Fic TWC de LadyScriptois
Ejercicio 3.1
—… y entonces él no me hizo caso y respondió la llamada. – contaba con los ojos llorosos Bill a la doctora Olivia lo transcurrido hace cinco días.
— Era importante, pero sé que no fue lo correcto. – acotó Tom antes de que Olivia le dijera algo.
Le incomodaba esa situación, no le gustaba ver a su hermanito a punto de llorar. A Tom no le gustaban las lágrimas de su hermano, prefería verlo con su hermosa y deslumbrante sonrisa.
—… y luego un coche venía a alta velocidad y Tom intentó esquivarlo, pero estalló el auto contra un árbol… – a Bill se le quebró la voz y Tom quiso intervenir y detener todo aquello que le hacía mal a su hermano, pero Olivia se lo impidió.
—Continua, Bill – le pidió acariciando su mano
— Yo… yo… – comentó entre sollozos y sorbiéndose la nariz. —… yo pensé que Tomi había muerto…
El pelinegro de un momento a otro se volvió un completo mar de lágrimas al recordar despertar en la clínica por haberse desmayado debido al impacto y no ver a Tom a su lado. El de rastas se encontraba con solo unas cortadas en el brazo y estaba haciendo el papeleo de la clínica, por ello cuando el menor despertó no estaba a su lado, ya que tuvo que separarse de él para realizar el trámite correspondiente.
—… y no sé qué haría si no estás a mi lado, Tom… – lloraba desconsolado el menor. Cosa que no aguantó el mayor y tomó entre sus brazos intentando consolarlo.
—Pero no me paso nada Billi. – le dijo cariñoso a su hermanito y lo apartó un poco de si para retirar las lágrimas que caían de los ojos del menor.
Olivia al ver la escena sintió que sobraba en aquel lugar así que se retiró sigilosa del consultorio para darle a los gemelos un poco de privacidad.
—Tomi, prométeme que nunca te iras sin mí. – la cara de miedo y de angustia del menor conjunto a las palabras que acababa de pronunciar llegaron dentro del corazón del de rastas, él tampoco podría imaginar su vida sin Bill a su lado.
—Te lo prometo. – le atrajo más hacia él y continuó besando sus cabellos mientras algunas lágrimas escapaban de sus ojos. — ¡Dios! Bill, debí cuidarte mejor. No me perdonaría si te hubiese sucedido algo. – Bill se calmaba escondido en el cuello del mayor aspirando su aroma, olía a Tom.
Era como una esencia mágica que hacía que el menor se calmara y el secreto estaba en que donde estuviera su aroma estaba él, y que Tom estuviera junto a él era lo único que necesitaba.
— Solo nunca me dejes. – le pidió, sintiendo como los fuertes brazos del mayor lo envolvían más en ese cálido abrazo.
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Debido a que la cita pasada resultó en lágrimas por los dos gemelos, Olivia consideró que lo más prudente seria que pautaran una cita al día siguiente y eso fue lo que hicieron. Sin embargo en el consultorio había un cambio. Ya no estaban las dos sillas frente el escritorio, ahora había un pequeño sofá para dos personas. Realmente pequeño. Posiblemente quienes se sentaran en el estarían muy juntos.
— Antes de todo quiero felicitarles chicos. Especialmente a ti, Tom. – decía mirando con disimulo los hombros y manos de ambos gemelos que se estaban rozando sin que ellos lo notaran. — Han hecho un muy buen trabajo. A lo largo de estas tres últimas semanas han podido expresar sus sentimientos por el otro, han aprendido a apreciarse y a cuidarse entre sí. ¿Y saben que es lo mejor? – cuestionó, recibiendo negativas por parte de los gemelos. — Que ya son capaces de transmitir eso a otros. Como lo que hizo Tom en la entrevista o lo desconsolado que estaba Bill cuando pensó que te pudo suceder algo. Y eso es lo que estamos buscando. Que sean capaces de transmitirlo.
— ¿Eso quiere decir que hemos finalizado? – preguntó confundido Tom.
—Eso quiere decir que aún falta.
—No entiendo. – intervino un sonrojado Bill.
—El día de ayer, cuando estaban abrazados, sentí que estaba presenciando algo muy especial. – trató de explicar la doctora, aunque ella ni siquiera podía explicárselo a sí misma. — Y eso se debe a que las emociones que tienen el uno por el otro son tan fuertes que cuando las expresan es como… – pensó unos momentos las palabras correctas. — Es como si crearan un aura que aleja a los demás, están en su mundo y quien lo presencia simplemente siente que es algo demasiado sagrado como para mirar. ¿Si lo entienden? – finalizó mirando a los confundidos chicos. — Lo que quiero decir es que sus emociones, sus sentimientos, ya están preparados para ser exteriorizados de manera física, sin ser vacía. Algunas veces podemos dar un abrazo, un beso o una caricia, pero no contienen algo ni producen algo. En cambio, cuando queremos a alguien todos esos gestos están cargados por todo eso que sentimos. Y ayer en aquel simple abrazo, yo, que era una simple observadora, pude sentir los efectos de aquel gesto. Ver como Bill se relajaba y tú – refiriéndose a Tom. — Le demostrabas que todo estaba bien. Que no llorara. Transmitiéndole paz.
Las palabras de Olivia hicieron sonrojar a los gemelos no sabían que podrían transmitir todo eso simplemente por estar abrazados.
— Así que el próximo ejercicio se basara en eso. Atrás las palabras, necesitan demostraciones físicas de afecto. Además, los fans quieren ver eso. – dijo regalándoles un guiño a ambos Kaulitz.
—Recuerdo haberle dicho en la primera cita que tocaría inapropiadamente a Bill. – recordó el mayor.
—Demonios, Tom. Solo le demostraras cuanto lo quieres. – le decía riendo Olivia al de rastas.
El solo daba abrazos o besos cuando era necesario. Todo eso se lo dejaba al pelinegro, que le encantaba besarlo y abrazarlo sin problema. A el simplemente le gustaba recibir el cariño que Bill le daba.
— Bien, parece que se ha terminado la hora. Así que la tarea es la siguiente: quiero un beso de buenas noches y al menos un abrazo diario entre ustedes. ¿De acuerdo? – preguntó Olivia.
—Supongo que está bien. – le gustaba un poco ese ejercicio, le gustaba recibir abrazos y besos de Bill. Aunque no sabía que tan bien podría el hacerlo.
—Bien, entonces hasta la próxima semana.
—Eh, doctora. – llamó Tom confundido — ¿El ejercicio de hoy?
—Ya fue realizado.
—Uhm, ¿Cómo así? – cuestionó Bill.
—El sofá. – apuntó. — Pasaste toda la sesión sonrojado. – comentó haciendo sonrojar más, si se podía, al menor y provocando una mirada analítica por parte del mayor a su gemelo.
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Varios días pasaron desde la visita a Olivia y Bill cumplía paso por paso y letra por letra la indicación de la doctora.
Eso le gustaba al menor, besar a Tom y demostrarle su cariño. Luego que lo hacía se sonrojaba, pero el mayor nunca lo notó. Nunca notaba que se sonrojaba y tampoco hacia la tarea, para tristeza de Bill.
Tom aún mantenía una lucha interna de hazlo vs. soy un hombre. Sin embargo, a Tom no le desagradaba que Bill lo besara en la mejilla en cualquier momento y circunstancia.
Ese día tuvieron ciertos compromisos, así que para la llegada de la noche los integrantes de Tokio Hotel estaban totalmente cansados.
Georg, Gustav y Tom se aguantaron el sueño y se quedaron viendo el maratón de futbol que terminó pasadas las doce de la noche, hora en la cual Bill ya se encontraba durmiendo. Durmiendo sin haberle dado el beso de buenas noches a Tom.
Tom llegó a su habitación, se duchó y cambió para disponerse totalmente a dormir, pero no lo logró. Algo le faltaba, así que fue en busca de él.
Entró a la habitación de Bill y lo encontró durmiendo. Tenía una expresión serena y de paz en su rostro totalmente libre de maquillaje. Simplemente hermoso y Tom no pasó eso por alto.
Había ido por su beso de la noche, estaba incluso dispuesto a despertar a Bill por unos segundos, pero al verlo en ese estado no lo quiso molestar, así que simplemente se acercó más a la cama y lo observó por varios minutos.
La respiración del pelinegro estaba totalmente relajada, la cobija se había corrido un poco y su camiseta estaba alzada, por lo que su plano y blanco vientre se encontraba expuesto a la mirada de Tom. Por un momento Tom se sintió tentado a acariciarlo, pero se contuvo y simplemente tomó la cobija y lo cubrió de la fría noche.
Acarició las mejillas de menor y retiró el pelo de su cara, colocándolo tras su oreja. Tom sintió que su hermano suspiraba entre sueños, lo que le hizo sonreír.
No era muy común en él, pero todos estaban durmiendo y sabía que nadie lo vería. Se acercó más al rostro de Bill y depositó un cálido beso en su frente haciendo que el menor se removiera un poco.
—Tomi… – murmuró Bill con los ojos aun cerrados. Tom se alejó un poco, pero sus rostros seguían aun cerca. — No te he dado tu beso. – tomó el rostro del mayor en sus manos, aun somnoliento, y lo besó en la comisura de sus labios. — Buenas noches, Tomi. – y continuó durmiendo.
Tom estaba paralizado por labios de Bill tan cerca de los suyos.
Continúa…
Gracias por leer.