Fic TWC de LadyScriptois
Realidad 5
Bill miraba con curiosidad, alternando su mirada entre el rostro fruncido del hombre de la pantalla, la cara de concentración de su hermano y su abdomen bien trabajado y marcado.
— No entiendo nada de lo que dicen.− se quejaba el menor. — Cámbialo.− le demandó.
—Ya va a terminar.− dijo sin despegar los ojos de la pantalla, mientras acariciaba distraídamente la melena azabache de Bill, quien ponía los ojos en blanco por la actitud desinteresada del mayor para con él.
— ¿Qué tanto le falta?− interrogó insistente.
— Poco… ¡Mira! – dijo emocionado por lo que ocurría en la película. Bill bufó.
—No. Entiendo.− le volvió a informar.
Solía suceder que a Tom le gustaban las películas francesas de mafia. Sucedió que Bill se saltó todas sus clases de francés. Sucede que Tom habla fluidamente y entiende aquel idioma.
—No puedo creer que lo asesinaran. Era el protagonista.− se lamentó el rubio apagando la pantalla.
—Y yo no puedo creer que tú prefieras ver una película en vez de prestarme atención.− se quejó con un mohín de enojo. Tom arqueó una ceja y miró divertido a Bill. — Se supone que estamos reconciliándonos.− murmuró para sí mismo, pero el mayor lo escuchó.
Estaban sentados uno al lado del otro en uno de los cómodos sofás del bungalow. Bill con sus piernas pegadas al pecho y con la cabeza apoyada en el hombro de Tom, por lo que el de rastas no tuvo que inclinarse mucho para capturar los labios de su hermanito.
—Se me olvidaba lo caprichoso que eres.− le dijo divertido.
—Es tu culpa.− declaró el pelinegro.
— Lo sé.
Y claro que lo sabía…
Entraron al bungalow para tomar la cena. Bill, aunque luego se arrepintió por su falta de agradecimiento, se quejaba porque había mucha ensalada, así que Tom, como buen hermano mayor, llamó nuevamente al restaurant del hotel y ordenó la pizza más deliciosamente grasosa para hacer feliz a su hermoso. El postre lo tomaron en el sofá entre mimos y viendo videos musicales, minutos después Bill cayó dormido en el hombro de Tom y este decidió dejarlo descansar algunos minutos. Hasta que encontró aquella película que lo envolvió.
Pasada una hora y la película casi en su clímax el menor despertó, fue al aseo y volvió para luego reclamar la atención de su hermano.
—Tomi…Tomi… – tarareó Bill contra los labios del nombrado rompiendo el beso.
—Dime…– Tom no podía dejar de sonreír.
—Tienes cara de tonto.
—A si te gusto.− le volvió a besar.
—Mucho… mucho… – Bill se sentía tan infantilmente feliz mientras se dejaba besar por su hermano y rodeaba el cuello del rastudo. — Tomi… – volvió a hablar.
— ¿Qué? – preguntó con pesar. Bill estaba muy hablador y el solamente quería besarlo.
— ¿Qué hora es?
—No lo sé… – dijo antes de capturar nuevamente sus labios.
—Tomi, por favor. – el rastudo se separó y miró su reloj de muñequera.
— Quince para las dos de la madrugada. – respondió y presionó nuevamente en los labios de su hermanito.
—Tomi… – dijo divertido cuando el mayor estuvo a punto de colar su lengua en su boca.
—Bill… – siseó.
— ¿Qué…eeee?… – canturreó.
—Veré que hay en la televisión.− y amenazó con volver a encenderla tomando el control remoto.
—Tomi… – le miró con ojos de cachorro. —No… – negó con la cabeza infantilmente. —Bésame… – le pidió sonrojado.
— ¿Todo es cuando tú quieres verdad? – se rindió posicionándose un poco sobre Bill, quien le acarició los lisos cabellos sueltos de la nuca de Tom.
— ¿No me besaras? – Tom esperaba un puchero que acompañara aquellas mejillas encendidas y angelicales ojos, pero a cambio recibió un suave beso en la esfera metálica de su piercing y luego esos cálido labios succionar el suyo inferior para después separarse.
Tom no dudó en ir nuevamente a por ellos.
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De las dos de la madrugada se extendieron a las cuatro y cuando sus músculos no daban más que para darse somnolientos besos y lentas caricias, se quedaron dormidos en el sofá.
Bill fue el primero en despertar con un pequeño resentimiento en la espalda debido a la posición, pero seguramente sería nada en comparación al dolor que sentiría Tom, quien prácticamente fue cubierto por el cuerpo del cantante.
Habían perdido todo un día, bueno, realmente no lo habían perdido, pero estaban en una maravillosa isla, así que no pretendía quedarse encerrados. Encendió el televisor dándole todo el volumen esperando que en algún momento, mientras él se bañaba, su hermano despertara.
Tal y como lo previó, cuando salió de la habitación, totalmente cambiado utilizando un pantalón de lona crema suelto, una camiseta de algodón fino color verde y su acostumbrado maquillaje junto al pelo ondulado que comenzaba a ser parte de él, su hermano ya estaba a medio vestir paseándose por todo el lugar buscando unos lentes de sol.
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Bill estaba feliz porque no fueron al restaurant donde trabajaba Sofía y porque Tom no paraba de atenderlo y mimarlo a toda hora. Nunca imaginó que su hermano sería tan atento en pareja, aun que empezaba a dudar de que Tom fuera atento con alguien más que no fuera con él. O al menos nunca lo demostró, siempre estaba con chicas por una noche y ya, si te vi no recuerdo.
Estaba esperado en la mesa de la terraza mientras su hermano buscaba algunos jugos en la barra. No podía dejar de observarlo. Su hermano era muy apuesto, con su mirada rebelde y penetrante, su caminar chulesco, su altura, postura y cuerpo elegante, sus facciones varoniles, voz grave seductora y olor masculino. Era sencillamente irresistible y algunas veces pensó que precisamente porque su hermano era irresistible no debía sentirse culpable por que le atrajera, aunque ahora no se sentía culpable, simplemente se dejaba caer y disfrutar de las consecuencias.
Se veía taaaaaaaaan bien con las rastas recogidas y gafas de sol… Si… Su hermano se veía muy bien…
—Bill…– le llamó Tom al volver y ver a su hermano suspirar en su dirección.
— ¿Ah? – dijo saliendo se su estado de trance.
—Estabas como ido. – ¿En qué momento volvió Tom?
— ¿Yo? No… ¿Y mi jugo? – preguntó para desviar.
—Allí.− señaló el rastudo viendo a su hermanito con curiosidad.
—Oh, si… – dijo observando la bebida a su frente.
—Estuve pensando….
—No más excursiones, por favor…. – le cortó con su petición, haciendo reír a Tom.
—No, tranquilo… – rio. — No quiero volver a cargarte, me duele la espalda.
—Si debes hacerlo, tienes que hacerlo. Debes ser bueno con tu hermanito.− dijo inocente, posicionando sus codos en la mesa y recargando su mentón en sus manos para vender una imagen tierna.
—Creo que soy bastante bueno contigo.− Tom imitó la posición de su hermano quedando sus rostros bastante cerca. — ¿No crees? – preguntó regalándole una sonrisa ladina.
—Bueno y… ¿Qué era lo que estabas pensando? – preguntó volviendo a su anterior posición, sonrojado hasta la punta de los dedos.
—Hay un lago a unos cuantos kilómetros de aquí. – informó sonriendo satisfecho por lo causado en Bill.
—Si… – dijo emocionado el pelinegro. A él gustaba la naturaleza.
—Entonces, terminamos de comer y vamos.
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Llegaron al lago destinado, pasarían allí el resto de la tarde. Tom compró refrigerios y comida para el almuerzo, varios litros de agua y alquiló en el hotel una pequeña cava portable, también sillas y una pequeña tienda de acampar. Bill insistió, así que volvieron al bungalow por un cambio de ropa y las cosas, según el pelinegro, necesarias.
El rastudo con bloqueador, repelente y una toalla era feliz, pero Bill, bueno, es Bill.
— ¡Tomi! ¡Apura! – Bill se bajó de la camioneta cuando su hermano estacionó lo suficientemente cerca de un camino rodeado de flora que los llevaba al lago.
—Espera.− el rastudo bajó todo del móvil y siguió a su hermano por aquel sendero.
El agua clara se mostraba tranquila, había una fresca brisa y varios árboles que otorgaban sombra alrededor de la orilla del lago. Los destellos que regalaba el sol estaban siendo opacados por varias nubes, por lo que la temperatura se sentía realmente agradable.
Bill esperaba encontrar varias personas en el lugar. Sin embargo solo había dos: él y Tom.
—No hay alguien.− dijo lo obvio, mirando confundido a su hermano rastudo.
—Sí, bueno. No todo el mundo conoce de este lugar. − le respondió, sacando las sillas desplegables.
—Ah, eso… ¿Y tú como sabias? – preguntó curioso quitándose las sandalias.
—Me lo dijo el señor del restaurant…. Quería, ya sabes, pasar tiempo contigo, pero si quieres ir a un lugar público no hay problema.− propuso rápidamente por si su hermano quería marcharse.
—No… – desechó rápidamente. — Me gusta.− declaró con una sonrisa para alivio de Tom.
—Está bien…– sonrió continuando con lo que hacía, mientras miraba a Bill de reojo que estaba maravillado con el paisaje.
Entre ambos acondicionaron un acogedor lugar bajo la sombra. Abrieron la tienda y colocaron todas sus cosas dentro, afuera colocaron las sillas y una pequeña mesita. Bajo un árbol tendieron una enorme y gruesa frazada y ya tenían un lindo y acogedor lugar donde pasar la tarde.
Al principio quisieron tomar un baño en el lago, pero el viento comenzó a soplar frío y los gemelos decidieron no hacerlo y disfrutar de la vista. Luego del almuerzo, que consistió en solo unos emparedaditos con gálea y unos jugos de fruta, decidieron caminar en los alrededores y se encontraron con un lindo campo de flores. Bill se sentía como un niño pequeño entre tantos colores y Tom se sentía orgulloso de hacer a su pelinegro feliz.
— ¡Las flores son tan linda!− exclamó maravillado.
—Tu eres lindo.− Tom lo tomó de la cintura y lo besó castamente repetidamente, hasta que Bill se separó y salió corriendo en dirección opuesta a Tom.
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— ¡No…Tom! ¡Auxilio!.− reía Bill, intentando liberarse de las manos de su malvado hermano que lo hacía casi retorcerse por las cosquillas.
— ¡Sufre! Es mi venganza por hacerme correr miles de metros intentando alcanzarte.
—Lo siento… Lo siento…– dijo agitado, removiéndose entre risas y liberándose de Tom.
—No sé si debería perdonarte, estoy bastante cansado. ¿Sabes?
—Ya no tienes edad.− se burló entrando al bungalow cuando su hermano abrió la puerta.
—Entonces, tu tampoco.
—Yo si… Soy menor que tú.− le sacó la lengua y Tom lo acorraló contra la pared, divertido.
—Mocoso.
—Anciano.
—Bebé
—Jubilado
—Ve a jugar con peluches. – besó la mejilla del cantante, quien se estremeció.
—Y tú a tomar viagra.
—Te aseguro que no la necesito.− dijo posando su mirada penetrante en Bill, quien tenía un rubor casi neón en sus mejillas.
—Sí, claro…− dijo luego de varios segundos. — Iré a bañarme.
Tom lo liberó sonriente, para después hacer lo mismo y cuando terminó su baño fue en busca de su hermanito. Lo encontró concentrado en secar sus cabellos, mientras lucía una camiseta corta y ajustada color blanco, un pantalón de pijama igualmente blanco y con dibujitos de barquillas, estaba tarareando una canción que no reconocía y movía su cabeza de un lado a otro a ritmo. Lo observó durante un rato y notó ese gesto que desde hace casi veinticuatro horas era permanente en él: su sonrisa. No se había borrado en ningún momento de su rostro, era más hermosa y resplandeciente que antes y sabia el por qué, eso también lo hacía sonreír a él.
— ¡Oh!… Me asustaste.− dijo el pelinegro llevándose una mano al corazón cuando se fijó en la figura a través del espejo.
—Lo siento.− se disculpó y entró completamente a la habitación, acostándose en la cama de su hermano. — ¿Para qué lo alisas?
—No lo voy a alisar.− sonrió ante la ignorancia de su hermano.
— ¿Y para qué es la secadora?
—Solo lo seco, no quiero que este húmedo. Como lo haces tú con tus rastas.− explicó.
—Ah… ¿Pero quedara liso u ondulado?
— ¿Cómo te gusta más?
—Queda bien ondulado.
—Entonces será ondulado.− le sonrió recibiendo una igual.
— ¿Por qué trajiste a Tomi? – preguntó, jugando con el peluche que reposaba en la cama.
—No me gusta dormí solo.− respondió.
—Antes lo hacías.
—Sí, pero luego que nuevamente dormimos juntos dejos de gustarme.− explicó encogiéndose de hombros.
—Creo que Tomi ya no será necesario.
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—Extrañaba dormir contigo.− se confesó sonrojado escondiéndose en el cuello de Tom.
El mayor apagó las luces y no terminó de acostarse en la cama cuando el menor estaba abrazado a él buscando su calor.
—Yo también.− lo abrazó quedando acostado de perfil y el menor contra su pecho.
Bill sintió sus labios cubiertos por algo tibio y esponjoso y supo que eran los dominantes y adictivos labios de su hermano. Las manos de rastudo se adentraron por su camiseta y acariciaron los costados del pelinegro haciéndolo suspirar hasta encontrar su diminuta cintura y detenerse allí dando suaves roces. El beso empezó a bajar la intensidad quedando en simples roces para luego transformarse en besos castos y suaves succiones.
—Te amo, Tomi. – le confesó a su hermano, sentía esa necesidad de decirle a toda hora cuanto lo amaba.
—Yo también.− le respondió besándolo suavemente.
El pelinegro se recostó en su pecho y se concentró en escuchar los latidos del corazón de su igual. Tom se debatía sobre si hablar o no, pero pensó que sería lo correcto.
—Bill… – le llamó.
— ¿Uhm?
—Hay algo que debemos hablar.− dijo ganando valor.
— ¿Qué? – preguntó alzando la cabeza para mirar a su hermano.
—No quiero volver a ser solo tu hermano.− le informó.
—Yo tampoco…– dijo con una dulce sonrisa.
—Pero esto tiene consecuencias. Y… y quiero que ambos estemos claros y seguros de ellas antes de volver a Alemania.
—Lo se…
—No poder llevarte a una fiesta tomados de las manos o besarte en público…– dijo sin dejar de mirarlo a los ojos, buscaba cualquier reacción, pero no estuvo, era como si Bill estuviera totalmente decidido.
—Eso también lo se… ¿Te molesta? – cuestionó temeroso.
— ¿A ti? – interrogó luego de negar.
—Tampoco… – dijo seguro. — Tengo un pensar.− se recostó nuevamente en el pecho de Tom siendo abrazado.
— ¿Cuál?
—En los medios hay muchos romances falsos… Pueden mostrarse como la pareja perfecta ante las cámaras, pero en la intimidad no sienten algo…. Yo no quiero eso, – dijo mirándolo. — No me importa si en los conciertos tenemos que estar separados, tú por una esquina y yo por otra, lo importante es que en que cada noche podamos estar así…– explicaba sonrojado. — Y que tu sepas que yo te amo, y tú a mi…
Tom suspiró y abrazó fuertemente a Bill como nunca.
—Estamos juntos en esto.
—Si estamos juntos estará bien.− dijo para luego recibir un tierno beso por su rastudo.
Continúa…
Gracias por leer.