«Reverse III» Fic de Alter Saber
Capítulo 60: Relato
«Y a pesar de todo, ¿Cómo es que puedes llorar por mí? Porque yo no me siento mal por ello, Así que cierra los ojos, Dame un beso de despedida y, Duerme»
– My Chemical Romance (Sleep)
Nunca he sido fanático de los textos científicos que tratan sobre la funcionalidad del cerebro; y como este, es capaz de controlar hasta el mínimo de los detalles que obligan a una persona a comportarse de cierta manera.
Sin embargo, en una ocasión, di con un documento en el que se explicaba minuciosamente la forma en la que el cuerpo reacciona ante el miedo, y emociones negativas como la ira; siendo una persona tan desbocada de genio, me sentí intrigado de inmediato por aquellas líneas plasmadas en ese papel.
Al parecer, una región del Sistema Nervioso conocida como «Amígdala Cerebral», es la encargada de emitir la reacción que debe tener una persona cuando una amenaza se presenta; desde una dilatación de las pupilas, hasta un cambio abrupto en el ritmo de la respiración…
Y existen teorías que especifican, como el «Instinto» debe considerarse una característica genética para el individuo; pues este ha sido categorizado como una cualidad netamente animal; pero, ¿Acaso el humano no lo es?
Lo que sucede es que, lo que los animales salvajes llaman «Impulsos»; nosotros lo hemos clasificado como «Emociones o Sensaciones»; estímulos que dictaminan la conducta del cerebro.
No obstante, cuando un individuo vive en un estado constante de estrés y alerta; su intuición lo obliga a desarrollar patrones de comportamiento que lo asemejan a un animal salvaje; siempre consciente del ambiente que lo rodea, analizando con frecuencia las posibilidades de su contexto y preparando el contraataque antes de ser vencido.
Quizás, esa era la razón para que personas como Karl, Blake o yo; actuáramos de la manera en la que lo hacíamos; podíamos pasar por un lugar desconocido, y percibir a metros la esencia riesgosa de otro individuo; reacciones como la variación de la temperatura corporal, el levantamiento del vello de la dermis (Piel); la aceleración desmesurada del ritmo cardíaco, entre tantos otros; que nos anuncian la llegada de una amenaza latente.
Por ende, cuando me encontraba abrazado a Andreas, sentí la cercanía de un enemigo potencial; no necesitaba levantar mi mirada para saber que aquel que se encontraba a escasos metros de donde estábamos, era Karl.
Fue precisamente el instinto; lo que me permitió reaccionar como si fuera un atacante; de lo contrario, Karl descubriría mis intenciones y no desperdiciaría la oportunidad de asesinarme; poco podía hacer, sí él llegaba a enterarse de mi colaboración con Richelle; mis apuestas en esa pareja eran demasiado altas, pues sin ellos inmersos en esto; mi victoria no estaría garantizada.
Tras calmar a Andy, giré mi cuerpo para tomar impulso; corrí sin mirar atrás; no podía darle la mínima posibilidad a Karl de percatarse que se trataba de mí; porque asi como yo, logre distinguirlo sin necesidad de verlo; él también se percataría de mi esencia, y vendría tras de mí.
Me escabullí en medio de un sinfín de callejones hasta que vislumbre la zona alta de la ciudad; opté por mantener el perfil bajo; ya que la gente de los Barrios Bajos inundaba cada sección del lugar…
Pase cerca de un local que estaba bajo la jurisdicción de Karl; trate de sostener una postura relajada, pero, podía sentir como una mirada seguía mi trayecto con detenimiento; de repente, escuché unos pasos tras de mí…
¡MIERDA!
Alguien me había reconocido…
No aceleré el paso, mantuve la compostura y seguí como si no se tratara de mí; estaba atento a cada sonido que se presentaba, por si en algún momento, mi acechador sacaba algún tipo de arma para frenarme; sin embargo, más que una herramienta letal, escuché su voz:
– ¿Tom?
Continué caminando, pero, no requería más que lo que había oído…
Era Lucy…
¡Claro! ¿Cómo no iba a percatarse de mí, si pasó más de la mitad de mis días en Stuttgart bajo mi cama?
No podía dejar que ella viera mi rostro…
Por más que hubiese compartido a su lado, noches enteras de lujuria extrema; nada me aseguraba que Lucy me era fiel; bien podía fingir que me guardaba cierto respeto, y cuando menos me lo esperara, me entregaría al Líder de los Barrios Bajos.
Así que, para desentender un poco la situación; baje mi capucha y recogí mi cabello en un moño mal arreglado…
De inmediato, sentí como ella se quedó estática en su puesto; sin duda alguna, sacrificar mis rastas había sido una decisión más que acertada; de lo contrario, ya estaría bajo la guillotina de Karl…
Caminé sin aumentar el ritmo y tras unos metros más adelante, escuché un suave eco que decía:
– Es bueno verte.
Tres palabras que hicieron que mi respiración se acortara…
Ella no había vislumbrado mi rostro, pero, logró reconocer mi ¿Esencia?
Bien, un eslabón más que romper…
Su descubrimiento no suponía en riesgo; ya que, su respuesta fue sincera; ella no buscaba hundirme, tal vez, sólo deseaba comprobar que en verdad, se trataba de mí.
Reanude mi recorrido, hasta dar con el Depósito de Kong; gire unas cuantas calles e ingrese al lugar.
Cuando entre a la Bodega, vi a Kong tirado en el piso, como si estuviese resignado a su vida y no recordaba el motivo de su angustia…
Al observarme, se levantó de inmediato, corrió hasta mí, me tomó por los hombros y me sacudió:
– ¿La asesinaste? ¿Mataste a mi pequeña?
Aquel hombre que nunca había derramado una lagrima en el tiempo que trabajo bajo mi designio; se encontraba completamente abatido…
Su rostro estaba ensombrecido, y sus ojos tan irritados por la cantidad de lágrimas que habían caído por sus mejillas…
¡Estaba desesperado!
Retire sus manos de mis brazos, le di la espalda y lleve una de mis manos hasta mi boca…
¡Dios! ¡Qué gran hijo de puta era!
¿Cómo pude llevarlo a un precipicio como este?
¿Quién demonios era yo para destruir a las personas de esta forma?
– ¿T-Tom?
Solté un leve suspiro…
Recobré mis fuerzas…
Tenía que mantener presente, que la única razón por la que mis acciones eran justificables; radicaban en mi pequeño…
¡NADIE!
Absolutamente nadie, podía ser un impedimento para que yo lo sacara de esta maldita ciudad; y si debía jugar, profanar, ultrajar, sacrificar o asesinar a alguien para obtenerlo; lo haría…
¡Bill lo valía!
– No, aun no, pero, no te preocupes que yo nunca dejo cabos sueltos; tu hija es un asunto pendiente y tarde que temprano, la atenderé.
– Por favor, no, Tom, no…
– Por tu culpa, Bill casi muere; eso es imperdonable.
– Está bien.
– ¿Qué?
– No la asesinas a ella, ¡Mátame! No importa, sólo, no le hagas daño.
– ¿Seguro?
– Si.
Kong, no había tardado ni siquiera un segundo en responder de manera afirmativa…
¡El amor sí que sabe jodernos!
¿Cómo podemos perder el juicio por alguien a quien amamos?
Su propuesta era admirable; más que eso, honorable.
Él estaba dispuesto a arriesgar su propia existencia, con tal de que su hija viviera…
– Bien, te tomo la palabra, sólo que, me encargaré de ti, una vez haya acabado con todo esto.
– G-Gracias, Tom.
– Cómo sea.
Cuando iba a discutir algunos asuntos con Kong; escuché que la puerta de la Bodega era golpeada con demasiada fuerza…
Me alerté de inmediato, podría tratarse de Karl o de Black.
Le hice señas a Kong para que abriera y me dispuse a esperar a quien fuera que estuviese allí; al abrirse la puerta, vi esa mata de cabellos rubios con un rostro completamente pálido…
¿Y a este que le había sucedido?
Me acerqué a Andreas y él recuperando el aliento, hizo contacto visual conmigo; no necesite más que observar esos ojos azul marino, para entender, que algo en definitiva no estaba bien; y fueron las reacciones que se desencadenaron, las que me confirmaron la sospecha.
Mi respiración se aceleró, mi vello corporal se levantó, mi ritmo cardíaco aumento y mi cerebro se encontraba en estado de alerta…
Era la primera vez, en muchos años que no sentía algo de ese calibre…
Ni siquiera Karl, había logrado despertar tantas sensaciones juntas…
¿Entonces?
¿De quién demonios se trataba?
– Andreas, ¿Qué ha pasado?
– Tom, yo no sé cómo decirlo, pero…
– ¿Qué? ¿Le sucedió algo a Bill?
– No, no, no, él está bien.
– ¿Entonces?
– Cuando te fuiste, nosotros hablamos con Karl.
– ¿Lo descubrió?
– ¡Hombre! ¡Déjame hablar!
– Entonces, hazlo rápido que me pones los nervios de punta.
– Él nos informó que tú estabas aquí y que debíamos vigilar a Blake, junto con Bill; al parecer, ellos estaban en casa de Black.
– ¿En la casa de Black? ¡Dios! Esa es la zona más profunda de los Barrios Bajos; Bill no puede salir de allí solo, se lo comerían vivo.
– Tranquilo, él de verdad está bien. Cuando llegamos hasta esa casa; se desato un conflicto.
– ¿Por qué?
– Lo lamento mucho, pero, Bill se enteró.
– ¿C-Cómo?
– Bill, ya lo sabe, Tom.
Olvidé respirar…
Mi pecho apretaba con mucha fuerza…
Incluso perdí el equilibrio y mis rodillas impactaron con el suelo…
¿Él?
¿Precisamente, mi pequeño?
¡Dios!
Sentía que un llanto inconsolable iba a desatarse, hasta que, escuche a Andreas de nuevo:
– Blake fue quien se lo dijo; sin embargo, Richelle le hizo entender tus motivos y Bill lo comprendió.
Bien.
¡Ahora si estaba perdido!
¿Qué Bill lo había aceptado?
¿En serio?
¿Cómo puede resignarse a un pasado tan marcado por la sangre de inocentes?
Yo, no merecía eso…
¡NO!
Él no debía perdonarme semejante atrocidad…
¿Acaso su pureza no tenía límites?
– ¿Lo entiendes, Tom? Bill te ha aceptado con cada una de las partes que conforman tu ser.
– P-Pero…
– ¡Nada! No te vas a echar a morir porque él decidió amarte aun a pesar de tus pecados…
– Andy, yo…
– Ya lo sé, eres un idiota.
– Eso no era lo que iba a decir.
– ¿No? Igual, eres un idiota.
– Tú eres el idiota, rubio inmundo.
– ¿A quién le dices inmundo? ¡Rastafari de los cojones!
– ¡Que ya no tengo rastas! ¿Qué no ves?
– Con lo que quería tus rastas…Ya me había acostumbrado a ver esas mechas de trapeador colgando de tus hombros.
– No empecemos de nuevo, Andreas.
– Eres cruel.
– ¡Púdrete!
– En fin, deja de darle vueltas al asunto y asume la responsabilidad como un hombre.
– No tiene sentido, Andy.
– ¿El qué?
– ¿Por qué amar a alguien tan perverso?
– Porque su amor es genuino, simple.
Observé por unos segundos a Andreas…
¿Genuino?
Sí, eso era.
Un amor completamente puro y real…
¿Qué demonios había hecho yo para obtener semejante regalo?
¡Nada! En verdad, nada de lo que hiciera por Bill era suficiente para compensar todo lo que su amor representaba para mi existencia…
¡Dios, como quería a ese ángel!
Le amaba con profunda locura.
– ¿Qué pasa, Andy? Estos días al lado de Richelle, te han vuelto medio cursi, eh.
– ¿Disculpa? ¿Acaso sabes los abusos que he tenido que soportar de esa fiera?
– ¡No te hagas el sufrido!
– ¿Sufrido? ¡Estoy aterrado! Ya ni se cómo defenderme de esa bestia salvaje.
– ¿Defenderte? Sólo deberías, disfrutar de los placeres que tiene por ofrecerte.
– Perdona que te lo diga, pero yo, a diferencia de ti, no pienso con mi «amiguito»
– A-M-I-G-O-T-E.
– Me da igual, no la soporto.
– ¿Ah, sí? Algo me dice que le estas tomando aprecio.
– Si, bueno, es decir, ¡NO!
– Jajaja, te has delatado solo, venga pues, ¿Te gusta?
– ¿Qué? ¿Acaso no has escuchado ni una palabra de lo que te he dicho?
– Richelle es linda.
– ¡Muérete, cabrón!
– Jajaja, ¡Que sensible estas!
– Pues no era yo, quien se iba a poner a llorar como un bebé hace unos minutos…
– ¡Hey! No te burles de eso, sabes que me preocupa todo lo que Bill piense.
– Si, si, si, como sea, aún hay más.
– ¿Qué?
– ¿Recuerdas que mencione a Blake?
– Si.
– Bueno, luego de que Richelle sacudió un poco a Bill…
– Ajam.
– Blake se marchó.
– ¿Cómo? Espera, ¿Qué?
– Si, él decidió dejar a Bill.
– ¿Me estás diciendo que ya no va a perseguirlo?
– No.
– ¿Por qué?
– No sé exactamente; sólo dijo que lo entendía y me pidió que te saludara de su parte.
– Ummm…
Poco entendía de lo que estaba sucediendo; creí que su persistencia seria aún más notoria, pero, no fue así…
Quizás, comprendió que ambos íbamos en serio y se resignó a no tenerlo…
Su ausencia era una ventaja en mi partido; sin embargo, no podía confiarme del todo, debía hablar con él; sino era mi enemigo, en realidad, lo necesitaría como aliado…
– ¿Y dónde está?
– ¿Quién?
– Blake.
– Ammm…
– ¿Qué?
– Hay una última cosa.
– Ahora, ¿Qué paso? Me estas contando todo en fragmentos y ya no sé qué esperar.
– Bueno, lo hago para que no te impacte tan fuerte…
– Habla ya, Andy.
– Bueno, lo que sucede es que…
– ¿QUÉ?
– Blake está…
– ¡Dios! ¡Habla!
– Está muerto, Tom.
No lo veía venir…
En realidad, no me esperaba esa confesión…
¿Muerto?
Pero él…
Blake…
Sentí como las fibras de mi ser se tensionaron, mis puños de apretaron con fuerza y mi respiración estaba agitada…
– ¿Cómo murió?
– A decir verdad, sólo vi cuando le dispararon.
– ¿Quién?
– Es un tipo extraño.
– ¿Cómo se llama?
– Richelle dijo que se llamaba: Jared.
¡CLICK!
Todo empato con suma precisión…
Esas sensaciones que habían llegado tan de repente…
Mi instinto lo había predicho…
El oponente más feroz había llegado a la Jaula y hasta estos momentos, nadie consiguió vencerlo…
Recuerdo vagamente que, en una ocasión, Blake viajo con Karl a Hamburgo por una supuesta «Propuesta» de negocios que expandiría la red de tráfico que teníamos; sin embargo, era más que evidente que no se trataba de eso.
Black me informó que ellos iban a enfrentarse a alguien que, al parecer, estaba con la guardia baja…
Me dijo que se llamaba «Jared» y que era el hermano mayor de Karl.
Cuando ellos regresaron, no fue necesario preguntarles por él; sólo tuve que ver el estado tan precario en el que llegaron, para comprender que ese tipo era una amenaza feroz; pues en cuestión de minutos, había derrotado a dos máquinas letales y las llevó al borde de la desesperación.
Ambos tenían fracturas en sus extremidades, e incluso, pérdida parcial de la memoria; no entendía ¿Cómo demonios habían conseguido regresar?
Para provocar una contusión que evoque un estado temporal de amnesia; se requiere de una fuerza abismal, y ni que decir de la velocidad, al igual que, la presión con la que debe haberlos golpeado para generarles aquella condición.
En ese momento, rogué porque ese hombre no pisara la ciudad mientras yo intentaba escapar; sino, la suerte estaría echada y ni las estrategias más brillantes habrían contrarrestado la brutalidad de un oponente como Jared.
Y ahora, años después, decide regresar para cargarse a la única persona que me permitió vivir en este lugar de mierda…
Jamás se lo mencioné, pero, mis acciones hablaban por si solas…
A pesar de que llevaba el título de «Rey» a todas partes; sólo existía una persona a la que le hacía caso; sólo ante él me contenía y sólo por él permanecía cuerdo en medio de la locura.
Blake me había dado la oportunidad de vivir por segunda vez…
Él me consideraba su hermano…
Me admiraba y tenía su respeto…
Así de la misma manera, en la que yo, le apreciaba.
Mi plan conllevaba el sacrificio de unas cuantas cabezas, pero, jamás ni por un instante, pensé en Blake.
No iba a quitarle la vida a aquel que arriesgo la suya para permitirme tener un día más…
¡Mi hermano!
¡Te deseo en verdad, un buen viaje!
Aunque, quizás, nuestro reencuentro en el Infierno, no demore mucho más…
– ¿Cómo era él?
– A esa distancia, puedo decirte cosas muy triviales…
– No interesa.
– Alto, delgado, fuerte, ágil, con unos reflejos tremendos.
– ¿Algo más?
– ¿El que casi me da infarto cuando lo vi, cuenta como algo?
– ¿Entraste en pánico?
– Fue imposible no hacerlo; no sé ni cómo explicártelo, él carga un aura demasiado peligrosa, como si devorara todo a su paso; es muy sarcástico y frío para llevar a cabo sus matanzas.
– ¿Humillo a Blake?
– Ummm, ellos intercambiaron algunos golpes, pero, Blake estaba muy lastimado; primero Karl y luego, Black; antes logró darnos un poco de tiempo para escapar.
– ¿Cómo dijiste?
– Pues eso, él se interpuso en el camino para que Richelle, Bill y yo pudiésemos huir.
– ¿Se S-Sacrificó?
– Eso parece.
¡Dios!
Ahora que lo pienso…
Blake nunca fue bueno para demostrar su afecto…
En una ocasión, fuimos hasta un local de música donde vi una de las tres guitarras que tengo en casa, era una Fender, su costo era representativo y sólo por ese día, estaba con un 30% de descuento; en ese instante no tenía el dinero, y me resigné a no comprarla.
Cuando llego la noche, Blake me entrego la guitarra y dijo:
– La encontré en la basura, tú veras que haces con ella.
Y se fue…
Ese detalle fue la única cosa positiva que presencie en Stuttgart; quizás, sus palabras no habían sido las correctas, pero, él sólo quería demostrarme, el cariño que sentía por mi…
Había estado solo desde su nacimiento…
Tuvo unos padres inservibles…
Nunca se rodeó de amigos…
Y él único chico que considero su hermano,
Lo traicionó.
No me extraña que en el último segundo, hubiese revelado su verdadera naturaleza; porque aun cuando él perseguía la pureza como si estuviese exento de ella; la realidad era diferente.
Aunque leve, el alma de Blake, era genuina…
Su sacrificio lo demostraba…
Y yo, no iba a dejar que su nombre fuera pisoteado.
Si iba a ser recordado, debía ser por los motivos correctos.
Porque por años, Blake, fue el único e indiscutible, Líder de los Barrios Bajos…
Mi estrategia inicial se había visto perturbada por la aparición de un Competidor atroz como Jared; sin embargo, yo, podía acomodar todo el escenario para llevármelo por delante…
Pues su muerte estaba sentenciada…
No le dejaría ir de este mundo, hasta que no reconociera el error tan estúpido que cometió al asesinar a la única persona que por años, tuvo mi profundo respeto.
– ¿Tom?
– ¡Es tiempo!
– ¿De qué?
– La cacería ha comenzado.
&
Una tarde de agosto, nos encontrábamos sentados cerca de la calle; cuando, sin aviso previo, Richelle comenzó a hablarnos de su familia…
Teníamos 16 años y nunca habíamos compartido información tan íntima como esa; siempre éramos muy comunicativos cuando se trataba de los negocios del Bronx; pero, jamás profundizábamos en los aspectos de nuestras vidas antes de ser huérfanos en una comunidad peligrosa de New York.
Ella nos comentó que sus padres eran drogadictos, y que no tenía ningún hermano; su vida fue un infierno desde que era una bebé porque nunca tuvo la atención que merecía; incluso, a la escasa edad de 3 años, tenía que correr del abuso de su papá; y su mamá no era capaz de defenderla, por el contrario, se sentaba horas frente al televisor, sin percatarse de nada de lo que sucedía a su alrededor.
Por ende, ella se marchó a los 5 y dio conmigo a los 6 años.
La historia de Black era aún más tétrica, tanto su padre como su madre, le daban maltrato físico y psicológico; lo obligaron a trabajar desde los 4 años para que «Ayudara con los deberes del hogar» y nunca le permitieron un descanso, ni siquiera cuando estaba enfermo.
Por eso, en una ocasión, donde fue hospitalizado por desnutrición y anemia crónica; Black, se la jugó y escapo de allí para no tener que regresar con sus padres…
Escuchaba sus relatos y me sorprendía de sobre manera, el saber que sólo a mí, me había tocado una infancia digna…
Es decir, mis padres me amaban con locura, siempre estaban pendientes de mí y me protegían de todo peligro; pero, quien iba a imaginarse que la verdadera amenaza residía en el mismo lugar donde compartía junto a ellos…
– ¿Y tú, Karl?
– ¿Ummm?
– ¿Cómo eran tus padres?
– Bueno, a diferencia de ustedes, los míos eran muy afectuosos.
– ¿En serio?
– ¿Entonces? ¿Por qué tú…?
– ¿Por qué estoy aquí?
– Si.
– Verán, tengo un hermano mayor que se llama «Jared».
– Ajam.
– ¿Qué con eso?
– Al parecer, me guarda un rencor profundo.
– ¿Por qué?
– Porque mi nacimiento fue la caída de su Imperio; mis padres se dedicaban a mí y bueno, a él lo hacían un lado porque ya era un adolescente; si mal no estoy, Jared era muy inteligente, casi un prodigio, pero…
– ¿Pero?
– Él extermino a mis padres.
Tanto Black como Richelle abrieron sus ojos en respuesta; era una reacción lógica considerando la historia que estaba narrando; no obstante, por más absurdo que sonara, era la verdad; mi propio hermano se había encargado de asesinar a nuestros padres…
– K-Karl…
– No hay problema, paso hace mucho.
– ¿Y en donde se encuentra?
– ¿Jared?
– Si.
– No lo sé.
– ¿No?
– No, pero, si de algo estoy seguro es que algún día nos vamos a encontrar de nuevo y ahí decidiremos todo.
– ¿Decidir?
– Él tiene que pagar lo que hizo; si existe un responsable de que yo tuviera que lanzarme a las calles del Bronx, es él.
– ¿Y qué harás?
– Eso, es un secreto.
– Venga, ¡Dinos!
– No, eso sólo lo reservo para mí.
Es ahora, que al verlo, me doy cuenta de que la disputa no ha sido decidida; él ha venido por mi…
¿Acaso ya era tiempo de enfrentarlo?
¿Qué más debía esperar?
Si iba a morir, por lo menos, lo llevaría conmigo.
Nunca dejaría suelto a un animal tan feroz como él…
Además, no me perdonaría el no vengarme de la atrocidad que cometió con mis padres…
– Te he extrañado, Karl.
– ¿Ah, sí?
– Claro, eres mi pequeño y adorado hermano menor, ¿Cómo no hacerlo?
– Bueno, no lo sé, quizás, el que hayas masacrado a nuestros padres, me dejo más que claro, tus sentimientos por mí.
– ¡Oh! ¿Aun sigues resentido por eso? Sucedió hace años, Karl. Créeme, ellos están mejor allá arriba.
– Eres patético.
– ¿Disculpa?
– Tan cínico…
– ¿Me estas insultando?
– ¿Qué otra cosa podría hacer?
– Karl, Karl, Karl, no aprendes ¿Verdad? ¿Cuántas cosas más deben suceder a tu alrededor para que reconozcas mi superioridad, ah?
– ¿Superioridad?
– Exacto.
– ¿Te crees mejor que yo?
– No lo creo; sé que lo soy.
– Oh, y dime una cosa, ¿Qué has tenido que abandonar para conseguirlo?
– Nada, es decir, nací siendo superior, no he tenido que sacrificar nada.
– ¿No?
– No.
– ¿Y tú humanidad?
– Ah, eso; bueno, para mí, sigue siendo nada, ¿Acaso significa algo para ti?
¡Jodidamente increíble!
Y la gente decía que YO estaba loco…
¡JA!
Si eso es así, entonces, ¿Qué demonios era Jared?
No sentía remordimientos…
Desconocía el significado de la palabra «Pureza»…
Jugaba con todos los que se atravesaban en su camino…
No iba a negar que yo era un hijo de perra; pero Jared, él en definitiva abarca una categoría muy diferente…
Es que a su lado, yo, era un lindo e inofensivo perrito.
– Si.
– ¿Y qué definición le das?
– Pureza, justicia y sensibilidad.
– O sea, MIERDA para ser más específicos.
– Dile como quieras Jared, pero, la humanidad es algo de lo que careces desde tu nacimiento; por eso, quizás, no conozcas su significado; tal vez, nuestros padres estaban taaaaan concentrados en mí, que no pudieron enseñarte que esa palabra existía.
¡Lo accione!
El interruptor que contenía su ira, estaba activado…
¡Era ahora o nunca!
Bien, llego el momento.
Y así, habría sido de no ser por la inoportuna interrupción de alguien…
La puerta se abrió y él, lo vio:
– ¿Jared?
– ¡Black! Hombre, sigues enorme como siempre, ¿Qué tal te va?
– ¿Qué haces aquí?
– Nada.
– ¿Disculpa?
– Lo que escuchaste, no hago nada, sólo estoy esperando a que mi hermanito se decida, ¿Por qué? ¿Tienes algo para mí?
– No, no se trata de eso.
– Ummm, aunque sabes, tú si podrías servirme de algo…
– ¿Cómo?
– Distracción.
Demasiado rápido…
Cuando reaccioné, Jared ya estaba sobre Black y sus manos dispuestas en su cuello; un movimiento y ¡CRACK!
Aquel sonido lleno la habitación…
Su sonrisa me producía nauseas…
El cuerpo de mi amigo, cayó e hizo retumbar las paredes…
Esa imagen brotaba en mi cabeza sin descanso…
Y con la furia a punto de explotar,
Mi garganta desgarro con vehemencia, un grito ensordecedor:
– ¡BLAAAAAAAAAAAAAAAAAACK!
Continúa…
Gracias por la visita.