Long-Fic TOLL escrito por MizukyChan
«INCUBUS» Capítulo 10
El demonio estaba agotado y furioso. La cantidad de clientela femenina había aumentado en el “Sweet Land” en un 200%, así que tuvo que hacer miles de cosas durante el día, eso sumado a la extraña actitud de Bill, quien le ignoraba olímpicamente, lo tenía completamente desquiciado.
Y a pesar de que había usado su poder de Incubus para atraer a las mujeres y vengarse del pelinegro, debía asumir que estaba odiando la actitud de las chicas que llegaban a ser demasiado provocativas con él, al grado de tratar de follar con él en los mismos baños del local.
«Hace unos días habría amado esta situación» Pensaba el chico, pero ahora lo único que parecía llamar su atención era un sonriente pelinegro que insistía en ignorarlo.
Al finalizar el día y hacer el recuento de las ganancias, decidió que era el momento de actuar.
—Necesitamos otro asistente —dijo fuerte y claro, todos le miraron y el castaño le secundó.
—Completamente de acuerdo. Gus y yo estamos colapsando en la cocina, sobre todo a la hora del almuerzo —Por primera vez el rubio estuvo de acuerdo y asintió fervientemente.
—¿Están seguros? —preguntó el moreno mirándolos a todos con atención.
—¿No me digas que no estás cansado, Bill? —Le habló fríamente le trenzado.
—A decir verdad, estoy muerto —Asumió el chico.
—¿Lo ves? Aunque sea por medio tiempo, pero realmente necesitamos una mano extra —declaró el demonio, cruzando sus brazos, no podía evitar esa sensación de incomodidad en su pecho. Al ver al pelinegro ahí como si nada hubiera pasado entre ellos «Dormimos juntos ¡Por Dios! No tuvimos sexo, pero compartimos la cama ¿Con cuántas personas haces esa clase de cosas?» Prácticamente se gritaba en su cabeza.
—Está bien… ¿Y qué hacemos? —consultó Bill, sin dejar de sonreír, esta situación lo estaba superando, necesitaba ayuda, y ya sabía a quién podría recurrir.
—Otro anuncio, como el cartel anterior. Yo me encargo —Se ofreció el trenzado, poniéndose de pie—. Te dejo en casa y voy a la imprenta de antes —dijo serio.
—Por ningún motivo te dejaré hacer una estupidez. ¡Voy contigo! —manifestó firme el rubio, arreglándose las gafas, como si pudiera ver otro anuncio pornográfico. Ya imaginaba la escena, decenas de hombres desnudos, pidiendo el trabajo.
—No hay problema —Le cortó el trenzado.
—Pueden irse tranquilos, yo regresaré con Georg —dijo Bill en tono casual.
«Genial, ni siquiera quiere regresar conmigo» Pensó furioso Tom—. Nos vamos —Llamó a Gus.
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Tras quedar absolutamente satisfechos con el anuncio, los dos chicos salieron al elegante vehículo de Tom, una vez allí, el rubio esperaba a que el trenzado arrancara, pero no lo hacía.
—¿Ocurre algo? —preguntó, al ver que el chico apretaba fuertemente las manos en torno al volante, con la mirada perdida.
—Sí… —Asumió el trenzado, sin atreverse a continuar. Al ver su indecisión fue el rubio quien continuó.
—¿Necesitas dinero? —El chico negó con la cabeza—. ¿Estás usando drogas? —Volvió a negar—. ¿Estás enamorado? —Tom se quedó estático, eso le dio la señal a Gus—. ¿Quién es la afortunada? —Tom lo miró con los ojos como platos—. Oh ya veo, ¿es un chico?
—Oh, Dios mío, ¿tan evidente soy? —Tom se paralizó—. No puedo creerlo, yo sólo… toda mi vida he estado con mujeres —Gus sólo le escuchaba atentamente—. Hermosas hembras que me daban todo lo que necesitaba, y ahora de repente ¡Crash! Todo se desmorona, mi vida es un infierno, por muy irónico que eso parezca. Qué… ¿No vas a decirme nada?
—¿Es guapo? —indagó, animándole a continuar.
—¿Que si es guapo? —Alzó los hombros—. La primera vez que le vi creí que era una chica, es…hermoso, bellísimo, celestial, angelical, es un antiguo dios griego… y a la vez es… tan delicado, indefenso, ingenuo… que te dan ganas de abrazarlo y protegerlo con tu vida si es necesario.
—Estás enamorado, Tom —Sentenció el rubio.
—No, eso es imposible, yo no me enamoro —replicó Tom, poniéndose serio de repente.
—A ver, Tom. ¿Qué pasaría si ves a este chico especial con otra persona? —Le puso a prueba.
—La mato —«O mando a algún demonio del submundo a hacerle cosas horribles como al padre de Bill jejejeje» Pensó malignamente el trenzado.
—¿La? Pensaste en una mujer —El chico se movió los lentes.
—Ese es mi gran problema, Gus, él no es gay o al menos es lo que me ha dicho, somos… ¿cómo decirlo? Amigos… a veces pareciera que somos más que eso, pero luego todo vuelve a lo normal y me ignora nuevamente —Se dio con la cabeza en el volante.
—Tranquilo. ¿Y por qué no haces algo tú al respecto?
—¿Cómo qué? —Tom le miró interesado.
—Sácale celos, tal vez si este chico te ve comenzar una relación, se sentirá celoso y su amistad cambiará por algo… romántico —explicó el rubio, pensando como si tal cosa, fuera algo obvio.
—¿Celos? ¿Con chicas? Porque con un hombre ni muerto —dijo muy seguro el trenzado.
—Por supuesto.
—¿Crees que resulte? Me refiero… ¿Cómo es que tú y Georg están tan bien siendo hombres? No me lo imagino —preguntó curioso el demonio, Gus se puso como tomate y tosió.
—Prefiero no hablar de nosotros, además ¿cómo lo sabes?
—Es evidente, tienen mucho sexo —comentó sin pensar, y sonrojándose al recordar que sólo por su habilidad de Incubus podía oler el sexo en cualquiera de sus formas—. Lo siento.
—Está bien… algún día te lo contaré, sólo no le digas a Bill, él es muy religioso y esa información le afectaría —dijo respirando hondamente.
—Claro… ¿Nos vamos?
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En el ahora departamento de Bill, ambos chicos tomaban un refresco mientras esperaban a sus compañeros. El pelinegro aprovechó esta oportunidad para pedir la ayuda que estaba necesitando su atribulada mente.
—Georg, ¿puedo hacerte algunas preguntas? —cuestionó, tanteando el terreno.
—Claro, amigo, ya sabes que estoy aquí para lo que necesites —respondió el castaño, dando un sorbo a su bebida.
—Mmm —No sabía cómo empezar—. Tengo…, conocí…, hay…
—Deja de titubear y habla claro —Le invitó el castaño.
—Bien… esto es muy serio y muy privado y te agradecería que no lo comentaras con Gus —comentó decidido el pelinegro.
—¿Tan serio es? —El moreno asintió—. Está bien, haré lo posible.
—Georg… conocí a alguien —El castaño asintió—. Él es una buena persona, un gran amigo.
—¿Un amigo?
—Sí, un amigo, es hombre, ya sabes lo que pienso de eso, es sólo un amigo —Insistió el chico.
—¿Y cuál es el problema, Bill?
—He estado teniendo sueños con él —explicó, completamente rojo.
—Por el color de tu rostro, adivino que son sueños eróticos —El castaño no pudo evitar esbozar una sonrisa y vio lo avergonzado que estaba su amigo—. ¿Y cuál es el problema, Bill? Son sólo sueños y él no tiene idea de que los tienes.
—El problema soy yo, Geo, me gustan mucho —Bajó la mirada—. Y los sueños han evolucionado, al grado que nosotros tenemos prácticamente una relación en ellos y siento… siento que me estoy enamorando —Soltó un gran suspiro y sus ojos se llenaron de lágrimas.
—Bien… tranquilo —Le consoló.
—El problema es, que cada vez cometo más tonterías con él, Geo —Se limpió las gotitas que caían sin parar de sus ojos—. Lo alejo, cuando él quiere estar cerca de mí y yo lo necesito.
—¿Él quiere estar cerca de ti? —Dudó el castaño.
—Sí, él a veces dice cosas… como si yo le gustara, pero es un mujeriego, así que debo estar confundido. Además es hombre y yo no podría iniciar nada con él… me condenaría y mi padre… ya sabes… me excomulgaría —agregó, con notable pesar.
—¿Tanto pesa tu padre en esto? —El moreno asintió—. Pero si te estás enamorando… ¿debes estar sufriendo mucho?
—Sí… —Lloró fuertemente.
—Creo que debes darle una oportunidad, Bill, hazle entender que aún lo quieres como amigo, pero no te alejes cuando él quiera acercarse con otras intenciones, sólo así podrás saber cuáles son esas “otras” intenciones. O te darás cuenta si sólo has estado mal interpretando las cosas —Le dijo el castaño palmeando su espalda al verle llorar tan amargamente—. En eso se oyó la puerta abrirse y Bill se limpió rápidamente el rostro y huyó al baño.
—Hola… ya llegamos —Anunció Tom más tranquilo.
—Por aquí —llamó Georg desde la sala. Se reunieron allí.
—¿Y Bill? —preguntó de inmediato el trenzado.
—En el baño —respondió Geo lo más normal que pudo, pero su ceño fruncido alertó al Incubus, quien se alejó hacia el cuarto del pelinegro y golpeó la puerta del baño—. ¿Bill… estás bien?
—Sí, no te preocupes, salgo ahora mismo —dijo, pero su voz ronca preocupó a Tom.
—Te espero —Al ver que no lo dejaría tranquilo, Bill abrió la puerta y esbozó una fingida sonrisa, pero sus ojos hinchados y rojos, lo delataron. Tom lo abrazó de inmediato—. ¿Qué ocurre?
—Nada… estoy bien.
—Cuando uno está bien, “no” llora —Le acarició la espalda.
—Tal vez estoy estresado, es todo —Tom lo soltó y lo vio a los ojos, el pelinegro se sentía desnudo ante sus ojos.
—Ya está listo lo del cartel, no te estreses, el negocio va de maravilla —Pensó que ese podía ser la causa del estrés, nunca se imaginó que era él, por quien lloraba el moreno.
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Por la noche, Bill y Tom cenaron en silencio y luego de esto, ambos se retiraron a sus habitaciones. El pelinegro cavilaba sobre su negativa a estar con un hombre, por muy guapo que éste fuera, y ese deseo de cuidar su castidad, sólo aumentaba el deseo del Incubus, quien ya no aguantando su hambre, ocupó su poder y durmió a todos los habitantes del departamento, especialmente al pequeño Kazimir.
Entró en el cuarto del pelinegro y se acercó a su cama, éste tenía sus ojos rojos por sus llantos y Tom se sintió mal, quería sólo dormir abrazado a su cuerpo, pero su hambre le pedía más. Quitó con cuidado el pijama del moreno, hasta que éste le reconoció en “sus sueños”.
—Tomi has venido, te extrañaba —Le habló con voz pausada, arrojándose al cuello del trenzado acostándolo a su lado.
—Mi querido Bill, necesito de ti esta noche —Le dijo apoderándose de sus labios en un beso necesitado, ansioso, y por un momento temió perderse en su necesidad y dominar a Bill sin cuidado, dañándolo… se separó de él en forma brusca—. No quiero lastimarte, Bill.
—Te amo, Tomi, no me lastimas —El pelinegro, con sus ojitos cerrados, torpemente desvistió al trenzado y le ayudó a ponerse entre sus piernas.
—Sólo quisiera besarte y dormir contigo siempre, mi querido Bill —Le dijo dulcemente al chico.
—Lo sé, yo quiero lo mismo, pero también te deseo —Tom se extrañaba de que en cada encuentro nocturno con el pelinegro, sus conversaciones aumentaban, como si Bill cada vez, tuviera más control sobre la situación, él sabía que era imposible, pero no podía dejar de preguntarse, qué pasaría si un día… ¿despertara? Negó con la cabeza y volvió a besar al chico.
—Oh, Bill, siento que te amo —El pelinegro por un momento se detuvo en sus movimientos, y sus ojos soltaron dos finas lágrimas. Sin que el Incubus lo notara, le abrazó con fuerzas y luchaba en su mente para poder despertar y entregar todo ese amor incondicional que tenía por ese ser.
—Oh, Tomi —Le besó con pasión, desesperado y ansioso, quería abrir los ojos, pero no podía detener su creciente deseo de entregarse al demonio de sus sueños. Levantó su pelvis para rozar sus duras erecciones y gimió en el beso por la acción.
—Mi Bill, eres sólo mío, no dejaré que nadie te lastime
«“Sólo yo”, porque eso estoy haciendo. Lo siento tanto. No quiero lastimarte» Pensó atribulado el demonio y dejó de besar al pelinegro. El moreno no lo aceptó y se aferró al cuello del trenzado y en un rápido movimiento se puso sobre él, meciéndose sobre su miembro, lenta y seductoramente. Su lengua se paseó sensual por sus labios y Tom no pudo reprimir un gemido por aquella imagen tan erótica.
—Tuyo Tomi, y tú… eres mío —dijo la última palabra en un jadeo prolongado, que hizo que Tom ya no pudiera más y lo tomara firmemente de los hombros, volviendo a acostarlo en la cama y poniéndose rápidamente entre sus piernas. Sujetó su miembro y quiso entrar en el estrecho canal de Bill. Pero el pelinegro aún no estaba dilatado y gruñó de dolor—. ¡Ay duele! —Chilló y el trenzado se detuvo en seco, miró el rostro contraído de Bill y desistió de su intento. Le volvió a besar, con dulzura esta vez.
—Lo siento…no quise lastimarte —Se disculpó. El pelinegro le besó con fuerzas.
—Está bien —Le perdonó con facilidad.
Esta vez Tom sería precavido, chasqueó sus dedos y apareció un frasquito con lubricante, nunca en su vida de Incubus había hecho algo así con alguien, pero sabía que Bill no era alguien al azar, su Bill era especial, era su amor.
Se untó los dedos y se puso a la altura del miembro del pelinegro, él nunca había tenido a un hombre así de cerca y nunca en su vida había practicado sexo oral a nadie: ni hombre, ni mujer, sin embargo, la rosada erección el moreno estaba allí… llamándolo… tentándolo y sin pensarlo más, la puso en su boca.
—¡Aaahhh! —Gimió de placer el chico. Entre tanto, el trenzado llevó sus dedos lubricados a la entrada del moreno y lo preparó lentamente—. Mmm —Jadeaba de placer.
—¿Estás listo? —preguntó Tom, dejando su entretención y robó los labios del moreno.
—¡Hazlo ya, Tom! ¡Tómame! —Le pidió el chico preso de la lujuria que en la vida real se negaba tanto a mostrar. El trenzado se deleitaba en su rostro bañado de sudor y sus labios entre abiertos, que no podía evitar sonreír extasiado.
—Te haré mío, Bill —Sentenció y lentamente entró en el cuerpo del pelinegro, conteniendo la respiración, porque pese a prepararlo, el moreno era muy estrecho.
—Aaahhh Tomiiiii. —Le recibía gustoso el pelinegro, respirando entre cortadamente. Al tenerlo por completo dentro de sí. Bill se levantó levemente para abrazar la espalda de Tom y atraerlo a su pecho.
Se había hecho costumbre quedarse un momento así, en ese momento tan íntimo, solamente respirar el aire del otro, sentir el latir del corazón del otro, simplemente… estar juntos.
—Muévete, Tomi —Le pidió el chico, enredando sus piernas en la cintura del demonio. El hambre de Tom estaba consumiéndolo y ya no pudo contenerse más, golpeó a Bill con fuerzas una y otra vez—. Aaahhh —Se oían los gemidos de Bill, pero Tom sabía que le estaba haciendo daño, quería controlarse, pero su deseo y hambre demoníaco no le permitían tomar el control—. Te amo Tomi… mi Tomi —Le decía el moreno, cosa que hacía doler el corazón del trenzado, ya que sentía que estaba quebrando el lazo que había entre ellos.
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Mientras tanto en la mente de Bill, que estaba llena de placer y lujuria, se debatía con sus ojos, quería poder abrirlos ver en realidad a su amor platónico. Bajo los poderes del Incubus, Bill podía sentir todo lo que el chico le hacía, disfrutaba de cada embestida recibida, podía verle con los ojos vedados, era como si le viera a través de sus párpados. Sin embargo, esa sensación de querer abrir los ojos le dominaba, luchaba con su cuerpo para que le mostrara el cuerpo musculoso de su amado, quería ver el sudor en su frente, quería verlo en realidad.
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—Un poco más, Bill —dijo el trenzado tomando el miembro de Bill en sus manos, para que acabaran juntos. El pelinegro jadeaba su nombre sin parar, pero no sacaba la sensación de angustia del pecho de Tom—. Biiiiiilllll —Gritó el trenzado sin contenerse, al tiempo que el cálido semen del pelinegro le bañaba la mano.
—Te amo, Tomi —Le dijo el moreno atrayéndolo a su pecho y dejándolo descansar ahí. Sólo unos momentos bastaron para que Tom se incorporara.
—Déjame limpiarte, cielo —Obedientemente, el pelinegro se volteó para que el trenzado le quitara todo rastro de fluidos. Tom abrió enormemente sus ojos al ver que junto con su semen, había sangre y su mente se molestó consigo mismo.
«Soy un animal» Se dijo y procedió a limpiar al chico.
—Te amo, Tomi —Le repetía sin cesar el moreno. Tom no podía con el peso de su conciencia y tras besarle en la frente le dijo.
—Duerme, amor, descansa y nos veremos mañana.
—Quédate —Le pidió tiernamente el pelinegro.
—No lo merezco… no hoy —Bill se sumió en la inconsciencia y Tom salió a su cuarto, se duchó y lloró en su cama. No sintió como la puerta de su habitación se abrió, no se dio cuenta que el moreno le veía llorar, sólo sintió un peso a su lado en la cama y se giró hacia él, abrazándole con desesperación.
—Tranquilo, Tomi, todo está bien —El pelinegro no sabía por qué su compañero de departamento lloraba, su sueño húmedo sólo le recordaba una maravillosa sesión de sexo con él y una triste despedida, por eso no pudo seguir durmiendo y tuvo que venir a su cuarto para asegurarse de que estaba bien… pero no lo estaba.
—Bill, Bill, Bill —Repetía sin cesar el trenzado y éste sólo correspondía con tiernas caricias en sus trenzas.
& Continuará &
¿Qué pasará con los consejos de Gus? ¿Servirán para llamar la atención de Bill y que por fin, declare sus sentimientos por Tom? ¿Y quien llegará por el anuncio? ¿Serán acaso más problemas? Todo esto y más en los próximos capítulos
Yo creo que va a ser un poco difícil que Bill siga consejos por qué toda su vida estuvo escuchando de parte de su padre que se iría el infierno por pecador y cosas así 🙁 pero esperemos que puedan ser felices
Cada vez que leo un fic, me pongo igual que tú, esperando que tengan un final feliz 😉
Gracias por tus comentarios