Fic Toll / Omegaverse. Por OkamiMeztli
Capítulo 3: La separación
El tiempo seguía transcurriendo, ambos seguimos frecuentándonos en cada oportunidad que se nos daba. Aquel pequeño gusto que teníamos se transformó en algo más, los dos nos habíamos enamorado, y cada amanecer nos encerrábamos en nuestra burbuja, donde no existían clanes ni jerarquías, sólo nosotros dos y el amor que comenzábamos a profesar.
Todo era paz y tranquilidad en aquel nidito de amor, nadie preguntaba nunca el paradero de ninguno de los dos, aún éramos libres de ir a donde quisiéramos, así que nunca encontramos problemas al momento de salir a buscarnos.
Aquel amanecer de haber sabido lo que ocurriría, no le hubiera sugerido a Bill encontrarnos en nuestro nidito. Habían pasado dos meses desde que comenzamos nuestra relación cuando aquello paso.
Bill estaba comportando raro desde que llegamos a la cascada, se veía un poco desorientado y también un poco asustando, decidí dejar la charla sólo para levantarlo en brazos como lo haría una pareja de recién casados y llevarlo a hasta la cabaña donde había un pequeño lecho fabricado con hierbas y algunas cuantas mantas que conseguimos por ahí.
-¿Qué estás haciendo Tom? -con cuidado recosté a mi pequeño Billy en el lecho.
-Solo creí que estarías mas cómodo aquí, ¿Qué pasa pequeño? ¿por que estas actuando de esta manera? -Bill desvió su mirada de la mía antes de suspirar-¿te duele algo?
-Algo así, me siento aún poco mal -yo le sonreí de forma tranquilizadora antes de acariciar su cabello.
-¿Qué es lo que sientes?-él cerró los ojos sintiéndose a gusto con el contacto que mantenía en su cabeza.
-No estoy seguro, es muy extraño -yo asentí en silencio continuando con mis caricias tratando de calmarlo-. Tomy ¿crees que este enfermando?
-No lo se Billy, pero no debes preocuparte, estoy seguro de que no es nada grave-el asintió aún con los ojos cerrados mientras relajaba su cuerpo.
-Tom -vi como abría lentamente sus ojitos para mirarme a mi- ¿podrías traerme un poco de agua?-se veía un poco apenado así que yo le sonreí antes de besar su frente.
-Enseguida te la traigo.
Dicho eso, tomé el cuenco de madera que teníamos aquí y salí de la cabaña en busca de un poco de agua. Termine de llenar el cuenco y aún sin prisas encamine mis pasos hacia el lugar donde había dejado a mi pequeño Billy, me preocupé cuando percibí el olor del miedo que salía de la cabaña.
Apresuré un poco mi andar hasta que abrí la puerta, un dulce y abrumador aroma invadió mis fosas nasales nada más cruce el umbral, muy pocas veces había olfateado este aroma.
El dulce aroma de un Omega…
-Tomy -volví a la realidad cuando escuche aquel pequeño chillido, mire a Bill que se encontraba aún recostado en el lecho, tenía las piernas encogidas y se veía asustado.
No había duda, el momento había llegado.
Bill había entrado en celo.
-Shh, tranquilo -me acerqué a el aún con el cuenco en mis manos.
-Tomy me duele -yo le sonreí antes de acariciar su cabeza, lo ayudé a levantarse antes de darle el agua.
Tenía entendido que cuando un Omega entra en celo y no tienen compañero suelen sufrir de dolores que yo no podría describir.
-¿Qué me está pasando? -tenía sus ojitos rojos por el llanto que estaba conteniendo, se sentía mal, pero no podía ayudarlo.
-Tranquilo, estas entrando en celo, es normal que te sientas así.
El se recostó de nuevo, yo me quedé a su lado diciéndole palabras tranquilizadoras mientras acariciaba su cabello. Mi corazón se estrujaba cada vez que lo veía encogerse por el dolor, quería ayudarlo pero no sabía cómo.
-Tomy -susurró Bill al cabo de unas horas.
-¿Qué pasa amor?-el se hizo a un lado en el lecho antes de volver a susurrar.
-¿Me abrazas?-yo asentí de forma automática antes de recostarme a su lado para envolverlo entre mis brazos, sentí como el cuerpo de Bill se tensaba antes de relajarse.
-¿Te sigue doliendo?
-Solo un poco.
-Si pudiera créeme que haría lo que fuera para calmar tu dolor -y lo decía de verdad, si fuera por mí no lo dejaría sufrir.
-Pero ya lo estás haciendo, no se ha ido todo el dolor pero con tu abrazo disminuyó.
Me sentí mejor después de saber eso, Bill se removía entre mis brazos cada cierto tiempo como si buscara más contacto contra mi piel, yo acariciaba su espalda mientras hacía oídos sordos a mi instinto que me pedía sucumbir ante el deseo prohibido.
-Lo mejor será que regreses a casa, estarás más a gusto ahí -Bill levantó su cabeza mirándome a los ojos.
-No quiero irme, aquí estoy bien, además, ya es tarde sería peligroso ir solo en la noche en especial en mi condición -Él tenía razón, no podría protegerlo si se va-. Tomy.
Me estremeció el escuchar mi nombre brotar de sus labios de aquella manera tan erótica. Sin saber en qué momento Bill tomó posesión de mis labios comenzando un fogoso beso, me perdí en el dulce sabor de sus boca, su lengua y la mía hacían una perfecta danza en la que luchaban por el dominio sobre la otra. Un sonido húmedo retumbó por toda la habitación cuando mi pequeño Omega se separó de mis labios buscando un poco de oxígeno. Abrí los ojos tratando de controlar mis instintos cuando note que Bill estaba sentado a horcajadas sobre mi.
Iba a decir algo pero Bill volvió a atacar mis labios con más desesperación que antes, así que me deje llevar por unos momentos, lleve mis manos a cada lado de su cadera, Bill acarició mi rostro con sus manos mientras yo trazaba círculos con mis pulgares.
-Tom- Bill gimió cuando mis manos apretaron sus glúteos, fue en ese momento que decidí alejarme de él, no podía hacerle eso.
– Bill, no es correcto- con cuidado lo recosté a mi lado y me levante del lecho, Bill me miró con el reproche en su rostro antes de recostarse completamente.
Estaba con los ojos cerrados tratando de controlar a mi alfa interno que deseaba tomar a aquel Omega y lo habría logrado si no hubiera sido por un gemido que me hizo abrir los ojos y encararme a la situación que tenía enfrente.
-Tomy -Bill se retorcida sobre el lecho de manera lenta, a mis ojos era sumamente erótico.
Ambos cruzamos miradas y el estiro sus brazos en mi dirección. Me golpe internamente cuando comencé a acercarme de forma lenta, Bill gemía mi nombre de forma suave. Me senté a su lado y acaricie su cabello.
Continúa…
Gracias por leer.