“Niños Psíquicos”
Capítulo 8
& 3:00 am “Hora muerta” &
Los jóvenes tomados de la mano, acompañaron a David y Sandra a la parte trasera del hostal.
—¿Qué haremos esta noche, David? —preguntó curioso el pelinegro.
—Hoy haremos un ritual japonés —contestó el adulto.
—Suena muy serio —comentó el rastudo sin soltar la mano de su pareja— ¿Por qué saldremos de la casa?
—Eso es porque necesitaremos ayuda externa —respondió esta vez la mujer—. No ocuparemos la energía de los niños del hostal. Usaremos algo más potente —explicó moviendo sus manos.
—Ya tenemos casi todo listo, vengan por aquí —Mandó David y los chicos vieron que se acercaban a una fuente de luz.
—¿Velas? —susurró Tom.
—Qué bonito —agregó el moreno.
—Sentémonos —pidió el hombre—. Este ritual es llamado “el juego de las cien velas”
—¿Un juego? —indagó Bill.
—Solía ser un juego, pero dada sus características, pronto se convirtió en un ritual —Acotó la mujer mirándolos a todos.
—¿Y en qué consiste? —preguntó el rastudo.
—Verán —relató la mujer—. Cada uno contará una historia o algún hecho paranormal que haya escuchado o haya experimentado y tras hacerlo apagará una vela —Concluyó.
—A medida que las velas se apaguen, la oscuridad aumenta, y el ambiente se carga de una increíble energía paranormal, lo cual nos puede ayudar a abrir más sus canales mentales y pedir ayuda a estos seres para responder incógnitas que de otro modo no podrían ser resueltos —Complementó el hombre seriamente.
—¿Quién quiere comenzar? —Ofreció la mujer.
—Yo lo haré —Bill tomó una vela en sus manos y comenzó con su relato—. Cuando era pequeño, sentí una presencia en casa de un primo. Esta cosa estaba al lado de él y quería tocarlo, yo me asusté tanto que corrí a su lado y lo empujé para que no fuera tocado por el fantasma, pero él lloró y cuando le expliqué a los adultos lo que había hecho… nadie me creyó —Y apagó la vela.
—Yo seguiré —Tom cogió una vela y contó.
Cada uno había contado tres historias y las luces se iban extinguiendo y el ambiente se hacía más espeso y atemorizante, no se trataba solamente de contar cuentos de terror, en este caso, cada uno de esos cuentos… había sido un hecho real. Todos estaban completamente enfocados en la historia de Sandra cuando de pronto se oyeron ruidos, como de pisadas. Todos se quedaron muy quietos, como esperando algo y de pronto…
—¡¿Qué carajos están haciendo?! —Era la voz de un policía que sostenía fuertemente un arma en sus manos.
—Señor, ¿quién es usted? —preguntó David poniéndose de pie.
—Soy el agente especial McGee, fui llamado esta noche por el agente Schafer para que patrullara en el hostal y cuidara a los “niños psíquicos” —explicó en tono burlón.
—Le agradezco señor por su servicio —contestó David amablemente. Pero los dos menores se miraron incrédulos, notando en seguida la ironía en el tono de voz del policía.
—Fui al hostal, pero no encontré a nadie, lo rodeé y me encaminé hacia las lucecitas que se veían en la oscuridad —Concluyó el agente, explicando su presencia allí.
—Ahora mismo estamos en mitad de un ritual, ¿le gustaría acompañarnos? —Ofreció la mujer que también se hallaba de pie.
—Discúlpenme, pero no creo en fantasmas —comentó casi ofendido el hombre—. Yo sólo creo en lo que veo y nunca he visto un fantasma —Terminó triunfante.
—¿Cómo puede asegurar que no ha visto un fantasma? —dijo Bill mirándolo desafiante. Tom le tomó la mano y lo calmó con su tacto—. Son idénticos a usted.
—Creo que la mejor manera de que nos vigile es haciendo el ritual con nosotros —opinó David, el hombre se vio en desventaja numérica y finalmente accedió.
El grupo volvió a reorganizarse, le explicaron las reglas al oficial e increíblemente era el más entusiasmado al contar de cosas extrañas que habían ocurrido en su Unidad durante su trayectoria policiaca. Cuando la última vela se extinguió, todos sentían el corazón latir fuertemente en sus pechos, pensando en lo que podría pasar de un momento a otro.
—Bill, es hora de que solicites ayuda —Le instruyó David. El rastudo sujetó fuertemente la mano de su novio y le acarició con el pulgar.
—Espíritus que están cerca de nosotros, por favor ayúdennos a atrapar a este ser maligno que está causando tanto dolor en este mundo… por favor ayúdennos a Tom y a mí a estar conectados con ustedes —Una brisa fría los recorrió a todos, el policía estuvo a punto de salir corriendo de no ser por la mano de David que le impidió moverse.
—Yo… veo algo… —susurró Tom, cerrando fuertemente los ojos—. Es un hombre importante, tiene una túnica negra larga, es ceremonial, tiene una capucha que cubre su rostro, pero él es… tiene un nombre antiguo… un nombre de alguien que fue muy importante en el pasado. Las personas que lo siguen… piensan que él es el nuevo Mesías…Yo…él es… Joshua…Joshua…Joshua…. ¡Aaahhh! —Gritó alterándolos a todos.
—Tomi, Tomi, ¿estás bien? —El rastudo se incorporó sobándose las sienes.
—Me duele mucho la cabeza —respondió acariciando la mejilla del pelinegro.
—Yo lo vi Tomi, mientras tú hablabas yo lo vi. Necesito mi cuaderno, tengo que dibujarlo, espero hacerlo bien —Ambos chicos se sonrieron.
—No puedo creerlo —comentó anonadado el policía.
—Creo que debe hacer un reporte a su superior, agente —Le sugirió David.
—Esto es lo más espeluznante que he vivido en mi vida —agregó el oficial, retirándose a su patrulla.
—Volvamos al hostal. Tom necesita descansar y Bill… dibujar —Finalizó Sandra.
—Oficial —Le llamó David— ¿Puedo hablar con usted un momento? —pidió alcanzándolo.
—Claro señor… dígame.
—Creo que debe anotar esto —Le informó el hombre.
—¿Es importante? —Sacó una libretita similar a la de los agentes del caso.
—Ese nombre que dijo Tom: Joshua.
—Sí, ¿qué hay con él? —Anotó el oficial.
—Joshua es el nombre Hebreo de Jesús —explicó sin pestañar—. Por eso dijo Tom que su nombre había sido importante en el pasado y eso de que el hombre es reconocido como un nuevo Mesías, creo que todo está relacionado —dijo David seriamente.
—Muchas gracias señor, apenas amanezca le informaré a mi superior. Por el momento seguiré patrullando los alrededores —Guardó su libreta y prosiguió su camino.
&
—¿Tom? —preguntó el pelinegro— ¿Aún te duele la cabeza? —Estaba preocupado.
—Sí, hace un momento, eso fue… —No sabía cómo explicarlo—. Como si muchas personas entraran en mi mente y me mostraban lo que sabían —Respiró hondo—. Fue como millones de imágenes en un segundo. Fue doloroso, después de todo, ellos eran muchos y yo sólo uno —Volvió a respirar.
—En eso te equivocas Tomi, yo estoy contigo. Yo no sentí todo eso, pero tengo grabada en mi memoria la imagen de ese sujeto: el maestro. Quizás sea él quien envió a los asesinos —Miró a Tom con preocupación.
—Si lo encontramos a él, entonces salvaremos al resto de las víctimas —Se sujetó con fuerza la cabeza—. Necesito descansar.
—Te traeré una aspirina —El pelinegro bajó y le pidió el medicamento a David, pero al volver a la habitación Tom estaba dormido, agotado por el cansancio—. Duerme mi amor… Ahora es mi turno, debo dibujar a ese hombre… Dios ayúdame a que me quede bien —Tomó su cuaderno y se sentó en la cama contraria. Respiró hondo y comenzó con su tarea.
& En la ciudad &
El agente Schafer apretó los ojos cuando la luz del amanecer le dio en el rostro. No llevaba sus gafas puestas, pero se percató de que esas cortinas no eran las de su departamento. Hizo un ademán para levantarse y sintió como era aprisionado por un brazo en su cintura, de pronto flashes de la noche anterior pasaron rápidamente por su cerebro y sintió su rostro arder. No quiso voltearse, pero sabía que el castaño estaba justo detrás de él.
Después de tantos años de admirarlo en las sombras, aparece este caso que le convierte en su asistente y terminan aquí, en su cama, con una noche de sexo. De sólo recordarlo se volvía a encender, pero eso no era lo importante. El rubio temía que su entrega no fuera considerada más que como una noche loca para eliminar el estrés. Para él significaba haber hecho el amor, haberse entregado a su amor platónico, y estaba muy temeroso de que sus sentimientos fueran a ser pisoteados por el castaño.
Sintió como la mano que le rodeaba se movía y acariciaba su brazo, lentamente se giró y miró directamente a los ojos del contrario.
—Buenos días —Saudó el rubio un poco.
—¿Cómo dormiste, Gus? —preguntó el castaño dándole un piquito en los labios, cosa que hizo enrojecer al otro—. Te ves muy lindo cuando te sonrojas Gus.
—Yo… lo siento… tal vez… será mejor que me vaya —susurró tratando de ponerse de pie, pero fue retenido por Listing.
—Espera Gus —Se sentó en la cama y encaró al otro— ¿Qué sucede? ¿Te arrepientes?
—¡¿Qué?! ¡No! —Se defendió el rubio.
—Entonces, ¿qué es lo que pasa? —Inquirió el castaño.
—Tengo miedo —Soltó Gus en un suspiro.
—Pero si anoche me dijiste que estarías dispuesto a tener una relación con alguien de la Estación —Recordó Georg recriminándole.
—¿Relación?
—Claro. ¿O crees que yo me acuesto con cualquiera? ¡Jezz…! Gus, tú me gustas, desde hace un tiempo, es sólo que nunca coincidimos en algún caso y se me hacía muy raro acercarme e invitarte a salir, es… no sé… raro… yo sólo esperaba, más bien ansiaba esta oportunidad —Finalizó el castaño acariciando el rostro del rubio con su pulgar.
—Lo siento Geo… yo me asusté, es todo.
—¿Pero sí quieres seguir con esto? —Preguntó angustiado.
—Claro que quiero, yo tengo sentimientos involucrados —Se defendió el rubio—. Yo te quiero Geo, no quiero que lo nuestro sea sólo una aventura.
—No lo será te lo prometo —Miró su reloj—.Pero me temo, que ahora es momento de irnos.
—Necesito una ducha.
—¿Bañémonos juntos? —dijo coquetamente, lo que volvió a sonrojar al rubio, que finalmente acepto encantado.
& En la Estación de Policía &
Los agentes se prepararon mentalmente para parecer lo más normal posible, sin mostrar en lo más mínimo la reciente relación entre ellos. Sabían que si lo hacían, corrían el riesgo de ser trasladados a otras unidades, lo que terminaría finalmente por destruir su relación.
Saludaron a las secretarias y entraron al despacho de Listing. Ahí, tras cerrar la puerta, el castaño le dio un fugaz beso al rubio, cosa que des-estresó bastante la situación. Ambos ocuparon sus lugares, cuando el teléfono sonó.
—Aquí Schafer —contestó el rubio sonando muy profesional.
—Señor, McGee al habla —respondió el otro por el auricular.
—Dígame oficial, ¿se realizó la patrulla ayer, o comenzaron esta mañana? —cuestionó el rubio.
—Señor, soy eficiente así que comencé yo mismo anoche con el patrullaje y fue lo más aterrador que he vivido en años, y SÍ he vivido cosas feas —comentó en forma melodramática.
—¿Qué fue lo que pasó? ¿Le pasó algo a los niños? —Insistió preocupado el agente.
—No, nada de eso, ellos están bien —Le aseguró el hombre.
—¿Entonces? —Le pidió que prosiguiera.
—Estaban haciendo un ritual Japonés, en medio de la noche, en medio de la nada, con velas y cuentos de terror… fue espeluznante —Agonizó el hombre por el teléfono.
—Fue sólo un ejercicio del experto, McGee —Le dijo el rubio, para calmarle.
—Pero ellos, los niños… algo les pasó, estaban… qué se yo… en trance —Balbuceó el hombre.
—¿Tienen alguna información nueva? —cuestionó el rubio poniendo el alta voz en su teléfono para que Geo también lo oyera.
—Sí, el chico de rastas recibió información de los fantasmas.
—¿Qué le dijeron? —Le apresuró el rubio.
—Que alguien llamado “el maestro” —relató sin realmente entender—. Tenía el nombre de alguien famoso del pasado.
—¿Cuál es el nombre? —Urgió por el dato.
—Joshua.
—¿Joshua?
—Sí, el adulto, David, dijo que Joshua es la forma hebrea del nombre Jesús —Complementó el hombre.
—Excelente. Gracias McGee. ¿Algo más? —preguntó mirando como el castaño tomaba apuntes.
—Sí, el pelinegro dijo haber visto la imagen de Joshua y que trataría de dibujarlo, pero es sólo un niño, tal vez debería llevarlo a una Estación y que le dictara al Experto en Retrato Hablado —comentó, como dando una idea.
—Excelente idea McGee. Si estuviera en mi poder te daría un ascenso, pero por lo pronto te pido que cuides a esos niños con tu vida, son muy importantes para esta investigación —afirmó el rubio.
—Gus, dile que él mismo lleve a Bill con el de los Retratos hablados —Intervino el castaño.
—Una última cosa McGee. ¿Podrías llevar tú mismo a los niños, a tu Unidad para hacer el retrato? Nosotros estamos bastante lejos del hostal y con un millón de cosas por hacer —Se excusó el rubio.
—Claro agente será un placer, esos niños son especiales y si están cooperando pues, hay que ayudarlos en todo lo posible —Terminó el hombre.
—Gracias, manténgame informado —Terminó el rubio—. Adiós.
—Agente —Se despidió y colgó.
& Continuará &
¿Qué pasará cuando por fin salga a la luz el rostro del gran maestre? ¿Será alguien conocido? ¿Estarán a salvo los chicos cuando se descubra la verdad? Todo esto en próximo capítulo. Y aprovecho, una vez más, para agradecer el apoyo y los comentarios. Me hacen muy feliz. Besos a todos.