– Porque seré yo quien lo ocasione.
La frialdad de su sentencia recorrió las fibras adormecidas de mi cuerpo…
¿Un pequeño estaba amenazándome?
Sin embargo, su resolución era tan firme que no dudaba de que él era capaz de conseguirlo.
Después de escucharlo, salí de casa, sin nada más que los ahorros que tenía desde hace ya un tiempo…
Sí mi hermano lograba sobrevivir, tomaría su palabra como un principio impuesto y lo enfrentaría…
No pasaron muchos años para escuchar una noticia sobre mi «Preciado» hermano…
Los rumores corrían de un lado a otro…
«El Ángel de la muerte»
«El trio infernal»
«Los verdugos del Bronx»
Eran tantos los nombres que apodaban a mi hermano y su pequeña banda; que no pude evitar reunirme con él por una segunda vez, deseaba ver su progreso; por lo menos, ahora sabía que no estaba muerto…
¡El condenado había conseguido sobrevivir!
Jajajaja, al menos, no era sólo palabras vacías…
¡Que jodida determinación!
Mi vida hasta entonces, era bastante satisfactoria.
Me había convertido en un asesino a sueldo, ganaba bien, no tenía muchos compromisos y podía disfrutar de mis riquezas sin ser perseguido por nadie; todos en el medio, me conocían como «Caníbal»; aquel que es capaz de devorar a su propia raza con tal de saciar sus macabros deseos de supervivencia.
Un alfa indiscutible.
Un demonio encarnado.
La maldad en todo su esplendor.
Por tal razón, no tenía motivos que me ligaran con el Bronx; sin embargo, las aventuras de mi hermano, si eran razón suficiente para descolocar mis pensamientos…
¡Quería enfrentarlo!
Demostrarles a mis padres que se habían equivocado…
Yo, era superior.
Yo, merecía su amor.
Yo, sólo a mí, debían darme su atención.
No postergue mi regreso a la ciudad que me vio nacer; camine desde la estación hasta el Bronx, llevaba un tabaco en mi boca y una navaja en mi bolsillo; no sabía cómo iba a reaccionar mi hermano…
Llegue a la comuna, entre y me inunde de esa atmósfera tan particular de mis calles…
A lo lejos, divise a tres personas que yacían en un andén, con cervezas en la mano, dialogando de cualquier cosa sin sentido…
Al extremo derecho, se encontraba una chica rubia, con buena contextura, un estilo algo desmañado para ser mujer; pero, bastante provocativa; en el lado izquierdo, había un negro de dos metros, con músculos expuestos y una apariencia de gánster notable…
Y justo en el centro de aquel cuadro, estaba él…
Su aspecto había variado mucho los últimos años…
Tenía una complexión robusta, podía ver que su posición en el Bronx se debía a esos músculos feroces que conformaban todo su esqueleto corporal…
Pero, no era sólo eso…
Él emanaba un aura asesina…
Su instinto estaba más que desarrollado, y fue hasta que su mirada conecto con la mía, que me percate de la bestia que había creado…
Me quede quieto en mi posición…
Lo observé y vi cómo se levantó de allí, sus colegas lo siguieron, y en cuestión de segundos, ellos, estaban frente a mí…
– ¡Karl! Debo decirlo: Has crecido mucho, hermanito.
– ¡Tú!
– Venga, no seas grosero, ¿No vas a presentarme a tu gente?
Al terminar aquella frase, sentí una pistola contra mi cien, y una navaja que amenazaba con enterrarse en mi abdomen…
¡Vaya!
Al menos, sus colegas eran algo hábiles, pero…
¡No lo suficiente!
Puse mi mano en la muñeca de la chica, apretándola para que soltara la navaja y al conseguirlo, incline mi cuerpo, tomé un impulso y salte sobre el negro de dos metros, zafe su agarre y tome la pistola en mis manos…
Ninguno de ellos, fue capaz de reaccionar a tiempo, ni siquiera se dieron por enterados de mis movimientos…
Mis reflejos, eran algo a considerar…
Necesitaban más que eso, si deseaban exterminarme…
– ¡Hey! No estuvo nada mal, eh. Para ser una chica, sabes moverte niña, ¿Cómo te llamas?
– A ti, ¡Qué demo…!
Karl, la detuvo, y procedió a hablar:
– Richelle, Black, el es Jared.
Ambos abrieron sus ojos en asombro…
¡Así que, sabían sobre mí!
Sus posiciones ofensivas, cambiaron a unas defensivas en cuestión de segundos…
Por lo menos, tenían cerebro…
– Así que, ¿Richelle? Ummm, ese nombre es muy largo, te diré «Elle» y tú, seguirás siendo Black, ¿Entendido?
Ninguno emitía respuesta…
– ¿Qué dice el «Ángel de la muerte»? ¿Cómo ha sido tu vida estos últimos años? ¿Feliz? ¿Te he hecho falta?
– Claro, Jared.
Eso era ¿Cinismo?
O sea que…
¡Ja!
– ¿Ah, sí? ¿Estás preparado?
– No, aun no.
– ¿Y cuánto tendré que esperar?
– Quizás, unos años más.
– ¿Tanto así? ¡Que aburrido! Pensé que deseabas exterminarme.
– ¿Exterminarte?
– Si.
– Jajajajaja, haré que tu nombre se borre del libro de la historia, hermano mayor.
¡Oh!
Pero, ¡Esto sí que no me lo esperaba!
El pequeño era más osado de lo que recordaba…
Su frialdad, era más que notoria…
– Bueno, y ya que nos encontramos aquí, ¿Richelle, no te gustaría venir conmigo?
– ¿Qué?
– Percibo en ti, algo de valor.
– No me iré.
– ¿Segura?
– Soy fiel a Karl.
– Oh, ya veo. Bueno, creo que este reencuentro se pospondrá ¿No?
– Sé paciente, tú tiempo, está por llegar, Jared.
Gire mi rostro, empecé a caminar con una enorme sonrisa en la cara…
¡Esa pelea en definitiva seria emocionante!
Tras alejarme un poco, sentí como la brisa del viento, cambió a mí alrededor…
¿Era en serio?
Levanté mi mano, sin girar mi cuerpo y con los dedos, atrape aquel cuchillo que había sido lanzado por Karl; lo tire al suelo y con un gesto, me despedí de él…
¡Aun le faltaba!
Pero, en unos cuantos años, sería un oponente feroz.
Y aunque creí que nuestros caminos no se cruzarían de nuevo; recibí una oferta de un millonario para ejecutar un trabajo en contra del Líder del Bronx…
Al parecer, Karl se había enamorado de una chica de la alta sociedad; y su padre era alguien que cuidaba las apariencias; motivo por el cual, me pago para que lo asesinara y claro estaba que, no iba a tirar por la borda, semejante suma de dinero…
Llegué hasta él con mi rostro tapado…
La pelea en sí, fue corta, pero, las secuelas iban a persistir durante un tiempo…
Lo había probado y su potencial era demasiado notorio; aun cuando logré quitarle un ojo, él casi me fractura la columna vertebral…
Dado que no lo asesine, aquel dinero no llego y yo, debía obtenerlo de alguna parte; asi que, decidí tomarlo.
Por unas cuantas investigaciones, me había percatado de que mi hermano y su banda, tenían una bodega en la que guardaban todas sus ganancias; la cual, se encontraba en la base donde ellos permanecían todo el tiempo.
Debía entrar sin ser descubierto y tomar todo cuanto hubiese allí, pero, no iba a ser una tarea fácil; mis lesiones por el conflicto con Karl aun no sanaban y yo, tenía que marcharme de New York para recuperarme y volver al juego.
Sin embargo, mi oportunidad llegó.
Ellos iban a realizar un gran evento por conseguir su mayoría de edad; todos los miembros del Bronx estarían invitados; por ende, la base estaría sola y no iba a desaprovechar eso.
Robar su capital fue algo sencillo.
Esa misma noche partí hacia Hamburgo (Alemania) y pase meses enteros en terapias físicas y recuperación motriz; para conseguir moverme de la manera en la que solía hacerlo.
Sólo después de un año, me llegaron noticias del desplazamiento de Karl hacia Stuttgart; y como él, ahora era socio de un tal «Blake Straw»; el cual, era dueño de la red de narcotráfico más representativa de toda Alemania…
Algo me decía que, Karl vendría por mí; pero, nunca pensé que lo haría en compañía de él.
Ellos llegaron hasta mi residencia, me desafiaron y obtuvieron su merecido…
Casi les quitó la vida, pero, les perdone su profanación.
A fin de cuentas, mis asuntos eran con Karl, no con Blake; aunque, debía reconocer que aquel chico, era un oponente digno de enfrentar…
¡Me sorprendió su resistencia!
Pero, nada más allá de eso…
Aquel día, empecé a perder las esperanzas en Karl…
Su nivel no se acercaba al tiempo en el que él estuvo en el Bronx…
Parecía, ¿Domado?
No lo sé, la pelea fue patética; tanto así que, recibí más golpes por parte de Blake que de Karl…
Los saque de mi casa, y los dispuse justo en medio de la carretera; ellos decidirían si morían aplastados por un auto o salvaban sus vidas; no podía hacer nada más…
Escuche que mi hermano había vuelto a su ciudad en compañía de Blake; y que de momento, las cosas marchaban bien.
Pasaron dos años más…
No lo soporte más y me lancé por él…
Y ahora, luego de accionar aquel gatillo y ver como Blake se despide de este mundo…
Me percato de algo importante…
Stuttgart contiene un aura diferente…
Como si en algún rincón del lugar, hubiese una bestia aguardando por mí…
¡En definitiva, no se trataba de Karl!
Ésta esencia tan carnal, era de alguien más…
¿Quién sería?
Levanté mi mirada, no encontré rastro de Richelle…
Deje a Blake en medio de la calle; camine sin rumbo fijo y me adentré en el lugar…
Sentía que me observaban, pero, nadie se atrevía a acercarse…
Cuando de repente; lo percibí…
¡Ahí estaba!
Corrí hasta esa vieja pocilga, abrí la puerta de par en par y al verlo, sonreí con sarcasmo…
Su reacción valía oro…
El parecía ¿Tener miedo?
Su mirada no reflejaba otra cosa que no fuera pánico…
¡Fantástico!
– Te he extrañado, Karl.
Continúa…
Gracias por la visita.