“Niños Psíquicos”
Capitulo 2
& Bill’s POV &
Regresé rebosante a casa, no sólo me sentía bien porque volvería a ver a ese chico tan guapo, sino porque él era un niño psíquico, como yo. Eso era increíble y tan improbable. Me sentía lleno de mariposas, podría preguntarle cuál era su habilidad especial, preguntarle quién era “Isabella”, preguntarle si le gustaban los chicos. Me sonrojé, lo había visto apenas una vez y ya sentía que me había robado el corazón. Tomé mi cuaderno y comencé a dibujar corazones con su nombre dentro.
Estuve todo el día en ese estado de embobamiento, con mi libretita y mis corazoncitos, hasta que la sombra comenzó a acercarse. Por alguna razón, hoy me sentía fuerte y quise enfrentarla, pero a medida que se acercaba la notaba más grande y furiosa. Me llené de pánico, nunca la había visto así, me acurruqué en la cama hasta que ¡PLAF! Me arrojó fuerte, tirándome al suelo. Sentí escocer el rostro y luego un nuevo golpe, esta vez en el pecho. Me quitó el aire y ya no sentí más.
Desperté por la mañana completamente adolorido y a tientas vi el reloj 10:00 am. ¡Diablos! No quería llegar tarde. Con esfuerzo me levanté y me dirigí al baño, me vi en el espejo y vomité. Tenía el ojo morado y el rostro colorado, aún con rastros del golpe. Tiré el agua y me levanté la playera. Una magulladura en todo el pecho estaba tomando una tonalidad verdosa. ¡Rayos! La sombra no se había comportado tan violenta antes. ¿Qué habría pasado?
Corrí al armario y saqué unas prendas que combinaran y me vestí casi corriendo. Tomé un vaso de leche y cogí el auto, llegaría a tiempo si me daba prisa.
& Tom’s POV &
Desperté temprano ese día. Había estado inquieto desde que el agente Sanders me llamó para pedirme que me reuniera con él y con otro niño psíquico. No podía creer que este maldito “don” lo tuvieran personas inocentes como nosotros. No conocía al otro niño. Además ni siquiera sabía qué edad tenía el otro chico, pero cuando dices niño, te esperas a alguien pequeño e inocente, ¿cierto? Tenía pena por él. Yo ya me había adaptado a estos horribles sueños premonitorios, pero no podía imaginarme cómo se asustaría un niñito al ver el cuerpo de un muerto. Pobrecito.
Me levanté y me arreglé, por alguna razón quería verme presentable, quería ayudar al otro pequeño y para eso debía verme bien.
Desayuné ligero, pues quería invitar a mi nuevo amigo por un helado. Una vez listo, mamá me llevó y luego se fue a su trabajo.
Entré a la Estación de policía y me dirigí a la oficina de Gustav Sanders, él me recibió contento y luego nos dirigimos a otra oficina, una más grande.
—Tom Knight, te presento al agente Georg Lancaster —Nos presentó el rubio.
—Señor —Le saludé con la mano y él respondió.
—Un gusto Tom.
—Tom, el agente Lancaster ha estado investigando al homicida del caso llamado “flor de lis” —explicó Gustav—. El cuerpo de la mujer que encontramos gracias a ti, ha sido vinculado a este caso y a partir de ahora, trabajaremos en equipo para encerrar al asesino.
—Ya veo, que bueno que fui de ayuda.
—Bill debe estar por llegar —comentó el hombre castaño y en eso se abrió la puerta dejando entrar al mismo pelinegro delgado de ayer, sólo que esta vez, lucía unas gafas oscuras enormes.
—Perdón —Se disculpó cuando todas las miradas se posaron en él.
—¿Qué te pasó Bill? —cuestionó Georg, acercándose al pelinegro y a medida que lo hacía, el otro retrocedía.
—Nada, nada, estoy bien.
—Déjame ver —Le pidió, pero era casi una orden. El joven no pudo negarse, le quitó las gafas y todos pudimos ver el tremendo golpe que traía— ¿Quién demonios te hizo eso? —El joven dudó, no quería contestar— ¿Fue tu padre?
—¿Qué? ¡No!
—Dinos Bill —Mandó Gustav.
—Fue la sombra —respondió bajando la mirada, esperando que saltaran las risas, pero nadie dijo nada.
—Dios mío, nunca había sido así de violenta, Bill —Volvió a hablar el castaño.
—No desde que era niño.
—Bill, sé que no es el momento adecuado, pero te presento a Tom —agregó Georg, el chico me miró y sonrió, era la sonrisa más dulce que había visto en mi vida.
—Hola Bill —Le dije, me acerqué a él y no sé por qué, pero le abracé, él no me rechazó, creo que ambos lo necesitábamos.
—Hola Tom.
—Chicos. Por favor siéntense —pidió Gustav muy serio. Bill y yo estábamos juntos —. Tal y como Georg habíamos hablado, no queremos involucrar inocentes en nuestra búsqueda —comentó refiriéndose a nosotros.
—Pero también es necesario que podamos detener a este criminal, para que ustedes dejen de ver el fruto de sus atrocidades —Continuó el castaño. Nosotros asentimos.
—Por eso, después de mucho discutirlo, decidimos pedir ayuda —Terminó el rubio.
—¿De qué ayuda hablan? —preguntó atemorizado el moreno a mi lado.
—Un parasicólogo que les ayudará a encauzar su don —Siguió el castaño.
—Yo no confío en ellos —aseguró rotundo el pelinegro, yo no sabía qué decir.
—Queremos concertar una cita entre él y ustedes, sólo si les parece bien —Terminó el rubio.
Bill me miró y parpadeó muchas veces, atemorizado, instintivamente le tomé la mano y él se calmó.
—Deje que Bill y yo hablemos primero señor Lancaster, y nosotros le haremos saber la respuesta.
—Me parece genial, gracias Tom —contestó el rubio.
—Bill, ¿me acompañas? —Le dije tendiéndole mi mano, una vez más, él la tomó y salimos de ahí, de esa forma: unidos por nuestras manos— ¿Quieres comer algo? —Le pregunté al sentir su estómago rugir, él estaba sonrojado y asintió— ¿Caminamos?
—Tengo mi auto cerca.
—Ok —Sin soltarlo, lo seguí hasta un vehículo pequeño. Me senté a su lado— ¿Dónde quieres ir?
—A dónde vayas tú —Y eso me sonó a una declaración muy especial, sonreí y le miré.
—¿Vamos por unas hamburguesas?
—Está bien —Puso la radio bajito, sin embargo, casi no hablamos.
&
Llegamos a un restaurant pequeño, entramos y ordenamos. Comimos en silencio, intercambiando miradas y al terminar salimos de ahí.
—¿Conoces el lago Kitley? —Le pregunté.
—Sí, está cerca.
—¿Vamos allá? Necesitamos conversar —Él asintió y condujo hasta allí.
Al llegar, aparcamos y le llamé.
—Ven —Le tomé de la mano—. Hay un lugar muy bonito y tranquilo por aquí —Lo guié por unos arbustos, hasta una planicie. Nos sentamos en el césped, el clima estaba tan agradable. Suspiré y él hizo lo mismo. Le quité las gafas de sol—. Cuéntame de la sombra, Bill —Le pedí de corazón. Sus ojos se llenaron de lágrimas.
—¿Sabes Tom? Cuando era pequeño la veía en todos lados, pero cuando le decía a los mayores se burlaban de mí —Una lágrima rodó, la sequé con mi pulgar—. Así que aprendí a callarme.
—Igual que yo —Sequé otra gota.
—Cuando comencé el colegio, a veces se molestaba conmigo, y cuando llegaba a casa, casi me forzaba a entrar en el armario y me encerraba —Bill lloraba con mucha emoción, parecía que era la primera vez que lo contaba, que se desahogaba—. Una vez, quise impedir que cerrara la puerta con mi mano, pero me… me la aplastó… Yo era pequeño, ¿sabes? Era pequeño… —Hipaba—. Mis dedos sangraban y yo estaba encerrado allí… en la oscuridad.
—Ya basta —dije culpable. Lo tomé y lo senté en mis piernas abrazándolo contra mi pecho—. Ya no llores, soy un estúpido, no quise hacerte recordar esas cosas.
—No es tu culpa Tom —susurró un poco más tranquilo.
—Lo siento Bill, juro que estaré contigo, yo te ayudaré.
—¿Cómo?
—Iremos con el experto y le pediremos que te puedas deshacer de la sombra.
—¿Y qué hay de “Isabelle”? ¿Es tu novia? —Me sonrojé.
—¿Qué dices?
—No pude verla, pero sé que es un espíritu joven. ¿Quién es?
—Es mi fantasma, ha estado conmigo desde que era pequeño. A veces me asusta. Pero no es para nada agresiva.
—Siento haberme derrumbado así Tom, generalmente soy más fuerte —Se quiso mover.
—Déjame quedarme así, ¿vale? Quiero tenerte cerca.
—Gracias Tom.
—¿Crees en el destino Bill?
—¿Por qué?
—Creo que el destino nos ha unido.
&
Después de seguir conversando un rato más, regresamos a la Estación de policías para aceptar la ayuda de un “profesional en la materia”. Entramos igual que como nos fuimos, tomados de la mano. Nos dirigimos hasta donde Georg, que se hallaba hablando con unos expertos sobre el caso. Gustav llegó más tarde, mientras Bill yo conversábamos hablándonos en los oídos, como secreteándonos. De pronto me acerqué a él y le besé la mejilla. Entonces comenzó el caos. La puerta se cerró de golpe.
—¡Es la sombra! —Gritó Bill asustado. Instintivamente lo abracé fuerte y los adultos nos miraban con los ojos muy abiertos.
—¿Qué quiere Bill? —preguntó el castaño.
—A mí —contestó un agonizante pelinegro, lo apreté más contra mí y de pronto sentí una fuerza sobrehumana tomarme por los hombros y arrojarme lejos— ¡Toooom! —Gritó el pelinegro y yo quise enderezarme cuando lo vi volar por el cielo y azotarse contra la mesa.
—¡Bill! —Gritaron los adultos, pero ninguno se movía. Corrí hacia Bill y me puse sobre él para protegerlo, cuando sentí una fuerza invisible sobre mí, vi a Isabelle, correr hacia ella y empujarla hacia afuera de la oficina.
—¿Chicos? ¿Dios mío qué ha pasado? —dijeron horrorizados los detectives.
—¿Bill, estás bien? —indagué dándole espacio, estaba golpeado, pero ya estaba fuera de peligro, al menos por ahora.
—Tomi. Tomi, te golpeó ¿estás bien?
—Yo estoy bien, eres tú el que me preocupa —Le ayudé a levantarse.
—¿Bill? —Le movió el castaño.
—Señores, necesitamos esa ayuda cuanto antes —demandé hablando por todos.
—Lo llamaré enseguida.
& Continuará &
¿Podrán escapar de la sombra? ¿Por qué se habrá puesto así? ¿Tendrá Tom algo que ver? ¿Podrá el experto realmente ayudarlos?
Aclaración: Hola a todos mis queridos lectores y también a los críticos. Seguramente me dirán cosas como: “es imposible que los chicos se enamoraran así de rápido”, “no puedes confiar en alguien a quien apenas conoces” y cosas como esas. Pero (siempre hay un “pero”) Yo veo programas de cosas paranormales y allí se explica que cuando los niños psíquicos trabajan juntos, siempre terminan enamorados y “muy pegados”, porque entre ellos se comprenden, ellos saben lo que alguien con ese tipo de “don” siente. Además, los “normales”, siempre los tratan de freaks, así que la soledad les pasa la cuenta y están deseosos de unirse a alguien. Así que no me quemen en la hoguera, antes de leer el fic o de investigar al respecto.