INCUBUS 23

Long-Fic TOLL escrito por MizukyChan

«INCUBUS» Capítulo 23

El obispo Jorg Trumper se hallaba de rodillas en el altar de su Iglesia, completamente solo y a puertas cerradas. Sus ojos bañados en llanto, mientras su mente recorría pasajes de la niñez de su hijo menor, Bill.

No podía evitar recordar todos aquellos momentos en los que fue sumamente rudo con él, para enseñarle la “estrecha vía que conduce al Señor”. Ahora que sabía que su hijo perdería la vida a causa de aquel pequeño bebé demonio que habitaba en sus entrañas, temía que todo lo que le hubiera enseñado no sirviera de nada.

Si Bill hubiese escogido el aborto, su vida podría alargarse un poco más, pero su alma se hallaría bajo condenación y eso tampoco era una buena alternativa. Lo único que podía realmente hacer, era hacerle ver a Bill que lo amaba, cual un padre ama a su hijo y que Dios lo amaba de igual manera.

—Perdóname hijo mío. Debí ser mucho más comprensivo contigo —murmuró a través de sus labios apretados, sin dejar de elevar su corazón a Dios en una súplica constante para abogar por la vida de su pequeño.

De pronto la mente del obispo se llenó de pesar al recordar el rostro compungido del demonio trenzado, Tom.

& Flashback &

El hombre de Dios escuchó atentamente las palabras de aquel chico delgado y de bonito semblante, que le hablaba de demonios del infierno y de los tormentos que sufría su alma por estar enamorado de una humana. Sin comprender del todo lo que aquello significaba, el obispo le pidió al joven que regresara al día siguiente, pero a la Iglesia.

—No puedo pisar terreno sagrado, señor —Le había dicho, levantándose de la banca—. Pero regresaré al parque mañana.

Se retiró temprano ese día, para revisar sus libros antiguos y descubrió que lo que el chico decía era cierto. Que aquellos seres sexuales llamados Incubus, podían habitar entre los humanos para buscar a sus víctimas y abusar de ellas mediante encantamientos mágicos. Se sorprendió y pensó en atrapar al chico, pero el siguiente encuentro fue aún más alarmante que el anterior.

—Mi Elizabeth está embarazada padre —Le dijo con los ojos aguados.

—Pero eso es maravilloso —Le respondió el obispo contento, sin entender el por qué de la amargura del joven.

—No lo es. Ella morirá —Había soltado. En esos momentos Luka no tenía muy claro cuáles serían los inconvenientes del embarazo, pero estaba seguro del resultado final de él.

—Creo que debes tener un poco de fe, jovencito —Le había animado el adulto.

—Sé que Dios existe padre, así como el demonio, pero no me pida que tenga fe, porque en lo único que puedo creer es en el tremendo amor que siento por ella —Había dicho y, esta vez, sí sonrió.

—¿Me puedes presentar a tu novia? —pidió amablemente el adulto.

—Claro, mañana venga a nuestra casa.

Quedó confirmada la invitación y al día siguiente, Jorg apareció con el postre. Elizabeth era una mujer encantadora y adorable, su sonrisa irradiaba luz a todos los que la vieran, era muy abierta y natural. Ella se enamoró de Luka y pese a que se sintió un poco herida al saber su verdadera naturaleza, le aceptó.

Todo parecía ser una velada maravillosa, hasta que una extraña convulsión atacó el delicado cuerpo de la joven. Luka se alteró y trató de socorrerla. Ella sangraba por la nariz y la boca y parecía que en cualquier momento dejaría de existir por la notable falta de oxigeno y cuando las cosas parecían empeorar, todo se detuvo.

Luka limpió a Elizabeth y la dejó descansar. El obispo había quedado tan shockeado que no sabía exactamente qué hacer. Finalmente aceptó todo lo que el Incubus le había contado. Y muy a su pesar, pensó que lo correcto era hacer el aborto.

—Si la llevas al hospital, lo tomarán como un “aborto terapéutico” —Le dijo el hombre tratando de sonar razonable, pero Luka negaba con la cabeza.

—Si la llevo ahora, ellos verán su cuerpo que muestra signos de tener casi una semana de embarazo, casi nada. Pero el feto, ya tiene casi tres meses —Le explicó el chico demonio, si él tenía razón, que hasta el momento había demostrado tener, entonces los médico no le practicarían el aborto, sino que se dedicarían a estudiar a la chica y al bebé, hasta que sus cuerpos murieran, lo cual sería terrible.

Decidieron pedir ayuda a otros Incubus, pero ésta le fue negada y Luka fue desterrado, lo que significó que perdió a su pequeño hermano y los únicos amigos que podrían haberle ayudado a realizar el aborto, por lo que el tiempo pasó y fue inútil.

Jorg siguió visitando la casa de Luka y se dio cuenta de la oscura transformación de la tierna y dulce Elizabeth. Su cuerpo se debilitaba cada vez más, las crisis eran cada vez más violentas y su deseo sexual era cada vez más intenso, porque el bebé necesitaba alimentarse.

El obispo llegó a pensar que la chica no llegaría a cumplir los tres meses, pero cuando el tiempo del alumbramiento llegó, la pareja desapareció. Fue a su casa y no los encontró. Trató de ubicarlos al celular y no le contestaron. Temió lo peor. Sólo después de cuatro días de absoluto silencio, su teléfono sonó.

—¿Obispo? Ella murió —Había dicho en un susurro.

—¿Dónde estás?

—En una fábrica abandonada cerca de la Carretera 57.

—Voy apara allá.

El obispo llegó lo más rápido que pudo y entró en el mal trecho lugar. Encontró a Luka tirado en el piso y corrió hacia él. Estaba golpeado y sus ropas cubiertas de manchas de sangre, era estremecedor verle en esas condiciones.

—¿Dónde está Elizabeth?

—En casa.

—¿La sepultaste? —preguntó Jorg y los ojos del Incubus se aguaron.

—No puedo.

—Hay que hacerlo. Vamos —Le ayudó a levantarse y regresaron a casa de Luka.

El obispo se cubrió el rostro pues ya comenzaba a sentirse el mal olor y fue hacia la habitación. El espectáculo de allí no fue menos dantesco. Sangre por todos lados y en la cama cubiertos por una sábana, los bultos. Luka lloraba a mares, completamente desolado.

—Elizabeth, perdóname —dijo en apenas un susurro.

—Ayúdame Luka —Jorg destapó el cuerpo y quiso no haberlo hecho. Haciendo uso de toda su fuerza de voluntad, renegó las nauseas y tomó el cuerpo de la mujer ayudado por el demonio.

Fueron al patio y cavaron allí una tumba. Luka se derrumbaba y fue peor cuando tomó el pequeño cuerpo de la criatura. ¿Cómo era posible que en tan sólo tres meses, ese bebé tuviera la forma de un niño recién nacido completamente normal? Claro que “normal” no era exactamente la mejor definición.

El pequeño estaba completamente deforme, era terrible, seguramente ni siquiera pudo sobrevivir debido a los defectos. Si a simple vista eran notorios, tal vez en su interior eran igual de graves.

Lo que vino después fue peor. Los días siguiente Jorg vio como Luka perdía poco a poco todo rastro de cordura, primero olvidando cosas sin importancia, luego olvidando cosas que sí importaban y luego volviéndose completamente violento. Una noche tuvo que correr tras él, al verle fuera de sí.

Atacó a una pareja de enamorados que estaban cerca de allí tomados de la mano. Golpeó tan brutalmente al hombre que le dejó inconsciente, mientras la chica gritaba pidiendo auxilio, afortunadamente él llegó a tiempo para esconder a la mujer y tras rogarle a Luka que se calmara, regresarlo a su casa.

Jorg oró todo lo que pudo a Dios para salvar al joven de aquel estado, “El sub mundo”, así le había llamado en un momento de lucidez. Pero el daño aumentaba cada vez. Hasta que en un momento de tranquilidad, el chico le pidió algo inusual.

—Padre, necesito pedirle algo —dijo con el rostro sudoroso, seguramente la lucha interna que estaba sufriendo era muy grande.

—Dime, Luka.

—Yo, no puedo morir por mi propia mano y tampoco puedo pedirle que me mate —agregó, aliviándolo, pues pensó que justamente eso le pediría.

—¿Entonces?

—Necesito pedir perdón a Dios antes que sea tarde. Mi transformación está casi completa y ya no podré contenerme —Le miró con súplica—. De hecho, quiero que después de hoy se aleje de mí, porque podría matarlo.

—Bien. Lo haré. Pero debes venir a la Iglesia.

—Lo sé. Aunque no podré entrar del todo, iré —Ambos salieron y en el auto de Jorg llegaron a la Iglesia. Sólo en la entrada, el obispo recitó los versículos para pedir el perdón de los pecados de Luka. Le daría el sacramento, una especie de absolución que se da a las personas condenadas a morir.

—¿Aceptas el cuerpo de Cristo?

—Sí, señor —Lo tomó en su boca.

—¿Aceptas la sangre de Cristo?

—Sí, señor —Y bebió del cáliz.

Sólo entonces el milagro del arrepentimiento ocurrió en su vida. Luka dejó de sudar y su rostro mostró tranquilidad. Jorg le ayudó a ponerse de pie y luego por voluntad propia el joven entró del todo al edificio, sin sentir ninguna clase de espasmo. El chico sonrió y caminó hacia el altar y se arrodilló ante él.

—Dios mío. Salva el alma de mi amada Elizabeth y yo te prometo que me guardaré del pecado de la carne para siempre. Porque nunca amaré a nadie como a mi Elizabeth, renuncio a todos mis privilegios de demonio para vivir como un mortal en la tierra, sólo cuida a quienes amo.

Jorg contempló todo con calma y agradeciendo a Dios en su corazón aquel pequeño, pero significativo milagro. Desde ese entonces Luka jamás dañó a nadie y le llamaba por lo menos una vez por mes, para contarle de sus estudios de música y su vida tranquila como uno más de los humanos.

& End of Flashback &

El obispo secó las lágrimas de sus ojos al recordar su encuentro con Luka y deseó de todo corazón que al joven Tom, no le pasara lo mismo cuando su hijo partiera de esta vida.

—Dios, por favor… salva a Bill y así nos salvarás a todos de ese cambio terrible que transforma al chico enamorado en un demonio despreciable —Rogaba con todo el fervor de su corazón.

&

Tom estaba completamente alterado viendo como su pelinegro devolvía toda su cena en el baño. Le ayudó levantando su cabello y poniendo una toalla húmeda en su frente.

—Me muero ¿No que las nauseas eran después? —comentó sonriendo.

—No lo sé, amor, nunca había embarazado a alguien antes —dijo tratando de sonreír, pero era demasiada la preocupación que sólo le salió una mueca.

—Es extraño que ya hubiese estado en esta posición sólo unos días atrás —Tom lo miró espantado.

—¿De qué hablas?

—Del parásito, maldito engendro casi me mata, creo que fue el “Rota virus” o algo así —Volvió a sonreír. Tom le puso de pie y lo llevó al cuarto, que ahora compartían.

—Necesitas descansar, amor.

—Aún es temprano —Se quejó el pelinegro.

—Pero aun así debes dormir.

—¿Por qué mejor… nosotros… no jugamos un rato? —El trenzado sintió escalofríos y vio directamente los ojos del moreno, buscando alguna señal del Incubus bebé, pero no halló nada, sólo el brillo de la pasión de su amado futuro esposo.

—¿Estás seguro? No quiero dañarte.

—Nunca me has hecho daño, cielo —Se aferró a su cuello y atrapó su boca en un beso deseado.

Tom hambriento del cuerpo de su amado le despojó de sus ropas con rapidez, dejándolo expuesto y a su merced. Se detuvo a admirarlo, viendo como el menor se sonrojaba ante su escrutinio.

—No me veas —Le pidió con un puchero.

—Jamás me cansaré de verte, eres tan hermoso, Bill.

Apresó nuevamente su boca y se pegó más a su cuerpo, provocando oleadas de electricidad placentera para ambos. Bill se retorcía de placer frotándose contra la pelvis de Tom, gimiendo fuertemente ante cada contacto.

Recordaba cada vez que hizo lo mismo en sus sueños. Sintió como su amado bajaba por su pecho, besando, lamiendo y dando pequeñas mordidas, hasta que se detuvo un momento justo frente a su miembro.

—No Tomi —No se sentía preparado, pero no pudo evitar el arquear su espalda cuando sintió la humedad de su lengua justo en su erección—. ¡Ah! —Gimió fuerte, sintió como Tom sonreía al escucharle así que le dio en el gusto, no reprimiéndose y jadeando, desesperado por el placer que le otorgaba.

—Quiero hacerte el amor —susurró Tom, llegando a sus labios, para reclamarlos nuevamente como suyos.

—Sólo me haces el amor, cielo —Aclaró el pelinegro, cosa que era muy significativa para ambos.

Ahora que estaban en el cuarto del trenzado, sólo abrió la mesita de noche para sacar el lubricante y comenzar a preparar a su morenito. Le sintió tensarse un poco ante la primera intrusión y luego respirar hondamente para relajarse.

Tom le besó mientras añadía un nuevo intruso y hurgaba en su interior, buscando aquel lugar que le enloquecía. Con el tercer dedo lo encontró y sonrió al oír el chillido de Bill.

—¡Hazlo, Tomi! ¡Hazlo ya! —Le pidió moviéndose contra los dedos con adicción.

Tom se untó el líquido resbaladizo y se ubicó en la posición correcta. Conteniendo el aliento, entró en el delgado cuerpo blanquecino hasta el fondo.

—Oh, Dios mío. Estoy tan lleno de ti —Gimió el pelinegro y buscó la comodidad, enganchando sus piernas en torno a la cadera del mayor.

—¿Estás bien?

—Perfecto —Fue la única respuesta verbal y su enorme sonrisa le dieron el permiso que necesitaba para comenzar a moverse.

—Sí… —Jadeó nuevamente el menor al sentir los primeros suaves movimientos.

Tom se esforzaba por mantener la calma, pero la estrechez de su pareja le quemaba y se sentía desesperado por golpear fuerte dentro de su cuerpo. Para su sorpresa el pelinegro le apretó los hombros, casi enterrando sus uñas.

—Más duro, Tomi —pidió con un rubor encantador en las mejillas.

—Pero…

—¡Hazlo! —Tom obedeció y embistió más fuerte, justo donde a Bill le gustaba. Se movió una y otra vez, fuertemente, haciendo que la cama golpeara la pared con un ruido constante y gracioso.

—Oh, Bill.

—Tomi, Tomi, Tomi —Jadeó el pelinegro, sin contemplaciones, como si no hubiera un mañana—. Más, más, oh sí, más.

—Te amo.

—Lo sé.

El vaivén ya era frenético y delicioso. Tom recordaba las veces en que Bill lo había sorprendido con esas frases, al poseerlo por medio del embrujo y ahora ambos estaban disfrutándolo en vivo, sin tapujos ni engaños, se sentía completamente feliz y deseó que aquello durara para siempre.

El sentimiento era tan fuerte como el orgasmo que los golpeó. Al terminar completamente agotados, el pelinegro tomó la mano de Tom y entrelazó sus dedos con los suyos.

—Quiero pedirte un favor.

—Lo que sea, mi amor, sabes que haría lo que fuera por ti –agregó rápidamente el mayor.

—Es algo simple, pero con mucho significado para mí –musitó Bill, girando para ver a su pareja directo a los ojos.

—Ya lo dije, Bill, lo que sea.

—Quiero que me acompañes a la Iglesia —La sangre de Tom se heló por completo—. Ahora con lo del bebé, siento que debo pedir a Dios que lo cuide y lo proteja. —El moreno vio como el color se perdía del rostro de su amado.

—Yo…

—¿No quieres? —No pudo evitar hacer un puchero, después de todo no era algo tan terrible.

—Yo… de acuerdo —Suspiró fuertemente—. Iré… no sé si podré entrar, pero iré.

Bill soltó una carcajada—. Ni que fueras un demonio que no puede entrar —Volvió a reír.

—Sí, ¿cierto? —Rió de mala manera el trenzado. Ahora estaba en un tremendo lío. ¿Quién lo podría sacar de esta? Una sola imagen se vino a su cabeza… Jorg.

&

—Luka, soy yo —Saludó el Incubus, por su celular.

—Dime Jared.

—Tom me llamó, mañana se ausentará por la mañana del “Sweet Land”, quiere que le reemplace —comentó, fríamente por el aparato.

—Sí, me pidió que llegara temprano a mí también.

—Lo haremos mañana, Luka, aprovecharemos que él no está y nos llevaremos a Bill.

—Es lo mejor que podemos hacer. No me gusta, pero Tom no quiere recapacitar.

—Y no podemos permitirnos perderlos a los dos.

—Jared —Dudó un momento—. ¿Podrías llevar a Katrina mañana?

—Eso creo. ¿Por qué?

—Tengo un presentimiento. Sólo hazlo, por favor.

—Bien, nos vemos mañana hermano y si todo sale bien, salvaremos dos vidas en tan sólo un día —No pudo evitar esbozar una sonrisa.

—Adiós, hermano.

& Continuará &

OMG, de verdad Tom no puede entrar a ninguna Iglesia… ¿Cómo lo ayudará Jorg con esto? ¿Y por qué el obispo tuvo esos recuerdos tan tristes? ¿Serán de utilidad? ¿Cómo seguirá llevando Bill el embarazo? ¿Tendrá alguna otra crisis horrible? ¿O definitivamente Luka y Jared le secuestraran para someterlo al aborto sin que él o Tom lo sepan? No se pierdan la continuación.

Una foto de Elizabeth.

Escritora del fandom

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