“Intelectual” Fic de MizukyChan
Capítulo 8: Humano
Tom despertó con el molesto ruido de la alarma de su celular, unido a la alarma del despertador de Trumper. Gruñó y estiró una mano, apagando su aparato.
—Will… Will, apaga eso.
Como no obtuvo respuesta, giró en la cama, limpiándose los ojos y alzándose un poco sobre los codos—. ¿Will? —llamó, pero la cama de enfrente estaba vacía.
Volvió a tomar su teléfono y vio la hora, eran las 08:00 AM, aún le quedaba una hora y media para el inicio de sus clases del día. Se levantó y apagó la alarma de Trumper, sentándose en su cama, abrió el horario en su mail y leyó: 07:00 AM, W Trumper trabajo.
—No es posible —susurró bajito.
Por lo que había oído durante el almuerzo en la empresa de su padre, Trumper trabajaría desde el departamento, asistiendo a la oficina sólo cuando fuera absolutamente necesario. William había mencionado que era malo con las personas, pero Tom imaginó que era porque pensaba que era demasiado brillante como para perder el tiempo actuando de anfitrión, siendo que podría ser mucho más útil en una oficina.
Se estremeció ante esa idea, no importaba lo brillante que fuera Trumper, era humano y como tal, necesita interacción con otros seres vivos. Nadie, ni siquiera el mismo Trumper tenía derecho a explotar su mente maravillosa, sólo por obtener ganancias, no sí él podía evitarlo.
Con resolución, se levantó y fue al baño. Tenía una idea, pero si quería aplicarla, debía ser responsable con sus propias obligaciones.
.
Ya duchado, vestido y con su plan en marcha, Tom preparó algo de desayunar para él, además de una taza extra de café y una barra de cereal. Caminó hasta el despacho de Trumper y llamó a la puerta.
—¿Will? —preguntó, antes de abrir.
El rubio miraba atentamente la pizarra blanca, donde una gran cantidad de datos, números y ecuaciones yacían dispuestas de forma que Tom no entendió nada. Trumper no dio indicios de haberlo visto, ni oído, así que Tom dio un par de pasos más y lo tocó en el hombro. William dio un salto y giró rápidamente.
—Hey, hey, lo siento —se disculpó el castaño—. No quise asustarte.
Trumper arrugó el ceño y levantó su muñeca, mirando el reloj.
—No te preocupes, todavía tengo tiempo —comentó Tom—, aunque no mucho.
—¿Qué haces aquí? —Peguntó el rubio, caminando hacia la pequeña ventana de la habitación.
—Vengo a invitarte a desayunar.
—Tom, estoy trabajando.
—Lo sé, lo sé, no es nada demasiado pesado, Will, sólo café y una barra de cereal.
Los labios de Trumper se curvaron en una pequeña sonrisa—. Me recuerdas a alguien.
Tom sonrió abiertamente ante eso—. ¿A quién?
—A un dolor en el culo —respondió William, pero no había molestia en su tono, así que caminó por el pasillo, siguiendo al castaño hasta la cocina.
Comieron en silencio, hasta que el celular de Tom volvió a activarse con una alarma—. ¿Pero, qué demonios? —Trumper mostró una sonrisa de lado, ganando la atención del otro—. ¿Tú hiciste esto?
El rubio asintió—. Tengo que asegurarme de que cumplas con tu horario al menos.
—¿Por qué?
—Asignación de tu padre —respondió honestamente y, notando como el ceño de Tom se apretaba, preguntó—. ¿Qué? ¿Qué sucede?
Kaulitz negó con la cabeza—. Así que sólo soy eso, ¿una asignación del trabajo? —su voz tensa y dolida.
Trumper arrugó el ceño—. ¿A qué te refieres?
—Vivimos juntos. Nos conocemos.
—Sólo por dos días.
—Somos compañeros ahora, William —insistió Tom—, se supone que nos preocupamos el uno por el otro.
—Will.
—¿Qué? —Preguntó Tom, pasando una mano por su rostro.
—Acostumbras llamarme Will, no William, por eso dejé de corregirte —contestó el rubio, sintiendo una extraña opresión en su garganta.
—Pues te has portado como idiota —dijo Tom, tomando su mochila—. Hoy has sido todo un William Trumper.
Cuando la puerta se cerró detrás de él, se arrepintió de sus palabras, pero ya no tenía tiempo, debía llegar a la universidad. Se disculparía más tarde.
&
Las clases fueron tediosas, era el primer día de regreso a la universidad y ya tenía una extensa lista de libros y ensayos que leer.
—Dios, la carrera es artística, debería tener sólo talleres y pasar la mayor parte del día entre lienzos, dibujando los rasgos de hermosas mujeres —se quejó, dejándose caer en el césped junto a su amigo Gustav, quien lo miró divertido, asintiendo.
—Si fuera por eso, todos los hetero irían a tus clases, ¿no crees?
—¿Por las hermosas mujeres?
—Aja —respondió el rubio, notando algo en el bolsillo de la chaqueta de Tom—. Algo brilla.
—¿Qué?
—Creo que es tu celular.
Tom notó el brillo de la pantalla y arrugó el ceño—. Debe ser otra de las malditas alarmas de Trumper.
—¿Trumper? —indagó Gustav.
—Mi nuevo compañero de piso —respondió el castaño, sacando del todo el móvil, notando que no era una alarma, sino una llamada—. ¿Hola? —arrugó el ceño mientras escuchaba con atención—. Entiendo, iré ahora mismo. Gracias.
—¿Qué sucede? —Preguntó Gustav, levantándose junto a su amigo—. ¿Ya te vas?
—Algo le pasó a Will —respondió el castaño, dando grandes zancadas hasta el estacionamiento.
—¿Quién es Will?
—Ahora no, Gus. Debo regresar al departamento.
El rubio asintió y lo vio partir.
.
Veinte minutos después, Tom corría hasta el ascensor, oprimiendo el botón. Cuando llegó a su piso, notó el terrible sonido de las alarmas que dejó puestas en casa. Sacó las llaves y abrió, caminando por la sala, apagando el televisor y la radio, y luego, llegó a la habitación y apagó el despertador de Trumper.
—¿Will? —llamó, entrando en el despacho del rubio, encontrándolo sentado en el piso, mirando la pizarra blanca, sin mostrar señales de haber oído el ruido que había en el departamento y sin reconocer su presencia allí—. ¿Will? —insistió, con el mismo resultado.
Tom se agachó junto al rubio y puso una mano en el hombro del chico, pero, a diferencia de la mañana, William no reaccionó. Tom sintió una sensación de pánico y agitó un poco al hombre, intentando despertarlo de un trance, pero no había nada qué hacer, William apenas parpadeaba.
Temeroso, metió las manos en el pantalón del rubio y sacó su teléfono, buscando el número del único ser que pensó podría darle respuestas—. ¿Hola, Alice? Mi nombre es Tom Kaulitz, vivo con tu hermano, Will. Creo que le ha pasado algo…
Tom relató los sucesos a la mujer al otro lado de la línea, temeroso de que el rubio estuviera teniendo una especie de ataque o algo así. Escuchó con atención la información que Alice le entregó y arrugó el ceño—. ¿Estás segura de que eso funcionará? —Preguntó incrédulo—. ¿Sólo eso? —la voz respondió con una afirmación y finalmente, asintió—. Está bien. Gracias —terminó la llamada y se aclaró la garganta—. Okey, esto fue idea de tu hermana, por favor no te enojes conmigo.
Sentado en el piso, Tom se acercó más a Trumper y lo envolvió en un abrazo, levantó una mano y comenzó a acariciar la nunca del chico, susurrando—. Está bien, Will, todo está bien —con una mano firmemente presionada en la espalda del rubio y la otra, haciendo un constante movimiento tranquilizador, Tom prosiguió—. Estás a salvo, estoy aquí, Will. Todo está bien.
Tom siguió diciendo las frases suaves por bastante tiempo, hasta que el hombre en sus brazos inspiró hondamente, apoyando la cabeza en su hombro—. Bien, Will, ya has vuelto. No te preocupes, todo está bien. Puedes regresar.
Un ligero temblor sacudió el cuerpo del rubio, quien preguntó—. ¿Sigues enojado?
Tom detuvo la mano que ahora acariciaba la espalda de Trumper y lo abrazó con fuerzas—. No estoy enojado, Will. Nunca lo estuve.
—Esta mañana.
—No estaba enojado —dijo, soltando un suspiro, sin soltar el agarre en torno al rubio—. Un poco decepcionado, quizás, pero no enojado.
—Dos días y ya te he decepcionado —Trumper no lo abrazaba de vuelta, no se movía en absoluto, sólo estaba ahí, quieto en los brazos de Tom—. ¿Ves que no soy tan brillante como pensabas?
—Al contrario, Will —dijo el castaño, inspirando hondamente—. Eres asombroso, increíble y brillante, pero… —se detuvo al sentir la tensión en el cuerpo de Trumper—, pero también eres humano y creo que esa es tu mejor cualidad —pudo sentir la sonrisa de Trumper y él también sonrió.
—Dios, estoy exhausto —dijo Trumper, soltando un sonoro suspiro, pero sin ser capaz de moverse—. Lamento todo esto.
—Yo no —respondió Tom, soltando un poco el abrazo, sólo para volver a mover su mano sobre a espalda del rubio, retomando la caricia constante de círculos tranquilizadores—. En absoluto.
.
Estuvieron ahí, respirando en silencio hasta que se oyó el timbre de la puerta—. ¿Quién podrá ser?
—¡Tom Kaulitz, abre la puerta de inmediato! —Se oyó una voz femenina, gritando desde el otro extremo del departamento.
& Continuará &
Chan, chan, chan. ¿Quién podrá ser? ¿Se imaginan? Pues están invitados a seguir con la lectura para averiguarlo. Muchas gracias por ser mis adorados lectores. MUAK.
Ups!!! Quien es la femina???
Que rayos le pasó a Will? Pánico??
Las dos preguntas tendrán respuesta en el siguiente capítulo 😉
Muchas gracias por seguir apoyando esta historia. MUAK
Pobrecito Bill, las palabras de Tom lo dejaron en estado catatonico, lo bueno es que Tom le aclaro que no estaba enojado y que todo esta bien entre ambos.
Nos leemos en el siguiente bonito finde 😊
Pese a que se están recién conociendo, a Tom no le gusta la idea de que Bill se sienta mal por su culpa, ya sea por sus palabras o acciones, y Bill, cerebrito o no, si reacciona a todo lo que Tom dice o hace, jijiji
Gracias por el apoyo. MUAK